¿La alegría del Evangelio no es para todos?
Como decíamos en el “post” anterior, recientemente el Card. Koch ha dicho que los cristianos no deben tratar de convertir a los judíos:
“El cardenal Koch también dijo que los cristianos no deben tratar de convertir los Judíos y deberían ver el judaísmo como una “madre".
“Tenemos la misión de convertir a la gente de todas las religiones no cristianas‘[excepto el] Judaísmo“, dijo, según los informes, antes de añadir que esto se extendía a yihadistas responsables de la persecución de los cristianos en Oriente Medio.
El cardenal también instó a los cristianos a ver el judaísmo como una “madre” y dijo que el cristianismo y el judaísmo comparten una relación especial.”
Por su parte, en la aclaración posterior, el P. Lombardi habría dado a entender que tampoco deben los cristianos tratar de convertir a los musulmanes:
“Es claro por tanto que no es correcto atribuir al cardenal K. Koch una invitación para hacer proselitismo respecto de los fieles musulmanes. “
http://ilsismografo.blogspot.com.uy/2016/05/vaticano-p.html
Nos interesa contrastar estas expresiones con pasajes muy expresivos de la Encíclica “Evangelii Gaudium” del Papa Francisco.
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“Un pueblo para todos
112. La salvación que Dios nos ofrece es obra de su misericordia. No hay acciones humanas, por más buenas que sean, que nos hagan merecer un don tan grande. Dios, por pura gracia, nos atrae para unirnos a sí. Él envía su Espíritu a nuestros corazones para hacernos sus hijos, para transformarnos y para volvernos capaces de responder con nuestra vida a ese amor. La Iglesia es enviada por Jesucristo como sacramento de la salvación ofrecida por Dios. Ella, a través de sus acciones evangelizadoras, colabora como instrumento de la gracia divina que actúa incesantemente más allá de toda posible supervisión. Bien lo expresaba Benedicto XVI al abrir las reflexiones del Sínodo: «Es importante saber que la primera palabra, la iniciativa verdadera, la actividad verdadera viene de Dios y sólo si entramos en esta iniciativa divina, sólo si imploramos esta iniciativa divina, podremos también ser —con Él y en Él— evangelizadores». El principio de la primacía de la gracia debe ser un faro que alumbre permanentemente nuestras reflexiones sobre la evangelización.”
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Es claro por este texto que no hay salvación posible para el hombre sin la gracia de Dios, que se nos comunica por medio de Jesucristo y de su Iglesia.
Es lógico, entonces, que el cristiano quiera la salvación también del judío, y en consecuencia, quiera que éste se convierta al Evangelio. ¿No es verdad?
Es clara también la expresión de San Pablo, según la cual “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4).
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Efectivamente, dice “Evangelii Gaudium”:
“113. Esta salvación, que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia, es para todos, y Dios ha gestado un camino para unirse a cada uno de los seres humanos de todos los tiempos. Ha elegido convocarlos como pueblo y no como seres aislados. Nadie se salva solo, esto es, ni como individuo aislado ni por sus propias fuerzas. Dios nos atrae teniendo en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que supone la vida en una comunidad humana. Este pueblo que Dios se ha elegido y convocado es la Iglesia. Jesús no dice a los Apóstoles que formen un grupo exclusivo, un grupo de élite. Jesús dice: «Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos» (Mt 28,19). San Pablo afirma que en el Pueblo de Dios, en la Iglesia, «no hay ni judío ni griego […] porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Ga 3,28). Me gustaría decir a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes: ¡El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor!”
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O sea, no solamente que la salvación de Dios por la gracia de Jesucristo está destinada a todos los hombres, sino que es por la integración al Pueblo de Dios que los hombres han de recibir esa gracia salvadora, y es la Iglesia de Cristo ese Pueblo de Dios.
Y es claro, que entre “todos los hombres”, se encuentran también los judíos. ¿No es cierto?
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Sigue “Evangelii Gaudium”:
“114. Ser Iglesia es ser Pueblo de Dios, de acuerdo con el gran proyecto de amor del Padre. Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la humanidad. Quiere decir anunciar y llevar la salvación de Dios en este mundo nuestro, que a menudo se pierde, necesitado de tener respuestas que alienten, que den esperanza, que den nuevo vigor en el camino. La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio.”
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De nuevo, “todo el mundo” incluye también a los judíos ¿o vamos a discriminarlos?
Sin embargo, el documento NO MAGISTERIAL (según se dice al comienzo del mismo) de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, dependiente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, da un sonido totalmente distinto:
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“40 Es fácil entender que la así llamada “misión a los Judíos", es para los Judíos una cuestión muy delicada y sensible, porque a sus ojos lleva implicada la existencia misma del Pueblo Judío. Esta cuestión se demuestra también ardua para los Cristianos, pues a sus ojos el significado de la universalidad salvífica de Jesucristo, y por consiguiente la misión universal de la Iglesia, tienen una importancia crucial. La Iglesia se ve así obligada a considerar la evangelización en relación a los Judíos, que creen en un sólo Dios, con unos parámetros diferentes a los que adopta para el trato con las gentes de otras religiones y concepciones del mundo. En la práctica esto significa que la Iglesia Católica no actúa ni sostiene ninguna misión institucional específica dirigida a los Judíos. Pero, aunque se rechace en principio una misión institucional hacia los Judíos, los Cristianos están llamados a dar testimonio de su fe en Jesucristo también a los Judíos, aunque deben hacerlo de un modo humilde y cuidadoso, reconociendo que los Judíos son también portadores de la Palabra de Dios, y teniendo en cuenta especialmente la gran tragedia de la Shoah.”
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¿Cómo se entiende esto? ¿La alegría del Evangelio es para todo el mundo, menos para los judíos? Aunque si atendemos a lo que dice el P. Lombardi, parece que habría que decir “menos para los judíos y los musulmanes”. La lista de excluidos parece tener tendencia a alargarse.
Notemos además que el final del texto del documento recién citado parece haber sido desmentido por la última intervención del Card. Koch, según la cual simplemente no se debería tratar de convertir a los judíos.
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Sin embargo, “Evangelii Gaudium” deja claro que la salvación en Jesucristo se dirige también, en cierto sentido, ante todo, a los judíos:
“4. Los libros del Antiguo Testamento habían preanunciado la alegría de la salvación, que se volvería desbordante en los tiempos mesiánicos. El profeta Isaías se dirige al Mesías esperado saludándolo con regocijo: «Tú multiplicaste la alegría, acrecentaste el gozo» (9,2). Y anima a los habitantes de Sión a recibirlo entre cantos: «¡Dad gritos de gozo y de júbilo!» (12,6). A quien ya lo ha visto en el horizonte, el profeta lo invita a convertirse en mensajero para los demás: «Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz poderosa, alegre mensajero para Jerusalén» (40,9). La creación entera participa de esta alegría de la salvación: «¡Aclamad, cielos, y exulta, tierra! ¡Prorrumpid, montes, en cantos de alegría! Porque el Señor ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido» (49,13).
Zacarías, viendo el día del Señor, invita a dar vítores al Rey que llega «pobre y montado en un borrico»: «¡Exulta sin freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén, que viene a ti tu Rey, justo y victorioso!» (9,9).
Pero quizás la invitación más contagiosa sea la del profeta Sofonías, quien nos muestra al mismo Dios como un centro luminoso de fiesta y de alegría que quiere comunicar a su pueblo ese gozo salvífico. Me llena de vida releer este texto: «Tu Dios está en medio de ti, poderoso salvador. Él exulta de gozo por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo» (3,17).”
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¿Se dirá que estas promesas estaban dirigidas al Israel del Antiguo Testamento, y no al pueblo judío posterior a la venida de Cristo?
Pero es que las Promesas divinas se hacen para cumplirse. Y cuando se cumple la Promesa mesiánica, en Jesucristo, es claro que ya no estamos en el Antiguo Testamento…
Los judíos a los que se dirige Pedro en Pentecostés ya son posteriores a la venida de Cristo. Y es a estos judíos posteriores a la venida de Cristo que Pedro les dice:
“Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa ha sido hecha a ustedes y a sus hijos, y a todos aquellos que están lejos: a cuantos el Señor, nuestro Dios, quiera llamar” (Hch 2, 38).
El Apóstol Pedro tuvo suerte de proferir estas palabras un tiempo antes de que el Cardenal Koch estableciese la prohibición de tratar de convertir a los hijos de Israel, de modo que podría alegar en su disculpa la ignorancia de la norma…
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Continúa “Evangelii Gaudium”:
“Finalmente, remarquemos que la evangelización está esencialmente conectada con la proclamación del Evangelio a quienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazado. Muchos de ellos buscan a Dios secretamente, movidos por la nostalgia de su rostro, aun en países de antigua tradición cristiana. Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino «por atracción».”
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Aquí es importante el hecho de que se deja claro que anunciar a Jesucristo (y no solamente “dar testimonio” de Él) no es proselitismo, de modo que en todo caso las palabras del P. Lombardi no hay que entenderlas en el sentido de que no se debe anunciar el Evangelio a los musulmanes.
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Finalmente, tal vez este pasaje de “Evangelii Gaudium” dé la clave de lo que le hace falta a todos aquellos que en la Iglesia tienen dudas, al parecer, sobre la universalidad absoluta de la misión evangelizadora de la Iglesia:
“264. La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más. Pero ¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer? Si no sentimos el intenso deseo de comunicarlo, necesitamos detenernos en oración para pedirle a Él que vuelva a cautivarnos. Nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial. Puestos ante Él con el corazón abierto, dejando que Él nos contemple, reconocemos esa mirada de amor que descubrió Natanael el día que Jesús se hizo presente y le dijo: «Cuando estabas debajo de la higuera, te vi» (Jn 1,48). ¡Qué dulce es estar frente a un crucifijo, o de rodillas delante del Santísimo, y simplemente ser ante sus ojos! ¡Cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva! Entonces, lo que ocurre es que, en definitiva, «lo que hemos visto y oído es lo que anunciamos» (1 Jn 1,3). La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás.”
20 comentarios
674 La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia (cf. Rm 11, 31), se vincula al reconocimiento del Mesías por "todo Israel" (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que "una parte está endurecida" (Rm 11, 25) en "la incredulidad" (Rm 11, 20) respecto a Jesús.
[Hoy hay millones de judíos endurecidos en la incredulidad respecto al reconocimiento de Jesús como Mesías]
San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: "Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas" (Hch 3, 19-21).
[San Pedro pide la conversión a los judíos posteriores a la resurrección y ascensión de Jesús]
Y san Pablo le hace eco: "si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?" (Rm 11, 5). La entrada de "la plenitud de los judíos" (Rm 11, 12) en la salvación mesiánica, a continuación de "la plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), hará al pueblo de Dios "llegar a la plenitud de Cristo" (Ef 4, 13) en la cual "Dios será todo en nosotros" (1 Co 15, 28).
[O sea, todos los judíos, sin excepción, un día, aceptarán a Jesús como su Mesías y a la Iglesia como su Esposa]
- En consecuencia, sí es lícito evangelizar a los judíos y a los musulmanes.
Otra cosa es que en el Vaticano de hoy en día, quizás por fragilidad de la parresía, y por consideraciones diplomáticas, eludan el deber de la Iglesia de convertirlos, de acuerdo con la realidad local de cada comunidad evangelizadora.
Todos somos hijos de Dios, ergo, no tenemos que convertir a nadie, pues cada uno se salva pensando lo que quiera y siguiendo lo que su conciencia le dicte (recordad entrevista con Scalfari). Y cada religión es una cara de un mismo poliedro, la católica incluida, luego cada religión ve a Dios desde su propio punto de vista y ninguna es completamente verdadera, sino que todas tienen una parte de verdad. Por tanto, el proselitismo es una solemne tontería, no hay que convertir a nadie: los españoles hicimos el canelo al dejarnos la piel por evangelizar un continente entero pues las raíces cristianas de Europa no deben interpretarse en tono colonialista ni triunfalista.
(Editado. No hagamos entrar más personajes)
Y además, Marcos 16, 16 se podría interpretar como una imposición, al igual que Mahoma imponía el Islam con la espada....
Exsurge Domine, e iudica causam tuam.
Y gracias al comentario de Barriola en el post anterior. Iluminador.
Si Cristo no es para todos no es el todo. Y, si no es el todo, ¿por qué darle todo y darme a Él y con Él del todo? Sin fe no hay ardor misionero. Y sin pasión misionera no hay fe.
¿No explica esto la falta de fecundidad de algunas diócesis y el agonizar de tantas comunidades en la Iglesia? ¿Y la falta de vocaciones y de santidad?
Hay que releer Redemptoris missio de San Juan Pablo II.
Gracias, Néstor, de nuevo.
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Gracias, y que Dios intervenga pronto. Saludos cordiales.
"No me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree, PRIMERO PARA EL JUDÍO Y TAMBIÉN PARA EL GRIEGO" (Rom 1,16)
El ser es y el no ser no es, salvo los días feriados
La caridad empieza en casa.
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No ese ante todo cuestión de lo que se puede sino de lo que se debe, no es cuestión de logística sino de esencia y naturaleza. La Iglesia existe para evangelizar, y la evangelización se dirige a todos los hombres. Fuera de eso no hay catolicismo.
Para la misión que Dios nos encomienda no estamos preparados nunca, siempre nos queda grande, porque el principal evangelizador es Dios mismo y nosotros solamente somos instrumentos.
Saludos cordiales.
Primero salió con lo de que el que repudia a su mujer y se casa con otra, adultera. Últimamente se ha dedicado a convertir al cristianismo a un montón de judíos, incluyendo a todo su círculo íntimo, a los que llama "apóstoles", y que son todos judíos.
No se ha leído o no respeta las indicaciones del presidente del pontifico consejo para la unidad de los cristianos, cardenal Koch, ni del portavoz del papa, monseñor Lombardi. Algo habrá que hacer con él, porque igual en esta iglesia sobra, y lo que tiene que hacer es montarse su iglesia particular...
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En efecto, pero no es que sobre en esta Iglesia, sino que en esta Iglesia sobran las teorías que reducen el alcance de la salvación y la misión cristiana. Y los que las promueven, si se aferran a ellas.
Saludos cordiales.
Si es que no tienen remedio
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Independientemente de cómo se traduzca el texto de la consagración eucarística, que Cristo murió por todos es una verdad de fe.
Así lo dice el Concilio de Quierzy del año 853:
"D-319 Cap. 4. Como no hay, hubo o habrá hombre alguno cuya naturaleza no fuera asumida en él; así no hay, hubo o habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo Jesús Señor nuestro , aunque no todos sean redimidos por el misterio de su pasión. Ahora bien, que no todos sean redimidos por el misterio de su pasión, no mira a la magnitud y copiosidad del precio, sino a la parte de los infieles y de los que no creen con aquella fe que obra por la caridad [Gal. 5, 6]; porque la bebida de la humana salud, que está compuesta de nuestra flaqueza y de la virtud divina, tiene, ciertamente, en sí misma, virtud para aprovechar a todos, pero si no se bebe, no cura."
Saludos cordiales.
Todo bien. Saludos cordiales.
Yo tengo muy claro que Cristo murió por TODOS y que su salvación es para TODOS.
En como se llega a esa salvación (y si solo dentro de la Iglesia puede ser alcanzada) quizás discrepemos pero en lo otro no.
Quienes no están de acuerdo son sus compañeros de web y el propio cardenal.
Ahora bien, discrepar de su eminencia a mi no me parece tan grave, de hecho pienso que es práctica saludable.
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El Card. Sarah y todos los católicos, y entre ellos, todos los de este portal, decimos lo mismo que el Concilio de Quierzy del 853:
"En su carta a las conferencias episcopales en 2006, el prefecto de la Congregación para el Culto Divino explicaba que la expresión “por muchos” refleja “el hecho que esta salvación no ocurre en una forma mecánica sin la participación o voluntad propia de cada persona”. Es decir, no todos aprovechan los frutos de esta salvación que Cristo ofrece a todos, pues algunos pueden cerrarse a ella o pueden rechazarla."
También es de fe que fuera de la Iglesia no hay salvación, en el sentido inclusivo de que el que se salva, se salva por la Iglesia, aunque sea por una unión invisible y espiritual con la misma.
Saludos cordiales.
Cristo se dirige a todos, pero se sacrifica por la salvación de muchos, porque no todos le aceptan. El propio Jesucristo lo dice en varios lugares de los Evangelios.
Sólo en Dios reside el juicio, la salvación o la condenación. Cambiando una palabra no salvas a más gente.
Es ridículo pensar que nosotros tenemos tal poder.
Nuestra misión es proclamar la Buena Nueva, vivir la fe y hacer apostolado. Y celebrar la eucaristía con las mismas palabras que Cristo. Sin cambiarlas por una falsa misericordia que es engaño.
La salvación o condenación es asunto de cada alma con Dios.
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Eso de que Cristo se sacrifica por la salvación de muchos, según como se tome. Es distinto si miramos la intención o el resultado. En la intención, Cristo se sacrifica por la salvación de todos. En el resultado, no todos se salvan.
Es lo que dice el Concilio de Quierzy arriba citado:
"no hay, hubo o habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo Jesús Señor nuestro"
Y lo retoma el Catecismo de la Iglesia Católica:
"605 Jesús ha recordado al final de la parábola de la oveja perdida que este amor es sin excepción: "De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos pequeños" (Mt 18, 14). Afirma "dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28); este último término no es restrictivo: opone el conjunto de la humanidad a la única persona del Redentor que se entrega para salvarla (cf. Rm 5, 18-19). La Iglesia, siguiendo a los Apóstoles (cf. 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2), enseña que Cristo ha muerto por todos los hombres sin excepción: "no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo" (Concilio de Quiercy, año 853: DS, 624)."
El mismo Catecismo, entonces, está diciendo implícitamente aquí que Cristo murió también por los judíos, de donde se sigue que también ellos necesitan de Cristo, de su gracia, y de su Iglesia para salvarse.
Saludos cordiales.
Al Papa, por el que hay siempre que orar y todo el Cuerpo Mistico, siempre en la Eucaristia, el del cielo y el de la tierra, desde China, hasta, asiria, pakistan,africa etc
El Papa me guste o no, es la Cabeza visble del Cuerpo Mistico, siempre recuerdo al querido Padre Zampa,por el que oro,no le gustava el concilio, pero era fiel al concilio, no le gustaba juan el bueno, pero oraba por juan el bueno, no le gustava el polaco, pero oraba por el polaco,que FE, relacionado, a través de padre Antonio de Monterroso, con el Padre Pio, San Pio de Pietralcina, que relaciones NO!!!!!A Cristo por Maria con el Papa, ahi no habia grupos de presión, enfermo, sin pulmones, con el corazón agrandado, sus ceremonias eran muy solemnes, pro multis siempre, hábito ,con un ponchito salia a recorrer los enfermos de noches.
Muchas Gracias!!
Saludos cordiales.
(Editado. Insisto en no agregar más personajes al drama)
No extraña que muchos obispos muestren sin pudor su pérdida de rumbo.
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