Cerebros, cubetas, y el universo.
Un par de vídeos que he publicado en Youtube, sobre un argumento escéptico actualmente muy comentado, y sobre lo que me parece que es la verdad más fundamental e importante que se desprende de los inmensos avances de la ciencia en el conocimiento del cosmos.
27 comentarios
Estimado Néstor, me podría nombrar algún libro introductorio sobre la filosofía realista.
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Es clásico "El realismo metódico" de Étienne Gilson, que hasta trae un "vademecum del realista principiante" !! :). En serio, es muy bueno.
También me sirvieron mucho las "Reflexiones sobre la inteligencia y su vida propia" de Maritain (no sé si hay traducción al español).
"Los grados del saber", del mismo autor, también.
Y más actualmente, la "Gnoseología" de Alejandro Llano me parece excelente.
Saludos cordiales.
Ni el número de partículas del universo se conoce (además que tampoco se puede definir esas partículas- bolsones, fermiones, quarks o que ) ni el número de partidas de ajedrez sería ese que se dice pues su variabilidad en el tiempo y el espacio lo haría tender a infinito.
Por demás la física cuantica ha establecido una duda sobre los límites de nuestro conocimiento como expresó Werner Heisenberg :
En la formulación de la ley de causalidad «Si conocemos el presente precisamente podemos predecir el futuro», lo que es falso no es la conclusión, sino la premisa. No podemos conocer el presente con todo detalle, ni siquiera en principio.
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Obviamente que las afirmaciones que hacen los hombres de ciencia están continuamente sujetas a revisión y discusión de parte de sus pares. Por lo que toca al número de partidas de ajedrez posibles, si son infinitas, eso refuerza el argumento del vídeo.
El principio de causalidad dice que todo lo que comienza a existir tiene causa, o que todo lo que cambia tiene causa, o que todo ente contingente, que puede ser y puede también no ser, tiene causa, etc.
De ahí no se puede deducir que no existen causas libres y que toda causa produce solamente el único efecto que podía producir.
Eso vale para los entes irracionales, que carecen de libre albedrío, no para los agentes libres.
O sea que en esa "ley de causalidad" lo que es falso, en realidad, es la consecuencia misma, la ilación entre el antecedente y el consecuente.
Claro, sólo deja de cumplirse eso en el caso de los agentes libres, que por lo que vimos en el video, es absolutamente despreciable a nivel cósmico, por lo cual no hay que temer nada, por ese lado, sobre la previsibilidad de los fenómenos naturales.
En cuanto a que nunca podamos conocer suficientemente el estado actual de las cosas, hay que ver suficientemente para qué. De hecho la previsión de los fenómenos naturales basada en leyes naturales ha arrojado resultados bastante satisfactorios para la técnica humana hasta el presente.
Saludos cordiales.
El principio de incertidumbre de Heisenberg contradice precisamente eso que dice de que toda causa produce un unico efecto porque es imposible para nosotros conocer ninguna causa de forma inequivoca y asi en la funcion de onda de Schrödinger estan presentes en teoria todos los efectos posibles y solo se verifica uno de ellos cuando colapsa la funcion al ser observada la causa de una determinada manera.
Al final el eterno (relativamente) combate entre idealismo y realismo no esta resuelto aunque parece que el primero lleva cierta ventaja pues la pregunta de si existe el mundo mientras no lo miramos no deja de tener mucha vigencia y pone el "ser es ser percibido" del obispo Berkeley en la primera linea del conocimiento actual.
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Cuando se dice que el número de partidas de ajedrez posibles es diez a la cien mil, supongo que se siguen usando ciertas restricciones, porque es claro que dos jugadores se podrían poner de acuerdo, por ejemplo, para seguir moviendo indefinidamente sus piezas sin dar ninguno mate al otro, ni abandonar, ni incurrir en tablas, y eso, tal vez, podría llevar a un avance infinito en la cantidad de partidas posibles.
Suponiendo que tal progreso infinito en la cantidad de partidas sea posible, pasaría lo mismo que con los números: son infinitos solamente en el sentido de que siempre se puede tener un número finito más grande, no en el sentido de que exista o sea posible el número infinito, que es una noción absurda.
Y ese infinito potencial (y siempre sólo potencial), sea el de los números naturales, sea de las partidas de ajedrez posibles, sea el de las combinaciones posibles entre las partículas del cosmos, es siempre algo que sólo puede apreciarlo, conocerlo, la mente humana.
Que sin embargo, materialmente hablando, es, en comparación con el cosmos, una cantidad ridículamente, inefablemente pequeña y despreciable.
Más aún: mientras que Cosmos está limitado a existir en el momento presente, ¡la mente humana puede conocer el pasado y preguntarse por el futuro!
La mente puede formar incluso la idea de lo inmaterial ¿cómo?
Y el colmo, es que la mente humana puede formar la idea de aquello que es infinitamente más grande que el cosmos, y afirmar con toda lógica que comparado con Dios, es el cosmos inmenso de los millones de galaxias el que es como nada.
En cuanto a las causas y los efectos, a lo que me refiero es a que, fuera de los agentes libres, en la naturaleza (me refiero a aquella con la cual interactuamos habitualmente) se cumple efectivamente eso de que las mismas causas producen los mismos efectos.
De lo contrario no habría sido posible, por ejemplo, fabricar estas computadoras que estamos utilizando.
En cuanto al idealismo de Berkeley, lleva a una contradicción, porque dice que "ser es ser percibido", y entonces queda el dilema de si la percepción misma es o no es. Si es, su ser también consiste en ser percibida, y eso nos lleva a un retroceso al infinito. Si no es, tampoco es percepción.
Es cierto que Berkeley dice que el ser es "percibir o ser percibido". Pero eso es así porque en la filosofía de Berkeley, los entes materiales se reducen a meras percepciones nuestras (son percibidos), mientras que nosotros (nuestras almas) y Dios somos sustancias reales (percibimos).
Pero tampoco, porque ser sustancia y percibir no son necesariamente la misma cosa. De hecho, seguimos existiendo y siendo sustancias en coma profundo, sin percibir nada.
Además, la parte del "percipere" (percibir) es la parte de Berkeley que menos chance tiene de ser adoptada hoy día, donde sólo quedaría el "percipi" (ser percibido) contra el que ya hemos argumentado.
Tampoco es satisfactoria una definición "disyuntiva" del ser, donde no queda para nada claro qué pueden tener en común el "percibir" y el "ser percibido" para que ambos "sean".
En todo caso eso confirma que el ser es algo distinto tanto del percibir como del ser percibido.
Saludos cordiales.
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En realidad, en esa suposición tampoco podríamos suponer el cerebro ni la cubeta, porque eso es todavía un resto de realismo. Las razones que tenemos para decir que tenemos un cerebro se basan en definitiva en las mismas evidencias inmediatas en las que se basa nuestra afirmación de que existimos o estamos sentados.
Saludos cordiales.
Si se trata de comparar el número de posibles combinaciones, entonces habría que comparar las posibles combinaciones del ajedrez con las posibles combinaciones de partículas, que son infinitamente (en sentido coloquial) más numerosas.
De hecho, nosotros no somos más que una de esas posibles combinaciones de partículas. Nuestro cerebro, capaz de comprender hasta cierto punto la inmensidad del universo, es una combinación de partículas con una historia individual.
Así pues, lo realmente sorprendente y maravilloso es el universo, capaz de crear (en sentido coloquial) seres tan complejos como nosotros. Así se cumple el principio de que lo más no puede proceder de lo menos, sino al contrario.
Todo esto lo sabemos no por razonamientos abstractos, sino por la evidencia inmediata (como se comenta en el primer vídeo) o, en todo caso, por deducciones basadas en la evidencia inmediata. Ahora bien, no se trata de una evidencia inmediata superficial, sino científica. Por eso se le llama "observación", mejor que "evidencia". La observación científica es rigurosa, utiliza instrumentos cada vez más sofisticados, se basa en experimentos objetivos y trata de eliminar de los conocimientos que obtiene los errores a los que nos pueden llevar nuestros sentidos y nuestras asunciones a priori. Además, la ciencia siempre conserva un cierto punto de escepticismo. No porque crea que no es posible conocer la realidad, como los escépticos clásicos, sino porque sabe que incluso la observación científica tiene límites y que se cometen errores.
Por eso, se puede decir, sin necesidad de ser escéptico, que pretender conocer "la verdad" mediante una percepción superficial y acientífica de la experiencia inmediata y mediante la lógica, que sólo funciona con abstracciones, es fútil. Ese método sólo lleva a creencias y supersticiones.
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Con ese criterio también podríamos hablar de combinaciones entre partidas, y combinaciones entre combinaciones de partidas, etc.
Es cierto que lo más no procede de lo menos, pero no es cierto que el cosmos inanimado sea más que la mente humana, por lo dicho. El cosmos es incapaz de conocer.
Ahí está lo asombroso, que el cosmos, que se iguala a sí mismo en tamaño, no pueda conocerse ni conocer nada en general, y que la cantidad tan minúscula que es casi negativa que es el hombre esté contando las galaxias, la cantidad de estrellas que contienen, midiendo sus tamaños y la distancia que los separa de nosotros, y analizando su composición química mediante el espectro de los rayos luminosos, etc.
Si el asunto fuese partícula a partícula, el cosmos debería saber inmensamente más que nosotros. Pero no sabe nada de nada.
Si se habla de la complejidad de las estructuras que se forman con esas partículas, tampoco alcanza, porque la diferencia entre conocer y no conocer, como la diferencia entre vivir y no vivir, no es una diferencia de grado, tampoco, por tanto, de grado de complejidad.
Usando tornillos y tuercas se puede hacer máquinas más o menos complicadas, pero ninguna que esté viva, o que conozca. El aumento de complejidad produce cosas más complejas en el mismo orden, no hace pasar de un orden a otro.
Y así vemos que la materia inanimada no hay un conocimiento o una vida menos complejos, más simples y sencillos, que en los animales y el hombre, sino que simplemente no hay vida, no hay conocimiento.
Y entonces vuelve la pregunta de siempre ¿cómo sacar de donde no hay? ¿Cómo se da lo que no se tiene?
En todo caso, hay que admitir que el hombre es superior al universo material, porque el hombre conoce al universo y el universo no conoce al hombre.
En cuando a la evidencia empírica, la natural y sencilla es la base de todas las otras. Tengo que ver el microscopio en forma natural y sencilla para poder luego ver mediante el microscopio y dar crédito a lo que veo a través de él.
Por el contrario, si en el mismo acto de ver que hay un microscopio me pueden engañar los sentidos, no va a ser ese problemático microscopio el que me saque de dudas con el poder de sus lentes.
La evidencia inmediata es el fundamento absolutamente último. Sin ella, todo se vuelve indiscernible de la fantasía, los sueños o las alucinaciones.
Concretamente, sin la evidencia inmediata sencilla y cotidiana no se puede responder al argumento de Dancy del cerebro en la cubeta, que en el fondo es el mismo que el argumento de Descartes sobre la indiscernibilidad entre el sueño y la vigilia.
Cuando en filosofía se habla de "escepticismo", no se entiende la natural y sana conciencia de la falibilidad de muchos de nuestros modos de conocer, sino una tesis que dice o que la verdad no existe, o que no se puede conocer, o que no se puede conocer con certeza.
Como dije, la evidencia inmediata es el imprescindible fundamento último. Y en cuanto a la lógica, la alternativa es la falta de lógica. Si alguna de las dos se relaciona con la superstición, es la segunda.
En cuanto a la relación entre la evidencia inmediata y la lógica, es sencilla: la evidencia inmediata, como clara manifestación de la cosa misma al sujeto, no puede no ser verdadera, y razonando lógicamente a partir de premisas verdaderas, sólo se puede llegar a conclusiones verdaderas.
Saludos cordiales.
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Ud., siguiendo el sentido común, se basa correctamente en la evidencia de los sentidos, que no está presente, obviamente, en los casos de sueños o alucinaciones, aunque parezca estarlo.
Y ése es el único argumento contra el escéptico, como digo en el "post", de modo que si él no acepta el criterio de la evidencia inmediata, no se le puede demostrar nada, porque la evidencia inmediata es a la vez indemostrable y no necesitada de demostración; pero él tampoco puede darnos a nosotros ningún argumento que pueda resultarnos válido, pues todos sus argumentos parten de la negación del valor de la evidencia inmediata, que nosotros aceptamos.
En efecto, la evidencia inmediata es el punto de partida, por lo que sólo se la puede negar o rechazar al comienzo de todo el razonamiento.
Como dice Aristóteles: el que yerra sobre los fundamentos es impersuasible. Pero, agregamos, tampoco puede persuadir a los que no yerran sobre esos fundamentos.
Saludos cordiales.
"Dados los límites impuestos por la teoría cuántica básica, un tal Hans-Joachim Bremermann demostró en 1962 que «Ningún sistema de procesamiento de datos, artificial o viviente, puede procesar más de 2 × 10^47 bits por segundo por cada gramo de su masa» (Klir y Yuan, págs. 2-3), lo que significa que un superordenador hipotético del tamaño de la tierra (= 6 × 10^27 gramos aproximadamente) funcionando durante tanto tiempo como la tierra ha existido (= 10^10 años aproximadamente, con cerca de 3,14 × 10^7 segundos/año) puede haber procesado a lo sumo 2,56 × 10^92 bits, número que se conoce como límite de Bremermann. Los cálculos que involucran números mayores que 2,56 × 10^92 se llaman problemas transcomputacionales, en el sentido de que no son teóricamente viables siquiera."
Todo y más - David Foster Wallace
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En realidad, lo que sucede es que yo rechazo los números infinitos actuales, pero eso no es de temer. Y tampoco todos los matemáticos de nota han aceptado a Cantor, cfr. por ejemplo Kronecker o Brouwer.
En cuanto al dato que Ud. aporta, me parece de ahí en todo caso se concluye que hay un limite a lo que podemos contar, pero no se puede concluir que lo existente no pueda ser más de lo que podemos contar.
Fíjese que las limitaciones a las que se alude ahí son físicas, no matemáticas ni metafísicas.
Saludos cordiales.
FILONÚS.- Niego estar de acuerdo contigo en esas opiniones que han conducido al escepticismo. Tú has dicho efectivamente, que la realidad de las cosas sensibles consistía en una existencia absoluta fuera de las mentes de los espíritus y distinta de su ser percibida. Y con arreglo a este concepto de la realidad, no tienes más remedio que negar a las cosas sensibles toda existencia real; es decir, que según tu propia definición tú mismo te confiesas escéptico. Pero yo no he dicho ni creído que la realidad de las cosas sensibles no puede existir como no sea en una mente o en un espíritu. Y de ahí concluyo, no que no tengan existencia real alguna, sino que al ver que no dependen de mi pensamiento y que tienen una existencia distinta de su ser percibida por mí, tiene que haber alguna otra mente en la cual existan. Tan cierto, pues, como que existe realmente el mundo sensible, es que hay un Espíritu infinito y omnipresente que lo contiene y mantiene.
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La versión correcta de ese pasaje es la que sigue:
"Filonús—Niego que estuviera de acuerdo contigo en esas nociones que conducen al escepticismo. Fuiste tú quien dijo que la realidad de las cosas sensibles consistía en una existencia absoluta fuera de las mentes de los espíritus, o distinta de su ser percibidas. Y, de acuerdo con esta noción de realidad, te ves obligado a negar a las cosas sensibles toda existencia real. Esto es, de acuerdo con tu propia definición, te declaras un escéptico. Pero yo ni dije ni pensé que la realidad de las cosas sensibles hubiera de definirse de esa manera. Para mí es evidente, por las razones que tú admites, que las cosas sensibles no pueden existir de otra manera que en una mente o espíritu . De lo que concluyo, no que no tengan existencia real, sino que, visto que no dependen de mi pensamiento y que tienen una existencia distinta de ser percibidas por mí, debe haber alguna otra mente en la que existen. Por lo tanto, es igual de seguro que existe realmente el mundo sensible como que hay un espíritu omnipresente e infinito que lo contiene y sostiene."
Es decir, en su versión Berkeley (Filonús) dice que no ha dicho que las cosas no puedan existir fuera de una mente o espíritu, mientras que en realidad, en ese pasaje del diálogo él está diciendo que eso es efectivamente lo que él sostiene: que las cosas materiales no pueden existir fuera de alguna mente o espíritu.
En efecto, sólo así tiene sentido el razonamiento de Berkeley (más allá de que sea concluyente o no). Él no niega, dice, la realidad de las cosas materiales, porque para él, esa realidad consiste en existir en alguna mente. Y dado que no existen en nuestra mente, concluye que existen en la mente de Dios.
Pero los argumentos que pone Berkeley para decir que no se puede afirmar la existencia absoluta de las cosas, fuera de toda mente, son sofísticos, y en ellos se basa para decir que Hylas debe terminar negando la existencia de las cosas.
Por otra parte, que nuestro conocimiento de la realidad sea limitado no quiere decir que no exista. Cuando vemos la estatua del David, lo que vemos está realmente en la estatua; es claro que hay montones de cosas en esa estatua que no vemos, por ejemplo, en el interior de la misma, pero eso no quita lo anterior.
Saludos cordiales.
David Hilbert, que se refería a la nueva aritmética transfinita como «el más sorprendente producto del pensamiento matemática y una de las realizaciones más bellas de la actividad humana en el dominio de la inteligencia pura». Donde otros espíritus timoratos habían dudado, Hilbert exclamó: «Nadie nos expulsará del paraíso que Cantor ha creado para nosotros»
Cari B. Boyer . Historia de la matemática
Saludos
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Según dice Ud., estamos entonces en el campo de lo opinable, y tampoco es despreciable la alternativa de ponerse bajo el ala del gran Kronecker.
En todo caso, ni la genialidad ni el carácter sorprendente, ni la belleza excelsa son factores matemáticamente demostrativos.
Saludos cordiales.
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En efecto, sólo se la puede rechazar, aceptar o poner en duda al comienzo del razonamiento, y por tanto, no basados en razones de tipo inferencial, sino, en el caso de la aceptación de las evidencias primeras, basados en la evidencia inmediata misma, y en el caso de su rechazo o puesta en duda, basados en nada, o en prejuicios subjetivistas.
Saludos cordiales.
No hay manera de definir el conocimiento de lo que es por medio de la razón humana que no puede romper el vínculo sujeto-objeto como en Física el observador es parte actuante en el experimento y lo condiciona.
Saludos
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Es claro que sin un sujeto cognoscente no puede haber conocimiento, pero de ahí no se sigue que el sujeto no pueda conocer al objeto conocido tal como éste es en sí mismo; eso depende justamente de cómo se conciba la naturaleza del conocimiento.
Para usar una imagen, nada más, depende de si el conocimiento se concibe como una pantalla opaca o como un cristal transparente.
Como de hecho es claro que conocemos las cosas que nos rodean, en vez de decir que porque el conocimiento implica una relación, no puede alcanzar a las cosas mismas, la pregunta debe ser al revés: ¿cómo concebir el conocimiento para que la relación cognoscitiva no impida el conocimiento de las cosas mismas?
La filosofía, en efecto, debe construirse sobre los hechos, no sobre la negación de los hechos, y es un hecho que conocemos cosas que no dependen de nuestro conocimiento para existir y ser eso que conocemos de ellas, por ejemplo, las demás personas.
Saludos cordiales.
La diferencia entre un un sistema complejo y las partes que lo componen es, precisamente, una diferencia de orden.
El hidrógeno es de un orden distinto al protón, neutrón y electrón que lo componen. Tiene unas características y cualidades que no se contienen en las partículas subatómicas y que son imposibles de adivinar o de inducir a partir de la observación de dichas partículas.
Igualmente, el agua pertenece a un orden distinto del hidrógeno y del oxígeno. Es más que la simple suma de esos dos elementos.
Carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno se combinan de miles de formas para formar aminoácidos y proteínas, algunas de las cuales pueden reproducirse químicamente a sí mismas, combinaciones de proteínas formas células procariotas que, a su vez, se combinan para formar células eucariotas... Simples aumentos de la complejidad que van dando lugar a seres de distinto orden.
Tanto la vida como el conocimiento son fruto de la complejidad y tienen una explicación evolutiva. No hace falta echar mano de Dios, que es la conclusión a la que quieres llegar.
Y con esto no quiero decir que "lo más" proceda de "lo menos" porque por muy complejos que sean los seres, por mucha vida y conocimiento que tengan, no son más que partes, mientras que el universo es el todo y las partes siempre son menos que el todo, por muy complejas que sean.
Dices que "el cosmos no sabe nada de nada" pero olvidas que nosotros somos parte del cosmos. Fíjate: para tener conocimientos (o para inventar al ajedrez) al cosmos le basta y le sobra con una parte de sí mismo tan insignificante y tan efímera como un ser humano.
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No entiendo bien dónde está la discrepancia, porque yo digo que esas diferencias no son de grado, sino de orden, y al parecer en eso estamos de acuerdo.
Incluso estoy de acuerdo en que el agua es más que la simple suma del hidrógeno y el oxígeno. Me parece una tesis totalmente aristotélica.
Suscribo también eso de que el hidrógeno tiene propiedades que simplemente no se encuentran a nivel de sus partículas constituyentes y que lo mismo sucede con el agua respecto del hidrógeno y el nitrógeno, que de ese modo es más que la mera suma de ambos, así como, agrego sin temor a salirme de esa línea de razonamiento, tanto el hidrógeno como el nitrógeno son más que sus partículas constituyentes.
Lo que no entiendo, a partir de esa base que tenemos en común, es la conclusión siguiente:
"Y con esto no quiero decir que "lo más" proceda de "lo menos""
Porque, dado que ya hemos acordado que esas entidades más complejas son más que sus elementos constituyentes, de esta última afirmación parecería seguirse que esas entidades más complejas no proceden de sus elementos constituyentes, pero entonces ¿de dónde?
Y bueno, sí, para completar el razonamiento aristotélico tan felizmente iniciado, habría que decir que tiene que haber una causa eficiente proporcionada que "eduzca" de la potencialidad de la materia que son esos elementos menos complejos, la "forma" que es el principio explicativo de esa mayor complejidad.
O sea, para volver a una comparación ya usada, puesto que hemos reconocido que la novela es más que la mera suma de la máquina de escribir y las hojas de papel, nos vemos en la necesidad ineludible de afirmar al escritor.
No se niega entonces que lo más perfecto pueda proceder de lo menos perfecto del modo que sea, sino que puede proceder de ello como de su causa material, supuesto que haya también una causa eficiente y una causa formal proporcionadas.
En cuanto a que los seres humanos, por ejemplo, son partes del cosmos, hay que distinguir entre las partes de un todo accidental, y las partes de un todo sustancial. En el primer caso, por ejemplo, están los jugadores de un cuadro de fútbol; en el segundo caso, los órganos de un ser vivo, por ejemplo.
Es cierto que las partes del todo sustancial no pueden ser superiores al todo mismo, pero eso no se aplica a las partes del todo accidental.
Porque de entrada la verdad es lo contrario: las partes del todo accidental son sustancias, es decir, entes que existen en sí mismos, mientras que lo esencial del todo accidental son las relaciones entre las sustancias, que son accidentes, entes que existen en otro.
En efecto, una relación es un accidente que está en la sustancia A, ordenándola a la sustancia B.
Y es claro que lo que existe en sí es superior a lo que existe en otro, por lo que las partes de los todos accidentales son superiores, absolutamente hablando, a esos todos mismos, si bien bajo cierto aspecto, "secundum quid", pueden ser inferiores, y así el mismo Messi no puede sustituir él solo al Barcelona.
De todos modos, nos damos cuenta de que Messi es, absolutamente hablando,superior al Barcelona, porque, entre otras cosas, matar a Messi tendría pena de cárcel, no así el mero de hecho de disolver al Barcelona.
Pues bien, el cosmos es un todo accidental, no sustancial. Es un conjunto de sustancias, no una sustancia. Su misma esencia consiste en una red de relaciones, que son accidentes, entes que existen en otro, y por tanto, inferiores a las sustancias.
Por tanto, las sustancias que integran el cosmos son superiores al cosmos mismo, y en particular lo son las sustancias vivientes, y entre ellas, en particular, las racionales.
Y por la misma razón, no se puede decir tampoco que el cosmos actúe, por ejemplo, que conozca, por medio de las sustancias vivientes y racionales. Porque las acciones son de las sustancias, ya que las acciones también son accidentes, entes que existen en otro, a saber, en el sujeto actuante.
Y el cosmos, como ya vimos, no es una sustancia.
Por el contrario, las mismas acciones colectivas, como las de un cuadro de fútbol, por ejemplo, pertenecen al todo solamente porque pertenecen a las sustancias que lo integran, y no al revés. El Barcelona anota un gol porque Messi, que forma (formaba) parte del Barcelona, lo anota, y no que Messi lo anote porque su equipo, del cual él forma parte, convierte.
Saludos cordiales.
.... insistía Kronecker en que tanto la aritmética como el análisis
deberían basarse exclusivamente en los números enteros. «Dios hizo los enteros», solía decir, «y todo lo demás es obra del hombre».
Rechazaba categóricamente las construcciones del número real de su época, sobre la base de que no podían conseguirse por medio de procesos finitos únicamente, e hizo llamamientos para llevar a cabo una revolución aritmética que excluiría a los números irracionales como inexistentes.
Carl Boyer. Historia de la Matematica
«Pero ¿qué son, después de todo, los enteros? Todo el mundo cree saber qué es el número tres, hasta que intenta definirlo o explicarlo» (Boyer, pág. 596). Por ello, resulta instructivo hablar con los profesores de matemáticas de preescolar e informarse acerca de cómo se enseñan realmente los números enteros a los niños. Cómo se les enseña, por ejemplo, lo que es el número cinco. Primero se les dan, por ejemplo, cinco naranjas. Algo que puedan tocar o sostener. Se les pide que las cuenten. Luego se les da una foto de cinco naranjas. Después, una foto que combina las cinco naranjas con el numeral «5», de modo que asocien ambas cosas. Luego, una imagen con solo el numeral «5» y sin las naranjas. Entonces los niños comienzan con ejercicios verbales en los que empiezan a hablar sobre el entero 5 per se, como un objeto en sí mismo, aparte de las cinco naranjas. En otras palabras, son sistemáticamente engañados, o inducidos, para que traten a los números como cosas en lugar de como símbolos de las cosas. Entonces se les puede enseñar aritmética, la cual contiene relaciones elementales entre números.
David Foster Wallace, Todo y más
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Tampoco el hecho de aceptar los números racionales y los reales implica necesariamente aceptar el infinito numérico actual, basta con aceptar el infinito potencial que dice Aristóteles.
Es lógico además que los niños tienen que aprender a tratar con los números en forma abstracta si es que van a aprender aritmética. La abstracción no quiere decir necesariamente que lo abstracto se considere como una cosa real, ése es un tema filosófico que hay que plantear en forma independiente para cada rama del conocimiento. La filosofía de las matemáticas tampoco es la parte más fácil de la filosofía.
Saludos cordiales.
Eso no tiene sentido. Nosotros somos parte del cosmos y somos capaces de conocer.
El cosmos tiene seres inanimados y seres animados y dentro de los seres animados estamos los seres racionales (y con lo que sabemos ahora de la existencia de miles de millones de estrellas, con planetas rocosos y capaces de albergar vida, por pura estadística no somos la única especie racional del universo) .
No veo qué sentido tiene separar al hombre del cosmos.
No hay nada en nosotros que no esté en el cosmos. Nuestros átomos están hechos de los mismos elementos que hay en la naturaleza, desde el carbono hasta el oro.
Cuando calculamos el número de partículas del universo (por cierto 10 elevado a 80 es el número estimado de átomos, no de partículas porque si contamos las subatómicas son muchas más que las partidas teóricas del ajedrez), nosotros estamos incluidos.
Ahora sabemos que en realidad la parte del cosmos formada por la materia y la energía que hasta ahora se ha estudiado es apenas el 5% del total, el resto son materia oscura y energía oscura que apenas se está empezando a estudiar, y puede que no lo conozcamos nunca a fondo porque para eso habría que teorizar nuevas dimensiones, puede que siete y según algunos hasta 40.
Así que realmente el número de partículas del universo pueden ser infinitas.
Por todo eso, los juegos de decir que somos superiores al universo simplemente porque pensamos cosas infinitas, son sólo eso, juegos sin mucho sentido.
El hombre es sólo una especie más. A no ser que alguien interprete literalmente la creación del Génesis, sabemos que cuando aparecimos como especie el universo y la vida ya existían desde miles millones de años antes, y cuando desaparezcamos por pura evolución y seamos otra especie genéticamente distinta, como los australopitecus que ya no existen, el universo y la vida continuarán sin nosotros otros miles de millones de años más.
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Si un jugador de fútbol sabe griego, por el hecho de que ese jugador sepa griego no decimos que el cuadro de fútbol sepa griego. Y la relación entre cada uno de nosotros y el universo material es la misma, en esencia, que la relación entre un jugador de fútbol y su equipo.
Estamos hechos de los mismos elementos que hay en el Universo, como un cuadro pintado por Rafael estará sin duda hecho de los mismos pigmentos que el imperdonable atentado pictórico de algún incapaz aprendiz contemporáneo suyo.
Falta algo para explicar el cuadro de Rafael, teniendo en cuenta que en esa obra hay genialidad, y en la otra no, como falta algo para explicar al ser vivo y al ser humano (y a cualquier otro ser inteligente que ande por ahí en el cosmos), teniendo en cuenta que en el resto del universo los átomos no van acompañados de vida ni de inteligencia.
Y de todos modos seríamos superiores al Universo aún si la cantidad de partículas fuese infinita, porque nosotros pensamos esa infinidad en el reducido y finito espacio de nuestra mente con su finita cantidad de partículas, y en definitiva, porque conoceríamos, en todo caso, esa infinitud, que el universo desconoce del mismo modo en que el cuadro de fútbol de nuestro ejemplo no sabe griego.
Cuando apareció el primer ser corpóreo dotado de inteligencia de todo el universo, sea en este planeta o en otro, no hubo antes de él otro ser corpóreo dotado de inteligencia, por hipótesis.
No hubo, por tanto, en todo el universo, nada capaz de darle la inteligencia a este nuevo ser, porque no se da lo que no se tiene.
Por otra parte, no podemos ser otra especie distinta de la que somos, porque no puede haber un hombre que no sea hombre o que no tenga las notas necesarias y suficientes para ser un hombre.
Saludos cordiales.
Es cierto que no es posible explicar la mente humana partiendo sólo de átomos de carbono y otros elementos simples y las leyes físicas: Es necesaria la historia del universo y la evolución. Pero sí es posible explicar cada paso a partir del paso anterior sin recurrir a ningún "escritor" externo.
Digo que "no quiero decir que lo más proceda de lo menos" porque se podría interpretar equivocadamente que defiendo que lo más (el agua) simplemente es una suma de lo menos (el H y el O). En realidad, lo que defiendo es que los distintos niveles de complejidad no son más que variaciones internas del universo, que es el "todo" y, por lo tanto, "lo más" y todo lo demás, nuestras maravillosas mentes incluidas, son "lo menos" .
Yo creo que el problema fundamental de tus argumentos y de la filosofía tomista en general es que está basada en unos conceptos abstractos (sustancia, accidentes, ente, causa material, formal, eficiente...) a su vez basados en una observación de la realidad muy superficial y totalmente acientífica. A partir de esas abstracciones prácticamente inventadas se construye una visión de la realidad que, como cabría esperar, no es más que un castillo en el aire. Tiene el mismo valor que decir que los principios materiales de la realidad son el agua el aire, el fuego y la tierra.
La realidad es la que es, no lo que se deduce de conceptos abstractos. El árbol que veo por mi ventana no tiene ninguna obligación de ajustarse al concepto abstracto de árbol que yo pueda tener en mi cabeza. Es precisamente al revés. Igualmente, el universo es lo que es y no tiene ningún sentido decir que "no es una sustancia" o que es un "todo accidental". De hecho, lo mismo se podría decir que el universo es el único ente sustancial y que todo lo demás son (somos) accidentes. En definitiva, lo que es el universo (y todo lo que hay en él) se ha de averiguar mediante la observación científica. Nada más.
Otro concepto que no tiene sentido es el de superior/inferior. En la naturaleza hay cosas más grandes y más pequeñas, más rápidas y más lentas, más abundantes y más escasas, más complejas y más simples... Pero superior e inferior (como mejor y peor) son conceptos creados por el hombre que no tienen sentido en la naturaleza. Sólo lo tienen en una escala de valores concreta, en la escala de valores humana. En esa escala de valores, pensar y ser consciente es superior a no hacerlo y los seres vivos son superiores a los inertes. Y está muy bien que tengamos esos conceptos y esa escala de valores, pero lo que no podemos hacer es pretender sacar de ahí conclusiones sobre lo que es o no es la naturaleza y el universo. Ha de ser precisamente al revés.
Estoy de acuerdo en que es posible conocer la realidad y en que todo empieza con la evidencia inmediata pero no podemos quedarnos ahí. Por evidencia inmediata podemos saber que algo existe, que yo existo... y alguna cosa más, pero no mucho más. Si, para seguir avanzando a partir de eso, utilizamos sólo la lógica, por muy rigurosa que ésta sea, lo que haremos será empezar a inventarnos cosas, a razonar en un mundo sólo de conceptos abstractos y, en definitiva, a alejarnos de la realidad.
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El concepto del árbol incluye las notas que son necesarias y suficientes para que algo sea un árbol. Necesarias, porque sin alguna de ellas no es un árbol. Suficientes, porque con todas ellas, necesariamente algo es un árbol.
Si no es posible un concepto así del árbol, entonces no podemos decir que haya árboles, porque si no hay notas necesarias para ser un árbol, cualquier cosa será un árbol, y si no hay notas suficientes para ser un árbol, nada lo será.
Pero si hay un concepto así del árbol, que es lo que presuponemos cada vez que usamos la palabra "árbol" pensando que tiene un significado, entonces nada que no se ajuste a ese concepto será un árbol, obviamente.
Y los conceptos no se inventan, sino que se abstraen de las experiencia que tenemos de los árboles y de todo lo demás.
La ciencia misma es imposible sin conceptos. "Masa", "materia, "energía", etc., son todos conceptos. Detrás de cada palabra, salvo tal vez los nombres propios, hay un concepto, sin el cual esa palabra no significa nada, tampoco en las ciencias.
Los conceptos fundamentales no proceden de las ciencias particulares. Lo que hacen estas ciencias es refinar el conocimiento que tenemos de las cosas basados en los conceptos que abstraemos de la experiencia humana común, de donde proceden, efectivamente, los conceptos de "materia", "energía", "masa", etc.
Pero lo hacen fijándose solamente en un aspecto de las cosas, que es el cuantitativo. No tienen nada para decir, por tanto, sobre otros aspectos de las cosas que también se dan en los conceptos, como es el aspecto sustancial y esencial, que es objeto de la filosofía.
Por eso, la física o la química jamás nos dirán lo que son las cosas, ni lo que es el Universo. Nos dicen cómo se comportan las cosas, y eso, en lo que ese comportamiento tiene de medible, o de qué otras cosas se componen, qué resultados cabe esperar si tenemos tales y tales cosas en tales y tales circunstancias, etc.
La superioridad y la inferioridad no son meras proyecciones mentales del hombre. Decir que un artista como Miguel Ángel es superior a infinidad de mojadores de pinceles no es emitir un juicio meramente subjetivo, como tampoco lo es decir que Messi supera ampliamente a una inmensa cantidad de jugadores de fútbol.
Porque sin duda que el peor de los pateadores de pelota supera inmensamente a Messi en cuanto a torpeza futbolística, pero ahí vemos la diferencia entre un "standard" puesto arbitrariamente por nosotros y uno objetivo. Objetivamente, la torpeza no es una superioridad, la habilidad sí lo es.
No importa si los principios son convencionales, como en el fútbol o el ajedrez: la habilidad sobre la base de esos principios no es algo convencional. Carlsen es objetivamente superior a los demás aficionados a las 64 casillas.
Y decir que una forma de vida como el chimpancé supera ampliamente a una bacteria no es tampoco un juicio subjetivo. Es posible que la bacteria sea más resistente a un ataque nuclear que el chimpancé, pero la prolongación de lo inferior no lo hace superior. Un agujero en la pared puede durar mucho más que la bacteria misma.
No tiene sentido decir que los conceptos de superior o inferior son válidos para nosotros pero no en la realidad de las cosas, porque si los consideramos válidos es precisamente porque los consideramos objetivos, de modo que quitarles su objetividad es quitarles también su validez.
De hecho, el patrón objetivo para medir la superioridad o inferioridad objetivas es en última instancia el ser de las cosas. Lo superior es lo que implica una mayor participación en el ser. Porque fuera del ser no hay nada, porque el no ser, no es. Y por tanto, todo lo que un ser vivo tiene que no tiene un no viviente, es también ser, e implica, por tanto, una mayor participación en el ser, en el caso del ser vivo.
Y como el ser es bueno, una mayor participación en el ser es una mayor bondad. Como enseña Santo Tomás, lo bueno es lo apetecible, pero es apetecible porque es capaz de perfeccionarnos de algún modo, y es capaz de eso en tanto es perfecto, lo cual quiere decir que está en acto y no solamente en potencia. Pero el ser es "la actualidad de todos los actos y la perfección de todas las perfecciones", es el acto fundamental, sin el cual nada podría ser actual.
De hecho, toda la lamentación actual por la extinción de especies, por ejemplo, no tendría sentido si no se considerara que la existencia de esas especies es mejor que su no existencia, y que, por tanto, esas especies mismas son algo bueno.
Por eso tampoco tiene sentido decir que las leyes naturales explican cómo lo superior procede de lo inferior. Lo imposible no puede simplemente ser explicado, y no hay ley natural que pueda explicar cómo el "plus" de ser sale del no ser.
Y decir que la mente humana surge solamente de los átomos de carbono y las leyes físicas no deja de ser absurdo por el hecho de que se diga que eso sucede de a poco y por sus etapas. Es como decir que un mago sacó efectivamente un conejo de una chistera vacía, pero que no debemos asombrarnos porque eso le llevó muchas semanas y muchos conjuros sucesivos.
Decir que el Universo es un conjunto de cosas es lo menos que se puede y debe decir. Pero de ahí ya se sigue que el Universo no es una sola cosa, o sea, no es una sustancia, sino un conjunto de sustancias.
De hecho, si el Universo fuese una sola cosa, todos nosotros también seríamos una sola cosa, y entonces estas discusiones internéticas serían en realidad monólogos, además de que sería difícil entender cómo podríamos estar tan en desacuerdo unos con otros, es decir, yo, el Universo, conmigo mismo.
Además, si el Universo fuera el todo, y nosotros parte suya, de todos modos habría que reconocer que la vida, la inteligencia, etc., las tenía el Universo en sí mismo, inicialmente, sólo en potencia, y que luego se han actualizado. Pero de nuevo, el acto es más que la potencia, y también el mero pasaje de potencia a acto, sin una causa en acto que lo explique, es un pasaje imposible de lo inferior a lo superior.
Por la evidencia inmediata sabemos que las cosas existen (y también que son muchas, no una sola), y de la experiencia que nuestros sentidos hacen de esas cosas que existen abstraemos los conceptos que nos dan a conocer lo que esas cosas son. Por tanto, razonando lógicamente a partir de esos conceptos estamos profundizando nuestro conocimiento de lo que las cosas son, porque estamos explicitando mediante el razonamiento las propiedades que inicialmente se contienen sólo implícitamente en los conceptos que abstraemos de las cosas.
En efecto, en todo razonamiento correcto la conclusión está ya implícitamente afirmada en las premisas, y lo que hace la lógica es explicitarla.
Obviamente, de ese modo sólo podemos conocer las características más básicas y generales de las cosas, que es el objeto propio de la filosofía. Las ciencias particulares usan otro método para conocer más en detalle el comportamiento de las cosas, lo cual no está para nada reñido con lo anterior.
Saludos cordiales.
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Es que la bondad o maldad de las acciones no depende de las consecuencias, sino ante todo de las acciones en sí mismas consideradas. Y por eso Messi es más importante que el Barcelona, porque matar a Messi es una acción intrínsecamente mala, mientras que disolver al Barcelona no lo es.
Saludos cordiales.
Y el cosmos, como ya vimos, no es una sustancia.
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Qué gran explicación la dada a Ramontxu en 13/09/20 11:52 PM.
Es que Ramontxu no deja de ser un postmoderno, y cree que la ciencia ha conseguido desmontar el pensamiento realista a base de manifestar las partes o los componentes que forman los entes. Esa es la apuesta de su ateísmo. Cuando, precisamente, es al contrario: la ciencia lo que hace es estudiar el ser de las cosas y las relaciones que se establecen entre éstas.
Una estrella no es una galaxia. La galaxia es la resultante de la relación entre distintas estrellas.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Exacto. Por lo tanto son subjetivos. Y aplicando la lógica a los conceptos a lo único que llegamos es a otros conceptos, cada vez más subjetivos y más alejados de la experiencia, que es lo único que nos da información veraz.
La filosofía está hecha de conceptos y es un substituto de la ciencia para ignorantes. La ciencia hace innecesaria e irrelevante la filosofía.
Eso de que la ciencia se queda en lo cuantitativo mientras que la filosofía nos dice "lo que son las cosas" no tiene sentido. Las cosas son aquello de lo que están hechas y la forma en la que se comportan, nada más. Las abstracciones no son las cosas ni tienen ninguna existencia propia fuera de la subjetividad humana.
Hablar de "esencia" y de "accidentes" y de otras abstracciones puede ser un ejercicio mental interesante pero no nos dice absolutamente nada sobre la realidad. Más bien nos aleja de ella porque nos permite construir complicados y perfectos castillos en el aire que proporcionan una sensación de realidad pero que no son la realidad.
Por eso, como te decía, es comprensible que los griegos recurrieran a la filosofía para satisfacer su natural ansia de saber, porque no tenían otros medios, pero hacer lo mismo en el siglo XXI, con todo lo que sabemos y con todo lo que sabemos que podemos llegar a saber, es ignorancia culpable, desidia cognitiva.
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Del hecho de que los conceptos se abstraigan de la experiencia no se sigue que sean subjetivos, al contrario. Lo que se quiere decir ahí es que el origen de los conceptos son las cosas mismas de las que tenemos experiencia, de modo que de ellas obtenemos lo que sabemos de ellas mediante los conceptos, y por eso los conceptos nos dan a conocer lo que las cosas son, su esencia.
Por otra parte, como ya dije, sin conceptos no hay ciencia. "Masa", "energía, "materia", "movimiento", "velocidad", son conceptos. Una ciencia sin conceptos debería ser por eso mismo una ciencia sin palabras, en todo caso basada en la mímica, pero tampoco, porque el mimo también trata de trasmitir conceptos, sólo que mediante gestos y no mediante palabras.
Las cosas no pueden ser solamente aquello de que están hechas y la forma en que se comportan. Porque con aquello de que están hechas se pueden hacer muchas cosas distintas. El perro y el gato están hechos de lo mismo, pero no son lo mismo.
Y en la naturaleza, el comportamiento de las cosas depende de lo que son, no al revés. Algo no es un perro porque ladra, sino a la inversa: ladra porque es un perro. El perro es el sujeto del ladrido, no el ladrido del perro. Es el perro el que ladra, y no el ladrido el que perrea.
Además, éstas son cuestiones eminentemente filosóficas.
Lo que sí es ignorancia es confundir las ciencias particulares con la filosofía. Al igual que en tiempos de los griegos, las cuestiones acerca de, por ejemplo, si el ser de las cosas se reduce a los materiales de que están hechas y a su comportamiento siguen siendo cuestiones filosóficas sobre las que nada dicen ni la física, ni la química, ni la biología, ni las matemáticas, ni ninguna otra ciencia particular.
El mismo silencio cabe encontrar en estas disciplinas acerca de la cuestión de si la abstracción nos pone en contacto o no con la realidad.
La verdadera desidia cognitiva consiste en renunciar al esfuerzo del pensamiento para limitarse a citar los tópicos de la ideología cientificista actual.
Saludos cordiales.
Pero son abstracciones, no son la realidad. Y no entiendo cómo puedes negar que sean subjetivos. Es evidente que la mayor parte de las notas de un concepto son compartidas por la mayor parte de la gente, de lo contrario los conceptos no serían útiles, pero no todas las notas son compartidas.
Incluso en un concepto que parece tan sencillo como el de "árbol" las cosas no están 100% claras. Hay, por ejemplo, arbustos que, según cómo se poden pueden convertirse en un árbol, habrá quien incluya en el concepto los bonsais y quien no...Y no digamos si hablamos de cosas menos tangibles como sentimientos o actitudes.
El mayor nivel de abstracción son los números. Los números son enormemente útiles pero ¿son la realidad? Es evidente que no. Por eso, si nos ponemos a jugar con los números sin relación con la realidad, podemos descubrir cosas muy interesantes pero que no nos dicen nada sobre la realidad. Por ejemplo, los números primos. Para un matemático puede ser interesantísimo descubrir un nuevo número primo pero ¿Qué nos dice eso sobre la realidad? Nada.
Lo mismo ocurre con los conceptos. Sólo jugando con conceptos abstractos desligados de la realidad se puede llegar a hablar de esencia y accidentes como si fueran cosas separables en la realidad o de bienes y males absolutos, o de espíritus o de dioses. Todo eso no pasa de ser un pasatiempo, un ejercicio mental sin relación con la realidad y sin utilidad práctica.
Un perro ladra, efectivamente, porque es un perro. Pero un perro son átomos, células, tejidos, órganos, un cerebro... Llegó a la existencia por reproducción sexual y es un mamífero, fruto de miles de años de evolución a partir de bacterias unicelulares. Es omnívoro, ladra y le gusta oler el trasero de sus congéneres. Eso es un perro: lo que lo compone, cómo se comporta, su historia evolutiva,,,
¿Sirve para algo decir que un perro es una esencia de perro con unos accidentes que lo distinguen de otros individuos de su especie? Vale, has dividido el concepto de "perro" en dos componentes lógicos. Incluso puedes imaginarte un perro que, manteniendo su esencia de perro tenga los accidentes de un gato. Pero ¿de qué sirve ese ejercicio?
No digo que la filosofía haya desaparecido totalmente. Creo, por ejemplo que hay y seguirá habiendo sitio para la ética porque ésta no habla de lo que "es", sino de lo que debería ser o de lo que queremos que sea y eso no es objeto de la ciencia.
Pero la ontología y la epistemología están completamente superadas. Obsoletas.
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Antes de hacer posible la transmisión de conocimientos, los conceptos hacen posible el conocimiento mismo.
Es obvio que con los sentidos no alcanza para que haya ciencia alguna.
Por eso, si los conceptos son subjetivos, también son subjetivas la materia, la energía, las partículas, y todo aquello de lo que hablan las ciencias.
En definitiva, el cosmos mismo sería subjetivo, porque "estrella", "planeta", "galaxia", también son conceptos.
"Universo", por supuesto, también es un concepto.
Y lo mismo habría que decir de la "evolución" y de la "selección natural".
Igualmente sería subjetivo todo discurso acerca de si los conceptos son subjetivos o no.
Lo abstracto no es real en cuanto al modo que tiene en nuestra mente, pero sí lo es en cuanto al contenido que nos hace conocer. Al decir que Juan es hombre estamos omitiendo un montón de propiedades de Juan que no las tiene en común con todos los hombres, y es claro que en la realidad Juan no existe sin esas propiedades, pero también es claro que Juan es realmente "hombre" y no lo es solamente en nuestra mente, y que todas las notas esenciales de nuestro concepto de "hombre" se realizan en Juan.
La tesis que dice que los conceptos son subjetivos es un error filosófico llamado "nominalismo". No es parte ni de la física, ni de la química, ni de la biología, ni de la neurociencia.
No es tampoco parte de la ética. Es un error que afecta la teoría del conocimiento y la metafísica, porque en el fondo es la negación de que haya esencias o naturalezas de las cosas.
Ni la física ni la química demuestran que no haya esencias o naturalezas de las cosas, simplemente porque no se ocupan de esos temas filosóficos.
Son dos problemas distintos si las cosas tienen una esencia o naturaleza, expresable en un concepto, y si siempre y en todos los casos podemos decir con certeza bajo qué conceptos cae un individuo dado. Ahí la duda es solamente si cae bajo este concepto o bajo aquel otro, no si cae bajo un concepto en general.
El perro no es ninguna de sus propiedades ni el conjunto de ellas, sino el sujeto real al que atribuimos todas esas propiedades. Es aquello que ladra, se reproduce, tiene cerebro, etc.
Y la distinción entre el sujeto y las propiedades no es solamente lógica, es también real. El sujeto sigue siendo el mismo aún cambiando muchas de sus propiedades; lo cual sería imposible si el sujeto y las propiedades no se distinguiesen realmente.
El perro puede cambiar el color, o el tamaño, o perder el pelo, o la fuerza y la velocidad al envejecer, puede quedar ciego, o sordo, etc., pero hasta que muera va a seguir siendo el mismo perro y el mismo sujeto de las propiedades que tenga.
E incluso las propiedades que tenga a lo largo de toda su vida, como ser un mamífero o ser carnívoro, se distinguen realmente del perro mismo simplemente porque el perro no es una propiedad, sino el sujeto de todas esas propiedades.
La distinción entre lo que es esencial y lo que es accidental, en el sentido de contingente, en las cosas, es objetiva. Las cosas tienen propiedades esenciales y propiedades accidentales. Es esencial para el perro ser un mamífero, es accidental ser blanco o negro o gris, gordo o flaco, joven o viejo. Si no es mamífero no es perro, pero puede ser perro con o sin todas esas otras cosas.
Lo que sucede en nuestra época no es que esté superada la filosofía, sino que está muy extendido el error filosófico nominalista.
Saludos cordiales.
Eso es una falacia. No es lo mismo la materia que el concepto de materia. Las cosas son reales, los conceptos son subjetivos.
Tú puedes imaginar que hay un concepto perfecto de "hombre" o de "perro" que reúne todas las características necesarias y ninguna espuria, pero ese concepto sólo existe en el platónico mundo de las ideas. En el mundo real, los únicos conceptos que hay son los conceptos imperfectos y cambiantes que nosotros manejamos, que nos resultan útiles para entendernos, para que haya lenguaje y, sí, también para que haya ciencia, pero que no dejan de ser abstracciones sin existencia propia. En el mundo real, los que existen son Juan y Toby.
Estoy de acuerdo con todo lo que dices en la segunda parte de tu comentario, a partir de "Ni la física ni la química demuestran...". Pero todo lo que dices ahí que la filosofía nos dice sobre el perro son obviedades sin ninguna utilidad, que se pueden decir, mutatis mutandis, acerca de cualquier cosa. Son perrogrulladas (pun intended).
Y aparte de no tener utilidad, adjudicar a los conceptos una realidad propia encierra un peligro muy grave en el que habitualmente caéis los filósofos tomistas: que pensáis que aplicando la lógica a esos conceptos ideales podéis llegar a conclusiones acerca de la realidad, cuando la verdad es que estáis construyendo castillos en el aire. Lo cual está muy bien como hobby, ejercita la mente y todo eso pero, al final, es nada con sifón.
Ya que me pones el letrero de "nominalista", te voy a poner a ti el que yo creo que es el contrario de nominalista: "creyente". Porque no eres "realista", al menos en el sentido coloquial de la palabra.
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"Eso es una falacia. No es lo mismo la materia que el concepto de materia. Las cosas son reales, los conceptos son subjetivos."
Ahí está tu falta de reflexión, típica del nominalismo. No llegamos a saber lo que son las cosas sino mediante los conceptos. Por eso, si los conceptos son subjetivos, lo que nosotros llamamos "las cosas" también lo son.
Decir que las cosas son reales pero los conceptos subjetivos es hacer como aquel que metió rápidamente la cabeza por la puerta de una habitación para ver cómo eran los muebles cuando él no los estaba mirando.
Porque para comprobar que las cosas son reales y los conceptos subjetivos tendríamos que tener otro medio de conocimiento que nos permitiese comparar las cosas con los conceptos, y ver la realidad de aquellas y la subjetividad de éstos.
Y ese medio de conocimiento nuestro tendría que ser objetivo, y de orden conceptual, obviamente, porque con los sentidos no íbamos a poder captar los conceptos, para poder compararlos con las cosas.
Así que al final, sí o sí, los conceptos son objetivos, o no podemos tampoco hablar de las cosas.
Los conceptos no es que sean perfectos o imperfectos, sino que son adecuados a su objeto, o no son el concepto de ese objeto.
Que el concepto sea "universal" quiere decir solamente que significa algo que es común a varios individuos, y por tanto, por hipótesis, se aplica a todos esos individuos y no a ningún otro.
Por ejemplo, "animal" significa lo que es común a varias especies como el perro, el gato, etc. Si esto es así, es claro que no puede aplicarse a alguna especie que no posea esa característica común, y que toda especie que sí la posea, cae bajo ese concepto.
Y si se dice que en realidad no hay nada común, porque sólo existen los individuos, como Juan y Toby, que es lo que dicen los nominalistas, entonces tampoco hay "cosas", porque ese concepto designa lo que es común a todos los casos individuales de "cosa"; ni tampoco "materia", porque ese concepto designa algo que es común a todos los entes materiales, ni "energía", que es un predicado que aplicamos en determinada clase de situaciones que se caracterizan por ciertos rasgos comunes.
Tampoco, por supuesto, podrá haber "seres humanos", "seres vivos", "cuerpos", en la realidad, quiero decir, porque esos conceptos designan siempre algo que es común a varios individuos.
Al final las únicas proposiciones posibles serían "Juan es Juan" y "Toby es Toby", lo cual, como lenguaje, información, ciencia y comunicación es bastante restringido.
Y todavía ese "es" habría que mirarlo de reojo, porque aparece en las dos proposiciones, con lo que sugiere que tanto Juan como Toby tienen en común (pecado para el nominalista) el ser algo.
Por eso, al final se llega siempre a la conclusión de Aristóteles: convertirse en vegetal, no afirmar ni pensar nada, ni, por supuesto, hablar o escribir.
Y recordemos que Aristóteles no es que fuese creyente. Era, sí, realista en el tema de los conceptos, y por eso no era nominalista.
En cuanto a los conceptos así entendidos son "útiles" para lo que la filosofía necesita, que es justamente, profundizar, sobre la base de la experiencia y el razonamiento, en lo que las cosas son.
Saludos cordiales.
Pero bueno, creo que ya estamos andando en círculos. Muchas gracias por la conversación y por el tiempo que me ha dedicado.
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En el ser humano, la observación y la experiencia, si son base del conocimiento científico, incluyen ya los conceptos, porque sin ellos no hay ciencia posible, ni siquiera puede haber lenguaje articulado, como se ve en los animales irracionales, que tienen sentidos muchas veces superiores a los nuestros, y sin embargo, no tienen ni una cosa ni la otra.
El lenguaje sirve para la comunicación gracias a los conceptos, que significan lo común a varios individuos, y así puedo entender cuando el otro me habla del "perro", aún cuando los perros de los que él tiene experiencia no formen parte de la mía.
Por eso los conceptos son del intelecto, no de los sentidos ni de la imaginación, que se quedan en lo particular concreto: este perro, aquel hombre.
Los sentidos no captan lo común a varios individuos, y por eso con solo los sentidos no alcanza para que haya lenguaje articulado ni ciencia, testigos, los animales irracionales.
Incluso cuando digo "este perro" ya estoy usando el concepto del perro, y aplicándolo a un caso particular. Y cuando aún no tenía ese concepto, mi primera percepción sensible de un perro no me habilitaba a decir ni pensar "este es un perro", eso sólo pude hacerlo luego de abstraer el concepto universal de "perro" de esa percepción singular.
Y del mismo modo cuando digo "esta materia", "esta energía", "este movimiento", estoy aplicando a un caso particular los conceptos universales y abstractos de "materia", "energía", y "movimiento", que abstraje yo o el que me los enseñó, de la experiencia sensible de una materia, una energía y un movimiento concretos.
Por tanto, sin conceptos no tendríamos un conocimiento de la materia, el movimiento, etc., distinto del que puedan tener los irracionales con los solos sentidos, lo cual es claro que no alcanza para la ciencia, que además, es de lo universal, y no de lo particular, es acerca de "la energía" y no de esta energía concreta de aquí o de allá.
Sin duda que "la energía", como tal, no existe, pero sí existe, en cada energía concreta, eso que se significa en el concepto de "energía". El contenido del concepto es real, aunque el modo universal y abstracto del concepto no se dé fuera de la mente.
Y ese contenido real es común, aunque no exista fuera de sus individualizaciones, pues se da en todos los casos particulares de "energía".
Porque lo contrario no podríamos decir que hay "energía" en la realidad de las cosas, y entonces la ciencia no tendía nada que ver con la realidad.
En efecto, la palabra significa el concepto, y no la percepción concreta y singular, pues en este último caso no serviría para la comunicación entre sujetos que no comparten, por hipótesis, las mismas percepciones concretas.
Por eso, si hacemos subjetivos los conceptos, como hace el nominalismo, hacemos subjetiva la ciencia toda, y todas las realidades que conocemos mediante la ciencia, y también fuera de la ciencia, cuando no nos reducimos a la mera percepción sensible.
Saludos cordiales.
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