Gracia y libertad IV
En el siglo XX, y basados en algunos precedentes en la escuela tomista, algunos tomistas han intentado una vía distinta del tomismo clásico para conciliar la gracia divina con la libertad humana. El R. P. Francisco Marín – Solá, O.P., publicó en 1925 un artículo en ese sentido[1], que levantó polémica ente los tomistas, al cual siguieron otros dos artículos.
Por el artículo de Agustín Echavarría publicado en la revista Studium[2] sabemos que ya en 1924, antes de la publicación del primer artículo de Marín – Solá, Jacques Maritain pensaba resolver el problema de un modo semejante. En 1947, en el primer tomo de la Suma Teológica publicado por la Biblioteca de Autores Cristianos, el R. P. Francisco Muñiz, O.P., retomó las ideas de Marín-Solá en su comentario al texto de Santo Tomás[3]. Nos vamos a referir principalmente en lo que sigue al libro de Maritain “…Y Dios permite el mal”[4], cuya versión original es de 1963, que contiene su última exposición del tema, y haremos referencia también al R.P. Marín – Solá O.P.
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Para Maritain, el error fundamental del tomismo clásico ha estado en ignorar la asimetría que existe entre la línea del ser y del bien, y la línea del no ser y del mal, que consiste en que, en la línea del ser y del bien, Dios es Causa Primera de todo acto, ser y bien de la creatura, pero en la líneas del mal y del no ser, la creatura es la causa primera, porque el no ser como tal no necesita ni puede explicarse por participación en el Ser divino.
Eso ha llevado a los tomistas clásicos, según Maritain, a poner en Dios la última causa también de mal y del pecado, si bien han tratado de evitar esa conclusión, dice, con el concepto de “permisión”.
Según Maritain no puede haber en Dios pre-condición alguna del pecado de la creatura, porque eso equivaldría a hacer a Dios autor del mal.
Para poder asignar a la creatura no solamente la causalidad primera en el plano del mal, sino también el ser la condición absolutamente primera e independiente del mismo, es necesario, reconoce Maritain, que ese inicio que estaría a cargo exclusivamente de la creatura sea algo puramente negativo, una pura negación de ser, porque si hubiese en ello algo de ser positivo, eso positivo debería tener a Dios como Causa Primera y directa, “per se”, y ya entonces el aspecto negativo de ese origen del pecado en la creatura debería basarse en algún tipo de causalidad divina indirecta o de mera permisión, no causal, divina, con lo cual la creatura ya no sería la primera condición (no causa) del pecado.
Por la misma razón, Maritain, siguiendo en esto al parecer a Santo Tomás, rechaza que esa causa del pecado en la creatura sea ella misma un pecado. En efecto, desde el planteo de Maritain (el de Santo Tomás depende de otra perspectiva), si esa condición absolutamente primera del pecado en la creatura fuese un pecado, entonces sería una privación, y no solamente una negación. Pero si fuese una privación, sería como es lógico una privación en algún ser o acto positivo, y entonces, ese ser o acto positivo tendría a Dios como Causa Primera, con lo cual volvemos a lo anterior.
Según Maritain, entonces, y siguiendo en esto a Santo Tomás, esa causa del pecado en la creatura la libre no consideración de la regla moral por parte de la creatura. En sí misma no es un pecado, porque no estamos obligados a considerar la regla moral todo el tiempo, sino solamente cuando hacemos alguna elección. No es un acto, dice Maritain, sino un “no acto”, un puro no ser, debido a la “libertad de ejercicio” de la voluntad, que tiene la capacidad de actuar o no actuar, es decir, la libertad no se ejerce solamente actuando, sino también no actuando.
El pecado ocurre solamente cuando bajo esa no consideración de la regla moral, la creatura racional realiza alguna elección voluntaria, que por la misma razón se saldrá de la regla moral.
Maritain se aparta del tomismo clásico al decir que esa permisión divina consiste en que Dios da a la creatura una “moción rompible” hacia el bien, (Marín – Solá habla de “moción falible”, Muñiz de “moción impedible”) que alcanza su objeto si la creatura no pone obstáculo, consistiendo ese obstáculo precisamente en la libre no consideración de la norma moral por parte de la creatura racional.
Por eso, dicha moción divina “rompible” la identifica con la gracia suficiente, y a la gracia eficaz la identifica con la moción “irrompible” (“infalible” según Marín-Solá, inimpedible”, según Muñiz), y sostiene que la gracia suficiente por sí misma se transforma en eficaz si la creatura no pone el obstáculo de la no consideración de la regla moral.
Sobre esa base, Maritain sostiene que Dios no es condición en modo alguno respecto de lo que constituye la última raíz del pecado de la creatura, que es la no consideración de la regla moral.
Porque en efecto, la permisión divina de la no consideración de la regla moral la entiende como “permisión indiferenciada” que consiste justamente en dar la moción rompible a la creatura, que podrá ser rota o no por la creatura misma.
Y sobre esta base, sostiene entonces que el plan divino eterno, que no es temporalmente anterior a las acciones concretas históricas de las creaturas libres, debe tener en cuenta, para constituirse, esas libres no consideraciones de la regla moral realizadas de hecho por las creaturas sin tener en cuanto tales pre-condición alguna en Dios mismo.
A partir de ahí concluye Maritain: 1) que Dios conoce los fallos de la creatura racional en su ciencia de visión sin que esos fallos estén contenidos en el libre decreto divino tampoco de modo permisivo 2) que el plan divino eterno se forma con la colaboración de las creaturas libres al menos por lo que toca a su elemento negativo, es decir, los fallos y pecados de esas creaturas.
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Marín-Solá (que escribe antes) agrega por lo menos esta variante: para los actos imperfectos o fáciles, alcanza la gracia suficiente, consistente en una moción falible y dependiente de la voluntad divina antecedente, y del concurso divino sobrenatural general, para los actos perfectos o difíciles, es necesaria la gracia eficaz, consistente en una moción infalible, y dependiente de la voluntad divina consecuente, y del concurso divino sobrenatural especial.
La tesis de Marín – Solá es que si la voluntad de la creatura no impide la moción “falible”, ésta por sí sola produce los actos imperfectos de la creatura racional, y una vez producidos tales actos imperfectos, Dios da la moción infalible a los actos perfectos, de modo tal, que si la creatura impide la moción “falible”, los actos imperfectos correspondientes no se producen, y entonces Dios no da la moción infalible a los actos perfectos, pero la razón última de no darla ha estado en el hecho de que la creatura libremente ha impedido la moción infalible.
Porque así como no hace falta una moción divina distinta de la moción falible ya dada por Dios a la creatura racional, para que la creatura ponga el acto imperfecto correspondiente, tampoco hace falta que Dios determine no dar alguna moción suya, distinta por tanto de aquella moción falible, para que la creatura deje de ponerlo, es decir, impida que la moción falible alcance su resultado.
Y así, no hace falta un decreto permisivo divino antecedente al fallo libre y culpable de la creatura, es decir, la creatura no es solamente causa primera del mal moral, sino también condición primera suya, y Dios no solamente no es causa, sino tampoco condición última del mal moral.
La diferencia con Maritain parece estar en que para éste, si la creatura no frustra la moción “rompible”, ésta “fructifica por sí sola” hacia la moción irrompible, es decir, para Maritain, siempre que una moción divina alcanza su término, lo hace en tanto que irrompible, o como diría Marín – Solá, en tanto que “infalible”, mientras que para este último, en el caso de los actos fáciles, basta la sola moción “falible” para que se produzcan en forma acabada, si la voluntad creada no pone impedimento.
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Contra esto:
1) La voluntad antecedente divina nunca produce el acto bueno para el cual capacita a la creatura, sino que toda producción efectiva del acto bueno por parte de la creatura, imperfecto o perfecto, incoado o acabado, fácil o difícil, depende de la voluntad divina consecuente, la cual no puede ser impedida, en sentido compuesto.
Como enseña Santo Tomás (I., q. 19, a. 6), la voluntad divina antecedente mira a las cosas en sí mismas consideradas, haciendo abstracción de las circunstancias concretas de su existencia, mientras que la voluntad divina consecuente tiende a las cosas en tanto que existen en determinadas circunstancias.
Pero nada existe en la realidad sino en determinadas circunstancias concretas.
Por tanto, la voluntad divina antecedente nada produce en la realidad, porque sería contradictorio que algo existiese en la realidad en forma abstracta, sin alguna circunstancia añadida.
Por eso dice ahí mismo Santo Tomás que por la voluntad consecuente queremos las cosas simplemente hablando, mientras que por la voluntad antecedente las queremos solamente en cierto sentido, “secundum quid”.
No hay diferencia en este sentido entre actos fáciles y actos difíciles, o imperfectos y perfectos, incoados y acabados, porque todos esos actos sólo pueden darse en la realidad en medio de determinadas circunstancias.
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2) La gracia suficiente, en cuanto produce algo actual en la creatura, no es suficiente sino eficaz.
Marín – Solá cita al R. P. Norberto del Prado O.P. (traducción nuestra):
“Puesta la causa, se pone el efecto; puesta también la moción física sobrenatural, se sigue la acción buena sobrenatural del libre albedrío. Puesta por tanto la gracia suficiente, que sea una moción física, se pone el efecto, y por comparación a este efecto, al cual se ordena inmediatamente, se la debe llamar “eficaz”.” [5]
Así se responde, en efecto, a esta objeción:
“Toda moción mueve de hecho algo. Pero la gracia suficiente, como gracia actual que es, es una moción. Por tanto, produce de hecho algo, que no es solamente una capacidad de moverse, sino un movimiento actual.”
Respuesta 1):
Distingo la Conclusión en su primera parte: La gracia suficiente produce de hecho algo, en tanto no es suficiente solamente, sino también eficaz: Concedo. En tanto es solamente suficiente: Niego.
En su segunda parte: Eso que produce no es solamente una capacidad, en tanto es gracia eficaz: Concedo. En tanto es solamente suficiente: Niego.
En su tercera parte: Eso que produce es un movimiento actual, en tanto que es gracia eficaz: Concedo. En tanto que es gracia solamente suficiente: Niego.
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De esto se sigue que:
3) La gracia divina suficiente depende de la voluntad divina antecedente en tanto que es meramente suficiente y no da el hacer de hecho el bien, y depende de la voluntad divina consecuente en tanto que es eficaz y da realmente, actualmente, la capacidad de hacer el bien.
En efecto, la gracia suficiente implica dar realmente algo a la creatura en sus circunstancias existenciales concretas, o sea, la capacidad actual de hacer el bien.
Pero todo el querer divino que tiene que ver con las circunstancias concretas y existenciales de la creatura depende de la voluntad divina consecuente.
Por eso dice Billuart [6] (traducción nuestra):
“La voluntad consecuente de Dios siempre se cumple, la voluntad antecedente de Dios no siempre se cumple, al menos respecto de lo principalmente querido por ella (…) Dije que no siempre se cumple, porque a veces se cumple, a saber, cuando va unida a la voluntad consecuente, como en la voluntad de la Encarnación y en la voluntad de salvar a los predestinados; pues en esos casos es antecedente de tal modo que también es consecuente, y así se cumple, no por ser antecedente, sino por la voluntad consecuente que tiene unida. (…) Dije “al menos respecto de lo principalmente querido por ella”, porque puede ser eficaz y cumplirse respecto de algo agregado a eso principalmente querido o de algún medio conducente a lo mismo, así la voluntad antecedente por la cual Dios quiere que todos los hombres se salven (…) es ineficaz respecto de lo principalmente querido por ella, que es la salvación de todos efectivamente realizada, sin embargo por ella (…) se ordenan todos los hombres a la salvación y se preparan para ellos medios suficientes para conseguirla; pero por esta parte y bajo esta razón es consecuente y no sólo antecedente, porque por lo mismo que la voluntad tiende a las cosas como imperando absolutamente su ejecución, es consecuente.”
Así se responde a la siguiente objeción:
“La gracia suficiente produce algo real en la creatura, porque produce en ella una real capacidad de hacer el bien. Pero la gracia suficiente depende de la voluntad divina antecedente. Por tanto, la voluntad divina antecedente produce algo real en la creatura.”
Respuesta:
Distingo la Mayor: La gracia suficiente produce algo real en la creatura, en tanto es eficaz y no solamente suficiente: Concedo. En tanto es solamente suficiente: Niego.
Contradistingo la Menor: La gracia suficiente depende de la voluntad divina antecedente: En tanto es solamente suficiente: Concedo. En tanto es eficaz y no solamente suficiente: Niego.
Niego por tanto la Conclusión.
La gracia suficiente da la capacidad de hacer el bien, y por tanto, de suyo es eficaz respecto de la capacidad de hacer el bien, y no lo es respecto de hacer el bien de hecho.
Bajo el primer sentido, depende de la voluntad divina consecuente; bajo el segundo aspecto, depende de la voluntad divina antecedente.
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De todo esto se sigue que:
4) Hay un concurso divino general que depende de la voluntad divina consecuente y no solamente de la voluntad divina antecedente, y hay una gracia eficaz que depende del concurso divino general y no solamente del especial.
En efecto, la gracia suficiente depende del concurso divino general (sobrenatural), pero ya vimos que en tanto produce algo actual en la creatura, es eficaz y depende por tanto de la voluntad divina consecuente.
En el plano natural, lo que produciría el concurso divino general en dependencia de la voluntad divina consecuente sería las naturalezas humanas actualmente existentes con sus potencialidades operativas actualmente poseídas.
Porque tales naturalezas con tales características no pueden ser producidas de hecho sino en determinadas circunstancias existenciales concretas, y por tanto, dependen de la voluntad divina consecuente.
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5) Objeción:
Marín-Solá interpreta el texto anterior del P. Del Prado de este modo:
“…la premoción no es el efecto o acto, sino la incoación del efecto o acto. Por tanto, puesta la causa, o puesta la premoción física, o puesta la gracia suficiente, es cierto que se sigue infaliblemente la incoación del efecto o del acto, y en cuanto a eso, toda gracia es infaliblemente eficaz; pero no se sigue infaliblemente la continuación ni el término del efecto o del acto, cuando se trata de causas o premociones o gracias suficientes.”[7]
Según esto, la gracia suficiente es eficaz, pero no, directamente al menos, respecto de acto alguno de la creatura, sino respecto de la incoación de esos actos. Que esa incoación llegue al término o no (término que por tratarse de la gracia suficiente es un acto imperfecto) dependerá solamente de que la creatura racional haga fallar o no esa moción falible que es la gracia suficiente.
De aquí se sigue, decimos nosotros, que no es lo mismo la incoación del acto que el acto imperfecto, que es, por lo dicho, el término al que aquella apunta.
Se sigue además de todo lo anterior, que la gracia suficiente, en tanto eficaz, y por tanto, la incoación del acto de la creatura, dependen de la voluntad divina consecuente y no de la voluntad divina antecedente, pues son algo actualmente existente y en unas circunstancias dadas.
En todo caso, esto valdrá, según Marín – Solá, para los actos fáciles. Para los actos difíciles, el acabamiento del acto incoado por la gracia suficiente depende según él de que Dios dé una nueva gracia eficaz e infalible.
Es en el pasaje o no de los actos fáciles a los difíciles que juega su papel la libertad humana no solamente como última causa sino también como última condición del acto malo.
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Respuesta:
6) La no frustración de la moción falible no puede deberse solamente a la voluntad de la creatura racional más esa misma moción falible, sino que es necesario para ello una moción divina infalible o eficaz, tanto para los actos fáciles como para los difíciles, para los imperfectos como para los perfectos.
O bien la voluntad creada permite continuar a la moción falible independientemente de la moción falible misma, o no.
Pero lo primero es imposible, porque entonces, un acto positivo de la voluntad creada sería independiente de toda moción divina, lo cual el mismo Marín – Solá rechaza horrorizado con toda razón.
Y lo segundo, también es imposible, si sólo interviene una moción divina falible. En efecto, si depende de la moción falible el que la voluntad no la haga fallar, entonces nunca la hará fallar, pues la moción falible siempre está dada, por hipótesis. Pero entonces, no es una moción falible, sino infalible, pues produce su efecto de modo necesario, en sentido compuesto.
Si, por el contrario, aún dada la moción falible, la voluntad creada puede frustrarla de hecho, en sentido compuesto, entonces que no la frustre o impida depende de alguna otra razón distinta de la moción falible misma, que si no es solamente la voluntad creada, por lo dicho respecto de la primera alternativa, deberá ser entonces una moción infalible, porque una nueva moción solamente falible no haría más que volver a plantear el mismo problema.
Esa razón no puede ser tampoco la unión o suma de la moción falible más la voluntad de la creatura, porque como vimos cada una es insuficiente por sí misma y entonces tampoco puede sanar la insuficiencia de la otra, como sumando ceros no se llega a ningún número.
Es claro que esta conclusión se aplica igualmente a los actos fáciles o imperfectos que a los difíciles o perfectos.
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Todo nuestro razonamiento depende de la premisa que dice que no impedir el curso de la moción divina falible es un acto positivo de parte de la voluntad creada.
Como en este punto Marín –Solá y Maritain coinciden en la tesis contraria, argumentaremos de cara a ambos autores en lo que sigue:
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7) El no impedir el curso de la moción divina por parte de la creatura racional es un acto positivo de la creatura, que en tanto acto, ser y bien, tiene a Dios como Causa Primera directa.
Para Maritain, en particular, ese “no impedir” o “no romper” la moción “rompible” consiste en “no interponer la no consideración de la regla moral”.
Pero “no interponer la no consideración de regla moral” es lo mismo que “considerar”, y eso no puede depender solamente de la creatura, porque siendo un acto, un ser y un bien, tiene necesariamente a Dios como Causa Primera.
La que considera o no la regla moral es la inteligencia. La voluntad mueve a las demás potencias al ejercicio de sus actos, y así, mueve libremente a la inteligencia a que considere o no considere la regla moral, es decir, a que comience a considerarla o no, la siga considerando o no, la deje de considerar, o no.
Tanto comenzar a considerar, como seguir considerando, pudiendo dejar de hacerlo, son actos positivos del intelecto que suponen los correspondientes actos positivos de la voluntad de mover a considerar y seguir moviendo a considerar.
Las únicas alternativas de la voluntad son mover a considerar o no, en cuyo caso la consideración no comienza a existir, y seguir moviendo a considerar, o no, en cuyo caso la consideración deja de darse.
Por tanto, la única forma posible de entender ese “no interponer la no consideración de la regla moral” de que habla Maritain es como un mover al intelecto a considerar o un mover al intelecto a seguir considerando o seguir moviéndolo a considerar, todos actos positivos de la voluntad que en el tomismo no pueden no tener a Dios como Causa Primera, y en los cuales consiste justamente el hecho de que Dios impide la no consideración de la regla moral por parte de la creatura.
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Maritain argumenta que cuando la creatura no interpone la no consideración de la norma moral, no hace nada positivo, sino que solamente “deja hacer” a Dios. En esos casos, la creatura se limita a no tomar la iniciativa de la no consideración, dice Maritain.
Maritain se las arregla para hacer aparecer como negativas las dos instancias según las cuales la creatura puede condicionar la moción divina según su teoría. Si no considera la regla moral, la no consideración, dice Maritain, es un no acto. Y si “no interpone la no consideración”, eso tampoco es un acto. ¿Todas las alternativas son negativas? ¿Dónde está lo positivo?
Maritain simplemente describe en forma negativa (“no interponer la no consideración”) la alternativa positiva que tiene la creatura (“considerar”) para que su teoría pueda “funcionar”.
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Su argumento viene a ser:
“Ante la moción divina rompible, las alternativas para la voluntad creada son ambas negativas, y consisten en no mover al intelecto a la consideración, en cuyo caso la moción se rompe, o no mover al intelecto a la no consideración, en cuyo caso la moción no se rompe”.
Respuesta:
La alternativa para la voluntad respecto de no mover al intelecto a la consideración es mover al intelecto a la consideración, que es positiva. La libertad de ejercicio que tiene como uno de sus términos a la primera, tiene como término opuesto a la segunda.
En cuanto a no mover al intelecto a la no consideración, o bien va unida con mover al intelecto a la consideración, o no. En el primer caso, es alternativa a no mover al intelecto a la consideración, pero es una alternativa positiva, por lo dicho. En el segundo caso no es alternativa alguna, porque va unida a no mover al intelecto a la consideración.
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Por la misma razón, la única forma en que la no consideración de la regla moral dependa exclusivamente de la creatura, es que también dependa exclusivamente de ella la consideración de la regla moral.
Porque mientras dependa del libre querer de Dios el impedir la no consideración de la regla moral por parte de la creatura, moviendo a la creatura a considerar la regla moral, no puede decirse, obviamente, que la no consideración de la regla moral dependa exclusivamente de la creatura.
Pero si no depende del libre querer de Dios el impedir de ese modo la no consideración de la regla moral, es que no depende tampoco del libre querer divino el que la creatura se mueva a la consideración de la regla moral, o sea, es que Dios tampoco mueve a la creatura a considerar la regla moral, y por tanto, la consideración de la regla moral por parte de la creatura, que es un acto positivo de la inteligencia creada que supone un acto positivo de la voluntad creada, y que es por tanto acto, ser y bien, no tiene a Dios como Causa Primera.
Hay algo de ser, de acto y de bien, por tanto, en la creatura, que no procede de Dios, según se desprende lógicamente, al menos, de la teoría de Maritain.
Lo cual es inadmisible.
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Para Marín-Solá, por su parte, el impedimento que la creatura puede poner a la moción divina falible consiste
“…en una de estas dos cosas. Primera, en que la inteligencia, en un momento dado del curso o vía de la moción divina al bien honesto, deja de mirar a la razón de honesto, pero continúa mirando a la razón de bien (útil o deleitable), con lo cual la voluntad continúa obrando o queriendo, pero obrando o queriendo sin honestidad, que es lo que llamamos pecado. Éste es el pecado de comisión. Segunda, en que no solamente deja de mirar a la razón de honesto, sino también a la razón de bien, con lo cual la voluntad no solamente deja de querer honestamente, sino que cesa por completo de querer o de obrar. En esto segundo, cuando había obligación de querer, consiste el pecado de omisión (…) Ambas se verifican con sólo dejar de mirar (…) como ese dejar de mirar es libre, la inteligencia no deja de mirar sino porque la voluntad deja de moverla a mirar.”[8]
O sea que en esencia, en este punto, su postura no difiere de la de Maritain.
Se le aplican entonces los mismos argumentos que acabamos de dar contra esa tesis de Maritain.
En concreto, si la moción divina se interrumpe porque la voluntad creada deja de mover al intelecto creado a mirar, cuando no se interrumpe, es porque la voluntad no deja de mover al intelecto, y eso quiere decir, que lo sigue moviendo, y eso quiere decir que Dios la sigue moviendo a ella, pues esa moción del intelecto a la consideración por parte de la voluntad es algo positivo, que tiene a Dios como Causa Primera.
Por tanto, cuando la moción sí se interrumpe, es porque Dios ha dejado de mover a la voluntad para que ésta a su vez mueva al intelecto a mirar.
Porque si Dios mueve a la voluntad creada para que ésta a su vez mueva al intelecto a mirar, por eso mismo impide que la voluntad creada deje de mover al intelecto y que el intelecto deje de mirar.
Y por lo mismo, no se puede decir que es una moción divina falible la que explica el hecho de que la voluntad creada no frustre la moción falible, porque nos lleva a un círculo vicioso o retroceso al infinito.
Por tanto, sólo queda que sea una moción divina infalible la que explica que de hecho la voluntad creada no frustre la moción falible y llegue a producirse, por tanto, el acto bueno, fácil o difícil.
Negar que haga falta una moción divina infalible, es en los hechos, entonces, decir que la voluntad creada mueve al intelecto creado independientemente de Dios, lo cual ya vimos que es máximamente absurdo.
Porque es claro que la moción falible no puede ser la explicación de algo de lo que ella misma depende para alcanzar su objeto, a saber, el movimiento de la voluntad creada que mueve a la inteligencia a mirar o considerar la regla moral.
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Sigue diciendo Marín-Solá:
“Quien deja de mirar es la inteligencia práctica; pero como ese dejar de mirar es libre, la inteligencia no deja de mirar sino porque la voluntad deja de moverla a mirar. (…) Ahora bien: para comenzar a mirar cuando antes no se miraba, esto es, para pasar de la potencia al acto, o de lo menos a lo más, hace falta siempre una nueva premoción divina, y esta es la base eterna del tomismo contra el molinismo. Pero para dejar de mirar, para no mirar, no hace falta premoción nueva.”[9]
En la primera parte del texto, Marín-Solá reconoce que la voluntad sólo puede mover a la inteligencia a si es movida a ello por Dios, Causa Primera.
En la última frase citada, Marín-Solá olvida que si bien es cierto que para que la voluntad deje de mover a la inteligencia a la consideración no hace falta una premoción divina, sí hace falta que Dios no mueva o deje de mover a la voluntad.
Porque si hace falta que la voluntad mueva a la inteligencia para que ésta comience a considerar la regla moral, también hace falta que la voluntad siga moviendo a la inteligencia para que ésta siga considerando dicha regla.
En efecto, así como de suyo la inteligencia puede tanto considerar como no considerar la norma moral, y por eso necesita ser movida por la voluntad para considerarla, y por tanto, para pasar de no considerarla a considerarla, así también, de suyo la inteligencia puede seguir considerando o no seguir considerando la norma moral, y por eso, necesita que la voluntad siga moviéndola, para seguir mirando o considerando la regla.
Y entonces, si hace falta para lo primero que Dios mueva a la voluntad, para lo segundo hace falta que la siga moviendo.
Por tanto, si la voluntad creada deja de mover al intelecto creado, y éste por tanto deja de mirar o considerar, es que Dios ya no sigue moviendo a la voluntad creada.
Porque en tanto Dios sigue moviendo a la voluntad creada, sigue impidiendo que ésta deje de mover al intelecto a mirar o considerar la regla moral.
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También argumenta Marín-Solá de este modo (en palabras nuestras):
“Bajo la moción divina, la creatura no puede hacer más que aquello a lo que Dios la mueve, pero sí puede hacer menos que ello. Al hacerlo así, la creatura no agrega nada a la moción divina, pero sí la frustra.”
Respuesta:
Hasta donde la creatura hace algo, lo hace en tanto que movida por Dios, por tanto, donde deja de hacerlo, es porque Dios ha dejado de moverla, con su voluntad consecuente.
Si decimos que ha hecho menos de aquello a lo que Dios la movía, es por relación a la voluntad divina antecedente. Que es la única, por tanto, que es frustrada por la creatura.
Pero no hablamos aquí de una moción divina “rompible” o “falible”, es decir, rompible por la creatura, porque aquí la “rotura” de la moción depende de la voluntad divina consecuente, que decide dejar de mover, como dijimos.
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¿Diría Marín-Solá que por la misma razón, cuando la creatura no impide que la moción falible alcance su objeto, no hace algo positivo, sino que se limita a no hacer menos que aquello a lo que Dios la mueve?
Pero es claro que eso sería una salida puramente verbal, análoga a la de Maritain. “No hacer menos que X” es simplemente “hacer X”, o sea, algo positivo.
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8) La permisión divina de la no consideración de la regla moral por parte de la creatura racional no puede ser una permisión indiferenciada consistente en que Dios da una moción “rompible” a la creatura, dejando abierta la posibilidad de que la creatura no considere la regla moral, sino que ha de ser una permisión específica de la no consideración misma, lo cual supone la libre decisión divina de no mover a la voluntad creada para que ésta a su vez mueva al intelecto creado a considerar la regla moral.
En primer lugar, no es posible que la creatura impida la acción del Creador. Pero si Dios diese a la creatura mociones “rompibles” cuyo éxito dependiese en última instancia de que la creatura no las hiciera fracasar, entonces la creatura podría impedir la acción del Creador. Por tanto, tales mociones “falibles” o “rompibles”, así entendidas, no existen.
Nos referimos obviamente a las mociones divinas efectivas que por serlo dependen de la voluntad consecuente divina. La voluntad divina antecedente sí puede no cumplirse, y en ese sentido, puede ser impedida por la creatura, como decía arriba Billuart, toda vez que no vaya acompañada de la voluntad divina consecuente.
Pero ninguna moción divina actualmente dada a la creatura, en cuanto tal, puede depender de la voluntad divina antecedente, por lo arriba dicho, que toda producción efectiva de algo fuera de Dios depende de la voluntad divina consecuente.
La moción “falible” o “rompible“, entonces, no puede fallar en tanto depende de la voluntad divina consecuente, y eso quiere decir que si la creatura la rechaza, es porque la permisión especìfica de ese rechazo formaba también parte de esa voluntad consecuente divina, situándose el querer que esa moción alcanzase su término solamente en la voluntad divina antecedente.
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Dice Santo Tomás en Contra Gentes, III, cap. XLIV:
“Y si todo cuanto puede obrar es necesario que, al obrar, le sirva, será imposible que un agente impida la ejecución de la divina providencia obrando contrariamente. Y tampoco es posible que ella sea impedida por el defecto de algún agente o paciente, porque cuanto hay de potencia activa o pasiva en las cosas ha sido causado según la disposición divina (c. 70). Y, además, es imposible que la ejecución de la divina providencia sea impedida por cambio del providente, porque Dios es absolutamente inmutable, como ya se demostró (1. 1, e. 13). –Resulta, pues, que la divina providencia jamás puede fracasar.”
(…)
“Y tampoco puede restar certeza a la divina providencia el fallo de las causas segundas, mediante las cuales son producidos los efectos de la providencia –como decía la quinta objeción–. Porque Dios obra en todo y según el arbitrio de su voluntad, como se demostró (cf. c. 67 y 1. 2, c. 23) Por tanto, pertenece a su providencia el permitir que unas veces fallen las causas defectibles y otras el preservarlas de fallar.”
Dice también en la Suma Teológica:
“…algo puede llevarse a cabo al margen de alguna causa agente particular, pero no al margen de la causa universal, en la que están contenidas las causas particulares. Porque, si alguna causa particular falla por su efecto, esto sucede por la existencia de alguna otra causa particular que lo impide, y que está sometida a la causa universal. Por eso, ningún efecto puede darse fuera del orden de la causa universal. (…) Así, pues, como la voluntad de Dios es la causa universal de todas las cosas, es imposible que la voluntad de Dios no consiga su efecto.” (I, q. 19, a. 6)
“La causa primera puede ver impedido su efecto por fallar la causa segunda cuando no es la causa primera universal, en la que están contenidas todas las demás causas; pues ningún efecto escapa al control de la causa primera universal. Y esto es lo que sucede con la voluntad de Dios, como ya se dijo.” (Ibid.)
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Objeción:
“A la Omnipotencia divina pertenece también el poder dar a la creatura una moción que la creatura pueda hacer fracasar sin depender para ello de la Voluntad de Dios que quiere o permite.”
Respuesta:
A la Omnipotencia divina no pertenece lo que es en sí imposible. Pero dar a la creatura una moción que la creatura pueda hacer fracasar sin depender para ello de la Voluntad de Dios, que quiere o permite, es en sí imposible. Por tanto, no cae bajo la Omnipotencia divina.
En efecto, hacer algo con total independencia de la Voluntad divina es agregar algo desde fuera al orden de las cosas queridas o permitidas por Dios. Pero eso es imposible, porque nada sucede en la Creación que no sea querido o permitido por Dios. Ahora bien, hacer fracasar la moción divina sin depender para ello de la Voluntad de Dios que quiere o permite, es justamente agregar algo desde fuera al orden de las cosas queridas o permitidas por Dios.
Objeción:
Para que Dios permita que la creatura haga fracasar su moción alcanza justamente con que le dé una moción rompible que la creatura pueda hacer fallar. En ese caso ese fallo ya estaría comprendido dentro de las cosas permitidas por Dios, y no le agregaría nada desde fuera.
Respuesta:
En todo caso, lo que es objeto allí de la permisión divina es que la moción pueda fallar, no que falle actualmente. El fallo actual dependerá además, como diremos enseguida, de que Dios determine no impedirlo, no moviendo a la creatura a considerar la regla moral. Sin este último agregado, ese fallo actual cae por fuera del orden de las cosa queridas o permitidas por Dios, porque “permitir” es “no impedir”. Lo cual es absurdo, como ya dijimos.
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En segundo lugar, la consideración de la regla moral es un ser y es un bien, y por tanto, tiene a Dios como Causa Primera. Eso quiere decir que Dios mueve a la creatura a considerar la norma moral, concretamente, mueve a la voluntad creada para que ésta mueva al intelecto creado a considerar la regla moral.
Ahora bien, es la misma causa la que produce algo y la que impide, por ello mismo, la producción de su contrario. Como el que ilumina una habitación, por ello mismo impide la oscuridad en ella. Pero la consideración de la regla moral y la no consideración de la regla moral son contrarias entre sí, y también el hecho de que la voluntad mueva al intelecto a considerar la regla moral, y el hecho de que no lo mueva a hacerlo.
Por tanto, como esa moción de la voluntad creada tiene a Dios como Causa Primera, por ese mismo acto Dios impide la falta de esa moción, es decir, produciendo como Causa Primera la moción de la voluntad creada de la cual depende la consideración de la regla moral por parte de la creatura, Dios impide la no consideración de la regla moral por parte de esa misma creatura.
Pero no se puede decir que depende en última instancia y exclusivamente de la creatura, algo que puede ser impedido por Dios.
Por tanto, la misma no consideración de la regla moral por parte de la creatura no depende en última instancia y exclusivamente de ella, sino que depende en última instancia de Dios, que libremente determina no impedirla, no moviendo a la voluntad creada para que ésta a su vez mueva al intelecto creado a la consideración de la regla moral.
Dada la moción divina falible, entonces, todavía debe darse, o la moción divina de la creatura a la consideración, o la libre determinación divina de no mover a la creatura en ese sentido. Es en el primer caso que la moción “falible” alcanza su objeto, mientras que es en el segundo caso que no lo alcanza.
No alcanza por tanto con la moción falible divina para explicar el fallo de la creatura, sino que hace falta además la libre determinación divina de no mover a la creatura en el sentido contrario a ese fallo.
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No se trata por tanto de que Dios dé una moción “rompible” o falible y luego dependa exclusivamente de la creatura romperla o no romperla. Si la creatura no rompe la moción divina, ello supone una moción divina de la voluntad creada para que ésta a su vez mueva al intelecto a considerar la regla moral, si la creatura rompe la moción divina, ello supone la libre decisión divina de no mover a la voluntad creada, de lo que sigue que esta voluntad creada no mueve al intelecto creado a la consideración de la regla moral.
Esa moción divina que hace que la voluntad creada mueva a su vez al intelecto creado a la consideración, no puede ser “rompible” o “falible”, porque retrocederíamos al infinito: para que no fuese rota, haría falta otra moción divina previa de la voluntad creada, y así “in infinitum”.
Por tanto, si la creatura considera la regla moral, es porque Dios ha dado a la creatura una moción “irrompible”, es decir, eficaz, que consigue su objeto en forma infalible sin quitarle la libertad al acto de la voluntad. Si la creatura no considera la regla moral, es porque Dios se ha abstenido de mover a la voluntad de la creatura para que ésta a su vez moviese a la razón creada a la consideración de la regla moral.
Por tanto, o Dios da una moción eficaz, o no da moción alguna. En ningún caso da, por tanto, una “moción rompible”.
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Si ese “no tomar la iniciativa de la nada” con que Maritain designa a lo contrario de la no consideración de la regla moral por parte de la creatura es, como dice Maritain, “no moverse bajo la acción divina”, eso parece un gran contrasentido. ¿Cómo bajo la acción divina, que es una moción en este caso, la creatura no se va a mover? ¿Qué moción es ésa?
¿Es Dios el único que actúa, entonces, en la línea del bien, cuando la creatura elige o decide o quiere no poner la no consideración de la regla moral? ¿Cómo hace la creatura para no poner la no consideración, sino considerando?
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Por eso, cuando se dice que el hecho de que la creatura haga el bien depende en última instancia de Dios, pero que el hecho de que la creatura haga el mal depende en última instancia y bajo todo aspecto sólo de la creatura, o en estos autores, lo que es lo mismo, que el hecho de que la moción rompible o falible se frustre antes de llegar a su objeto depende en última instancia de la creatura, pero que el hecho de que dicha moción alcance finalmente su objeto depende en última instancia de Dios, hay que responder:
¿Cómo va a depender en última instancia de Dios que la moción rompible o falible alcance el objeto al que tiende, es decir, la realización del acto bueno, si la creatura puede siempre impedirlo, sin que Dios sea, no la última causa, pero tampoco la última condición, en modo alguno, de ese impedimento puesto por la creatura?
E inversamente:
¿Cómo va a depender en última instancia y del modo que sea de la sola creatura la frustración de la moción “rompible” o “falible”, si la realización de su opuesto, o sea, la no frustración de la moción, y por tanto, la evitación del acto malo, depende en última instancia de Dios y no de la creatura?
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El intento de poner la última condición absolutamente hablando del bien en Dios y la última condición absolutamente hablando del mal, que es privación del bien, en la creatura da lugar una contradicción análoga a la de aquel que dijese que Juan está a la izquierda de Pedro pero Pedro no está a la derecha de Juan, o que el que pone a Juan a la izquierda de Pedro no pone por eso mismo a Pedro a la derecha de Juan, o bien, que son dos condiciones absolutamente últimas distintas e independientes entre sí, aquella que hace que Juan esté a la izquierda de Pedro y aquella que hace que Pedro esté a la derecha de Juan.
La diferencia, obviamente, está en que en nuestro ejemplo se trata de una acción de una determinada causa, la que hace tanto que Juan esté a la izquierda de Pedro, como, consiguientemente, que Pedro esté a la derecha de Juan, y sería también una acción la de la causa que hiciese que Pedro estuviese a la derecha de Juan, y con ello, que Juan estuviese a la izquierda de Pedro.
Porque “estar a la derecha” y “estar a la izquierda” son dos realidades positivas, si bien relativas.
En cambio, en el tema que discutimos, como la oposición entre el bien y el mal es la oposición entre el ser y la privación del ser, para que el bien se dé y no se dé el mal hace falta una acción de la Condición absolutamente última, Dios, que por tanto es Causa Primera del bien, mientras que para que se dé el mal y no se dé el bien hace falta solamente una no acción de la Condición absolutamente última, que es Dios, el cual por eso mismo, y porque no está obligado a hacer el bien en todas las acciones de todas las creaturas, no es causa del mal moral, como ya dijimos.
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9) Objeción:
“Por nuestra fe sabemos que la gracia es de hecho rechazada a veces por la creatura racional, de donde, si por “gracia eficaz” entendemos aquella que va de hecho siempre acompañada por el acto bueno de la creatura, debemos decir que la “gracia suficiente” es a veces de hecho rechazada por la creatura. Pero la gracia suficiente es una moción divina, como toda gracia actual. Por tanto, algunas mociones divinas de hecho fallan, y por tanto, son “falibles”; de hecho son rotas por la creatura, y por tanto, son “rompibles”. “
Respuesta:
Distingo: “Algunas mociones divinas son de hecho rechazadas y frustradas por las creaturas”: Previa permisión específica divina, que consiste en que Dios determina no dar la gracia eficaz en orden al acto bueno al que tiende la esa moción “falible”: Concedo. Sin permisión divina previa alguna, o con una permisión divina solamente “indiferenciada”, que consiste en que Dios da una moción “falible” o “rompible” cuya no continuación depende exclusivamente de la creatura, sin depender de un previo “no mover” de Dios: Niego.
“Esas mociones divinas, puesto de hecho son rechazadas y frustradas, son efectivamente mociones “falibles” o “rompibles”: En el primer sentido arriba dicho: Concedo. En el segundo: Niego.
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10) Objeción:
Marín-Solá es más explícito que Maritain, al parecer, en el punto siguiente:
“… bajo toda gracia, sea eficaz o suficiente, debe permanecer (…) “el poder de hecho no resistir a la gracia”, pues de otra manera habría que decir que la gracia no perfecciona a la naturaleza sino que la destruye o debilita, siendo como es esa potencia una perfección de la libertad. Si la naturaleza, sin la gracia suficiente, tiene algún poder de no resistir a Dios, igual poder o mayor tiene que tener la naturaleza con sola la gracia suficiente.”
Y agrega:
“La idea de una naturaleza que sin la gracia siempre y en todo peque o resista a Dios, es la idea calvinista o jansenista de una naturaleza muerta o podrida para el bien. Igualmente la idea de una gracia suficiente que, sin gracia eficaz, siempre y en todo falle, esto es, no tenga el poder de hecho no resistir a Dios”, ni aún en las cosas fáciles o imperfectas, nos parece también la idea de una gracia suficiente muerta o inútil: la idea calvinista o jansenista”. [10]
Es cierto que Maritain sostiene que en el caso de que la creatura “no interponga la no consideración” de la regla moral, la moción “rompible” fructifica “por sí sola” en “irrompible”. Pero de hecho, el también prescinde de todo auxilio divino distinto de la moción rompible misma, para explicar que la creatura “no interponga la no consideración” de la regla moral. Así que en el fondo dice lo mismo, en este punto, que Marín- Solá.
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El argumento de Marín – Solá se puede poner en esta forma:
“Lo que la naturaleza humana puede sin la gracia suficiente, en el plano natural, lo puede con la gracia suficiente, en el plano sobrenatural. Pero sin la gracia suficiente, la naturaleza humana puede por sí sola, en el plano natural, realizar los actos buenos fáciles, no los difíciles. Luego, puede realizarlos también, en el plano sobrenatural, con sola la gracia suficiente.”
Respuesta:
Distingo la Mayor: La naturaleza humana, con sola la gracia suficiente, puede realizar en el plano sobrenatural lo que puede realizar sin ella en el plano natural, en el sentido de que las obras naturales que realiza sin la gracia suficiente puede hacerlas también con sola la gracia suficiente: Subdistingo: Hablando de obras naturales que realiza movida eficazmente por el concurso divino natural especial: Concedo. Hablando de obras naturales que realizaría sin dicho concurso eficaz: Niego. En el sentido de que con sola la gracia suficiente haga obras sobrenaturales, sin necesidad de otra moción divina sobrenatural eficaz: Niego.
En efecto, por un lado, la creatura no puede nunca pasar de potencia a acto sin la intervención eficaz de la Causa Primera, por eso también en el orden natural es necesaria una moción divina eficaz para cualquier acto de la creatura.
Por otro lado, es cierto que la gracia suficiente no quita a la naturaleza nada de lo que ésta puede sin ella, pero entre las capacidades que la naturaleza posee con independencia de la gracia suficiente no está el realizar actos sobrenaturales.
Distingo la Menor: “por sí sola”, supuesta la moción divina natural especial eficaz: Concedo. Sin dicha moción divina natural eficaz: Niego.
Distingo la Conclusión: Con sola la gracia suficiente, puede realizar los actos naturales correspondientes: Subdistingo: Con la moción divina especial natural eficaz: Concedo. Sin ella: Niego. Puede realizar actos sobrenaturales: Niego.
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Sin que haya en ello, obviamente, sombra alguna de calvinismo o jansenismo. Por el contrario, cuando Marín – Solá dice que la naturaleza “sola, sin la gracia” (p. 367) puede realizar ciertos actos moralmente buenos en el plano natural, o ese “sola” se entiende “sin la gracia, pero movida eficazmente por Dios, en el plano natural”, y es lo que acabamos de decir, o se entiende “sin la gracia y sin una moción divina eficaz en el plano natural”, y entonces, o bien se entiende “con sola una moción divina falible”, y se entra de nuevo en el retroceso al infinito mencionado, y bien se dice “sin moción divina alguna”, y eso es claramente pelagianismo y aún, lógicamente desarrollado, ateísmo.
Y cuando dice que lo que la naturaleza puede por sí sola en el plano natural, lo puede por sí sola, con sola la gracia suficiente, en el plano sobrenatural, o bien habla solamente de obras naturales que la naturaleza hacía sin la gracia suficiente y sigue haciendo bajo la gracia suficiente, pero eso no le permite alcanzar su conclusión, o bien habla de obras sobrenaturales que la naturaleza hacía sin la gracia suficiente y que sigue haciendo bajo la gracia suficiente, pero eso implicaría, como vimos, que la naturaleza humana puede, sin la gracia, realizar obras sobrenaturales, lo cual es obviamente pelagiano.
Y nótese que este razonamiento nuestro no permite hacer diferencia alguna entre actos fáciles y actos difíciles.
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Dice en efecto Santo Tomás:
“El hombre no puede hacer nada si no es movido por Dios, tal como se dice en Jn 15,5: Sin mí nada podéis hacer. Por eso, cuando se dice que el hombre hace lo que en él está, se entiende que hace lo que puede supuesta la moción de Dios.” (Ia IIae, q. 109, a. 6)
“Pues bien, de la misma manera que todos los movimientos corporales se reducen al movimiento del cuerpo celeste como a su primer motor en este orden, así todos los movimientos, tanto corporales como espirituales, se reducen al primer motor universal, que es Dios. De modo que, por perfecta que se suponga una naturaleza corporal o espiritual, no logrará producir su acto si no es movida por Dios; aunque esta moción responde a los designios providenciales de Dios y no a la necesidad natural, como la moción del cuerpo celeste.” (Ia IIae, q. 109, a. 1)
“Según dijimos en la primera parte, donde expusimos también las diversas opiniones acerca del amor natural de los ángeles, el hombre en su estado de integridad podía con sus solas fuerzas naturales realizar el bien que le es connatural, sin ningún don gratuito sobreañadido, salvo el impulso de Dios primer motor.” (Ia IIae, q. 109, a. 3)
“… como ya dijimos, ninguna cosa creada puede producir acto alguno a no ser en virtud de la moción divina.” (Ia IIae, q. 109, a. 9)
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Como vimos, dice Maritain que la moción “rompible”, si no es impedida por la creatura, fructifica por sí sola en una moción “irrompible”.
Esto lo hace para evitar la acusación de promover la “gracia versátil” de los molinistas, que es eficaz o meramente suficiente según el consentimiento o no de la creatura racional.
Ese “por sí sola” trata de eliminar toda dependencia de la gracia respecto del consentimiento de la creatura, y entonces, o bien hace referencia a la sola moción rompible en sí misma considerada, o bien hace referencia a Dios, que transforma la moción rompible en irrompible, o que sustituye a la moción rompible por una irrompible.
No tiene sentido la primera alternativa, o sea, que una moción rompible por sí sola se transforme en irrompible. No se da lo que no se tiene.
En el segundo caso, de todos modos se está poniendo para la moción eficaz divina una condición de parte de la creatura.
Es al revés: depende de la moción eficaz divina que la creatura no ponga obstáculo, porque, recordemos, “poner obstáculo” era no obrar, no considerar, y por tanto, “no poner obstáculo” es obrar y considerar, cosa que la creatura sólo puede hacer en tanto que movida eficazmente por Dios.
Por eso dice Santo Tomás en Ia. IIae, q. 112, a. 2:
“…si hablamos de la gracia en tanto que significa el auxilio de Dios que nos mueve al bien, no se requiere ninguna preparación por parte del hombre, como previniendo el auxilio divino, sino que cualquier preparación que pueda haber en el hombre, se debe al auxilio divino que mueve el alma al bien. Y según esto, el mismo buen movimiento del libre albedrío, por el que alguno se prepara para recibir el don de la gracia, es acto del libre albedrío movido por Dios, y es en este sentido que se dice que el hombre se prepara…”
En el caso en que Dios no da su moción infalible a la voluntad creada para que esta mueva a la inteligencia a considerar la norma moral, ello no puede deberse a nada que haya hecho o dejado de hacer antes la creatura. Porque esto sólo podría ser la no consideración de la regla moral por parte de la creatura, que es más bien la consecuencia de que Dios no dé su moción y no puede ser por tanto condición de lo mismo.
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11) La verdadera asimetría entre la línea del bien y la línea del mal consiste en que el bien depende en última instancia de un libre acto causativo de Dios como Causa Primera, mientras que el mal moral o pecado depende en última instancia de que Dios libremente no pone el acto causativo del bien contrario a ese mal, con lo cual permite, no causa, ese mal.
En efecto, cuando un bien contingente depende de una causa, que por tanto, para ponerlo actúa también contingentemente, la existencia o no de ese bien contingente depende de que esa causa lo produzca o no lo produzca.
En este último caso, si ese bien era algo que debía tener la acción de un sujeto libre creado, desde el punto de vista de su orientación al fin último, entonces de la no producción de ese bien por la Causa Primera se sigue el mal moral en la acción de ese sujeto creado.
La permisión divina del mal, justamente, consiste en que Dios no hace en la creatura el bien opuesto a ese mal, y de ese modo, no impide la existencia de ese mal.
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Maritain sostiene que si decimos eso, hacemos a Dios causa del mal:
“Ahora bien, ¿dejar hacer una cosa retirando la mano no es causarla indirectamente? Un niño sólo puede escribir derecho si cojo la pluma con él; retiro la mano, y el niño sólo acierta a hacer unos garabatos. Evidentemente la mano del niño es la causa, la única causa directa. Pero ¿no he sido yo la causa indirecta, al retirar mi mano? Yo, por mi parte, así lo veo.” [11]
El R. P. Jean-Hervè Nicolas, O.P., que inicialmente polemizó con Maritain sobre este tema, finalmente terminó dándole la razón, con estas palabras:
“La falla del razonamiento se sitúa en este punto: si la criatura libre no puede por sí misma mantenerse en el bien, al rehusarse a mantenerla, al querer no impedir que ella falle, no se evita (…) convertir a Dios en responsable del mal.” [12]
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En realidad, en ese caso, Dios no es causa, tampoco indirecta, del mal moral, porque del lado de Dios no hay una acción, sino una libre no acción, y además, porque Dios no está obligado a producir el bien en cada una de las acciones libres de cada una de las creaturas.
Como dice Santo Tomás en Ia. IIae., q. 79, a. 1:
“Ocurre a veces que Dios no da a algunos los auxilios para evitar el pecado, que si se los diese, no pecarían. Pero todo esto lo hace según el orden de su sabiduría y justicia. Por lo que no se le imputa que el otro peque, como si Dios fuese causa del pecado, como al capitán del navío no se lo llama causa del hundimiento de la nave sino cuando deja de guiarla pudiendo y debiendo hacerlo. Y así es claro que Dios no es causa del pecado de ningún modo.”
Dios no está moralmente obligado a mover a una creatura racional determinada a la realización de buenas acciones, lo que es claro en el caso de las acciones que por tender al fin último sobrenatural requieren de la gracia divina, que Dios no está obligado a dar a ninguna creatura, pues trasciende la naturaleza de toda creatura y por tanto todas las exigencias de esas naturalezas creadas.
Es cierto que no sería coherente ordenar a las creaturas racionales a un fin sobrenatural y luego no mover a ninguna de ellas a la consecución de ese fin, pero de ahí no se sigue que esta creatura racional determinada deba ser movida de ese modo por Dios.
Y lo mismo hay que decir de la moción divina por la que las creaturas racionales serían movidas a la realización de actos buenos puramente naturales en el caso hipotético, no real, en que Dios las hubiese creado en orden a un fin puramente natural, pues como enseña Santo Tomás, pertenece a la Providencia divina permitir que algunas veces las causas segundas fallen en la consecución de sus fines, para que en el Universo se den todas las clases de seres, lo cual contribuye a la perfección del conjunto.
Así lo dice en I, q. 22, a. 2:
“…el provisor universal permite que algunos defectos ocurran en algunos casos particulares, para que no se impida el bien del todo. (…) Como Dios, por tanto, es el provisor universal de todo ente, a su Providencia pertenece el que permita que haya algunos defectos en algunas cosas particulares, para que no se impida el bien perfecto del universo.”
Y en I, q. 23, a. 3, cita el pasaje anterior hablando justamente de la reprobación de los que se condenan:
“A la Providencia divina pertenece el permitir algunos defectos en las cosas que le están sujetas, como se ha dicho. Por lo que, como los hombres son ordenados por la Providencia divina a la vida eterna, pertenece también a la divina Providencia el permitir que algunos no alcancen ese fin. Y a eso se llama “reprobar”.”
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Continúa Maritain en la obra antes citada:
“Dato, non concesso, que Dios al retirar su mano no sea la causa indirecta del fallo culpable de la criatura, siempre queda el hecho de que Dios ha querido antes que nadie, con una voluntad si no causativa, ciertamente permisiva, que ese fallo se produjese en el mundo.” [13]
Pero decir que hay voluntad permisiva de que el fallo se produzca, y que con ella se ha querido que el fallo se produzca, es una forma muy poco fiel al original de decir que no hay voluntad de que el fallo se produzca, sino solamente de permitir, es decir, no impedir, que se produzca.
La voluntad divina permisiva del fallo de la creatura racional tiene por objeto, no el fallo, sino la permisión de ese fallo, contra lo que parecen sugerir las palabras de Maritain.
Por eso, contra lo que dice el P. Nicolas, “querer no impedir el mal” no es “querer el mal”, y por eso, ese querer no impedir no hace a Dios responsable del mal, porque Dios no está obligado a impedir siempre el mal, como se ha dicho.
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El hecho es que Maritain y Marín-Solá aceptan que Dios puede hacer que los que rechazan la gracia no la rechacen. Si puede dar una moción “rompible”, también puede dar de entrada una “irrompible”. Y sin destruir por eso el libre albedrío de la creatura racional, pues estos autores quieren seguir siendo tomistas.
De hecho, por lo ya visto, en el planteo de estos autores, si algunos rechazan la gracia, es porque Dios no ha querido darles esa moción “irrompible” y les ha dado solamente la “rompible”. Porque si lo hubiese hecho, no la habrían rechazado, obviamente.
Y no por ello estos autores hacen a Dios “responsable” del mal moral.
Ademas, como ya dijimos, aceptar la moción rompible es un acto positivo de la creatura, es considerar la regla moral, y entonces, tiene a Dios como Causa Primera.
Los que aceptan la moción rompible, entonces, lo hacen bajo una gracia divina intrínsecamente eficaz o moción “irrompible” (porque sería retroceder al infinito explicar la aceptación de la moción rompible por otra moción rompible).
Y entonces, los que la rechazan son aquellos a los que les ha sido negada esa moción “irrompible”.
También en la tesis marinsolista-maritainiana, Dios puede impedir la no consideración de la regla moral por parte de la creatura, simplemente porque puede mover a la creatura a considerar la regla moral.
Por tanto, si la creatura no considera la regla moral, es porque Dios no ha querido moverla, porque lo ha permitido, pudiendo impedirlo. Y eso no hace “responsable” a Dios, según estos autores.
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Maritain responde que, si bien la moción “irrompible” no quita el libre albedrío de la voluntad creada, sí le quita su “falibilidad” natural, a la cual Dios habitualmente respeta, dando inicialmente sólo la moción “rompible”. (p. 62)
Pero el caso es que, como ya vimos, si la creatura considera la norma moral, es porque Dios la mueve eficazmente a ello, y si no la considera, es porque Dios no la mueve eficazmente a ello.
Y se trata en ambos casos de una moción, que se da o que no se da, “irrompible”, es decir, eficaz por sí misma, porque de lo contrario retrocederíamos al infinito tratando de explicar la aceptación de la moción “rompible” por otra moción “rompible”.
Por tanto, si fuese cierto que la moción “irrompible” quita la falibilidad de la creatura racional, entonces ésta sólo sería falible cuando de hecho falla, lo que es absurdo.
En realidad, lo que sucede es que la “falibilidad” de la voluntad creada permanece bajo la gracia eficaz o moción “irrompible”, porque “falibilidad” significa “poder fallar”, y bajo la moción “irrompible”, es decir, eficaz por sí misma, la voluntad creada puede fallar, en sentido dividido, no en sentido compuesto.
Y esto lo tiene que aceptar el mismo Maritain, que en esto es tomista.
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La causa última, entonces, del mal moral es la creatura racional, pero la condición última del mal moral es la permisión divina, sin ser Dios causa del mismo de modo alguno.
Supuesta la negación de la moción eficaz por parte de Dios, la creatura puede hacer el bien en sentido dividido, no en sentido compuesto, y por eso es libre, y por eso es libre y responsablemente que peca, rechaza la gracia y hace el mal.
La postura de Marín – Solá, Muñiz y Maritain es contradictoria, porque al poner la condición última del bien en Dios y la condición, no solamente la causa, última del mal en la creatura, está diciendo que la realización del bien contingente depende de la causa de ese bien, que actúa contingentemente, pudiendo por tanto también no realizarlo, y luego, que la no realización de ese bien, o sea, el mal opuesto, no depende de ningún modo de esa causa, sino en última instancia de la sola creatura.
Lo cual quiere decir que la no realización del bien contingente a la vez depende y no depende de la causa de ese bien, es decir, que a la vez está y no está en el poder de esa causa no realizar el bien en cuestión.
De ahí que una forma de lograr coherencia en posturas como las de que estamos discutiendo, es decir que la creatura racional es la condición última tanto en la línea del bien como en la del mal, o sea, el pelagianismo.
Estos autores parecer tener en común con los calvinistas y predestinacionistas en general el supuesto que dice que Dios sólo puede ser Condición primera del mal si al mismo tiempo es Causa Primera del mal. La diferencia está en que estos autores rechazan, por eso mismo, que Dios sea Condición primera del mal, cosa que los calvinistas aceptan.
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Respecto de la Voluntad divina antecedente y consecuente en su relación con las gracias suficientes y eficaces, decimos que toda moción divina produce un determinado movimiento o acto en la creatura (incoado o acabado, imperfecto o perfecto, para lo que actualmente discutimos, da lo mismo), y bajo ese aspecto, es eficaz, y depende de la voluntad divina consecuente, pero al mismo tiempo, ese movimiento o acto que se produce en la creatura puede dejarla en potencia más o menos próxima para otro movimiento o acto más perfecto, o para la perfección de un acto incoado e imperfecto, y bajo ese solo punto de vista, la moción es suficiente y depende de la voluntad divina antecedente.
La resistencia de la creatura a la gracia suficiente consiste en que, supuesto que Dios no da la gracia eficaz para el acto hacia el cual tendía la gracia suficiente, entonces la creatura peca libremente, y en ese sentido, se dice que rechaza la gracia suficiente o se resiste a ella en forma libre y responsable.
En esos casos, ese cierto que la creatura libremente frustra el objetivo al que tendía, según la voluntad divina antecedente, la gracia suficiente, y en ese sentido, se puede llamar a esta gracia “moción falible” o “rompible”, pero con la salvedad esencial de que esa falla o rotura de la moción suficiente ha tenido como condición absolutamente última (no como causa) la libre decisión divina de no mover a la creatura con una moción eficaz o “infalible”, para que ésta no frustre, no impida el acto bueno. (para que ésta considere la regla moral).
Luego de producido el pecado, Dios puede sacar a la creatura de su pecado mediante otra gracia eficaz, que si la da, es misericordia, y si no la da, es justa pena por haber rechazado la gracia suficiente.
Dejamos para otro “post” lo relativo a cómo Dios conoce los fallos libres de las creaturas.
[1] MARÍN - SOLÁ, Francisco, O. P. : «El sistema tomista sobre la moción divina», La ciencia tomista, 32 (1925), 5-54;
[2] ECHAVARRÍA, Agustín, “Jacques Maritain contra el tomismo “bañeciano”. La polémica de los decretos permisivos”, en Studium, XII, (2009), 21, pp. 319 – 358. Cfr. nota 26.
[3] MUÑIZ, Francisco, O.P., Apéndice II a la primera edición de la Suma Teológica en la Biblioteca de Autores Cristianos, Tomo 1, B.A.C., Madrid, 1957, 2ª ed.
[4] MARITAIN, Jacques,…Y Dios permite el mal, Ediciones Guadarrama, Madrid, 1967, traducción castellana de Dieu et la permission du mal, Desclée de Brouwer, París - Brujas, 1963. Tema tratado con anterioridad en Breve tratado acerca de la existencia y del existente, Desclée de Brouwer, Buenos Aires, 1949; traducción castellana de Court traité de l’existence et de l’existant, Paul Hartmann, París, 1947. Y antes aún en De Bergson a Tomás de Aquino, ed. Club de Lectores, Buenos Aires, 1946, traducción castellana de De Bergson à Thomas d’Aquin, Editions de la Maison Française, Inc., New York, 1944. Según Echavarría, ya en 1935, en Fronteras de la poesía, Maritain había publicado un primer esbozo de su teoría.
[5] MARÍN-SOLÁ, Francisco, O.P., “Nuevas observaciones acerca del sistema tomista sobre la moción divina”, en La Ciencia Tomista, (1926), 99, p. 340, nota (I).
[6] BILLUART, Charles, O.P., Theologia iuxta mentem Divus Thomae, t. 1, Dissert. VI, Art. V, pp. 269-270.
[7] Ibid.
[8] Ibid., p. 358 – 359.
[9] Ibid., p. 359.
[10] Ibid., p. 366-367.
[11] MARITAIN, op. cit. …Y Dios permite el mal, p. 49
[12] Citado por ECHAVARRÍA, Agustín, en el artículo referido, p. 355.
[13] MARITAIN, ibid. , p. 49 – 50.
59 comentarios
"La alternativa para la voluntad respecto de no mover al intelecto a la consideración es mover al intelecto a la consideración, que es positiva. "
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¿Por qué razón? La alternativa que planteo allí es entre "no mover" y "mover". También se podría plantear la alternativa entre "mover a la consideración" y "mover a la no consideración". Pero ahí la "no consideración" se presentaría como resultado de un acto positivo de la voluntad, cuando lo que dice Maritain, es justamente que es un "no acto" libre, porque la libertad puede ser de dos formas: de ejercicio, que es justamente esa, la de hacer o no hacer, y de especificación, que es hacer esto o hacer aquello otro.
En la frase citada, lo que Maritain, siguiendo a Santo Tomás, pone como causa del pecado es la primera de las dos alternativas que se nombran: no mover al intelecto a la consideración de la regla moral. Lo que yo digo es que si la voluntad no incurre en esa alternativa, la otra que le queda es positiva, que es mover a la inteligencia a que considere la regla moral.
Esta última, por tanto, tiene a Dios como Causa Primera, porque es acto, ser y bien. Pero por el mismo hecho de ponerla, Dios impide la otra, la no consideración. Por tanto, no se puede decir, como dicen Maritain y Marín- Solá, que esa alternativa, la no consideración de la regla moral, depende en última instancia exclusivamente de la creatura, si es que siempre puede ser impedida por Dios y por tanto si alguna vez ocurre es porque Dios libremente determina no impedirla, es decir, permitirla, no moviendo a la creatura a la consideración de la regla moral.
Saludos cordiales.
Saludos
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Gracias. En realidad no veo forma de refutar la crítica que se hace a Maritain el "post".
Saludos cordiales.
Lo que yo como lego en estas cuestiones entiendo, es que Maritain intentó resolver el problema del Mal permitido por Dios que es Sumo Bien, atribuyendo al hombre la posibilidad de actuar por su exclusiva cuenta y al margen de la voluntad divina, no considerando la regla moral.
A lo que tu refutación apunta a señalar que esa no-consideración sólo puede darse si Dios no mueve al alma a la contraria, esto es, a la consideración de la regla moral. En cuyo caso la no-consideración es imposible.
Por lo cual de última todo depende de Dios, sea por activa o sea por pasiva, incluida la no consideración de la regla moral. Que es lo que produce el Mal.
O sea que en la existencia del Mal hay una permisión misteriosa de parte de Dios.
¿He entendido bien?
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Ésa es en efecto la idea, aclarando que la permisión divina no es causa del mal, sino sólo condición última, previa en forma lógica, no temporal (porque la Eternidad está fuera del tiempo), a la misma intervención libre de la creatura.
Por si no fuese así, entonces tampoco el acto positivo de la creatura de considerar la regla moral dependería de Dios como Causa Primera, porque de quien depende en última instancia que algo se haga, depende también que ese algo no se haga, porque él puede, causándolo, impedir que no se haga.
De modo en todo caso deberá, no causándolo, permitir que no se haga.
(atenti al trabalenguas :)!
Aunque en la línea positiva, como dije, Dios sea Causa, mientras que en la negativa no lo es, porque la razón que da Santo Tomás: no es causa por su inacción de lo que se sigue de ella, aquel que no está obligado a actuar.
Sí es condición, porque sin la decisión divina de no mover a la creatura a la consideración, no se daría la no consideración, sino la consideración, pues hay sólo dos posibilidades: Dios mueve o no mueve.
Así que en el fondo la cuestión es la misma que con el molinismo: ¿de quién es la iniciativa última en la salvación? ¿De Dios que elige, o de la creatura que decide si hace fallar o no la "moción falible"? Por algo Maritain hace depender el mismo plan divino de las decisiones que van tomando las creaturas a lo largo de la historia.
Saludos cordiales.
Yo creo que fue Dios, a quien el hombre, por más que se lo proponga, no puede jamás sorprender. O sea que -antes y de última, asegún - es Dios quien elige. Contrariando al molinismo. Y también a Maritain, para quien la Historia de la Salvación sería algo así como una co-producción divino-humana.
¿Es así?
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Las dos cosas. Los ninivitas decidieron atender a Jonás, porque Dios los movió para que lo decidieran. Si no los hubiese movido a ello, no lo habrían decidido.
El hacer o no hacer de parte del hombre depende en última instancia de Dios, en el primer caso, como Causa Primera, en el segundo, como Condición primera, pero eso no quiere decir que el hombre no haga o decida, sino precisamente lo contrario: el hombre actúa libremente, porque Dios lo mueve a actuar libremente, y libremente no actúa, porque Dios no lo mueve a actuar (donde se ve bien, agregando que Dios no está obligado a mover a la creatura a actuar, que ese último "porque" no es causa, sino sólo condición).
El problema con Maritain no es que afirme la acción tanto de Dios como del hombre, sino que subordina, como esperamos mostrar en un próximo "post", el plan divino a la acción humana, es decir, invierte el orden de esa "co-producción".
Saludos cordiales.
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Ya he respondido suficientemente a esos argumentos en los "posts" anteriores. La acción humana es libre porque Dios, al causarla, pone en juego su Omnipotencia para que así lo sea. El caso de la Causa Primera es obviamente un caso especial, no se le puede aplicar sin más cualquier característica de las otras causas.
Lo del "sentido dividido" no es ningún juego de palabras, pues se aplica claramente a cualquier elección libre nuestra. Para que un acto sea libre se requiere que al hacer algo conservemos la capacidad de hacer algo distinto de lo que hacemos, pero no, obviamente, en sentido compuesto, porque no se puede hacer y no hacer algo a la vez. Sino que es necesario que esa capacidad permanezca, y alcanza con ello, en sentido dividido. O sea, porque en el mismo acto de estar eligiendo A conservamos la capacidad (en sentido dividido, claro), de elegir otra cosa.
Saludos cordiales.
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El argumento sería concluyente si previamente se hubiese demostrado que así como el círculo cuadrado es contradictorio, es contradictorio que Dios mueva a la voluntad humana a la realización de los actos libres de esa voluntad.
Para eso habría que definir "predeterminación" y "libertad", primero, y luego mostrar la incompatibilidad lógica entre ambos conceptos, a saber, que de afirmar o predicar ambas definiciones de un mismo acto, se deducen dos proposiciones de la forma "A es B" y "A no es B".
Saludos cordiales.
-en cuanto a la libertad, si es preciso definir previamente que se entiende por libertad. Si es el estado en el que yo puedo decidir sin ptedeterminaciones, se trata de una utopia, meramente. La libertad ajena en el orden liberal es una fuerte predeterminacion.
-El asunto de la responsabilidad divina frente al mal es un asunto complejo. Cuando Dios incluye en su Plan el hecho de no impedir el mal, aunque no sea su autor, si es responsable frente al mal. No estamos hablando de que una vez Dios no impidió el mal, sino de decisiones sistemáticas.
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Según Santo Tomás, Dios no es por ello responsable del mal, porque no tiene la obligación de impedir siempre el mal. Por eso pone el ejemplo del capitán del barco que se hunde: el capitán sí es responsable si deja hundirse el barco sin hacer nada, porque su deber es conducir el barco a puerto.
Saludos cordiales.
Si puedo decidir hacer algo o no hacerlo sin que medie en ningún caso la voluntad de Dios en mi elección, es que dispongo de libertad de elección.
Si Dios es la causa de mi elección, mi libertad es falsa. Si mi voluntad depende de la de otro, Dios, no se puede hablar de independencia ni de libertad. Si mi elección está sujeta a la decisión de Dios sobre lo que voy a elegir, no elijo, simplemente ejecuto lo que Él ha dispuesto, mi libertad de elección es sólo aparente, un espejismo.
O eso o realmente elijo con total libertad y, por tanto, hay cosas que quedan fuera de la voluntad de Dios y suceden sin que Él pueda evitarlo, por tanto su omnipotencia, si es tal, quedaría reservada para sí mismo, pero no afectaría a nuestra libertad, así que, estrictamente, dejaría de ser omnipotente.
Saludos.
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Lo que has resumido aquí es el conjunto de tus afirmaciones. Sería bueno que resumieras también alguna demostración de las mismas.
Si Dios es causa de mi elección, entonces elijo, porque a su Omnipotencia nada escapa, sino lo contradictorio, y aún no se ha demostrado que sea contradictorio que Dios cause mi elección.
Y entonces mi elección es libre, porque elección no libre es una elección contradictoria, y a la Omnipotencia no les imposible causar una elección libre, mientras ello no sea contradictorio.
Y por eso, si Dios es causa de nuestra elección libre, entonces nuestra elección es libre, porque no se puede ser causa de una manzana sin que lo efectuado sea una manzana.
Si mi voluntad depende de otro, entonces no es independiente absolutamente hablando. Con todo, hay que señalar que en la tesis agustiniana y tomista la voluntad creada depende solamente de Dios, y es independiente de toda creatura.
Con todo, que no sea independiente, no quiere decir que no sea libre.
Libre es el que puede elegir por sí mismo entre varias alternativas. Eso incluye dos cosas: 1) por un lado, la posibilidad de hacer otra cosa distinta de la que de hecho se hace, y por otro, 2) que la determinación por la cual se hace una cosa en vez de la otra proceda de la propia voluntad que se determina a sí misma para ello.
Y así es en el tomismo. Siempre la voluntad puede hacer algo distinto de lo que de hecho hace, en sentido dividido, claro, porque en sentido compuesto significaría hacer algo al mismo tiempo que se hace otra cosa distinta, por ejemplo, levantar y no levantar la mano al mismo tiempo, lo que es absurdo.
Y es la voluntad la que se determina a sí misma a hacer esto en vez de aquello, o a hacer en vez de no hacer, porque la voluntad sigue siempre necesariamente el último juicio práctico del intelecto, pero depende de ella cuál sea el último.
Es decir, en la deliberación, el intelecto, movido siempre por la voluntad, va considerando los distintos aspectos de una opción dada, los favorables y los negativos, y allí donde se detenga su consideración, seguirá infaliblemente la elección de la voluntad, pero es la voluntad, que siempre mueve al intelecto, la que hace que esa consideración se detenga allí, y lo hace pudiendo siempre hacer que se detenga en otra parte (en sentido dividido, claro.)
Lo que pasa es que son órdenes distintos de causalidad: el intelecto mueve a la voluntad en el orden de la causalidad formal y especificativa, presentándole el objeto de su acto, el bien querido porque conocido. La voluntad mueve al intelecto en el orden de la causalidad eficiente, dirigiendo la atención del intelecto a ese objeto.
Con esos dos elementos tenemos un acto libre.
Por tanto, nada cambia si a su vez esa determinación de la voluntad creada por la que se determina a sí misma, es decir, el acto por el que la voluntad detiene el proceso deliberativo en un juicio práctico determinado, es efecto de la moción divina. Porque decir que la voluntad es causa de su propio acto del modo descrito, no quiere decir que tenga que ser Causa Primera del mismo, ni que deje de ser causa de su propio acto porque no sea su Causa Primera.
Igualmente, decir que si mi elección está sujeta a la decisión de Dios sobre lo que voy a elegir, no elijo, es una falsa consecuencia.
Si elegir es moverse la voluntad a sí misma mediante la detención de la deliberación del intelecto en un último juicio práctico, del cual se sigue la determinación de la voluntad respecto de un objeto, pudiendo detener esa deliberación en otro juicio distinto, y pudiendo por tanto así querer otro objeto distinto, en sentido obviamente dividido, y Dios causa eso mismo en la creatura racional moviendo a la voluntad a detener de ese modo la deliberación, entonces se sigue lógicamente que Dios causa una elección libre en la creatura racional.
Pero es contradictorio decir que si alguien causa una elección libre, esa elección no es libre, como es contradictorio decir que si alguien construye una casa, no es una casa.
Es claro que ninguna causa creada, finita, podría mover de ese modo a la voluntad. No puede moverla, y tampoco podría moverla de modo que su acto fuese libre. Eso sólo puede hacerlo Dios Creador, del que procede el ser todo de la creatura hasta su más íntimo fondo, e igualmente, el obrar de la creatura, que sigue al ser.
Así como por el hecho de crearnos, Dios no impide que tengamos un ser propio, sino que justamente nos lo da, así también, por el hecho de movernos a obrar libremente no impide la libertad de nuestras acciones, sino que al contrario, le proporciona su condición de posibilidad.
Porque nuestra libertad, a diferencia de la Suya, es creada y dependiente.
No se sigue, por tanto, que haya oposición alguna entre Providencia divina y libertad de las creaturas racionales. Al contrario, mover a éstas a la realización de determinados actos libres es parte del plan de la Providencia divina.
Saludos cordiales.
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"Pero es contradictorio decir que si alguien causa una elección libre, esa elección no es libre, como es contradictorio decir que si alguien construye una casa, no es una casa."
Aparte de que no veo el símil entre el primer ejemplo y el de la casa, ni por asomo tienen relación alguna, la clave está en "causa". Una elección que depende de una causa, más aún si es una causa externa al actor, por mucho que sea una causa divina, nunca puede ser libre.
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¿Porqué? Eso es lo que pido, una razón, un argumento.
Dios, más que "externo", es "distinto" del hombre. Pero actúa en lo más íntimo de nosotros, como Creador y Conservador que es de todo lo que somos, a cada instante.
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Si tengo una sola camisa, no puede decirse que tenga libertad para escoger qué camisa ponerme. Si tengo dos camisas y tu voluntad determina cuál elegiré, tampoco, no hay más, por mucha retórica que le quieras poner.
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Idem. No se responde a los argumentos de otro calificándolos de "retórica". Hay que pensar un poco más que eso.
Además, todo mi argumento se basa en la diferencia infinita que hay entre la Voluntad de Dios y la mía.
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La libertad absoluta, que no es más que un término filosófico y no trasladable a la vida real, sería, en el ejemplo de las camisas, que dispusiera de un número infinito de ellas y eligiera una de ellas a ciegas, por puro azar, sin voluntad ni condición previa, ni mía ni de nadie.
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Curioso, eso sería la negación de la libertad. Es libre el acto que se pone bajo la dependencia del intelecto y la voluntad. De lo contrario habría que decir que el ejemplo más claro de "libertad absoluta" sería el de una hoja de árbol que el viento hace caer, por azar, en un pozo.
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Fuera de ese ejemplo "ideal" e irreal, la libertad siempre será relativa, condicionada por algo o por alguien, aunque ese alguien seamos nosotros mismos.
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El asunto es que Dios no condiciona nuestra libertad como un límite, sino como El que la hace posible. Como la raíz condiciona al árbol y el oxígeno a nuestra vida.
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Incluir en todo ello a Dios, no cambia nada para nosotros,
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En realidad, no es que cambie o no cambie nada, es que si no estuviese la moción divina no habría actos libres de las creaturas racionales, simplemente.
No es, en realidad, que "agreguemos" a Dios, lo que queremos decir con eso es que, dado el efecto, el reconocimiento de su causa no lo altera, sino que precisamente lo hace posible.
Por eso lo de la casa. Si hay una casa, no deja de serlo por saber que ha sido construida por alguien. Igualmente, si hay un acto libre tal como el describí en la respuesta anterior, el hecho de saber que es causado, de tal manera que exista tal como lo hemos descrito, no quita el que sea libre. Más bien lo explica y fundamenta.
Porque nuestra voluntad, cuando determina que tal juicio práctico sea el último, pasa de poder hacer esa determinación, a hacerla, o sea, pasa de potencia a acto, y por tanto, depende también para ello del Primer Motor.
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más bien lo complica restringiendo aún más nuestra "libertad" de elección
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No restringe nada, al contrario, hace posible toda la que tenemos, ni más ni menos.
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o bien desposee a Dios de poder sobre nuestra voluntad. O somos libres y elegimos sin que la voluntad de Dios tenga nada que ver en nuestra elección, o bien nos limitamos a interpretar el guión que el escribe para cada uno.
O una cosa o la otra, ambas no puede ser, sería contradictorio.
Saludos.
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Eso es lo que todavía no has demostrado, es decir, que es contradictorio sostener a la vez que Dios causa nuestra elección y que somos libres.
Saludos cordiales
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Si estás preso en una celda y mi voluntad es la que abre la puerta, tu libertad para marcharte depende fundamentalmente de mi y no de ti, así que de libre nada de nada. Pero encima lo retuerces aún más y dices que, una vez abierta la puerta, tu decisión de marcharte o quedarte, también es producto de mi voluntad y aún así insistes en que eres libre !!!!
Saludos.
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Pues no, pues no hablo de mi voluntad ni de la tuya, como Causa Primera de los actos libres de las creaturas, sino de la Voluntad de Dios, que es Trascendente y Omnipotente, que es nuestro Creador, y por tanto, junto con el ser, nos da el obrar, que sigue al ser.
El razonamiento es sencillo:
“Un acto por el cual la voluntad se determina a sí misma a realizar una acción particular, pudiendo realizar otras (no al mismo tiempo, obviamente, sino conservando la capacidad de realizar esas otras acciones, o sea, en sentido dividido, no compuesto) es un acto libre.
Pero Dios mueve a la voluntad a determinarse a sí misma a realizar una acción particular, pudiendo realizar otras, etc.
Pues mueve a la voluntad para que ésta a su vez mueva al entendimiento, pudiendo no moverlo o moverlo de otra manera, en sentido dividido, el cual a su vez determina a la voluntad a elegir un bien particular, pudiendo no elegirlo o elegir otro, en sentido también dividido, del modo ya dicho en otras respuestas.
Por tanto, Dios mueve a la voluntad a la realización de actos libres.
Objeción:
“No hay verdadera elección cuando lo que se va a elegir ya está predeterminado en alguna parte.”
Respuesta: Cuando ya está predeterminado en la facultad misma encargada de elegir o en algún otro componente del ser humano: Concedo. Fuera de esa facultad y del hombre mismo: Subdistingo: Si ya está predeterminado como algo que brota necesariamente del hombre o de su voluntad: Concedo. Como algo que brota libremente de la voluntad humana: Niego. Ver el argumento anterior.
La capacidad de elección del hombre es algo de la voluntad, no algo que esté fuera de la voluntad y fuera del ser humano. La ausencia de predeterminación que exige, por tanto, es interior al ser humano y a su voluntad, no exterior a los mismos. Y además, la predeterminación que es incompatible con la libertad es la que predetermina a lo necesario, no la que predetermina a lo libre.
Lo que pasa es que nosotros miramos habitualmente la libertad desde abajo, y allí sólo vemos la autodeterminación, la capacidad de elección, y la independencia respecto de las causas creadas. Mirarla desde arriba, desde Dios, es solamente descubrir la Causa Primera de todo eso, no negarlo.
Es claro que nuestra inteligencia apenas llega, y con poca luz. Sería extraño que fuese de otro modo.
Saludos cordiales.
Me refería a que el no impedir el mal está incluido en el Plan de la Salvación. Dios No está obligado a hacer nada, por supuesto, ni nadie podría reclamarle responsabilidad- ahí comprendo lo que dice Santo Tomás, pero no impedir el mal no es un detalle, sino que está metido en todo el drama de la Redención. No es que Dios quiso hacerlo todo bien y "algo salió mal". El gesto más significativo en el sentido de no impedir el mal lo hizo Jesucristo, y Él mismo remarca el carácter libre de esta decisión. De otra forma la Redención sería "el plan B de Dios".
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De acuerdo.
Saludos cordiales.
Dice vd y dice bien:
“Maritain argumenta que cuando la creatura no interpone la no consideración de la norma moral, no hace nada positivo, sino que solamente “deja hacer” a Dios. En esos casos, la creatura se limita a no tomar la iniciativa de la no consideración, dice Maritain.….
Su argumento viene a ser:
“Ante la moción divina rompible, las alternativas para la voluntad creada son ambas negativas, y consisten en no mover al intelecto a la consideración, en cuyo caso la moción se rompe, o no mover al intelecto a la no consideración, en cuyo caso la moción no se rompe”.”
Dice vd que Maritain intenta que parezcan negativas pero que una tiene que ser por fuerza positiva pero no veo por qué.
La consideración de la norma moral viene siempre de Dios que siempre permite la posibilidad de la no consideración de la norma moral por parte del hombre, aunque este puede:
a) no considerar la norma moral (negación) o
b) no interponer esa no consideración de la norma moral (negación) - con lo cual se cumpliría la consideración de la norma moral que no es cosa positiva del hombre sino que es la moción rompible de Dios -siempre positiva y siempre de Dios- y se transforma en irrompible puesto que no se rompe.
No veo por qué la voluntad humana va a tener que tener siempre una opción negativa y una positiva, puede tener una negativa y otra negativa respecto a la negativa y después de negar la negación se haría posible que la moviera lo positivo, que no es cosa suya, sino de Dios. Pero lo suyo no es lo positivo sino la negación o la negación de la negación. Lo positivo es de Dios.
Saludos cordiales
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De lo que Ud. dice se desprende que lo positivo, la consideración, es obra de Dios y no del hombre, cosa que ni Maritain ni un servidor suscribimos, obviamente. El que considera o no considera la norma moral es el hombre, en general, la creatura racional, para incluir también al ángel. Y justamente, no tiene otra opción: o considera la norma (positiva) o no la considera (negativa).
Saludos cordiales
Y eso es lo que digo yo, que lo positivo viene de Dios y la criatura sólo le deja hacer al no interponer la ruptura de la moción rompible.
Y si le deja hacer y la moción no se rompe y se convierte en irrompible la criatura participa del movimiento de la moción pero no por haber hecho algo positivo por sí misma sino por NO haber roto esa moción con su No consideración de la norma moral. Sus opciones son negativas las dos, sin ningún problema. Si el pecado fuera algo positivo entonces tendría su origen en Dios, es algo negativo, pero su negación no es positiva, es también negativa pero tiene el efecto de no impedir la positividad de Dios, haciéndose así irrompible la moción rompible y quedando positivizada por Dios la negación de la negación del hombre.
Esto se debe a la asimetría a la que hacía referencia al principio del post.
Saludos cordiales
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Es que Maritain ahí entra en contradicción con todas las ocasiones en que dice que la creatura racional considera la regla moral cuando realiza actos buenos.
En esos casos, está diciendo, como debe hacerlo, claro, que la creatura es el sujeto del acto de consideración. Y el acto de consideración, obviamente, es algo positivo.
Es claro que la que tiene que considerar la regla moral es la creatura racional, y que si la no consideración de la regla moral por parte de la creatura es el origen del pecado de esa misma creatura, es porque está en la potestad de la creatura considerar la regla moral, o sea, realizar ella, la creatura, el acto de la consideración.
Y ahí no es posible que todas las opciones sean negativas: o la creatura considera la regla moral (positivo) o no la considera (negativo).
Saludos cordiales.
¿Puedo elegir hacer algo que sea totalmente contrario a lo que la voluntad de Dios a decidido que "libremente" eligiré?
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Sí, puedo, en sentido dividido, no en sentido compuesto. Como puedo elegir algo contrario a lo que de hecho elijo, pero solamente, claro, en sentido dividido, porque no puedo elegir dos cosas contrarias entre sí al mismo tiempo. ¿No soy libre, entonces?
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Al final Néstor la cosa es muy simple; según vosotros Dios es el bien, el mal es la ausencia del bien y, por tanto, Dios no causa el mal, o al menos no sin obtener un bien superior a través de él.
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Es que es así. El mal no es solamente ausencia de bien, sino privación, es decir, carencia de un bien que debería estar allí. Como la ceguera, por ejemplo. No es malo, por el contrario, para el hombre, no tener alas.
Y no se puede poner la ceguera en un frasco para estudiarla. Es efectivamente una carencia, un no ser, no es un ser, no es algo.
Es como el agujero. Sería un negocio bárbaro tener una fábrica de agujeros con la cual abastecer las distintas industrias, por ejemplo, la industria armamentista. Agujeros para cañones, fusiles, revólveres, pistolas, etc.
Agujeros grandes, fraccionables a voluntad. Pero no se puede, porque el no ser no es industrializable.
Debemos renunciar para siempre al agujero portátil que el correcaminos tenía siempre a mano para insertarlo en una pared y escapar así del coyote.
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Con la libertad pasa algo parecido; no cae una hoja si es por la voluntad de Dios, pero yo puedo elegir libremente y aunque esa elección ya haya sido movida en mi por la voluntad de Dios, sigue siendo libre, ¡hay que ver!
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No es que ya haya sido movida, es que está siendo movida en el momento en que estoy eligiendo. La prioridad de la moción divina es causal, no temporal. Dios es Eterno y eso quiere decir que está fuera del tiempo, no tiene sucesión alguna, no tiene “antes” ni “después”.
Y esa moción divina de la voluntad libre es una consecuencia necesaria de un hecho elemental: la potencia no puede por sí sola pasar al acto, porque no se da lo que no se tiene, y el acto es más que la potencia. Poder determinarse es menos que determinarse actualmente, la voluntad no puede por sí sola pasar de lo primero a lo segundo, necesita para ello (¡para autodeterminarse!) una causa distinta de sí misma.
De hecho hay toda una dificultad filosófica contra el libre albedrío basada en el hecho de que todo evento contingente tiene que tener causa, y como el acto de elección de la voluntad humana es un evento contingente, tiene que tener causa. De lo cual se sigue, dicen, o bien que no somos libres, o bien que falla el principio de causalidad.
Sólo el tomismo permite salir de esa alternativa: nuestros actos libres tienen causa, pero esa causa es Dios, Causa Primera y Trascendente, que como dice Santo Tomás, en su Omnipotencia tiene no solamente hacer que las cosas existan, sino también que existan del modo en que Él quiere que existan: necesariamente las necesarias, contingentemente las contingentes, libremente, las libres.
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Como tantas veces pintáis las dianas donde a caído las flechas, todo sea por no compremeter los superpoderes divinos y su interacción con el hombre.
Saludos.
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Es al revés. No solamente el problema filosófico es independiente de que se crea en Dios o no, sino que además es precisamente en la Omnipotencia divina (característica ciertamente exclusiva de la Causa Primera) que está la solución de la dificultad. El hombre no es libre a pesar de ser movido por Dios, sino PORQUE es movido por Dios a realizar actos libres.
Saludos cordiales.
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No hay contradicción, porque son dos decisiones distintas: la creatura decide hacer A, Dios no decide hacer A, sino mover a la creatura a que haga A.
En cuanto a la decisión de la creatura, tiene dos causas: la creatura como causa segunda, Dios como Causa Primera. Tampoco en eso hay contradicción.
La diferencia está en que la creatura causa esa decisión suya como sujeto de la misma, o sea, decidiendo, mientras que Dios la causa como quien mueve al sujeto a decidir.
Por eso la creatura no es causa Primera de la decisión, porque es causa causada. Dios sí lo es, porque es Causa Incausada.
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Tu dices que "Dios mueve al hombre a decidir en un sentido", con lo que la decisión sigue siendo del hombre, pero una decisión provocada de manera infalible por otro, no es decisión.
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Afirmación gratuita. Por el contrario, si la causa de la decisión es infalible, entonces no puede no ser una decisión, precisamente por eso.
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Es como la "decisión" tomada por un ordenador. El ordenador es el que proyecta una letra o una imagen en la pantalla. Yo incluso desconozco el programa (los razonamientos) que sigue el ordenador para hacer lo que hace, pero yo soy el que toma la decisión y el que aprieta la tecla. Y el ordenador, siempre conserva la capacidad de hacer otras cosas, sólo que, en la práctica, no las hace, porque hace aquello que yo le he movido a hacer. ¿Qué diferencia hay entre ésto y la gracia eficiente?
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Lo mismo se podría preguntar respecto de cualquier acto libre nuestro. Conserva la capacidad de hacer otras cosas, sólo que en la práctica, no las hace, porque hace aquello que ha decidido hacer. ¿Qué diferencia tiene con el ordenador?
Obviamente, que el sujeto libre se determina a sí mismo, el ordenador, no.
Y ésa es la diferencia entre el ordenador y la gracia eficaz: el ordenador es movido solamente por mí, no se autodetermina a actuar, mientras que la gracia eficaz mueve a la voluntad para que ésta se determine a sí misma, del modo ya explicado: Dios mueve a la voluntad – la voluntad hace que el intelecto se detenga en un determinado juicio práctico – el intelecto determina a la voluntad a elegir según ese juicio.
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Aquí tu introduces lo de "en sentido dividido", que no pasa de ser un subterfugio formal y de ahí sacas una conclusión para el mundo real (a saber, que, según se mire, no hay contradicción entre predestinación y libertad).
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Ya expliqué varias veces que lo del “sentido dividido” sí se aplica a la realidad, y lo hice nada menos que con el ejemplo de nuestros mismos actos libres, sin que hayas respondido nunca a ese argumento.
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Dices que, puesto que el hombre conserva, al realizar el acto para el que está predestinado, la capacidad de obrar de otra manera, el acto es libre. Pero resulta que sólo conserva esa capacidad "en sentido dividido", es decir, si no tenemos en cuenta que Dios ya ha decidido el acto y ha movido al hombre de manera indefectible a realizarlo.
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Ya lo he dicho varias veces. Por enésima vez, en cualquier acto libre que realizamos, la capacidad de hacer lo contrario, que es definitoria de la libertad, la tenemos solamente en sentido dividido, porque es claro que en sentido compuesto con hacer A, no podemos no hacer A. Y no por eso dejamos de ser libres, y nuestros actos libres son algo real.
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Pero hablar del "sentido dividido" es un ejercicio fútil, porque lo único que es real es el "sentido compuesto", lo otro es una cuestión gramatical. Si hay predestinación, no podemos olvidarnos de ella cuando hablamos de la libertad del hombre.
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Ver arriba.
En todo este asunto, puede ayudar, aunque sea nada más como imagen, que obviamente no sustituye a la explicación conceptual que hemos dado, la imagen del novelista y sus personajes.
El novelista no aparece en la trama de la novela, al menos, nos interesan aquí los casos en que no lo hace. No estorba a los personajes. No se interpone en su camino. Está “en otra dimensión”. Es como un ser tridimensional mirando a un mundo bidimensional.
Los habitantes de ese mundo, o los personajes de la novela, no encuentran a ese ser tridimensional, o al novelista, como un elemento más de su interacción con el medio. Y sin embargo, todo depende de la causalidad del novelista.
Pero si la novela es buena, no pensamos que los personajes sean marionetas tiradas por hilos, sino que los vemos actuando "libremente".
Obviamente, los personajes de una novela no son libres, al menos, no lo son desde el punto de vista del novelista, que además es el real, mientras que nosotros somos libres también para Dios. Por eso dije que es una imagen y no un concepto.
Pero la imagen sirve para otra cosa: para tener algún punto de apoyo más o menos intuitivo para pensar la Trascendencia divina, y porqué decimos que el caso de la Causa Primera es efectivamente un caso especial, una causalidad trascendente.
Conceptualmente hablando, ya lo hemos dicho: a diferencia de cualquier otra causa, Dios nos da el ser, la existencia que tenemos a cada instante la recibimos de Él. Y por eso mismo, también nuestro obrar. Dios no se entromete en nuestro ser ni en nuestras decisiones libres, porque no hay nada en ellos que sea ser y bien, que no venga de Él.
Saludos cordiales.
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¿?
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Néstor, sigo sin ver que, si mi elección viene precedida por la de la voluntad de Dios, que es lo que me mueve a elegir, no sólo me mueve al acto de elegir sino a "decidir" lo que elegiré (nota las comillas en decidir), se pueda seguir hablando de libertad de elección.
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Es justamente por eso. Si sólo me moviera a actuar y no a elegir actuar, no habría libertad de elección. Pero si me mueve a decidir y elegir, no es ninguna audacia intelectual decir que por eso mismo elijo y decido, y entonces, soy libre.
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El separar las cosas no difiere en el resultado. Que para mi la elección sea libre no significa que lo sea realmente, si tras ella está la voluntad de otro, llámese Dios, que es quien mueve mi elección.
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Eso es como decir que la pared no es roja si atrás de ello hay otro que la pintó de roja. Si Dios mueve mi elección, elijo. Y si elijo, soy libre. Simple.
Para la definición de “libre albedrío” alcanzan dos cosas: 1) Posibilidad de hacer algo distinto de lo que se hace 2) Autodeterminación.
La autodeterminación no excluye que haya una causa de esa autodeterminación. Lo contradictorio de “autodeterminación” es que yo no me determine, no que otro me determine a determinarme.
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Haciendo un símil, si Dios me abre el apetito, pero yo decido qué comer es una cosa muy distinta a qué me provoque hambre y que sólo me apetezca comer manzanas.
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En realidad, Dios me hace decidir qué comer. Y por tanto, yo decido.
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Que el apetito lo sienta yo como propio no modifica el que me viene impuesto por otro.
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Y que otro me haga tener apetito no modifica el que tengo apetito. Más bien lo confirma, de un modo bastante sencillo y evidente, diría yo.
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Vendría a ser como decir que, si tengo malaria, como soy yo el que la tiene, no me ha sido producida por Plasmodium. Que el Plasmodium sea detectable empíricamente y la voluntad de Dios, como Él mismo, no lo sea, no cambia nada.
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Exacto. Tampoco se puede decir que como me ha sido producida por el plasmodium, no la tengo. Es bastante claro.
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O hay causa o no la hay, sea esta natural o, según vuestras creencias, sobrenatural.
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Sin duda.
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Recurrir a lo sobrenatural de Dios no evita el problema, más bien lo complica,
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En realidad, lo resuelve. Ni hay que negar el principio de causalidad, ni hay que negar la libertad humana, porque Dios causa mi elección, y por tanto, elijo, y por tanto, soy libre.
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salvo que se asuma que la existencia de la voluntad divina es irrelevante para nuestra libertad y no afecta a nuestras decisiones, que no creo que sea lo que defiendes. Saludos.
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Es claro que esa alternativa no es viable ni necesaria, por lo dicho.
Saludos cordiales.
Como dijimos antes cuando no rompe la moción rompible (de Dios) a la consideración de la norma moral con la no consideración de la norma moral (pura negación) entonces la moción rompible de Dios se hace irrompible según la disposición divina y es por eso que llega el hombre a la consideración de la norma moral, por iniciativa de Dios y libremente, tal como vd le está explicando a los que niegan que su visión sea compatible con la libertad. Lo es. Y evita la doble predestinación que haría responsable a Dios de la negación humana a considerar la norma moral.
Saludos cordiales
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No es el mismo caso. Los que critican la moción de la libertad humana por Dios no pueden encontrar dos proposiciones de la forma “A es B” y “A no es B”, en los que A y B signifiquen exactamente lo mismo, y que se deriven ambas de esa tesis tomista.
En cambio, si partimos de “El hombre considera la regla moral” y “El hombre no hace algo positivo al no interponer la no consideración de la regla moral”, sí podemos llegar a una contradicción formal, mediante las premisas obvias siguientes: “Considerar la regla moral es algo positivo” y “No interponer la no consideración de la regla moral es considerar la regla moral”.
Porque ahí terminamos en: “El hombre hace algo positivo al considerar la regla moral” y “El hombre no hace algo positivo al considerar la regla moral”.
Como explico en el “post”, no hay otra forma de no interponer la no consideración, que considerando, como no hay otra forma de no interponer el no pago de la deuda, que pagando, y no hay otra forma de no interponer el no reconocimiento de los derechos, que reconociéndolos, y no hay otra forma de no interponer el no saludo, que saludando.
Porque siempre vamos a tener solamente dos opciones: o considerar o no considerar, o pagar o no pagar, o reconocer o no reconocer, o saludar o no saludar.
En el caso de que optemos por la negativa en alguna una de esas opciones, vamos a estar interponiendo la no consideración, el no pago, el no reconocimiento, o el no saludo, según el caso.
Y por eso, la única alternativa, para no interponer la no consideración, el no pago, el no reconocimiento, o el no saludo, va a ser considerar, pagar, reconocer o saludar, según el caso.
La opción entre considerar o no considerar se le plantea a la creatura simultáneamente, por así decir. No es que antes de la intervención infalible o “irrompible” de Dios sólo puede no considerar, y sólo después de ella puede considerar. Los contrarios no se reparten así en el tiempo. Si puedo tanto considerar como no considerar, es al mismo tiempo que tengo ambas capacidades.
Y por tanto, si la creatura interpone la no consideración, es que ha optado por no considerar en vez de considerar, cosa que también podría haber hecho, pero, tratándose de algo que es ser y bien, sólo habría podido hacerlo movida por Dios, Causa Primera. De modo que si opta por no considerar, es porque Dios ha determinado no moverla a la consideración.
De esto no se sigue que Dios sea autor del pecado ni la doble predestinación calvinista. Pero eso es tema de otro “post”.
Y ya hemos explicado con Santo Tomás que no es responsable de lo que sucede por su inacción el que no está obligado a actuar.
Saludos cordiales.
Es decir, si lo interpreto correctamente, Dios me hace decidir qué comer, pero yo decido, libremente y sin que medie su voluntad, si como una manzana o un filete, ahí la elección es sólo mía.
Si es así, no veo que necesidad hay de situar un intermediario, Dios, que es perfectamente prescindible. Puedo llegar a la misma conclusión sin necesidad de que la voluntad de nadie, salvo y exclusivamente la mía, me mueva a nada. Perderse en voluntades superfluas e indemostrables no aporta mayor información.
Saludos.
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No, es mucho más fácil que eso. El caballo blanco de Artigas es blanco. Y por la misma razón, si Dios me hace decidir, yo decido. El consecuente está incluido en el antecedente.
No, por tanto, sin que medie su Voluntad: ella es la que hace, precisamente, que yo decida, y que decida lo que decido, en tanto es ser y bien. Y por eso, yo decido, y decido lo que decido.
¿Cómo me va a hacer decidir qué comer, y no determinar por eso mismo qué es lo que voy a comer? No hay que repartir tantos entre Dios y el hombre: todo es de Dios como Causa Primera, todo es nuestro como causas segundas.
Saludos cordiales.
Néstor explica qué es la Libertad Humana o libre albedrío. Y lo hace recurriendo a Santo Tomás, quien ha resuelto un problema filosófico que parecía insoluble: o no hay Libertad, o no hay Causalidad. Hay ambas dos, explica Néstor, porque las causas son de dos diferentes tipos: Primera (Dios) y Segunda (hombre).
Renzo en cambio sostiene el concepto de Libertad "Liberal", si se me permite llamarla así. Que postula que si alguien o Alguien participa de tu decisión, esa decisión tuya no es libre. O sea que para Renzo, el hombre sería Causa Primera de sus decisiones.
Pero me parece que así cae en el problema que ha resuelto Santo Tomás: o se rompe el Principio de Causalidad, o bien el hombre no es libre sino sólo una marioneta sometida a fuerzas e instintos que no puede gobernar.
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Néstor:
Si realmente existiese esa capacidad en sentido compuesto y no solamente en sentido dividido, alguna vez sería de hecho ejercida por alguien: Concedo. Si realmente existe en sentido dividido, no en sentido compuesto: Niego.
Y como ya he sugerido un par de veces, alcanza con esa capacidad de hacer otra cosa en sentido dividido para ser libre, de lo contrario, ciertamente no seríamos nunca libres, porque nunca tenemos la capacidad de hacer y no hacer algo al mismo tiempo, que eso sería la capacidad de hacer otra cosa distinta de la que hacemos, en sentido compuesto.
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"¿Qué diferencia tiene con el ordenador?
Obviamente, que el sujeto libre se determina a sí mismo, el ordenador, no."
Pero, en el caso de la gracia eficiente, el sujeto no se determina a si mismo, sino que es determinado (predestinado) por Dios, así que no es libre. Como el ordenador.
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Néstor:
Niego el antecedente. En el caso de la gracia eficaz, el sujeto es determinado por Dios a determinarse a sí mismo, del modo ya explicado.
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".... si la causa de la decisión es infalible, entonces no puede no ser una decisión, precisamente por eso..."
Pero Dios no causa que el hombre decida libremente, sino que causa que decida concretamente "A". Con lo que esa decisión deja de ser libre, al estar predeterminado su desenlace. En realidad, no es una decisión del hombre sino una consecuencia infalible de la decisión de Dios.
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Néstor:
Ésa es la cuestión. Hay que decidir si la hipótesis que se va a considerar es “Dios causa las decisiones o elecciones humanas”, o no.
En el primer caso, no se puede negar que el hombre decide y elige, y por tanto, es libre, por lógica elemental. El consecuente va incluido en el antecedente.
En el segundo caso, el argumento contra el tomismo debería ser: “Si Dios causa los actos de la voluntad humana, ésta no elige, no decide, etc.”
A lo cual respondemos negando la consecuencia y el consecuente, porque “elegir” es autodeterminarse a una entre varias alternativas posibles, y Dios causa, del modo ya explicado, que la creatura racional se autodetermine a una entre varias alternativas posibles, si ésta actúa, o condiciona que lo haga, si la creatura no actúa, de donde se sigue que la creatura sí elige y decide bajo la predeterminación divina o la ausencia de la misma según el caso. Y por tanto, es libre.
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"...mientras que la gracia eficaz mueve a la voluntad para que ésta se determine a sí misma..."
Néstor, lo pongas como lo pongas, una voluntad movida de manera infalible para que tome una decisión predeterminada de manera infalible, ni es voluntad ni es decisión. El hecho de que utilices esas palabras puede crear la ilusión de que son correctas y el hombre puede tener la sensación de que ha tomado una decisión por voluntad propia, pero es un autómata. Da igual aunque hagas más larga la cadena (una voluntad que mueve a otra voluntad, que mueve a una tercera voluntad...). La unica voluntad verdadera es la primera de la cadena y el resto se mueven de forma determinista, sin libertad.
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Néstor:
Bueno, pero eso es una mera afirmación que no toma en cuenta la explicación que he dado en sentido contrario. Eso sí es utilizar palabras sin efecto real en la discusión. Aquí lo único que estoy pidiendo son unos humildes argumentos.
Algo así, por ejemplo:
“Algo que es X, ni es voluntad ni es decisión.
Pero una voluntad movida de manera infalible para que tome una decisión predeterminada de manera infalible, es X.
Por tanto, una voluntad movida de manera infalible para que tome una decisión predeterminada de manera infalible ni es voluntad ni es decisión.”
Solamente hay que encontrar esa X.
Saludos cordiales.
Néstor, el problema del lenguaje, o de sus usuarios, es que no siempre permite transmitir exactamente lo que se quiere decir. En realidad tu frase: "¿Cómo me va a hacer decidir qué comer, y no determinar por eso mismo qué es lo que voy a comer?", no es a lo que yo me refería.
Lo que yo quería decir es que Dios decide que comamos, pero nosotros decidimos qué es lo que queremos comer.
Ahora bien, si ambas decisiones son movidas por la voluntad de Dios y esta es inamovible, no podemos decir que seamos libres en ningún modo, sólo interpretamos una partitura en la que no hay opción a improvisaciones, nos limitamos a seguir lo que el compositor ha escrito.
El que digas que como somos parte de Dios somos libres ya que al hacer su voluntad también es la nuestra, suena más a subterfugio que a otra cosa. A parte de que abre bastantes interrogantes en cuanto a la responsabilidad de Dios y la nuestra cuando hacemos mal. ¿Es la voluntad de Dios la que mueve al suicidio, al aborto, al asesinato, o es la nuestra?. Porque, francamente, lo de sacar bien del mal, es un subterfugio aún mayor si cabe.
Saludos.
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Ni somos mera extensión o parte de Dios, ni podemos romper su Voluntad consecuente. Somos creaturas de Dios, a la vez realmente distintas de Él, y totalmente dependientes de Él.
El bastón no es parte de la mano, ni tampoco puede impedir que la mano lo mueva a donde ella quiere. Es claro que el bastón no es libre, pero es que nuestra mano tampoco es Dios. Dios es nuestro Creador, y por tanto, todo lo que somos, a cada instante, lo recibimos de Él, y por tanto, también lo que hacemos, en tanto es ser y es bueno.
El mal es un no ser, una privación de ser. Dios es causa de todo lo que hay de ser y de bien en el acto malo, en el pecado, no es causa de lo que hay en él de privación, de mal, de no ser, de pecado, en definitiva.
A eso Dios solamente lo permite, es decir, determina no impedirlo, y su única causa es la creatura racional. Y mediante esas causaciones y permisiones es que el plan de Dios incluye absolutamente todo lo que ocurre en la Creación y la Providencia divina se cumple infaliblemente.
Así entendido, sí, todo el mal que Dios permite, que es todo el que de hecho sucede, lo permite en orden a un bien superior, juzgado como tal por su Sabiduría infinita.
Saludos cordiales.
Tú estableces una relación entre creador y creatura que pasa de la extrema flexibilidad y la total rigidez según convenga. Yo no veo que de tus argumentaciones se siga lo que tú das por cierto y asumido. Volviendo al ejemplo de la partitura; si no puedo cambiar ni una sola nota de lo que está en la partitura, no soy libre para interpretarla como quiera, obviamente en este caso sería libre de interpretarla o no, pero ese no es el caso, y además también esa "libertad" me vendría movida por la voluntad de Dios, siguiendo con tu argumentación, con lo que sólo añadimos un peldaño más a la escalera sin alcanzar su final.
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Néstor:
Es que el libre albedrío, en nosotros creaturas, es la capacidad de tener dominio sobre nuestros propios actos, no sobre el plan de Dios. Y para que seamos libres no tenemos que cambiar nada en la partitura, porque nuestros actos libres son parte de la misma.
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Pero, haciendo un ejercicio de imaginación que no te será difícil, supongamos que "decido" modificar la partitura, en el mismo instante en que la estoy interpretando y que, automática e instantáneamente,esta se reescribe adaptándose a los cambios. ¿Cómo podré saber si la partitura cambia porque yo cambio la forma de interpretarla o bien yo la interpreto de otra forma porque ella cambia, si no hay tiempo entre ambos sucesos?
¿Podríamos seguir diciendo que la interpreto libremente?
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Néstor:
Es fácil. Si la partitura se "adapta" a los cambios, entonces he sido yo la causa de que la partitura cambie. Cosa que no puede pasar, obviamente, con el plan de Dios.
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Lo que no entiendo es que interés tenéis en defender el libre albedrío cuando la mayoría de vosotros estáis encantados y os sentís tan a gusto sin necesidad de él. ¿A quién de vosotros le resulta incomodo sentirse un instrumento de Dios y cumplir rigurosamente con su voluntad?, no creo equivocarme si digo que a ninguno de los creyentes, al contrario, lo que puede causaros desazón es justamente llegar a pensar que no estáis cumpliendo con esa voluntad.
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Néstor:
Es que no se puede obedecer si no se tiene libre albedrío. Las máquinas no obedecen.
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A quienes podría incomodar el sentirse meras marionetas de un ser superior que determina qué, cómo y cuándo viviremos y moriremos es a los ateos, pero, como no creemos en tales personajes, nos resulta totalmente indiferente el asunto, salvo desde el punto de vista del estudio psicológico y sociológico del ser humano y sus comportamientos.
Saludos.
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Nëstor:
Las marionetas tampoco pueden obedecer. Para ser un asunto indiferente, algunos ateos participan bastante en las discusiones teológicas.
Saludos cordiales.
Si fuera cierto, como vd dice que el pecado se produce inevitablemente a menos que Dios predetermine al hombre a la consideración de la norma moral, el hombre no sería responsable de su pecado.
Si el responsable es el hombre es porque el hombre puede dejarse llevar de la moción de Dios o interponerse y si se interpone es responsable de haberse interpuesto.
Si Dios no es responsable del pecado humano es porque él ofrece a todos los hombres la gracia suficiente, es decir una moción rompible que siempre se puede convertir en irrompible en todos los casos, y si se rompe es porque el hombre interpone la no consideración de la norma moral.
Quedamos entonces en que si se rompe la moción es porque el hombre interpone la no consideración de la norma moral (negación, según admitimos todos)
Pero si no se rompe la moción es porque el hombre NO interpone la no consideración de la norma moral (negación de la interposición) y por tanto la moción rompible se convierte en irrompible (eficaz) porque Dios ha dispuesto que ocurra esto a menos que se interponga la no consideración de la norma moral.
Pero si el hombre no interpone la no consideración de la norma moral, el hombre no hace de suyo nada positivo, lo que hace es, no interponerse y no romper la moción rompible de Dios, lo que hace es no impedir que la moción de Dios le mueva. Así que si considera la norma moral es porque Dios le mueve con la moción irrompible, pero si la moción es irrompible es porque NO la ha roto el hombre, pues Dios permite que el hombre la rompa si quiere, pues a todos mueve con mociòn rompible que si NO la rompen se hace irrompible.
No existe la contradicción que vd dice, porque no interponer la no consideración de la norma moral NO es considerar la norma moral.
Es exactamente eso: no interponer la no consideración de la norma moral. Se convertirá en considerar la norma moral cuando la moción rompible se haga irrompible por no interponer la no consideración de la norma moral.
Así que el hombre hace algo negativo cuando no considera la regla moral
Y el hombre hace algo negativo cuando no interpone la no consideración de la regla moral
Lo positivo viene cuando al hacerse irrompible la moción rompible por NO interponer la no consideración, entonces la moción irrompible le mueve a considerar la norma moral, pero quedamos en que es Dios el que le mueve positivamente cuando el hombre no se lo impide.
Y estoy de acuerdo con vd en que el hombre actúa libremente aunque sea Dios el que le mueva a hacerlo con la moción irrompible (o la gracia eficaz) pero podría haberla roto con su negación.
Si se tratara de un pago, por tomar uno de los ejemplos que vd ha puesto, no se trata de que yo pague o yo no pague sino de que yo NO impida que Dios salde mi deuda, dejarle que firme el cheque en vez de romperlo yo, única forma posible de pagar, según vd mismo ha dicho, quedando libremente a la disposición de Dios.
Saludos cordiales.
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Con esto volvemos al punto de partida: es Dios el que considera la norma moral, no yo. Cuando no interpongo la no consideración de la regla moral, o sea, cuando no interpongo el no pago, se trataría solamente de que yo no impida que Dios pague, o sea, de que yo no impida que Dios considere la regla moral.
Lo cual, obviamente, es absurdo. No es Dios, sino que soy yo el que tiene que considerar y considera, a veces, la regla moral.
Es algo muy sencillo y no tiene sentido darle vueltas insistiendo en el juego de palabras de Maritain.
Si es por jugar con palabras, podríamos decir que la alternativa lógica a "no interponer la no consideración" de la regla moral, es interponerla, y entonces ése sería un acto positivo, que tendría a Dios como Causa Primera, lo cual es obviamente absurdo.
Pero es absurdo, porque "interponer la no consideración" es negativo, no positivo, es "no considerar". De hecho, todo su carácter negativo le viene de ahí en la realidad de las cosas: de que se trata de "no considerar".
Y entonces, es claro que "no interponer la no consideración", doble negación, es positivo, y sólo puede consistir en "considerar", así como "menos menos 3" es igual "3".
La no consideración es algo negativo, ahí sí se aplica lo que dice Maritain, que es un no acto. Pero la no interposición de la no consideración no puede ser algo negativo, porque no tiene sentido hablar de no realizar un no acto, a no ser que se esté hablando de algo positivo: considerar la regla moral.
Saludos cordiales.
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Muchas gracias e igualmente.
Saludos cordiales.
No, no es fácil en absoluto. Tú presupones que yo sé que la partitura se adapta, pero no es eso lo que yo he dicho. Puedes verlo como dices desde fuera, pero no si eres quien interpreta la partitura. Para él puede haber una falsa libertad interpretativa que no diferirá en nada de que sea la partitura la que cambia instantáneamente al tiempo que es interpretada. Ese sería el caso del plan divino, para nosotros puede parecer que existe la libertad de elegir, pero no es así, si todo está "escrito" y es inmutable. Tú ponías el ejemplo de una novela, sus personajes y el autor. Si el autor cambia de opinión y desea modificar la acción de alguno de sus personajes, deberá reescribir el párrafo, capítulo, etc... correspondiente, pero entonces será otra novela. Si Dios es inmutable y todo lo que pueda suceder o no suceder ya es o no es para Él, no le queda ni la opción de reescribir nada. Pero, si lo hiciera, lo reescrito sería también lo que Él ya había decidido antes de reescribirlo, lo que nos lleva a un absurdo y no tiene ningún sentido.
Saludos.
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Me refería a que en tu hipótesis soy yo el que hace cambiar la partitura, pues dices que ésta se "adapta" a mis cambios. La forma en que planteas la pregunta ya lleva la respuesta incluida.
Es claro que en la realidad no es así. No podemos hacer cambiar el plan de Dios. La libertad no la tenemos que buscar por fuera de ese plan, sino por dentro del mismo, pues como dije, él incluye nuestros actos libres.
Obviamente, no tiene sentido jugar a sorprender a Dios con un movimiento rápido de nuestra voluntad, como cuando abrimos los ojos rápidamente ante el espejo para ver si logramos vernos con los ojos cerrados (al menos yo hacía eso de chico, abstenerse psicólogos :).
Si realicé una acción determinada, es porque ello estaba en el plan de Dios desde la Eternidad, sea por vía causativa, si hice algo bueno, sea por vía permisiva, si hice algo malo.
Y soy responsable tanto del bien como del mal, porque esa acción mía, por las vías dichas, no estaba en el plan divino de cualquier manera, sino precisamente como acto libre mío.
Saludos cordiales.
Al menos es claro que ésa es la única forma de ver las cosas que es coherente con la fe en Dios Creador.
Saludos cordiales.
Yo tengo clara la cuestión de la responsabilidad por nuestras acciones, precisamente porque no veo, hablando en general, ningún plan ajeno en ellas. Lo de que el influjo divino me hace más libre, imagino que por entender la voluntad divina algo positivo, no me cuadra. Mucho más libre es la no influencia, pero ahí es donde ya empezamos a alejarnos. Tú entiendes como algo liberador que Dios me mueva a hacer algo que, según tu creencia, siempre será lo más positivo, o para mi o para su plan, en el que estamos todos incluidos.
Para mi, esa influencia es incompatible con el concepto de libertad, por mucho que resulte absolutamente positiva y por mucho que en el plan divino esté contemplada como concesión de libertad desde Dios. No deja de ser una explicación "ad hoc" que no modifica el hecho de que no decidimos libremente, aunque nuestro guión, que desconocemos que es tal guión, nos haga interpretar lo contrario.
Lo del espejo me ha gustado, yo probaba a abrir el frigorífico lo suficientemente rápido para "pillar" a la luz apagada. :-)
"Al menos es claro que ésa es la única forma de ver las cosas que es coherente con la fe en Dios Creador."
En eso sí estamos de acuerdo.
Saludos.
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El influjo divino nos hace libres porque nuestra libertad no se actualiza sin la moción divina. Podemos elegir entre hacer y no hacer, entre hacer esto o hacer aquello, y eso quiere decir que estamos en potencia para esas diversas alternativas, pero para pasar a la elección actual necesitamos la moción divina, porque es un pasaje de potencia a acto que no puede proceder de nosotros mismos, ya que la potencia es menos que el acto y no se da lo que no se tiene.
El tema de fondo es que la voluntad tiene por objeto el bien en cuanto tal, en toda su amplitud, porque depende de la inteligencia, que puede captar al bien de ese modo y presentarlo así a la voluntad para que ésta lo apetezca.
Por eso la voluntad no es libre ante el bien como tal, porque ninguna potencia es libre ante su objeto propio, como la vista no puede no ver los colores de las cosas y el oído no puede no oír el sonido.
Por eso nuestro deseo de felicidad, es decir, del bien en toda su amplitud, es necesario y no libre.
Por eso mismo, la voluntad es libre frente a todo bien finito, particular, que nunca puede identificarse con el bien como tal.
Eso se llama la “indiferencia” de la voluntad ante todo bien particular y es la raíz del libre albedrío. Frente a todo bien particular, la voluntad puede tanto quererlo como no quererlo (libertad de ejercicio), quererlo a él o querer a otro (libertad de especificación).
Esa indiferencia de la voluntad es de dos clases: potencial, cuando aún no ha elegido, y actual o activa, cuando ya ha elegido.
Eso quiere decir que incluso habiendo elegido un bien particular determinado, la voluntad sigue sin estar determinada a quererlo en vez de no quererlo, o a quererlo a él en vez de querer a otro. Porque su objeto propio sigue siendo, siempre, el bien como tal, en toda su amplitud.
Claro, ese “seguir sin estar determinada a quererlo” hay que entenderlo en sentido dividido, no en sentido compuesto, porque es claro que una vez que lo quiere, no puede al mismo tiempo no quererlo, y en ese sentido (compuesto) está determinada a quererlo.
Y esa indiferencia e indeterminación de la voluntad incluso ante el bien que está actualmente eligiendo, por la razón de que ese bien no es el objeto propio de esa voluntad, sino que queda siempre por debajo del mismo, determina la libertad del acto de elección, porque lo que define, especifica, a los actos y a las facultades que ponen esos actos es la relación con sus objetos.
Y por eso mismo la libertad de la voluntad es compatible con una “predeterminación física” por la cual Dios la hace pasar de la indiferencia potencial a la indiferencia activa, porque eso no cambia la relación del acto de la voluntad con su objeto, y es la misma existencia de esa indiferencia activa la que es definitoria de la libertad del acto de elección.
Más aún, la predeterminación física es necesaria para el pasaje de esa indiferencia potencial a la indiferencia activa, por lo ya dicho, que es un pasaje de potencia a acto, y por eso Dios es la raíz de la libertad de nuestros actos, es decir, de la libertad o indiferencia actual, no de la libertad o indiferencia potencial, de la cual Dios es origen, no por la predeterminación física, sino por habernos creado con una naturaleza racional dotada de inteligencia y voluntad.
Saludos cordiales.
Porque si el hombre interpone la no consideración de las normas morales, no es como vd dice porque Dios no ha querido impedírselo mientras que en el caso contrario sí ha querido impedir el pecado; sino porque Dios ha dispuesto que todo ser humano pueda ,si quiere, interponer la no consideración de la norma moral, rechazar la gracia o no rechazarla.
Naturalmente que "el cheque" que salda la deuda es de Dios -pero si me dice vd que por ser de Dios no puede ser del hombre está cayendo en la misma posición que sostienen los que le dicen que si Dios mueve al hombre el hombre no es libre.
Y esto no son matemáticas, no se trata de que dos más dos sean cuatro sino que Dios más dos es infinito y Dios más menos dos, también.
PS
Para mostrar claramente en qué consiste mi desacuerdo, debería haber copiado con más detalle lo que dice vd:
"Con esto volvemos al punto de partida: es Dios el que considera la norma moral, no yo. Cuando no interpongo la no consideración de la regla moral, o sea, cuando no interpongo el no pago, se trataría solamente de que yo no impida que Dios pague, o sea, de que yo no impida que Dios considere la regla moral."
No, no es Dios quien considera la norma moral, es Dios quien me impulsa a considerar la norma moral, el cheque es suyo. Primero es rompible, pero si no lo rompo interponiendo un rechazo de la norma moral ,el cheque se hace irrompible y considero la norma moral.
Saludos cordiales
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No veo a qué viene la referencia al determinismo, al que no he mencionado en mi última respuesta.
En todo caso, se trata no solamente de la causa de la consideración, sino de su sujeto. Y ese sujeto no es Dios.
Dios no considera la regla moral. Causa nuestra consideración de la regla moral, que es otra cosa. Y en todo caso, la alternativa a que el hombre no considere la regla moral, es que el hombre la considere, no que Dios la considere.
Si Ud. admite, entonces, que es el hombre, no Dios, el que considera la regla moral, y que cuando lo hace, lo hace movido por Dios, Causa Primera, entonces es claro que Dios tiene el poder de impedir que el hombre no considere la regla moral, moviéndolo a considerarla.
Y por tanto, si Dios tiene ese poder, entonces cuando el hombre no considera la regla moral, es porque Dios ha permitido que no la considere, ha determinado libremente no impedir esa no consideración.
Si la moción “rompible” se rompe, entonces, no es independientemente de la permisión divina. Si la creatura rompe esa moción, no considerando la regla moral, es porque Dios ha permitido que la rompa, pudiendo no haberlo hecho, moviéndola a considerar esa regla.
Si la creatura no interpone la no consideración, y no rompe la moción divina, entonces, es porque Dios no ha permitido que lo haga, a saber, porque ha movido eficazmente a la voluntad creada para que ésta mueva a la inteligencia creada a considerar la norma moral.
No puede tratarse aquí de otra moción “rompible”, porque eso nos llevaría a un retroceso al infinito, si para que la moción rompible no sea de hecho rota hace falta otra moción rompible.
Y esta moción "irrompible", nótese, no es, como la que Ud. presenta, posterior a la no interposición de la no consideración por parte de la creatura y dependiente de ella, sino anterior a la misma y razón explicativa de la misma.
Saludos cordiales.
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Nuestra libertad es nuestra exclusivamente, como sujetos de nuestros actos libres. Es de Dios como Causa Primera, y nuestra como causa segunda. Y por eso la historia es toda del Señor, como Causa o Condición Primera, según que se hable del bien o del mal, y nuestra, como causas segundas.
Saludos cordiales.
Me parece va por lo que sigue.
Para nos creyentes, somos realmente libres, si lo somos "en" Dios. ("En efecto, en él vivimos, nos movemos y existimos" Hechos 17:28)
Para el ateo o agnóstico, somos realmente libres, si lo somos "de" Dios (no se puede ser libre si se depende-a cualquier título de causalidad- de una acción -la gracia- que por añadidura proviene de un algo -Dios- que no existe -en Él no se cree-).
En todo caso el ateo o agnóstico debiera plantearse, como a juego gratuito, si en la hipótesis que Dios exista (que en Él creyera), la explicación racional más plausible para aceptar subsiste la libertad en el hombre es la que se da en este post, o debiera ser otra.
Y yo no he puesto nunca a Dios de sujeto de la consideración de la norma moral, sino como impulsor de la consideración de la norma moral, con una moción rompible que se hace irrompible si yo no interpongo objeción y me dejo mover por ella. Tengo libertad para interponer una objeción y tengo libertad para no interponerla y si NO la interpongo, la moción rompible se hace irrompible y yo considero la norma moral, el sujeto de la consideración seré yo, pero movido por Dios, por no haber interpuesto una objeción a ser movido por Dios.
Yo nunca he dicho que la alternativa a que el hombre no considere la norma moral sea que Dios la considere -no sé por qué dice vd eso. Dios será la causa primera de la consideración de la norma moral, pero el sujeto es el hombre movido por Dios.
Dios se mantiene fiel a sí mismo, siempre ofreciendo la moción a la consideración de la norma moral, pero siempre permitiendo la posibilidad de que el hombre interponga su rechazo a esa moción y decida no considerar la norma moral.
La alternativa a interponer esa no consideración de la norma es no interponerla y en ese caso la moción de Dios puede pasar de rompible a irrompible y hacer que el hombre considere la norma moral, porque no se ha impedido.
Puedo impedir que se pague mi deuda o no impedirlo, según rompa o no ese cheque. Si no impido que el cheque llegue a su destino, si no lo rompo, ese cheque sirve para pagar la deuda. Soy sujeto de ese pago de mi deuda porque podría haberlo impedido, aunque no podría haber pagado yo por mí mismo si no me hubieran dado ese cheque. Se hizo efectivo porque no lo rompí. El hecho de no romperlo cuando era rompible lo hizo pasar a fase irrompible y la deuda quedó pagada.
Y por eso pueden hacerme responsable de romper el cheque, porque estaba en mi mano, como en la de cualquiera dejar que el cheque de Dios llegara a su destino, dejarme mover por la moción de Dios que habría pasado de rompible a irrompible.
Cierto que es lo mismo que “decíamos ayer”, Dios da a todos la gracia suficiente, aunque es posible rechazarla; si se rechaza no se obra el bien, si NO se rechaza la gracia suficiente se hace gracia eficaz y se obra el bien.
Saludos cordiales
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Por eso, no es cuestión de matemáticas, sino de lógica. Si interponer la no consideración es un no acto, porque es no considerar, ¿qué es no interponer la no consideración? ¿Es no realizar un no acto? Pero eso, la única forma de entenderlo, es como la realización de un acto positivo. O sea, considerar.
La voluntad creada, o actúa, o no actúa, no tiene otra posibilidad.
Si la voluntad no actúa, y ambas alternativas son negativas, da lo mismo decir que no considera que decir que no interpone la no consideración. No canta, no baila, etc.
Si la voluntad actúa, entonces ¿qué clase de acto es el que pone? Sólo puede ser el acto de mover al intelecto a considerar la regla moral.
Por eso, si la voluntad no interpone la no consideración, entonces considera, pero no porque la consideración venga después, sino porque ambas cosas son lo mismo, sólo que una vez descrito en forma negativa (mediante una doble negación, que equivale a una afirmación, en lógica, no en matemáticas solamente) y otra vez en forma positiva.
Y además, lo ya dicho: si la creatura considera la norma moral, lo hace movida por Dios, Causa Primera. Y eso quiere decir que Dios tiene la capacidad de impedir que no considere, moviéndola a considerar, y por tanto, si no considera, es porque Dios ha permitido que no lo haga, no moviéndola a considerar.
Saludos cordiales.
«De tal modo que tocando Dios el corazón del hombre por la iluminación del Espíritu Santo, ni el mismo hombre deje absolutamente de obrar alguna cosa, al recibir aquella inspiración, puesto que puede también desecharla; ni puede, sin embargo, moverse sin la gracia divina hacia la justificación delante de Dios por sola su libre voluntad; por lo cual, cuando se dice en las Sagradas Escrituras: «Convertíos a Mí, y Yo me volveré a vosotros» (Za 1, 3), se nos advierte nuestra libertad; y cuando respondemos: «Conviértenos a ti, Señor, y seremos convertidos» (Lm 5, 21), confesamos que somos prevenidos por la gracia de Dios»
Es claro que el posible rechazo de la gracia por parte de la creatura de que habla el Concilio debe ser entendido en dos sentidos distintos, según que la creatura de hecho rechace la gracia, o de hecho no lo haga.
En el primer caso, esa gracia puede ser rechazada también en sentido compuesto. En el segundo caso, sólo puede ser rechazada en sentido dividido, porque obviamente no puede la creatura a la vez rechazar y no rechazar la gracia.
Pero los tomistas y los molinistas interpretan esto de distinta manera.
Para los tomistas, cuando la gracia puede ser rechazada en sentido compuesto, porque de hecho se la rechaza, se debe a que es la gracia meramente suficiente, que da el poder hacer, pero no el hacer de hecho.
Cuando la gracia sólo puede ser rechazada en sentido dividido, no en sentido compuesto, porque de hecho no se la rechaza, se debe a que es la gracia intrínsecamente eficaz, que no depende del consentimiento de la creatura para ser eficaz, sino que produce ese mismo consentimiento libre.
O sea, que para los tomistas, el poder ser rechazada la gracia, sólo en sentido dividido o también en sentido compuesto, según el caso, y por tanto, el no ser de hecho rechazada o sí serlo, es algo que depende de la naturaleza misma de la gracia otorgada y no del consentimiento del libre albedrío de la creatura.
Para los molinistas, en cambio, se trata siempre de la misma gracia “suficiente” que se hace “eficaz” si así lo determina el consentimiento de la creatura, y queda en “meramente suficiente” en caso contrario.
Por tanto, es solamente por este consentimiento libre o la falta de él, no por la naturaleza misma de la gracia en cuestión, que puede ser rechazada sólo en sentido dividido, o también en sentido compuesto, y que por tanto, no es finalmente rechazada, o lo es.
Es claro que ese texto de Trento por sí solo no permite resolver la disputa entre ambos bandos. De lo contrario no se entendería que luego de Trento la Santa Sede, tras diez años de controversias entre dominicos y jesuitas en presencia del Papa, terminarse por no condenar ninguna de las dos sentencias.
Los “marinsolistas” y “maritainianos”, por su parte, hacen preceder al rechazo de la gracia, la no consideración de la regla moral por parte de la creatura, que no es un pecado ni comporta de suyo, por tanto, el rechazo de la gracia, pero causa el pecado, en tanto que la voluntad accede a elegir bajo esa no consideración de la regla moral.
Bajo la moción “falible” o “rompible”, dicen, la creatura puede tanto considerar como no considerar la regla moral.
En el primer caso, la moción falible sigue su curso hacia el acto bueno, dicen los marinsolistas, es suplantada por o florece hacia la moción “irrompible”, que es la que produce el acto bueno, dicen los maritainianos. La gracia, entonces, no es rechazada.
En el segundo caso, dicen ambos, la moción se frustra, y se produce el rechazo de la gracia al obrar la voluntad bajo esa no consideración de la regla moral.
Pero el caso, decimos nosotros, es que esa moción falible o rompible, en el plano sobrenatural, no puede ser sino la gracia suficiente, porque si la gracia fuese solamente la moción “infalible” o “irrompible”, se estaría en el error jansenista según el cual sólo existe la gracia eficaz.
No es verdad, entonces, que la no consideración de la regla moral no implique un rechazo de la gracia por parte de la creatura racional, en el sistema de estos autores, al menos desde el punto de vista lógico.
De donde, tanto por lo que toca a la aceptación como al rechazo de la gracia, respecto de la moción “falible” o “rompible”, tanto los marinsolistas como los maritainianos, sostienen que son posibles también en sentido compuesto, y que eso se debe solamente a la libertad de la creatura, no a la naturaleza de la moción “falible” o “rompible” que de suyo permite tanto su rechazo como su aceptación.
En esto coinciden, por tanto, con los molinistas.
Saludos cordiales.
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Respecto al enfoque tomista, a mí me parece absurdo decir que la gracia suficiente es la que de hecho se rechaza, pues si la definición de ese tipo de gracia es que es la que se rechaza, como ya dije en otra ocasión se debería llamar gracia insuficiente. Lo ha dejado claro: la gracia que se rechaza de hecho es la "suficiente" (la que Dios ofrece a todos), aunque, pienso yo que así no sirve para nada porque no sirve para hacer de hecho -así que carece de significado que se diga que sirve para poder hacer, si no sirve para hacer y de hecho no se hace nunca, en ningún caso. Con la gracia suficiente no se hace nada de nada, es lo que nos dicen.
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Nëstor:
La gracia suficiente es suficiente para poder hacer el bien. Estamos en el plano sobrenatural, donde la naturaleza humana por sí sola es absolutamente incapaz. Necesita una gracia, ante todo, que le dé esa capacidad, porque no se hace sino lo que se puede hacer, y porque Dios no manda lo imposible, y por tanto, es necesario que todos puedan cumplir los mandamientos. Y esa es la función de la gracia suficiente, y para eso sí que es suficiente.
Obviamente, no alcanza con la capacidad de hacer, es necesario además hacer de hecho. Ahí es donde entra la gracia eficaz. En esos casos la gracia suficiente no se rechaza, así que tampoco se la puede definir como "la gracia que se rechaza".
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Pero hay otra clase de gracia que sí sirve para hacer, que es la eficaz y esa se la da Dios sólo a los que quiere que efectivamente hagan y nada más que a esos, que son por tanto los únicos que harán el bien.
Pueden salvar, al menos aparentemente la argumentación filosófica, pero no cabe duda de que el sentido común sólo puede deducir una cosa:
Dios elige de antemano quiénes van a hacer el bien y quiénes no. A los primeros les da un tipo de gracia que hace que hagan el bien sin excepción posible, y a los otros no les da esa gracia que hace falta para hacer el bien, de modo que ha decidido de antemano lo que hará cada uno.
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Néstor.
No. Dios ha decidido de antemano lo Él que moverá o no moverá a cada uno a que decida hacer. Y eso es lo que Dios elige: a quiénes va a mover hacia la vida eterna y a quiénes no. Lo que hace o deja de hacer cada uno lo decide, obviamente, cada uno. Al sentido común, en estos temas, hay que pedirle rigor lógico, si no, es imposible.
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Los molinistas, maritainistas etc me resultan un poco más comprensibles gracias al esfuerzo explicativo del blogger, que agradezco de veras. Parece ser que al menos dicen que la gracia suficiente que recibe todo ser humano se hace eficaz cuando no la rechaza.
Ahí se salva la bondad y la justicia de Dios y la libertad del hombre, porque todos tienen realmente la posibilidad real de hacer el bien y si no rechazan la gracia suficiente, se hace eficaz y lo hacen de hecho. Esa posibilidad sí es real. Si la truncan se queda en meramente suficiente, habría sido suficientemente eficaz si no la hubieran rechazado. Si no la rechazan se transforma en eficiente.
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Néstor:
Es lo mismo, sólo que cambiando la gracia eficaz divina por la decisión humana. En el molinismo, la gracia suficiente, cuando se rechaza, sigue siendo suficiente, porque sigue dando la real posibilidad de obrar, exactamente igual que en el tomismo.
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Saludos cordiales.
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Saludos cordiales.
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En el tomismo, la gracia eficaz puede ser rechazada en sentido dividido, no en sentido compuesto, lo cual quiere decir que de hecho nunca es rechazada. Mueve infaliblemente a la voluntad a la realización de actos libres. Es una gracia intrínsecamente eficaz, es decir, no depende del consentimiento libre de la creatura, sino que por el contrario lo produce. La gracia suficiente, por su parte, da la capacidad de obrar libremente, pero no el obrar libre mismo, de modo que con sola la gracia suficiente, sin la eficaz, no se hace de hecho el bien.
La gracia suficiente puede ser rechazada también en sentido compuesto, o sea, de hecho ocurre a veces que es rechazada, a saber, cuando no va a acompañada de la gracia eficaz. Pero no necesariamente es rechazada, si la gracia eficaz hace que no se la rechace.
En el molinismo, la gracia suficiente ya hace algo, ya comienza un movimiento de la voluntad, que ésta luego ratifica, completando dicho acto, o no. Si lo hace, la gracia se vuelve eficaz, extrínsecamente, por el consentimiento de la creatura.
Para los tomistas, todo lo que la gracia suficiente pueda hacer de actual y real en la creatura (porque al final, la capacidad de hacer el bien sobrenatural es algo real y es dado por la gracia suficiente), lo hace en tanto que eficaz, y por eso, bajo este aspecto, no depende de la voluntad divina antecedente, sino consecuente.
Es suficiente, entonces, mirando a la posibilidad de actuar que da, es eficaz, en tanto esa posibilidad es una posibilidad realmente dada en el sujeto.
Saludos cordiales.
Obviamente que dicha "congruidad" de la gracia sólo puede conocerla Dios, en cada caso, mediante la "ciencia media".
El problema es que dicha "congruidad" de la gracia parece situarse al nivel del objeto del querer voluntario, es decir, de la "atracción" que la gracia congrua ejerce sobre el querer del sujeto, mediante el conocimiento intelectivo de la misma.
De lo contrario no se ve cuál sería la diferencia con una influencia física de la gracia sobre la voluntad libre creada.
Ahora bien, el objeto del querer que guarda una relación necesaria con el acto de la voluntad, por eso mismo quita la libertad de ese acto, porque el acto libre se define por su objeto, es decir, justamente por la finitud y limitación de ese bien particular, que causa la indiferencia de la voluntad que puede quererlo o no quererlo, querer este bien o aquel otro, y por tanto, el acto libre guarda siempre una relación solamente contingente con su objeto.
Y si esa relación es contingente, porque el acto es libre, entonces no es base suficiente para un conocimiento infalible por parte de Dios de lo que haría la libertad creada en presencia de la gracia "congrua".
Saludos cordiales.
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Y sobre todo, no veo que la lógica dicte que no decidir elegir algo implica decidir elegir lo contrario. De momento es simplemente no elegir y así queda la opción de que el impulso de otro nos mueva a elegir bien.
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Néstor:
Si a eso es a lo que se refiere, ya he explicado varias veces porqué la única forma de no interponer la no consideración de la regla moral es considerando la regla moral, y a esas explicaciones no se ha podido responder nada.
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Sí han quedado claros algunos puntos importantes, tales como la admisión de dos puntos de vista contradictorios sin condenar ninguno de ellos, ni el tomismo ni el molinismo, pues ambos quedan dentro de la ortodoxia católica aunque no se concilien entre sí. Me preocupa observar que los conceptos del lenguaje normal se distorsionan hasta quedar irreconocibles y vaciarse de contenido. Por ejemplo, ese artículo del concilio de Trento es fácilmente comprensible para el creyente normal que utiliza un lenguaje normal. Sin embargo se le aplican conceptos que no tienen una base en la realidad y así se le hace decir aparentemente otra cosa distinta.
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Néstor:
Por el contrario, es evidente que cuando el Concilio dice que la gracia puede ser rechazada, cabe preguntarse en qué sentido se puede decir eso cuando la gracia se rechaza de hecho, y cuando de hecho no se rechaza, y si se dice en el mismo sentido o no.
Los Concilios no tienen como finalidad hacer teología, sino definir los puntos controvertidos en un momento dado, en lo que puede tocar a la integridad de la fe. Y en Trento no estaba en discusión lo que luego se agitó en la controversia “De Auxiliis”.
Y en cuanto a plantear las distintas interpretaciones que el tomismo y el molinismo hacen de ese texto, así ha sido en la historia de la teología y ninguno de los centenares de autores que participaron en esas discusiones pensaron que estaban perdiendo el tiempo aplicando conceptos sin base en la realidad. Tampoco lo consideró el Papa que asistió durante diez años a las discusiones de la comisión que creó con ese fin.
Lo que Ud. encuentra desacostumbrado es justamente el desarrollo lógico de conceptos tan básicos y elementales que no acostumbramos a desarrollarlos lógicamente.
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Pero sobre todo, en la respuesta que me da a mí el blogger lo que me parece realmente preocupante es esto: "Dios ha decidido de antemano lo Él que moverá o no moverá a cada uno a que decida hacer. Y eso es lo que Dios elige: a quiénes va a mover hacia la vida eterna y a quiénes no" Está diciendo que Dios ha decidido no mover a algunos a la vida eterna. Y también ha dicho antes que si Dios no los mueve a la vida eterna no hay nada que hacer porque decidirán según Dios les haya dado gracia eficaz o no, unos la condenación y los otros la salvación. Y el sentido común, como el teológico con rigor lógico no pueden llegar más que a la conclusión de que eso es doble predeterminación.
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Néstor:
Pues no. Para eso sería necesario que Dios fuese causa del pecado de la creatura, y no es así. No hacer, en este caso, no mover a la creatura, no es causar, salvo, como explica Santo Tomás, en el caso del que está obligado a hacer algo, que no es el caso de Dios.
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Y no es cierto que se pueda pedir responsabilidad a quien no cumple lo mandado si realmente no puede cumplirlo de hecho sin la gracia eficaz, por lo cual la suficiente no le sirve a nadie para nada.
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Néstor:
La gracia suficiente le sirve, a los que reciben la gracia eficaz, para poder hacer el bien, que sin ella sería imposible, y que hacen por la gracia eficaz.
Y a los que no reciben la gracia eficaz, les sirve para poder hacer el bien. Y para poder hacerlo de hecho, aunque de hecho no lo hagan, que es otra cosa, sin la gracia eficaz.
Por eso son responsables, porque no hacen lo que pueden hacer. Cuando alguien no hace lo que puede hacer, no hace falta que lo haga de hecho para que sea responsable de no hacerlo, en realidad, sería un contrasentido.
En ese sentido (compuesto) no hace falta que “pueda hacerlo de hecho”. El que no hace lo que puede hacer, no puede, en sentido compuesto, hacerlo, porque no puede hacerlo en tanto que no lo hace.
Y sin embargo, es responsable.
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Podría sin la gracia eficaz -no. Dios le niega la gracia eficaz -sí
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Néstor:
Puede sin la gracia eficaz – sí. Hace sin la gracia eficaz – no.
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Pues entonces el responsable es Dios, ellos no podrían haber hecho otra cosa.
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Néstor:
Sí podrían haber hecho otra cosa, salvo en sentido compuesto con el hecho de que, al no tener la gracia eficaz, no la hacen, como tampoco hace otra cosa, en general, el que no hace algo pudiendo hacerlo.
Dios no es, por tanto, responsable de nada.
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Totalmente distinto a decir que Dios nos mueve a todos con una gracia suficiente que unos aceptan y otros rechazan y que de aceptarse se hace eficaz. Ahí sí hay motivos para decir que la persona es responsable de no elegir bien porque podría haberse dejado llevar por Dios y ha preferido rechazar la gracia.
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Néstor.
Tampoco. Porque no creo que se pueda negar que Dios puede hacer que los que rechazan la gracia no la rechacen. Si puede dar una moción “rompible”, también puede dar una “irrompible”. Y sin destruir por eso el libre albedrío de la creatura racional, al menos en el planteo de Marín-Solá y Maritain, que quieren seguir siendo tomistas.
De hecho, en el planteo de estos autores, si algunos rechazan la gracia, es porque Dios no ha querido darles esa moción “irrompible” y les ha dado solamente la “rompible”. Porque si lo hubiese hecho, no la habrían rechazado, obviamente.
¿Es entonces Dios responsable de que aquellos hayan rechazado la moción que les ha dado, por haberles dado una “rompible” en vez de una “irrompible”?
Se dirá que no, porque podían también en sentido compuesto aceptar la moción “rompible”, mientras que no pueden en sentido compuesto hacer el bien con la sola gracia suficiente tomista.
Pero aquí el truco está en comparar el caso en que la creatura no hace el bien, en el tomismo, con el caso en que la creatura sí hace el bien, en el "marinsolismo", como si fuesen el mismo caso.
Volvemos a lo ya dicho y fundamentado y a lo que hasta ahora no se ha respondido: aceptar la moción rompible es un acto positivo de la creatura, es considerar la regla moral, y entonces, tiene a Dios como Causa Primera.
Estos que aceptan la moción rompible lo hacen bajo una gracia divina intrínsecamente eficaz o moción “irrompible” (porque sería retroceder al infinito explicar la aceptación de la moción rompible por otra moción rompible).
Y entonces, los que la rechazan son aquellos a los que les ha sido negada esa moción “irrompible”.
Es lo que venimos diciendo: en la tesis marinsolista-maritainiana, Dios puede impedir la no consideración de la regla moral por parte de la creatura, simplemente porque puede mover a la creatura a considerar la regla moral.
Por tanto, si la creatura no considera la regla moral, es porque Dios no ha querido moverla, porque lo ha permitido, pudiendo impedirlo. Y eso no hace “responsable” a Dios, según estos autores.
Y aún prescindiendo de esto último, el hecho es que si de entrada Dios les hubiese dado una moción “irrompible”, no habrían pecado, y eso se hubiese hecho sin lesión del libre albedrío de esas creaturas, y Dios podía, obviamente, haberlo hecho.
Eso no hace a Dios menos “responsable”, entonces, de lo que lo haría, falsamente, por supuesto, el no dar la gracia eficaz en la tesis auténticamente tomista.
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Y no, el concilio no dice, afortunadamente nada de sentido dividido y sentido compuesto así que podemos quedarnos con la idea de que Dios nos da la gracia y sin la gracia no podemos obrar el bien, pero que la podemos rechazar. Eso se entiende, eso no plantea problemas sobre la justicia divina y la libertad y responsabilidad del hombre.
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Néstor:
Perfecto, pero eso no plantea problemas solamente a los que no intentan pensar acerca de lo que el Concilio ha dicho. No se puede a la vez tener la fe del carbonero (cosa que en sí misma puede ser excelente) y hacer teología.
Saludos cordiales.
Dice usted:
“Si a eso es a lo que se refiere, ya he explicado varias veces porqué la única forma de no interponer la no consideración de la regla moral es considerando la regla moral, y a esas explicaciones no se ha podido responder nada.”
Seguramente no he sabido explicar esta disyuntiva lógica, así que lo intentaré con otro ejemplo.
Su explicación equivale a decir que sólo puedo decidir dos cosas:
1- comprarme un traje no considerando su precio o
2- comprarme un traje considerando su precio.
Yo intento explicar que también puedo no decidir comprarme el traje no considerando su precio sin decidir aún comprarme el traje considerando su precio.
Hay más de dos opciones, puesto que puedo:
1-Decidir comprar un traje sin tener en cuenta los precios.
2-No decidir comprarme el traje sin tener en cuenta los precios -aún no he decidido comprarme el traje teniendo en cuenta los precios, ni seré capaz de decidirlo si no me impulsan mis familiares a comprarme ese traje teniendo en cuenta los precios -cosa que es posible que hagan porque yo no he decidido hacer lo contrario y no me he comprado el traje no teniendo en cuenta los precios.
3-Decidir comprarme el traje teniendo en cuenta los precios.
Y es ahí en la no decisión de elegir sin tener en cuenta las normas morales en donde se abre el resquicio para que la moción rompible se haga irrompible, moviéndome a decidir elegir según las normas morales. O dicho de otro modo, la gracia suficiente se hace eficaz.
Saludos cordiales
PS No he querido extenderme sobre otros puntos, pues sería inútil sin intentar antes aclarar éste.
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Son dos cosas distintas: considerar o no considerar la regla moral, por un lado, elegir o no elegir algo, bajo la consideración o la no consideración de la regla moral.
Según Santo Tomás y Maritain, la no consideración, por sí sola, no es todavía un pecado, el pecado ocurre en un “momento lógico” posterior, cuando la voluntad elige algo, supuesta esa no consideración de la regla moral, porque allí es cuando peca.
Tiene que ser un momento al menos lógicamente, si no temporalmente, posterior, porque no es posible que lo mismo, al mismo tiempo, sea pecado y no lo sea desde el mismo punto de vista.
Y porque, señala Maritain, la causa del pecado no puede ser pecado ella misma, porque entonces no explicaría nada.
El punto en que se produce o no la “rotura” de la moción “rompible”, según Maritain, es en la consideración o no consideración de la regla moral.
Y no hay vuelta, son las dos alternativas que hay, por el principio de tercero excluido: o se considera la regla moral, o no.
La opción que yo planteo, por tanto, no es entre dos actos positivos, como Ud. expone : comprar o comprar. Sino entre un acto, considerar, y un no acto, no considerar. O sea, entre comprar o no comprar.
Y luego viene lo relativo a la elección que es buena o mala moralmente, que sería elegir habiendo comprado (considerado), o elegir no habiendo comprado (no habiendo considerado).
De esas dos, es claro que la única que incluye “no interponer la no consideración de la regla moral” es decir, “no interponer la no compra”, es la primera, o sea, comprar, considerar la regla moral y elegir bajo esa consideración.
Porque la segunda incluye, justamente, “interponer la no compra”, o sea, interponer la no consideración, no considerando.
Comprar, considerar, es un acto positivo, que tiene a Dios como Causa Primera. De lo que se sigue que Dios tiene el poder de hacer que la creatura compre o considere. Y eso es lo mismo que decir que tiene el poder de impedir que no compre o no considere, haciendo que compre o considere. Y que entonces, si la creatura no compra y no considera, es porque Dios no ha querido usar ese poder, no ha querido impedirlo, ha querido permitirlo.
Hay que pensar en cosas, no en palabras. Dejar de respirar puede producir la muerte, pero solamente de un modo verbal se puede describir la alternativa contraria como "no interponer el cese de la respiración". En la realidad de las cosas, que es lo que importa, se trata de "respirar".
Saludos cordiales.
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Néstor:
Siempre que se hace algo, se hace de hecho. No pueden hacerlo de hecho en sentido compuesto, sí pueden hacerlo de hecho, en sentido dividido.
No hay caso, esta distinción es clave en el tema y no hace falta mucha bibliografía para entenderla.
Alcanza con reflexionar sobre la pregunta acerca de si el que está sentado puede estar de pie.
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Los hombres pueden volar, pero si tienen un avión o un aparato similar que les permita hacerlo.
Si no le suministras el avión, ala delta o lo que sea, no le puedes echar en cara a un hombre que no vuele.
Y en el caso de Dios como es él el que ha creado al hombre sin alas y ha hecho que no pueda volar sin añadirle algo más, el responsable de que el hombre sin avión no vuele es Dios, no el hombre.
Si el hombre rechaza el avión que le han suministrado, entonces sí, la culpa de no volar es suya, y efectivamente podía hacerlo.
Pero si el avión se lo dan sin combustible y sólo pueden volar los aviones con combustible, el hombre sigue sin ser responsable de no volar por mucho que le hayan dado un avión que no le sirve para nada sin combustible. Darle el avión sin combustible no es capacitarle para volar. Y no se le puede echar en cara que no vuele porque le falta lo que le haría volar.
Pero si al no rechazar el avión, le dan el combustible, entonces si rechaza el avión sí es responsable de no volar y se le podía exigir que volara.
Así es como funciona la noción de poder o no poder normalmente, y la conciencia entiende así razonable o no razonable el pedir responsabilidades a alguien.
Saludos cordiales
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Néstor:
Pues no. En el tomismo Dios da a todos el avión y el combustible, de la mejor calidad. Sólo se señala, además, el hecho obvio de que no es lo mismo tener avión, combustible, piloto, permiso para despegar, tiempo despejado, etc., que VOLAR.
Uno puede morirse de aburrimiento y vejez en el aeropuerto con el avión chorreando combustible por entre las rendijas, si no se agrega a todo ese mar de potencialidad altamente efectiva, el hecho de la realización actual de la misma.
Saludos cordiales.
No, según ustedes Dios no da a todos lo que les hace falta para volar, la gracia eficaz, llámele combustible, instrucciones del controlador aéreo para despegar, llámele como quiera.
Si todo el mundo recibe avión y si no lo rechaza le dan combustible y lo lanzan al vuelo, quiere decir que a todo el mundo que le dan gracia suficiente si no la rechaza le dan gracia eficaz.
Pero si Dios decide que sólo va a hacer que despeguen algunos aviones y a los demás no les da combustible, o instrucciones, pista, lo que sea la gracia eficaz, ese avión lógicamente no vuela sin ninguna responsabilidad por parte del piloto por no volar.
La gracia eficaz es el plus necesario para que se haga realidad lo que sin la gracia eficaz no se puede hacer -quien no la tenga no es responsable de no volar -en realidad no ha podido por esa carencia.
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Néstor:
No es cierto que no se tiene todo lo necesario para volar mientras no se está volando. De un avión que está quieto en el suelo decimos que tiene todo lo necesario para volar si está en buen estado, tiene combustible, piloto, etc.
De lo contrario habría que decir que el avión no está preparado ni capacitado para volar hasta que despega. Eso es todo lo que contrario de lo que un pasajero normal querría oír.
En general, que algo pueda ser no quiere decir que necesariamente sea. En cada final del mundial de fútbol el perdedor podía haber salido campeón, y cada vez que llegamos a una bifurcación tenemos toda la capacidad de tomar por el camino que luego no tomamos, y en general, la potencia no es lo mismo que el acto.
Por eso, combustible, pista, etc., se les da a todos. Todo eso sería la gracia suficiente. Eso no quiere decir que a todos se les conecte el encendido que los hace correr por la pista y despegar. Ahí recién aparece la gracia eficaz. Pero normalmente pensamos que los aviones están capacitados para volar antes de ese momento.
La diferencia, obviamente, es que los aviones no tienen libre albedrío, porque no tienen inteligencia ni voluntad, y por eso, en su caso, el encendido produce una actividad necesaria. En el caso de las creaturas racionales, por el contrario, produce un acto de la voluntad dotado de “indiferencia activa”, y por tanto, libre, como he explicado ya varias veces.
La gracia eficaz es necesaria para que se haga lo que sin ella se puede hacer pero no se hace. Eso es lo mismo que decir que es necesaria para que se haga lo que sin ella se puede hacer en sentido dividido, no en sentido compuesto.
El que no la tiene, no puede volar en sentido compuesto, sí en sentido dividido, y por eso es responsable, porque nunca el libre albedrío exige poder hacer lo contrario de lo que se hace, en sentido compuesto, ya que eso sería hacer y no hacer al mismo tiempo la misma cosa.
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Y le pedía algún ejemplo o bibliografía que me pueda servir para entender como se PUEDE hacer lo que me dice que no es posible que ocurra jamás: elegir bien sin gracia eficaz.
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Nëstor:
Pudiéndose hacer en sentido dividido y no pudiendo jamás ocurrir en sentido compuesto.
En materia de bibliografía, habría que remontarse a las obras lógicas de Aristóteles. Este artículo puede servir de introducción al tema:
http://institucional.us.es/revistas/themata/06/08%20quevedo.pdf
Saludos cordiales.
Dice usted:
“El punto en que se produce o no la “rotura” de la moción “rompible”, según Maritain, es en la consideración o no consideración de la regla moral.”
Pero creo que no es exacto, es en la consideración o no consideración de la regla moral cuando se elige hacer algo.
En mi ejemplo la consideración o no consideración de las normas morales se corresponde con la consideración o no consideración de los precios cuando se elige comprar un traje.
Y me sigue pareciendo válido mi ejemplo desde esta óptica.
Saludos cordiales
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No queda claro lo que Ud. dice aquí.
Que la doctrina de Maritain es la que sostengo en esa frase que Ud. cita, es efectivamente así. Lo que rompe la moción “rompible”, según Maritain, es la no consideración de la regla moral por parte de la creatura.
Por otra parte, “considerar” no es “elegir”. Lo primero es un acto de la inteligencia, lo segundo, de la voluntad.
Y en cuanto a que no se considera sin elegir, Maritain lo admitiría desde el punto de vista temporal, pero no desde el punto de vista lógico, es decir, él sostiene que hay una no consideración de la regla moral que es lógicamente, si no temporalmente, anterior a la elección que se hace bajo esa no consideración.
Incluso distingue, por eso, la no consideración que no es pecado, porque es lógicamente anterior a la elección mala, de la no consideración que sí es pecado, porque es lógicamente posterior a la elección mala.
Según Maritain, entonces, lo que decide lo que será esa elección futura, buena o mala, es la consideración o no consideración previa, lógicamente al menos, de la regla moral.
Obviamente que hay solamente dos alternativas, considerar o no considerar, y de ahí se sigue todo lo que ya digo en la respuesta anterior.
Saludos cordiales
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Néstor:
Es simplemente un ejemplo de cómo “poder” y “no poder” no necesariamente son contradictorios, si se toman en sentidos diferentes. Aplicado a nuestro tema, esos sentidos diferentes son “poder o no poder en sentido dividido” y “poder o no poder en sentido compuesto”. La gracia suficiente da el poder en el primer sentido, no en el segundo.
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Lo que dice es que todos y cada uno recibimos la gracia necesaria para salvarnos y que todos la podemos rechazar. El resultado viene después. Poco importa que Dios sepa lo que hemos hecho si lo hacemos nosotros. La cuestión es si efectivamente todos podemos hacerlo o no en el sentido normal de la palabra, cuando existen las dos posibilidades, o si hay personas que cuentan con lo que hace falta y lo hacen y personas que nunca lo harán porque les hace falta algo que no les ha concedido Dios para pasar de la potencialidad al hecho. Se refiere a los hechos, los resultados.
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Néstor:
Son dos cuestiones distintas: si podemos hacerlo o no podemos, y si lo haremos o no lo haremos.
Para tener la potencialidad, y por tanto, ser capaces, no hace falta pasar de la potencialidad al acto, de lo contrario, como ya dije, el avión sólo tendría la capacidad de volar una vez que estuviese en el aire.
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Está claro que cuando alguien está sentado no puede estar de pie a la vez, pero sí puede elegir entre seguir sentado o ponerse de pie. Y viceversa cuando está de pie no puede estar sentado a la vez, pero sí puede elegir entre sentarse o seguir de pie.
Si la persona está tumbada (ni sentada. ni de pie) antes de moverse puede elegir entre sentarse o ponerse de pie o seguir tumbada.
Pero si para ponerse de pie necesitara un bastón que no le dan, esa persona no puede ponerse de pie, sólo puede elegir cambiar de posición sin bastón, o sea, sentarse, o bien no elegir, seguir sin elegir nada con lo cual existe la posibilidad aún de que le den el bastón que le hace falta para ponerse de pie. No le puedes exigir que se ponga de pie sin bastón si aseguras que no puede ponerse de pie sin bastón y que si se ha puesto de pie es porque le han dado un bastón cosa que es imposible que ocurra sin bastón.
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Néstor:
Si se ha puesto de pie, no es solamente porque le hayan dado un bastón, sino porque además lo ha usado para ponerse de pie. De lo contrario estaría capacitado para usarlo y capacitado para ponerse de pie, pero no lo habría hecho.
Y en general, no se puede pedir que para poder decir que alguien capacita a otro para que corra, lo tiene que hacer correr también. Con ese criterio los entrenadores sólo harían bien su trabajo si estuviesen moviendo a los jugadores en las canchas.
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Saludos cordiales
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Así es en efecto. No podemos no querer el bien en general, que es el fin último al que aspira nuestra voluntad, que en concreto es la visión de Dios. Para llegar a ese fin último, los medios son nuestras libres elecciones de bienes particulares en esta vida. Frente a ellos es que la voluntad es libre, precisamente porque no son el bien en general, que es lo que ella quiere necesariamente.
Eso supone un juicio del intelecto que declara elegible tal bien particular, como apto para llegar al fin último, es decir, a la felicidad. Ese juicio puede ser equivocado, por la limitación de la naturaleza humana. Y esa equivocación puede ser voluntaria, cuando hemos previamente dejado, en forma voluntaria, de considerar la regla moral, y bajo esa no consideración, elegimos algo. Ahí es donde aparece el pecado.
Saludos cordiales.
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Dificulto, más bien, en su uso más popular al menos, es una forma de ir contra el principio de no contradicción, que es el principio de toda claridad.
Saludos cordiales.
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No creo que eso se desprenda del "post", en todo caso, me gustaría ver el silogismo completo :)
Saludos cordiales.
Y la consideración de la norma moral es equivalente en mi ejemplo a la consideración del precio del traje a la hora de comprarlo.
Como dije pienso que no es cierto que la única alternativa para la persona sea
-Elegir NO considerar la norma moral
-Elegir sí considerar la norma moral
-Entre ambas está la opción de No elegir No considerar la norma moral, dando opción a que la mocion rompible se haga irrompible y entonces como resultado sí elija considerar la norma moral.
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Néstor:
Lo que he explicado sobre Maritain es que según él la moción rompible se rompe por la no consideración de la norma moral por parte de la creatura.
Si no elijo no considerar la norma moral, como toda elección está abierta a dos alternativas contrarias, ¿cuál es la alternativa contraria a no considerar la regla moral? Obviamente, considerar la regla moral.
O sea que elijo entre considerar o no considerar la norma moral, como no puede ser de otro modo, desde que la consideración de la norma moral es algo que depende del libre albedrío de la creatura racional.
Pero en toda elección que está abierta a alternativas contrarias, no elegir una de ellas es elegir la otra.
Por tanto, si en esta elección no elijo no considerar la norma moral, es que elijo considerarla.
Puedo decir que renuncio a elegir entre ambas opciones. Obviamente, mientras estoy durmiendo, por ejemplo, ni elijo no considerar la norma moral, ni elijo considerarla, porque no tengo conciencia.
Pero en estado de vigilia, o en un momento dado considero la norma moral, o no lo hago. Y en ambos casos, se trata de algo voluntario, al menos en el sentido de que voluntariamente dejé de considerar la norma, si no la estoy considerando, porque partimos de la base de que la consideración o no consideración depende de nuestra voluntad.
A lo sumo se podrá pensar que por una distracción dejo involuntariamente de considerar la norma moral, pero entonces habrá que admitir que antes de tomar una decisión cualquiera la necesidad de hacerlo me hará salir de la distracción y se me planteará de nuevo la opción voluntaria entre considerar o no considerar la norma moral.
Por tanto, estando en uso de mis facultades no puedo no elegir en esta elección entre considerar o no considerar la norma moral.
Necesariamente tengo que elegir una cosa o la otra, considerar o no considerar.
De lo contrario la consideración o no consideración de la norma moral no dependería de mi voluntad, contra la hipótesis de la que partimos.
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Y si la gracia eficaz es algo que necesita la persona para hacer algo, y asegura vd que sin ella no lo hará, si no la tiene es imposible que haga, por mucho que pueda pasar de potencia a acto si se la dan. Sin el catalizador no hay nada que hacer pues bueno, pero que no se exija sin el catalizador que se haga.
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Néstor:
Es imposible en sentido compuesto, posible en sentido dividido, que alcanza para la libertad y responsabilidad, como ya he explicado varias veces.
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No se trata de que tenga el bastón y no quiera levantarse sino de que no puede querer levantarse porque no le han dado el bastón.
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Néstor:
No puede querer levantarse, en sentido compuesto, sí puede quererlo, en sentido dividido.
Y no porque no le hayan dado el bastón, sino porque no lo mueven a usarlo. La potencia no es lo mismo que el acto, es todo el sentido de la réplica de Aristóteles a los megáricos, que se presenta muy bien en el artículo que le recomendé.
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Que no puede estar a la vez levantado y sentado no veo que tenga nada que ver con el hecho de que si necesita un bastón para levantarse es absurdo e injusto pretender que se levante sin el bastón.
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Néstor:
El no poder a la vez estar levantado y sentado muestra que no es lo mismo poder algo en sentido dividido que poderlo en sentido compuesto, porque en un sentido es verdad que el que está sentado puede estar de pie, y en otro, no.
Sin duda que no es justo pretender que esta persona se levante sin el bastón, pero no es justo tampoco decir que no le dan el bastón porque se lo dan pero no lo mueven a usarlo.
La potencia es distinta del acto. Y para ser capaz de algo, basta con tener la potencia activa próxima para ello, como el avión que estando quieto en la pista, pero lleno de combustible, etc., sigue sin embargo pudiendo volar.
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Me leeré los links, aunque dudo de que Aristóteles se planteara este problema tan raro e ilógico, pero habrá que empezar por ahí para darse cuenta de por qué Aquiles no alcanza a la tortuga aunque sí la alcance y porque se pueden hacer las cosas que no es posible que se hagan sin un plus necesario del que se carece.
No le molesto más, pero sigo siendo maritaineista en este tema.
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Saludos cordiales.
-"Lo que he explicado sobre Maritain es que según él la moción rompible se rompe por la no consideración de la norma moral por parte de la creatura."
Pero explicó vd que no se rompía por la no consideración de la norma moral, sin más, sino que según Maritain se rompía por la no consideración de la norma moral cuando se elegía actuar no considerándola.
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Néstor:
Me cito textualmente:
“Maritain se aparta del tomismo clásico al decir que esa permisión divina consiste en que Dios da a la creatura una “moción rompible” hacia el bien, (Marín – Solá habla de “moción falible”, Muñiz de “moción impedible”) que alcanza su objeto si la creatura no pone obstáculo, consistiendo ese obstáculo precisamente en la libre no consideración de la norma moral por parte de la creatura racional.”
Fijarse sobre todo en “consistiendo ese obstáculo precisamente en la libre no consideración de la norma moral por parte de la creatura racional.”
Por otra parte, oigamos, como es lógico, al mismo Maritain:
“Llamo “moción rompible” a una moción o activación divina que hace que el agente libre tienda hacia un acto moralmente bueno, pero que implica, por su misma naturaleza, la posibilidad de poder romperse. Pero romperse ¿cómo? Por una iniciativa primera de la criatura, la cual, al entrar en la fase de aniquilamiento bajo esta moción, se sustrae a ella, poniendo así la causa del mal moral, o dicho de otra manera, cesando libremente de considerar la regla” (Y Dios permite el mal, p. 61).
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Por eso en tanto en cuanto no me encuentre con la necesidad de elegir entre actuar considerando la norma moral o no considerándola, no estaré aún considerando la norma moral, pero no estoy interponiendo la no consideración de la norma moral a la moción rompible. Sólo interpongo la no consideración de la norma moral cuando ante la moción rompible se me plantea la opción de considerarla o no considerarla al actuar y yo decido no considerarla y así rompo la moción. Si no decido no considerarla la moción rompible se puede hacer irrompible y hacer que yo considere la norma moral.
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Néstor:
Ver arriba. Es cierto que según Maritain la no consideración de la regla moral que es causa del pecado se produce en el mismo instante temporal en que elijo algo bajo esa no consideración, pero con una prioridad lógica respecto de esa elección misma. Por eso distingue dos “instantes de naturaleza” que no tienen porqué ser temporalmente sucesivos: en el primero, lógicamente anterior a la elección, la no consideración de la regla no es todavía pecado, en el segundo, lógicamente posterior a la elección, sí lo es.
¿En cuál de estos dos “instantes de naturaleza” se produce la ruptura de la “moción rompible” según Maritain? Veamos por ejemplo este pasaje:
“Ahora bien, cuando se rompe esa moción rompible, ¿qué es lo que la rompe? Ya lo hemos visto, se trata de una iniciativa aniquiladora de la voluntad creada, la libre no consideración de la regla, principio del mal moral, por más que aún no sea culpable.” (p. 81).
Subrayar “por más que aún no sea culpable”. Maritain está hablando, por tanto, de la no consideración de la regla moral antes de la elección libre bajo esa no consideración, es decir, en el primer “instante de naturaleza”, cuando aún esa no consideración de la regla moral no es pecado.
Y todavía dice Maritain ahí mismo que no le gusta demasiado ese único instante temporal en el que ocurren tantas cosas (p. 75), y por eso propone otra teoría alternativa, en la cual entre la no consideración de la regla moral que es causa del pecado (y, por lo dicho en el último texto citado, causa de la ruptura de la moción “rompible”) y el pecado mismo hay una cierta distancia temporal, por mínima que sea.
Finalmente, deja la cuestión a elección del lector, y sugiere que uno de los que están en el auditorio, posiblemente un novicio de los Hermanos de Foucauld a los que está dando esa conferencia que está en el origen del libro, podrá, por su juventud y capacidad, “quemar sus energías en zanjar la cuestión “inter sapientes”.” (p. 78).
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En el caso de la compra del traje tengo la opción de comprarlo considerando el precio o no considerando el precio, en en tanto en cuanto yo no decida comprar el traje no considerando el precio (puedo estar en vigilia y no decidirme) alguien puede convencerme para que lo compre considerando el precio. Se puede pasar de la moción rompible a la irrompible.
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Néstor:
Pero si en ello se quiere poner la causa última del pecado, y de la ruptura de la moción “rompible”, es decir, en la elección bajo la no consideración de la regla moral, se va contra lo que dice el mismo Maritain, por lo ya mostrado, y además, se pone lo decisivo de esa ruptura de la moción “rompible” en un acto positivo de la voluntad, como es elegir comprar el traje no considerando su precio.
Esa elección es entonces la verdadera causa de la ruptura de la moción divina “rompible”, pues la no consideración por sí sola no bastaría para ello, en este esquema.
Pero entonces se va exactamente a lo contrario de lo que quiere Maritain: la ruptura de la moción divina se haría por un acto positivo de la creatura, que, o bien tiene a Dios como Causa Primera, lo cual hace a Dios autor del mal, o no, y entonces hay algo de ser y de bien en la creatura que no procede de Dios.
Esos dos extremos son justamente los que Maritain quiere evitar con su “no consideración de la regla moral” entendida como “no acto”, que por eso mismo puede depender exclusivamente de la creatura sin comprometer el atributo divino de ser Causa Primera de todo ser y de todo bien fuera de Dios.
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-Lo que dice vd del sentido dividido y el compuesto no tiene aplicación al hombre concreto que está verdaderamente en posición de elegir el bien o el mal. Es cierto que una vez que ha elegido una cosa no puede elegir la otra, pero antes de elegirla sí, suponiendo que es que pueda porque tiene todo lo que le hace falta para ser libre eligiendo, y para eso hay que repasar el concepto de gracia eficaz, esa que no se la da Dios nada más que a quienes les haya tocado en la lotería, según dicen y prosigo con eso a continuación.
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Néstor:
Exacto. Antes de elegir, se puede tener toda la capacidad de elegir, se puede tener todo lo necesario para poder elegir. Y sin embargo, todavía no se está eligiendo. Son dos cosas distintas. Por eso, es perfectamente posible dar a alguien la capacidad de elegir, y no darle la elección misma.
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-Respecto a la gracia eficaz, es que me da igual llamarle bastón que llamarle moción a usarlo.
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Néstor:
Pues no debería darle lo mismo, porque es claro que no es lo mismo tener un bastón que usarlo, y por lo mismo, no es lo mismo darle a alguien un bastón que hacer que lo use.
Eso es justamente lo que todos normalmente entendemos al respecto.
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Si hay quien se mueve sin esa moción no tengo nada que decir, pero si dice vd que no lo hay ni lo ha habido ni lo habrá, que todo ser humano si se mueve será movido por esa moción o no se moverá
Si usted asegura que nadie se mueve sin que le den la moción a moverse me está diciendo que si no le dan la moción a moverse es imposible que se mueva aunque está capacitado para moverse y se moverá cuando tenga esa moción, no en caso contrario.
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Néstor:
Es imposible en sentido compuesto, posible en sentido dividido.
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Luego no se le puede pedir responsabilidad por no moverse puesto que le hacía falta esa moción que no le han dado.
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Néstor:
Sí se puede, porque para ser responsable por no moverse no hace falta haberse movido, eso sería un contrasentido. Alcanza con haber podido moverse, que no es lo mismo que moverse actualmente.
Ahora bien, la gracia eficaz no es para poder moverse, para eso es la gracia suficiente, sino para moverse. Por eso la gracia eficaz no es necesaria para ser responsable de no haberse movido, porque, repito, sería un contrasentido que para ello fuese necesario haberse movido y haber sido movido.
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En ese caso le han creado de modo que no se mueva sin la moción que no le dan, por tanto es responsable el que le ha creado así y no le da la gana de darle la moción.
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Néstor:
Ha sido creado de tal modo que no se mueva sin la moción que no le dan, no tal modo que no pueda moverse sin ella. Por eso la responsabilidad de no moverse es suya, porque además, Dios no está obligado a moverlo.
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La conclusión es que Dios lejos de ser Amor, es caprichoso e injusto y predetermina a unos al cielo y a otros al infierno.
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Néstor:
Eso, más allá de sus intenciones, es una blasfemia contra el verdadero Dios. En adelante voy a editar este tipo de cosas.
Además, no se sigue lógicamente de lo que he expuesto, obviamente. Y sobre todo ese tema pienso publicar, Dios mediante, el siguiente “post”.
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Naturalmente no es eso lo que pienso de Dios ni de la gracia, porque sería un contrasentido absurdo que no tendría nada que ver con el Dios justo y misericordioso en el que creemos, gracias al evangelio de Jesucristo Nuestro Señor.
Dios nos ha hecho libres para que le amemos libremente, aunque no nos obliga a ello, por lo cual podemos elegir a veces el camino de la muerte en vez del de la vida que es el que nos señala él y el que él ha hecho que sea posible para todos si no lo rechazan.
Saludos cordiales
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Néstor:
Nada de eso va contra lo que he expuesto, al contrario, entiendo que es precisamente la mejor manera de entenderlo.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Disculpe, no es mi intención hacerle perder el tiempo, pero que conste que sí distingo entre poder hacer y hacer y entre sentido dividido y compuesto etc porque efectivamente lo ha explicado muchas veces.Pero no se ven ejemplos de esto en la vida real y por eso pedía una bibliografía al respecto en donde encontrar otros ejemplos aplicados de ese concepto extraño de poder hacer sin lo que hace falta para que se haga de hecho; pero tiene razón en que por este camino estamos estancados.
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Néstor:
Es contradictorio poder hacer sin lo que hace falta para poder hacer, pero no sin lo que hace falta para que se haga, si eso incluye el hecho mismo. Jamás el sentido común ha exigido que se haga, para que se pueda hacer.
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Porque cuando un médico dice que una persona se puede levantar no está diciendo que de hecho se haya levantado, pero sí que si quiere puede hacerlo y no necesita nada más para levantarse que querer hacerlo, por lo cual si se ve en la necesidad de levantarse y no lo hace porque no quiere, la responsabilidad es suya y de nadie más.
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Néstor:
Con querer pasa lo mismo que con levantarse: una cosa es poder levantarse, y otra levantarse, y una cosa es poder querer, y otra querer. Es claro que para querer no necesita nada más que poder querer y querer, y para levantarse no necesita nada más que poder levantarse y levantarse. Pero son cosas distintas poder querer y querer, poder levantarse y levantarse, así que no es contradictorio tener la primera, en ambos casos, y no la segunda.
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Pero si un médico sabe que un enfermo no se querrá levantar si no le dan un antidepresivo, si no le da el antidepresivo no puede hacer responsable al enfermo de no levantarse de hecho, por no querer levantarse, lo mismo que no sería responsable si necesitara un bastón o cualquier otra ayuda para levantarse de hecho.
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Néstor:
Obviamente, sin el antidepresivo el enfermo no puede levantarse y no es responsable si no se levanta. El antidepresivo le da la capacidad de levantarse.
Pero no lo hace levantarse, eso es otra cosa distinta, porque la potencia y el acto son distintos, y poder hacer no es lo mismo que hacer.
Por tanto, precisamente, si el médico le da el antidepresivo y el enfermo no se levanta, es responsabilidad del enfermo, por más que el médico tampoco lo haya puesto de pie.
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El médico que le niega lo que necesita para levantarse de hecho es el responsable de que el enfermo no se levante.
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Néstor:
Depende, si “lo que necesita para levantarse de hecho” incluye que el médico lo agarre de los brazos y lo haga levantarse, siendo así que el enfermo tiene la capacidad de levantarse si quiere, no se puede decir que la responsabilidad es del médico si no hace eso.
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Y si dándoselo todo, aún puede no levantarse de hecho en caso de que no quiera, lo que no se puede afirmar es que no se levantará de hecho en ningún caso a menos que le den otra cosa, porque si depende de que le den otra cosa, la responsabilidad será siempre de quien pudiendo dársela no se la da.
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Néstor:
No será responsabilidad del médico, si esa otra cosa es que lo tomen al enfermo de los brazos o del pelo y lo levanten.
O si esa otra cosa es que lo hagan querer levantarse. Si no le dan esto último, no se va a levantar porque, precisamente, no va a querer hacerlo. Y entonces, va a ser responsable.
Aquí está el quid. Nuestro querer libre es un don de Dios. Si no nos dan ese don, libremente vamos a no querer. Y seremos responsables.
No es como agarrar a alguien del pelo y levantarlo, porque en este caso el don es precisamente el libre querer levantarse. Y la ausencia del don lleva al libre no querer levantarse.
Por eso, si el argumento es que el enfermo no es responsable de no levantarse cuando, a pesar de tener todo lo necesario para ello, no quiere hacerlo, y que la responsabilidad es del médico por no levantarlo de los brazos o del pelo, es claramente absurdo.
Y si el argumento es que el enfermo no es responsable de no querer levantarse, cuando tiene toda la capacidad para quererlo, que no incluye, obviamente, el quererlo mismo, es igualmente absurdo.
Dios no necesita producir el querer libre de la creatura para darle la capacidad de querer libremente. Porque poder querer y querer son cosas distintas, como lo son también poder hacer, y hacer.
Por tanto, si la creatura, pudiendo querer, no quiere, es responsable.
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Y si no le pueden pedir al médico responsabilidades porque él no estuviera obligado a nada, pues tanto mejor para el médico, pero sigue siendo el causante si esa persona muere en un incendio por no levantarse.
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Néstor:
A ningún médico se le puede pedir que mueva la voluntad de los pacientes cuando éstos no quieren hacer lo que pueden querer y pueden hacer.
Y en cuanto al Creador, que sí mueve nuestras voluntades libres cuando Él quiere, no hay nadie que pueda exigirle nada, porque no hay nadie que esté por encima de Él.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
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Sí, a todos se les da la gracia suficiente para que puedan cumplir con los mandamientos. A veces esa gracia suficiente va unida a la gracia eficaz, con la cual de hecho se cumple con los mandamientos. Eso sucede tanto en los elegidos como en los otros, porque los primeros pueden también pecar a veces, y los segundos a veces hacen el bien. Pero sólo los elegidos reciben la gracia eficaz de la perseverancia final.
Saludos cordiales.
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Néstor:
Un factor más hay que agregar siempre, de lo contrario nos quedaremos eternamente en el “poder querer” sin “querer” nunca. Ese factor más, obviamente, es el querer libre de la creatura. Pero el querer libre de la creatura es algo de ser y de bien, y por tanto, tiene a Dios como Causa Primera. Eso es todo, desde que es claro que Dios no está obligado a dar ese querer libre a todo el mundo.
Obviamente, el querer libre implica siempre la posibilidad de no querer y querer otra cosa. Si Dios no da ese querer libre, entonces la creatura libremente no quiere, o libremente quiere otra cosa, para lo cual también es movida por Dios como Causa Primera.
No tenemos forma de no optar libremente entre querer esto o no quererlo, o querer otra cosa. En ese sentido, como dijo Sartre, estamos “condenados a ser libres”, sacándole la parte trágica, obvio.
Si lo que la creatura racional elige libremente es un pecado, Dios es Causa Primera, no del pecado como tal, que es una privación de ser, sino de todo lo que hay de ser y de bien en el acto del pecado. Respecto del pecado como tal, Dios solamente lo permite, sin causarlo ni quererlo de modo alguno.
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Y del mismo modo debería explicar el concepto libertad, pues no se entiende que alguien libremente no quiere, si en realidad no quiere, porque no le han dado gracia eficaz.
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Néstor:
Es que si aceptamos que el libre acto de querer de la creatura racional es un don de Dios, entonces es claro que el que no quiere no ha recibido ese don. No se puede haber recibido de Dios el don de querer libremente A (no sólo de poder querer A, sino de querer de hecho A) y no querer libremente A.
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Dice vd: "Aquí está el quid. Nuestro querer libre es un don de Dios. Si no nos dan ese don, libremente vamos a no querer. Y seremos responsables." No, si nuestro querer libre es un don de Dios, quien no tenga ese don no tiene el querer libre, sin ninguna responsabilidad por su parte, puesto que no está en su mano querer.
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Néstor:
El querer libre, en la creatura, es un don de Dios. Hablamos del querer libremente de hecho, y no solamente del poder querer libremente. Ante todo habría que ver si Ud. acepta esto o no.
Por otra parte, siempre vamos a querer libremente algo. La voluntad libre no puede no elegir entre las diversas alternativas que se le presentan, aunque más no sea porque una de las alternativas es optar libremente por no hacer nada.
Y esto último tiene que ser por lo menos permitido por Dios, porque podría impedirlo simplemente dando a la creatura el don de optar (no sólo de poder optar, sino de optar) por hacer algo.
Entonces es claro que si la creatura no recibe de Dios el don de querer libremente A, va a querer libremente No A, o B.
Y como lo va a querer libremente, es claro y obvio que va a ser responsable de su querer.
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Si dependiera de él, alguna vez al menos ocurriría que querría, pero vd asegura que eso no puede ser, de ninguna de las maneras, que jamás se dará el querer libremente, si no tiene ese don.
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Néstor:
Si dependiese solamente de la creatura, sin duda. Si, como es en la realidad, depende de Dios como Causa Primera y de la creatura como causa segunda, movida por tanto por la Causa Primera, es claro que no, sería absurdo que Dios no moviese a la creatura a un acto determinado y la creatura se moviese por sí sola a ese acto.
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Luego depende del don, no depende de él.
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Néstor:
Depende del don y de él, porque el don es justamente que él se decida libremente, y lo que decidimos libremente, depende de nosotros, aunque de ahí no se pueda deducir que depende solamente de nosotros.
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Y si no depende de él, no es responsable.
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Ver arriba.
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Podría admitir que no fuera libre el que no tuviera el don y que Dios sólo salvara a quien le diera la gana, siempre y cuando no condenara al resto, porque si son como animales sin libertad, como animales sin libertad deberían desaparecer en la nada y volver al polvo, sin más.
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Néstor:
Es inútil discutir si Ud. sigue sin hacerse cargo de la diferencia entre poder hacer y hacer. La definición de la libertad incluye poder hacer lo contrario de lo que se hace, no hacerlo, porque eso sería contradictorio.
Por tanto, no se trata de no ser libre si no se tiene la gracia eficaz. Se es libre porque se tiene la gracia suficiente, que da la capacidad de hacer o no hacer, que es todo lo necesario para el concepto de “libre albedrío”.
Sinceramente le recomiendo que mientras no se decida a tomar en serio esa distinción no siga comentando, porque Ud. y yo perdemos el tiempo.
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Si existe la posibilidad de condenación es porque no es un capricho de Dios, sino algo que han merecido realmente.
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Néstor:
Sin duda, el poder hacer o no hacer es todo lo que hace falta para la responsabilidad según el sentido común.
Sería absurdo que para que X pueda ser responsable de haber hecho A fuese necesario que X no haya hecho A.
Saludos cordiales.
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Decir que algo nunca se hará equivale a decir que es imposible que se haga, porque si no fuera imposible alguna vez se haría.
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Néstor:
Pues no. Del hecho de que algo no sucede no se puede deducir que no puede suceder, y tampoco puede deducirse eso del hecho de que ese algo nunca suceda. Porque además, "nunca", en nuestro mundo concreto, va a representar siempre una duración temporal finita, y si algo puede no suceder una vez, dos veces, tres, también puede no suceder "n" veces, con "n" finito.
No creo que sea imposible la hipótesis de que Emiratos Árabes, por ejemplo, no gane nunca el mundial de fútbol, y sin embargo, aún en esa hipótesis es posible pensar, una vez que se haya jugado el último mundial de la historia, que cada vez que participaron podían haberlo ganado.
Saludos cordiales.
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Por un lado está el poder querer/poder hacer, y por otro, el querer/hacer de hecho. Lo absolutamente imposible es lo contradictorio, a lo cual no se extiende la Omnipotencia divina, como enseña Santo Tomás. Para nosotros, además, hay cosas no contradictorias que son imposibles, porque caen fuera de nuestro poder limitado, como crear el mundo, resucitar muertos, etc.
Saludos cordiales.
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Igualmente a Ud.
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Bueno, por un lado entiendo que los trastornos de la personalidad existen y pueden ser bastante graves, aunque es claro que siempre puede haber abusos en el diagnóstico o tratamiento de los mismos.
Por otro lado, el libre albedrío nunca se pierde del todo, aunque es cierto que sin la gracia no puede hacer nada meritorio de la vida eterna.
La gracia nos capacita solamente para hacer el bien, no para elegir el mal.
La medicación puede ser muy necesaria en algunos casos. Según Santo Tomás, la gracia supone la naturaleza.
Saludos cordiales
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Bueno, sí, es de esperar que en una cultura como la nuestra se vaya sólo a la superficie del problema y se quiera arreglar todo solamente con pastillas.
Y obviamente, las situaciones familiares suelen ser la causa de esos trastornos, y ahí hay que acudir a la gracia y a los medios que Dios pone a nuestro alcance para tratar de sanar la raíz enferma.
Por eso mismo, dada la causa, una vez que el problema está presente, lo más probable, me da la impresión, es que no se salga de él sin fármacos, y ya sería mucho que no fuese necesaria la internación, según los casos.
Es claro, el mal de fondo es que la cultura está en un grado mayor de descristianización. Quiera Dios que podamos dar oído a su enseñanza: "Esta raza no sale si no es con oración y ayuno".
Saludos cordiales.
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