¿Castigo divino o consecuencia de la libre opción del hombre?

JuezAcerca de si el Infierno es una pena impuesta por Dios al pecador que muere sin arrepentirse de su pecado, o es solamente una consecuencia inevitable de su libre opción contra el amor de Dios, ponemos aquí algunos textos del Magisterio de la Iglesia y de la Sagrada Escritura.

Todos los subrayados en negrita son nuestros.

Credo de los Apóstoles

“desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.”

No dice que ha de venir a ver cómo los vivos y los muertos se juzgan a sí mismos. 

Catecismo de la Iglesia Católica

“678 Siguiendo a los profetas (cf. Dn 7, 10; Jl 3, 4; Ml 3,19) y a Juan Bautista (cf. Mt 3, 7-12), Jesús anunció en su predicación el Juicio del último Día. Entonces, se pondrán a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38-40) y el secreto de los corazones (cf. Lc 12, 1-3; Jn 3, 20-21; Rm 2, 16; 1 Co 4, 5). Entonces será condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios (cf Mt 11, 20-24; 12, 41-42). La actitud con respecto al prójimo revelará la acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino (cf. Mt 5, 22; 7, 1-5). Jesús dirá en el último día: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40).

679 Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. “Adquirió” este derecho por su Cruz. El Padre también ha entregado “todo juicio al Hijo” (Jn 5, 22; cf. Jn 5, 27; Mt 25, 31; Hch 10, 42; 17, 31; 2 Tm 4, 1). Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17) y para dar la vida que hay en él (cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo (cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido según sus obras (cf. 1 Co 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor (cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).

682 Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia.”

Como se ve, el Catecismo afirma ambas cosas: la autoexclusión culpable del pecador que no se arrepiente y la justa retribución que le es dada por Jesucristo en su calidad de Juez.

1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: “Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él” (1 Jn3, 14-15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno".

1034 Jesús habla con frecuencia de la “gehenna” y del “fuego que nunca se apaga” (cf. Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que “enviará a sus ángeles […] que recogerán a todos los autores de iniquidad, y los arrojarán al horno ardiendo” (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación:” ¡Alejaos de mí malditos al fuego eterno!” (Mt 25, 41).”

El n. 1034 del Catecismo nos da la pauta para interpretar la “autoexclusión“ a que se refiere el n. 1033 en sentido compatible con un castigo divino cuyo sujeto agente es el mismo Dios, sea directamente, sea por el ministerio de los ángeles.

Constitución Dogmática “Lumen Gentium” del Concilio Vaticano II, n. 48:

“Y como no sabemos el día ni la hora, es necesario, según la amonestación del Señor, que velemos constantemente, para que, terminado el único plazo de nuestra vida terrena (cf. Hb 9, 27), merezcamos entrar con El a las bodas y ser contados entre los elegidos (cf. Mt 25, 31-46), y no se nos mande , como a siervos malos y perezosos (cf. Mt 25, 26), ir al fuego eterno (cf. Mt 25, 41), a las tinieblas exteriores, donde «habrá llanto y rechinar de dientes» (Mt 22, 13 y 25, 30).”

No dice “y no debamos mandarnos a nosotros mismos”.

Credo del Pueblo de Dios, Pablo VI:

“Subió al cielo, de donde ha de venir de nuevo, entonces con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos, a cada uno según sus propios méritos: los que hayan respondido al amor y a la piedad de Dios irán a la vida eterna, pero los que los hayan rechazado hasta el final serán destinados al fuego que nunca cesará”

No dice “se destinarán a sí mismos”, sino “serán destinados”, por Aquel por quien serán juzgados, del mismo modo en que los que “irán a la vida eterna” serán llevados a ella por Dios.

Y ello será de acuerdo a sus méritos, es decir, en el caso de los que se condenan, de acuerdo a sus culpas.

Fórmula de fe llamada “Fides Damasi” (D 16):

“(…) creemos hemos de ser resucitados por El en el último día en esta carne en que ahora vivimos, y tenemos esperanza que hemos de alcanzar de El o la vida eterna, premio de nuestro buen mérito, o el castigo de suplicio eterno por nuestros pecados.”

“Hemos de alcanzar de Él”, no simplemente como consecuencia de nuestras obras.

Y lo que hemos alcanzar “de Él” es el premio o el castigo.

Profesión de Fe de Miguel Paleólogo, II Concilio de Lyon (ecuménico) (D 462):

“(…) que de allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, y que dará a cada uno según sus obras, buenas o malas. (…) Las almas, empero, de aquellos que mueren en pecado mortal o con solo el original, descienden inmediatamente al infierno, para ser castigadas, aunque con penas desiguales.”

Dará”, dice, no “mirará cómo reciben”.

Y dice “para ser castigadas”.

Epístola “Humani Generis” del Papa Pelagio I a Childeberto I Rey (D 228a):

“(…) a los justos, por liberalísima gracia (…) les dará los premios de la vida eterna (…) a los inicuos (…) los entregará por justísimo juicio a las penas del fuego eterno e inextinguible, para que ardan sin fin”

Los entregará al fuego eterno”, no “mirará cómo caen en el fuego eterno".

Por la misma razón “consecuencialista”, entonces, la salvación no debería ser un don de Dios, sino la consecuencia lógica de nuestras buenas obras, lo cual va contra la fe.

XI Concilio de Toledo, Profesión de Fe (D 287):

“(…) De allí vendrá con los santos ángeles, y los hombres, para juzgar y dar a cada uno la paga que les es personalmente debida, según se hubiere portado en su cuerpo, o bien o mal.”

“Dar a cada uno la paga”, no “mirar cómo cada uno se cobra”.

IV Concilio de Letrán (ecuménico) (D 429):

“(…)ha de venir al fin del mundo, ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y ha de dar a cada uno según sus obras, tanto a los réprobos como a los elegidos: todos los cuales resucitarán con sus propios cuerpos que ahora llevan, para recibir según sus obras, ora fueren buenas, ora fueren malas; aquéllos, con el diablo, castigo eterno ; y éstos, con Cristo gloria sempiterna. (…)”

Lo mismo. El “recibir” se corresponde con el “dar”, en ambos casos “según sus obras”.

III Concilio de Valence (D 321):

“(…)nos place mantener que «supo absolutamente de antemano que los buenos habían de ser buenos por su gracia y que por la misma gracia habían de recibir los premios eternos; y previó que los malos habían de ser malos por su propia malicia y había de condenarlos con eterno castigo por su justicia» (1), como según el Salmista: Porque de Dios es el poder y del Señor la misericordia para dar a cada uno según sus obras [Ps. 61, 12 s], y como enseña la doctrina del Apóstol: Vida eterna a aquellos que según la paciencia de la buena obra, buscan la gloria, el honor y la incorrupción; ira e indignación a los que son, empero, de espíritu de contienda y no aceptan la verdad, sino que creen la iniquidad; tribulación y angustia sobre toda alma de hombre que obra el mal [Rom. 2, 7 ss]. Y en el mismo sentido en otro lugar: En la revelación - dice - de nuestro Señor Jesucristo desde el cielo con los ángeles de su poder, en el fuego de llama que tomará venganza de los que no conocen a Dios ni obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, que sufrirán penas eternas para su ruina… cuando viniere a ser glorificado en sus Santos y mostrarse admirable en todos los que creyeron [1 Thess. 1, 7 ss].”

“Había de condenarlos”: el sujeto activo de la condenación eterna es Dios, no el hombre.

Ese “tomar venganza” no significa otra cosa que la justicia llamada “vindicativa”, es decir, punitiva.

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La fuente de todas estas expresiones es la Escritura:

“No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que al alma no pueden matarla; temed más bien a Aquel que puede perder el alma y el cuerpo en la gehenna.” (Mt. 10, 28).

No dice “que puede mirar cómo se pìerden".

“Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.” (Mt. 13, 30).

No dice: “Mirad cómo la cizaña se prende fuego a sí misma”.

“El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego: allí será el llanto y el rechinar de dientes.” (Mt. 13, 41 – 42).

Lo mismo en los vv. 49 – 50:

“Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego: allí será el llanto y el rechinar de dientes.”

Más claro, imposible. Los ángeles tampoco se limitan a mirar cómo los condenados se lanzan al horno de fuego.

“Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta” (Mt. 16, 27).

“Pagará”, voz activa.

“(…) vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento en que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” (Mt. 24, 50 – 51).

“Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes” (Mt. 25, 30).

“Echadle”, no “mirad cómo se echa él mismo”.

“Entonces dirá también a los de su izquierda: “ Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.” (Mt. 25, 41).

Esa orden del Señor tiene toda la fuerza de su Palabra Omnipotente para ejecutar lo que ordena.

“Por la dureza e impenitencia de tu corazón vas atesorando contra ti cólera para el día de la cólera y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual dará a cada uno según sus obras, a los que, por la perseverancia en el bien busquen la gloria, honor e inmortalidad: vida eterna, mas a los rebeldes, indóciles a la verdad y dóciles a la injusticia, cólera e indignación.” (Rom. 2, 5-8).

“Porque es propio de la justicia de Dios el pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros, los atribulados, con el descanso junto con nosotros, cuando el Señor Jesús se revele desde el cielo con sus poderosos ángeles, en medio de una llama de fuego, y tome venganza de los que no conocen a Dios y de los que no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús”. (2 Tes 1, 6-8).

“Se pusieron a gritar con fuerte voz: “¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por nuestra sangre de los habitantes de la tierra?” Entonces se les dio a cada uno un vestido blanco, y se les dijo que esperasen todavía un poco, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a ser muertos como ellos.” (Apoc. 6, 10 – 11).

“Las naciones se habían encolerizado, pero ha llegado tu cólera y el tiempo de que los muertos sean juzgados, el tiempo de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, pequeños y grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.” (Apoc. 11, 18 ).

“Si alguno adora a la Bestia y a su imagen, y acepta la marca en la frente o en su mano, tendrá que beber también del vino del furor de Dios, que está preparado, puro, en la copa de su cólera . Será atormentado con fuego y azufre, delante de los santos ángeles y delante del Cordero. Y la humareda de su tormento se eleva por los siglos de los siglos: no hay reposo, ni de día ni de noche, para los que adoran a la Bestia y a su imagen, ni para el que acepta la marca de su nombre” (Apoc. 14, 9 – 11).

“(…) “Justo eres tú, Aquel que es y que era, el Santo, pues has hecho así justicia: porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas y tú les has dado a beber sangre: lo tienen merecido.” Y oí al altar que decía: “Sí, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos”.” (Apoc. 16, 5 – 7).

“(…) y Dios se acordó de la Gran Babilonia para darle la copa del vino del furor de su cólera ” (Apoc. 16, 9).

“(…) y el que no se halló inscrito en el Libro de la Vida fue arrojado al lago de fuego” (Apoc. 20, 15).

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La fuente de estas expresiones del Nuevo Testamento, a su vez, es el Antiguo Testamento:

“¡Ay de las naciones que se levanten contra mi pueblo! El Señor omnipotente los castigará en el día del juicio, dando al fuego y a los gusanos sus carnes, y gemirán de dolor para siempre” (Judith 16, 20).

“El que peque es quien morirá: el hijo no cargará con la culpa de su padre, ni el padre con la culpa de su hijo: al justo se le imputará su justicia, y al malvado su maldad.” (Ez. 18, 20).

Pasivo divino: Dios les imputará la justicia a los buenos y a la injusticia a los malos.

“Dios ha hablado una vez, dos veces, lo he oído: Que de Dios es la fuerza, tuyo, Señor, el amor; y : Que tú al hombre pagas con arreglo a sus obras” (Sal. 62, 12-13).

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Nótese cómo el A.T. no ignora el amor de Dios, ni tampoco ve contradicción entre el Amor y la Justicia divinos.

Y empezando por el mismo Señor Jesucristo, estas expresiones del A.T. son asumidas por el Nuevo Testamento, y de ahí llegan al Magisterio de la Iglesia.

49 comentarios

  
Ricardo de Argentina
Excelente idea y excelente trabajo, Néstor.
Esa tontería de que nos castigamos por autodecisión, quizás un eco de esa otra mentira liberal que suele llamarse la "autorregulación", ya nos tiene hartos. Es que no tiene ni pies ni cabeza, y no obstante tenemos que sufrir que se la enuncie con solemnidad y hasta con aparente convicción.

Disparate que viene en el combo del "dios lelo" que jamás castiga, un viejito bonachón y algo zonzo, tipo el papa noel de la Coca Cola que nos quieren vender como si fuese el Dios Uno y Trino.

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Muchas gracias. En efecto, por más que se busquen rastros de senilidad en el Dios del Antiguo y el Nuevo Testamento, no se los podrá hallar.

Saludos cordiales.
21/09/16 6:55 PM
  
Alfredo de Argentina
Profesión de Fe de Miguel Paleólogo, II Concilio de Lyon (ecuménico) (D 462):

“(…) que de allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos, y que dará a cada uno según sus obras, buenas o malas. (…) Las almas, empero, de aquellos que mueren en pecado mortal o con solo el original, descienden inmediatamente al infierno, para ser castigadas, aunque con penas desiguales.”


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¿Esa parte del que los que mueren con solo el pecado original pero sin pecado mortal (por ejemplo, los niños sin bautizar) igual descienden inmediatamente al Infierno es dogma de fe? Pregunto.

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Es que según el Catecismo, podemos confiar en la misericordia de Dios para que por caminos desconocidos estos niños se salven, es decir, mueran sin el pecado original, o sea, reciban la gracia del Bautismo, que borra el pecado original, sin el sacramento.

Saludos cordiales.
21/09/16 7:03 PM
  
FSolano
"Yo no consideraría la libertad una gracia, sino más bien un don
de la creación. Sin embargo, el verdadero valor de esta libertad parece cuestionable, porque si uno se obstina y se toma la libertad de hacer algo que disgusta a Dios, es castigado para toda la eternidad.
Bueno, ¿qué significa realmente castigo en el lenguaje divino? ¿Es algo que se le impone a alguien por hacer su propia voluntad? No, el castigo es la situación en la que entra el ser humano cuando se aleja de su auténtica esencia. Cuando, por poner un ejemplo, mata a alguien. O cuando no respeta la dignidad de otra persona, cuando le da la espalda a la verdad, y así sucesivamente. Porque entonces el individuo utiliza su libertad, sí, pero también abusa de ella. Destruye y pisotea entonces aquello para lo que ha sido creado, el concepto de su existencia, destruyéndose de ese modo a sí mismo".

Dios y el Mundo, Cardenal Joseph Ratzinguer

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Pienso que esto se puede interpretar en coherencia con los textos magisteriales y bíblicos diciendo que esa situación en la que se entra al pecar (si uno finalmente no se arrepiente, claro) es justamente la de ser castigado por Dios, siendo el castigo, no algo que se impone a alguien por hacer su propia voluntad, sino algo que se impone a alguien por abusar de su libertad alejándose de su verdadera esencia.

Saludos cordiales.
21/09/16 7:18 PM
  
Victor de Argentina
Muchas gracias por su artículo. Le escribo con humildad porque otros autores lo enseñan distinto y me interesa saber la verdad.

Usted enfatiza un antagonismo entre "castigo Divino" y "consecuencia de mi libre albedrío", como si fuera una elección mutuamente excluyente (esto _O_ lo otro) y según tengo entendido se dan ambas (esto _Y_ lo otro) en una consecuencia de causa y efecto.

En resumen sería: somos castigados por Dios porque es la consecuencia de nuestra libre elección. Favor de aclarar si esto es equivocado.

Saludos y gracias,
Víctor

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Por eso pongo al comienzo del "post":

"Acerca de si el Infierno es una pena impuesta por Dios al pecador que muere sin arrepentirse de su pecado, o es solamente una consecuencia inevitable de su libre opción contra el amor de Dios..."

La clave está en el "solamente". Obviamente, es ambas cosas.

Saludos cordiales.
21/09/16 7:42 PM
  
Alfredo de Argentina
O sea, sí es dogma de fe que los que mueren con pecado original (aunque sea sin pecado mortal) se condenan (aunque no tendrían pena de sentido, según tengo entendido, por no tener pecados personales, pero sí pena de daño. No recuerdo donde leí que la privación de la visión beatífica sería compatible con una especie de "felicidad natural"), aunque en este caso (el de los niños especialmente) como dice el Catecismo, por caminos desconocidos del Señor, se borre el pecado original, aunque no sea por el sacramento. Un saludo.

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En efecto, el que muere con el pecado original va al Infierno. Lo de la "felicidad natural" era parte de la hipótesis del limbo de los niños sin bautizar, un estado que no era ni el cielo ni el infierno, y que suponía que el pecado original no se borraba. No es lo mismo que dice el Catecismo, según el cual podemos esperar que estos niños vayan al Cielo.

Saludos cordiales.
21/09/16 9:13 PM
  
Juan Andrés
Esto está ya superado por la "crítica histórica", es puro "simbolismo" y propio de los escritores de aquellos años para lograr prosélitos a través de infundir miedo o terror. Actualícese un poco por favor, hoy no cuaja, ese no es dios...

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Se ve que esa "crítica histórica" más católica no puede ser! :)

Saludos cordiales.
21/09/16 9:14 PM
  
Alfredo de Argentina
Aunque en estricto rigor, lo que dice el Catecismo solo sería una "sentencia probable" (que hay que prestar asentimiento por obediencia, por supuesto), ¿no? Un saludo.

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Ciertamente no es un dogma de fe.

Saludos cordiales.
21/09/16 9:35 PM
  
Victor de Argentina
Volviendo al ruedo, creo que convendría aclarar un poco _como_ es que castiga Dios, porque algunos llegan a falsas conclusiones pensando que si Dios es Amor/Misericordia y castigo es Odio/Venganza/Ira entonces o Dios no castiga o eso del infierno es toda mentira, no llegan a compatibilizar ambos. Otros le achacan que son invenciones de la Iglesia, puro simbolismo para echar terror y cosechar proselitos como dice Juan Andrés.

Saludos y gracias,
Víctor

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El castigo divino es ante todo justicia, y la justicia, obviamente, es buena, y como todo lo que es bueno, es claro que procede, en última instancia, de Dios.

Las expresiones que en la Escritura o el Magisterio se aplican a Dios hay que entenderlas despojándolas de todo lo que implica la imperfección propia de las creaturas, por ejemplo, todo lo que implique materialidad, afección sensible, malestar, sufrimiento, conmoción, etc., en Dios.

La pena de daño, o pérdida de la visión beatífica, que es sin comparación la peor, se explica diciendo que Dios no da la gracia de la visión bienaventurada a los condenados.

La pena de sentido, o el fuego eterno, se explica diciendo que Dios crea y mantiene en la existencia el fuego en cuestión.

Saludos cordiales.
21/09/16 10:51 PM
  
José Ángel Antonio
O sea, que lo que en las pinturas medievales hacen los demonios (pinchar, golpear, trocear, torturar pobres almas), esos símbolos de maldad y sadismo que los artistas cristianos de toda la vida han reservado a los malignos demonios...

... en realidad lo hace personalmente el Dios de amor y misericordia que queremos predicar, el que fue Niño en Belén, etc, etc...

"Dios es amor... su amor consiste en quemar y torturar personalmente almas humanas... 'si hay que hacerlo bien has de hacerlo Tú mismo, dice'"...

Este kerigma no es que repugne al hombre moderno, sino que ni los artistas cristianos medievales osaban representarlo...

Luego nos extrañamos de que los ateos tengan material para presentar el cristianismo como una variante del Islam o de religiosidad natural ("y al que no cumpla los ritos los dioses le maldicen") a la que se añaden simples ropajes de palabrería tomistoide...

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No sé si se ha fijado que lo que he transcrito son textos del Magisterio de la Iglesia y de la Sagrada Escritura.

Veo que algunos de los textos que Ud. trae entre comillas pertenecen a otra fuente no identificada.

Es evidente que no es una opción para la Iglesia cambiar esos textos a fin de lograr un mejor posicionamiento en el marketing religioso actual.

La opción que sí es válida es tratar de entenderlos en vez de deformarlos.

Si quiere un artista, no medieval, pero sí renacentista, ahí tiene el "Juicio Final" de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, pared del fondo.

El gesto de Cristo en esa pintura, donde está mirando justamente a los condenados a su izquierda, expresa todo lo que dicen los textos bíblicos y magisteriales aquí presentados.

Saludos cordiales.
21/09/16 10:52 PM
  
Victor de Argentina
Alfredo de Argentina:

LA ESPERANZA DE SALVACIÓN PARA LOS NIÑOS QUE MUEREN SIN BAUTISMO: www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/cti_documents/rc_con_cfaith_doc_20070419_un-baptised-infants_sp.html

La parte interesante es: "El Misal Romano de 1970 introdujo una misa funeral por los niños no bautizados cuyos padres deseaban presentarlos para el Bautismo."
O sea, que si alguien perdió un embarazo, se puede pedir esta Misa, lo escribo aquí porque esto casi no está difundido.

Saludos y gracias,
Víctor
21/09/16 11:00 PM
  
Alonso Gracián
Excelente post Néstor. Gracias, es un tema que he debatido a menudo, y vienen bien los argumentos y las fuentes de autoridad.

Me ha parecido muy certero un comentario que has realizado a un comentarista:

«siendo el castigo, no algo que se impone a alguien por hacer su propia voluntad, sino algo que se impone a alguien por abusar de su libertad alejándose de su verdadera esencia. »

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Muchas gracias. Obviamente que no es el centro del Evangelio, pero no se puede recortar tampoco sin alterar esencialmente la Buena Noticia.

Saludos cordiales.
21/09/16 11:35 PM
  
Juan Argento
Para evitar posibles confusiones sobre el limbo de los niños, copio de Ott 1965:

Los teólogos, al hablar de las penas del infierno, hacen distinción entre la pena de daño (que consiste en la exclusión de la visión beatífica) y la pena de sentido (producida por medios extrínsecos y que, después de la resurrección del cuerpo, será experimentada también por los sentidos). Mientras que SAN AGUSTÍN y muchos padres latinos opinan que los niños que mueren en pecado original tienen que soportar también una pena de sentido, aunque muy benigna («mitissima omnium poena» ; Enchir. 93), enseñan los padres griegos (v.g. SAN GREGORIO NACIANCENO, Or. 40, 23) y la mayoría de los teólogos escolásticos y modernos que no sufren más que la pena de daño. Habla en favor de esta doctrina la explicación dada por el papa Inocencio «Poena originalis peccati est carentia visionis Dei (= poena damni), actualis vero poena peccati est gehennae perpetuae cruciatus (= poena sensus)» ; Dz 780. Con la pena de daño es compatible un estado de felicidad natural; cf. SANTO Tom.Ás, De malo, Sent. H d. 33 q. 2 ad 2.

Los teólogos suelen admitir que existe un lugar especial adonde van los niños que mueren sin bautismo y al cual llaman limbo de los niños. Pío VI salió en defensa de esta doctrina frente a la interpretación pelagiana de los jansenistas, que falsamente querían explicarlo como un estado intermedio entre la condenación y el reino de Dios; Dz 2626.

Dz 780 de Inocencio III (solamente la afirmación final):

La pena del pecado original es la carencia de la visión de Dios; la pena del pecado actual es el tormento del infierno eterno.

Dz 2626 de Pío VI:

De la pena de los que fallecen con sólo el pecado original
[Del bautismo § 3]
2626 26. La doctrina que reprueba como fábula pelagiana el lugar de los infiernos (al que corrientemente designan los fieles con el nombre de limbo de los párvulos), en que las almas de los que mueren con sola la culpa original son castigadas con pena de daño sin la pena de fuego -como si los que suprimen en él la pena del fuego, por este mero hecho introdujeran aquel lugar y estado carente de culpa y pena, como intermedio entre el reino de Dios y la condenación eterna, como lo imaginaban los pelagianos-, es falsa, temeraria e injuriosa contra las escuelas católicas.

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A lo que parece, de este pronunciamiento sólo se puede colegir que la afirmación del limbo no es la afirmación pelagiana de un estado intermedio entre el Cielo y el Infierno, carente de culpa y pena. Porque en efecto, en el limbo tal como lo concibe Santo Tomás, por ejemplo, hay culpa, que es la original, y hay pena, que es la de daño o carencia de la visión de Dios.

O sea, se rechaza como falsa, temeraria, etc., la equiparación de esa tesis de los teólogos católicos con la tesis pelagiana.

No parece que de aquí se pueda estrictamente derivar la afirmación de la existencia de ese limbo.

De hecho, lo que el actual Catecismo plantea parece ser algo diferente, afirmando la posibilidad del acceso de las almas de esos niños a la visión de Dios.

Saludos cordiales.
22/09/16 12:01 AM
  
Juan Argento
En mi comentario anterior cambié las citas magisteriales de Denzinger a Denzinger-Schönmetzer pero olvidé cambiar la sigla Dz a DS. Por lo tanto las citas son:
Dz 410 = DS 780 y
Dz 1526 = DS 2626.

Pido disculpas por el error.
22/09/16 12:11 AM
  
Victor de Argentina
Néstor, si es tan amable, le pido me ilumine en esta cuestión que menciona:
"La pena de sentido, o el fuego eterno, se explica diciendo que Dios crea y mantiene en la existencia el fuego en cuestión."
Tenía entendido que lo que creaba el "fuego" era el pecado, la oposición a Dios, y que Dios lo permitía, no que Dios lo creaba.
Saludos y gracias,
Víctor

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Lo que la Iglesia ha dicho sobre este tema es que se trata de un fuego real, no metafórico, distinto del que nosotros conocemos. Toda entidad distinta de Dios ha de ser creada por Dios y mantenida por Él en la existencia. Nada fuera de Dios es capaz de crear, y menos aún lo es el pecado.

Saludos cordiales.
22/09/16 1:39 AM
  
Juan Carlos Esparza Quiroga
1.- La palabra fuego apunta a una realidad material de este mundo. En la otra vida no existe ese fuego que aquí conocemos.
2.- Estoy en un Cottolengo de la Congregación de Don Orione, y donde residen unos setenta internos, desvalidos, ya sea físicamente como mentalmente. No saben ni entienden, o muy poco: hace cuatro días falleció uno de ellos que era muy agresivo, por su estado mental. ¿Cabe la palabra "castigo", para ellos? Y hoy en la fiesta de San Mateo, Jesús cita al profeta Oseas: "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIOS".

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Sobre el fuego del Infierno ver la respuesta a otro mensaje, a la espera de que pueda transcribir algunos textos.

Para la condenación eterna hace falta morir en pecado mortal, y para el pecado mortal hace falta materia grave, conocimiento, y libre elección.

Es de suponer que las enfermedades mentales, según el caso, disminuyen bastante algunos de esos factores, y por tanto, la responsabilidad de la persona, y que pueden llegar a eliminarla del todo.

Sobre todo, lo que para un católico es claro como el día es que nadie va al Infierno sin culpa suficiente de su parte, porque Dios es Justo.

Saludos cordiales.
22/09/16 3:57 AM
  
carmelo
S Juan 12:48. “la Palabra que yo he hablado, ésa le juzgará el último día”
Rom 2:5.Por la dureza y la impenitencia de tu corazón vas atesorando contra ti cólera para el día de la cólera y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual dará a cada cual según sus obras:
“los rebeldes indóciles a la verdad y dóciles a la injusticia: cólera e indignación. Tribulación y angustia sobre toda alma humana que obre el mal”
Diria Don Nestor que la bienaventuranza como visión se comienza a vivir desde ya cuando los actos buenos se hacen en la libertad de Dios y por amarlo sobre todas, de modo contrario: la mentira (si incurrimos contumaz en ella) nos va castigando desde nuestra conciencia que nos persigue y uno vive en contraposición, casi camina al filo, odiando la doctrina de la Iglesia. S. Pablo le llama “rebeldes indóciles a la verdad, duros de corazon” y las consecuencia es que “uno puede estar atesorando la “cólera”, tribulación” y que es lo que se nos dará EN JUSTICIA, por la injusticia con la que obramos, la ilegalidad con la que actuamos, subversivamente al margen de la ley divina, de los mandamientos. Es un lugar sin Ley. wuaooo
La misericordia divina no se puede oponer a los actos consentidos en libre albedrio siendo estos imputables (sus enzeñansas Nestor y Alonso), pues sería INJUSTA e incongruente y la libertad seria una farsa al ser inimputable con sentencia y “castigo real”, de hecho la pasión y muerte de Jesús no tendría sentido (de que nos libraría?). Precisamente porque Dios es todo amor, no puede pasar por encima de lo que en vida siempre se quiso “obrando en pleno consentimiento” ordena según su voluntad. Si vemos el hijo prodigo, así como “salió de casa con su parte de herencia” también puedo “salir de aquel corral de cerdos” pero las causa de salida1ra (casa) y 2da (corral de cerdos) solo podrían ser vistas atribuyendo los efectos a una superior “la voluntad de DIOS” quien todo sabe ante nuestra limitada mente. No obstante el sabía que si mantenía “esa condición corrupta de su origen” se privaría definitivamente de ser aceptado en casa del Padre, optando por recobrar “la gracia perdida” consecuencia de su mal actuar. O sea su potencial muerte en el corral de cerdos como castigo a su acto deliberado no quiere decir que Dios no es misericordioso, NO, sino porque Dios no se contradice “con el pecado entro la Muerte” "si comen Morirán" siendo la rebeldía un acto humano y la muerte su castigo, pero vivir sin el amor y perdón del Padre, sin ver su rostro seria "LO PEOR", seria morir viendo los cerdos finalmente comiéndoselo a El mismo. Esa escena pre-figura el infierno tanto corporal como la del alma en el eterno suplicio sin ver la Luz.

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En todo caso, en esta vida tenemos el germen de la visión beatífica, que fructificará, si concurren la gracia de Dios y nuestra libre respuesta, en el más allá. Pero no se puede decir que tengamos propiamente esa visión de Dios en esta vida, salvo privilegio sobrenatural especial y gratuito.

No se entiende lo de "finalmente comiéndoselo a El mismo."

Saludos cordiales.
22/09/16 6:31 AM
  
Ángel
"(...) el hombre, llamado a responderle (a Dios) en la libertad, puede elegir rechazar definitivamente su amor y su perdón, renunciando así para siempre a la comunión gozosa con él. Precisamente esta trágica situación es lo que señala la doctrina cristiana cuando habla de condenación o infierno. No se trata de un castigo de Dios infligido desde el exterior, sino del desarrollo de premisas ya puestas por el hombre en esta vida."

"(El infierno) Es la situación en que se sitúa definitivamente quien rechaza la misericordia del Padre incluso en el último instante de su vida."

"Por eso, la «condenación» no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor."

Son palabras sacadas de la audiencia de San Juan Pablo II el 28 de julio de 1999. Pero bueno, que cada uno entienda lo que quiera entender...

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Estas palabras hay que entenderlas en coherencia con todos los textos bíblicos y magisteriales que cito en el "post". Obviamente, la condenación eterna supone la libre iniciativa del pecador que se niega hasta el fin a la conversión. Eso lo ha dicho siempre, obviamente, la doctrina católica.

Saludos cordiales.
22/09/16 11:40 AM
  
Oriol
De todos modos, desde el momento que defendéis la Predestinación, y por muchos malabarismos verbales que hagáis -que si el condenado se condena por su culpa porque Dios no le debe a nadie Su gracia, y en definitiva Dios le hizo así, pero cuidado que no le hizo así porque en realidad el mal es privación, etc. etc. etc. bla bla bla- no tiene mucho sentido distinguir entre que uno "se condene a sí mismo" o "le condene" otro. Para vosotros no somos más que títeres a quienes Dios infunde libertad para salvarse o condenarse, decidiendo de antemano si se salvarán o se condenarán como consecuencia de esa misma "libertad", en mociones ya previstas por Dios y en último término dependen de Su gracia, y en consecuencia, por mucho que tratéis de adornarlo, nos estáis diciendo que todo este Universo es una farsa y que la propia justicia divina es una farsa en la que Dios crea a unos buenos y otros malos para llenar un cupo. ¿Qué más da si "se condenan" o "les condenan"?
Con todo el respeto, ya sé que no lo expresáis así, pero en realidad es lo que decís.
(Nota aclaratoria: yo no blasfemo al hablar de "farsa" o de "cupo". Simplemente estoy repitiendo, en lenguaje llano, lo que vosotros decís de Dios, y en todo caso la blasfemia sería vuestra.)

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Sus blasfemias son asunto suyo, no nos las cargue a nosotros.

Y efectivamente, no es eso lo que decimos.

En definitiva, toda su crítica se basa en el concepto de "títere libre", que es un concepto bastante curioso.

¿Al final nuestro error estaría en decir que el hombre es libre?

Saludos cordiales.
22/09/16 12:47 PM
  
Ricardo de Argentina
«siendo el castigo, no algo que se impone a alguien por hacer su propia voluntad, sino algo que se impone a alguien por abusar de su libertad alejándose de su verdadera esencia. »
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Néstor, a mí también me ha parecido para el mármol esta definición tuya del castigo divino que Alonso destaca. Siempre se lo ha entendido así, como algo bueno que busca corregir lo desviado a fin de un bien futuro mayor.
Creo que una buena parte de la culpa de que hoy en día cueste tanto entender el castigo divino en su sentido correcto, original, en clave católica digamos, es que a muchos se les ha permeado un tópico muy generalizado entre los mundanos: TODO CASTIGO ES FRUTO DEL ODIO. En consecuencia Dios, que sería lo opuesto al Diablo y que es Amor, ¡debería ser un abuelito bonachón incapaz de castigar!. (Y no faltan extraviados que a esta versión surrealista le llaman "misericordia"). Se trata pues, de un error que lleva a otro error.
Pero ¡qué digo!, es un error que lleva a muchísimos y graves errores, no sólo teológicos. En la educación de los niños, en la administración de la justicia, en las relaciones interpersonales, en mil aspectos de la vida diaria este error original lleva a otros errores que nos están haciendo la vida imposible.

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Exactamente.

Saludos cordiales.
22/09/16 2:30 PM
  
Feri del Carpio Marek
Me parece que el Catecismo explica muy bien esta cuestión, que para nada me parece marginal en la vida cristiana, sino completamente central, tanto como lo es en el Evangelio (y por eso mismo, gracias por dedicarle un post, nunca será bastante lo que meditemos sobre este misterio, siempre con buenos frutos por la gracia). El Infierno existe, y no es algo que nosotros nos generamos para nosotros mismos, como dice el número 1035:

«La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.»

Pero vamos allá, eso sí, como una consecuencia inevitable de nuestra libre opción:

(Del 1033): Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".

(Del 679): Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17) y para dar la vida que hay en él (cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo (cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido según sus obras (cf. 1 Co 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor (cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).

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El Catecismo hay que leerlo entero:

"1034 Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles [...] que recogerán a todos los autores de iniquidad, y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de mí malditos al fuego eterno!" (Mt 25, 41)."

Saludos cordiales.

22/09/16 6:43 PM
  
josep
si no amamos a Dios eso es el infierno.

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Estrictamente, no tan así, porque ya en esta vida podemos no amar a Dios y eso no es todavía el Infierno en sentido estricto.

Saludos cordiales.
22/09/16 9:18 PM
  
Alfredo de Argentina
Es importante lo que menciona Víctor de Argentina sobre si es una 'disyunción exclusiva' entre "condenarse uno mismo (quiero decir, que es consecuencia de nuestro libre albedrío, por la que elegimos permanecer en pecado mortal)" o que Dios te condene, ya que es ambas.

Por ejemplo, dice el Catecismo (negritas mías)

"1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3, 14-15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si no omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno"."

Un saludo.

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Ver la respuesta al otro mensaje sobre este mismo tema. Hay que leer también el numeral del Catecismo que sigue a ése.

Nadie puede dudar que la condenación eterna depende de una opción libre del pecador que no se arrepiente. Los que plantean una disyunción exclusiva son más bien los que parecen sostener que dicha opción libre del pecador es incompatible con el castigo activamente dado por Dios, contra lo que dice claramente el Catecismo citando las mismas palabras de Nuestro Señor Jesucristo.

Saludos cordiales.
23/09/16 2:25 AM
  
Alfredo de Argentina
Yo no lo considero incompatible, disculpe si no me exprese bien. Un saludo.
23/09/16 2:45 AM
  
Sonia S
Hola,

si se me permite ... es que la entrada me ha llamado la atencion.

Leo y cito:

"Es que según el Catecismo, podemos confiar en la misericordia de Dios para que por caminos desconocidos estos niños se salven, es decir, mueran sin el pecado original, o sea, reciban la gracia del Bautismo, que borra el pecado original, sin el sacramento. "

razonamientos urgentes asi son los que no me permiten, no ya la conversion, sino el entendimiento. lo que observo; una suerte de burocracia divina? Hay que expedir el certificado para poder salvarse?

Lo encuentro totalmente absurdo y disparatado. Con muchos mas visos humanos que divinos. Y falible, habra casos (como los que se apuntan de los infantes) de imposible resolucion.

Cierto que siempre he oido hablar del pecado original, pero es verlo asi, de manera tan "formalista" me hace pensar mas en el registro que en la gloria celestial.

Nestor, os admiro por creer sin fisuras, sin ninguna duda ni incertidumbre algo que para mi es imposible. (con toda sinceridad te lo comento y no acompañado de ironia alguna)

Saludo,

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¿Cómo se sabe cuándo los visos son más humanos que divinos? La fe católica se basa en que Dios nos habló y nos informó qué es lo realmente divino y lo que no lo es. Además, para Dios no puede haber casos de imposible resolución.

En todo caso, la fuente oficial de la doctrina católica es el Catecismo. Hay que estudiarlo antes de poder decir si uno puede o no puede creer en lo que enseña.

Saludos cordiales.
23/09/16 2:56 AM
  
Néstor
Un breve diálogo tal vez pueda aclarar un poco el punto:

- El asunto es: ¿cómo se encuentra la Voluntad divina respecto de la condenación eterna del pecador no arrepentido? ¿La quiere o no la quiere?

- No la quiere, pero respeta la libertad del condenado.

- ¿Cómo es eso de que no la quiere? ¿No es justa la condenación eterna del que muere sin arrepentirse de sus culpas?

- Sí, pero Dios es misericordioso y su misericordia supera su justicia.

- ¿Entonces nadie se condena? No es eso lo que dicen, como también decimos nosotros, los que dicen que la condenación eterna es consecuencia de las libres opciones humanas.

- Cierto, algunos se condenan, pero no porque Dios los condene.

- Veamos: si Dios es Omnipotente y Dios no quiere la condenación eterna del pecador impenitente, entonces éste no se condena, ¿no es cierto?

- No necesariamente. Dios puede no querer la condenación eterna del pecador, pero sí querer permitirla.

- ¿O sea que dices que Dios no quiere la condenación eterna del pecador, pero sí la permite y quiere permitirla?

- Sí.

- ¿Eso se debe a que la condenación eterna es un mal, y Dios no quiere el mal, sino que si éste sucede, es porque Dios, sin quererlo, lo ha permitido?

- En efecto.

- ¿No es también la condenación eterna del impenitente un bien, y bajo este aspecto, algo querido, y no sólo permitido, por Dios?

- No veo cómo podría ser un bien.

- ¿Lo justo es bueno?

- Sí.

- Pero la condenación eterna del pecador impenitente ya dijimos que es justa, y entonces, es buena, ¿no?

- ¿Y qué se sigue de ello?

- Que en tanto que es justa, y por tanto, buena, es querida, y no solamente permitida, por Dios. ¿Puede haber algún bien en lo creado que no tenga a Dios por Autor?

- No.

- Por tanto, si la condenación eterna es justa, y bajo ese aspecto, buena, entonces tiene a Dios por Autor.

Resumiendo: o bien Dios quiere la condenación eterna del pecador impenitente, o no. En el segundo caso, o quiere permitirla, o no.

En la última alternativa, la condenación no tendría lugar, porque Dios es Omnipotente, y lo que quiere se realiza, y lo que no quiere permitir que se realice, no se realiza.

En la segunda alternativa, la condenación eterna no tendría nada de bueno, porque en tanto lo tuviese no sería sólo permitida, sino querida por Dios, cuyo querer es la fuente de todo bien en lo creado. Y es falso que la condenación eterna no tenga nada de bueno, porque es justa, y lo justo, es bueno.

Por tanto sólo queda la primera alternativa: Dios quiere la condenación eterna del pecador impenitente.

Y como Dios es Omnipotente, basta que Dios quiera algo, para que ese algo se realice.

Y eso es lo mismo que decir que Dios es Causa de la condenación eterna de los que se condenan, o sea, que Dios los castiga con el Infierno.

Obviamente, Dios es causa de la condenación eterna de modo distinto a como es causa de la misma el pecador impenitente: éste por vía de culpa que merece la pena, Dios, por vía de justo castigo que aplica la pena por la culpa.

De modo análogo a lo que sucede cuando un delincuente va a la cárcel: la causa de ello son tanto él mismo como el juez, de distintos modos.

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La voluntad humana tiene el poder de precipitar al hombre en la condenación eterna, pero no el de crear la condenación eterna como tal.

Pues suponiendo que ésta se produce porque con la muerte la voluntad humana queda fija en su opción última, que en este caso es mala, Dios es Causa Primera de ese efecto natural como lo es de todos los efectos naturales. Tampoco esa fijación de la voluntad en su ultima opción, en lo que dicha fijación tiene de acto, ser y bien, puede tener al hombre como causa primera.

Es cierto que en este caso dicha fijación sería un estado pecaminoso, y en esa medida, un no ser; pero no por ser fijación de la voluntad, sino por serlo en el mal.

De hecho, también la voluntad de los bienaventurados en el Cielo estaría, en esta hipótesis, fijada en su última opción, sólo que ésta habría sido buena.

En tanto que fijación de la voluntad, dicha fijación es un ser y un bien, pues la voluntad estable es la consumación de la libertad, que supera definitivamente todas sus vacilaciones.

Y bajo este aspecto, entonces, tiene a Dios como Causa Primera.

Saludos cordiales.
23/09/16 4:28 AM
  
Ramontxu
Habría que explicar cómo la condenación eterna es justa.

A primera vista, no parece que haya proporción entre la culpa y el castigo en el caso de un niño que muere sin bautizar o en el de un pecado mortal ocasional seguido de la muerte. Es más: ¿en qué casos es justa y proporcional la condenación eterna?

Decir que "a lo mejor" Dios tiene formas de salvar a esas personas, no sirve como explicación porque equivale, precisamente, a reconocer que no es justo y que, por esa razón, creemos que Dios no condenará a esas personas sino que hará excepciones.

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El pecado es ofensa a Dios, porque consiste en transgredir voluntariamente la ley divina. La magnitud de la ofensa se mide por la dignidad de la persona ofendida, que en este caso es infinita. Por eso sí hay proporción entre el morir en pecado mortal y la condenación eterna.

Ni en la hipótesis tradicional del limbo de los niños ni en lo que dice ahora el Catecismo se enseña la condenación eterna de los niños que mueren sin bautismo, ambas hipótesis la excluyen.

El pecado mortal no es "ocasional", sino que supone materia grave, conocimiento y deliberación.

Saludos cordiales.
23/09/16 9:56 AM
  
José Luis
Hemos de observar que ser fiel al Señor nuestro Dios, es porque queremos estar junto a Él, en el tiempo y en la eternidad.

Los pecadores incorregibles claramente no dicen que quieren arder en el infierno. Pero yo he conocido algunas personas, que me han dicho claramente, que quieren ir al infierno, pero no piensan en los tormentos eternos, sino es que allí, se creen que ya están más libres para cometer toda clase de pecados, así me hablaron. Otros, "no me importa ir al infierno", y hay bastantes personas así en este mundo, que deciden ir al infierno antes que al cielo. Piensan así, porque están cegados por el número de sus pecados, que ya no aceptan la conversión de su corazón.

Pero como decía más arriba, es cierto que he tratado con personas que quieren ir al infierno. O sea, que no están dispuestos a dejar sus pecados y vicios. Y aunque se les siga explicando, que allí, no es como se imagina, que es un vivir en eterna satisfacción del pecado, sino de terribles tormentos, angustias, de terrores. Les da igual, desean ir al infierno por deseo de su corazón.

Biblia Didajé;
Deuteronomio 30,15-20:
Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.
Pero si tu corazón se aparta y no escucha, si te dejas arrastrar y te postra ante otros dioses y le sirves, yo os declaro que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra a donde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.
Hoy cito como testigos contra vosotros el cielo y la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a Él, pues Él es tu vida y tus muchos años que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac, Jacob.

Nota del pie de página: 30,15,20: El pecado siempre es una opción, deseada libremente. Elegir y acatar las leyes del Señor conduce a la vida, mientras que el rechazo a los mandamientos de Dios lleva a la tribulación. Para el pueblo de Israel la Ley y los mandamientos eran un camino de salvación que culminaría en Jesús, el Mesías esperado [#1696, #1732, #2057] . (Fin de la nota)

Como explica la nota, el pecado es una opción personal, Todo el mundo tiene la posibilidad de comprender los mandamientos de Dios con la ayuda de la Iglesia Católica. Pero sobre todo, el corazón no debe tener esa carga mundana, que le impide ver y comprender con claridad las enseñanzas de la Iglesia Católica,

«Elige la vida», nos pide el Señor, no nos pide que elijamos la muerte, pero el alma que elige una vida fuera de la obediencia y el amor a Dios.

Un gran número de cristianos, elige estar fuera de la Voluntad de Dios, es cuando tienen los mismos deseos que los paganos, ateos, el disfrute temporal.

Solamente si aceptamos el conocimiento y la aceptación de la Sagrada Biblia, comprendemos mejor las cosas, cuando nos ocupamos de los intereses de Jesucristo, el demonio no puede engañarnos tal como desearía, como lo consiguen con esos cristianos mundanos.

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No hace falta que la persona quiera ir al Infierno; alcanza con que quiera libremente hacer algo que ella sabe que es contrario a la ley de Dios, en materia grave, y que muera sin arrepentirse por ese pecado.

La ley de Dios se conoce por la voz de la conciencia aún cuando no se la reconozca como ley divina.

Saludos cordiales.
23/09/16 3:20 PM
  
Feri del Carpio Marek
Precisamente porque hay que leer el Catecismo completo es que cité esos pasajes que aluden a un aspecto que no fue considerado en el post, el de nuestra propia y libre elección, y que es el aspecto que la mayoría de los lectores reclamó, porque ayuda a conciliar en el entendimiento la misericordia de Dios con la realidad de la condenación eterna. Esto que dices lo explica muy bien:

"La voluntad humana tiene el poder de precipitar al hombre en la condenación eterna, pero no el de crear la condenación eterna como tal."

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De acuerdo, gracias y saludos cordiales.
23/09/16 4:18 PM
  
Juan Mariner
"castigo divino" y "libre opción del hombre" no son dos conceptos contrarios. Hay libertad en el Universo, la persona humana es libre de elegir su camino y la consecuencia de su actuar le llevará o a la Gloria o al castigo defrinitivo del Infierno; pero la misericordia infinita de Dios se expresa en el Purgatorio, no lo olvidemos en el Año de la Misericordia y no olvidemos las Misas par los Difuntos.
23/09/16 8:24 PM
  
Adrián Ferreira
Un tema apasionante que hermoso todo, me encanta sinceramente. Mucha gente ignora que hay diversidad de penas en el infierno, no se habla nunca de este orden inferior que en definitiva es un orden, y como todo orden; procede de Dios. La condenación eterna no solo es permitda sino ordenada, es más la razón por la cual "me condeno" es porque ya conocía de antemano la pena impuesta por Dios al pecado que estoy cometiendo y a sabiendas que conlleva condenación eterna entonces peco.

Me he dado cuenta recientemente que nada queda desordenado, todo se somete finalmente a la voluntad de Dios. Es una belleza conocer estas cosas, muy lindo. Muchas gracias hermano, aprendo mucho leyendote.

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Muchas gracias. En realidad, para pecar mortalmente basta con desobedecer libremente la voz de la conciencia en materia grave, por eso también puede cometer pecado mortal el que no cree en la existencia de Dios ni en la condenación eterna.

Otra cuestión, claro, es hasta qué punto se puede estar sincera e inculpablemente convencido de la no existencia de Dios y de la falsedad de la fe católica.

Tradicionalmente se ha sostenido que ambas cosas son imposibles en el adulto dotado de uso de razón y al que le ha sido suficientemente predicado el Evangelio. Últimamente los teólogos han suscitado algunas dudas al respecto.

Saludos cordiales.
23/09/16 8:50 PM
  
Alfredo de Argentina
Me acorde de este texto de Balmes en su obra El Criterio, que cito con el permiso de Néstor, pues viene bien.

Errado método de algunos impugnadores de la religión

En el examen de las materias religiosas siguen muchos un camino errado. Toman por objeto de sus investigaciones un dogma, y las dificultades que contra él levantan las creen suficientes para destruir la verdad de la religión o, al menos, para ponerla en duda. Eso es proceder de un modo que atestigua cuán poco se ha meditado sobre el estado de la cuestión.

En efecto; no se trata de saber si los dogmas están al alcance de nuestra inteligencia, ni si damos completa solución a todas las dificultades que contra este o aquel puedan objetarse; la religión misma es la primera en decirnos que estos dogmas no podemos comprenderlos con la sola luz de la razón; que mientras estamos en esta vida es necesario que nos resignemos a ver los secretos de Dios al través de sombras y enigmas, y por esto nos exige la fe. El decir, pues, «yo no quiero creer porque no comprendo» es enunciar una contradicción; si lo comprendieses todo, claro es que no se te hablaría de fe. El argumento contra la religión fundándose en la incomprensibilidad de sus dogmas es hacerle un cargo de una verdad que ella misma reconoce, que acepta, y sobre la cual, en cierto modo, hace estribar su edificio. Lo que se ha de examinar es si ella ofrece garantías de veracidad y de que no se engaña en lo que propone; asentado el principio de su infalibilidad, todo lo demás se allana por sí mismo, pero si éste nos falta es imposible dar un paso adelante. Cuando un viajero de cuya inteligencia y veracidad no podemos dudar nos refiere cosas que no comprendemos, ¿por ventura le negarernos nuestra fe? No, ciertamente. Luego, una vez asegurados de que la Iglesia no nos engaña, poco importa que su enseñanza sea superior a nuestra inteligencia.

Ninguna verdad podría subsistir si bastasen a hacernos dudar de ella algunas dificultades que no alcanzásemos a desvanecer. De esto se seguiría que un hombre de talento esparciría la incertidumbre sobre todas las materias cuando se encontrase con otros que no le igualasen en capacidad, porque es bien sabido que en mediando esta indiferencia no le es dado al inferior deshacerse de los lazos con que le enreda el que le aventaja.

En las ciencias, en las artes, en los negocios comunes de la vida hallamos a cada paso dificultades que nos hacen incomprensible una cosa de cuya existencia no nos es permitido dudar. Sucede a veces que la cosa no comprendida nos parece rayar en lo imposible; mas si por otra parte sabemos que existe, nos guardamos de declararla tal, y, conservando la convicción de su existencia, recordamos el poco alcance de nuestro entendimiento. Nada más común que oír: «No comprendo lo que ha contado fulano, me parece imposible; pero, en fin, es hombre veraz y que sabe lo que dice; si otro lo refiriera no lo creería, pero ahora no pongo duda en que la cosa es tal como él la afirma.»


Jaime Balmes.

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De ahí se deducen dos cosas: 1) Que mientras no se pueda probar que el dogma es contradictorio es posible que haya sido revelado por Dios, aunque no podamos demostrarlo ni comprenderlo totalmente. 2) Que basta probar (es decir, verdaderamente demostrar) que algo es contradictorio para que ya no pueda pertenecer a la Revelación divina.

Saludos cordiales-
24/09/16 2:45 AM
  
Almudena 1
Ireneo de lyon:
El hombre objeto de la salvación de Dios

A los que perseveran en la amistad de Dios, él se les comunica a si mismo. Y la comunicación de Dios es vida, y es luz, y es goce de sus bienes. En cambio, a los que por voluntad propia se apartan de él, les da Dios la separación que ellos mismos se han escogido. Ahora bien, la separación de Dios es muerte, y la separación de la luz es tinieblas. La separación de Dios es la pérdida de todos los bienes que están en él, y así, los que por su apostasía los perdieron, se encuentran privados de todos los bienes y experimentan todos los males. No es que Dios directamente los castigue por si mismo: sino que ellos han de sufrir el mal que se deriva de estar privado de todos los bienes. Porque los bienes de Dios son eternos e infinitos: por esto la pérdida de estos bienes es eterna e infinita. Si uno se ciega a sí mismo o es cegado por otro dentro de una luz infinita, quedará para siempre privado del gozo de la luz: no es que la luz le castigue con la ceguera, sino que su misma ceguera tiene como consecuencia tan grande mal. Por esto decía el Señor: «EI que cree en mi, no es juzgado», es decir, no es separado de Dios, ya que por la fe permanece unido a Dios. «Pero el que no cree —dice— ya está juzgado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios», es decir, él mismo se separó de Dios por su propia decisión. «Éste es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz. Porque todo el que obra mal, odia la luz, y no viene a la luz, a fin de que no se vean sus obras. En cambio el que hace la verdad, viene a la luz, para que sus obras queden patentes, porque ha obrado según Dios» (cf. Jn 3, 18ss) 54.

De todo esto se deduce que aunque sea Dios el que haga justicia, premie o castigue, ya el hombre habrá elegido de antemano, con su libertad, que sentencia quiere recibir de Dios.
Gracias Néstor.

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En efecto, porque San Ireneo dice ambas cosas en ese pasaje, cfr:

"A los que perseveran en la amistad de Dios, él se les comunica a si mismo. Y la comunicación de Dios es vida, y es luz, y es goce de sus bienes. En cambio, a los que por voluntad propia se apartan de él, les da Dios la separación que ellos mismos se han escogido."

Por eso no es claro el sentido de esta otra frase de San Ireneo que también aparece en ese texto:

"No es que Dios directamente los castigue por si mismo: sino que ellos han de sufrir el mal que se deriva de estar privado de todos los bienes."

Se podría interpretar en el sentido de que lo específico de la pena de daño, a diferencia de la pena de sentido, es una privación, es la pérdida de la visión de Dios.

Y entonces, no es algo que Dios obra positivamente sobre el alma, sino más bien algo que deja de obrar o no obra, al no dar la gracia de la visión bienaventurada.

Pero es claro que ese mismo dejar libremente de obrar o libremente no obrar es un libre querer de la Voluntad divina, y que esa gracia es a Dios al que corresponde el darla o no darla, y no al hombre, en primer lugar, el tenerla o carecer de ella, si bien es cierto que es por su mérito, ayudado por la gracia de Dios, que la tiene, y por su culpa, que no la tiene.

El "les da" de la primera cita querría decir entonces que en realidad "no les da" la visión beatífica que sí les da a los bienaventurados.

Porque en efecto, "les da" la separación de Él, que es lo mismo que "no darles" la unión con Él.

También es cierto que en la época de San Ireneo la teología no estaba tan desarrollada como lo estuvo en siglos posteriores, sobre todo gracias a San Agustín y a Santo Tomás de Aquino.

Saludos cordiales.
24/09/16 12:47 PM
  
Oriol
Ante todo, le reconozco al Sr. Martínez un mérito evidente: la paciencia con la que publica comentarios que no solo le contradicen, sino que son manifiestamente hostiles, y su paciencia todavía más notable en responderlos. Aunque solo sea por eso, me resulta simpático.
Pero una cosa no quita la otra, y sus explicaciones no me convencen: desde el momento en el que aceptan:
1) Que Dios ama a algunas de Sus criaturas más que a otras antes de crearlas, y que esa diferencia en Su amor interviene en la propia creación;
2) Que esa "libertad" de la que hablan siempre está supeditada a un plan divino por el que unos usarán esa libertad para condenarse y otros para salvarse -con lo que todas las explicaciones que nos den sobre esa "libertad", insisto, son meros malabarismos verbales, porque no se trata de libertad genuina alguna-;
3) Que la salvación o la condenación de las almas, sea por acción directa de Dios, sea porque la propia alma "se condene" o "se salve" ella sola, sigue un guión preestablecido;
la justicia divina queda transformada en un guiñol. Lamento que considere usted que he blasfemado. No creo que lo haya hecho, porque mi única intención ha sido poner de relieve lo absurda que es su concepción de la divinidad. Si me equivoco, atribúyalo todo a mi cortedad de entendimiento, y no a mala intención alguna.
Saludos igualmente cordiales.

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La blasfemia es objetiva, más allá de que haya o no intención de blasfemar. porque caricaturiza los datos de la Revelación divina tal como los trasmiten la Escritura. la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

Por eso mismo es la última vez que la publico.

En efecto, la Revelación divina es justamente la Revelación de Dios mismo y de su plan eterno, que es tan eterno e inmutable como el mismo Dios, y que se extiende a absolutamente todo lo que Dios ha creado, lo cual comprende cuanto de ser y de bien hay en todas las cosas distintas de Dios.

La libertad supeditada al plan divino no es genuina libertad Increada, sí es genuina libertad creada. No existe una libertad que no sea Increada o creada.

Saludos cordiales.
24/09/16 7:29 PM
  
GKC
A mi lo de que el pecador se castiga a si mismo me suena a cuando le decimos a un niño que si hace x sera decision suya que pase y.. Es porque nos sentimos incomodos diciendo que castigamos y preferimos echarle la culpa al niño. Creo que aqui pasa algo asi.

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Exacto. Hay algo de "apologética de marketing" en todo ello, porque queremos presentar un rostro "amable" de Dios.

Saludos cordiales.
25/09/16 10:55 AM
  
Ricardo de Argentina
"La libertad supeditada al plan divino no es genuina libertad Increada, sí es genuina libertad creada. No existe una libertad que no sea Increada o creada. "
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Esto que dices Néstor, y que ya has dicho de mil modo otras veces, es muy importante: nosotros somos CREATURAS de Dios, y nuestra libertad es también CREADA. Pero cuando no queremos aceptar nuestra naturaleza de criaturas de Dios -y al día de hoy arriesgaría que más del 90% de las poblaciones de los países democráticos están en esa onda- cuesta mucho entender la índole creada de nuestra libertad. Entonces nos equivocamos radicalmente, como le pasa a Oriol. Creemos que nuestra libertad es increada o absoluta, con lo cual nos ponemos en el rol de ridículos diosesillos.

Pero fuerza es reconocer que esa noción falsa de la libertad es la que comúnmente se acepta en el lenguaje cotidiano. Es la que defiende el Liberalismo. Es la que ha sido idolatrada con una monumental estatua de bronce a la entrada del puerto de N. York. Pero no es la verdadera libertad humana (la cual es creada por Dios), sino que se trata de un engendro blasfemo y renegado que conduce a la peor de las esclavitudes: a la del pecado.

Si partimos de una premisa equivocada, a saber que no somos creaturas de Dios, las conclusiones serán también erróneas. No llegaremos a entender la realidad de las cosas, o peor aún, las entenderemos al revés.

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Muy cierto. Nos hemos acostumbrado a pensar en la libertad en abstracto, prescindiendo de si es Increada o creada, cuando de hecho son las dos únicas posibilidades.

Saludos cordiales.
26/09/16 4:13 AM
  
Oriol
Buen planteamiento. Sin embargo, deberían demostrarme que:
1) O bien Dios es radicalmente incapaz de crear un ser libre que no esté sometido a una elección previa a la salvación o la condenación;
2) O bien Dios podría crear a ese ser libre, pero no ha querido hacerlo.
Me he leído las explicaciones en las que trata de demostrar que en realidad no se trata de (1) ni de (2), sino de (3): la libertad es libertad precisamente en tanto que ha sido creada por Dios, pero en tanto que creada está supeditada a predestinación. Lo cierto es que no tengo claro que usted quiera volver a debatir este punto, pero le digo bien claro que su argumentación no me convence, y no creo que responda a la verdadera naturaleza de la Revelación.
La afirmación de que no aceptar (3) significa convertirse uno mismo en un "diosecillo", lo siento, pero me parece demagógica. Aceptar (1) no significa erigirse uno mismo en diosecillo, sino reconocer una radical limitación de Dios (que yo no estoy dispuesto a reconocer). (2) implicaría, simplemente, que me creo en posesión de una cualidad que, de por sí, podría estar al alcance de una criatura de Dios, y que Dios no ha concedido por el motivo que sea.

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Supuesto lo que ya dijimos, que Dios quiere la condenación eterna, en el caso del pecador que muere sin arrepentimiento, porque es justa, entonces la cuestión es qué pasa con el pecado, incluida la impenitencia final, que lo lleva a la condenación.

Es claro que Dios no lo quiere, pero también es claro que quiere permitirlo, pues si Dios no lo permitiese, no sucedería.

Y es claro que ese pecado, así permitido por Dios, es cometido libremente por la creatura racional, sin eso no sería un pecado.

Desde toda la Eternidad, entonces, al crear al que de hecho luego se condena, Dios no solamente ha previsto que pecaría y se condenaría, sino que ha elegido permitir ese pecado y esa impenitencia finales, sin los cuales la condenación no se daría, de modo que sin esa permisión divina eterna Dios tampoco habría podido "prever" el pecado y la condenación de esa creatura racional.

Veamos ahora al que se salva. Es claro que Dios quiere su salvación, pero también la quiere de modo distinto a como quiere la del condenado. Porque se podría argumentar que lo que el Omnipotente quiere, se realiza, sí o sí. Y sin embargo, Dios quiere que todos los hombres se salven, y algunos se condenan. Luego, ésa no puede ser la Voluntad, por así decir, plena, de Dios, sino que es una Voluntad condicional: si no mueren en la impenitencia de sus pecados.

¿Es así, solamente, la Voluntad con la que Dios quiere la salvación de los que de hecho se salvan?

¿Dios ha permitido también el pecado y la impenitencia final de éstos, como los ha permitido, desde la Eternidad, en el caso de los que se condenan?

En ese caso, Dios no habría podido conocer desde la Eternidad, con absoluta certeza, tanto la salvación de unos como la condenación de los otros.

Porque en esta hipótesis, Dios daría a todos básicamente la misma gracia, con la cual podrían salvarse o no, exclusivamente según lo que cada uno eligiese.

Y el decreto permisivo divino, siendo el mismo, en esta hipótesis, para todos, tampoco permitiría conocer cuáles se salvarían y cuáles no.

Es cierto que para Dios todo es presente, tanto lo que para nosotros es pasado como lo que para nosotros es futuro, y que por eso, propiamente hablando Dios no "prevé", sino que ve.

Pero también es cierto que Dios no puede recibir su conocimiento de la creatura, no puede ser pasivo ni dependiente respecto de nada, y por eso mismo, todo lo ha de conocer a partir de Sí mismo, por la comprensión exhaustiva de su propia Esencia, y por lo que toca a los eventos contingentes, que pueden ser o no, ha de conocerlos exclusivamente a partir de los libres decretos de su Voluntad que quiere o permite.

Por tanto, como pertenece a la Omnisciencia divina el conocerlo desde siempre absolutamente todo, también, por tanto, la condenación de algunas de sus creaturas racionales y la salvación de otras de esas mismas creaturas racionales, por eso mismo ha de decirse que Dios no permite la impenitencia final de los que de hecho se salvan.

Y que por tanto, el modo en que Dios quiere desde la Eternidad la salvación de éstos es distinto al modo en que quiere la salvación de los que de hecho se condenan; es absoluto y no condicional, de modo que respecto de ellos Dios no dice solamente: "Quiero que se salven si no mueren en la impenitencia final", sino que dice categóricamente: "Quiero que se salven, y quiero que no mueran en la impenitencia final".

Lo cual implica que desde la Eternidad Dios quiere absoluta y no condicionalmente la perseverancia final de los que por ella misma se salvan, y que es lo contrario de la impenitencia final.

Y eso quiere decir que desde la Eternidad Dios ha ha querido libre y absolutamente la salvación de los que de hecho se salvan, y ha querido libre y sólo condicionalmente la salvación de los que de hecho se condenan, a la vez que ha permitido el pecado y la impenitencia final de éstos, no habiéndolos permitido en el caso de los primeros.

Y eso implica la Elección divina eterna de los que se salvan, y la no elección divina eterna de los que se condenan, de las cuales se sigue la predestinación a la perseverancia final y a la salvación de los que se salvan, y la libre impenitencia final y condenación eterna de los que se condenan.

No existe la predestinación al mal, porque Dios no dice en ningún momento: "Quiero la impenitencia final de éstos", como sí dice "Quiero la perseverancia final y la salvación eterna", sin más, de los que se salvan.

Sino que solamente quiere Dios permitir esa impenitencia final, y supuesto que ella sucede, quiere sí, absolutamente, castigarla con el Infierno.

La diferencia con el calvinismo está en que para esta herejía, la Voluntad divina respecto de la condenación eterna de los que se condenan es anterior a la previsión divina de sus culpas y de su impenitencia final e independiente de ellas, de modo que en el calvinismo sí existe una predestinación divina al mal, anterior a toda previsión divina de las culpas, entendiendo por "mal" el conjunto formado por la impenitencia final y la condenación eterna.

En cambio, en la fe católica sólo hay predestinación divina a la condenación eterna posterior a la previsión divina de las culpas y de la impenitencia final, que sólo son permitidas, no queridas, por Dios, y por eso no hay predestinación al mal en el sentido arriba dicho.

Y ojo, que en todo esto los tomistas y los molinistas están de acuerdo, excepto en el punto de cómo conoce Dios con certeza los futuros libres, y precisamente en ese punto es que los molinistas no pueden dar una respuesta clara y unánime de modo que algunos de ellos dicen que es algo que no se puede saber ni comprender.

Porque si bien todos responden que Dios conoce los futuros libres mediante la "ciencia media", la disparidad y confusión vienen cuando intentan explicar en qué consiste y cómo es posible esa "ciencia media", y el escollo es siempre el mismo: Dios no puede recibir su conocimiento de las cosas de fuera de Sí mismo, porque no puede depender en modo alguno de lo creado.

Por tanto, y resumiendo: según lo dicho, para Dios crear seres racionales implica elegir desde la Eternidad si permitir o no el pecado y la impenitencia final de todos ellos, de algunos solamente, o de ninguno. Por lo arriba dicho, eso implica tres posibilidades: que todos se condenen, que algunos se condenen y otros no, que todos se salven. Por lo que sabemos por la Revelación, ni la primera ni la tercera alternativa son reales, sino la segunda, en la cual, por lo arriba dicho, Dios elige para la salvación eterna solamente a algunos de los que ha determinado crear.

No es posible, entonces, efectivamente, que en una alternativa como la segunda, que es la que de hecho existe, los seres libres creados por Dios no estén bajo el supuesto de la libre Elección divina eterna y lo que de ella se deriva en el sentido arriba explicado.

Saludos cordiales.
26/09/16 11:38 AM
  
Oriol
Ante todo, debo decirle que le felicito por su claridad expositiva. No querría cansarle con sus objeciones, pero si me lo permite le plantearé todavía un par de cuestiones:
1) La dicotomía se halla entre los que se salvan porque Dios quiere efectivamente que se salven, y los que no se salvan porque, si bien Dios quiere que se salven, no pone los medios para ello, sino que permite que se condenen. ¿Puede decirme, por favor, en qué sentido Dios, en tanto que Creador de todas las cosas y causa de todo lo que ocurre en el Universo, "permite" que ocurra algo sin provocarlo Él mismo? Entiendo que si "A" permite algo, es que no interviene en una acción "B" que se realiza con independencia de "A". No creo que la objeción de que el mal sea un "no-ser" tenga aquí ningún papel, puesto, evidentemente, el ser afectado por el mal sí existe, y lo que nos importa ahora es su destino.
2) Debo entender, si no lo he entendido mal, que Dios, de forma incondicionada, provee con Su gracia a todos a quienes Él desea salvar, y no provee con Su gracia a aquellos a quienes no desea salvar. Igualmente, si no lo he entendido mal, todos aquellos a quienes Dios no provee con su gracia se condenan indefectiblemente. ¿Podría usted explicarme en qué consiste la "libertad" de los que se condenan? ¿Libertad para elegir entre qué y qué? Y si la libertad no es la facultad para elegir entre A, B, C, etc., ¿en qué consiste exactamente?

Saludos cordiales de antemano.

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Muchas gracias. "Permitir" es "no impedir", e "impedir A" es hacer algo, por ejemplo, B, que es incompatible con A, por lo que "permitir A" es no hacer B ni nada que sea incompatible con A.

Permitir el pecado, entonces, de parte de Dios, es no hacer nada que sea incompatible con el pecado de la creatura. Concretamente, no mover infaliblemente a la voluntad de la creatura a la libre realización del bien opuesto a ese pecado.

Partimos de la base de que la libertad de la creatura es justamente creada, y eso quiere decir, que Dios Omnipotente tiene el poder de moverla infaliblemente a la realización de sus actos libres. Eso nos lleva a la segunda pregunta.

Ante todo, Dios quiere que todos los hombres se salven, pero la salvación de los que se condenan la quiere con Voluntad solamente condicional, que los teólogos llaman "antecedente", mientras que la salvación de los que se salvan la quiere con voluntad absoluta, incondicionada, que los teólogos llaman "consecuente".

Esto supuesto, la libertad consiste en la indeterminación de la voluntad ante el bien finito, debida a que el objeto de toda voluntad es el bien como tal, el cual por tanto es lo único que toda voluntad quiere necesariamente. Frente a todo bien particular y finito, toda voluntad tiene la capacidad de quererlo o no quererlo (libertad de ejercicio) y de querer ese bien finito u otro bien finito (libertad de especificación).

El pecado consiste en querer un bien particular fuera del orden, o sea, de un modo en que no es ordenable al fin último del hombre. Por ejemplo, así se quiere en una relación adúltera el bien del amor entre el hombre y la mujer. Es de ese modo que la libertad creada puede querer el mal.

Esa falta de orden en el querer no es un ser, sino un no ser, una privación, es decir, la carencia de algo que debería estar. Todo el acto bueno de la creatura, entonces, es efecto del poder de Dios como Causa Primera, pero sólo lo que hay de ser y bien en el acto del pecado es efecto de esa causalidad divina; lo que hay propiamente allí de pecado, que es privación y no ser, no es causado ni querido, sino, como se dijo, solamente permitido por Dios.

En el acto por el cual la voluntad elije un bien particular, la libertad así entendida permanece en un sentido, y en otro no permanece. No permanece, en la medida en que es imposible a la vez querer y no querer un bien finito determinado. Sí permanece, porque la esencia de la voluntad y la esencia del bien finito en cuestión no cambian, y por tanto, tampoco cambia la esencial indeterminación de la voluntad ante ese bien finito.

A lo primero lo llamamos “sentido dividido”, porque considera a la voluntad en sí misma y no en relación con el hecho de que está eligiendo este bien particular, que es lo que se considera en el segundo sentido, llamado “sentido compuesto”.

La libertad así entendida, que es la única forma en que la podemos entender, además, permanece entonces también, en sentido dividido, en la hipótesis de que Dios mueve infaliblemente a la voluntad creada al acto bueno, o a lo que hay de bueno y de ser en el acto malo, al mismo tiempo que en sentido compuesto es necesario que el acto bueno se realice en esas condiciones, y en cuanto al acto del pecado, es necesario en sentido compuesto que se dé con esa privación que Dios no ha causado pero ha querido permitir, pues por lo mismo Dios no la ha querido impedir produciendo el bien contrario, y es claro que ese bien no puede producirse sin tener a Dios como Causa Primera.

Hay libertad en sentido dividido, y por tanto, libertad simplemente hablando, en esos casos, porque tampoco en esa hipótesis cambia la naturaleza ni de la voluntad ni del bien particular en cuestión, ni tampoco, por tanto, la esencial indeterminación de la primera respecto del segundo.

Saludos cordiales.
26/09/16 5:58 PM
  
carmelo
gracias por permitirme expresar. le agradezco su comentario.
lo del hijo prodigo, ciertamente algo le hizo "caer en si mismo" y de ver su condición cuando pretendida comer la comida de los cerdos, esa oscuridad e indigencia, lo ubicaba como un cerdo, perdido como humano, seria presa fácil y comida de cerdos, experimentaba un infierno, alejado del amor, esa pena terrenal, era un anticipo y lo sintió así. Ese quedarse postrado ahi, decontruir su esencia ahí, y que contumazmente quedarse ahí, tenia una pena meritoria... comer como cerdo, vivir junto a cerdos morir como un cerdo o ser comida de cerdos. nada parecido al infierno eterno pero sin duda, cerrarse ahí, no fue su opción, y se abrió a la gracia! y respondió, camino a casa del padre y se dejo bañar, o limpiarse la ropa!, se dejo reorientar.....
saludos Don Nestor, esperamos su siguiente post.

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Gracias y saludos cordiales.
27/09/16 4:35 AM
  
GS
Saludos al profesor:

Solo reflexiono:

1. No hablo del magisterio católico porque un católico como el profesor Nestor le debe obediencia, aunque históricamente se puede comprobar que el magisterio de la iglesia es bastante menos infalible de lo que se quiere hacer creer y de eso se podría hacer un debate.

2. Hablo de querer citar las sagradas escrituras como las cita un protestante, resaltando las palabras como si éstas hubiesen sido escritas directamente por Dios, como si Dios mismo hubiese formado oración por oración, letra por letra todo el contenido de la Biblia. Desconocer la crítica histórica, desconocer la manera como fue escrita la biblia, la visión de como un pueblo, una comunidad fue desde la fe poco a poco, captando la revelación del Dios que es el "totalmente otro", es francamente desconcertante.

3. Esta tesis de Santo Tomás: "El pecado es ofensa a Dios, porque consiste en transgredir voluntariamente la ley divina. La magnitud de la ofensa se mide por la dignidad de la persona ofendida, que en este caso es infinita. Por eso sí hay proporción entre el morir en pecado mortal y la condenación eterna."
Es discutible en varios sentidos:
A. ¿Realmente se puede ofender a Dios?, o se ¿ofende la imagen de Dios en nosotros?
Si citamos la escritura, sin subrayar palabra por palabra, solo atendiendo al mensaje general, tenemos algunas que dan que pensar:
¿Pero me ofenden a mí?, oráculo de Yahveh. ¿No es más bien a ellos para su confusión?" (Jr 7,19)
"Quien tira una piedra al aire, sobre su propia cabeza la tira, el golpe a traición devuelve heridas. Quien cava una fosa, caerá en ella, quien tiende una red, en ella quedará preso. Quien hace el mal, lo verá caer sobre sí sin saber de dónde le viene" (Si 27,25-27).
Y tu referente Profesor, Santo Tomas “ofendemos a Dios sólo cuando actuamos contra nuestro propio bien” (“Summa Contra Gentiles”, III, cap. 122).
Es decir como retoma J.A Belda, en los mandamientos: El quehacer cristiano: "La biblia dice en este sentido, que el pecado es rebelión contra Dios, porque lo es contra nosotros mismos, criaturas infinitamente amadas por Dios. Nuestro pecado es ofensa a Dios, pero no en si mismo, -si esto fuera así, Dios no sería Dios-, sino en cuanto que Dios se da en cada uno de nosotros. Pecar es siempre ir contra uno mismo". (Fin de la cita).
Como se dice en el libro de Job, "Si pecas, ¿qué le haces? Si multiplicas tus ofensas, ¿le haces algún daño?" (Jb 35,6).
Es decir nunca es Dios directamente el ofendido, es su imagen la que se ofende, es a las criaturas que ama, las que se ofende. la dignidad de Dios sigue incólume, sigue intocable. Él no es el ofendido directamente solo lo es su imagen en nosotros, por tanto el pecado en su magnitud, nunca es infinito ni requiere un castigo infinito.

B. Santo Tomás según entiendo usó la analogía para hablar en teología, pero siempre haciendo la salvedad que con Dios estas analogías nos dicen más de lo que no es Dios que de lo que es (via negativa o apofática). Sin embargo, nosotros seguimos haciendo uso de la analogía al hablar de Dios, pero nos quedamos solo con la imagen que utilizamos, olvidamos la abismal diferencia entre esa imagen y el Dios verdadero, finalmente suplantamos a Dios inefable por la imagen que construimos de él, es decir, construimos ídolos.
Miremos: "De modo análogo a lo que sucede cuando un delincuente va a la cárcel: la causa de ello son tanto él mismo como el juez, de distintos modos".
Y entonces los defensores de la idea de Dios como juez se quedan en la exposición técnica de las artículos e incisos del magisterio canónico para desde esos tecnicismos confirmar, las penas eternas del infierno, que si nos vamos a citas literales de la iglesia es con un fuego real que nunca apaga y quema sin quemar y con gusanos reales que comen sin devorar.
Pero la analogía se puede voltear, en los sistemas judiciales del mundo, existe el perdón, el indulto, la amnistía, y estas nunca van en contra de la justicia, sino que la confirman. Acaso Dios no puede perdonar así la ofensa haya sido contra él (en el supuesto de que lo admitamos), acaso no son suficientes cien años en el infierno para alguien que esta alli, por no haber ido a misa los domingos, aunque haya ayudado a los pobres durante toda su vida o 50 años en el infierno por haberse masturbado y haber muerto de improviso sin pedir perdón.
¿Si Dios es juez, no es también padre?, si ÉL impone el castigo como trata de probarlo en este post el profesor, no puede quitarlo sin que con esto sea injusto? ¿No se puede dar por satisfecho y reparado?
Es esto lo que hacen los jueces humanos, por lo que siguiendo la analogía ¿no lo puede hacer Dios?

C) Hay varias corrientes teológicas que sostienen que es más adecuado pensar que el pecado mortal al quebrar nuestra unión con Dios, lo que hace finalmente es producirnos la MUERTE ETERNA, no entendida como la separación del alma y el cuerpo, sino como la aniquilación total del individuo, pues el alma no tiene de suyo la inmortalidad sino que esta es dada por Dios.
Cuando usted hablaba profesor del argumento por contingencia en este blog nos explicaba como Dios es causa continua de la existencia del universo como un todo y de cada uno de los entes que los habitamos,¿ tiene sentido que el Dios de amor sostenga por la eternidad (que según creo para la iglesia en este caso no es la ausencia de tiempo, sino que peor, un tiempo sin término) a una criatura suya causándole, como causa directa según la iglesia , castigos una y otra vez, por haberse juntado con otra persona, fundado una familia, pero sin el sacramento del matrimonio?. (algo como esto sostiene Schillebeeckx, aunque claro, el teólogo feliz, no debe ser de sus afectos).

Por último una confesión para nada importante, consciente de que bajo mi decisión responsable opte por salirme de la ortodoxia católica, (usted dirá de la iglesia), por este asunto del infierno, por la disputa acaecida en este portal sobre si Dios castiga o no lo hace y por muchas otras cosas. Solo lo confieso porque considero que mi caso no es el único y porque si bien es cierto es nuestra opción hacerlo o no hacerlo, la iglesia debería reconsiderar algunos CONTENIDOS de los dogmas sin tener que renunciar a ellos en cuanto a su formulación, Simplemente PORQUE SE PUEDE PENSAR DE OTRA MANERA, para usted profesor y para la ortodoxia, seguramente no sin grave daño, para mi y para muchos otros, seguramente con muchos beneficios.

Gracias, profesor, gracias por su generosidad y paciencia.

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Ante todo, tiene que quedar claro que no tiene sentido ser católico si no se acepta el Magisterio de la Iglesia. Estos temas hay que discutirlos con claridad, lo cual implica definir claramente desde qué lado se está discutiendo. El mundo, dijo alguien, es ancho y ajeno, y a nadie se obliga a ser católico.

En cuanto a las citas de la Escritura, es cierto que hay que evitar cierto literalismo, pero eso del “mensaje general” se presta también a un gran subjetivismo. ¿Quién dice cuál es el “mensaje general”, más allá de lo que las palabras dicen? Bien, el Magisterio de la Iglesia, en todo caso, justamente.

De todos modos, se ha de tratar con gran respeto la Palabra de Dios, porque es una verdad elemental que ninguno de esos términos se coló allí por una distracción momentánea del Omnisciente y Omnipotente, y que a la mentalidad moderna le cuesta mucho leer lo que realmente está escrito más allá de los moldes mentales previos.

La expresión "totalmente otro", a pesar de que ha entrado en muchos ambientes católicos, es de origen protestante y no es del todo justa. Si Dios fuese sin más el "totalmente otro" (digo, tomando en serio la expresión) la Revelación divina a los hombres no sería posible. Ni siquiera podría el hombre, justamente, ser "imagen y semejanza" de Dios.

En cuanto a la ofensa a Dios, el argumento de Santo Tomás dice que lo que determina la magnitud de una ofensa es la dignidad de la persona ofendida. No habla de si esa Persona ha sido ofendida directamente o indirectamente. Si en público escupo un retrato del Presidente de la República, lo estoy ofendiendo a él aunque no lo haya escupido en la cara.

Además, hay que distinguir entre “ofensa” y “herida”. Es claro que Dios no puede ser herido ni afectado por la creatura. Pero eso no hace falta que para que haya ofensa. Si en el ejemplo anterior el Presidente no se entera de lo que hice, no por eso lo he ofendido menos. Dios, obviamente, lo sabe todo.

Al decir “ofendemos a Dios, pero no en sí mismo”, se ve que se está confundiendo “ofensa” con “herida”. Y de todos modos se está reconociendo que ofendemos a Dios.

De hecho, el pecado es ofensa a Dios, no a la imagen de Dios, y así lo dice incluso algún texto que Ud. mismo aduce: “ofendemos a Dios sólo cuando actuamos contra nuestro propio bien” (“Summa Contra Gentiles”, III, cap. 122).

Es claro que Dios puede y quiere perdonar al pecador, pero la condición es el arrepentimiento. Y el arrepentimiento es posible siempre en esta vida, pero no después de la muerte.

Obviamente, los que sostienen la “muerte eterna” como total aniquilación y la resurrección como re-creación contradicen la fe de la Iglesia Católica.

Es sí una tesis presente en algunas teologías protestantes.

En esa hipótesis, además, no hay ninguna razón para sostener que lo que es objeto de la “segunda creación” es la misma persona que lo que fue objeto de la “primera creación”.

Fijémonos: Pedro y Juan mueren ambos, y, en esta hipótesis, se aniquilan totalmente. Luego Dios crea a otros dos individuos, que no tienen ninguna continuidad con Pedro y con Juan, pero resulta que uno de ellos es el mismo Pedro y el otro es Andrés.

¿En qué fundamentar esa diferencia? ¿Por qué Andrés no es Juan y Pedro sí es Pedro? No es por las características, porque dos gemelos, por ejemplo, pueden ser todo lo parecidos que se quiera sin que dejen de ser dos personas distintas.

La eternidad del Infierno es un argumento de doble filo, porque también el Cielo es eterno. Supongamos que al final todos se salvan, como quería, Orígenes, lo cual fue luego condenado por la Iglesia. Sabemos que la diferencia entre lo finito y lo infinito es infinita, de modo que ante lo infinito, lo finito es como si no fuera nada. Por tanto, a la postre el torturador que muere sin arrepentirse y feliz de haber torturado a tanta gente goza por toda la Eternidad del Cielo, al igual que el torturado y el otro torturador arrepentido. El tiempo finito que haya podido pasar en el Infierno, en esta hipótesis, desaparece totalmente ante esta Eternidad bienaventurada.

¿Eso es justicia?

La alternativa es decir que los que mueren sin arrepentirse de sus culpas son aniquilados para siempre. Es claro que eso contradice a toda la Escritura y a la fe de la Iglesia, que dice que son castigados en el Infierno después de morir.

Finalmente, el miedo al Infierno (que es muy lógico y razonable) no se cura saliendo de la Iglesia, sino entrando en el arrepentimiento y la confesión sacramental, con la confianza puesta en la infinita Misericordia de Dios y el propósito de no ofenderlo más, sabiendo además que si por nuestra debilidad volvemos a caer nunca dejará el Señor de esperar nuestro arrepentimiento mientras tengamos vida.

Saludos cordiales.
28/09/16 9:53 PM
  
Alfredo de Argentina
Don Néstor, ¿la pena de daño también sería un castigo impuesto por Dios, o solo la pena de sentido?

Digo esto porque yo invente una analogía para tratar de comprender un poco el tema de la condenación eterna.

La pena de daño, como usted sabe, es la de verse privado para siempre de la visión beatífica. Y la pena de sentido es el fuego del que habla el Catecismo y que no es metafórico.

La analogía va así (discúlpenme si es mala:): Supongamos que existe una pareja de casados, al principio todo va bien entre la pareja; pero después el marido empieza a maltratar a su esposa (física y psicológicamente). Ésta se cansa del maltrato, y amenaza con denunciarle. Él marido no hace caso, y la esposa termina denunciandole y el marido va a la cárcel. Allí, en la cárcel, se arrepiente de todo lo que hizo, y se da cuenta de cuanto amaba a su esposa, la extraña mucho. Se entera que su esposa se irá a vivir otro lugar lejano y desconocido para él. El dolor (A) por saber que ha perdido a su esposa y que nunca más la volverá a ver, es más fuerte que el dolor (B) de estar en la cárcel privado de su libertad.

Aquí en esta analogía, el maltrato (cometidos por el esposo) serían los pecados que una persona comete contra Dios. Dios 'sería' la esposa, y dolor (A) sería la pena de daño y el dolor (B) sería la pena de sentido.

Lo que quiero hacer notar es que en la analogía la esposa no tiene la culpa de que su marido sienta ese dolor (A). No es algo que ella impone (el dolor A).

¿La perdida de la visión beatífica es un castigo objetivamente hablando, que Dios impone al que muere en pecado mortal, o solo la pena de sentido?

Disculpe si el comentario es algo tonto. Saludos.

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Para nada tonto. Ante todo, la pena de daño es una pena, y una pena es algo que alguien impone a alguien en castigo por algo. Sería absurdo reducir el título de Juez que la Escritura, la Tradición y el Magisterio dan a Nuestro Señor solamente a la pena de sentido, que es efectivamente la menos importante. En coherencia, si puede haber "pena" sin un juez que la impone, y sin que ese juez sea distinto del penado mismo, entonces eso habría que aplicarlo también a la pena de sentido.

En segundo lugar, la visión beatífica es un don divino sobrenatural. Es cierto que los actos buenos sobrenaturales de la creatura racional, hechos bajo el influjo de la gracia divina, merecen esa visión. Pero eso no quiere decir que la produzcan automáticamente: Dios tiene que darla. Y la da libremente, porque se trata de un hecho contingente que la Voluntad divina no quiere necesariamente.

Y en ausencia de esos méritos, y en presencia de esas culpas, lo que sucede es que Dios libremente deja de dar la visión a la creatura racional.

De hecho, en su ejemplo la esposa ha tomado la decisión de irse a vivir a un lugar lejano y desconocido sabiendo que allí su marido no podrá encontrarla.

Y no es tampoco que Dios "tenga culpa" del sufrimiento del condenado. La culpa es del reo, no del juez que aplica la pena por la culpa.

Algunos dicen que con la muerte, al separarse el alma del cuerpo, aquella adquiere un estado similar al de los espíritus puros o ángeles, que al no estar ligados a la materia tampoco están sujetos al devenir temporal, de modo que con un solo acto de su voluntad agotan, por así decir, toda su capacidad de elegir, quedando por la Eternidad fijos en esa elección realizada, lo cual explica, por otra parte, la imposibilidad de que los ángeles buenos se condenen y de que los demonios se salven.

De hecho, no he encontrado ejemplos de teólogos (a lo mejor los hay) que sostengan la imposibilidad metafísica de que Dios cambie la decisión de los condenados, ángeles u hombres.

Santo Tomás, que se acerca a esa postura, dice sin embargo que Dios podría cambiarla según su potencia absoluta:

De malo, q. 16 a. 5 co.

“Desde un punto de vista extrínseco, son inmutables los ángeles en el bien o en el mal después de su primera elección, porque entonces termina para ellos el estado de vía, por lo que no pertenece a la razón de la Divina Sabiduría que ulteriormente influya su gracia en los demonios, por la cual sean apartados del mal de la primera aversión, en el cual perseveran inmutablemente. Y por tanto, por más que elijan cosas diversas por su libre albedrío, en todas ellas pecan, porque en todas sus elecciones permanece la virtud de su primera elección.”

Ahí mismo plantea la siguiente objeción:

"Además, el apetito inferior puede ser dirigido por el apetito superior, como en nosotros el apetito sensitivo es dirigido por el apetito racional, como dice el libro III de Sobre el Alma. Pero por encima del apetito de los demonios hay un apetito superior, el de Dios y el de los ángeles buenos. Por tanto, el apetito del demonio, que tiende al mal, puede ser dirigido al bien”.

Y responde:

"A la decimotercera hay que decir, que sólo Dios puede mover la voluntad, el cual también, según su potencia absoluta, puede cambiar la voluntad del demonio hacia el bien, pero esto no es congruente con la naturaleza del demonio, como se ha dicho. Por lo cual no hay similitud con el apetito sensitivo, que por naturaleza es mudable.”

La “potencia absoluta” tiene por objeto lo que, al no ser intrínsecamente contradictorio, puede ser hecho por la Omnipotencia divina, si se la considera, abstractamente, claro, separada de los otros atributos divinos de Sabiduría, Bondad, etc. La “potencia ordenada” es lo contrario: lo que Dios puede hacer teniendo en cuenta la totalidad de sus atributos. Lo que dice Santo Tomás es que no sería congruente, pongamos, con la Sabiduría divina el actuar contra la naturaleza de lo que ha creado.

Se puede objetar, entonces, que las cosas que Dios puede hacer “de potentia absoluta”, pero no “de potentia ordinata”, son imposibles en sentido compuesto, de modo que en los hechos no habría la posibilidad de que Dios cambiase la voluntad de los condenados, así que tampoco haría falta ninguna libre decisión divina para que sufriesen la condenación eterna.

¿Se podrá decir que, como la negación de la gracia divina en estos casos no responde a una imposibilidad absoluta de lo contrario, en esa medida, entonces, depende de un libre querer divino ?

Sea de ello lo que sea, el asunto es que aún si el condenado se condenase por una consecuencia natural necesaria de su impenitencia final, esa consecuencia natural es querida por Dios, autor de la naturaleza, y no es sólo querida indirectamente, como es querido por Dios el mal físico al querer un bien físico que es contrario a otro bien físico, sino directamente, en tanto, al ser justa, la condenación eterna es buena.

Porque queda en todo caso la pregunta de cómo se relaciona la Voluntad divina con la condenación del pecador, si la quiere, si no la quiere, si sólo la permite, como digo en el otro comentario.

Porque si Dios quiere, y no sólo permite, la condenación eterna del pecador impenitente, a título de justa pena por el pecado, entonces eso no cambia por el hecho de que dicha condenación sea una consecuencia necesaria e inevitable del morir en pecado mortal.

Porque en ese caso, si por hipótesis esa condenación eterna no fuese una consecuencia necesaria e inevitable del morir en pecado mortal, Dios la infligiría igualmente.

Saludos cordiales.
29/09/16 3:59 AM
  
Juan Sebastían.
Hay premios si, pero no hay castigos, hay consecuencias.

Lo repito: No hay castigos, hay apenas meras consecuencias.

Y no se base por la voz activa en estos pasajes, que es cuestión de forma, porque en realidad de fondo, es vos pasiva.

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La revelación que Ud. nos trasmite es realmente novedosa. Sólo haría falta saber la fuente y ver si eventualmente habría, tal vez, algún argumento para apoyarla.

Saludos cordiales.
03/10/16 3:52 AM
  
Néstor
Al final, en la síntesis teológica de un artículo sobre el Infierno ("Enfer") que ocupa 73 columnas del Dictionnaire de Théologie Catholique (unas 37 páginas) dice lo siguiente:

“La causa eficiente, en un sentido amplio , que ha producido el estado de cosas que exige el infierno, es el pecador por su pecado, y él solo. Cf. Sto. Tomas, Sum. Theol., Ia IIae, q. 87, a. 1, ad 2um.

La verdadera causa eficiente directa de la pena es diversa según las penas. De la pena concomitante , depravación de la voluntad, desorden de las facultades, remordimientos, etc., la causa eficiente es todavía el pecador mismo por su pecado y la conciencia de su pecado, Dios no es sino la causa eficiente indirecta , como autor de la naturaleza con sus leyes esenciales.

Pero el infierno consiste propiamente en las penas de daño y de sentido. Dios es la causa eficiente de las mismas en tanto que Él las inflige a los pecadores; inflige la pena de daño por modo de privación, y las de sentido por su acción positiva, no sin embargo inmediatamente, sino mediatamente por intermedio de las creaturas, sus instrumentos.” (RICHARD, M., Voz “Enfer”, en Dictionnaire de Théologie Catholique, t. 5, col. 115, 1939, traducción nuestra)

Saludos cordiales.
11/10/16 10:47 PM
  
Juan Sebastían.
No hay castigos.

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Sí los hay.

Saludos cordiales.
16/11/16 10:25 PM
  
Juan Sebastián
Bueno voy a objetar varias cosas de las que usted me respondio en otro post de un tema parecido a este.

Usted me respondió en otro post lo siguiente: "En realidad, esos "razonamientos teológicos" son una simple muestra de racionalismo: "la Palabra de Dios no puede haber dicho eso, porque no encaja con mi idea de Dios".

El criterio seguro que tenemos es el Magisterio de la Iglesia. Y ése enseña ampliamente que Dios castiga, como pude mostrar en el correspondiente “post”.

Y mi objeción es esta: Frente a esto tenemos un problema, y es que sinos fundamentamos desde lo teólogico, el problema señor es que eso es insostenible, porque hoy en día se entiende en teología que en realidad por Dios castiga se entiende es simplemente Dios no es la causa de ese mal que viene como consecuencia del pecado, sino que simplemente lo permite. Y si solo es permitido por Dios pero no causado, entonces no es castigo divino.

Ahora dios puede disciplinar (de echo lo hace) eso nadie lo niega. Cuando Dios interviene, su justicia sus intervenciones son únicamente para disiplinar, no en orden a una justicia. Como dice un predicador escolapío Colombiano Juan Jaime Escobar: "¨Para el ser humano Dios es just, y un Dios justo no puede perdonar todo porque la justica no perdona, la justica por definición castiga. Miren, ¿cuál es el problema que tenemos? ... Imaginense ustedes que dentro de diez años este país haga un proceso de paz al fin con las FARC, con el grupo guerrillero más fuerte de todos que ha hecho todos los atentados y tal.... Pero el problema es que eso no es justo, porque esa gente mató,y mató a sangre fría, y pusieron carros bomba, y asesinaron policías, y hubo secuestrados que murieron en poder de las FARC... La justicia no perdona, la justicia juzga.. y si Dios es justo no perdona, si Dios es justo juzga, y todos estamos convencidos de que Dios es justo... En conclusión la idea central de esta redica es que Dios es perdón y no justicia.

En cuanto a la historicidad de los hechos de los apóstoles, pues resulta que no todo lo que se narra como histyórico en este libro ocurrió en realidad. Un ejemlo claro de esto es el pasaje Hechos 5, 1-11, dónde aún cuando hubiese sido histórico, no es histórico que hubiese habido relación entre el robo que la le hicieron Ananías y Safira a las primeras comunidades y la muerte de estos, lo más probable es que el autor sagrado hubiese puesto, al momento de relatar el asunto, relación enrte estos sucesos como algo pedagógico para hacer ver lo gave de este tipo de acciones, pero que como ya dije antes, esa relacion probablemente no sea algo más que pedagogico para tratar de enseñar a las generaciones futuras. Pero teniendo en cuenta, que las exégesis actuales dicen que, aún cuando hubiesen muerto, es muy poco probable que sea histórico que hubiera sido a causa de un castigo divino.

Espero entienda eso.

Que tenga una buena tarde y un buen resto de día.

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En lo Ananías y Safira hay dos cuestiones distintas: 1) Murieron tal como lo cuentan los Hechos de los Apóstoles o no 2) Su muerte fue un castigo por su pecado, o no.

Negar lo primero es hacer engañador al redactor de los Hechos, o bien, negar la inerrancia de la Escritura, pues narra como histórico algo que no lo fue. Recordemos que Hechos de los Apóstoles no es un libro alegórico ni poético, sino que el autor dice expresamente en el prólogo que ha querido hacer trabajo de historiador.

En cuanto a la segunda cuestión, ya no estamos en el territorio de los historiadores, que no tienen ningún detector particular de las intenciones divinas para saber si un hecho dado se debe a tal propósito de Dios o a tal otro.

Los propósitos divinos los conocemos solamente por la Revelación, y la Revelación se nos comunica por la Escritura y la Tradición, interpretada por el Magisterio.

Y la Escritura, en este pasaje de los Hechos, nos dice que la muerte de Ananías y Safira fue castigo por su pecado.

"9 Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti. 10 Al instante ella cayó a los pies de él, y expiró; y cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta; y la sacaron, y la sepultaron junto a su marido. 11 Y vino gran temor sobre toda la iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas."

Para el creyente, ahí termina la cuestión.

En cuanto a la negación de la justicia de Dios es herejía y va contra la Escritura, donde casi en cada página se habla de Dios como Juez y del Juicio divino.

Por eso, la "teología actual" no puede ser aquella que es herética y va contra la Escritura y el Magisterio de la Iglesia.

Saludos cordiales.
17/11/16 9:57 PM
  
Juan Sebastían.
Voy a continuar con las objeciones.

Comentario de la Biblia de Nuestro pueblo sobre el castigo de Ananías y Safira (Hechos 5, 1-11):

“Este episodio puede resultar sorprendente porque no corresponde a las sensibilidades de hoy. ¿No hay una desproporción entre la falta y el castigo? Lucas narra el acontecimiento muchos años después de que ocurriera y es probable que, para entonces, la imaginación popular hubiera agrandado y dramatizado los hechos. De todas formas así lo cuenta Lucas. A veces merece la pena contar una historia terrible para amonestar y poner en guardia a la comunidad. Es interesante observar el porqué de un castigo tan excepcional; fue un problema de dinero, mentira y corrupción. Verdaderamente, aquellos discípulos de Jesús se tomaban en serio su compromiso cristiano”.

Este comentario explica, de manera objetiva, que aunque este castigo se pone como histórico, en realidad es poco probable que hubiera ocurrido.

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Bueno, si lo "objetivo" es guiarse por la "sensibilidad actual"... Además, hay un dejo de racionalismo en la pregunta de si no hay desproporción entre la falta y el castigo, ya que se podría responder que aparentemente para Dios no la hubo.

Después, quedan bajo un gran signo de interrogación la inspiración y la inerrancia e incluso la santidad de la Escritura, porque o bien el redactor del Evangelio se equivocó tomando por histórica una narración que no lo era, o bien lo hizo a sabiendas, contándola como histórica, lo cual es una forma de mentir.

Saludos cordiales.
20/11/16 2:57 AM
  
Juan Sebastián
Continuo Objetando:

Comentario de la Bibiblia De Nuestro Pueblo sobre el castigo de Sodoma y Gomorra (Gn 19, 24-29):

"Así pues, no hay que entender que literalmente hayan existido unas ciudades cuyo pecado atrajo esta forma tan violenta de reacción divina: "Dios no quiere la muerte del pecador sino que este se convierta y viva (Ez 33, 11; cfr. 18, 22:32). Es la forama como el pueblo iba poco a poco formando su conciencia. Algo similar con la mujer de Lot, convertida en estatua de sal sólo porque en su huida miró hacia atrás. Se trata del mismo fenómeno que produce el viento sobre los débiles montículos de arena y sal: los moldea caprichosamete, dando la impresión a distancia de persnas en posición estáticaque hayan quedad petrificadas.
Por Tanto no hay que dar valor literal a estas narraciones, so riesgo de desvirtuar la imagen amorosa y misericordiosa de Dios, cuya preocupación fundamental es la vida, y la vida amenazada.

Es curioso como este comentario nos habla de que el pueblo iba tomándo, como este mimo comentario lo dice, conciencia de su fé.

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Es claro que no es el mismo género literario del Génesis que el de los Hechos de los Apóstoles, y que una cosa es narrar los orígenes de la humanidad y otra los sucesos ocurridos hace algunos años luego de consultar a los testigos presenciales como hizo San Lucas.

Por otra parte, la debilidad mental de las reflexiones que se hacen en ese comentario es patente.

Lo repito, se sigue tomando como regla de fe lo que a la desvirtuada mentalidad moderna le parece y no le parece posible acerca de Dios.

Así es imposible que la Palabra de Dios pueda enseñarnos algo.

En realidad, habría sido más práctico que no hubiese Escritura alguna y que simplemente una voz del Cielo nos avisase que en todo nos guiemos por los prejuicios modernos y post-modernos.

Nos hubiésemos ahorrado un montón de "hermenéutica" en el fondo innecesaria.

Saludos cordiales.
21/11/16 4:57 PM
  
Juan Sebastían.
Editado. Estimado: su fe no es católica, porque se opone a la doctrina de la Iglesia. Mientras no lo reconozca, no tiene sentido discutir.

Saludos cordiales
22/11/16 4:26 PM
  
Gerardo
Por lo que se entiende de Ana Catalina Emmerick y Faustina Kowalska, los niños no bautizados no van al infierno.

Si agregamos lo que dice Tomas de Aquino respecto a la predestinación, se concluye que los condenados no solo se condenan por culpa propia y el juicio divino, sino también por la anticipada no elección de dios.
Ahora, si la elección no depende de la previsión de méritos, sino de la soberanía de quien otorga la gracia, ¿No tendrían los condenados y demonios buenas razones para odiarse no solo así mismos, sino también a Dios dado que es imposible salvarse sin esa previa elección?

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La partícula "por", suele entenderse en el sentido de la causalidad, y entonces, no se puede decir que el no elegido se condena "por" la no elección divina. Dios no es causa de la condenación con anterioridad a la previsión de las culpas, porque no está obligado a elegir a nadie, y nadie es causa por su inacción en aquello en lo que no está obligado a actuar.

Y en lo de que es "imposible" salvarse sin la previa elección divina, hay que remitirse la distinción básica en este tema: imposible en sentido compuesto, no en sentido dividido.

Como es imposible en sentido compuesto que alguien no realice determinado acto libre cuando lo estoy viendo realizarlo, sin que por eso ese acto deje de ser libre, lo cual quiere decir que puede no hacerlo o hacer lo contrario, en sentido dividido. Como es libre también la condenación de los que se condenan.

En el tema de los niños que mueren sin bautismo, lo que tenemos de cierto es lo que dice el Catecismo al respecto: que debemos confiar en que Dios puede encontrar para ellos un camino de salvación.

Saludos cordiales.
16/01/18 11:19 AM
  
sofía
Está mal copiado el punto 1033 del Catecismo. Sobra el "no" delante de omitimos. Debe quedar así:
"Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno".

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Cierto, el "no" sobra. Gracias y saludos cordiales.
15/08/24 10:07 PM

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