La justificación según Santo Tomás de Aquino
En la fiesta de Santo Tomás de Aquino queremos homenajear al Aquinate recordando parte de su enseñanza sobre la justificación, que es el punto central que separa al catolicismo del protestantismo. Lutero sostuvo una doctrina de la justificación según la cual ésta no implica ninguna cooperación del libre albedrío humano, y no implica tampoco ninguna transformación interior del hombre. Para Lutero, la justificación consiste solamente en que Dios no nos imputa nuestro pecado, es una justificación legal, forense; como si dijésemos, una mera declaración por parte de Dios.
Es notable ver cómo tres siglos antes de Lutero ya Santo Tomás había refutado esa doctrina, en la cuestión 113 de la primera parte de la segunda parte de la Suma Teológica.
Los textos de la Suma están tomados de: http://hjg.com.ar/sumat/index.html
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Artículo 1: ¿La justificación del pecador consiste en la remisión de los pecados?
Objeciones por las que no parece que la justificación del pecador consista en la remisión de los pecados.
1. El pecado no se opone solamente a la justicia, sino a todas las virtudes, como consta por lo ya dicho. Pero «justificación» quiere decir movimiento hacia la justicia. Así pues, como todo movimiento se realiza entre términos contrarios, no toda remisión de los pecados es justificación.
2. Las cosas se denominan por lo más importante de cada una, según se dice en I De anima. Mas la remisión de los pecados se produce principalmente por la fe, según aquello de Act 15,9: La fe purifica su corazón, y por la caridad, de acuerdo con lo de Prov 10,12: La caridad cubre todos los delitos. Luego la remisión de los pecados debería denominarse por la fe o la caridad más bien que por la justicia.
3. Remisión de los pecados parece significar lo mismo que vocación o llamamiento, pues se llama a quien está distante, y lo que nos aleja de Dios es el pecado. Pero la vocación precede a la justificación, según aquello de Rom 8,30: A los que llamó los justificó. Luego la justificación no consiste en la remisión de los pecados.
Contra esto: está lo que, comentando las palabras de Rom 8,30: A los que llamó los justificó, dice la Glosa: mediante la remisión de los pecados. Luego justificación y remisión de los pecados son lo mismo.
Respondo: La justificación, en el sentido pasivo del término, implica un movimiento hacia la justicia, como la calefacción hacia el calor. Pero la justicia encierra en su definición la idea de rectitud en el orden, y puede ser entendida de dos maneras. Ante todo, como la recta ordenación del acto humano en sí mismo. Y en este sentido la justicia es una virtud especial, ya se trate de la justicia privada, que ordena rectamente los actos de un individuo en relación a otro individuo; ya se trate de la justicia legal, que ordena rectamente los actos del hombre con respecto al bien común de la sociedad, según se expone en V Ethic.
En segundo lugar, se puede entender la justicia como la recta ordenación de las disposiciones interiores del hombre, en el sentido de que la parte superior del hombre se somete a Dios y las facultades inferiores obedecen a la más alta de ellas, que es la razón. El mismo Filósofo en V Ethic. llama a esta disposición justicia «en sentido metafórico».
Mas esta justicia puede ser adquirida por el hombre de dos maneras. La una, por simple generación, es decir, por un movimiento que va de la privación a la forma. Y de este modo la justificación puede darse incluso en quien no tiene pecado, si recibe tal justicia de Dios, y así es como recibió Adán la justicia original. La otra, por un movimiento entre términos contrarios. Y en este sentido la justificación entraña cierta transformación en la que se pasa del estado de injusticia al estado de la justicia indicada. Y tal es el sentido en que aquí hablamos de la justificación del pecador, de acuerdo con aquello del Apóstol en Rom 4,5: El hombre que no hace obras, sino que cree en aquel que justifica al impío, etc. Y puesto que el movimiento se denomina más bien por el término final que por el punto de partida, esta transformación por la que el hombre abandona el estado de injusticia mediante la remisión de los pecados, recibe su nombre del término al que conduce y se la llama justificación del pecador.
A las objeciones:
1. Todo pecado, por el hecho de que entraña el desorden de la insumisión del alma a Dios, puede considerarse como una injusticia contraria a la justicia de que venimos hablando, según aquello de Jn 3,4: Todo el que comete pecado comete también injusticia, y el pecado es injusticia. De aquí que la remisión de cualquier pecado recibe el nombre de justificación.
2. La fe y la caridad implican una orientación especial de la mente humana a Dios según la inteligencia o según el afecto. Mas la justicia expresa de manera general la rectitud del orden en todos sus aspectos. Por eso la transformación de que hablamos recibe su nombre de la justicia más bien que de la fe o de la caridad.
3. La vocación hace referencia al auxilio por el que Dios mueve interiormente el alma y la estimula para que abandone el pecado. Pero esta moción no es la remisión misma del pecado, sino su causa.
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Artículo 2: La remisión de la culpa, en la que consiste la justificación del pecador, ¿requiere la infusión de la gracia?
Objeciones por las que parece que la remisión de la culpa o justificación del pecador no requiere la infusión de la gracia.
1. Siempre que no se trate de una contrariedad inmediata, se puede salir de un contrario sin incidir en el otro. Mas la contrariedad que hay entre el estado de culpa y el estado de gracia no es inmediata, puesto que admite el término medio de la inocencia sin gracia ni culpa. Luego puede darse remisión de la culpa sin recepción de la gracia.
2. La remisión de la culpa consiste simplemente en que Dios no nos imputa nuestro pecado, según las palabras de Sal 31,2: Dichoso el hombre a quien Dios no imputa su pecado. Pero la infusión de la gracia, como ya vimos, induce además algo positivo en el alma. Luego la infusión de la gracia no se requiere para la remisión de la culpa.
3. Ningún sujeto puede estar a la vez sometido a la acción de dos contrarios. Ahora bien, hay pecados contrarios, como la prodigalidad y la avaricia. Luego el pródigo no puede ser a la vez avaro, aunque puede incurrir en uno y otro vicio sucesivamente. Mas en este caso, al pecar por prodigalidad se libera del pecado de avaricia. De donde resulta que algún pecado puede remitirse sin la gracia.
Contra esto: está lo que se dice en Rom 3,24: Fueron justificados gratuitamente por su gracia.
Respondo: El hombre que peca ofende a Dios, como ya vimos. Mas para que una ofensa se perdone es necesario que el ánimo del ofendido se apacigüe con respecto al culpable. Y así decimos que nuestros pecados son perdonados cuando Dios se apacigua hacia nosotros. Pues bien, esta paz consiste en el amor que Dios nos tiene. Y este amor, en cuanto acto divino, es eterno e inmutable; pero en cuanto al efecto que produce en nosotros es susceptible de interrupción, puesto que a veces lo perdemos y luego lo recobramos de nuevo. Ahora bien, el efecto que el amor divino produce en nosotros, y que el pecado destruye, es la gracia, que nos hace dignos de la vida eterna, cuyas puertas nos cierra el pecado mortal. En consecuencia, es imposible entender la remisión de la culpa sin la infusión de la gracia.
A las objeciones:
1. Se requiere algo más para perdonar a quien nos ofendió que para el simple no odiar a quien no nos hizo agravio alguno. Puede suceder entre nosotros que no amemos ni odiemos a alguien; pero, si alguien nos ofende y no obstante le perdonamos, esto entraña ciertamente una especial benevolencia. Pues bien, la benevolencia de Dios para con el hombre decimos que se recupera mediante el don de la gracia. Por eso, aunque antes de la caída hubiera podido encontrarse el hombre sin gracia y sin culpa, sin embargo, después del pecado no puede verse libre de culpa a no ser que tenga la gracia.
2. Puesto que el amor de Dios no consiste solamente en un acto de la voluntad divina, sino que produce además un efecto de gracia, según ya vimos, también el hecho de que Dios no impute el pecado al hombre produce en éste un efecto especial. Porque si Dios no imputa a alguien su pecado, esto se debe al amor que le tiene.
3. En su obra De nuptiis et concup. escribe San Agustín: Si el no tener pecado consistiera simplemente en dejar de pecar, bastaría la advertencia de la Escritura que dice: Hijo, pecaste; no lo hagas más. Pero no basta esto, puesto que se añade: Ruega por lo que has hecho para que se te perdone. El pecado, en efecto, es transitorio como acto; pero permanece como reato, según ya dijimos. Por eso, cuando uno pasa del pecado de un vicio al pecado del vicio contrario, abandona sin duda el pecado anterior, pero no su reato; y así tendrá a la vez el reato de ambos pecados. Porque el reato se debe a que el pecado nos aleja de Dios, y bajo este aspecto no hay contrariedad entre los pecados.
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Artículo 3: ¿La justificación del pecador requiere un acto de libre albedrío?
Objeciones por las que parece que la justificación del pecador no requiere el ejercicio del libre albedrío.
1. Es un hecho que los niños son justificados por el bautismo sin el ejercicio del libre albedrío. Y esto sucede también a veces con los adultos, pues cuenta San Agustín en IV Confess. que un amigo suyo, invadido por la fiebre, permaneció mucho tiempo privado de conocimiento, bañado en un sudor mortal. Desesperando por su vida, se le bautizó sin que tuviera conciencia de ello, y se restableció, lo que se atribuyó a la justificación de la gracia. Ahora bien, Dios no ha vinculado su poder a los sacramentos. Luego también puede justificar al hombre sin los sacramentos y sin el concurso del libre albedrío.
2. Mientras duerme, el hombre carece del uso de la razón necesario para el ejercicio del libre albedrío. Sin embargo, Salomón obtuvo de Dios mientras dormía el don de la sabiduría, según consta por 1 Re 3,5s y 2 Par l,7s. Luego también y de manera semejante concede Dios a veces el don de la gracia justificante sin el concurso del libre albedrío.
3. Una misma es la causa que produce la gracia y la que la conserva, pues, al decir de San Agustín en VIII Super Gen. ad litt., el hombre debe convertirse a Dios de tal manera que siempre esté recibiendo su justicia. Pero la gracia se conserva en el hombre sin el ejercicio del libre albedrío. Luego también se le infunde inicialmente sin este concurso.
Contra esto: está lo que se dice en Jn 6,45: Todo el que oye a mi Padre y recibe su enseñanza viene a mí. Pero no se recibe ésta doctrina sin colaboración del libre albedrío, puesto que recibirla es aceptar la enseñanza del Maestro. Luego nadie viene a Dios por la gracia santificante sin el ejercicio del propio libre albedrío.
Respondo: La justificación del pecador es producida por Dios, que impulsa al hombre al estado de justicia, pues El es quien justifica al impío, según se dice en Rom 4,5. Pero Dios mueve todas las cosas según la condición propia de cada una de ellas; por ejemplo, en las cosas naturales, mueve de distinta manera los cuerpos pesados y los ligeros, en razón de su distinta naturaleza. Luego también cuando mueve al hombre hacia la justicia lo hace de acuerdo con la condición propia de la naturaleza humana. Mas lo propio de la naturaleza humana es estar dotada de libre albedrío. Por consiguiente, cuando se trata de un individuo que se encuentra en uso de su voluntad, el impulso que Dios le comunica para conducirlo a la justicia no se produce sin el ejercicio del libre albedrío humano, sino que de tal manera infunde el don de la gracia justificante, que mueve a la vez el albedrío del hombre para que acepte la gracia, siempre que se trate de un sujeto susceptible de esta moción.
A las objeciones:
1. Los niños no poseen el ejercicio del libre albedrío y, en consecuencia, Dios los mueve a la justicia informando simplemente su alma. Pero esto no ocurre sino por medio del sacramento. Pues, así como el pecado original, del que son justificados, no les sobrevino por voluntad propia, sino por la generación carnal, así también se les transmite la gracia de Cristo mediante la regeneración espiritual. Y esto vale asimismo para los dementes y los disminuidos psíquicos que nunca disfrutaron del uso de la razón. Pero el que durante un tiempo tiene el uso del libre albedrío y luego lo pierde por enfermedad o por el sueño, no recibe la gracia justificante por el hecho de que se le administre exteriormente el bautismo u otro sacramento a no ser que tuviera previamente la intención de recibirlo, y esto ya supone el uso del libre albedrío. Y es así como fue regenerado el joven de que habla San Agustín, que aceptó el bautismo tanto antes como después.
2. Tampoco Salomón mereció ni recibió la sabiduría durante el sueño; sino que se le comunicó en sueños que Dios le concedería la sabiduría porque antes la había deseado. Y así se dice de él en Sab 7,7: La deseé, y se me dio la inteligencia. O bien, se puede decir que este sueño no fue natural, sino un sueño profetico, como aquel del que se dice en Núm 12,6: Si hay entre vosotros algún profeta del Señor, le hablaré en sueños o en visiones. Y en este caso persiste el uso del libre albedrío.
Sin embargo, no es lo mismo a este respecto el don de sabiduría que el don de la gracia santificante. Porque el fin principal de la gracia es ordenar el hombre al bien, que es objeto de la voluntad y demanda, por tanto, un movimiento de la voluntad o del libre albedrío. La sabiduría, en cambio, es una perfección propia de la inteligencia, y como ésta precede a la voluntad, puede ser iluminada con el don de sabiduría sin que se produzca un movimiento completo del libre albedrío. Y de hecho encontramos que algunos recibieron revelaciones durante el sueño, tal como se lee en Job 33,15: Cuando cae el sopor sobre los hombres y están durmiendo en su lecho, entonces abre sus oídos e, instruyéndolos, les comunica lo que deben saber.
3. La infusión de la gracia justificante comporta cierta transformación del alma, y por eso, para que ésta sea movida de acuerdo con su naturaleza, se requiere un impulso que brote de ella misma. En cambio, la conservación de la gracia no entraña transformación, y no requiere, por tanto, un movimiento procedente del alma; basta que continúe el impulso divino.
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Santo Tomás ha hecho referencia al artículo 1 de la cuestión 110 de esa misma parte de la Suma:
Artículo 1: ¿Pone la gracia algo en el alma?
Objeciones por las que parece que la gracia no pone nada en el alma.
1. Se dice que el hombre posee la gracia de Dios; pero también se dice que tiene la gracia de otro hombre, como se ve por la expresión de Gén 39,21: El Señor concedió a José gracia a los ojos del jefe de la prisión. Ahora bien, el hecho de que un hombre tenga la gracia de otro no supone nada en el primero, sino más bien cierta complacencia en quien le otorga su gracia. Luego cuando se dice que el hombre tiene la gracia de Dios no se entiende que esto ponga algo en su alma, sino sólo que Dios se complace en él.
2. Como el alma vivifica el cuerpo así Dios vivifica el alma, por lo que se dice en Dt 30,20: Dios es tu vida. Pero el alma vivifica el cuerpo de manera inmediata. Luego tampoco hay nada intermedio entre Dios y el alma, ni la gracia pone realidad alguna creada en el alma.
3. Comentando las palabras de Rom 1,7: La gracia y la paz sean con vosotros, dice la Glosa que la gracia es la remisión de los pecados. Pero la remisión de los pecados no pone nada real en el alma, sino únicamente en Dios, que no imputa el pecado, de acuerdo con aquello del Sal 31,2: Dichoso el varón a quien Dios no le imputa el pecado. Luego la gracia no induce realidad alguna en el alma.
Contra esto: está el hecho de que la luz pone algo real en el sujeto iluminado. Más la gracia es como la luz del alma, y así dice San Agustín en el libro De natura et gratia: Merecidamente la luz de la verdad abandona a los prevaricadores de la ley, con lo cual se vuelven ciegos. Luego la gracia pone algo en el alma.
Respondo: El lenguaje usual nos ofrece tres acepciones de la gracia. En primer lugar, significa el amor que se siente hacia alguien. Y así se dice que un soldado tiene la gracia del rey, esto es, que el rey lo encuentra grato. En segundo lugar, designa un don concedido gratuitamente. De aquí la expresión: «Te concedo esta gracia». Finalmente, se toma por el reconocimiento con que se corresponde a un beneficio gratuito, y así se habla de dar gracias por los beneficios recibidos. Más la segunda de estas acepciones depende de la primera; pues es el amor que se siente hacia alguno lo que impulsa a concederle algo gratuitamente. Y, a su vez, de la segunda acepción se deriva la tercera, pues cuando se recibe un beneficio gratuitamente es cuando se dan gracias por él. Ahora bien, en las dos últimas acepciones es manifiesto que la gracia supone algo real en quien la recibe, ya sea el don gratuito, ya sea el reconocimiento por este don. Pero en la primera acepción hay que tener en cuenta la diferencia entre la gracia de Dios y la del hombre. Pues, como el bien de la criatura proviene de la voluntad divina, cuando el amor de Dios quiere el bien de la criatura se produce en ésta un bien real. En cambio, la voluntad humana es movida por el bien que preexiste en las cosas, y por eso el amor del hombre no causa totalmente el bien de las cosas, sino que lo presupone, al menos en parte. Es, pues, manifiesto que cualquier acto del amor divino induce en la criatura un bien, que se produce en un momento del tiempo, aunque el amor divino es eterno. Y así, según las diferencias de este bien, podemos inferir la existencia de un doble amor de Dios a la criatura. Uno común, en cuanto ama todas las cosas que existen, según se dice en Sab 11,25, por el que otorga a las cosas creadas su ser natural. Otro especial, por el que eleva la criatura racional sobre su condición natural haciéndola partícipe del bien divino. Y éste es el amor con el que se puede decir que Dios ama a alguien absolutamente, porque en este caso Dios quiere absolutamente para la criatura el bien eterno, que es él mismo.
Así, pues, cuando se dice que el hombre tiene la gracia divina se entiende que en él hay una realidad sobrenatural que proviene de Dios. A veces, sin embargo, se da también el nombre de gracia al mismo amor eterno que hay en Dios, que por eso es llamado gracia de predestinación, por el cual Dios predestina o elige a algunos gratuitamente y no en virtud de sus méritos, según aquello de Ef 1,5: Nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos para la glorificación de su gracia.
A las objeciones:
1. Como en el caso de la gracia de Dios, también cuando se habla de la gracia del hombre se entiende que en el agraciado hay algo que lo hace grato. Pero con una diferencia. Porque lo que el hombre encuentra grato en otro se presupone a su amor; en cambio, lo que hace al hombre grato a Dios es causado por el amor divino, como ya dijimos.
2. Dios es vida del alma como causa eficiente; en cambio, el alma es vida del cuerpo como causa formal. Ahora bien, entre la forma y la materia no hay nada intermedio, pues la forma informa por sí misma; pero el agente no informa la materia por sí mismo, sino mediante la forma que causa en ella.
3. San Agustín declara en el libro Retract.: Cuando dije que la gracia consiste en la remisión de los pecados, y la paz en la reconciliación con Dios, no se ha de entender como si la paz y la reconciliación no pertenecieran a la gracia general, sino en el sentido de que el término «gracia» significa especialmente la remisión de los pecados. Por tanto, a la gracia no pertenece solamente la remisión de los pecados, sino también otros muchos dones, divinos. E incluso la misma remisión de los pecados no se produce sino mediante algún efecto causado por Dios en nosotros, como veremos luego.
46 comentarios
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Justamente me parece difícil que algo haya quedado claro por la Declaración Conjunta. De hecho los luteranos sostienen que el artículo de la justificación es el punto central de su discrepancia con la Iglesia Católica.
Sin duda que eso está en relación con la corrupción radical de la naturaleza humana que Lutero afirma como consecuencia del pecado original.
Pero ese mismo punto le ha creado dificultades internas al protestantismo, porque cuando uno de ellos, Flaccus, se lo tomó en serio hasta afirmar una corrupción sustancial del hombre (que lógicamente debería llevar a la conclusión de que después del pecado Adán y sus descendientes ya no son humanos) fue condenado por los mismos luteranos.
Saludos cordiales.
Si nos fijamos bien, todo lo que la institución eclesiástica ha impuesto sobre las conciencias del Pueblo de Dios son las necesarias y múltiples “obras de justificación” (que no obras que proceden de la caridad y por tanto de la fe), actos que “tenemos que hacer” para poder siquiera estar en disposición aproximada para poder recibir el perdón de Dios, y eso en caso de haberlas realizado “perfectamente”, condición que tampoco la institución eclesiástica va a vender “gratuitamente”.
Y así, la celebración de los sacramentos como obras de justificación (y no celebración del misterio gratuito de la salvación de Dios en Cristo), todo el cortejo de ”rogativas y rezos de justificación” (“para alcanzar el perdón de los pecados”), etc, son creaciones de la institución eclesiástica para someter las conciencias del Pueblo de Dios (“Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas... Mt 23:4).
De ahí se entienden expresiones como “tienes que ir a Misa”, “te tienes que confesar”, y demás obras de justificación, que Lutero rechazaba, y que todo espíritu libre rechaza hoy también, incluso los que se consideran realmente católicos no sometidos a ninguna institución mundana.
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Para responder a tanta confusión habría que escribir un libro, cosa que aquí no vamos a hacer, pero diremos algo al menos.
La Iglesia Católica no reconoce ningún tipo de preparación a la justificación que no sea él mismo fruto de la gracia de Dios.
Dice el Concilio de Trento en su Decreto sobre la Justificación, cánones 1 y 3:
"CAN. I. Si alguno dijere, que el hombre se puede justificar para con Dios por sus propias obras, hechas o con solas las fuerzas de la naturaleza, o por la doctrina de la ley, sin la divina gracia adquirida por Jesucristo; sea anatema."
"CAN. III. Si alguno dijere, que el hombre, sin que se le anticipe la inspiración del Espíritu Santo, y sin su auxilio, puede creer, esperar, amar, o arrepentirse según conviene, para que se le confiera la gracia de la justificación; sea anatema."
Lo del "pago previamente establecido" no es condición necesaria en las indulgencias, y mucho menos en los Sacramentos en general, que no se cobran. Hoy día el fiel católico puede ganar las indulgencias por diversas razones sin pagar nada.
Las indulgencias, además, no tienen que ver con la justificación, y ni siquiera con el perdón de los pecados, porque se ofrecen a los que ya están bautizados, y por tanto, justificados, y si han cometido luego del bautismo un pecado mortal, deben recurrir al Sacramento de la Penitencia, que perdona el pecado y la pena eterna. Las indulgencias sólo perdonan la pena temporal debida por el pecado.
Por supuesto que en la Liturgia celebramos el misterio gratuito de la salvación de Dios en Cristo, y por eso mismo pedimos el perdón de nuestros pecados, porque nuestras mismas oraciones sólo son eficaces ante Dios si están inspiradas por su gracia.
Y como ya se dijo arriba, sin duda que tenemos que disponernos para recibir el perdón de Dios, pero es herejía en la Iglesia decir que esa disposición no depende a su vez de la gracia divina.
En cuanto a que "tenemos que" hacer ciertas cosas, sin duda, si con ello se quiere decir que estamos moralmente obligados a hacerlo. Es como dice San Pablo, que la ley nos da a conocer lo que debemos hacer, pero sin la gracia de Dios por Jesucristo no podemos hacerlo. Por eso debemos pedir ante todo a Dios que nos dé su gracia, para que podamos hacer lo que Él quiere que hagamos. Como decía San Agustín hablándole a Dios: "Da lo que mandas, y manda lo que quieras".
No así con las indulgencias, sin embargo, que no son obligatorias, sino opcionales.
El católico no tiene que estar sometido a ninguna institución mundana, si eso lo lleva a conflicto con la ley de Dios. La Iglesia Católica no es una institución mundana, sino de Jesucristo. Ahora bien, los católicos que no aceptan la autoridad de la Iglesia Católica simplemente no existen.
Saludos cordiales.
Lo que no es razonable es el galimatías católico de la justificación por la obras pero sólo para aquellos a los que Dios da la gracia para que hagan buenas obras.
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Que la justificación es por gracia de Dios es algo que profesan todos, católicos, luteranos, calvinistas, etc.
Ahora, que esa gracia de Dios sólo puede actuar moviendo el libre albedrío del hombre, es algo elemental, si tenemos en cuenta la naturaleza humana, y que en un adulto capaz de elección libre, como dice ahí mismo Santo Tomás, no se concibe "justicia" alguna sin la intervención de su libre albedrío.
Y como dice también Santo Tomás: la gracia de Dios no se queda en una mera aprobación por parte de Dios, sino que produce realmente el bien en el agraciado. Y ese bien capacita al hombre para responder libremente a la misma gracia.
Saludos cordiales.
El punto central que separa a católicos de protestantes NO es la justificación
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Eso solo lo puede decir quien ignora absolutamente lo que es el protestantismo, del cual el luteranismo es, a día de hoy, solo una facción cada vez más menguante.
De hecho, la declaración conjunta de marras fue rechazada expresamente por la Iglesia luterana danesa y por cientos de teólogos luteranos a lo largo del mundo. Y también lo rechazó la totalidad del protestantismo evangélico -no confundir con el de tendencia liberal-, que es el único que crece en número de fieles.
Para Lutero, cuya opinión sobre este tema supongo que vale de algo, su doctrina sobre la justificación era la clave de todo. Ahora bien, si hoy hay luteranos liberales a los que les importa un pimiento lo que decía Lutero, es su problema. Y si Roma cree que firmar un documento con esos falsos luteranos vale de algo, también es su problema. Al final la realidad se impone. El ecumenismo de salón no vale para nada.
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Recordemos además que esa Declaración Conjunta mereció una nota clarificatoria de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el mismo Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/documents/rc_pc_chrstuni_doc_01081998_off-answer-catholic_en.html
Saludos cordiales.
La postura católica es NEGAR la imputación (Trento), lógicamente y gracias a Dios.
Es muy conceniente santo Tomás para aclarar las cosas en este punto crucial.
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También está el tema de si en la justificación el hombre coopera en algo o no, y si esa cooperación del libre albedrío del hombre es debida o no a la gracia de Dios. En ese sentido, éstas son, entiendo, las afirmaciones principales de la fe católica tal como la expone el Concilio de Trento:
1) Somos justificados por la gracia de Dios.
2) Eso produce un cambio real en nosotros, que nos renueva interiormente, borra realmente el pecado y nos hace realmente hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
3) Ese pasaje del estado de pecador al estado de justo no se hace en nosotros sin la cooperación de nuestro libre albedrío, en el caso de los adultos, obviamente.
4) Esa cooperación de nuestro libre albedrío sólo es posible como efecto de la gracia de Dios por Jesucristo.
Saludos cordiales.
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LF:
Exactamente lo mismo. De hecho, se llevan muy bien. No tienes más que ver lo que ocurre ahora en Alemania.
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Lo semejante se atrae.
Saludos cordiales.
Primer canon del concilio de Trento sobre la justificación:
Can. I. Si alguno dijere, que el hombre se puede justificar para con Dios por sus propias obras, hechas o con solas las fuerzas de la naturaleza, o por la doctrina de la ley, sin la divina gracia adquirida por Jesucristo; sea excomulgado.
Ya ves...
En cuanto a la Declaración Conjunta sobre la Justificación, puede ser útil el numeral 1 del post "Errores sobre el diálogo ecuménico" (del 05.11.16) en mi blog "Razones para nuestra esperanza". El sistema no me deja poner el enlace.
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Gracias Daniel y saludos cordiales. Ahí va el "link":
http://www.infocatolica.com/blog/razones.php/1611050113-errores-sobre-el-dialogo-ecum
"La justificación del pecador es producida por Dios, que impulsa al hombre al estado de justicia, pues El es quien justifica al impío, según se dice en Rom 4,5".
Pero como también añade Santo Tomás:
"cuando (Dios) mueve al hombre hacia la justicia lo hace de acuerdo con la condición propia de la naturaleza humana. Mas lo propio de la naturaleza humana es estar dotada de libre albedrío. Por consiguiente, cuando se trata de un individuo que se encuentra en uso de su voluntad, el impulso que Dios le comunica para conducirlo a la justicia no se produce sin el ejercicio del libre albedrío humano, sino que de tal manera infunde el don de la gracia justificante, que mueve a la vez el albedrío del hombre para que acepte la gracia, siempre que se trate de un sujeto susceptible de esta moción".
Ninguna obra humana, por tanto, puede servir para la justificación sino que es una obra de Dios en nosotros, una verdadera gracia. Pero esa gracia no se aplica sobre un robot, sino sobre un ser dotado de libre albedrío, que debe disponerse y aceptar ese don sobrenatural.
El hereje Calvino, negando el más elemental sentido común, la experiencia de la vida humana e incluso las propias Sagradas Escrituras, negó el libre albedrío, y afirmó la irreversibilidad de la justificación y la predestinación absoluta de algunos al infierno, con lo que convertía de facto a Dios en un ser arbitrario y malvado.
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Ninguna obra humana que no esté causada por la gracia de Dios puede servir para la justificación, pero no hay justificación, en el adulto, sin la cooperación del libre albedrío y sus obras, causadas por la gracia de Dios.
Y la misma disposición para aceptar la gracia de Dios, es fruto de esa gracia divina, según lo que dice el Señor en el Evangelio de San Juan: "Sin mí, nada pueden hacer".
Saludos cordiales.
Gracia + Libre albedrío = 0
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Ésas deben ser las matemáticas del país de Alicia. Yo por mi parte tengo mi ecuación preferida: G = Lk. Dice que la gracia y el libre albedrío son directamente proporcionales.
Saludos cordiales.
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Agreguemos que los que piden a Dios su gracia, lo hacen movidos por la gracia de Dios. Siempre la iniciativa es de Dios, lo nuestro es responder a esa iniciativa divina, y en virtud de esa misma iniciativa divina, con nuestro libre albedrío.
De ahí la frase que Pascal dice haber recibido del mismo Jesucristo: "Tú no me buscarías, si no me hubieses encontrado primero", que habría que traducirla mejor así, con San Agustín y Santo Tomás: "Tú no me buscarías, si Yo no te hubiese encontrado primero".
Saludos cordiales.
Pero si hay algo que separa a Lutero de la Iglesia Catòlica era su visiòn sobre los sacramentos a los que reduce a meros signos motivantes de la fe que ha de ser procesada por quien los recibe. Lutero no cree en la mediaciòn de la Iglesia y la ve como una realidad oculta, invisible.
También Lutero redujo los sacramentos a 3. Bautismo, Eucaristìa y Penitencia. ¿Sacramento del oden?.
Ya que para Lutero la Iglesia no tiene potestad para establecer sacramentos y sòlo considera como tales aquellos que han sido determinados en materia y forma por Jesucristo.
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Una imagen de Dios como aparece en el Antiguo Testamento, solamente, no es la de la Iglesia Católica, aunque ella sí reconoce el carácter inspirado del Antiguo Testamento, igual en esto que los protestantes.
Lo que dice de los Sacramentos es más acertado, me parece, en Calvino que en Lutero, al menos por lo que toca la Eucaristía, porque precisamente Lutero se peleó con Karlstad, Zwinglio, Calvino y otros por defender la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía, que estos otros negaban reduciéndola a una presencia simbólica.
Es cierto que por su parte Lutero negó la transustanciación, con lo que vino a dar en la contradicción de afirmar una presencia sustancial de Jesucristo en la Eucaristía, sin cambio en la sustancia del pan y el vino.
El Orden Sagrado no existe tampoco para los protestantes.
La Iglesia Católica no se considera con potestad para establecer Sacramentos, y sólo admite como tales aquellos que según la Escritura y/o la Tradición han sido instituidos por Nuestro Señor Jesucristo.
Saludos cordiales.
tu ecuación representa parcialmente lo que un ateo piensa que el todo es igual a la nada. Basta recordar una de sus premisas fundamentales
«El Universo surgió de la nada y puede volver a suceder»
Así que la ecuación a la que haces referencia escrita de manera mas completa sería:
0 =Materia+ Energía+ Vida+ Conciencia+ Gracia+ Libre albedrío + .....
Puedes creer en Dios; si existe, entonces irás al cielo.(+infinito)
Puedes creer en Dios; si no existe, entonces no ganarás nada.(0)
Puedes no creer en Dios; si no existe, entonces tampoco ganarás nada.(0)
Puedes no creer en Dios; si existe, entonces irás al infierno.(-infinito)
Como puedes ver resulta mucho más ventajoso creer, donde puedes recibir una bonificación de entre 0 e infinito mientras que no creer te da lo contrario. Por lo que lo mejor para usted será sin lugar a dudas convertirse.
Santiago, 2:24
Por cierto, santo Tomás de Aquino no niega la necesidad de las obras en esa cita que trae. Vuelvo a ponerle una parte de este artículo:
1.Todo pecado, por el hecho de que entraña el desorden de la insumisión del alma a Dios, puede considerarse como una injusticia contraria a la justicia de que venimos hablando, según aquello de Jn 3,4: Todo el que comete pecado comete también injusticia, y el pecado es injusticia. De aquí que la remisión de cualquier pecado recibe el nombre de justificación.
2. La fe y la caridad implican una orientación especial de la mente humana a Dios según la inteligencia o según el afecto. Mas la justicia expresa de manera general la rectitud del orden en todos sus aspectos. Por eso la transformación de que hablamos recibe su nombre de la justicia más bien que de la fe o de la caridad.
3. La vocación hace referencia al auxilio por el que Dios mueve interiormente el alma y la estimula para que abandone el pecado. Pero esta moción no es la remisión misma del pecado, sino su causa.
Suerte justificando las herejías de un hombre que dijo la famosa frase:"peca, peca fuerte, pero ten la fe más fuerte."
Los herejes dicen que ir a confesarse o comulgar son "obras" que uno "suma" a la justificación. El problema es que entonces el mero acto de creer también es una "obra" que uno "suma" a la justificación.
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No entiendo lo de "por infusión solamente", pues ciertamente no puede querer decir que la justificación es por infusión de la gracia divina sin cooperación del libre albedrío del hombre.
En lo del acto de fe entiendo que acierta. El que cree es el hombre, por tanto, es un acto suyo, y de su libre albedrío. No se ve entonces porqué no llamarlo una "obra".
En realidad, los protestantes dicen que la fe es algo puramente pasivo por parte del hombre, que Dios obra en él. Pero eso va contra la naturaleza misma de la fe, que, como hemos dicho, es un acto del hombre. Es el hombre el que cree, no Dios.
Saludos cordiales.
La doctrina católica (coincidente con la protestante en este punto) establece que la justificación es una gracia, un don sobrenatural que no puede obtenerse por las solas fuerzas humanas.
A partir de aquí comienzan los matices y las diferencias. El hombre, antes de estar justificado, lo único que puede hacer es prepararse y disponerse para recibirla. Es decir, el hombre -como dije arriba- no es un robot sino que tiene albedrío, y puede y debe disponerse a recibirla.
Y una vez que el hombre recibe la gracia de la justificación, y puesto que la verdadera fe opera por la caridad, sus buenas obras -que son necesarias (y en ese sentido hay que entender lo que dice la carta de Santiago)- son realmente meritorias, es decir, le dan al hombre un derecho a la recompensa de Dios por ellas.
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Es cierto, pero hay que agregar que la preparación misma a la justificación por parte del hombre es fruto de la gracia de Dios, como dicen el Canon III de Trento que cité en la respuesta a uno de los primeros comentarios.
Es decir, es el libre albedrío del hombre, precisamente, el que necesita de la gracia de Dios para poder disponerse a la justificación.
Saludos cordiales.
Decir con el protestantismo que en la fe el hombre es puramente pasivo, es decir que toda la actividad, en la fe, es de Dios, y de ahí a decir que la fe es un acto de Dios y no del hombre, no se ve qué distancia hay, con lo cual termina siendo Dios el que cree, y no el hombre, lo que es obviamente absurdo.
Saludos cordiales.
Al final, con toda la palabrería de la baja escolástica decadente (“los géneros y especies que platican los lógicos”, como dice Kempis), utilizando torticeramente, eso sí, la sublime, aunque medieval, doctrina de Santo Tomas, lo que la institución eclesiástica (y los que lo apoyan) siempre ha pretendido es justificarse a sí misma (patente de corso) y justificar el sometimiento de las conciencias del Pueblo de Dios a su particular e institucionalista arbitrio, sin más límite que su propia auto limitación inexistente.
Y así se han producido y justificado (hasta ahora) los mayores desmanes por parte de la institución eclesiástica, desmanes contra los que Lutero se levantó, y mientras Lutero ponía la Biblia sobre la mesa, Carlos V ponía la espada y la institución eclesiástica ponía el anatema (eso se llama “espíritu de diálogo”: “No he venido aquí a dialogar sino a que te retractes, repetía hasta la saciedad el cardenal Cayetano en su entrevista con Lutero) y durante más de 1500 años.
Y no había hasta ahora recursos intelectuales y espirituales que rompieran esa maraña conceptual que ha aprisionado y asfixiado las conciencias de media humanidad durante siglos... hasta por fin! ahora.
Y hablando de “justificación”, lo que no se va a poder justificar son los actos y prácticas cometidos por la institución eclesiástica a lo largo de estos mas de 1500 años, de los que tendrá que pagar el precio histórico inexorablemente.
Y estamos sólo en el comienzo...
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Hablando de espíritu de diálogo, sus comentarios no son ciertamente un ejemplo del mismo, porque no hace más que afirmar sin dar argumentos que se puedan debatir, y no atiende a los argumentos con que se le responde, más bien ahora ha abandonado totalmente el tema de la justificación, con el que había comenzado.
Los géneros y las especies no son propios de la escolástica decadente, sino que proceden de Aristóteles y hallan amplia acogida en el ciertamente sublime Santo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, siglo de oro de la Escolástica medieval.
Lutero, como católico que era o decía ser en ese momento, no tenía que poner simplemente la Biblia sobre la mesa, sino argumentar desde la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, y si no lo hacía, él sabía muy bien que se colocaba fuera de la Iglesia, cosa que a un católico nunca es lícita, y por eso el Card. Cayetano le recordaba simplemente su deber de permanecer en la Iglesia.
Por supuesto que si Lutero quería se iba de la Iglesia, como efectivamente hizo, pero no tiene sentido que quisiese dialogar con la Iglesia sobre la base de la "sola Escritura", que la Iglesia no acepta.
En cuanto al Emperador, era el Emperador católico de un reino católico desde hacía siglos, así que su deber era proteger la fe católica en sus dominios. Lo mismo hicieron los príncipes protestantes luego de que la dieta de Ausburgo decretó que cada uno siguiese la religión de su príncipe.
De todos modos no le faltaron a Lutero ni a sus seguidores interlocutores católicos, empezando por Eck, que dejó en claro, en discusión con el mismo Lutero, que éste ya no creía en la autoridad doctrinal de la Iglesia Católica. Y siguiendo por una pléyade de talentos católicos, entre los que descuellan Bellarmino, Bossuet, Newman y tantos otros.
Saludos cordiales.
"Si alguno dijere que los hombres se justifican o con sola la imputación de la justicia de Jesucristo, o con solo el perdón de los pecados, excluida la gracia y caridad que se difunde en sus corazones, y queda inherente en ellos por el Espíritu Santo; o también que la gracia que nos justifica, no es otra cosa que el favor de Dios; sea excomulgado."
Aquí está el quicio de la cuestión y la diferencia insalvable.
Los herejes hablan de justificación por sola imputación, dado que entienden la gracia como mera aceptación o favor de Dios, y el favor de Dios no puede infundirse.
Estoy de acuerdo en que los herejes entienden por "fe" algo que carece de sentido. Salvo que entiendan por "fe" lo que nosotros entendemos por "infusión de gracia", pero en ese caso la disputa se debe a una cuestión de meras palabras y su mantenimiento a una obcecación diabólica, que es lo que yo creía hasta que leí a Pascal decir que toda la Reforma se reduce a la negativa a confesar los pecados a otro hombre. Y creo que es así, y que no hay más, y que el resto es palabrería por parte de los herejes.
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Bien, pero ahí no habla de la "sola" infusión de la gracia ni se deduce de ello. Y es que no puede ser, porque la gracia conlleva su libre aceptación por parte del hombre.
No creo que se trate de meras palabras, al menos en este punto preciso: que para ellos la justificación como tal no implica ni transformación interior del hombre ni cooperación del libre albedrío. Es muy posible que en muchas otras cosas sí se trate de meras palabras, y estoy releyendo actualmente la "Historia de las variaciones de las iglesias protestantes" de Bossuet, donde efectivamente queda claro que muchas de las cosas que dijeron en contra de la Iglesia Católica eran más bien excusas para mantener la separación, pues, o lo que rechazaban no era verdadera doctrina católica, o eran cosas que finalmente ellos también admitían.
Obvio que esto de dice al menos de los principales dirigentes del protestantismo, que eran los que estaban en condiciones de saber mejor que los demás cuál es la verdadera doctrina católica.
Saludos cordiales.
Sí, yo creo que el protestantismo al final se disuelve en panteísmo, no hay más.
Lo que pasa es que con los herejes sucede algo muy peculiar y que es efecto de la gracia del Bautismo: que los herejes son mejores que sus teorías.
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Baste ver la gran cantidad de notables convertidos del protestantismo al catolicismo, que sólo en la fe católica pudieron desplegar plenamente todos los dones que Dios les había dado. Hace poco estuve leyendo "Del protestantismo a la Iglesia" del P. Bouyer, sacerdote oratoriano que había sido pastor protestante, gran teólogo y gran conocedor del protestantismo. Pensemos también en el Card. Newman, y tantísimos otros.
En cuanto al panteísmo, es notable en efecto cómo los extremos se tocan, pues el protestantismo comienza alejando a Dios lo más que puede del hombre, pero tanto, que al final el hombre, tan separado de la Fuente de su ser, queda efectivamente convertido en nada, y Dios en todo, y eso lleva lógicamente al menos a identificar finalmente a Dios con el hombre.
Saludos cordiales.
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Exactamente. Y esa gracia de Dios mueve el libre albedrío del hombre para que coopere con esa misma justificación.
Saludos cordiales.
''Y una vez que el hombre recibe la gracia de la justificación, y puesto que la verdadera fe opera por la caridad, sus buenas obras -que son necesarias (y en ese sentido hay que entender lo que dice la carta de Santiago)- son realmente meritorias, es decir, le dan al hombre un derecho a la recompensa de Dios por ellas.''
Con esto me parece que estás dando a entender que las obras son necesarias para la salvación. No entiendo cómo esto puede ser consistente con la frase de Martín Lutero:''peca, peca fuerte, pero ten la fe más fuerte''
Cabe destacar que Lutero calificó la epístola de Santiago como una "epístola de paja" y puso en duda su canonicidad por decir que la fe sin obras está muerta.
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Lo que yo no entiendo es porqué Ud. parte de la base de que Luis López es luterano o algo así, cuando es claro, para mí al menos, que ha escrito para criticar al protestantismo.
Saludos cordiales.
Cuando digo "sola infusión" no opongo la infusión a la cooperación, sino a la imputación.
En la justificación no hay lugar para la imputación.
Lo curioso es que la imputación sí tiene lugar en otro campo: las indulgencias. Es curioso hasta qué punto toda la herejía protestante gira en torno a las indulgencias, aspecto menor de la Fe católica: niegan las indulgencias pero a su vez hacen del principio rector de las mismas, la imputación, el núcleo de su sistema y de su "salvación".
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Hay un Salmo que dice "Dichoso el hombre a quien Dios no imputa su pecado".
Por tanto, más que decir que en la infusión de la gracia no hay lugar a la imputación, hay que impugnar, me parece, la forma nominalista de entender la no imputación divina, como si fuese igual a la humana.
Es decir, la Palabra de Dios es creadora. "Fiat lux", dijo Dios, y hubo luz. Por tanto, si Dios declara justo al hombre, lo hace realmente justo, y si no le imputa su pecado, es porque se lo borra con la infusión de su gracia.
Algo de eso mismo dice Santo Tomás en los textos arriba citados. A la objeción que dice que:
"2. La remisión de la culpa consiste simplemente en que Dios no nos imputa nuestro pecado, según las palabras de Sal 31,2: Dichoso el hombre a quien Dios no imputa su pecado. Pero la infusión de la gracia, como ya vimos, induce además algo positivo en el alma. Luego la infusión de la gracia no se requiere para la remisión de la culpa."
él responde:
"2. Puesto que el amor de Dios no consiste solamente en un acto de la voluntad divina, sino que produce además un efecto de gracia, según ya vimos, también el hecho de que Dios no impute el pecado al hombre produce en éste un efecto especial. Porque si Dios no imputa a alguien su pecado, esto se debe al amor que le tiene."
Saludos cordiales.
"3. En esta una y única Iglesia de Dios, ya desde los primeros tiempos, se efectuaron algunas escisiones que el Apóstol condena con severidad, pero en tiempos sucesivos surgieron discrepancias mayores, separándose de la plena comunión de la Iglesia no pocas comunidades, a veces no sin responsabilidad de ambas partes. pero los que ahora nacen y se nutren de la fe de Jesucristo dentro de esas comunidades no pueden ser tenidos como responsables del pecado de la separación, y la Iglesia católica los abraza con fraterno respeto y amor; puesto que quienes creen en Cristo y recibieron el bautismo debidamente, quedan constituidos en alguna comunión, aunque no sea perfecta, con la Iglesia católica.
Efectivamente, por causa de las varias discrepancias existentes entre ellos y la Iglesia católica, ya en cuanto a la doctrina, y a veces también en cuanto a la disciplina, ya en lo relativo a la estructura de la Iglesia, se interponen a la plena comunión eclesiástica no pocos obstáculos, a veces muy graves, que el movimiento ecumenista trata de superar. Sin embargo, justificados por la fe en el bautismo, quedan incorporados a Cristo y, por tanto, reciben el nombre de cristianos con todo derecho y justamente son reconocidos como hermanos en el Señor por los hijos de la Iglesia católica.
Es más: de entre el conjunto de elementos o bienes con que la Iglesia se edifica y vive, algunos, o mejor, muchísimos y muy importantes pueden encontrarse fuera del recinto visible de la Iglesia católica: la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, y algunos dones interiores del Espíritu Santo y elementos visibles; todo esto, que proviene de Cristo y a El conduce, pertenece por derecho a la única Iglesia de Cristo.
Los hermanos separados practican no pocos actos de culto de la religión cristiana, los cuales, de varias formas, según la diversa condición de cada Iglesia o comunidad, pueden, sin duda alguna, producir la vida de la gracia, y hay que confesar que son aptos para dejar abierto el acceso a la comunión de la salvación.
Por consiguiente, aunque creamos que las Iglesias y comunidades separadas tienen sus defectos, no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la Iglesia.
Los hermanos separados, sin embargo, ya particularmente, ya sus comunidades y sus iglesias, no gozan de aquella unidad que Cristo quiso dar a los que regeneró y vivificó en un cuerpo y en una vida nueva y que manifiestan la Sagrada Escritura y la Tradición venerable de la Iglesia. Solamente por medio de la Iglesia católica de Cristo, que es auxilio general de la salvación, puede conseguirse la plenitud total de los medios salvíficos. Creemos que el Señor entregó todos los bienes de la Nueva Alianza a un solo colegio apostólico, a saber, el que preside Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra, al que tienen que incorporarse totalmente todos los que de alguna manera pertenecen ya al Pueblo de Dios. Pueblo que durante su peregrinación por la tierra, aunque permanezca sujeto al pecado, crece en Cristo y es conducido suavemente por Dios, según sus inescrutables designios, hasta que arribe gozoso a la total plenitud de la gloria eterna en la Jerusalén celestial."
Saludos cordiales.
No sé si tengo sentido común o no, pero de lo que estoy absolutamente seguro es que tengo libre albedrío, que soy responsable de mis actos (sé lo que el bien y el mal, y sé cuándo actúo bien y cuándo actúo mal) y no creo que la razón sea "la puta del demonio" (Lutero), ni que debo pecar para salvarme (otra vez Lutero), ni que Dios predestine al hombre al infierno sin tener en cuenta sus pecados (Calvino).
Estoy con Menéndez y Pelayo, que no se explicaba cómo esas ideas tan absurdas, tan contrarias a la experiencia humana más elemental y tan insultantes para un Dios que es Amor, pudieron triunfar. La única explicación posible es ese magma de iniquidad en que vive el hombre desde Adán. Aún así existen la razón y el albedrío, dañados por el pecado, sí, pero no destruidos. Y por tanto somos responsables de nuestros actos, incluida la posibilidad de rechazar la Gracia que Dios nos da, diga lo que diga Calvino sobre la irresistibilidad de la Gracia.
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Menéndez y Pelayo, y Jaime Balmes, otros dos grandes defensores de la fe católica ante el protestantismo.
Saludos cordiales.
En esta una y única Iglesia de Dios, ya desde los primeros tiempos, se efectuaron algunas escisiones que el Apóstol condena con severidad, pero en tiempos sucesivos surgieron discrepancias mayores, separándose de la plena comunión de la Iglesia no pocas comunidades, a veces no sin responsabilidad de ambas partes. pero los que ahora nacen y se nutren de la fe de Jesucristo dentro de esas comunidades no pueden ser tenidos como responsables del pecado de la separación, y la Iglesia católica los abraza con fraterno respeto y amor; puesto que quienes creen en Cristo y recibieron el bautismo debidamente, quedan constituidos en alguna comunión, aunque no sea perfecta, con la Iglesia católica.A ver, esto que escribo no va contra ti Nestor, que solo te limitaste a transcribir el decreto respectivo, pero ¿es magisterio extraordinario eso? Porque el Concilio de Trento (dogmático) declaró de manera infalible que las doctrinas luteranas (y los que las practicaban) eran anatemas. En la afirmación del Concilio Vaticano II —a mi juicio (puedo estar equivocado)— hay una grave contradicción en sí misma. Cuando afirma:
...
...los que ahora nacen y se nutren de la fe de Jesucristo dentro de esas comunidades no pueden ser tenidos como responsables del pecado de la separación, y la Iglesia católica los abraza con fraterno respeto y amor; puesto que quienes creen en Cristo y recibieron el bautismo debidamente, quedan constituidos en alguna comunión, aunque no sea perfecta, con la Iglesia católica.Supongamos por un momento que no tengan el pecado de la separación (que es discutible, pero dejemos de lado eso por un momento), y está muy bien que la Iglesia quiera abrazarlos, pero eso de que se nutren de la fe de Jesucristo, ¿de que fe está hablando el CVII? Cristo fue muy pero muy claro: "No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" y también "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?". Los protestantes rechazan los Sacramentos, no hacen más que menoscabar e injuriar a la Virgen María, la Iglesia es la "gran ramera", el Papa es "la bestia", levantan y propagan la calumnia de que los católicos somos idólatras, etc., etc. ¿y están en "alguna clase de comunión con la Iglesia? Los protestantes podrán decir que tienen fe, pero no la tienen; en todo caso siguen o tienen una falsa fe. Los protestantes no tienen ninguna comunidad con la Iglesia Católica. Si yo rechazo la autoridad del Papa, ¿estoy en comunidad con la Iglesia o dejo de estar en comunidad? Dejo de estar en comunidad. Mal pueden entonces estar en "alguna clase de comunidad" los protestantes cuando cualquier "católico" (?) sedevacantista pierde TODA comunidad.
Lo que pasa es que ahora estamos en el relativismo, donde parece que toda religión da igual. Ni toda religión da igual, y solo la doctrina católica es la única verdadera; quien sigue otra doctrina pretendidamente cristiana, no recorre un camino de salvación. Decía San Agustín:
El hombre no puede alcanzar la salvación, excepto en la Iglesia Católica. Fuera de la Iglesia todo se puede lograr, pero no la salvación. Puede obtener honor, puede tener sacramentos, puede cantar 'aleluya', responder 'amén', puede guardar el evangelio, la fe y predicar en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, pero en ninguna parte excepto en la Iglesia Católica, encontrará la salvación.Y los protestantes no están en ignorancia invencible.
—Sermo ad Caesarienses Ecclesiam plebem, 6
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Partiendo de la base de que el bautismo de los protestantes es válido (salvo, obviamente, en los casos en que se haya cambiado la forma o la materia del mismo), y que por el bautismo, como enseña Santo Tomás en III, q. 69, a. 4 y a. 6, se comunican la gracia y las virtudes, incluso a los niños, y por tanto, la fe, la esperanza y la caridad, y se incorpora el bautizado a la Iglesia, y partiendo de la base de que los que nacen, por ejemplo, en el protestantismo pueden estar en ignorancia invencible debido a cómo han sido educados y al ambiente general en que han vivido desde niños, se debe pensar que en ese caso no han perdido la fe teologal por herejía formal, y por tanto, son hermanos en la fe, aunque separados, ciertamente, por todo lo que ya sabemos, lo que hace que su comunión con la Iglesia sea ciertamente imperfecta.
Como dice el Catecismo de San Pio X:
"172.- ¿Podría salvarse quien sin culpa se hallase fuera de la Iglesia? - Quién sin culpa, es decir, de buena fe, se hallase fuera de la Iglesia y hubiese recibido el bautismo o, a lo menos, tuviese el deseo implícito de recibirlo y buscase, además, sinceramente la verdad y cumpliese la voluntad de Dios lo mejor que pudiese, este tal, aunque separado del cuerpo de la Iglesia, estaría unido al ALMA de ella y, por consiguiente, en camino de salvación"."
En todo caso, el recurso a la ignorancia invencible no tiene que ver con el relativismo, porque por el contrario, supone que la verdad es objetiva y una sola, mientras que la ignorancia es un factor subjetivo que no cambia lo que las cosas son en sí mismas.
Por otra parte, me parece muy aventurado, por decir lo menos, sostener que los protestantes, universalmente tomados, carecen de ignorancia invencible, cuando son tantas y tan distintas las situaciones personales, sociales, culturales, geográficas e históricas en que puede encontrarse alguien que es "protestante", y cuando la cultura moderna occidental media más bien tiende a formar a las personas desde que nacen en la ignorancia o el rechazo de la fe católica, o mejor ambas cosas juntas.
No me parece extraño que en muchas partes de nuestro mundo actual algún joven no creyente que se encuentra con una comunidad protestante descubre por ese medio a Jesucristo y al cristianismo, y a partir de ahí ve desde esa óptica todo lo que ve de la Iglesia Católica, que por otra parte tampoco tiene porqué ser demasiado.
Saludos cordiales.
Perdone las molestias y Dios le bendiga.
Papa Pío XI, Mortalium animos, # 10, 6 de enero de 1928: "Porque siendo el cuerpo místico de Cristo, esto es, la Iglesia, uno, compacto y conexo, lo mismo que su cuerpo físico, necedad es decir que el cuerpo místico puede constar de miembros divididos y separados; quien, pues, no está unido con él no es miembro suyo, ni está unido con su cabeza, que es Cristo”
Aquí tiene otra cita contra la ignorancia invencible:
Santo Tomás de Aquino, De Veritate, 14, a. 11, ad 1: "...Es característica de la Divina Providencia proporcionar a cada hombre lo necesario para la salvación, siempre que de su parte no haya ningún obstáculo. En el caso de un hombre que busca el bien y se aparta del mal por la guía de la razón natural, Dios o le revelará a través de la inspiración interior lo que ha de creer, o le enviará algún predicador de la fe…"
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Normalmente un católico revisa sus notas antes de decir que lo que la Iglesia propone en un Catecismo es herejía, porque la inmensa probabilidad, digamos, es que el equivocado sea él, no la Iglesia.
Pio XI está diciendo ahí que no se puede ser miembro del Cuerpo místico estando separado de él, pero no está diciendo que quien está unido solamente al alma de ese cuerpo esté totalmente separado de él. Más allá de lo adecuada o no que sea esa distinción entre el alma y el cuerpo de la Iglesia, que hoy día más bien sería distinción entre la pertenencia visible y la invisible a la Iglesia, y así como la pertenencia al Cuerpo de Cristo no puede ser solamente visible, sino, ante todo incluso, espiritual, así también la separación total de ese Cuerpo no puede ser solamente visible, sino que ha de ser también espiritual.
Además, Pio XI está hablando ahí de la unidad de la Iglesia, de la imposibilidad de que la Iglesia entre en diálogo en plano de igualdad con las otras comunidades cristianas, y sobre todo, de la imposibilidad de que la unidad de la Iglesia sea compatible con las discrepancias dogmáticas. O sea, está hablando siempre de la plena comunión con la Iglesia, de la pertenencia también visible a la misma, que no es el tema al hablar de los que están en ignorancia invencible.
Saludos cordiales.
Sí, pero pareces olvidar que la imputación de los herejes es no solamente no-imputación.
El dios de los herejes funciona de tal modo que no-imputa el pecado a un pecador porque se lo sí-imputa a un justo, que es su Verbo encarnado, que sí-imputado con el pecado de los elegidos sufre la condenación del infierno en la cruz.
Lutero y Calvino concuerdan hasta aquí. El problema es que esta doble imputación pone el contador del pecador en =0. El pecador estaba en -1 por el pecado, y esta imputación le ha puesto a =0. Pero esto NO basta para salvarse. Tiene que haber una tercera imputación, que es la de la obediencia activa de Cristo que le es imputada al pecador. Es este punto los herejes discrepan un tanto.
El dios de los herejes hace lo que dice el refrán: "desvestir un santo para vestir a otro".
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Sé como entienden los protestantes la imputación, lo que digo es que la entienden mal, y que nosotros no tenemos que entenderla mal con ellos, sino al contrario, debemos mostrar cómo se entiende bien, porque la Palabra de Dios, como dice la Carta a los Hebreos, es viva y eficaz, y produce lo que declara.
Saludos cordiales.
busca R.C. Sproul Faith Alone (part 2) que èl explica bien qué entienden los herejes por justificación.
El Amor intra-Trinitario ha desaparecido del horizonte de la justificación de los herejes y en su lugar han puesto la IRA con la que el Padre castiga al Hijo.
Además, el Bautismo, que para Lutero justifica, tambièn ha desaparecido del mapa.
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Como dije, sé cuál es, en lo esencial, la doctrina protestante de la justificación, y que incluye un concepto nominalista de la "imputación" que no es bíblico.
Saludos cordiales.
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Gracias y saludos cordiales.
Por supuesto que Dios puede salvar a cualquiera porque solo Él sabe lo que hay en el corazón de cada persona y Cristo mismo dijo que al que mucho ama mucho se le perdonará. Así que nadie puede afirmar que alguien por el hecho de ser protestante se condena irremisiblemente. Pero si se puede afirmar que aumenta sus chances de hacerlo. El protestante que de corazón busca la verdad, termina en el catolicismo. No hay buena fe sin previa búsqueda de la verdad. Citas el Catecismo de San Pío X (un gran resumen verdaderamente de la fe cristiana). Ahora fíjate lo que dice el Catecismo de Juan Pablo II (cito solo la parte pertinente):
846...Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella» (LG 14).Para estar en ignorancia invencible no hay que conocer a Cristo "y" a su Iglesia. La conjunción copulativa utilizada en el art. 847 es "y". No hay que conocer ni a Cristo ni a la Iglesia. Solo en ese caso no se aplica el art. 846 (que utiliza el potencial "no podrían", a diferencia de lo que por ejemplo decía San Agustín y otros padres de la Iglesia). Los protestantes afirman que conocen a Cristo, por lo tanto, el art. 847 no le es aplicable a ellos. Y el que busca la verdad, el que obra de buena fe, necesariamente concluye que Jesucristo fundó la Iglesia Católica y que ésta es necesaria para la salvación. El protestante que se queda con lo que le dice su "pastor" y rechaza a Pedro (cuando el propio Evangelio dice en Juan 21:15-17 que Cristo instituyó como pastor a Pedro), que interpreta la Biblia por propia cuenta cuando la propia Biblia se lo prohibe, que afirma que las obras no son necesarias para la salvación ("peca y peca fuertemente") no obra de buena fe. De ahí a que se condene, no lo sé, nadie es Dios para saberlo, pero sí se que está en el mal camino y decirle que se quede donde está, que no pasa nada (como dicen muchos sacerdotes ahora, que no es necesario convertirse al catolicismo) es una falta de caridad enorme.
847 Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:
«Los que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. (LG 16; cf DS 3866-3872).
Nestor, en este tema estoy con lo que dijo el profesor Llera:
infocatolica.com/blog/gobiendes.php/2001231222-diferencias-religiosas-ecumen#more39043
infocatolica.com/blog/gobiendes.php/1911110830-ison-iguales-todas-las-religi
¿Está en comunión aunque sea imperfecta quien está excomulgado? NO. Supongo que conoces el caso de esos tres eremitas escoceses que desconocieron a Francisco y fueron excomulgados (en realidad se auto-excomulgaron al desconocer al Papa). Si los protestantes, que desconocen al Papa, tienen a lo menos una comunión imperfecta —como afirma la "nueva" doctrina— con la Iglesia Católica, entonces esos eremitas también la siguen teniendo. Ni lo uno ni lo otro. Ni la tienen los eremitas, ni la tienen los protestantes. Y más todavía, un católico, que se encuentra en estado de pecado mortal y pierde así el estado de gracia santificante, pierde la comunión con la Iglesia (por más católico que se diga) y se pone en camino de condenación. Pero ahora resulta que un protestante no pierde la comunión (comunión que por otra parte el se niega a tenerla, que la rechaza). Es un caso análogo al de la comunión a los protestantes; ahora resulta que pueden comulgar sin estar en estado de gracia, sin creer en la presencia real del Señor en la Eucaristía pero un católico no puede hacerlo. Por eso pregunté si esa declaración que afirma que hay una comunión imperfecta por parte de los separados es magisterio extraordinario, porque no creo que lo sea. Que yo sepa, Trento no ha sido abrogado y Trento condenó infaliblemente (las fulminó con anatemas) a las doctrinas y a la práctica de las doctrinas luteranas. Representa una gran incógnita para mi como pueden estar en comunión con la Iglesia aquellos que siguen una doctrina condenada por la propia Iglesia. Si estás contra mi no estás conmigo. Mejor quedemos con lo dijo San Vicente de Lerins en su Conmonitorio.
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No veo tampoco cómo asegurar que los protestantes no buscan la verdad. Además, aún si todo el que busca la verdad, la encuentra, eso no quiere decir que la encuentre apenas comenzó a buscarla. ¿Y es absolutamente imposible que alguien que busca sinceramente la verdad se muera antes de encontrarla? Porque tampoco necesariamente esa persona debería condenarse, precisamente si ha muerto en ignorancia invencible. ¿Es dogma de fe que las personas no pueden morir en ignorancia invencible? No me parece.
El n. 847 no se aplica a los protestantes, porque ahí se está hablando, claramente, de la posibilidad de salvación de los no cristianos (judíos, musulmanes, budistas, etc.). Esos son los que no conocen ni a Cristo ni a la Iglesia.
El n. 846 tampoco se aplica necesariamente a todos los protestantes, pues pueden conocer a Cristo pero no a la Iglesia, por ignorancia invencible, justamente. Por el contrario, suena muy raro eso de que la gran mayoría, digamos, de los protestantes actualmente existentes saben que la Iglesia Católica ha sido fundada por Jesucristo, más bien lo que parece más probable es que no lo sepan.
Se podría decir que no lo saben por su culpa, o sea, que su ignorancia es vencible, pero esa es justamente la cuestión, y además, de todos modos no viene a cuento con ellos, entonces, el n. 846.
Por la misma razón, para estar excomulgado hay que no estar en ignorancia invencible respecto de ese pecado particular. No hay excomunión por herejía material, sino por herejía formal, y la herejía formal incluye la "pertinacia", o sea, saber que lo que se pone en duda o rechaza es enseñado por la Iglesia como dogma de fe, y a fortiori, entonces, saber que la Iglesia tiene autoridad recibida de Dios para enseñar lo que es dogma de fe, que es justamente lo que es lógico asumir que no sabe la gran mayoría de los protestantes actuales.
El católico en pecado mortal no está excomulgado ni separado de la comunión con la Iglesia, salvo que su pecado haya sido contra la fe: herejía (formal, se entiende), apostasía o cisma.
Precisamente, en todos los anatemas que la Iglesia lanza contra los que profesan herejías, se presupone que se habla de la herejía formal, y por lo mismo se deja fuera el caso de la ignorancia invencible.
Saludos cordiales.
"Pio XI está diciendo ahí que no se puede ser miembro del Cuerpo místico estando separado de él, pero no está diciendo que quien está unido solamente al alma de ese cuerpo esté totalmente separado de él. "
Por supuesto que lo está diciendo; como ya se ha demostrado, la Iglesia católica es un cuerpo místico. Los que no forman parte del cuerpo no son parte en absoluto, lo dice el propio Pío XI en la última frase:" quien, pues, no está unido con él no es miembro suyo, ni está unido con su cabeza, que es Cristo”
Si a esto le sumamos la cita a Santo Tomás de Aquino está bastante claro que la ignorancia invencible no justifica a nadie.
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Como dije, Pio XI está hablando ahí ante todo de la imposibilidad de una unión "pancristiana" en la que todos los cristianos, católicos o no, formasen una única Iglesia visible.
Además, si hubiese estado en la mente de Pio XI condenar por hereje a San Pio X, debería haberlo aclarado ahí mismo. Es evidente que algo así no se le pasó a nadie por la cabeza en esos momentos.
Y lo que dice San Pio X en su Catecismo no es una frase de pasada, se trata de establecer la doctrina católica para la Iglesia universal.
Las frases de los Papas en las Encíclicas se deben interpretar siempre en armonía con la doctrina católica expuesta por esos mismos Papas o por otros Papas o Concilios Ecuménicos.
Y además, tenemos los textos ya citados del Catecismo, que a su vez cita al Concilio Vaticano II:
"818 Los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales rupturas "y son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de la separación y la Iglesia católica los abraza con respeto y amor fraternos [...] justificados por la fe en el Bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con razón por los hijos de la Iglesia católica como hermanos en el Señor" (UR 3)."
Ahora bien, como efectivamente estas personas sostienen doctrinas heréticas, que han sido condenadas por la Iglesia, hay que concluir que están en ignorancia invencible respecto de lo herético de esas mismas doctrinas, pues de lo contrario incurrirían en el anatema y no se podría decir de ellas que están justificados por la fe en el Bautismo, que se han incorporado a Cristo, que con todo derecho se honran con el nombre de cristianos, y que son reconocidos con razón por los hijos de la Iglesia católica como hermanos en el Señor.
Sobre la ignorancia invencible dice Santo Tomás en Ia IIae, q. 19, a. 6:
"Igual que la cuestión anterior es la misma que la pregunta sobre si la conciencia errónea vincula, ésta es la misma que la pregunta sobre si la conciencia errónea disculpa. Ahora bien, esta cuestión depende de lo que ya se dijo de la ignorancia, pues se dijo (q.6 a.8) que la ignorancia causa involuntario unas veces y otras no. Y porque el bien y el mal moral se dan en un acto en cuanto que es voluntario, como se desprende de lo dicho (q.2), es claro que la ignorancia que causa involuntario, quita la razón de bien o de mal moral; pero no la que no causa involuntario. También se dijo (q.6 a.8) que la ignorancia que es de algún modo querida, sea directa sea indirectamente, no causa involuntario. Y llamo ignorancia directamente voluntaria a aquella a la que se dirige un acto de la voluntad, e indirectamente, por negligencia, porque uno no quiere saber lo que está obligado a saber, como ya se dijo (q.6 a.8)."
O sea, que hay una ignorancia que causa involuntario, y por lo mismo, quita la razón de bien o de mal a lo que se hace.
Saludos cordiales.
Y en tren de cometer un error, prefiero cometerlo diciendo y sosteniendo la postura radical que la Iglesia mantuvo durante quince siglos. Porque:
1. Si yo me equivoco al decirle a alguien que "fuera de la Iglesia no hay salvación" y ese alguien, "por mi equivocación" se convierte al catolicismo, ¿qué pecado me puede imputar Dios?¿en qué perjudiqué a mi prójimo? En nada. Todo lo contrario, lo habré beneficiado.
2. Si yo me equivoco al decirle a alguien, que "fuera de la Iglesia puede haber salvación" y que no es necesario que se convierta, por mi equivocación esa persona puede perder su alma. Y yo la mía por aconsejarlo mal.
De modo que en tren de errar, prefiero error por lo primero. Y eso de que los que originaron la herejía, los que causaron la separación son culpables pero no los que se han educado y criado en ella, no es así. Porque ya lo dijo el Señor: "si un ciego guía a otro ciego, AMBOS caerán en el hoyo". "AMBOS", dijo el Señor. Y eso que el seguidor era "ciego", pero aún así Cristo no le quitó responsabilidad. "AMBOS" caerán en el hoyo.
Así que me quedo con lo que decían San Ignacio de Antioquía, San Ireneo de Lyon, San Cipriano de Cártago, San Agustín, Inocencio III, el Cuarto Concilio Lateranense, Santo Tomás de Aquino, Bonifacio VIII, y muchos más. Y para terminar, la declaración solemne de Bonifacio VIII en su Bula "Unam Sanctam":
“Por consiguiente, declaramos, afirmamos, definimos y pronunciamos que el someterse al Romano Pontífice es a toda creatura humana absolutamente necesario para la salvación.”No tiene pues, ninguna comunión —ni siquiera imperfecta— quien no reconoce al Vicario de Cristo, excepto que nunca haya oído de Cristo, de su Evangelio y por consiguiente, de su Iglesia (el caso de los aborígenes del continente americano previo a 1492 como ya cité). No me importa lo que diga la Iglesia ahora; prefiero estar con lo que la Iglesia dijo antes y equivocarme en la companía de todos los que cité anteriormente (Concilios y Papas incluidos). Porque estamos en tiempos oscuros, en los tiempos en que Dios ha permitido la aparición de un poder seductor para que la mentira sea creída (2 Tes 2:11). Y por eso me apego a las palabras de San Vicente de Lerins:
«Y si algún contagio nuevo se esfuerza en envenenar, no ya una pequeña parte de la Iglesia, sino toda la Iglesia entera a la vez incluso, entonces su gran cuidado será apegarse a la antigüedad, que evidentemente no puede ya ser seducida por ninguna mentirosa novedad».
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Desde el momento en que negamos la autoridad doctrinal de la Iglesia en un punto, ya no podemos afirmarla coherentemente en ningún otro punto. Si seguimos aceptando algo que la Iglesia enseña, ya no lo hacemos por la autoridad de la Iglesia, sino por nuestro propio juicio. Y eso no es fe católica.
Por tanto, antes de ver las consecuencias que puedan seguirse o no de negar en un punto la autoridad doctrinal de la Iglesia, hay que ver que esa acción en sí misma es intrínsecamente mala y es ya de por sí un pecado contra la fe.
Con ese criterio, la obediencia o no al Magisterio de la Iglesia dependería para cada individuo del punto en que pusiese o no pusiese la ruptura de la Iglesia con la tradición que viene de los Apóstoles, con lo cual todo quedaría sujeto de nuevo al examen individual, como en el protestantismo.
Pero es que el mismo aceptar la posibilidad de una ruptura así va contra la fe católica.
Según la fe católica, la Iglesia es indefectible, y eso incluye que no puede enseñar en su Magisterio infalible nada que sea contrario a la verdad de la fe, de modo que hasta el fin de los tiempos va a seguir enseñando lo que Cristo nos trasmitió mediante los Apóstoles.
Dejar de creer esa verdad de fe es dejar de creer en toda la fe católica, y por tanto, dejar de creer también en todo lo que la Iglesia ha enseñado desde el día de Pentecostés en adelante.
En efecto, como la verdad de fe se basa en la Revelación divina, no tiene sentido creer en unas verdades de fe y no creer en otras, porque no se puede a la vez dar fe y no dar fe a la Revelación divina.
Por eso enseña Santo Tomás de Aquino que negar un artículo de fe es negarlos todos.
Y por eso no tiene sentido, católicamente hablando, aceptar el Magisterio antiguo pero no el posterior.
Porque eso equivale a negar la indefectibilidad de la Iglesia, que es una verdad de fe, y con una verdad de fe negada, quedan negadas todas las demás, también las que fueron objeto del Magisterio en la antigüedad.
En efecto, como digo en la respuesta a otro comentario, el Papa Alejandro VIII condenó entre otras cosas la siguiente tesis de los jansenistas:
"Aunque se dé ignorancia invencible del derecho natural, ésta, en el estado de naturaleza caída, no excusa por sí misma al que obra de pecado formal".
Y también San Pio V condenó el siguiente error de Bayo:
"La infidelidad puramente negativa, en aquellos entre quienes Cristo no ha sido predicado, es pecado."
Sostener que esta condenación es herética es negar la indefectibilidad de la Iglesia.
El pecado que Dios puede imputar en ese caso es precisamente el de herejía, que es la pertinaz negación o puesta en duda de una verdad revelada por Dios y propuesta como tal por la Iglesia para ser creída.
Por tanto, o se acepta el Magisterio de la Iglesia sin más, antiguo o no antiguo, o se lo rechaza, sin más, antiguo o no antiguo.
Por eso la forma católica de aferrarse a la antigüedad es aferrándose igualmente al Magisterio actual de la Iglesia Católica. Sin esto último, a lo sumo se habría logrado dar a luz una nueva forma de protestantismo, esta vez basado no en la sola Escritura, sino en la Escritura más los documentos del Magisterio antiguo de la Iglesia.
Pero en ambos casos el intérprete y la autoridad final es el creyente individual, no la Iglesia.
En su misma cita del Papa Bonifacio VIII ud. ha debido introducir una interpretación, porque tomándola al pie de la letra resulta que tampoco se salvaban los indígenas pre-colombinos, que obviamente no estaban sometidos al Romano Pontífice.
Por tanto, si Ud. puede interpretar las definiciones del Magisterio más allá de lo que dice su tenor literal, con mucha más razón puede hacerlo la Iglesia Católica.
Saludos cordiales.
1. Pío XI hablaba en esa parte de encíclica de la imposibilidad de formar parte del cuerpo místico de Cristo(la Iglesia) de una forma que no sea estar dentro de ella directamente. Esto iba dirigido de forma directa a protestantes, pero indirectamente implica a todos.
2. Si Pío XI no condenó de hereje a San Pío X fue porque no sabemos quién hizo ese catecismo, aunque se lo hayan atribuido a él, de manera que habría sido muy imprudente hacerlo.
3. La Biblia rechaza totalmente la justificación por ignorancia invencible:"Y si todavía nuestro Evangelio está velado, lo está para los que se pierden, para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean brillar el resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios."
II Corintios, 4:3,4.
4. Su cita a santo Tomás solo dice que la ignorancia invencible quita a la persona de la responsabilidad moral de sus actos, él mismo recoje en mi cita que a los que están en ese estado recibirán una inspiración interior de Dios o Éste les mandará un evangelizador. Además, la declaración de santo Tomás es errónea:"En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables;"Romanos, 1:18,20
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De todos modos la Iglesia debería haber condenado como héretico, según lo que Ud. dice, el Catecismo de San Pio X, cosa que evidentemente no ha hecho. Si la Iglesia no lo ha hecho, que Ud. lo haga es un atrevimiento sumo, por decir lo menos.
La pertenencia puramente espiritual a la Iglesia, además, está enseñada precisamente en el numeral anterior de ese mismo Catecismo:
"171.- ¿Cómo, pues, se salvaron los antiguos Patriarcas y Profetas y todos los otros justos del Antiguo Testamento? - Todos los justos del Antiguo Testamento se salvaron en virtud de la fe que tenían en Cristo futuro, mediante la cual ya pertenecían espiritualmente a esta Iglesia."
Sin embargo, no formaban parte visiblemente del Cuerpo de Cristo. Parece que hay que decir que formaban parte de él, pues dice que formaban parte de la Iglesia, y que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, pero no visiblemente, sino "espiritualmente", y por tanto, en forma invisible. Porque la organización visible a la que pertenecían no era la de la Iglesia, sino la de la religión de Israel.
En cuanto a su cita de San Pablo, la frase que Ud. pone: "justificación por ignorancia invencible", es una frase ambigua. Nadie que yo sepa sostiene que la ignorancia invencible justifica, lo que decimos es que la ignorancia invencible excusa de pecado y de ese modo permite que la gracia, que no es compatible con el pecado, justifique a la persona.
Por otra parte, es claro que San Pablo en ese texto habla de la incredulidad, y la incredulidad es un pecado. Pero no puede haber pecado cuando se actúa de buena fe, o sea, cuando no se tiene conciencia de hacer algo malo, y tampoco se es responsable de no tenerla.
Además, el católico no interpreta la Escritura en contra de las enseñanzas de la misma Iglesia Católica. En el Catecismo leemos:
"1735 La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales."
Es lo que dice Santo Tomás en el texto por mí citado, hablando de la ignorancia.
En cuanto al texto de la Carta a los Romanos, se aplica en todo caso a la existencia y principales atributos de Dios, no a la misión divina de Jesucristo ni a la institución divina de la Iglesia Católica.
Saludos cordiales.
Papa Paulo III, Concilio de Trento, sesión 6 sobre la justificación, cap.15(Denzinger 808):
"Hay que afirmar defendiendo la doctrina de la ley divina que no sólo excluye del reino de los cielos a los infieles...".
Otra refutación:
San Francisco Javier, 31 de diciembre de 1543: “Hay ahora en esas partes [de la India] un gran número de personas que solo tienen una razón para no convertirse en cristianos, y es que no hay quien los haga cristianos. A menudo se me viene a la mente recorrer todas las Universidades de Europa, y especialmente la de París, gritando por todas partes como un loco, y diciéndoles a todos los eruditos de allá cuya erudición es tanto mucho más grande que su caridad, ‘¡Ah! ¡Qué multitud de almas por vuestra culpa están excluidas del cielo y cayendo al infierno!’ (…) Ellos trabajan noche y día para adquirir conocimiento (…) pero si gastaren tanto tiempo en lo que es el fruto de toda sólido aprendizaje, y fuesen así de diligentes en instruir a los ignorantes acerca de las cosas necesarias para la salvación, estarían mucho mejor preparados para dar cuenta de sí mismos a nuestro Señor cuando Él les diga: ‘Da cuenta de tu mayordomía’”
De hecho es aquí donde se presenta el punto de la ridiculez que conlleva defender la ignorancia invencible, ya que de ser cierta entonces los católicos le estarían haciendo a los no-cristianos un mal servicio al predicarles a Jesucristo; san Pablo, san Vicente Ferrer, san Francisco Javier, los mártires y los otros incontables misioneros heróicos en la historia de la Iglesia, quienes sufrieron penurias increíbles al predicar el Evangelio a los paganos ignorantes simplemente estaban haciendo a estas personas más culpables y más pecaminosas delante de Dios. Si los misioneros se hubiesen quedado en casa, entonces los paganos podrían haberse salvado de no haber oído hablar de Cristo por causa ajenas a la suya. Pero al hacer el esfuerzo de predicarles a Cristo, como lo hicieron los misioneros, estaban, según la ignorancia invencible, haciendo que estas personas no tuvieren excusa alguna si faltaran vivir según las obligaciones del Evangelio o lo rechazaran por completo. Por lo tanto la predicación del Evangelio a los no-cristianos pone a los paganos en una situación que es más probable que se condenen si escuchan el Evangelio, prueba de que la ignorancia invencible es un absurdo.
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En el año 1690, el Papa Alejandro VIII condenó entre otras cosas la siguiente tesis de los jansenistas:
"Aunque se dé ignorancia invencible del derecho natural, ésta, en el estado de naturaleza caída, no excusa por sí misma al que obra de pecado formal".
Y también San Pio V condenó en 1567 el siguiente error de Bayo:
"La infidelidad puramente negativa, en aquellos entre quienes Cristo no ha sido predicado, es pecado."
Su primer cita no tiene nada que ver con el tema que discutimos. Allí se dice:
"Hay que afirmar también contra los sutiles ingenios de ciertos hombres que por medio de dulces palabras y lisonjas seducen los corazones de los hombres [Rom. 16, 18], que no sólo por la infidelidad [Can. 27], por la que también se pierde la fe, sino por cualquier otro pecado mortal, se pierde la gracia recibida de la justificación, aunque no se pierda la fe [Can. 28]; defendiendo la doctrina de la divina ley que no sólo excluye del reino de los cielos a los infieles, sino también a los fieles que sean fornicarios, adúlteros, afeminados, sodomitas, ladrones, avaros, borrachos, maldicientes, rapaces [1 Cor. 6, 9 s], y a todos los demás que cometen pecados mortales, de los que pueden abstenerse con la ayuda de la divina gracia y por los que se separan de la gracia de Cristo."
En cuanto al texto de San Francisco Javier, su argumento se basa en confundir lo que es "per se" con lo que es "per accidens". La salvación viene por la fe en Cristo, y por eso se debe predicar el Evangelio a toda creatura. Otra cosa es cuando se desciende a los casos particulares, y se ve que hay casos de ignorancia invencible en los cuales la persona está excusada de pecado y puede entonces ser salvada por la gracia de Dios.
La ignorancia invencible es una situación en cierto modo anormal, es un cierto mal que padece la persona, pues Dios nos ha creado para que conozcamos la verdad, y sólo accidentalmente es un bien, en cuanto excusa de pecado.
El que carece de la fe en Cristo y de los medios de salvación que hay en la Iglesia está de suyo en camino de condenación eterna, salvo el caso posible de la ignorancia invencible, pero incluso en este caso está mucho menos pertrechado para hacer frente al mal.
Y además, su actuación basada en la ignorancia invencible tiende a perpetuar y difundir el mal en el mundo, aunque se trate solamente de un mal objetivo y material, no formal, que sin embargo se hará formal tan pronto como alguna otra conciencia sea escandalizada por él.
Ante una situación así es claro que es razonable predicar el Evangelio para que la gente crea y se salve, aún con el riesgo de que efectivamente alguno se condene por su rechazo del Evangelio.
Saludos cordiales.
1."De todos modos la Iglesia debería haber condenado como héretico, según lo que Ud. dice, el Catecismo de San Pio X, cosa que evidentemente no ha hecho. Si la Iglesia no lo ha hecho, que Ud. lo haga es un atrevimiento sumo, por decir lo menos."
Santo Tomás de Aquino escribió contra la Inmaculada Concepción de María, ¿Tachamos de herética la Summa Theologica?
2.Lo de las personas del AT es un poco tramposo, ya que la Iglesia e Israel actuaba como pueblo de Dios y éste entonces hacía equivalente su validez. Aún así la encíclica Mortalium animos en tiempo presente al ser la Iglesia ya existente.
3."En cuanto a su cita de San Pablo, la frase que Ud. pone: "justificación por ignorancia invencible", es una frase ambigua. Nadie que yo sepa sostiene que la ignorancia invencible justifica, lo que decimos es que la ignorancia invencible excusa de pecado y de ese modo permite que la gracia, que no es compatible con el pecado, justifique a la persona."
En resumen, la ignorancia invencible justifica aunque de modo indirecto, pudiendo una persona salvarse gracias a ella.
Por cierto San Pablo dice en II Crorintios 4:3,4 que si Dios no les revela el Evangelio es por la mala voluntad y falta de cooperación con la Gracia de Dios, no busques tersgivesaciones vanas.
4."Además, el católico no interpreta la Escritura en contra de las enseñanzas de la misma Iglesia Católica. En el Catecismo leemos:"
Pero yo no interpreto la Escritura de forma contraria a la doctrina de la Iglesia, eso en todo caso la hará usted.
Papa Pelagio I, Fide Pelagii a Childeberto, abril de 557: “Todos los hombres, en efecto, desde Adán (…) confieso que entonces han de resucitar y’ presentarse ante el tribunal de Cristo’ (Rom. 14, 10), ‘a fin de recibir cada uno lo propio de su cuerpo, según su comportamiento, ora bienes, ora males’(2 Cor. 5, 10) (…) a los inicuos, empero, que por albedrío de su propia voluntad permanecen ‘vasos de ira aptos para la ruina’ (Rom. 9, 22), que, o no conocieron el camino del Señor o, conocido, lo abandonaron cautivos de diversas prevaricaciones, los entregará por justísimo juicio a las penas del fuego eterno e inextinguible, para que ardan sin fin”
5.Su cita al catecismo no se refiere a la salvación por ignorancia invencible, simplemente dice que si cojo algo de otra persona sin saber que era suyo eso no sería robar.
6.La Carta a los Romanos no habla solo de demostrar la existencia de Dios, de lo contrario no tendría sentido que mencione la "impiedad e injusticia de los hombres" y los declarase inexcusables.
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Es más aceptable que un teólogo, como Santo Tomás, se equivoque en un punto, sin que ello implique herejía porque la Inmaculada Concepción no estaba aún definida, y además, hay que hilar fino para ver qué exactamente lo que Santo Tomás está diciendo ahí, que el que un Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por orden de un Papa como San Pio X, gran debelador del modernismo, contenga una afirmación contraria a la fe.
Más bien, el hecho de que ese Catecismo en ese punto esté en continuidad con lo que toda la Iglesia Católica hoy día enseña al respecto, debería ser suficiente para revisar ciertas interpretaciones personales de algunos textos papales o conciliares.
El Templo y la Sinagoga en el Antiguo Testamento no eran la Iglesia, ni sus miembros eran bautizados, y por tanto, los justos del Antiguo Testamento eran miembros de la Iglesia sin ser miembros del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia Católica, y por tanto, lo eran de modo invisible y espiritual.
En el texto de San Pablo es claro que se habla de los que rechazaron la predicación del Evangelio. No es el caso, por ejemplo, de aquellos a los que nunca les fue predicado.
No se puede decir propiamente que la ignorancia invencible justifique, porque lo único que hace es impedir un obstáculo para la justificación, que es el pecado, y si al mismo tiempo Dios no diese su gracia, no habría justificación alguna.
Antes de poner la carta a Childeberto en contra del Concilio Vaticano II, es mejor entenderla bien, y notar, por ejemplo, que habla de "inicuos", que "por albedrío de su propia voluntad permanecen vasos de ira aptos para la ruina". Nada de eso se puede decir del que está en ignorancia invencible, pues como dice Santo Tomás, esta ignorancia anula la voluntariedad de la acción y por tanto excusa de pecado, de modo no se puede decir que el que actúa bajo esta ignorancia, y en esa medida, actúa por libre albedrío, ni que es "inicuo".
La cita del Catecismo dice que la ignorancia invencible excusa de pecado, y por tanto, por ese título al menos la persona no puede condenarse, ya que no se va al infierno sino por el pecado formal, mortal, del cual la persona no se ha arrepentido.
La Carta a los Romanos habla del conocimiento natural y en cierto modo espontáneo de la existencia y principales atributos de Dios que puede tener cualquier persona dotada de uso de razón, por la contemplación de las cosas creadas. Se trata de una especie de razonamiento implícito, espontáneo, del cual las demostraciones filosóficas son la explicitación y puesta en forma rigurosa y técnica.
Saludos cordiales.
Santo Tomás de Aquino, De Veritate, 14, a. 11, ad 1: "...Es característica de la Divina Providencia proporcionar a cada hombre lo necesario para la salvación, siempre que de su parte no haya ningún obstáculo. En el caso de un hombre que busca el bien y se aparta del mal por la guía de la razón natural, Dios o le revelará a través de la inspiración interior lo que ha de creer, o le enviará algún predicador de la fe…"
Santo Tomás de Aquino, Sent. II, 28, q. 1, a. 4, ad 4: “Si un hombre nacido entre las naciones bárbaras, hace lo que puede, Dios mismo le mostrará lo qué es necesario para la salvación, ya sea por inspiración o el envío de un maestro para él”
Santo Tomás de Aquino, Sent. III, 25, q. 2, a. 2, solute. 2: “Si un hombre no tuviere a alguien que lo instruyese, Dios le mostrará, a menos que quiera culpablemente permanecer donde está”
Creo que con ésto queda bastante clara la doctrina católica sobre éste tema. Por cierto, el papa Alejandro VIII al que cita habla sobre ignorancia invencible del derecho natural y no de la fe, a lo que debe sumarse que la ley natural es cognostible a la razón del hombre(Romanos 2:13,16) de modo que no es ignorable. Con el papa San Pío V pasa algo parecido, ya que solo condena que se considere la infidelidad como pecado, pero no dice que los que están en ignorancia invencible se salven.
San Francisco Javier dice claramente que hay que predicar el Evangelio a los que no lo conocen o se irán al Infierno, ya que como dice santo Tomás o reciben una inspiración interior de Dios o tenemos que evangelizarlos nosotros.
Espero haberle ayudado en el camino de la fe.
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Precisamente, en esos textos Santo Tomás no habla de la ignorancia invencible, sino de los casos en que Dios quita la ignorancia, en forma sobrenatural. En otros textos Santo Tomás dice que la ignorancia invencible excusa de pecado, y de ahí se deduce obviamente que excusa también del pecado de herejía o del pecado de incredulidad, de modo que el que muera en ignorancia invencible respecto de esos pecados podría salvarse si por el resto ha vivido de acuerdo con su conciencia, no sin ayuda de la gracia de Dios, obviamente.
La obligación de aceptar la Revelación divina sobrenatural, caso de que ésta tenga lugar, es de derecho natural, y en general, la obligación de dar culto a Dios y obedecerlo, es de ley natural.
La ley natural no se puede ignorar en sus preceptos más claros y evidentes, pero según Santo Tomás hay una "segunda tabla" de la ley natural que puede ser ignorada en algunos casos.
De todos modos, el principio es el mismo: si la ignorancia invencible excusa de pecado, entonces excusa de pecado también en lo referente a la Revelación sobrenatural, que además no es universalmente conocida como lo es la ley natural.
Y si el Papa San Pío V no admite que la infidelidad puramente negativa, es decir, la que se basa en la ignorancia invencible, por ejemplo, en aquellos lugares en que nunca hubiese sido predicado el Evangelio, sea pecado, es claro que por ese título al menos los no cristianos que estén en esa situación no se pueden condenar.
Que se puedan condenar por otras razones, sin duda, pero eso sucede también con los católicos.
Las dos referencias finales que hace a San Francisco Javier y a Santo Tomás de Aquino no son totalmente coherentes entre sí (es claro que la primera de ellas no es textual).
Porque en la primera aparecen dos alternativas solamente: o son evangelizados o van al infierno, mientras que en la segunda aparecen tres: o reciben una inspiración interior de Dios, o son evangelizados, o (suponemos) se van al infierno.
Notar que la inspiración interior de Dios es algo distinto del hecho de que Dios les envíe un predicador del Evangelio, que es algo externo.
Saludos cordiales.
Desde el momento en que negamos la autoridad doctrinal de la Iglesia en un punto, ya no podemos afirmarla coherentemente en ningún otro punto. Si seguimos aceptando algo que la Iglesia enseña, ya no lo hacemos por la autoridad de la Iglesia, sino por nuestro propio juicio. Y eso no es fe católica.Exacto. Yo no niego la autoridad doctrinal de la Iglesia; al contrario, la estoy afirmando. En realidad quienes están negando dicha autoridad son aquellos que rechazan lo que dijo el Papa Bonifacio VIII, el Concilio Lateranense, el Concilio de Trento. Son ellos, que no entienden que mis palabras no son mías, los que se colocan en la posición descrita en el comentario de arriba. Así que no soy yo precisamente quien está negando la autoridad doctrinal de la Iglesia. Yo defiendo lo que la Iglesia sostuvo durante quince siglos. Si yo estoy equivocado, entonces la Iglesia se equivocó primero, y con declaraciones solemnes. De hecho, ni la Iglesia se equivocó, ni yo me equivoco ahora.
Por tanto, antes de ver las consecuencias que puedan seguirse o no de negar en un punto la autoridad doctrinal de la Iglesia, hay que ver que esa acción en sí misma es intrínsecamente mala y es ya de por sí un pecado contra la fe.¿Como puede ser intrinsecamente mala una enseñanza solemne, infalible del Papa Bonifacio VIII? Repito, lo que yo sostengo, es lo que sostiene dicho Papa. Y si lo que yo sostengo es intrinsecamente malo, entonces también es intrinsecamente mala la enseñanza infalible de Bonifacio VIII. Un absurdo, un oximorón.
Según la fe católica, la Iglesia es indefectible, y eso incluye que no puede enseñar en su Magisterio infalible nada que sea contrario a la verdad de la fe, de modo que hasta el fin de los tiempos va a seguir enseñando lo que Cristo nos trasmitió mediante los Apóstoles.No, no es del todo exacta esa afirmación. Se está incurriendo en un sofisma al colocar todo en la misma bolsa. No todo el magisterio de la Iglesia es infalible; solo el magisterio extraordinario está protegido por el Espíritu Santo. La Iglesia no puede errar SOLO en aquello que enseñó infaliblemente. Y da la casualidad que lo que sostengo, se apoya en magisterio extraordinario: Concilio Lateranense, Concilio Trento, Bula del Papa Bonifacio VIII. Pero todavía no vi citado ningún magisterio extraordinario que diga lo contrario de aquel. Sí he leído opiniones, magisterio ordinario (o mejor dicho, interpretaciones de ese magisterio) que dice que fuera de la Iglesia puede haber salvación. Y la puede haber, pero solo en aquellos que nunca escucharon de Cristo, de su Evangelio y de su Iglesia. No es el caso de los protestantes que si han leído los Evangelios (si no, no serían "protestantes"). Ni los protestantes están en ignorancia, y si la estuvieran, sería una ignorancia VENCIBLE. "Si un ciego guía a otro ciego, AMBOS caerán en el hoyo". ¿Por qué el Señor dijo AMBOS? ¿Por qué el Señor no le quita responsibilidad al ciego que sigue, si después de todo, está ciego?
Porque eso equivale a negar la indefectibilidad de la Iglesia, que es una verdad de fe, y con una verdad de fe negada, quedan negadas todas las demás, también las que fueron objeto del Magisterio en la antigüedad.Exacto. Y eso es lo que hacen los que, negando el magisterio extraordinario de Bonifacio VIII, del Concilio Lateranense, del Concilio de Trento, afirman que los protestantes están en ignorancia invencible, sin culpa, en comunión imperfecta con la Iglesia y en camino de salvación. Están en el camino ancho y espacioso, no en el de salvación. Porque toda interpretación que quiera dársele a los artículos del Catecismo debe ser en continuidad con el magisterio extraordinario que cité. Quien no lo hace así, niega una verdad de fe, y niega toda la fe. Y no soy yo precisamente quien lo está haciendo. Yo afirmo en un todo lo que sostuvo la Iglesia durante quince siglos. El que dice que estoy equivocado, entonces está diciendo que la Iglesia estuvo equivocada y está negando así la indefectibilidad de la Iglesia.
En su misma cita del Papa Bonifacio VIII ud. ha debido introducir una interpretación, porque tomándola al pie de la letra resulta que tampoco se salvaban los indígenas pre-colombinos, que obviamente no estaban sometidos al Romano Pontífice.Ninguna interpretación. En todo caso, quien quiere interpretarlo no soy yo. Afirmé claramente en mi comentario que en caso de verdadera ignorancia invencible -fue yo quien trajo a colación el caso de los indígenas precolombinos- existe posibilidad de salvación (no garantía de salvación). Yo acepto la ignorancia INVENCIBLE. Lo que pasa es que ahora quieren hacer creer que cualquier ignorancia es invencible. Bonifacio se estaba refiriendo a todos aquellos que sabían de Cristo, de su Evangelio y por ende de su Iglesia. El típico caso de los protestantes. Saben de Cristo, saben de su Evangelio, saben de la Iglesia Católica y aún así, rechazan al romano pontífice. Es a ellos a quienes va dirigida la enseñanza de Bonfacio VIII. Es Bonifacio VIII el que dice que los protestantes están en camino de condenación, no yo. Yo lo único que hago es aceptar dicho magisterio extraordinario:
“Por consiguiente, declaramos, afirmamos, definimos y pronunciamos que el someterse al Romano Pontífice es a TODA creatura humana ABSOLUTAMENTE necesario para la salvación.”Pero ahora dicen que ya no es ABSOLUTAMENTE necesario someterse al romano pontífice. Cualquier nuevo magisterio, para que sea válido, debe estar en continuidad, debe ser interpretado en continuidad con lo enseñado por el Papa. Yo estoy con Bonifacio, yo estoy con la Iglesia y con su autoridad doctrinal. Lamentablemente hoy hay quienes confunden doctrina de la Iglesia con simple opiniones humanas, y lo peor, es que la siguen creyendo que es verdadera enseñanza. Apeguemos a lo que nos dijo San Vicente de Lerins.
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No sé a qué pasajes del Concilio de Trento o el Concilio Lateranense se refiere, porque no ha citado los textos.
El texto de Bonifacio VIII dice que "toda creatura humana" debe estar sometida al Romano Pontífice para poder salvarse. Tomado al pie de la letra, se condenaron ciertamente todos los indígenas precolombinos, por ejemplo, y no se ve cómo compagina Ud. eso con su aceptación de que pudieron salvarse por ignorancia invencible. No alcanza con estar en ignorancia invencible para estar sometido al Romano Pontífice.
¿Porqué necesariamente habría de ser vencible la ignorancia de los protestantes?
Los protestantes han leído el Evangelio, pero no alcanza con la "sola Escritura" para recibir adecuadamente y en todas sus partes el anuncio de nuestra fe.
Igualmente, saben que la Iglesia Católica existe, pero ¿saben que ha sido fundada por Jesucristo? Me parece evidente que muchos de ellos no lo saben, y de nuevo ¿porqué su ignorancia debía ser vencible?
Es claro que para que el ciego caiga en el hoyo, hace falta que su ignorancia sea vencible, aquí estamos hablando de la invencible.
Además, yo me refería a la acción de negar la autoridad doctrinal de la Iglesia, y eso no lo hace Bonifacio VIII, sino los que interpretan sus dichos en contra de lo que la Iglesia enseña hoy día.
Saludos cordiales.
1.Santo Tomás dice en mi primera cita que "Es característica de la Divina Providencia proporcionar A CADA HOMBRE lo necesario para la salvación"
Está diciendo que es una característica de Dios, y negarla es como negar su omnipotencia u otras.
2. San Pablo empieza 2 Corintios 4:3,4 diciendo:"Y si todavía nuestro Evangelio está velado,"
San Pablo se refiere claramente a los que no conocen el Evangelio, es decir, a los que están en lo que modernamente llamamos ignorancia invencible.
3.El papa Pelagio I menciona en esa carta a quienes "o no conocieron el camino del Señor". De modo que también se refiere a los que no conocen el Evangelio, lo de inucuos es simplemente un término despectivo que usa para referirse a ellos.
4.Con lo de Israel me expresé mal, lo que quería decir era que se salvaron porque en esos tiempos no existía la Iglesia, que es el Israel de Dios(Gálatas 6:15-16), por lo que el pueblo de Israel actuaba como un equivalente de la misma y su pertenencia era tanto física como espiritual. Y reitero que la Mortalium animos enseña que no se puede ser miembro de la Iglesia sin pertenecer a su cuerpo físico.
5.Puede que los que estén en ignorancia invencible no sean culpables de los pecados que cometan, pero todos nacemos con la mancha del pecado original, y la Gracia que salva a los que están en ignorancia invencible solo puede llegarles de las dos formas que dice santo Tomás:
a. Inspiración interior de Dios.
b. Envío de un evangelizador que lo convierta y bautice.
6.Mis citas a san Francisco Javier y santo Tomás no son contradictorias, san Francisco Javier era un misionero y no un Doctor de la Iglesia, y él estaba reiterando la necesidad de la evangelización como esencial(es una de las dos formas por las que Dios les envía su Gracia salvífica según santo Tomás) para la salvación de los indígenas, los cuales se habrían condenado todos de no ser por predicadores como él.
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Lo necesario para la salvación es la gracia de Dios, que pueden tenerla los que están en ignorancia invencible.
San Pablo dice "todavía", porque está hablando obviamente de aquellos a quienes ya ha sido predicado el Evangelio y "todavía" no lo han aceptado. "Incrédulos", en efecto, son los que rechazan el Evangelio una vez que les ha sido predicado.
En la Carta a Childeberto se habla de los que "por el albedrío de su propia voluntad" son vasos de ira, hayan conocido o no el camino de Dios. Eso no se puede decir de los que están en ignorancia invencible, porque ésta justamente es incompatible con el albedrío de la propia voluntad, o como dice Santo Tomás, "produce el involuntario".
Por tanto, esos que en esa carta "no conocen el camino del Señor" son en todo caso los que están en ignorancia vencible.
Israel no es la Iglesia y la pertenencia física a Israel no es pertenencia física a la Iglesia. Por ejemplo, para esta última hace falta el bautismo cristiano, que en Israel no existía. Por tanto, el vínculo de los justos del Antiguo Testamento con el Cuerpo de Cristo es espiritual e invisible.
El pecado original es borrado por la gracia de Dios, que puede estar presente en los que están en ignorancia invencible porque ésta impide el pecado formal.
Si los indígenas en cuestión se hubiesen condenado todos de no ser por predicadores como San Francisco Javier, entonces no existe la otra alternativa que dice Santo Tomás: la inspiración íntima de Dios.
En definitiva: el hombre es salvado por la gracia de Dios. El obstáculo para la gracia de Dios es el pecado original y el pecado personal sin arrepentimiento, que supone el ejercicio de la inteligencia y la voluntad.
En los que tienen el pecado original, y no tienen pecados personales, o están arrepentidos de todos los pecados personales de los que son conscientes, y respecto de los otros, están en ignorancia invencible, la gracia de Dios puede borrar el pecado original y perdonar todos los pecados personales, de modo que la persona puede salvarse. Eso sucede con los niños que reciben el bautismo y también con los adultos que están en ignorancia invencible respecto de algún pecado pero se arrepienten de todos los que sí conscientes de haber cometido.
En resumen: ningún adulto se condena sin el "albedrío de la propia voluntad", como dice la carta a Childeberto, y que es justamente lo que le falta al que está en ignorancia invencible.
Saludos cordiales.
“Por consiguiente, declaramos, afirmamos, definimos y pronunciamos que el someterse al Romano Pontífice es a TODA creatura humana ABSOLUTAMENTE necesario para la salvación.”
Como puedes ver se está refiriendo a toda criatura humana, lo que incluye tanto a ignorantes como a no ignorantes, y a ambos les declara como absolutamente necesario el someterse al romano pontífice para salvarse, por lo que la idea de que la ignorancia invencible salva es falsa.
Por otro lado, el catecismo de san Pío X(que realmente se llama Catechismo Della Dottrina Cristiana) no fue infalible ni obligatorio universalmente. Un Papa es infalible solamente cuando habla magisterialmente. Este catecismo solo fue aprobado para su uso en Italia, y realmente contiene una herejía. Los papas no son infalibles o magistrales cuando aprueban obras generales en su capacidad falible o no universal. Por ejemplo, muchos papas le dieron una aprobación general a la Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino. Eso no quiere decir que la Iglesia aprobó el error de Santo Tomás de la Summa Theologiae sobre la Inmaculada Concepción.
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Como le dije, en el año 1690, fueron condenadas entre otras cosas la siguiente tesis de los jansenistas:
"Aunque se dé ignorancia invencible del derecho natural, ésta, en el estado de naturaleza caída, no excusa por sí misma al que obra de pecado formal".
Esta tesis forma parte de un grupo de tesis jansenistas que son condenadas por el Santo Oficio del siguiente modo:
"Condenadas y prohibidas como temerarias, escandalosas, mal sonantes,injuriosas, próximas a la herejía, erróneas, cismáticas y heréticas respectivamente."
Como obviamente no se puede decir nada de eso del pronunciamiento de Bonifacio VIII, hay que interpretar este último de modo que esté de acuerdo con esta condenación.
Y también San Pio V condenó en 1567 el siguiente error de Bayo:
"La infidelidad puramente negativa, en aquellos entre quienes Cristo no ha sido predicado, es pecado."
Se trata de 79 tesis que se condenan con esta fórmula:
"D-1080 Estas sentencias, ponderadas con riguroso examen delante de Nos, aunque algunas pudieran sostenerse en alguna manera, en su rigor y en el sentido por los asertores intentado las condenamos respectivamente como heréticas, erróneas, sospechosas, temerarias, escandalosas y como ofensivas a los piadosos oídos."
Lo cual equivale a condenar la tesis que dice que la ignorancia invencible no excusa de pecado formal, porque la "infidelidad negativa de aquellos entre quienes Cristo no ha sido predicado" se debe justamente a la ignorancia invencible del Evangelio, que no podían conocerlo ni creer en él al no haberles sido predicado.
Y aquí no se está hablando solamente de la ignorancia de la ley natural, pues se trata de la predicación del Evangelio, e incluso en el caso de la condena dada bajo Alejandro VIII lo que ante todo se condena es la negación de que la ignorancia invencible excuse de pecado formal.
Una condena papal de una proposición como herética es lo mismo que la definición de la proposición contradictoria de la condenada como dogma de fe, y por tanto, es un pronunciamiento infalible del Magisterio extraordinario.
Mismo argumento del caso anterior: de nada de esto se puede acusar al pronunciamiento de Bonifacio VIII, que hay que interpretar por tanto en armonía con esta condena.
También dice la alocución "Singulari quadam" del Papa Pio IX, de 1854:
"D-1647 En efecto, por la fe debe sostenerse que fuera de la Iglesia Apostólica Romana nadie puede salvarse; que ésta es la única arca de salvación; que quien en ella no hubiere entrado, perecerá en el diluvio. Sin embargo, también hay que tener por cierto que quienes sufren ignorancia de la verdadera religión, si aquélla es invencible, no son ante los ojos del Señor reos por ello de culpa alguna. Ahora bien, ¿quién será tan arrogante que sea capaz de señalar los límites de esta ignorancia, conforme a la razón y variedad de pueblos, regiones, caracteres y de tantas otras y tan numerosas circunstancias? A la verdad, cuando libres de estos lazos corpóreos, veamos a Dios tal como es [1 Ioh. 3, 2], entenderemos ciertamente con cuán estrecho y bello nexo están unidas la misericordia y la justicia divinas; mas en tanto nos hallamos en la tierra agravados por este peso mortal, que embota el alma, mantengamos firmísimamente según la doctrina católica que hay un solo Dios, una sola fe, un solo bautismo [Eph. 4, 5]: asar más allá en nuestra inquisición, es ilícito."
Y del mismo Papa, en la Encíclica "Quanto conficiamur moerore" de 1863:
"D-1677 Y aquí, queridos Hijos nuestros y Venerables Hermanos, es menester recordar y reprender nuevamente el gravísimo error en que míseramente se hallan algunos católicos, al opinar que hombres que viven en el error y ajenos a la verdadera fe y a la unidad católica pueden llegar a la eterna salvación [v. 1717]. Lo que ciertamente se opone en sumo grado a la doctrina católica. Notoria cosa es a Nos y a vosotros que aquellos que sufren ignorancia invencible acerca de nuestra santísima religión, que cuidadosamente guardan la ley natural y sus preceptos, esculpidos por Dios en los corazones de todos y están dispuestos a obedecer a Dios y llevan vida honesta y recta, pueden conseguir la vida eterna, por la operación de la virtud de la luz divina y de la gracia; pues Dios, que manifiestamente ve, escudriña y sabe la mente, ánimo, pensamientos y costumbres de todos, no consiente en modo alguno, según su suma bondad y clemencia, que nadie sea castigado con eternos suplicios, si no es reo de culpa voluntaria. Pero bien conocido es también el dogma católico, a saber, que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia Católica, y que los contumaces contra la autoridad y definiciones de la misma Iglesia, y los pertinazmente divididos de la unidad de la misma Iglesia y del Romano Pontífice, sucesor de Pedro, «a quien fue encomendada por el Salvador la guarda de la viña» (1), no pueden alcanzar la eterna salvación."
En efecto, los "contumaces" y los "pertinazmente divididos" de la Iglesia son los que saben que la Iglesia es de institución divina y con todo rehúsan entrar o permanecer en ella. En todo caso forman parte de este grupo también los que están en ignorancia vencible sobre el tema, o sea, son responsables de su propia ignorancia por negligencia o por directa intención de no saber.
El punto clave, entiendo, lo trae este pasaje del texto citado:
"pues Dios, que manifiestamente ve, escudriña y sabe la mente, ánimo, pensamientos y costumbres de todos, no consiente en modo alguno, según su suma bondad y clemencia, que nadie sea castigado con eternos suplicios, si no es reo de culpa voluntaria."
Por tanto, el texto de Bonifacio VIII debe entenderse en armonía con estos otros pronunciamientos de los Papas.
Saludos cordiales.
¿No?
A ver si le vamos a buscar "excepciones" al Bautismo y no al Romano Pontífice.
La salvación de los no bautizados, al igual que la de los no sometidos al Romano Pontífice es meramente hipotética.
Los herejes hipotéticamente se salvan.
Lo de hipotéticamente no afecta a la realidad (¿?) de su salvación, sino al conocimiento que nosotros podemos tener de ella.
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Hasta donde veo, esa definición dogmática se la ha inventado Ud., que por lo que sé no tiene autoridad en la Iglesia para definir dogmas.
Fíjese los textos de los Papas que cito en las respuestas a los comentarios anteriores.
Saludos cordiales.
En cuanto a lo afirmado por el Concilio Lateranense, éste (en presente, porque no han sido ni pueden ser abrogadas sus declaraciones) dice lo siguiente:
“Y hay una sola Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual no se salva absolutamente nadie.”Magisterio extraordinario, enseñanza infalible, y dejada de lado por aquellos que acusan de no respetar la autoridad doctrinal de la Iglesia a los que precisamente la respetan. "Fuera de la cual no se salva absolutamente nadie." No lo digo yo, lo dice la Iglesia. E infaliblemente. Y ese "absolutamente" INCLUYE a los que están en ignorancia invencible (en ignorancia sin culpa y sin poder superarla por no estar al alcance de su mano los medios para conocer la verdad SI LA BUSCASE). Ese absolutamente INCLUYE a los aborígenes precolombinos. Y los aborígenes precolombinos no se salvaron, si no obraron conforme a la ley natural que Dios ha impreso en el corazón de todas las personas. Si lo hicieron, entonces habrían estado unidos a la Iglesia —imperfectamente— en espíritu, como dice el Catecismo y podrían (potencial), tal vez haberse salvado.
Y por si lo del Concilio Lateranense no fuera suficiente, incluyo lo enunciado por el Concilio de Florencia:
La sacrosanta Iglesia romana… cree firmemente, confiesa y predica que ninguno que esté fuera de la Iglesia católica, no sólo pagano, sino aun judío o hereje o cismático, podrá alcanzar la vida eterna; por el contrario, que irán al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles, a menos que antes de morir sean agregados a ella. Y tan importante es la unidad del cuerpo de la Iglesia, que sólo los que permanecen en ella les aprovechan los sacramentos de la Iglesia para vida eterna. Y que sólo a ellos les proporcionan frutos de vida eterna los ayunos, las limosnas y las restantes obras de piedad y los ejercicios de la ascética cristiana. Y que por muchas limosnas que haga, aunque derrame su sangre por Cristo, nadie puede salvarse si no permaneciere en el seno y en la unidad de la Iglesia católica.”Lo del Concilio de Trento y las condenas a las doctrinas y practicas luteranas es muy conocido y largo de transcribir. ¿Pero no basta acaso con las declaraciones solemnes, infalibles de Bonifacio VIII, del Concilio Lateranense, del Concilio de Florencia? Repito, yo si acepto la autoridad doctrinal de la Iglesia. Son otros los que no lo hacen y sitúan su propia opinión por encima de la de la Iglesia. Yo tengo magisterio extraordinario que respalda mi postura (que en realidad no es postura propia, es la postura de la Iglesia Católica); y yo creo en esa postura porque creo en la autoridad doctrinal de la Iglesia. Todavía no he podido leer a nadie que defienda la salvación fuera de la Iglesia que haya podido sustentar tal afirmación con magisterio extraordinario (o con la Escrituras, o con la Tradición). Si fuera así, ¿por qué no lo citan? Sencillamente porque no lo tienen. Solo poseen opiniones humanas, solo interpretaciones de un párrafo del Catecismo que no dice lo que le quieren hacer decir.
Y ya que el artículo trata sobre lo que decía Santo Tomás de Aquino sobre la justificación, veamos que decía el santo sobre la salvación fuera de la Iglesia (no es magisterio extraordinario, pero se tiene muy en alto la opinión de Santo Tomás):
Seguidamente, él (Papa Inocencio) llega al artículo sobre el efecto de la gracia. En primer lugar, habla sobre el efecto de la gracia en relación a la unidad de la Iglesia, diciendo: "Hay una Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual no se salva nadie en absoluto". Así la unidad de la Iglesia depende primariamente de su unidad de fe, porque la Iglesia no es otra cosa que la congregación de los fieles. Dado que es imposible agradar a Dios sin fe, no puede haber lugar de salvación más que en la Iglesia. Además, la salvación de los fieles es consumada mediante los sacramentos de la Iglesia, en los que es operativo el poder de la pasión de Cristo.También dice Santo Tomás:
—Comentario dobre el decreto de Inocencio III: In I Decret., 16,305
La res (realidad) de este sacramento es la unidad de la Iglesia, fuera de la cual no hay ni salvación ni vida¿Dijo algo más el Aquinate?
—Comentario al “Libro de las Sentencias” de Pedro Lombardo: In IV Sent. d9, qI, a.5, sol.4, ad2
Nadie debería despreciar a la Iglesia, o permitir que le echen y le expulsen de ella, porque hay una sola Iglesia en la que los hombres se salvan, del mismo modo que no pudo salvarse nadie que estuviera fuera del arca de Noé.¿Y dice algo en la Summa Theologica? Veamos:
—Comentario al Credo Apostólico: In Symbolum art 9
La cosa significada es la unidad del cuerpo místico sin la que no puede haber salvación, ya que fuera de la Iglesia no hay salvación, como tampoco la había en tiempo del diluvio fuera del arca de Noé, que significaba la Iglesia.Y también Santo Tomás afirmó lo mismo que Bonifacio VIII afirmaría decadas después, en cuanto a la sujeción al romano pontífice para lograr la salvación. Lo hizo en su libro contra los ortodoxos cismáticos:
—Summa theologiae III, q.73, a.3.
Ostenditur etiam, quod subess Romano Pontific sit de necessitate salutis.Finalmente, si no se conoce la diferencia entre ignorancia vencible e invencible, ¿qué puedo hacer? Si alguien no sabe la diferencia entre ignorancia invencible y vencible, no puede decir que los protestantes están en ignorancia invencible porque desconoce que es eso. Y menos argüir sobre algo que no entiende. Decir que un protestante está en ignorancia de los Evangelios, implica desconocer que es un protestante, que es por definición un protestante. Lo dictaminado por el Concilio de Florencia respecto de aquellos que diciéndose cristianos están separados de la Iglesia es harto esclarecedor respecto de la suerte que están corriendo los protestantes. Y cualquier párrafo del Catecismo, debe ser interpretado en concordancia, en continuidad con lo manifestado por el Concilio de Florencia. Y si el Concilio de Florencia dijo que
—Contra errores graecorum, pars 2, cap 32
La sacrosanta Iglesia romana… cree firmemente, confiesa y predica que NINGUNO que esté fuera de la Iglesia católica, no sólo pagano, sino aun judío o hereje o cismático, podrá alcanzar la vida eterna; por el contrario, que irán al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles, a menos que antes de morir sean agregados a ella.no hay más que hablar. NINGUNO, dice la Iglesia. Ni el ciego que guía, ni el ciego que se deja guiar. Eso es interpretar correctamente las palabras del Señor. NINGUNO; y NINGUNO es NINGUNO. Los que están en IGNORANCIA INVENCIBLE pero respetan la ley natural que Dios imprimió en el corazón de los hombres, ESTÁN imperfectamente en la Iglesia y podrían por ende salvarse. Los protestantes no están en ignorancia invencible. ¿Por qué? Porque lo dice el Concilio de Florencia.
En lo particular creo que este comentario es demoledor y concluyente (y lo digo no porque tenga en tan alta estima mi propia opinión, que no la tengo, sino porque no tengo opinión propia, porque solo me he limitado a asentir a la enseñanza infalible de la Iglesia Católica, de la cual soy un simple propalador) y que no puede ser ni contestado ni refutado y define absolutamente la cuestión. Poco favor se le hace a un protestante diciéndole que se quede como está, que así va por buen camino y que puede lograr la salvación. La Iglesia ha dicho, dice otra cosa. Y quien no acepta la autoridad doctrinal de la Iglesia, mal puede llamarse católico. Termino con la frase que comencé: El que ha leído la cadena, entenderá y sacará sus propias conclusiones acerca de donde está la verdad (si en el magisterio extraordinario de la Iglesia o en opiniones, interpretaciones puramente humanas que lo contradicen).
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Tal como Ud. lo pone aquí, está entendiendo el "fuera de la Iglesia no hay salvación" en el sentido en que se lo entiende también en el Concilio Vaticano II: el que se salva, se salva por la Iglesia y no se salva sin vinculación con la Iglesia, aunque sea un vínculo misterioso e invisible, por no ser el sujeto miembro visible de la Iglesia.
Ud. acepta que eso puede ocurrir en los casos en que hay ignorancia invencible del deber de incorporarse a la Iglesia Católica.
Por tanto, debe Ud. aceptar que también el protestante que está en ignorancia invencible respecto de sus errores, puede estar en esa comunión imperfecta e invisible con la Iglesia.
Nadie aquí ha hablado, en efecto, de salvación "fuera de la Iglesia". Sí de salvación fuera de la comunión visible, institucional, normal y ordinaria, con la Iglesia.
La única discrepancia que veo que queda es que Ud. sostiene que los protestantes no pueden estar en ignorancia invencible. Pero ahí soy yo el que no veo Magisterio infalible de la Iglesia que así lo enseñe. El Concilio de Florencia no habla obviamente de los protestantes, que en esa época no existían.
El Concilio de Trento condena, obviamente, los errores de los protestantes, pero no deroga por eso la verdad que siempre ha enseñado la Iglesia, que la ignorancia invencible excusa de pecado.
Por otra parte, nosotros reconocemos que los protestantes tienen muchos errores en su interpretación de los Evangelios. Y entonces, no se ve porqué por este lado esos errores, en muchos casos, no podrían estar aceptados con ignorancia invencible.
Obviamente que todo ello no tiene nada que ver con decirle a los protestantes que se queden como están, ni aquí se ha defendido eso en modo alguno.
Saludos cordiales.
Pero ya desde ahora muchísimas gracias a Néstor por sus aclaraciones. Especialmente agradezco la cita del Vaticano II del comentario 30/01/20 3:12 AM y todas las sucesivas aclaraciones a diversos comentaristas.
Saludos cordiales.
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Gracias y saludos cordiales.
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