Ataque a la noción de "acto intrínsecamente malo" desde hoja web de la Pontificia Academia Pro Vida
Se ha publicado en este portal la noticia relativa a los conceptos que vierte el prof. Hoever acerca de “Amoris Laetitia” en un artículo que ha sido publicado en la hoja web de la Pontificia Academia para la Vida.
http://www.academyforlife.va/content/dam/pav/documenti%20pdf/2018/01_Hoever_pdf.pdf
Resumimos primero lo que entendemos que es lo fundamental de la argumentación de Hoever y después lo analizamos. Los subrayados en negrita son todos nuestros, así como las traducciones del inglés.
Hoever viene a argumentar, si lo entendimos bien, lo siguiente:
La incomprensión respecto de la fragilidad humana, por ejemplo las rupturas y fracasos matrimoniales, depende de la idea del tiempo como un continuo, sin fallas ni interrupciones. Pero ésa es la idea aristotélica del tiempo. Por tanto, la incomprensión de la fragilidad depende de la idea aristotélica del tiempo.
Pero en la concepción bonaventuriana del tiempo, que extiende el concepto de tiempo hasta el “aevum” angélico y hace participar de algún modo al ser humano en dicho “aevum", el tiempo puede ser discreto y no continuo, como de hecho es el “aevum” angélico. Por tanto, la concepción bonaventuriana del tiempo ayuda a comprender mejor la fragilidad humana.
Dice en efecto Hoever:
“With the creation of the world, the “time-space” of history opens up for a finite being [Wesen] of freedom such as the human being, who has a share both in aevum and in tempus“
“Con la creación del mundo, el “tiempo-espacio” de la historia se abre a un ser finito de libertad como el ser humano, que tiene parte tanto en el “aevum” como en el tiempo.”
Y también:
“All the human reality that participates in the aeviternal is also a “fragile,” endangered reality. This is because the human being and his world are broken by original sin, and because the aeviternal, the aevum, is of its nature “discrete,” that is to say, not necessarily continuous, and hence cannot simply be grasped by means of the Aristotelian concept of time, which is inadequate for this reality. If one attempts to understand more clearly what it means, one comes to see more clearly, in a non-moralizing manner, the ontological meaning of “breakdown” and “fragility” in marriage and the family.”
“Toda la realidad humana que participa en lo eviterno es también una realidad “frágil” y amenazada. Esto es así porque el ser humano y su mundo están rotos por el pecado original, y porque el “aevum” es por naturaleza “discreto", es decir, no necesariamente continuo, y por tanto no puede simplemente ser captado por medio del concepto aristotélico de tiempo, que es inadecuado para esta realidad. Si uno trata de entender más claramente lo que significa, viene a ver más claramente, de un modo no moralizante, el significado ontológico de la “ruptura” y la “fragilidad” en el matrimonio y la familia.”
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Argumenta también Hoever:
En la oposición entre proposiciones subcontrarias, éstas no pueden ser ambas falsas, pero pueden ser ambas verdaderas. Pero la oposición entre las situaciones regulares y las irregulares puede pensarse como oposición entre subcontrarias, y entonces, aunque no se podría ni ser regular ni ser irregular, sí se podría ser ambas cosas a la vez, de modo que aún en las situaciones irregulares hubiese algo de regularidad.
Pues efectivamente dice Hoever:
“Although the Church"s moral teaching, including canon law, draws distinctions between “situations,” it makes a normative distinction between “regular” and “irregular” situations; when the Pope puts the latter word in inverted commas, he necessarily changes the logic of contrariety, of a dichotomy, that underlies the previous teaching, since his formulation avoids positing the irregular as the opposition of the regular. He does not indeed abolish this dichotomy; in a formal sense, it continues to exist. But he reduces it to the level of a subcontrary opposition.”
“In a subcontrary opposition, this antithesis between black and white – including green, red, and so on; in short, the colorful – is weakened, because both of them (the black and the white, green, red, and so on) could be true, or could contain something that is true.”
“In a subcontrary opposition, the antithesis is highlighted more strongly, but it is not determined a priori what is true. In other words, the irregular, just like the regular, could at least contain something that is true to an extent, or a truth; this is not excluded a priori.”
“Aunque la enseñanza moral de la Iglesia, incluyendo el derecho canónico, hace distinciones entre “situaciones", hace una distinción normativa entre situaciones “regulares” e “irregulares"; cuando el Papa pone esta última expresión entre comillas, cambia necesariamente la lógica de la contrariedad, de la dicotomía, que subyace a la enseñanza anterior, desde que su formulación evita poner lo irregular como lo opuesto de lo regular. Ciertamente que no abole esta dicotomía; en un sentido formal, ella continúa existiendo. Pero la reduce al nivel de una oposición subcontraria.”
“En una oposición subcontraria, esta antítesis entre negro y blanco – incluyendo el verde, el rojo. Y así, en breve, lo coloreado – es debilitada, porque ambos (el negro y el blanco, el verde, el rojo, y así) pueden ser verdad, o pueden contener algo que es verdad".
“En una oposición subcontraria, la antítesis es subrayada más fuertemente, pero no se determina a priori cuál es la verdad, en otras palabras, lo irregular, tanto como lo regular, puede contener al menos algo que es verdad hasta cierto punto, o una verdad, esto no está excluido a priori.”
Y más abajo, citando a otro autor:
“On the human level, the opposition between “wisdom” and “folly” is certainly a subcontrary opposition: “the human being cannot simultaneously be not-wise and not-foolish; but as a finite being [Wesen], completely unlike God in this regard, he or she can be simultaneously wise (to a limited extent) and foolish (to a limited extent)“
“En el nivel humano, la oposición entre “sabiduría” y “locura” es ciertamente una oposición subcontraria: “el ser humano no puede a la vez ser no sabio y no loco, pero como ser finito, completamente distinto de Dios bajo este aspecto, él o ella pueden ser a la vez simultáneamente sabios (hasta cierto punto) y locos (hasta cierto punto).”
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Y sigue argumentando Hoever:
Ahora bien, la concepción aristotélica del tiempo, basada en el movimiento espacial continuo, lleva a comprender la relación entre el bien y el mal como la que hay entre la forma y la privación de la forma, que es una relación de contrariedad, no de subcontrariedad, ya que efectivamente no se puede a la vez tener y no tener una forma dada. Por eso, la comprensión aristotélica del tiempo lleva al principio “bonum ex integra causa“, que es parte de la doctrina de los actos intrínsecamente malos, y todo ello queda en cuestión desde una perspectiva en la que “el tiempo es mayor que el espacio” y se adopta la concepción bonaventuriana del tiempo.
Dice en efecto Hoever:
“The doctrine in Thomas and Thomism about “intrinsically evil actions” contains the axiom bonum ex causa integra, malum ex quocumque defectu, that is to say, “goodness” and (in this sense) also “regularity” exist only when all the factors that constitute the ethical quality of an action form an integral unity; if even only one element is defective, the consequence is “badness” and (in this sense) also “irregularity.” If one looks more closely at the Aristotelian background, one sees that the theorem is based on the contrary opposition between form and lack (privatio, “absence") as a model for the explanation of movements of change in space. According to Bonaventure"s conception of time, however, this means that the theorem is based on a coarctata temporis acceptio, and this means that the definition of that which is “intrinsically evil” is also affected.”
“La doctrina de Tomás y el tomismo acerca de las “acciones intrínsecamente malas” contiene el axioma “bonum ex causa integra, malum ex quocumque defectu“, es decir, la “bondad” y (en este sentido) también la “regularidad", existen solamente cuando todos los factores que constituyen la cualidad ética de una acción forman una unidad integral; si sólo uno de esos elementos falta, la consecuencia es la “maldad” y (en este sentido) también la “irregularidad". Si se mira más de cerca el trasfondo aristotélico, se ve que el teorema se basa en la oposición contraria entre la forma y la falta de ella (privatio, “ausencia") como forma de explicación de los movimientos de cambio de lugar. Según la concepción del tiempo de Buenaventura, sin embargo, esto significa que el teorema se basa en una “coarctata temporis acceptio” [concepción estrecha del tiempo], y esto significa que la definición de que es “intrísecamente malo” también es afectada.”
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Frente a esto, decimos:
A modo de precisión y aclaración previa, “blanco y no blanco” no son contrarios, sino contradictorios. Los contrarios aquí son “blanco” y “negro“. Los cuales sin duda implican contradicción, afirmados del mismo sujeto, pero solamente porque “blanco” implica “no negro“, y “negro” implica “no blanco“.
En vez de “irregular” vamos a decir “no regular“, lo cual está aceptado implícitamente por el autor cuando dice que antes de AL se entendía la oposición entre “regular” e “irregular” como “contrariedad” (que para él, por lo visto, incluye la contradicción) y “dicotomía“. Entendemos por ello simplemente que algo se ajusta a la regla o norma, y entonces, está bien, o no, y entonces, está mal.
Por otra parte, “subcontrario” no es un predicado que se aplique a conceptos, ni a cosas, sino a proposiciones. Forma parte de la doctrina de la oposición de las proposiciones, que pueden ser contrarias, contradictorias, subcontrarias o subalternas.
Las contrarias son ambas universales, es decir, toman su sujeto con extensión irrestricta, una afirmativa y otra negativa ("Todo A es B", “Ningún A es B") ; las contradictoras son, una universal y otra particular, una afirmativa y otra negativa ("Todo A es B", “Algún A no es B", o bien, “Ningún A es B", “Algún A es B") , las subcontrarias son ambas particulares, una afirmativa y otra negativa ("Algún A es B", “Algún A no es B"). Las subalternas no son en realidad opuestas, ya que o bien ambas afirman, o bien ambas niegan ("Todo A es B", “Algún A es B", o bien, “Ningún A es B", “Algún A no es B").
Las proposiciones contrarias no pueden ser ambas verdaderas, pero pueden ser ambas falsas, las contradictorias no pueden ser ni ambas falsas ni ambas verdaderas, las subcontrarias pueden ser ambas verdaderas, pero no ambas falsas.
Las proposiciones subcontrarias son “particulares” porque toman su sujeto con extensión restringida en forma indeterminada ("Algún A…") y por eso tienen la forma “Algún A es B” y “Algún A no es B".
Y por eso, precisamente, pueden ser ambas verdaderas, pues es posible que no hablen las dos del mismo sujeto, en este caso, es posible que no hablen las dos del mismo “A".
“Tal situación es regular” y “Tal situación (la misma, en el mismo sentido) no es regular“, por tanto, no son proposiciones subcontrarias, porque no son particulares. Son lo que se llama proposiciones singulares, donde el sujeto está tomado con una extensión restringida a un solo caso individual determinado (por ejemplo, “este hombre").
Aquí es claro que ambas proposiciones hablan del mismo sujeto, y por tanto, son, de otro modo, contradictorias, pues se aplica aquí el principio de tercero excluido: no pueden ser ambas verdaderas ni ambas falsas, al mismo tiempo y en el mismo sentido.
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La idea de entender una ruptura matrimonial por la participación del tiempo humano en el “aevum” angélico nos parece algo rebuscada, por lo decir lo menos.
En efecto, Santo Tomás enseña que el “tiempo” angélico, el “aevum“, es distinto del tiempo propio de los seres materiales, entre otras cosas, porque es discontinuo, pues efectivamente, siendo el tiempo el número del cambio según el antes y el después, la continuidad del tiempo depende de la continuidad del cambio, y ésta, a su vez, supone dos cosas: a) que se trate de un cambio accidental, no sustancial, porque el cambio sustancial es instantáneo, ya que entre ser A y no serlo no hay nada, y por eso, por ejemplo, en todo instante un determinado animal está vivo o muerto, y b) que se trate de un cambio físico, de algún modo material, y por tanto, basado en el cambio local, que, a diferencia de Aristóteles, que le da un sentido más amplio, es lo que usualmente nosotros llamamos “movimiento“, y que tiene efectivamente la característica de continuidad, en dependencia de la continuidad de la extensión espacial.
En los ángeles sí hay accidentes, por ejemplo, sus operaciones de inteligencia y voluntad, pero no hay materia, ni extensión, ni tampoco, por tanto, movimiento local, ni tampoco, por tanto, cambio continuo alguno. Los cambios angélicos, en la medida en que podamos llamarlos así, y que son todos accidentales, son por eso mismo discontinuos, discretos. En un instante dado, un ángel no tiene tal acto de inteligencia o voluntad, y en el instante siguiente, lo tiene, completo y terminado.
De todos modos, subrayemos este punto fundamental: el “aevum” angélico también es continuo, a nivel sustancial, pues la existencia angélica no se interrumpe nunca; así que la supuesta explicación de la fragilidad humana por la participación en el “aevum” angélico debería restringirse en todo caso a los actos humanos, en el plano accidental, y aquí hay que seguir adivinando, porque el artículo no derrocha ciertamente las explicaciones.
De hecho, también en la visión aristotélica y tomista los actos humanos son discontinuos en el plano accidental, comienzan y terminan, lo cual no obsta para que haya actos intrínsecamente malos, al contrario, es una condición para los mismos, pues antes de ser intrínsecamente malos o no deben ser distintos de los demás actos y tener un ser propio y determinado, y no perderse en una especie de flujo heraclitiano en el que cada acto se fundiría borrosamente con el anterior y con el que le sigue.
Por tanto, parece que la única forma de “entender” que se falle, por ejemplo, a la promesa de fidelidad matrimonial indisoluble sin que eso sea realmente un falla (de algún modo hay que decirlo) a la luz del “aevum” angélico discreto, sería que el tiempo de los esposos fuese discontinuo ya no a nivel de sus actos solamente, sino de su mismo ser sustancial: que momentáneamente dejen de existir y sean como “recreados” nuevamente, en cuyo caso la suspensión del vínculo en un sentido no habría tenido lugar, pues ellos habrían desaparecido junto con él, o bien, sí habría tenido lugar, y entonces, ahora serían solteros, a empezar de nuevo!!!
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De hecho, esta idea del “tiempo discontinuo” podría servir para “liberarse del pasado” y “rehacer la vida“, en el lenguaje divorcista propio de nuestro tiempo.
En nota al pie a las palabras arriba citadas sobre fragilidad y discontinuidad dice Hoever:
“On the question of the failure and breakdown of relationships, see J. Sautermeister, “Discernment of Biographies and the Moral Development of Identities: Perspectives of a Christian Approach to Deviance, Failure, and New Beginnings,” in: T. Knieps-Port le Roi and A. Brenninkmeijer-Werhahn (eds.), Authentic Voices, Discerning Hearts: New Resources for the Church on Marriage and Family, Zurich: LIT, 2016 (INTAMS Studies on Marriage and Family, 1), 78-95.”
Traducimos solamente el título del artículo que cita Hoever: “Discernimiento de biografías y desarrollo moral de identidades: perspectivas para una aproximación cristiana a la desviación, el fracaso y los nuevos comienzos.”
En todo caso, esto no estaría explicado ni siquiera por la supuesta participación “bonaventuriana” en el “aevum” angélico, el cual no es discontinuo, como dijimos, a nivel sustancial.
El hecho es que el artículo no da más explicaciones y nos deja abandonados a adivinaciones de este tipo.
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Agreguemos además que por esa misma falta de continuidad, a nivel accidental, se entiende, el “aevum” angélico es mucho más absoluto, mucho más “en blanco y negro", que el humano. No cabe, en el tiempo angélico, hablar de maduraciones, crecimientos, desarrollos, etc., pues todo lleva ínsita la idea, justamente, de la continuidad.
Así que a mal puerto iría, entendemos, el que quisiese encontrar más comprensión para la fragilidad humana acudiendo al tiempo angélico, que, como es lógico, es propio de una naturaleza mucho más fuerte, y no más frágil, que la nuestra.
Es cierto que Hoever dice que:
“Here, therefore, “graduality” means not a mere moving forward (à la the simplification of a slogan like “the path is the goal"). It involves “discrete” steps, steps that are determined and then taken on the basis of an accompanying “discernment.”
“Aquí, por lo tanto, “gradualidad” significa no un mero moverse hacia adelante (como la simplificación del slogan “el camino es la meta"). Incluye pasos “discretos“, pasos que están determinados y luego tomados sobre la base de un “discernimiento” acompañante.”
Pero de todos modos, la idea de “desarrollo” implica la idea de un pasaje no inmediato de lo imperfecto a lo perfecto, y eso exige un tiempo continuo, como de hecho es, además, el tiempo humano, a diferencia del angélico, como dijimos.
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En cuanto al principio “bonum ex integra causa“, no va necesariamente unido a la idea de “acto intrínsecamente malo", al menos en el sentido de que lo que dice ese principio es que para que un acto sea bueno, debe serlo por relación a todas sus fuentes de moralidad: objeto, intención y circunstancias.
El acto que es intrínsecamente malo lo es solamente por su objeto, puede haber actos que sean malos, no por el objeto, sino, por ejemplo, por la intención con la que se hacen, y por tanto, son actos malos, pero no intrínsecamente malos, y entonces, a ellos también se aplica lo de “bonum ex integra causa“.
Por otra parte, sin el principio “bonum ex integra causa” desaparece toda distinción absoluta entre el bien y el mal. Si un acto puede ser bueno aún cuando sea malo por su objeto, o por la intención, entonces el acto malo pasaría a ser en todo caso una especie de rareza, de extraña acumulación del mal.
Es decir, el único acto malo sería el acto exageradamente malo, que no tuviese nada de bueno, o en todo caso, el acto en que los aspectos malos predominasen sobre los buenos, lo cual nos deja en el relativismo de las diversas situaciones, circunstancias y valoraciones.
El principio “bonum ex integra causa” es lo que se opone al utilitarismo, consecuencialismo y proporcionalismo, y por tanto, al relativismo. Sin ese principio, el bien sería el balance mayoritario de aspectos buenos sobre aspectos malos, y todo se volvería relativo al punto de vista elegido para evaluar los aspectos buenos y malos de un acto, a la situación, las circunstancias, etc.
Es cierto, parece, que si no hubiese actos intrínsecamente malos, no valdría el principio “bonum ex integra causa”, porque en esa hipótesis, todo dependería de las circunstancias, la intención, las consecuencias, y por tanto, de la ponderación de consecuencias buenas y malas, de modo que podría haber aspectos malos en un acto bueno.
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El hecho es que el autor argumenta que el tema de los actos intrínsecamente malos conlleva lo de “bonum ex integra causa“, y que esto es solidario de la concepción aristotélica del tiempo, vinculado al espacio, al movimiento local, y a la continuidad.
El rechazo o cuestionamiento de esta doctrina aristotélica del tiempo, entonces, llevaría, de rebote, al rechazo o cuestionamiento de la doctrina de los actos intrínsecamente malos.
La idea es que lo de “bonum ex integra causa” va unido a la idea del mal como privación del bien, y esto, a la concepción aristotélica del tiempo como basado en el movimiento local, en cuyo contexto la oposición entre “forma” y “privación de la forma” tomaría el aspecto de una contrariedad, y no de una subcontrariedad.
Aquí hay varias cuestiones:
a) Si la privación de la forma es lo contrario o lo subcontrario respecto de la forma misma.
b) Si el bien y el mal consisten en una forma y su privación.
c) Si es la doctrina aristotélica del tiempo la razón de que la privación de la forma sea lo contrario y no lo subcontrario respecto de la forma misma, o de que el bien y el mal consistan en una forma y su privación, o de ambas cosas.
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Empezando por lo primero, recordemos que contrariedad y subcontrariedad se predican de proposiciones, por tanto, la cuestión sería entre “A tiene la forma X” y “A no tiene la forma X“. Estas dos proposiciones son singulares, también, ni universales, ni particulares, y por tanto, no son subcontrarias. El sujeto es numéricamente el mismo en ambos casos y es imposible que ambas sean verdaderas.
Como se ve, es una cuestión puramente lógica, en la que nada tiene que ver la doctrina aristotélica del tiempo. Un ángel, en el “aevum", o tiene o no tiene una forma dada, y el mismo Dios, en su Eternidad, o tiene o no tiene un atributo dado, sin que pueda tenerlo y no tenerlo a la vez. Para Santo Tomás, o para San Buenaventura, San Alberto, San Anselmo, etc.
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En cuanto a la segunda cuestión, creíamos sinceramente que el maniqueísmo, que sostiene que el mal es un cierto ser o ente, estaba ya superado. A lo mejor hemos sido ingenuos. Porque en efecto, el mal no es un ser, sino un no ser, es la privación del bien, que es siempre un ser.
Y es inexacto, también, suponer que el aristotelismo, y menos aún la concepción aristotélica del tiempo, es absolutamente necesario para oponerse al maniqueísmo. De hecho, el gran doctor antimaniqueo de la Antigüedad fue San Agustín, gran platónico él, similar en esto al mismo San Buenaventura, el cual, San Agustín digo, sacó las armas contra el maniqueísmo, y concretamente, la doctrina del mal como un no ser o privación, precisamente de los escritos de los neoplatónicos.
Y obviamente, además, que San Buenaventura lo sigue en esto, como todos los teólogos y filósofos católicos.
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Con esto hemos respondido ya a la tercera cuestión, pero quisiéramos decir algo más en general.
Dice Hoever:
“…in Bonaventure"s work, it is based on the knowledge of the links between time and being [Sein] in the theology of creation. These links have broken open the limitations of the Aristotelian concept of time, which is oriented to space, and have indeed “abolished” these limitations in view of the Christ event as the “midpoint of time. (…) For Bonaventure, time is a universal, living structural order that is equiprimordial with all entities of every kind. He speaks of a concreata habitudo. This means that time is not a substance in the sense of an autonomous being [Wesen], but is a “structure inherent to created being [Sein].” Its concreative character can be understood as a dynamic synthesis that receives its momentum from the boundary relationship between the uncreated and the created (that is to say, everything that has a beginning).”
“…en la obra de Buenaventura, ello se basa en el conocimiento de los nexos entre el tiempo y el ser en la teología de la creación. Estos nexos han roto las limitaciones del concepto aristotélico del tiempo, que está orientado al espacio, y han ciertamente “abolido” estas limitaciones en vista del evento Cristo como “punto medio del tiempo” (…) Para Buenaventura, el tiempo es un orden estructural viviente universal, que es equiprimordial con todas las entidades del tipo que sean. Habla de una “disposición concreada". Esto significa que el tiempo no es una sustancia en el sentido de un ente autónomo, pero es una estructura inherente al ente creado. Su carácter concreativo puede ser entendido como una síntesis dinámica que recibe su “momento” de las relaciones limítrofes entre lo Increado y lo creado (es decir, todo lo que tiene comienzo).”
Y también:
“Time functions thus both as a measure for the abiding being [Sein] of the spiritual beings – it is the aevum, a permanence that has a beginning but no end – and as a measure for the being [Sein] that is subject to mutability. It is the “flowing now” that we call tempus, time in the “natural” sense. In Bonaventure"s remarkable theological fundamental ontology, tempus and aevum cannot simply be played off against each other, because both have a common origin in the first act of creation, and are therefore encompassed by the aeternitas of God.”
“El tiempo funciona así como una medida para el ser permanente de los entes espirituales – es el “aevum", una permanencia que tiene comienzo pero no fin – y como una medida para el ente que está sujeto a la mutabilidad. Es el “ahora fluyente” que llamamos “tiempo", el tiempo en el sentido “natural". En la notable ontología teológica fundamental de Buenaventura, el tiempo y el “aevum” no pueden ser opuestos el uno al otro, porque ambos tienen un origen común en el primer acto de la Creación, y están por tanto ecompasados por la “aeternitas” de Dios.”
Hoever cita en nota a Ratzinger que dice que San Buenaventura
“…does not include Aquinas among the Aristotelians whom he is combating; there are no texts that seriously support such an assertion. But he does see in Thomas the danger of an excessive trust in Aristotle, and he believes that he must utter a grave warning […]. For this reason, our saint may have regarded precisely the concession Thomas makes to Aristotle in such a decisive question as that of the eternity of the world as extremely suspicious”
“…no incluye a Aquino entre los aristotélicos que combate, no hay textos que soporten seriamente tal afirmación. Pero sí ve en Tomás el peligro de una excesiva confianza en Aristóteles, y cree que debe emitir una seria advertencia […] Por esta razón, nuestro santo puede haber visto precisamente la concesión que Tomás hace a Aristóteles en una cuestión tan decisiva como la de la eternidad del mundo como extremadamente sospechosa.”
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Es conocida la controversia entre Santo Tomás y San Buenaventura acerca de si el mundo pudo o no pudo ser creado por Dios sin comienzo temporal, donde Santo Tomás está por la afirmativa y San Buenaventura por la negativa.
Ambos Doctores, como católicos que son, enseñan que de hecho el mundo ha tenido comienzo, pero discrepan acerca de si hubiese podido no tenerlo, y por tanto, discrepan acerca de si se puede demostrar o no por la sola razón que el mundo ha comenzado a existir.
Porque en efecto, si es imposible un mundo creado sin comienzo temporal, y nosotros podemos saberlo, entonces la noción de un mundo sin comienzo es contradictoria y eso nos permite demostrar por la sola razón que el mundo ha comenzado a existir: ésa es la posición de San Buenaventura.
Por el contrario, si es posible, aunque nunca haya existido, un mundo sin comienzo temporal, entonces la noción de un mundo sin comienzo no es contradictoria, y no podemos demostrar por la sola razón el comienzo del mundo: ésa es la tesis de Santo Tomás.
De aquí se sigue que para San Buenaventura “ser creatura” y “tener al menos comienzo de su existencia” van necesariamente juntos, mientras que no es así para Santo Tomás. Para el primero, sólo Dios es eterno en el sentido de “sin comienzo ni fin“, para el segundo, la Eternidad de Dios consiste ante todo en la ausencia total de sucesión, en la posesión simultánea del ser sin antes y sin después en un Presente que no conoce pasado ni futuro.
Lo que dice Hoever es que para San Buenaventura toda creatura está en el tiempo, entendido éste como la dimensión propia de todo aquello que tiene al menos comienzo en su existencia. Y así, el “aevum” y el “tiempo” vienen a caer juntos del lado de lo creado, y acusa a Santo Tomás de poner al “aevum” del lado de lo divino, al reducir el tiempo a los seres materiales.
Pero hasta aquí, lo único que hay es una discrepancia acerca del sentido del término “tiempo“, pues es evidente que si “tiempo” significa la duración de todo aquello que tiene comienzo, también los ángeles están en el tiempo, e inversamente, en la tesis tomista podría haber sucedido que el mundo material en su conjunto, al menos, no hubiese estado en el tiempo, al no comenzar a existir.
Y por otro lado, si “tiempo” es “la medida del cambio” de los seres materiales, es claro que los ángeles propiamente no están en el tiempo. Hasta aquí ambos Doctores dicen lo mismo y en todo caso discrepan en cuanto a cómo definir el término “tiempo".
Es claro que la discrepancia no es solamente nominal en la medida en que versa acerca de si el tiempo requiere necesariamente un comienzo de lo que tiene existencia temporal, o no. Pero incluso este debate no puede resolverse sin ponerse de acuerdo en una sola definición o noción de “tiempo".
En todo caso, es evidente que los Papas que una y otra vez han recomendado a Santo Tomás como maestro y guía segura para los que estudian Teología no han encontrado tal motivo de sospecha o duda en la doctrina tomista de la posibilidad de un mundo sin comienzo temporal.
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Dice Hoever, citando después a Ratzinger:
“In the Aristotelian perspective, time can never possess such a dignity, since it is regarded rather as the cause of decay. Joseph Ratzinger/Benedict XVI has presented clearly the significance of this “re-evaluation” with its Christian inspiration: “When we apply this to the problem of history, this means that history, which belongs to the sphere of accidental finitude, is capable only of an accidental ordering and is not a part of that truly ordered causal cosmos that goes in a different direction. This idea is completely isomorphic with the well-known ancient (and partly also scholastic) concept of history. History is the realm of the contingent. It is not truly capable of being the object of scientific work – and not only because the mystery of human freedom is at work in it, but also because it belongs to the causal cosmos of the things in the world, which is ordered only in an accidental manner. Bonaventure recognizes acutely that this picture of history is incompatible with the Christian understanding of history. He demands an ordering in the horizontal line of the events in the world and their sequence too. He must do this, because he has in view a completely different form of world-history: he sees the history of the world as structured in egressus and regressus, and Christ stands in the midpoint of both of these.”
“En la perspectiva aristotélica, el tiempo no puede tener nunca tal dignidad, porque es mirado más bien como causa de decadencia. Joseph Ratzinger / Benedicto XVI ha presentado claramente el sentido de esta “reevaluación” con su cristiana inspiración: “Cuando aplicamos esto al problema de la historia, significa que la historia, que pertenece a la esfera de la finitud accidental, es capaz solamente de un ordenamiento accidental y no es parte del ese cosmos causal verdaderamente ordenado que va en una dirección diferente. Esta idea es totalmente isomórfica con el bien conocido concepto antiguo (y en parte también escolástico) de la historia. La historia es el reino de lo contingente. No es verdaderamente capaz de ser el objeto de un trabajo científico – y no solamente porque está en obra el misterio de la libertad humana en ella, sino también porque pertenece al cosmos causal de las cosas del mundo, que está ordenado solamente de una manera accidental. Buenaventura reconoce agudamente que esta imagen de la historia es incompatible con la comprensión cristiana de la historia. Exige un ordenamiento en la línea horizontal de los eventos del mundo y también en su secuencia. Debe hacerlo, porque tiene en vista una forma completamente diferente de historia del mundo: él ve la historia del mundo como estructurada en “egressus” y “regressus", y Cristo se encuentra en el medio de ambos.”
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Ahora bien, hay que decir que efectivamente, el orden de la historia no es necesario, sino contingente, y en ese sentido, el del “quinto predicable” escolástico, es accidental, y como tal, no puede ser objeto de ciencia.
Sin duda, la visión cristiana de la historia reclama una historia ordenada, ante todo, por Dios y su Providencia, y en dependencia de ésta, gran misterio como dice Ratzinger, de la libertad humana. Pero ambos órdenes, precisamente porque dependen de una libertad (la Libertad divina o la libertad humana), son contingentes, y por eso, en el sentido del quinto predicable, accidentales.
No es como el orden de la naturaleza, que es, justamente, natural, y en esa medida, necesario, porque deriva de la esencia de las cosas creadas, aunque hace su lugar también al azar dada la contingencia de todo lo creado.
Y efectivamente, es una gran cosa, por así decir, que el orden de los eventos humanos “vaya en una dirección diferente” que el orden de los eventos naturales regidos por leyes necesarias.
Sin duda que eso no ayuda a la constitución de la teología de la historia como una ciencia, pero es que así son las cosas, y seguramente la “teología de la historia” debe encontrar el orden que busca en la Revelación del Plan divino, porque si el orden histórico sobrenatural es accidental y contingente para la historia misma, pues podría haber sido otro, de hecho lo conocemos, en la medida en que lo conocemos, por la Revelación divina, y como tal, es el que Dios ha inmutablemente elegido desde la Eternidad.
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Finalmente: no es la doctrina sobre el tiempo la que determina los caracteres fundamentales de una filosofía y una teología, sino la doctrina sobre el ser o ente, es decir, la metafísica.
Dice Hoever:
“The principle that “time is greater than space” thus indubitably constitutes an important premise, in the sense that it signifies a preliminary decision about how one tackles questions and problems; and this is because space and time are the elementary forms of perception.”
“El principio “el tiempo es mayor que el espacio” constituye así indudablemente una premisa importante, en el sentido de que significa una decisión preliminar acerca de cómo aborda uno las cuestiones y los problemas, y esto es así porque el espacio y el tiempo son las formas elementales de la percepción.”
En todo caso, serán las formas elementales de la percepción sensible, pero la forma elemental de la percepción intelectual, que es superior a la sensible y le da sentido, es el ente.
El tiempo, en el conjunto de la Filosofía, es un tema secundario, precisamente porque no abarca la totalidad del ente, pues al menos Dios está fuera del tiempo tanto para San Buenaventura como para Santo Tomás. Pero no está fuera del ente, porque fuera del ente sólo “hay” el no ente, que por definición, no hay, no es.
Y por eso, el ser humano, sus actos, y la moralidad de los mismos, se entienden radicalmente, esto es, filosóficamente, por relación al ser y al ente, concretamente, a la naturaleza humana, no por relación al tiempo.
Queriendo oponer el “optimismo", término nuestro, de la visión bonaventuriana del tiempo al “pesimismo” de la aristotélica, dice Hoever:
“Temporality is thus not a deficit, but the expression of an eager waiting for a perfecting that can come only from God.”
“La temporalidad no es un déficit, sino la expresión de una ansiosa espera por un perfeccionamiento que sólo puede venir de Dios.”
Pero si se espera una perfección, es que no se la tiene, y eso se llama imperfección, y en ese sentido, también es un “déficit“.
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De ahí también, que las diferencias que pueda haber entre San Buenaventura y Santo Tomás acerca del tiempo, no necesariamente implican diferencias en lo ontológico, en el tema del ser, ni en lo antropológico y ético, y si las implican, en ontológico y antropológico quiero decir, porque seguramente en lo ético, y precisamente allí, es donde menos diferencias tienen, es porque las diferentes concepciones del ser, en todo caso, afectan también a la concepción del tiempo, y no a la inversa.
El gran error del heraclitismo y del relativismo historicista en general, en definitiva, ha sido querer entender el ser a partir del tiempo, llegando a la negación del principio de no contradicción. El gran aporte tanto de Platón como de Aristóteles, San Agustín, San Buenaventura y Santo Tomás, ha sido entender el tiempo a partir del ser, y en eso al menos han mostrado ser totalmente coherentes con el sentido común y con la Verdad revelada por Dios.
Por el contrario, en esta frase de Hoever parece resaltar que en su interpretación al menos del dicho papal, el verdadero “adversario” del tiempo no el “espacio", sino, precisamente, el ser o ente:
“In very general terms, the principle that “time is greater than space” means that “movement,” or better: “being [Sein] that is moved,” “being [Sein] in becoming,” acquires a higher significance, what we might call an “ethical-substantial” significance vis-à-vis a “being” [Wesen] that is thought of abstractly.”
“En términos muy generales, el principio de que “el tiempo es mayor que el espacio” significa que el “movimiento“, o mejor: “el ente que se mueve“, “el ente en transformación", adquiere un significado más alto, lo que podríamos llamar un significado “ético-sustancial” de cara al ente que es pensado abstractamente.”
En efecto, aun admitiendo que aquí se habla del “ser en movimiento” y no del movimiento solamente, el hecho es que no se ve por dónde en la frase original se vendría a hacer equivalente el “espacio” con el “ente abstracto“.
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De todos modos, ahora no se está hablando de motivos de inimputabilidad para actos que en sí mismos siguen siendo intrínsecamente malos, sino que se ataca directamente la noción de “acto intrínsecamente malo”, y se hace desde la hoja web de la Pontificia Academia Pro Vida, lo que nos parece de inusitada gravedad.
20 comentarios
Un disparate total.
[Editado]
Vaticano, ¡quién te ha visto y quién te ve!
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La verdad que algunos académicos parecen un poco pasados de revoluciones y no en excesivo contacto con el mundo real.
Saludos cordiales.
Menos teoherejía y mas oración por favor
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En efecto. Rece que hace mucha falta. El silencio orante puede ser muy meritorio.
Saludos cordiales.
El pasado infinito podría ser el caso en una cosmología cíclica, donde cada etapa del universo comprende una fase inicial de expansión hasta un máximo, una fase de contracción hasta un mínimo y un rebote que da inicio a una nueva etapa. (Esto no es válido en la práctica porque el universo se está expandiendo aceleradamente, por lo que jamás pasará a contraerse.)
En este marco, un pasado infinito sería el caso si el número de ciclos anteriores al presente fuese infinito. Lo absurdo de este caso puede percibirse notando que, si uno llegase al cielo y le preguntase a Dios: "Señor, ¿cuántos ciclos de expansión-contracción hubo en el universo antes del presente?", la respuesta sería: "Álef cero, el cardinal del conjunto de los números naturales".
Pasando a la extersión, un universo de extensión espacial infinita sería el caso de una geometría euclidiana, o curvatura nula, que es precisamente el resultado de las ultimas observaciones. Pero como la magnitud medible de la curvatura tiene un límite inferior intrínseco, no se puede saber si es realmente cero o sólo menor a 0,0001, lo cual implica que no se puede saber si el universo es infinito o sólo muy grande.
Similarmente al caso de pasado infinito, lo absurdo de una extensión espacial infinita puede percibirse notando que, si uno llegase al cielo y le preguntase a Dios: "Señor, ¿cuántas galaxias hay en el universo?", la respuesta sería: "Álef cero, el cardinal del conjunto de los números naturales".
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Es que sin duda que Dios conoce desde la Eternidad todos los números, naturales, enteros, racionales, reales, etc. Supongamos que armamos una supercomputadora y la ponemos a calcular números naturales cada vez más grandes, hasta llegar a números que jamás hayamos pensado nosotros. Cualquier número de esos es claro que Dios lo conoce desde la Eternidad.
En la Escolástica se plantea la objeción de que si Dios conoce desde la Eternidad todos los números, al menos la cantidad infinita actual ha de existir entonces en la mente divina.
Y se responde que, como el conjunto infinito es imposible, porque la idea de "conjunto" implica unos límites, necesariamente, que por definición faltan en el "conjunto" infinito, Dios conoce todos los números, por ejemplo, distributivamente, no colectivamente, o sea, los conoce todos uno a uno, pero no formando un conjunto que sería contradictorio.
Saludos cordiales.
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Todo bien y saludos cordiales.
Si el mundo se concibiera como una moneda, y el tiempo y el espacio fueran sus dos caras, inseparables, sí sería contradictorio concebir un mundo sin comienzo, es decir sin tiempo.
Por ello, dislocar el tiempo del espacio y pensarlos independientes entre sí, es contradictorio.
La teoría de la Relatividad, 800 años después de Santo Tomás, se encargó de demostrarlo.
Por otro lado, los "tiempos" de los ángeles no son estrictamente tiempo, pues este existe sólo en el mundo creado (conforme el Génesis). Que los ángeles manifiesten cambios de estado, no implica un antes ni un después, son manifestaciones simultáneas aunque tengamos que describirlas en forma sucesiva desde nuestro limitado mundo.
Respecto del artículo del Sr Hoever, bueno, bastante confuso, nada claro, y creo que las palabras del Señor al joven rico son contundentes para refutarle.
El joven, cumpliendo todos los requisitos éticos de los mandamientos (tal vez en apariencia) opta, en conciencia, no seguir a Jesús (además de no vender sus bienes).
Dudo que al no haber seguido al Señor cuando Él se lo pidió, se pueda pensar y considerar que el cumplimiento de los mandamientos por parte del joven rico, sean atenuantes para acceder a la vida eterna, a pesar de haber decidido no seguirlo.
Sin embargo, no me extrañaría que algún renombrado teólogo, cura, obispo, etc....pronto y con argucias, interprete que el joven rico en el fondo si podía entrar a la vida eterna, a pesar de no seguir a Jesús cuando Él lo invitó seguirlo.
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Hay que distinguir el mundo material y los entes que lo integran. Del mundo como tal se puede decir que no está en el tiempo, porque el tiempo es algo consiguiente al movimiento de los entes mundanos y por tanto supone la existencia del mundo. Y eso es independiente de si el mundo comienza o no a existir.
De modo semejante a como se dice que el mundo no está en ningún lugar, porque es la suma de todos los lugares.
En cuanto a los entes que componen el mundo, por más que el mundo no haya comenzado, nada impide que todos ellos comiencen a existir y dejen de existir.
El no - comienzo del mundo querría decir simplemente que, siempre, al comenzar a existir un ente mundano, ya existía otro antes (que también en su momento había comenzado a existir, y así indefinidamente).
En cuanto a la duración angélica, no es absolutamente simultánea, como la divina. Hay que distinguir al menos un primer instante en que los ángeles fueron creados y se les propuso la obediencia al plan divino, y un segundo instante en el que algunos aceptaron y otros se rebelaron.
En cuanto a Hoever, él habla más bien de personas que no cumplen los mandamientos, como son por ejemplo los mal llamados "divorciados vueltos a casar".
Saludos cordiales.
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Las obras completas de San Agustín en la BAC son unos 41 volúmenes, claro que en edición bilingüe.
Saludos cordiales.
No os liéis .
El fondo son los sacramentos como realidad objetiva, porque no hay fe católica,.sino inmanencia. Se ataca a los sacramentos porque son acción de Dios,y quien lo hace sabe a qué espíritu pertenece , el de la confusión.
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Es que afirma, efectivamente, una participación del ser humano en el "aevum" angélico. Es cierto que el alma humana separada del cuerpo, tras la muerte, tiene el "aevum" como medida de su duración, pero en esta vida, está en el tiempo, por razón del cuerpo al que está unida.
Todo esto muestra el grado de decadencia intelectual del progresismo católico.
Saludos cordiales.
[Editado] El estar amancebado, que es de lo que va esto, y no estarlo no son SUBCONTRARIOS, son completamente contrarios.
Y luego cuando se pone a concretar y dice por ejemplo que el ser humano no puede ser a la vez no sabio y no loco, es para partirse de risa. Hay millones de no sabios que no están locos.
Ademas, ¿Cómo demuestra hoover, con datos, hechos, no palabras o palabrería que el tiempo humano es discontinuo?
Qué nos explicque que hecho lo demuestra. Y si asi fuese luego que nos demuestre que tiene eso que ver para que a un casado le guste la vecina del quinto y le ponga los cuernos a su mujer.
Todo esto es tan estúpido, lo de HOOVER, como que el adultero le diga a la esposa que no le ha puesto los cuernos con la vecina sino que ha tenido una participación discreta de su tiempo personal en el aevum angélico.
[Editado]
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Más bien, él dice que sí se puede ser no sabio y no loco, pero que también se puede ser sabio y loco a la vez (traducción: situación regular e irregular a la vez...)
Es cierto que "sabio" y "loco" no son formalmente contradictorios, así que en principio ambas cosas podrían ser. Pero él lo toma del pasaje de San Pablo que contrapone la sabiduría del mundo a la locura de la cruz, y en ese sentido, son incompatibles entre sí. Y por eso mismo es absurdo que él diga que pueden darse ambos a la vez en el mismo sujeto, como las subcontrarias pueden ser ambas verdaderas - pero en sujetos distintos.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Consideremos concretamente tu angel de la guarda. Si Dios no le muestra en la visión beatífica tu futuro, la intercesión y ayuda que te prestará mañana viernes dependerá de cómo sea tu vida mañana viernes, lo cual el ángel conocerá a medida que vaya ocurriendo, y por lo tanto su actividad de intercesión y ayuda estará en sincronía con el tiempo del universo material.
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La visión beatifica no confiere la omnisciencia a ninguna creatura, ni creo que tampoco le conceda ver todo lo que Dios ve con ciencia de visión, o sea, lo pasado, lo presente y lo futuro de nuestro mundo. Es Dios el que hace saber a cada bienaventurado lo que entiende necesario, por ejemplo, que se le está pidiendo algo aquí en nuestro mundo.
Tampoco reciben los ángeles su conocimiento de los sentidos, sino por ideas que Dios les infunde al crearlos. Es cierto que Santo Tomás habla también de una iluminación angélica, por la que un ángel comunica conocimientos a otro ángel. ´
Sin llegar a la visión beatífica, se puede pensar que Dios revela a cada ángel lo que es necesario para que éste pueda cumplir su misión.
De todos modos, la duración angélica, el "aevum", es algo intermedio entre nuestro tiempo y la Eternidad divina. O sea, no excluye toda sucesión, y en ese sentido, sí, algún tipo de correspondencia debe haber entre la sucesión angélica y la nuestra, aunque "sincronía" parece incluir un "mismo tiempo".
Saludos cordiales.
Como siempre es un placer leerte. Es la luz de la verdad que disipa el error.
Mi gratitud al Señor por tu carisma en la Iglesia.
No, el maniqueísmo no está superado. Sigue planeando entre las brumas nórdicas. Inficiona el protestantismo y avanza contra la inteligencia y la fe católica. Gracias por avisarme de tus publicaciones en este foro.
Padre Horacio Bojorge
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Muchas gracias, Padre, y que el Señor siga mirando por todos nosotros.
Saludos cordiales.
Enhorabuena, siga así, un placer leerle. Leo siempre que puedo sus colaboraciones, así como las de Bruno y Luis Fernando (por este orden, je). Esto también me reafirma en que la esperanza de la Iglesia está, hoy día, en los laicos.
Un saludo muy cordial
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Bueno, muchas gracias. Sí, la verdad que cuando vi eso de las subcontrarias casi no lo puedo creer, pero como dice un relator de fútbol de mi país: "es lo que hay".
Saludos cordiales.
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Así sea, muchas gracias y saludos cordiales.
Cuando releo a la Física de Aristóteles y leo estas palabras de Hoever, creo leer a cuatro Aristóteles: el originalis, el receptus, el evieternus, y el daliniano...
Demasiadas veces veo que se ponen palabras de Aristóteles, Platón, Agustín, Tomás, Kant, Hegel... y luego, cuando los leo en su originalidad, leo otra cosa. ¿Enloquezco? ¿Hay un Aristóteles relativista, que depende de quién lo lee, se lee A, B, C y así hasta el infinito?
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Lo que pasa es que hay una moda de tomar frases sueltas de Aristóteles para hacerle decir lo mismo que decían los sofistas griegos, más o menos.
Saludos cordiales.
Lo siento, pero aplicado a casos extremos, por ejemplo, el desarrollo de mal en los campos de exterminio de los lager hitlerianos o del gulag estalinianos, esto de que "el tiempo es mayor que el espacio" en relación con los actos intrínsecamente malos, carece de sentido alguno. Parece que diga que el tiempo que pasas en dichos campos es mayor que el espacio que ocupa el campo. ¿De dónde salen estos filósofos?
"De todos modos, ahora no se está hablando de motivos de inimputabilidad para actos que en sí mismos siguen siendo intrínsecamente malos, sino que se ataca directamente la noción de “acto intrínsecamente malo”, y se hace desde la hoja web de la Pontificia Academia Pro Vida, lo que nos parece de inusitada gravedad."
De mayor gravedad es no hablar claro y lógico, descuidando el orden racional con el mundo de la fe, sino hablando con nubes y vapores filosóficos incomprensibles para cualquiera. ¿Pero qué dicen?
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Es cierto, sí, que el tiempo puede colaborar a que el mal sea más grande, también.
Saludos cordiales.
Es que estuve revisando el post suyo sobre causalidad, pero no encuentro bien la respuesta a esta pregunta: El corolario del principio de causalidad que usted menciona-- Lo inferior no puede producir lo superior-- ¿que significa exactamente "superior" e "inferior".
Profe gracias por las clases de filosofía gratuitas y no se olvide de hacer videos.
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La pregunta que hay que hacer es siempre la misma: ¿qué queremos decir nosotros cuando decimos "superior" e "inferior"? Es claro que estamos haciendo una cierta comparación, y para eso, tiene que haber un elemento común a todas las cosas que comparamos. Y para que esa comparación dé por resultado una superioridad y una inferioridad, ese algo común debe estar diversamente en los distintos términos comparados, en unos más, en otros menos.
Así, un automóvil es superior a otro en cuanto a la velocidad: quiere decir que puede ir más rápido que el otro. Un levantador de pesas es superior a otro en cuanto a la fuerza: tiene más fuerza. Un estudiante es superior a otro, en cuanto a la inteligencia. o a la memoria, o a la aplicación: tiene más inteligencia, o más memoria, o más aplicación.
Se puede ser superior e inferior bajo aspectos distintos: el león es superior al guepardo en fuerza, pero inferior en velocidad. O sea: tiene más fuerza, pero no alcanza tanta velocidad.
Es innegable que afirmamos un más y un menos en todas esas cosas, y que lo hacemos con fundamento objetivo.
También podemos y debemos decir que un vegetal es superior a un ser inanimado. Aquí el "más" no mira ya a alguna cualidad del ente, sino a su mismo ser o esencia.
Porque en el vegetal aparece una novedad respecto de la materia inorgánica: la vida.
Pero una novedad que es un "más", un "plus" de ser.
Ese "plus" lo podemos formular como mayor capacidad de relación con el medio ambiente: las raíces, las hojas, la fotosíntesis, la alimentación.
Pero además, lo que Aristóteles llama el "automovimiento", la capacidad del ente de ser principio de algunos de los cambios que lo afectan. La piedra es puramente pasiva, recibe solamente influjos externos y obedece a ellos, el ser vivo, en cambio, tiene un principio interno, espontáneo, de actividad.
Más autonomía, entonces, más independencia.
Y para completar, la capacidad de reproducirse, de dar origen a otro ser vivo de la misma especie. Que es algo así como el colmo de la actividad del viviente.
Algo análogo podemos decir del animal respecto del vegetal, y del ser humano respecto del animal irracional.
En efecto, en el animal aparece el conocimiento, el "darse cuenta" del medio ambiente que lo rodea, y en el ser humano, el conocimiento intelectual, el conocer lo que las cosas son, y la elección libre.
Todas esas características integran el ser, respectivamente, del mineral, la planta, el animal irracional y el hombre.
Y entonces no cabe sino concluir que el ser de cada uno de ellos es más o menos rico que el de los otros, más o menos pleno.
Ahora bien, es de la esencia de un "más", de un "plus", el estar en lo superior y no estar en lo inferior. Es por ese "plus", precisamente, que el superior es superior y el inferior, inferior, a saber, porque el primero lo tiene y el segundo no.
Y entonces, si aplicamos aquello de que no se da lo que no se tiene, tenemos que lo superior no puede explicarse (radicalmente, quiero decir) por lo inferior, porque "explicar" es "desplegar", y para desplegar lo superior a partir exclusivamente de lo inferior, habría que sacar ese "plus" precisamente de donde no está.
Saludos cordiales.
Pero en escatología social (Anticristo, Bestias...), la extensión e intensidad de la fuerza de los poderes antiteocráticos se detendrá y desaparecerá en el tiempo y en el espacio.
Por lo tanto, ni el tiempo ni el espacio están a favor del Mal, hay un momento en que desaparecerá del tiempo y del espacio.
Cuando los justos estén asediados en Jerusalén por Gog y Magog, el momento temporal y espacial de menor extensión y esperanza de la Iglesia, será éste el fin del Mal.
Con qué pulcritud ha ido usted "desarmando" ese espantoso montaje con que Hoever pretende haber "demostrado" -aboliendo el principio de no contradicción- (vaya sustento de demostración!!) que no existe fundamento objetivo (ni lógico, ni ontológico) para calificar moralmente los actos humanos.
Yo creo que hubiese sido más decoroso de su parte postular lo que le interesa defender como un axioma indemostrable (de ahora en más se puede hacer lo que se nos dé la gana), que fabricar pruebas que en nada prueban lo que dice, confundir a los sencillos e insultar al intelectual más humilde.
Es realmente repugnante que semejante personaje ocupe el lugar que ocupa, y que se crea con derecho de tirar a la basura la enseñanza moral de la Santa Iglesia. Y es escandaloso que se publique en esa web, porque la gente lee lo que allí se publica.
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Como dice el P. Iraburu, hay que rezar, rezar.
Gracias y saludos cordiales.
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