Una Iglesia acogedora
El Cardenal Dolan ha escrito una carta en la que tiene un pensamiento para los católicos que se esfuerzan por ser fieles a la doctrina de la Iglesia:
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“La integración ha sido un tema novedoso y consistente en el Sínodo. La Iglesia, nuestra familia espiritual, acoge a todo el mundo, especialmente a aquellos que se sienten excluidos. Entre estos, de los que he oído hablar a los observadores y a los padres sinodales se encuentran los solteros, aquellos que sienten atracción por el mismo sexo, los divorciados, los viudos, los inmigrantes que acaban de llegar a un país nuevo, los discapacitados, las personas mayores, los confinados o las minorías raciales y étnicas. La Iglesia es una familia que ama a todos, los acoge y los necesita.
¿Es posible sugerir que hay una nueva minoría en el mundo e incluso en la Iglesia? Acuden a mi mente aquellos que, confiando en la gracia y misericordia de Dios, se esfuerzan por vivir en la virtud y la fidelidad: Parejas que -dado el hecho de que, al menos en Norteamérica, solo la mitad de las parejas acceden al sacramento del matrimonio- se acercan a la Iglesia para el sacramento; Parejas que, inspiradas por la enseñanza de la Iglesia que afirma que el matrimonio es para siempre, ha perseverado en duras pruebas; parejas que reciben el regalo divino de tener varios hijos; un hombre y una mujer jóvenes que han escogido no vivir juntos hasta el matrimonio; un gay o una lesbiana que quieren vivir en castidad; una pareja que ha decidido que la mujer va a sacrificar una prometedora carrera profesional por quedarse en casa y criar a sus hijos – esta maravillosa gente se sienten a menudo como una minoría en su entorno cultural, pero a veces, ¡incluso dentro de la Iglesia! Creo que hay muchas más personas así de las que creemos, pero, dada la gran presión de esta época, a menudo se sienten excluidos.
¿Dónde pueden recibir apoyo y aliento? ¿De la televisión? ¿De las revistas o los periódicos? ¿De las películas? ¿De Broadway? ¿De sus amigos? ¡No!
Ellos buscan a la Iglesia, nos buscan para darles ánimo, apoyo, la calidez de sentirse parte de una comunidad. ¡No podemos fallarles!”
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No dudamos de la buena intención del Cardenal al redactar estas líneas. Por eso, con la misma buena intención decimos lo que sigue, que seguramente explicita lo que ya va incluido en sus palabras.
Los que somos católicos, los que según algunos pertenecemos a una minoría eclesial marginal, no buscamos a la Iglesia para que nos dé ánimo, ni aliento, ni apoyo, ni la calidez de sentirnos parte de una comunidad.
Todo eso podemos encontrarlo en muchos otros lugares.
No le pedimos a la Iglesia que nos acepte ni que nos integre. Sería absurdo.
Porque, siendo bautizados y creyentes, no nos sentimos excluidos de la Iglesia cuando vemos que en ella parece predominar la herejía.
Porque la herejía nunca es parte de la Iglesia, aunque apeste su interior.
Lo que pasa es que tampoco nos sentimos felices en esos casos.
Porque sí reclamamos algo, sin duda, de nuestros Pastores, como ellos a su vez tienen derecho a reclamar tantas cosas de nosotros.
Es cierto, tenemos necesidades muy profundas: de Dios, de la Verdad, de la salvación, de la gracia, del perdón de los pecados, de la fe, de la esperanza y de la caridad. De Cristo, Nuestro Señor.
Es para eso, nada más, que queremos a la Iglesia.
Es eso, y solamente eso, lo que no nos pueden dar otras comunidades o instituciones.
Y si nos dicen, por ejemplo, que en adelante algo puede ser pecado en Brasil pero no en Italia o viceversa, según lo entienda la Conferencia Episcopal de cada lugar, o que se va a admitir el divorcio en algunos casos, o la poligamia, o las uniones homosexuales, o que en todo caso se va a dejar a juicio de la Conferencia Episcopal o del Obispo o del sacerdote, etc., entonces sentimos que nos están queriendo quitar lo único que la Iglesia y sólo la Iglesia nos puede dar.
Lo único con lo que la Iglesia puede cobijarnos, arroparnos, abrigarnos y abrazarnos: el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.
Así que si quieren darnos aliento, combatan la herejía.
¿O se puede negar que algunas de las propuestas “innovadoras” que se hacen en el Sínodo son heréticas?
Si quieren darnos ánimo, sean intransigentes en la defensa de la Verdad.
Si quieren arroparnos y trasmitirnos calidez, no den su voto a proyectos de documentos doctrinalmente insatisfactorios.
En este momento todo depende de Uds., los que están en el Sínodo, los que llevan vestiduras rojas porque han jurado derramar la sangre por la fe si es necesario, y los que son sucesores de los Apóstoles que dieron testimonio de Cristo con su vida y con su muerte.
Que María Santísima interceda por todos nosotros.
15 comentarios
Si, de acuerdo, no son cartas lo que necesitamos, ni actos simbólicos de inclusión, sino pastores que cumplan con su deber y misión de transmitir la fe de la Iglesia de manera eficaz e incorrupta y que defiendan al rebaño de los lobos, que abundan afuera, pero son los de adentro son los que causan más daño, pero como gesto simbólico de solidaridad con muchos que estamos confundidos, frustrados y con dolor pues parece que ni en la Iglesia Católica tienen los católicos un lugar, es bienvenido.
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LF:
Pues yo sí. No solo eso, obviamente, pero eso también.
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Sin duda, supuesta la fe común, lo demás es miel sobre hojuelas, como dicen. Pero sin ella, no tiene sentido.
Saludos cordiales.
El card. Dolan sólo está diciendo lo que tantos dijimos al terminar el sínodo del año pasado: es triste que el sínodo hablara y hablara de divorciados, parejas del mismo sexo, etc., pretendiendo encontrar "elementos positivos" en todo eso y sugiriendo que era imposible vivir de acuerdo con la moral de la Iglesia y, en cambio, no fuera capaz de resaltar la belleza del matrimonio cristiano que de hecho viven tantas familias a pesar de las dificultades y persecuciones, con la gracia de Dios.
Hay que distinguir los géneros literarios. Su intervención no es una clase de teología o una entrada de un diccionario teológico, sino una queja muy potente y bien escrita contra el aire enrarecido del sínodo del año pasado.
Debemos tener cuidado con el "celo amargo" que termina por ser incapaz de ver nada bueno en ningún sitio.
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En realidad, la idea del "post" no es criticar al Cardenal, sino prever el uso que muy posiblemente puede hacerse de sus palabras en un momento en que es muy probable, innegablemente, que se utilicen de modo torcido.
La idea de que dentro de la Iglesia los católicos son una minoría es efectivamente peligrosa y pienso que teológicamente insostenible.
No me queda claro que el Cardenal esté hablando del Sínodo del año pasado cuando la carta es, si entiendo bien, de hace 2 días. Espontáneamente uno la lee como referida a lo que está ocurriendo ahora en el Sínodo, en el cual el Cardenal está participando, y espontáneamente, además, uno lo relaciona con todo lo que hemos sabido al respecto en los últimos días.
Saludos cordiales.
El que se aferra a la sana doctrina y a las "buenas costumbres" fácilmente queda marginado por el propio entorno eclesial. Es moneda corriente ser calificado como "exagerado", "anticuado", "fundamentalista"... otros simplemente los ignoran, en el peor de los casos es contradecido o desautorizado por el párroco.
En este sentido, según mi experiencia y conocimiento, concluyo lo siguiente: Los "fieles" están quedando fuera de la Iglesia, o, lo mismo podría decirse, muchos que (ya) no son de la Iglesia la están ocupando (o, igualmente: están usurpando su nombre y ocupando sus espacios).
La Verdadera Iglesia, subsistirá, perdurará y urge que los buenos pastores levanten la lámpara para iluminar el mundo y utilicen el cayado para rectifiar el camino a tantos desviados, ante tanto ruido a muchos dificulta reconocer la voz del Maestro.
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Entiendo su reacción pero por ahora tratemos de no agrandar la cosa.
Saludos cordiales.
Todos sabemos qué se quiere decir hoy con términos como "acogida" e "inclusión" en la Iglesia. Se refieren sobre todo a dos cosas: darles los sacramentos y permitirles desempeñar encargos eclesiásticos. Ahora bien, ¿se puede dar los sacramentos u otorgar encargos eclesiásticos a personas que no creen en la doctrina de la fe, no participan regularmente de la liturgia, no cumplen los mandamientos o no rezan? Plantear la pregunta es ya responderla.
En suma, creo que Néstor, Virginia y yo no estamos diciendo nada más que lo que ha dicho el P. Iraburu en su editorial "del agua y el aceite". Los católicos que queremos ser fieles al Magisterio no aspiramos a que también a nosotros nos reserven un rinconcito en la Iglesia donde podamos participar sin molestar mucho. Lo que queremos es que toda la Iglesia, todos los cristianos, sean fieles al Magisterio, etc.
Además, este Cardenal felicitó a un deportista de su país, Michael Sam, por "salir del closet". Dijo: "Bien por él" (sic!)...
Y, peor aún, añadió: "Nunca se me ocurriría juzgarlo. Que Dios lo bendiga. Veamos… la misma Biblia que nos dice y nos enseña sobre virtudes como la castidad, fidelidad y el matrimonio, nos enseña también a no juzgar a la gente. Por eso, lo que yo diría es bravo”
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Editado parcialmente. Quedémonos en los hechos.
Saludos cordiales.
En el mismo tema, parece que otra consideración que ha salido frecuentemente en estos días en el Sínodo es el "cambio de lenguaje", pastoral por supuesto, que debería llevar a que los jóvenes sobre todo entendiesen más fácilmente la doctrina de la Iglesia.
Así dicho es una belleza, pero en la práctica, hay que considerar lo difícil que es expresar adecuadamente la doctrina católica, y lo fácil que es que atrás de las palabras diferentes vengan ideas diferentes y doctrinas, por tanto, diferentes.
Saludos cordiales.
Lo que más me perturba es la frase "Ellos buscan a la Iglesia, nos buscan para darles ánimo, apoyo, la calidez de sentirse parte de una comunidad.”
¿"Ellos"? ¿"Nos buscan"? ¿No se incluye entre "aquellos que, confiando en la gracia y misericordia de Dios, se esfuerzan por vivir en la virtud y la fidelidad"? ¿Se incluye entre los que NO?
¿A quienes se dirige? ¿Su iglesia, a la que le habla, NO confía en la Gracia y la misericordia divinas y NO se esfuerza por vivir en la virtud y la fidelidad?
¿Y entonces, si no en Dios, han puesto su confianza en quién, en qué? ¿No debería, más bien ser ESA la preocupación del Cardenal?
Y por último, ¿Qué le hace pensar que quienes confían en la gracia y misericordia divinas para vivir van a buscar ánimo, apoyo y sentirse parte de la comunidad de los que NO tienen esa confianza?
Sí, perturbadora la carta del Cardenal.
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Ahí ya estamos deduciendo demasiado. Sin duda, la expresión es poco feliz, pero en principio es nada más que eso.
A mí me parece incluso, como ya he dicho en algún lado, que el mensaje se puede entender bien en sentido irónico, como argumento "ad hominem" o reducción al absurdo.
Por ejemplo, es un argumento "ad hominem" decirle al abortista que para eso mejor espere a que la creatura nazca y la mata después, así se asegura de que la salud de la madre no corre peligro alguno.
Aquí sería: "Uds. que tanto hablan de incluir minorías, no se olviden de la "minoría católica"."
El problema con los argumentos "ad hominem" es que deben partir de las premisas del adversario, y entonces aceptan en forma hipotética cosas que absolutamente hablando no se puede aceptar.
Pero mientras se los entienda bien, no hay problema.
Por eso, por las dudas de que no se los entienda bien, y de que además otros lo usen para mal, conviene aclarar posiciones.
Saludos cordiales.
"Ellos", los otros, "nos buscan", a nosotros.
Los "ellos" no son los marcianos. Son la definición de los que desde el día de Pentecostés se entiende como seguidores bautizados de Jesucristo que "acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones".
Y no logro verle el sentido irónico…
¿Qué quieres que te diga? Me sigue desconcertando…
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Es una forma de expresarse más bien coloquial, que sí, tomada a la letra es bastante contradictoria.
Saludos cordiales.
"¿El Card. nos invita a la misma "bolsa de gatos"?... ¿Eso es unidad y universalidad católica? ¿Lobos y ovejas, todos abrazados?"
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Hay dos pasajes en la Biblia que podríamos meditar. El primero es Isaías 65,25 "El lobo y el cordero pacerán juntos, el león comerá paja como el buey y la serpiente se alimentará de polvo" y el otro es Mateo 10,16: "Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas."
Aunque a algunos les podrían parecer contradictorios, no lo son, ambos forman parte del mismo cuerpo doctrinal. Antes de que el león coma paja, tendrá que haber una oveja en medio de lobos.
Los creyentes estamos llamados a convertir a los incrédulos, pero no lo lograremos encerrados en torres de marfil, pregonando una pureza racial que jamás ha existido. Somos todos pecadores, y quizás peores los que pagamos "el impuesto de la menta" (Mt 23,23) que "ese publicano", (Lc 18,11) aquél homosexual y aquélla otra mujer que "no tiene marido porque ha tenido cinco" (Jn 4,17-18).
No le pido que lo comprenda ni mucho menos que lo acepte, porque no es fácil. Sólo quiero pedirle que no tenga miedo. Es mucho más probable que usted le contagie su pureza al pecador que se sienta a su lado; que él le contagie a usted su homosexualidad.
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En primer lugar, ya que estamos interpretando pasajes bíblicos a lo que caiga, el lobo que come pasto y el león que come paja y la serpiente que come polvo bien se podrían entender del pecador arrepentido, y con propósito de enmienda.
Pero ni eso, porque aunque no se arrepienta, no por eso está excomulgado tampoco, salvo que sean pecados especiales que llevan consigo excomunión, el cual no es el caso del adulterio ni de la sodomía.
Así que para eso alcanza con lo que ya hay, no hace falta un Sínodo.
En segundo lugar, Jesús no dijo ahí que los lobos formaban parte de la Iglesia, o que, si formaban parte de la Iglesia, podían recibir la absolución y comulgar sin arrepentirse.
Por eso, torre de marfil nada, no todo pecado lleva consigo excomunión, en particular, el adulterio no la conlleva.
Pureza racial? Je ne compris pas.
No nos negamos al honor de ser más pecadores que el homosexual o que la adúltera, sólo reconocemos que ni ellos pueden ni nosotros podemos comulgar en estado de pecado mortal.
No crea, comprender lo que Ud. dice es muy fácil.
La homosexualidad en sí misma no es ni siquiera pecado, tan sólo una tendencia desordenada.
Miedo ninguno, porque "non praevalebunt".
Saludos cordiales.
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