La Declaración “Dignitatis Humanae” del Concilio Vaticano II es uno de los documentos más discutidos de ese Concilio. Se lo acusa de contradecir las enseñanzas anteriores de los Papas que condenaron la libertad de conciencia y la libertad de culto.
El excelente “post” de Bruno sobre el modernismo ha hecho revivir una idea que tenía hace tiempo de escribir algo sobre ese tema. A lo mejor repito algo que ya escribí antes, pero tampoco es que venga tan mal. Todos los resaltados en negrita son míos.
En Filosofía hay dos tesis posibles, opuestas entre sí: el realismo y el idealismo. El primero dice que el objeto de conocimiento es independiente del sujeto cognoscente, el segundo dice que no lo es.
Tratándose de dos proposiciones contradictorias entre sí, se aplican los principios de no contradicción y tercero excluido: no pueden ser las dos verdaderas ni las dos falsas, una es verdadera y la otra falsa. Esto supone el principio de bivalencia (toda proposición es verdadera o falsa), que a su vez depende del principio de tercero excluido, porque una proposición cualquiera, o se adecua a la realidad, y es verdadera, o no lo hace, y es falsa.
El objeto conocido, o depende o no depende del sujeto cognoscente, no hay otra posibilidad. No sirve decir que en parte depende y en parte no depende. Sin duda, hay en nuestro conocimiento algo que procede de nosotros y no de las cosas, concretamente, el modo abstracto y universal que los conceptos tienen en nuestra mente. En la realidad no existe el “animal”, sino los animales, que además son distintos entre sí: perros, gatos, caballos, etc.
Hemos hecho una lectura de la Declaracion “Dignitas infinita”del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y nos interesa hacer algunos comentarios.
Sobre la “dignidad infinita” del ser humano dice la Declaración:
“Esta dignidad de todos los seres humanos puede, de hecho, entenderse como “infinita” (dignitas infinita), como afirmó San Juan Pablo II en un encuentro con personas que sufrían ciertas limitaciones o discapacidades, para mostrar cómo la dignidad de todos los seres humanos va más allá de todas las apariencias externas o características de la vida concreta de las personas.” (Presentación)
En el día de ayer se comunicó la noticia del fallecimiento del P. Antonio Bonzani en Montevideo, Uruguay. El Padre Antonio vino hace muchos años de la diócesis de Novara, Italia, en calidad de misionero. Por mucho tiempo fue profesor de Teología en el que primero fue Instituto Teológico del Uruguay y luego Facultad de Teología del Uruguay. También fue, en períodos distintos, Rector y Secretario Académico de la Facultad y encargado del Trienio de Teología para Laicos. El 3 de Octubre de 2012 fue nombrado Capellán por Su Santidad Benedicto XVI.
Dotado de un gran amor a la Iglesia y a su Magisterio que conocía al detalle, especialmente en todo lo relativo a la etapa post-conciliar, fue titular de los cursos de Dios Uno y Trino y Escatología en la Facultad de Teología. Eran famosos sus programas que a fuerza de citas y anotaciones terminaban siendo verdaderos apuntes de curso de a veces más de cien páginas, cuyo estudio casi que bastaba para presentarse al examen en buenas condiciones.
De un trato personal hecho a la vez de sencillez y gran finura, escrupuloso en el cumplimiento de sus obligaciones, consultado muchas veces por la Nunciatura en cuestiones relativas a la Iglesia en el Uruguay, el P. Antonio no apareció nunca, que yo sepa, en los titulares de los diarios o en las noticias en Internet, ”limitado” como estaba al cumplimiento cotidiano estricto de sus deberes sacerdotales, por muchos años como Párroco de Nuestra Señora de Lourdes en el barrio de Malvín, Montevideo.
Un hombre de Iglesia de la cabeza a los pies. Gracias a su generosidad el movimiento pro-vida uruguayo tuvo varias veces la posibilidad de celebrar Congresos Pro - Vida en el salón de esa parroquia. Apoyó también las actividades del Centro Cultural “Fe y Razón". El recuerdo que deja es perdurable.
Al intentar expresar el agradecimiento mediante unas pobres notas frente a una noticia triste como ésta, viene el pensamiento de cuánto debemos a nuestros sacerdotes, y de cómo el único que puede darles el reconocimiento adecuado es Aquel para Quien han trabajado y por cuya gracia han podido hacer todo el bien que hicieron.
Nacido en Montevideo, Uruguay. Bautizado a los pocos días, primera comunión en la infancia, sin práctica religiosa hasta los 20 años, en que por la gracia de Dios y la lectura de la Biblia me integré a la vida de la Iglesia. Soltero, Licenciado y docente en Filosofía, cofundador de la hoja web «Fe y Razón» junto con el Diác. Jorge Novoa y el Ing. Daniel Iglesias, integrante de la «Mesa Coordinadora Nacional por la Vida», asociación pro-vida uruguaya.
En forma inmerecida y también por la gracia de Dios aspirante a discípulo de Santo Tomás de Aquino y de la gloriosa escuela tomista, lo cual implica a mi modo de ver una devoción muy grande por San Agustín. Igualmente, «fan» de Chesterton, Bloy, Lewis, Tolkien, Menéndez Pelayo, Balmes, Belloc, Newman, etc.