A pesar de que ya no es tema de máxima actualidad, cada tanto vuelve a resurgir en las noticias el de las inoculaciones contra el Covid 19. Por nuestra parte, dejando de lado los temas de la necesidad y eficacia de esos inyectables, de los cuales algo hemos dicho ya en otro “post”, nos queremos centrar aquí en el de su seguridad, para lo cual exponemos algunos datos tomados del VAERS.

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Este “post” tiene dos partes: la primera recoge información fuera de discusión acerca de movimientos ideológicos y estudios científicos actuales, la segunda entra en un tema altamente controversial del cual entendemos que es importante que se tenga al menos conocimiento.

Lo que sigue es una serie de definiciones de “entrecasa” que para lo que nos proponemos decir parece suficiente.

Una red de computadoras es un conjunto de computadoras conectadas entre sí de modo tal que pueden intercambiar información. El intercambio de información se hace mediante señales electrónicas, sea por vía de cable o en forma inalámbrica. Eso supone que en cada integrante de la red hay un dispositivo que envía y recibe señales electrónicas. Internet es una red de computadoras a nivel planetario. Existe otra red que es la de los teléfonos celulares, que consiste en un conjunto de torres diseminadas por el planeta, que reciben y envían las señales que proceden de los teléfonos celulares comunicándolos entre sí. Ambas redes están interconectadas, de modo que se puede acceder a Internet desde el celular y se puede acceder al celular desde una computadora conectada a Internet.  La “Internet de las cosas” consiste en integrar a la red a otros objetos distintos de las computadoras, como ser automóviles, casas, máquinas de todo tipo, etc. Para eso es necesario obviamente que también en estos objetos haya dispositivos que reciben y envían señales electrónicas.

Lo que cierta “élite” mundial quiere hacer, parece, es integrar a los seres humanos a esa red computacional – celular.

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En este vídeo la Dra. Karina Acevedo hace de una forma notablemente rigurosa y clara el balance de beneficios y riesgos de las actuales “vacunas” contra el COVID 19.  

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Dice un documento de la FDA (traducido por nosotros) sobre la vacuna de Pfizer, en la parte en la que habla de lo que no se sabe aún acerca de esa vacuna:

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 “8.2. Beneficios desconocidos / Lagunas de datos

Duración de la protección

Dado que los análisis intermedios y finales tienen una duración de seguimiento limitada, no es posible evaluar la eficacia sostenida durante un período superior a 2 meses.”

(O sea, no saben si la vacuna va a seguir protegiendo al vacunado 2 meses después de la vacunación).

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En materia de problemas y soluciones, según aquellos y éstas sean ciertos o dudosos, tenemos obviamente cuatro posibilidades:

1)      Problemas ciertos y soluciones ciertas. Aquí no da para pensar mucho, se deben aplicar esas soluciones.

2)      Problemas ciertos y soluciones dudosas. Por ejemplo, arriesgadas. Si son las únicas a la vista, y si el problema es lo suficientemente grave, parece que también, por ese lado al menos se las puede aplicar.

3)      Problemas dudosos y soluciones seguras. Aquí es posible dudar de si aplicar esas soluciones  o no, pero al menos, en caso de aplicarlas, no harán mal alguno, serán en todo caso superfluas.

4)      Problemas dudosos y soluciones dudosas. Por ejemplo, si no es claro o seguro que el problema tenga la magnitud que parece tener, y si hay riesgos serios de que la solución agregue nuevos males, y graves, a la situación.

En ese último caso, parece que es totalmente lícito abstenerse de aplicar esa supuesta solución. Y puede, según las circunstancias, llegar a ser lo más prudente.

Por eso en lo que sigue no vamos a hablar tanto de pruebas, como de motivos para dudas razonables.

Porque ése es, entendemos, el caso de las “vacunas” (más abajo explicamos el porqué de los paréntesis) contra el Covid 19.  Es dudoso que la pandemia tenga la gravedad que se le atribuye hoy día, y hay razones para temer que las “vacunas” agreguen nuevos males, de no poca gravedad.

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