¿Agenda pro-vida?
El Presidente uruguayo Luis Lacalle Pou respondió recientemente una pregunta acerca de la tristísima y mal llamada “ley” de aborto en Uruguay.
Básicamente, de las palabras del Presidente se extrae que según él la “ley” de aborto está simplemente para ser aplicada, que es muy buena la distribución masiva de anticonceptivos, porque supuestamente eso ayudaría a disminuir los abortos, y , paradójicamente, decimos nosotros, si se lo une a lo anterior, que el ser humano no nacido tiene derechos, y que por tanto, habría que buscar la forma de desestimular los abortos y dar algún tipo de apoyo a las mujeres embarazadas que están pensando en abortar, facilitando por ejemplo que en esos casos el hijo o la hija sean dados en adopción.
No compartimos la actitud del Presidente uruguayo respecto de la “ley” de aborto. Lo normal es que un Presidente que considera que una ley atenta contra los derechos humanos, más aún, contra el derecho humano fundamental, que es el derecho a la vida, piense y diga que esa “ley” debe ser derogada.
Se nos dirá que no hay mayorías. Pero las mayorías se hacen, y en todo caso, las cosas se proponen, para empezar a hacerlas. Es normal que las leyes sean derogadas y que un gobierno o un sector político dentro de un gobierno comience una campaña en pro de la derogación de una ley.
Se nos dice que “el pueblo laudó en el referéndum”. Ante todo, no hubo referéndum, solamente una consulta previa al mismo. En segundo lugar, el argumento no funciona desde un punto de vista ético. El derecho a la vida no puede estar sometido a mayorías y minorías.
Baste suponer que en vez de una “ley” de “interrupción del embarazo” se hubiese votado una “ley” de “interrupción del neonato”, por la cual se autorizase a quitar la vida al ser humano hasta el año después de nacido.
Supóngase además que fracasa un llamado a referéndum para derogar esa monstruosidad.
¿Quitaría eso un ápice a la absoluta urgencia de derogar semejante atentado contra la dignidad de la persona humana?
Pues bien, contra lo que pueda parecer, es exactamente el mismo caso en que nos encontramos ahora, porque se trata exactamente del mismo ser humano con el mismo derecho a la vida, sólo que aún no nacido.
De hecho, encontrar diferencias entre esos dos casos es signo de estar cediendo ya a la mentalidad abortista, para la cual el no nacido no es un ser humano, no es persona, etc.
De esos seres humanos aún no nacidos tenemos uno asesinado “legalmente” cada cincuenta o cuarenta minutos hoy en Uruguay. ¿A alguien se le ocurre algún tema que pudiese ser prioritario para un gobernante en nuestro país?
Frente a situaciones como ésta, se suele plantear que lo importante es salvar vidas, o sea, llevar adelante diversas iniciativas tendientes a evitar que las mujeres aborten.
Sin duda que esa es una noble labor, pero por eso mismo no debe ser utilizada como argumento para no derogar la “ley” de aborto.
Sobre todo cuando previamente se ha “legalizado” el aborto, dando así “carta blanca” en el tema, y cuando no se está llevando adelante ninguna iniciativa para derogar esa aberración.
Son despistantes los eslóganes como “aborto cero”, por ejemplo, sobre todo después de que se lo ha “legalizado”. Ni siquiera es pensable algo así en el caso de otros crímenes que siguen penalizados. ¿”Homicidio cero”, “robo cero”, “estafa cero”, etc.?
No es así como funciona la sociedad humana, ésa no es la naturaleza humana, las leyes no están para lograr la impecabilidad, o la perfección, están para garantizar un mínimo de convivencia por debajo del cual ya no se es humano, y porque lo contrario, que no haya leyes ni sanciones, es absolutamente inconcebible e invivible.
Abortos, robos, homicidios, etc., hubo siempre y habrá siempre, pero lo menos que se le puede pedir a una sociedad que pretende estar fundada sobre los “derechos humanos” es que haya leyes que penalicen esas conductas.
Sin duda que es importante salvar vidas, pero el primer paso para eso es penalizar el homicidio. De lo contrario se entra en un ejercicio de voluntarismo utópico bastante surrealista en el cual por un lado se abren de par en par las compuertas del aborto “legal” a voluntad y por otro lado se lanza a los “pro – vida” a que salgan a la calle desesperados a “salvar vidas”.
Después está el tema de los anticonceptivos. Es curioso que un Estado que se muestra tan solícito de ingresar en esferas que en realidad no le corresponden, sin embargo esté a años luz de recordarle a la gente la verdad fundamental sobre el sexo, que hoy día se oculta pudorosamente: las relaciones sexuales tienden naturalmente a la generación de seres humanos.
Tomar eso como base y punto de partida para hablar del sexo y de la “educación sexual”, sin embargo, sería lo único verdaderamente opuesto a la mentalidad abortista, que se resume en sexo = placer, hijo = obstáculo, y a la cual pertenece por pleno derecho todo lo que tenga que ver con la “anticoncepción”.
Decir que con los anticonceptivos se combate el aborto es como dinamitar los diques y después ponerse a construir empalizadas para parar el agua. Por un lado le estamos asegurando a la gente que tiene todo el derecho del mundo a hacer del placer la única o preeminente finalidad de la sexualidad, de lo cual se sigue obviamente que el hijo es normalmente algo no deseado y sólo en casos especiales, incluso podríamos decir anómalos, algo que se vería con buenos ojos, y para que vean que no son sólo palabras de nuestra parte ponemos a su disposición la más amplia gama de antinconceptivos. Y luego nos retiramos a rezarle a Margaret Sanger o a Rockefeller para que eso haga disminuir la cantidad de abortos.
Agreguemos que los anticonceptivos, por lo general, tienen también efecto abortivo muchas veces. De hecho, se ha debido recurrir al truco de redefinir el embarazo (¡!!!) como comenzando con la anidación del óvulo ya fecundado en el útero, para que la eliminación del ser humano ya concebido antes de anidar en el útero, al no ser “interrupción del embarazo”, no sea “aborto”, y así los anticonceptivos puedan ser vendidos como “no abortivos”.
Se suele responder a este tipo de consideraciones diciendo que estamos en una sociedad pluralista y que no podemos pretender imponer nuestras ideas al resto de la sociedad.
Sin embargo, si miramos un poco la historia de la humanidad, ha consistido en buena medida en el triunfo de unas ideas sobre otras, obviamente, en cada caso, porque cierto grupo de personas decidió llevarlas adelante y de algún modo “imponerlas” a la sociedad.
Tenemos un clarísimo ejemplo en muchos Estados actuales, incluido el nuestro, abiertamente embanderados con la aberrante ideología llamada “perspectiva de género”, que no se cortan a la hora de introducir con sopapa dicho esperpento intelectual garganta abajo en la población.
De hecho, el pluralismo es imposible si no hay una pluralidad de posturas diferentes y antitéticas entre sí.
Para ello es de todo punto necesario que cada una de esas posturas sea ella misma y distinta de las otras, y que no rehúya enfrentarse con las posturas discrepantes.
De lo contrario estaríamos ante una rara especie de pluralismo en la cual la pluralidad sería solamente la de los otros, a la cual nosotros deberíamos asistir solamente en respetuoso silencio, observando cómo absolutamente todos los demás se sienten libres de imponer sus ideas a la sociedad.
Una sociedad en la cual se ha entronizado el relativismo (es decir, le ha sido impuesta esa idea por un grupo de personas) no es una sociedad pluralista por el hecho de que todas las formas de relativismo puedan libremente expresarse en ella.
Más bien, esa es la “dictadura del relativismo” de la que habló el entonces todavía Cardenal Ratzinger.
Si se quiere que en esa sociedad surja por primera vez el pluralismo, deberá haber en esa sociedad un grupo de personas que enfrente el relativismo proponiendo su contrario, es decir, la tesis de la verdad única y objetiva para todos.
En definitiva, es tarea prioritaria hoy día en el Uruguay que se empiece a generar iniciativas en orden a la derogación de la “ley” de aborto.
2 comentarios
“Nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre…, sed por tanto prudentes como serpientes…” (Ef 6, 12; Mt 10, 16).
El aborto es algo intrínsecamente perverso.
Ahora bien, si “legalizar” el aborto o aplicar la "ley" del mismo implica que el mismo va a ser financiado con el erario público (o lo está siendo), esto parece traer consigo alguna consideración de índole moral para los que contribuyen a dicho erario…, i.e., para los que pagan los impuestos, para todos los buenos ciudadanos.
Si no sólo todos los católicos y cristianos, sino también los “hombres de buena voluntad”, nos determináramos seriamente a no contribuir impositivamente, proporcionalmente a lo que para dicho fin non sancto se emplea… (lo cual puede llegar a ser considerado incluso como una obligación moral, para no cooperar al mal moral, aunque sea material y remotamente), muy posiblemente los “legisladores” se plantearían algo más detenidamente sus resoluciones, pues precisamente de dichos impuestos viven y comen, y por otra parte parecen no hacer mucho más caso que a los valores del bolsillo (así que el dinero de los impuestos no sólo se emplearía para asesinar a niños inocentes, sino que además se está empleando día a día para mantener las energías de los “legisladores”, energías que los mismos emplean en servicio de la injusticia). Ubicados en este plano “económico”, el único que al parecer les importa y toca, la lucha contra la iniquidad podría quizá tener más esperanza de éxito, y de este modo ahorraríamos algo de fuerzas (y hasta algo de dinero…, lo cual incluso podría atraer a nuestra causa a algunos indecisos).
Iniciando con la legalización de la mariguana y otros detalles "progresistas"
¿Será Holanda el alter ego del uruguayo?
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Uruguay, país que en 1825 declaró a la vez su independencia de Brasil y su incorporación a las Provincias Unidas, básicamente lo que hoy es Argentina, y que en 1828 fue declarado país independiente por una reunión entre brasileños, argentinos, uruguayos e ingleses, sobre todo ingleses, en Brasil, ha sido desde entonces uno de los principales baluartes de la masonería en América Latina, y el país más secularizado de todo el continente.
Sin duda que Holanda tiene toda una tradición anticatólica desde los tiempos de la mal llamada Reforma protestante, de allí salio Guillermo de Orange para la revolución "gloriosa" inglesa que puso fin a un reinado peligrosamente cercano al catolicismo. Al poco tiempo de dicha revolucion gloriosa fue creado el Banco de Inglaterra, primero en la historia de estos bancos que tienen nombres públicos pero en realidad dependen de privados.
Saludos cordiales.
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