El amor mueve al mundo

Paolo y Francesca

Como es de público conocimiento, el Papa Francisco ha dicho en una reciente entrevista, refiriéndose a la declaración “Fiducia supplicans”:

No bendigo un ‘matrimonio homosexual’, bendigo a dos personas que se aman

Esto deja en claro que no se trata simplemente de bendecir a “personas”, como el mismo Papa había argumentado hace unos días, sino claramente a “parejas”, como además lo dice explícitamente “Fiducia Supplicans”.

Pero además, esto torpedea, entendemos, el argumento del Card. Fernández de que se bendicen parejas, pero no uniones.

Porque si se bendice a personas que “se aman”, es lógico que se bendice también el amor que hay entre esas personas, y ese amor no existe en el aire, sino que es inseparable de la unión de dichas personas, que es a la vez efecto y causa de ese amor, la cual unión, por tanto, resulta finalmente bendecida.

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Ahora bien, sin duda que los integrantes de las “parejas” homosexuales se aman. El amor, como diremos enseguida, es lo que mueve al mundo.

Todo el mundo ama algo y se mueve en función de eso que ama. Se puede amar el dinero, el placer, el poder, la fama, hasta el mismo sufrimiento, propio o de los demás.

El Papa pone el ejemplo de cuando se bendice a un explotador de los trabajadores y se pregunta cuál es la diferencia con bendecir a una pareja homosexual.

Pero el explotador no es bendecido porque está intentando hacer aceptar una estructura de explotación de los trabajadores como si fuese una herramienta de justicia social. No es bendecido porque está pidiendo que se apruebe una ley de explotación de los trabajadores, de hecho, se contenta con explotarlos en la práctica y muchas veces por fuera de la ley. No viene el grupo de empresarios representantes de “Explotación Inc.” a pedir la bendición del sacerdote para su cruzada, y si lo hiciese, sabemos cuál sería o debería ser la respuesta: que no se puede.

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Lo que no cabe negar es que el explotador ama la explotación, o bien, lo que al final es lo mismo, que ama el dinero, o el poder, etc.

Del mismo modo, el dictador ama su dictadura, o el poder, o la silla o algo que es lo que lo lleva a ser un dictador.

Y lo mismo podemos decir del usurero, el corrupto, el ladrón, el adúltero, el torturador, el violador, el asesino serial, el narcotraficante, el pedófilo, el genocida, etc., etc.

El amor mueve al mundo.

Y más allá incluso: si descendiésemos a las profundidades infernales, imitando a Dante, seríamos testigos del amor fiel y constante a sí mismo que llevó a Satanás a rebelarse contra la Santísima Trinidad, y de un amor igualmente fiel y constante de los condenados a ese pecado del que no quisieron arrepentirse y que los ha precipitado para siempre en las llamas eternas.

Hasta se podría imaginar que ese amor corre como lava ardiente entre los condenados, de modo semejante a como en la Comedia inmortal el viento impetuoso arrastra de aquí para allá a las enamoradas almas de Paolo y Francesca.

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Claro, al llegar aquí tal vez se nos ocurra que hay que ceder un poco a la pedantería escolástica y distinguir entre amores y amores.

En realidad, eso lo hizo ya, antes de la Escolástica, el gran San Agustín de Hipona, cuando escribió aquello de que

Dos amores hicieron dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios hizo la ciudad del mundo, el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo hizo la Ciudad de Dios”.

Un matiz, sin duda, que en estas apresuradas épocas tal vez alguno se vería tentado a descartar como algo semejante a preguntarse cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler, o cuál es el sexo de esos mismos ángeles.

Pero no, qué matiz, si la diferencia entre Dios y el yo es infinita, y si el resultado final de ese matiz es la diferencia entre la eterna Felicidad y la eterna condenación.

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Es decir, el objeto, una vez más, como en algún momento hemos recordado: fuera del objeto no hay salvación. El asunto no es solamente “amar”, sino amar qué y cómo. Nuestra civilización se muere de intransitividad, de desprecio al objeto. No es sólo “comer”, hay que tener cuidado de no comer veneno.

Es como cuando hoy día la gente se queda contenta con decir “espiritualidad”, sin pensar que el demonio es inmensamente más espiritual que nosotros.  

No hay miseria ni horror ni abyección ni bajeza ni vileza humana que no tenga su raíz en el amor. El amor mueve al mundo, y esa sola frase ya es terrible, si se medita un poco en ella, ayudándose con las noticias del día.

¿Dónde está entonces la diferencia? En el objeto, en lo que se ama, y en cómo se lo ama. O a Dios por encima de todo, o al yo por encima de todo. Son amores los dos, pero son dos amores muy diferentes, más aún, contrarios entre sí, incompatibles el uno con el otro.

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¿Qué puede tener de malo entonces que una pareja se ame? Todo, o nada, según cuál sea el objeto de ese amor.

Que será totalmente distinto, para empezar, si es una pareja de dos personas de sexo diferente, o del mismo sexo, pero incluso siendo dos personas de sexo diferente, cambia esencialmente ese objeto si estas personas están casadas entre sí o no lo están, y en el segundo caso, si alguna de ellas está casada con una tercera persona o no.

Son objetos diferentes del amor, como son diferentes los objetos de los amores que movieron a San Francisco de Asís, a Santa Teresa de Calcuta, a Hitler, a Stalin, a Pol Pot, a Jack el Destripador y al asesino del zodíaco.

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La respuesta actual obvia, mecánica, es “bueno, pero es claro que cuando se habla del amor entre una pareja de personas del mismo sexo se habla de algo positivo y no de ninguno de esos horrores”.

Bien, pero positivo ¿por qué? ¿Porque es “amor”?  Eso ya no se puede decir, por todo lo dicho arriba.

¿Y entonces?

“Es que tiene muchos elementos buenos: ayuda, solidaridad, compañerismo, etc.”

¿Y quién dijo que para que algo sea malo no tiene que tener nada de bueno?

Eso es imposible, el mismo San Agustín ya dijo que el mal se da siempre en algún bien, y que el mal absoluto es imposible, por la sencilla razón de que el mal es corrupción del bien, y una corrupción absoluta se destruiría a sí misma, como una caries infinita dejaría de ser caries por falta de diente, y un agujero necesita siempre el límite de alguna pared o algo así, y la ceguera necesita de la persona viva del ciego.

¿Es que Satanás ha dejado de ser ontológicamente bueno en el Infierno? Claro que no, su maldad es “solamente” moral, es la aversión definitiva de su voluntad respecto de Dios, pero ni ese pecado terrible puede ser subsistente, necesita para existir toda la bondad ontológica del espíritu puro creado, de su altísima inteligencia y su poderosa voluntad.

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Por eso también el dicho: “bonum ex integra causa, malum ex quocumque defectu”. El mal no puede ser otra cosa que un “defecto” en algo bueno, y ya sabemos cuál es el “defecto” en las relaciones homosexuales.

Y el mal no se puede bendecir. El amor malo no se puede bendecir. El amor del explotador por su actividad explotadora no se puede bendecir. La lista de los amores que no se pueden bendecir llenaría varias páginas, y la razón es siempre la misma: los objetos de esos amores.

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Apéndice:

La influencia cristiana ambiental combinada con falta de profundización filosófica y teológica llevan a muchas personas hoy día a decir que el amor no puede ser pecado o que eso que es pecado no es “verdadero amor”.

Por eso, entre otras cosas, es necesario volver a Santo Tomás, el cual dice en IIa. IIae., q. 23, a. 1, c:

Según el Filósofo en VIII Ethic., no todo amor tiene razón de amistad, sino el que entraña benevolencia; es decir, cuando amamos a alguien de tal manera que le queramos el bien. Pero si no queremos el bien para las personas amadas, sino que apetecemos su bien para nosotros, como se dice que amamos el vino, un caballo, etc., ya no hay amor de amistad, sino de concupiscencia. Es en verdad ridiculez decir que uno tenga amistad con el vino o con un caballo. Pero ni siquiera la benevolencia es suficiente para la razón de amistad. Se requiere también la reciprocidad de amor, ya que el amigo es amigo para el amigo.”

Santo Tomás divide el amor en amor de benevolencia, cuando se quiere un bien para otro, y amor de concupiscencia, cuando se quiere un bien para uno mismo. Y el de benevolencia, a su vez, es amistad o no si hay o no reciprocidad.

¿Qué es lo que hace llamar “amor” a estas tres cosas, qué es lo que tienen en común? Es la tendencia del apetito a un bien determinado. Ése es el concepto primigenio del “amor”, que como se ve, es moralmente neutro, puede ser bueno o malo según a qué bien (a qué objeto, nuevamente) tienda ese apetito y de qué modo lo haga.

Véase por ejemplo Ia., q. 20, a. 1, c:

Lo común es por naturaleza lo primero. Por eso, el entendimiento está orientado antes a la verdad general que a las verdades particulares. No obstante, hay algunos actos de la voluntad y del apetito que se orientan al bien situado en alguna condición especial: como el gozo y el deleite centran su objeto en el bien presente ya conseguido; el deseo y la esperanza, en el bien aún no logrado. Por su parte, el amor centra su objeto en el bien común, alcanzado o no. Por eso, el amor por naturaleza es el primer acto de la voluntad y del apetito. Esta es la causa por la que todos los otros movimientos del apetito presuponen el amor como su primera raíz. Pues nadie desea algo más que como bien amado; nadie goza más que con el bien amado. Y el odio no se centra más que en lo opuesto a lo amado. Lo mismo sucede con la tristeza y similares, en donde es evidente su directa referencia al amor como primer principio. Por lo tanto, donde hay voluntad y apetito es necesario que haya amor, anulado lo primero, queda anulado lo segundo.”

Esto que dice Santo Tomás se aplica tanto al gozo, deleite, deseo, esperanza, tristeza y odio de los justos como de los pecadores, o sea, tanto al amor que mueve a  aquellos como al amor que mueve a éstos. 

Ya San Agustín destruyó la teoría según la cual el amor es necesariamente bueno, al distinguir los dos amores, como dijimos arriba.

Un poco de cristianismo no del todo entendido y otro poco de romanticismo ha llevado a la mentalidad actual según la cual “amor = bueno”, que no permite comprender las cosas.

Lo importante, entonces, no es si algo es “verdadero amor”, sino si es amor recto, es decir, según la ley divina, si es amor de benevolencia, si dado el caso, es de amistad, y en particular, de esa especialísima amistad del hombre con Dios que es la “caridad”, que es de lo que trata Santo Tomás en aquella parte de la Suma citada en primer lugar.

11 comentarios

  
Federico Ma.
Excelente, Néstor. Muchas gracias. Hasta con un toque de humor, que recuerda a Chesterton.

"Extra objectum, nulla salus".

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Gracias, Federico, también por el aviso, yo presentía que ahí también se había colado algún "malum".

Saludos cordiales.
09/02/24 1:55 AM
  
Oscar Alejandro
Estimado:
¿El mal es corrupción del bien o más exactamente ausencia de este?
¿Podría auxiliarme en esto?

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El mal no es mera ausencia o carencia de bien, tiene que ser además un bien exigido de algún modo por quien padece el mal. Los humanos carecemos de alas, pero no es un mal, porque nuestra naturaleza no las incluye ni exige, pero la ceguera sí es un mal en nosotros, porque la vista sí es parte de nuestra naturaleza y es exigida por ella.

En la filosofía de Aristóteles la generación es cuando se adquiere una forma (una perfección) y la corrupción cuando se la pierde. El mal es esa corrupción que consiste en perder o no tener una forma o perfección que se debería tener.

Un ciego de nacimiento, por ejemplo, no ha perdido la vista, porque no la ha tenido nunca. Ahí, o entendemos "corrupción" en sentido amplio, que incluya la falta de una perfección debida que nunca se tuvo, o bien reconocemos que hay males que no son corrupciones, de hecho, el vocabulario filosófico y teológico se precisó después de San Agustín y ése es justamente uno de los méritos de la Escolástica medieval, para la cual el mal es una "privación", es decir, carencia de alguna perfección debida al sujeto.

Saludos cordiales.
09/02/24 4:39 AM
  
Alan
No es un tema que me preocupe, pero no entiendo a qué viene tanto revuelo cuando la Iglesia no ha tenido ningún reparo en bendecir, dejar comulgar, etc...a dictadores como Franco, Pinochet... que se sabía perfectamente lo que hacían, por mucho que les quisieran blanquear como "salvadores contra el comunismo".

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Se debe negar la comunión eucarística a los que están en situación pública de pecado grave sin muestras de arrepentimiento. En los temas políticos se mezclan muchas cuestiones ideológicas de las que la Iglesia no tiene que hacerse cargo, y también es posible que el sacerdote tome una decisión equivocada.

Nada de eso tiene nada que ver con bendecir el pecado como tal, ni lo justifica, y eso se hace cuando se bendice a una pareja de homosexuales y no solamente a cada uno de ellos por separado, con lo cual no hay problema alguno.

Saludos cordiales.
09/02/24 4:40 AM
  
Vicente
El amor de Dios mueve el mundo.

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Sin duda, pero no solamente. También, a nivel de las causas segundas y creadas, el amor recto de los justos y el amor no recto de los pecadores mueven el mundo. ¡Y cómo lo mueven! A veces hasta lo sacuden un poco, cfr. las noticias.

Saludos cordiales.
09/02/24 1:37 PM
  
África Marteache
Ciertamente la rectitud del amor es lo que lo hace capaz de mover el mundo, de lo contrario se podría bendecir a Ebenezer Scrooge junto a una pila de monedas de oro, porque no hay ninguna duda que las amaba hasta el punto de meter la mano en el fuego para sacarlas, cosa que no sabemos si estaríamos dispuestos a hacer nosotros por nuestros deudos más queridos. No sé por qué nos resistimos a llamar amor a algo que, evidentemente, lo es.
Igual le pasa a un bibliófilo que es capaz de entrar a rescatar unos incunables de un incendio. Porque solo el amor puede hacernos perder el instinto de supervivencia, siempre que sea muy grande.
Sería ridículo decir que alguien ama a otro y no se atreve a desafiar las llamas y que alguien que desafía las llamas no ama lo que quiere rescatar.

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Exacto. Por eso mismo es que no solamente el amor recto mueve al mundo, también el no recto, a veces en el grado de sacudida. Claro, por encima de todo eso está el Amor divino que mediante la Providencia encamina todo infaliblemente al bien. Eso no quiere decir, obviamente, que el amor no recto deba o pueda ser bendecido.

Saludos cordiales.
09/02/24 4:38 PM
  
esron ben fares
Estimado Nestor,
1) tengo entendido que los ángeles son indivisibles y por tanto se pensaba que eran átomicos (etimológicamente sin partes). ¿Es cierto?

2) Pero me parece que leí en uno de los artículos de don Eudaldo que los ángeles están compuestos. ¿De qué están compuestos? (¿esencia y existencia?) Y que el único indivisible y simple es Dios.

Muchas gracias de antemano por sus respuestas

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En efecto, sólo Dios es absolutamente Simple, es decir, sin partes ni composición alguna. Y es que todo lo compuesto es causado, porque las partes que de suyo no son una sola cosa sólo por obra de una causa pueden formar un único ente, de lo contrario su unidad no tendría razón suficiente. Ahora bien, Dios es Incausado.

El ángel tiene una simplicidad relativa porque carece de la composición de materia y forma, al ser puramente inmaterial, forma pura, pero esa forma es potencia para el acto de ser y así el ángel se compone, efectivamente, de esencia (que en su caso consiste en la sola forma) y acto de ser, realmente distintos entre sí, según Santo Tomás y contra Suárez, por ejemplo, y consiguientemente, se da en el ángel también la distinción real y por tanto la composición entre la sustancia y los accidentes, concretamente, las facultades del ángel, inteligencia y voluntad, y los actos de estas facultades son accidentes, es decir, existen en otro, que es el ángel.

Es decir, que el ángel se compone de esencia (que en este caso es lo mismo que "forma"), acto de ser y accidentes.

Saludos cordiales.
09/02/24 9:27 PM
  
María M.
Las declaraciones del Papa Francisco me han dejado una vez más patirifusa!!! Dice: No bendigo un matrimonio homosexual, bendigo a dos personas que se aman" TOMA YA CON LA FRASECITA!!!

¿Pero como se cree S.S que se ama esa pareja que acude a que les de su bendición?? Se Aman enamorándose el uno del otro con pleno detalle y consentimiento y ese tipo de Amor es un Amor homosexual, por lo tanto no está Bendecido por Dios. Vaya desastre!!! La está liando pero bien!!! Todavia deja peor a la Fiducia Suplicans, Dios mío Ampáranos!!!

Otra cosa es que se Amen como hermanos e Hijos de Dios, algo precioso para lo que no es necesario acudir en pareja, sino sólo individualmente, vamos hombre!!! digo yo que es de Sentido Común Católico....Ave Maria!!!
11/02/24 9:16 AM
  
Tito España
Alan: Su preocupación por la posible recepción de la Sagrada Comunión por parte del bautizado cristiano católico D. Francisco Franco Bahamonde, ¿le preocupa más que los crímenes sobre obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, seglares femeninos y masculinos (los seglares por el simple hecho de ir a Misa, llevar sombrero o corbata, indudablemente pecados gravisimos de carácter social) realizados por la "benéfica" II República antiespañola antes y durante los años 1936-39?
En fin, es su problema, y cuando presume de que no le interesa y lo trae aquí, es por sí le interesa para dejar mal a otros. ¡Olvídese ya de lo que ocurrió hace ya noventa y tres años (1931).
11/02/24 5:07 PM
  
templario
También se podría decir, el verdadero amor y el falso amor. Los que aman son fieles a Dios, los que se aman a si mismos, son infieles a Dios. Los verdaderos católicos sirven a la Iglesia, los falsos se sirven de la Iglesia. Así muchos consagrados predican el falso evangelio utilizando el verdadero para engañar. Y ya sabemos quienes son, de ellos ya nos avisó el Santo Papa Juan Pablo II, cuando aún era cardenal en el congreso eucarístico en Filadelfia: “Estamos ante la confrontación histórica más grande que los siglos jamás han conocido. Ante la lucha final entre la iglesia y la anti-iglesia; entre evangelio y anti-evangelio… pero ahora hemos llegado al final de esta batalla que muy pocos realmente perciben en el mundo actual y que los hace incapaces de discernir los signos de los tiempos y entender lo que está pasando en el mundo de hoy en sus más profundas causas ontológicas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni tampoco entienden.” En efecto, en ellos se cumple la profecía de Isaías, que dice: Ustedes oirán una y otra vez y no entenderán; mirando, no verán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, han cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos y no oír con los oídos, ni comprender con el corazón.
Catecismo 675.
Apocalipsis 13 y 14.
2ª Tesalonicenses 2.
Non Nobis.

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No, porque eso del "verdadero amor" supone el otro principio: "el amor siempre es bueno", y ese principio es justamente el que usan los partidarios de bendecir las parejas homosexuales.

Hay que ir a la raíz y decir que el amor no es necesariamente bueno, que lo que lo hace bueno o malo es aquello que se ama y cómo se lo ama. Y ahí estamos siguiendo a San Agustín, que dijo que hay dos amores, uno bueno y otro malo, y que de ahí salen las dos ciudades. Son verdaderos amores los dos, pero uno es bueno y el otro malo.

Cuando en la Escritura se habla positivamente del amor, se presupone que es el amor a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo por amor a Dios, pero esa es solamente una clase de amor, está también el amor idolátrico a la creatura.

Saludos cordiales.
14/02/24 2:01 PM
  
Marta de Jesús
Será mi falta de formación o que estoy harta de tanta confusión, pero tampoco yo veo ese "amor". Veo avaricia, lujuria, pereza, idolatría...
Solo hay dos caminos, por lo visto, volver a esa formación o hablar claro respecto a los pecados como San Pablo. Hasta que ocurra lo primero, lo segundo.

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Dice en la Primera Carta de Juan:

"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él." (1 Jn 2, 15)

Y en el Evangelio según San Juan:

"Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia." (Jn. 15, 19)

Y también San Pablo, en 2 Tim 4, 10:

"...pues Demas me ha abandonado, habiendo amado este mundo presente, y se ha ido a Tesalónica; Crescente se fue a Galacia y Tito a Dalmacia."

Y en la 1a. Carta a Timoteo:

"...porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores." (1 Tim. 6, 10)

Volver a esa formación es el único camino, porque es la del Nuevo Testamento, San Agustín no inventó nada con sus dos amores que hicieron dos ciudades.

No hablamos claro respecto de los pecados cuando partimos de la base de que el amor es de suyo bueno. Porque a partir de ahí, si preguntamos porqué el amor es bueno, la única respuesta posible es "porque es amor", que no dice nada. Y en esa línea, si nos preguntan porqué entre homosexuales no puede haber amor, nuestra única respuesta va a poder ser "porque no".

El amor es bueno si es amor a Dios y a todo lo demás en Dios, no es un detalle menor.

Y entonces podemos entender algo de porqué pecamos, porque ciertamente el amor es una fuerza poderosa, tanto para bien como para mal.

Como dice San Agustin: "Mi amor es mi peso, y por él soy llevado adondequiera que voy" (Confesiones).

Saludos cordiales.
21/02/24 5:47 PM
  
Marta de Jesús
Disculpe usted si le di a entender que grandes santos se hubieran podido inventar algo. Usted, ante mi escasa y deficiente formación, me recomendaría empezar por devorar a santo Tomás o que directamente fuera a la fuente, a la Sagrada Escritura? Las cosas se empiezan por el principio. Pues a eso me refería yo.

Y no, no puedo ver como bueno todo amor, porque precisamente la discusión radica en que no veo amor donde ustedes ven amor no recto o como se llame. Veo tan claramente el pecado, sobre todo los míos, y tanta confusión al respecto, que eso me impide llamarle amor. Pidan a Dios por mí.

Gracias por su tiempo y paciencia ante los recién llegados y faltos de buena formación.

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No, Ud. no ha dado a entender nada. Pero la cuestión es si donde hay amor no recto en realidad no hay amor, entonces sí, todo amor es recto, y por tanto, bueno. Lo cual no va solamente contra la Escritura, sino contra la experiencia humana.

En cuanto a lecturas, es bueno, entiendo, simultanear a Santo Tomás, la Escritura, el Catecismo, etc. Todo se va relacionando y aclarando mutuamente.

Saludos cordiales.
22/02/24 12:00 PM

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