Acerca de la "Relatio"
Como siempre, los subrayados son míos.
El asunto es ¿cómo no cambia la doctrina al dar la comunión a los divorciados vueltos a casar?
Porque entonces alguno de estos principios dejaría de pertenecer a la doctrina católica:
1) No se puede comulgar en pecado mortal.
2) El adulterio, los actos homosexuales, y las relaciones sexuales extramatrimoniales son pecado mortal.
3) Es adulterio tener relaciones sexuales con otra persona distinta del cónyuge legítimo.
4) No se puede tener la absolución sin confesar los pecados y arrepentirse de ellos.
5) No puede haber arrepentimiento donde no hay propósito de enmienda.
6) No hay propósito de enmienda donde se planea continuar realizando esos mismos pecados que supuestamente se confesarían.
¿Cuál de estos principios se negaría para poder dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, a los que viven en pareja homosexual o concubinaria?
¿Y cómo se les puede dar la comunión sin negar alguno de ellos?
¿Y cómo, negando alguno de ellos, no habría un cambio de doctrina?
Veamos algunos pasajes de la “Relatio”:
“88. Bajo esta luz, son sobre todo reafirmados los valores y la consistencia propia del matrimonio natural. Algunos se preguntan si es posible que la plenitud sacramental del matrimonio no excluya la posibilidad de reconocer elementos positivos también en las formas imperfectas que se encuentran fuera de tal realidad nupcial, a ella de todos modos ordenada. La doctrina de los grados de comunión, formulada por el Concilio Vaticano II, confirma la visión de un modo articulado de participar en el Mysterium Ecclesiae por parte de los bautizados.”
“Plenitud sacramental” del matrimonio es una expresión que en este contexto puede dar lugar a error: da a entender que una unión con otra persona distinta del cónyuge legítimo, o una mera convivencia concubinaria, podrían ser “matrimonio”, sólo que “no pleno”, por no ser sacramental.
En realidad, el matrimonio es matrimonio sea sacramento o no, que entre bautizados sólo podrá ser sacramento, y entonces, en tanto que “matrimonio” no le falta ninguna “plenitud” aunque no sea sacramento, ni lo que les falta a las nuevas uniones de los divorciados o a las uniones concubinarias les falta para ser “plenos matrimonios”, sino para ser “matrimonios”, sin más.
Pues lo que les falta tampoco es solamente la “sacramentalidad”, sino el estar libre de todo vínculo anterior, en un caso, y el mismo consentimiento matrimonial, en el otro, cosas sin las cuales no puede haber matrimonio, simplemente.
Sigue el texto:
“90. Se hace por lo tanto necesario un discernimiento espiritual, acerca de las convivencias y de los matrimonios civiles y los divorciados vueltos a casar, compete a la Iglesia reconocer estas semillas del Verbo dispersas más allá de sus confines visibles y sacramentales. Siguiendo la amplia mirada de Cristo, cuya luz ilumina a todo hombre (cf. Gv 1,9; cf. Gaudium et Spes, 22), la Iglesia se dirige con respeto a aquellos que participan en su vida de modo incompleto e imperfecto, apreciando más los valores positivos que custodian, en vez de los límites y las faltas.”
Sin duda, hay que amar a los pecadores, que es tanto como amarnos a nosotros mismos. Hay que amar a los que yerran. No al pecado ni al error. Pero ¿es la forma de amarlos el ignorar o silenciar los límites que padecen y las faltas que cometen?
Por otra parte, el mal siempre tiene algo de bueno. El mal absoluto es imposible, sería la herejía maniquea. El mismo Satanás, en lo profundo del Infierno, conserva la bondad ontológica propia de todo lo creado. “Ens est bonum”. El ente, en cuanto tal, es bueno, el mal es una privación de ser, un no ser.
Y no por eso el mal deja de ser mal, obviamente.
El mismo acto de pecado, en tanto que ser, es bueno, y tiene a Dios por Causa Primera. Solamente lo que en ese acto hay de pecado, que es un no ser, es malo, y no tiene a Dios por Causa, que sólo lo permite, sino a la creatura racional, causa deficiente.
Pero no tendría sentido que nos pusiéramos a disertar sobre el aspecto positivo y alentador del pecado. A no ser, precisamente, que lo viésemos como oportunidad para la conversión, que es justamente lo que aquí no se dice con suficiente claridad.
Sí, sin duda pecar implica que todavía estamos vivos y tenemos cierta coordinación y lucidez. Pero el punto es que el pecado es malo y se lo debe evitar.
“92. En este sentido, una nueva dimensión de la pastoral familiar actual, consiste en captar la realidad de los matrimonios civiles y, hechas las debidas diferencias, también de las convivencias. De hecho, cuando la unión alcanza una notable estabilidad a través de un vínculo público, está marcada por un afecto profundo, por una responsabilidad en relación a los hijos, con la capacidad de resistir a las pruebas, pueden ser vistos como un germen para acompañar el desarrollo hacia el sacramento del matrimonio.”
¿De qué estamos hablando aquí? ¿De bautizados casados solamente por civil, y sin dispensa eclesiástica? ¿De simples concubinos?
Pues entonces claro que pueden llegar al sacramento del matrimonio, dando los pasos correspondientes en cada caso, pero eso ya está, para eso no es necesario un Sínodo.
Y si no es eso ¿entonces qué? ¿De los divorciados vueltos a casar, ya mencionados dos párrafos antes?
Pero entonces ¿cómo va a ser semilla de un nuevo matrimonio una relación adúltera, en vida del primer cónyuge de uno de los dos y por tanto permaneciendo el primer vínculo matrimonial? ¿Estamos admitiendo la poligamia?
Continúa la “Relatio”:
“106. Una sensibilidad nueva de la pastoral actual, consiste en acoger la realidad positiva de los matrimonios civiles y, reconociendo las debidas diferencias entre las convivencias. Es necesario que en la propuesta eclesial, aún presentando con claridad el ideal, indiquemos también elementos constructivos en aquellas situaciones que no corresponden todavía o aún no a tal ideal.”
¿Los diez mandamientos son un “ideal”? ¿Es el “ideal” no matar, no robar, no mentir, no cometer adulterio, etc.? ¿No son más bien lo que debe ser y lo que debe y lo que no debe hacerse?
¿No son más bien el mínimo moral, mientras que un “ideal” es algo a lo que uno se acerca siempre imperfectamente?
Además, de nuevo lo mismo. Si habla de los matrimonios entre bautizados, o con una parte bautizada, sólo por civil, sin dispensa eclesiástica, basta seguir el camino indicado en el Código de Derecho Canónico.
Lo mismo si habla de uniones concubinarias entre bautizados o con un miembro bautizado: nada les impide, si ese es el único problema, casarse por Iglesia, siguiendo los pasos ya establecidos.
Se dirá que habla de esas uniones, cuando todavía no tienen la voluntad de regularizar plenamente su situación ante la Iglesia.
Bien, en ese caso, en la medida en que ellas quieran, obviamente, se las podrá “acompañar” también espiritualmente, lo cual incluye entre otras cosas iluminarlas caritativamente sobre la situación de pecado en la que viven.
Pero por eso mismo no pueden todavía recibir la Eucaristía, véase arriba al comienzo de todo.
Y sin embargo, enseguida vuelve:
“109. Todas estas situaciones deben ser abordadas de manera constructiva, buscando transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio. Se trata de acogerlas y acompañarlas con paciencia y delicadeza. Con esta finalidad, es importante el testimonio atractivo de auténticas familias cristianas, como sujetos de evangelización de la familia. Sanar las familias heridas (separados, divorciados no vueltos a casar, divorciados vueltos a casar).”
¿También a los divorciados vueltos a casar hay que llevarlos “hacia la plenitud del matrimonio”?
Eso sería proponer, descartado obviamente el caso de muerte del primer cónyuge, con la consiguiente viudez y posibilidad de un nuevo matrimonio sacramental, algo que no casa con la unidad e indisolubilidad del matrimonio, y que no se ve cómo distinguir de la poligamia.
Dice también:
“No es sabio pensar en soluciones únicas o inspiradas en la lógica del “todo o nada”. El diálogo y el debate vividos en el Sínodo deberán continuar en las Iglesias locales, involucrando los diversos componentes, en manera de que las perspectivas que se han delineado puedan encontrar la plena madurez en el trabajo de la próxima Asamblea General Ordinaria. La guía del Espíritu, constantemente invocado, permitirá a todo el pueblo de Dios vivir la fidelidad al Evangelio de la familia como un misericordioso hacerse cargo de todas las situaciones de fragilidad.”
Pues ahí está el problema, que no se trata de pensar en términos de “todo” o “nada”, sino de “ser” o “no ser”. El principio de tercero excluido no tiene que ver con el todo o la nada, sino con el ser y el no ser.
Entre el todo y la nada está la parte. Entre el ser y el no ser no hay otra posibilidad.
Y aquí la cuestión es si algo es matrimonio o no es matrimonio, si algo es adulterio o no es adulterio, si el matrimonio es indisoluble o no es indisoluble, si el adulterio es pecado o no es pecado.
No se puede ser un poco matrimonio, un poco adulterio, un poco pecado, un poco indisoluble.
O en parte matrimonio, en parte adulterio, en parte pecado y en parte indisoluble.
Otros dirán que la solución no puede ser “única”, en el sentido de la misma para todos los casos.
Aquí hay que decir ante todo que la doctrina sí tiene que ser la misma y única para todos los casos.
No hay parejas de matrimonio indisoluble y parejas de matrimonio soluble, parejas de matrimonio monogámico y parejas de matrimonio poligámico.
Como no hay un “set” politeísta de dioses para creyentes paganos, y un Dios monoteísta para judíos, musulmanes y cristianos, así como una gran Nada para ateos.
Ni tampoco una doctrina para ricos y otra para pobres.
También dice:
“113. Diversos Padres han subrayado la necesidad de hacer más accesibles y ágiles los procedimientos para el reconocimiento de casos de nulidad. Entre las propuestas han sido indicadas la superación de la necesidad de la doble sentencia conforme; la posibilidad de determinar una vía administrativa bajo la responsabilidad del obispo diocesano; un proceso sumario para realizar en los casos de nulidad notoria. Según propuestas autorizadas, se debe considerar la posibilidad de dar relevancia a la fe de los novios en orden a la validez del sacramento del matrimonio. Hay que destacar que en todos los casos se trata de establecer la verdad sobre la validez del vínculo.”
Es que el proceso por vía jurídica y legal da garantías contra la arbitrariedad y subjetividad personales. Hace poco un Papa decía que había que evitar que se concediesen con tanta facilidad nulidades matrimoniales por la vía del proceso legal actualmente existente. ¿Vamos ahora a eliminar ese proceso para que las nulidades sean más fáciles aún? ¿El proceso actualmente existente no se debe justamente a la necesidad de establecer la verdad sobre la validez del vínculo?
Dice también:
“116. También las situaciones de los divorciados y vueltos a casar requieren un discernimiento atento y un acompañamiento lleno de respeto, evitando cualquier lenguaje o actitud que les haga sentir discriminados. Hacerse cargo de ellos no supone para la comunidad cristiana un debilitamiento de la fe y del testimonio de la indisolubilidad matrimonial, sino que expresa su caridad con este cuidado.”
Sí, pero ¿se debe renunciar a decir y enseñar que la nueva unión en vida del primer cónyuge es adulterio, y que el adulterio es pecado mortal, y que el pecado mortal impide la comunión eucarística? ¿Se estará “discriminando” si se enseña eso?
Y continúa:
“117. Con respecto a la posibilidad de acceder a los sacramentos de la Penitencia y de la Eucarística, algunos han argumentado a favor de la disciplina actual en virtud de su fundamento teológico, otros se han expresado por una mayor apertura a las condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos. Para algunos, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial –bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y con un compromiso claro a favor de los hijos. Se trataría de una posibilidad no generalizada, fruto de un discernimiento actuado caso por caso, según una ley de la gradualidad, que tenga presente la distinción entre el estado de pecado, estado de gracia y circunstancias atenuantes.”
“Condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos”.
¿En esos casos el matrimonio va a seguir siendo indisoluble, o no?
¿Unirse con otra persona en vida del cónyuge legítimo va a ser, en esos casos, adulterio, o no?
El adulterio, en esos casos, ¿va a seguir siendo pecado mortal, o no?
El pecado mortal, en esos casos, ¿va a seguir impidiendo acercarse a la comunión eucarística, o no?
Y comulgar en estado de pecado mortal, en esos casos ¿va a seguir siendo pecado y sacrilegio, o no?
El “sufrimiento” no es el criterio para determinar si algo es lícito moralmente o no. La doctrina moral católica no es consecuencialista.
“Para algunos, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial –bajo la responsabilidad del obispo diocesano-, y con un compromiso claro a favor de los hijos.”
¿En esos casos, entonces, el “camino penitencial” no requerirá de arrepentimiento? ¿O el arrepentimiento no requerirá de propósito de enmienda? ¿O el propósito de enmienda dejará de ser incompatible con el propósito de seguir pecando?
¿Qué es aquí la “gradualidad”? ¿Arrepentirse en parte? ¿Proponerse no pecar más en parte? ¿Confesarse en parte? ¿Dejar las relaciones sexuales adúlteras en parte?
¿Hay “casos” en que se puede pecar en parte, arrepentirse en parte, confesarse en parte, y “casos” en que no?
En todo caso, si hay una “gradualidad”, también debe haber gradualidad en la incorporación a la vida eclesial.
Hubo un tiempo en que los catecúmenos se iban de la Misa al terminar la Liturgia de la Palabra y comenzar la Liturgia de la Eucaristía. Eso es “gradualidad”.
No es que pidamos eso hoy para los divorciados vueltos a casar, pero entonces, la praxis actual es un excelente ejemplo de “gradualidad”.
Sin duda que hay que distinguir el estado de pecado y el estado de gracia. Pero las “circunstancias atenuantes” ¿pueden hacer que lo que es intrínsecamente malo deje de serlo?
El Catecismo de la Iglesia Católica dice que no:
“1754 Las circunstancias, comprendidas en ellas las consecuencias, son los elementos secundarios de un acto moral. Contribuyen a agravar o a disminuir la bondad o la malicia moral de los actos humanos (por ejemplo, la cantidad de dinero robado). Pueden también atenuar o aumentar la responsabilidad del que obra (como actuar por miedo a la muerte). Las circunstancias no pueden de suyo modificar la calidad moral de los actos; no pueden hacer ni buena ni justa una acción que de suyo es mala.”
Sigue la “Relatio”:
“118. Sugerir de limitarse a la sola “comunión espiritual” para no pocos Padres sinodales plantea algunas preguntas: ¿si es posible la comunión espiritual, por qué no es posible acceder a la sacramental? Por eso ha sido solicitada una mayor profundización teológica a partir de los vínculos entre el sacramento del matrimonio y Eucaristía en relación a la Iglesia-sacramento. Del mismo modo, debe ser profundizada la dimensión moral de la problemática, escuchando e iluminando la consciencia de los cónyuges.”
¿Entonces el que hace la comunión espiritual en pecado mortal comete sacrilegio? Si se dice que no, entonces no es lo mismo comunión espiritual que comunión sacramental.
Ahora bien, la diferencia entre el sacrilegio y un acto piadoso no es menor.
Por tanto, tampoco lo es la diferencia entre la comunión espiritual y la sacramental.
Agrega:
“120. Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio? “
¿Qué quiere decir “orientación sexual”? ¿Una tendencia homosexual involuntaria, que la persona no consiente, sino que rechaza y combate, pero que no logra extirpar del todo? Así entendido esas personas hace tiempo que son acogidas en la Iglesia y algunas hasta hacen activismo a favor de la doctrina católica sobre la homosexualidad.
¿Quiere decir que esa tendencia es aceptada libremente por la persona que entiende que su ideal de realización sexual es homosexual?
¿Eso tenemos que “aceptarlo”???
¿Cómo “aceptar la orientación sexual” así entendida sin abandonar la doctrina católica que dice que los actos homosexuales son intrínsecamente malos y que la tendencia homosexual en sí misma es intrínsecamente desordenada?
No es que se rechace a esa persona pero: ¿se la “acoge” ocultando, silenciando o negando la doctrina católica sobre la homosexualidad?
Pues se trata de esa doctrina católica, más todavía que de la doctrina católica “sobre la familia y el matrimonio”.
¿Se considerará que no se la “acoge” si su “orientación” es “evaluada” de acuerdo con la doctrina católica?
Y eso se ve más claramente si, como es usual, esa “orientación” de la persona va acompañada de los actos correspondientes.
Porque, repito, lo que está en juego aquí no es solamente la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio, sino la doctrina católica sobre la sexualidad en general, sobre la persona humana en su dimensión sexual, sobre la moralidad de los actos humanos en el terreno de la sexualidad, y concretamente, sobre la homosexualidad.
Continúa:
“121. La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto se presenta como un importante desafío educativo. La Iglesia, por otra parte, afirma que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer.”
¿No es un poco tarde, en el siglo XXI, para que descubramos el desafío educativo que implica para la Iglesia el “elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual”.?
¿Hasta ahora la Iglesia no había “integrado” la dimensión sexual en sus intentos de elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica?
¿O es que hasta ahora esos caminos no han sido “serios”?
¿O es que no han sido “realísticos”?
Para responder a esto, primero habría que considerar si el Evangelio mismo es “realístico”. ¿Es “realístico” abrazarse a la Cruz de Cristo? ¿Son “realísticas” las Bienaventuranzas?
Más aún, habría que preguntarse si la existencia de valores y normas morales, en general, es algo “realístico”.
Porque en ese sentido, no faltarían argumentos para decir que mucho más “realísticas” son las normas de tránsito…y hasta por ahí nomás, porque muchas veces quedan de hecho como un mero ideal inalcanzable.
Dice el texto que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un varón y una mujer. Por supuesto, pero ése no es el punto principal. Tampoco pueden ser legalizadas del modo que sea, porque la homosexualidad como tal no es fuente de derechos ni es en sí mismo algo positivo o valioso, aunque vaya unida a veces a otras cosas positivas. Y eso no se dice.
Pero ése tampoco es el punto principal. El punto principal es que son intrínsecamente malas desde el punto de vista moral. Y eso tampoco se dice.
Sigue:
“122. Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que en primer lugar se deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños.”
Como bien ha dicho alguien, en lo esencial no hay problemáticas morales vinculadas con las uniones homosexuales. Son intrínsecamente malas, claramente.
Además: ¿estamos descubriendo que los homosexuales, y los pecadores en general, son seres humanos? ¿Que, como decíamos más arriba, el mal absoluto no existe ni es posible? ¿Que, por tanto, para irse al Infierno no hace falta prescindir de toda bondad, ni de toda solidaridad, ni de toda compasión, ni de toda justicia, ni de toda fraternidad en la vida? ¿Es ésa la cuestión? Claro que no.
¿No hay cosas buenas también en el adulterio? ¿No se tratan los adúlteros muchas veces entre sí con mucha más consideración, delicadeza y respeto que los casados? ¿No hay estafadores simpáticos y malvivientes con buena onda? ¿Las bandas de asaltantes no pueden practicar una estricta justicia a la hora de repartir lo robado? Y de ahí ¿qué?
Dice que se deben poner siempre en primer lugar las exigencias y derechos de los niños que conviven con parejas homosexuales. ¿Qué pasa con el derecho a tener un padre y una madre? ¿Cómo se pone “en primer lugar” en ese caso?
En fin, pidamos al Señor por su Iglesia, por sus Pastores y por sus fieles en general.
50 comentarios
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El asunto es que estos son probablemente los argumentos que se siguen y se seguirán utilizando en el Sínodo y después de él. Conviene irlos teniendo analizados, pienso.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Es más grave aún lo que no dice, porque hablando poco de la belleza y bondad del matrimonio cristiano y mucho de patologías como si no lo fueran, no dice una palabra del aborto, de la contraconcepción artificial y de la eutanasia, que son males capitales que se dan dentro de la familia moderna, es decir, casos prácticos de la mentalidad antivida.
La hipotética norma sería injusta por contraria al bien común eclesial. De manera que, en principio, debería ser resistida. La resistencia no es desobediencia, sino obediencia a una autoridad superior: Dios mismo.
La nueva norma no plantearía problemas morales personales para los laicos conscientes de su ilegitimidad.
Los problemas de conciencia los tendrían los ministros ordinarios o extraordinarios de la Comunión. Y aquí se hace necesario un análisis de parte los moralistas (serios) sobre qué debe hacer el ministro cuando le consta que quien solicita la Comunión está en situación de manifiesto pecado grave a pesar de haber cumplimentado con el “proceso penitencial”. ¿Debe darla? ¿Debe denegarla? Si da la Comunión a tal comulgante, ¿hay cooperación formal (siempre ilícita) o material (lícita si hay causa proporcionada)?
Saludos.
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Es hora de confiar en la fuerza del Espíritu Santo y recordar el dicho tradicional: los Concilios pasan por tres etapas: la del hombre, la del diablo y la de Dios. Pienso que también se aplica a los Sínodos.
Saludos cordiales.
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Tratemos de mantener un lenguaje más bien opaco. Sé que es difícil.
Saludos cordiales.
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El asunto no es el título que traen los documentos sino las afirmaciones que contienen, implícita o explícitamente. Si una afirmación es doctrinal, al menos por lo que toca a esa afirmación, el documento es doctrinal.
Decir que debemos aceptar la orientación sexual de la persona homosexual, por ejemplo, no es algo que esté desvinculado de lo doctrinal, como explicamos en el “post”. Y como también explico en el “post”, decir que el divorciado vuelto a casar puede comulgar sin dejar de tener relaciones con su nueva pareja, tiene consecuencias doctrinales gravísimas.
Y es que la doctrina, insisto, no es para ocupar lugar en los libros y dar trabajo remunerado a los docentes, nada más. Es la vida concreta la que plantea continuamente, al ritmo de la respiración, cuestiones doctrinales “abstractas” y “teóricas”.
No existe la “praxis” separada de la “teoría”, y como bien decía Lenin :), “sin teoría revolucionaria no hay praxis revolucionaria”, o mejor, como decía el gran Chesterton, “lo más práctico de todo es una buena teoría”. Las cuestiones doctrinales no esperan dócilmente a que las citemos a declarar, sino que ya están presentes en el momento en que empezamos a considerar una situación cualquiera.
¿A quién se le puede ocurrir católicamente tratar las diversas dificultades que afectan al matrimonio y a la familia hoy día y más aún, darles solución, sin apoyarse en la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia?
Saludos cordiales.
El error más fundamental que subyace a este infumable texto, y que justifica las numerosas y flagrantes contradicciones que exhibe sin el menor pudor intelectual y moral, es que parece proponer que el poder de atracción de la verdad debe basarse en una suerte de seducción, de marketing, que haga de sus contenidos algo grato, fácil, asimilable sin esfuerzo.
Saludos cordiales.
Para Joaquin: el mero hecho de que un texto de estas características salga de un sínodo de obispos es inadmisible e inquietante. No importa lo "provisorio" del documento: lo escrito, escrito está. Y ha dado la vuelta al mundo en cuestión de horas, con las consecuencias que todos hemos visto. Totalmente previsibles, por otra parte.
Muchas gracias por hablar tan claro, gracias de corazón por ser dócil a la gracia del Señor, el Espíritu Santo no va a dejar de mover nuestros corazones para que sintamos el anhelo de defender la verdad. Bendita sed, bendito anhelo de verdad y justicia.
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Oremos, gracias.
En una lectura sin comentarios previos de la relatio, me encontré personalmente con una situación más grave de la que pensaba.
Los Católicos no solamente podemos orar, sino pedir que dejen de decir vaguedades heterodoxas y de desorientar a los fieles, y solicitar que el Sínodo, en estas condiciones, se suspenda sine die. El daño que se hizo fue inmenso, habiéndose dado a la Prensa lo que ella esperaba, a saber, los insumos para declarar un cambio de Doctrina.
De otra forma, siguiendo con estas pautas, lo que se provocará es agudizar el enfrentamiento hasta una situación cismática.
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La primera parte de la petición propuesta me parece que sería viable, pero se debería buscar otro medio distinto de éste. La segunda la veo más difícil.
Saludos cordiales.
50. Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?
La primera parte es una insoportable ambigüedad, [opacador de lenguaje "on"]. Porque las personas homosexuales tienen “dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana” pero no en cuanto homosexuales. Tampoco los homicidas, ladrones o violadores tienen “dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana” en cuanto tales. Siguiendo la (a)lógica de este documento podríamos decir que los mafiosos y los corruptos también tienen “dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana” pero no sé si Mons. Tucho estaría de acuerdo en ponerle la firma…
Pero hay algo que es mucho peor: “aceptando y evaluando su orientación sexual”. La Iglesia enseña de manera reiterada y secular que la orientación homosexual, aunque no se concrete en actos homosexuales, es intrínsecamente desordenada. No es una orientación que pueda “aceptarse”, porque constituye un desorden inaceptable y en todo caso, si es posible, se ha de rectificar; y tampoco es necesario “evaluarla”, porque eso ya lo ha hecho el Catecismo de la Iglesia Católica y de modo negativo.
Saludos.
Me pregunto entonces ¿puede considerarse vigente o existente un matrimonio en el cual resultan imposibles de cumplir todas las obligaciones, derechos, vivencias, etc, etc, etc, que le son propias?
¿Tiene sentido guardar fidelidad a un esposo/a que no tiene ningún interés ni el más mínimo deseo de que su "ex" cumpla con dicho deber, sino que además pretende mantenerlo lo más lejos posible incluso recurriendo a instancias judiciales como aquellas que prohíben acercarse a determinada distancia?
El deber de fidelidad, creo yo, no se reduce a evitar mantener relaciones sexuales y afectivas con un tercero además del cónyuge. Sino que supone que ellas se ejercen plenamente con el mismo. Y cuando ese ejercicio se torna imposible de toda imposibilidad, entonces la fidelidad se vuelve un deber que se puede cumplir solamente en parte.
Digo, es sabido que muchos viudos o viudas han elegido mantener la fidelidad a su compañero de vida aún después del fallecimiento de los mismos, aún con plena conciencia de que ese deber quedaba caduco con dicha muerte. Obviamente, esta fidelidad "plus" se reduce a no contraer nuevo matrimonio ni relación afectivo sexual con ninguna otra persona.
Mi razonamiento es el siguiente: si esa fidelidad "extra" es considerada absolutamente innecesaria para el caso ¿no podría considerarse del mismo modo para los casos que menciono, donde existiría plena analogía con situaciones de viudez?
Todo esto considerando que la persona en estado de separación real y efectiva, sin posibilidad alguna de recomposición, sea incapaz de vivir en la castidad que supone mantener la fidelidad a su cónyuge "que ya no está presente ni lo estará nunca más" (analogía con la muerte), por carecer de la gracia y la vocación necesarias para llevar esa forma de vida.
¿Qué sentido tendría semejante sacrificio si la persona beneficiaria no lo aprecia ni lo valora, ni le importa, ni está presente ni nada de nada?
¿El matrimonio ha sido instituido para el hombre o el hombre para el matrimonio? Yo estoy convencido de lo primero, del mismo modo que lo era el sábado para los judíos.
Pienso que si uno se ciñe a la letra fría de una norma y no a su espíritu, entonces puede caerse en una rigidez extrema que en algunos casos puede resultar hasta irracional. Hasta el mismísimo mandamiento absoluto "NO matarás" admite excepciones que son plenamente justificadas y racionales. Y esto es así a pesar de que Cristo mandó a ofrecer la otra mejilla, a amar a los enemigos, impidió que Pedro ejerciera legítima defensa cuando lo fueron a apresar injustamente, e incluso él mismo entregó su propia vida a quienes lo querían matar, sin oponer resistencia alguna.
Espero que puedan responder mis dudas. Gracias.
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La primer dificultad es que cuando alguien muere de verdad, es claro que el que murió fue él y no su cónyuge. Pero en una separación de cónyuges que siguen ambos con vida, daría en muchos casos para largas discusiones determinar cuál de los dos se debe considerar muerto.
Y si se opta salomónicamente por matarlos en forma simbólica a los dos, luego el problema es que habría que registrar en los libros el matrimonio de alguien, luego de registrada su defunción, o su equivalente simbólico, que también debería quedar registrado en alguna parte.
O bien, ninguno de los dos, en tanto que difunto, podría volver a casarse.
Incluso si al final se pudiese establecer que el muerto simbólico es uno de ellos y no el otro, el asunto es que parece que el primero sí que no podría volver a casarse.
Intuyo que ésta tal vez fue una de las razones por las que el Señor quiso que el término del vínculo matrimonial fuese la muerte real y física de uno de los contrayentes.
Además, no quedaría muy bien que un tribunal eclesiástico decretarse la muerte simbólica de un bautizado o de una bautizada todavía vivitos y coleando.
Me imagino que los directivos de los medios de comunicación anticatólicos organizarían peregrinaciones de acción de gracias a algún Santuario si se aprobase algo así, que les daría material para años enteros.
Por eso “hasta que la muerte los separe”, quiere decir que en esta vida el matrimonio es indisoluble. Eso se entiende. Ahora bien, decir que es indisoluble pero puede disolverse en esta vida, hablando así en general y sin entrar en casos particulares de los que ya hemos hablando en el "post" anterior como los privilegios paulino y petrino, etc., es indistinguible de decir que no es indisoluble.
Porque en realidad, me parece que si en la vida matrimonial lo normal fuese que no hubiese problemas, capaz que salía sobrando el vínculo indisoluble. “Cónyuges” son los que llevan el mismo yugo, pero si hace falta un yugo, es porque es normal la tentación de salir corriendo en la dirección opuesta a la que lleve el otro miembro de la pareja.
El asunto es que uno se compromete libremente a asumir ese yugo, y como decía Chesterton: la libertad consiste en la capacidad de comprometerse en forma irrevocable.
Como dice el chiste de aquella señora católica: “¿Divorciarme de mi marido? Jamás me pasó por la cabeza. Matarlo sí, lo pensé muchas veces”. Sincera y ortodoxa, además, tener tentaciones es normal, lo malo es consentir a las mismas.
En cuanto al quinto mandamiento, no admite excepciones si se lo formula bien: “no matarás al inocente”. Esto es así, porque lo que los mandamientos prohíben son acciones intrínsecamente malas, y las acciones intrínsecamente malas no pueden ser realizadas nunca, bajo ninguna circunstancia, de modo que no puede haber excepciones al respecto.
Saludos cordiales.
El Jesús en que dicen creer, no es Dios, pues están convencidos que lo que el enseño está sujeto a evolución, reinterpretación, actualización, etc., y lo que dice el evangelio y la iglesia sobre el pecado, la castidad, la sexualidad, simplemente les da hasta vergüenza.
La falta de fe trae consigo casi de cajón una necesidad de ser aceptado por el mundo al cambiar los valores, moral y doctrina cristianas, por algo que tenga mas aceptación social y los haga más populares, lo cual, falsamente, creen llenara ese vacío en sus almas que ha dejado la falta de fe en Dios.
Solo queda rezar por la Iglesia, por los obispos aun fieles, por los que han dejado de serlo, y por el papa, para que "la fe de Pedro no desfallezca".
Espero que se haga y que se pueda debatir con total libertad, sin censura, pero con reglas, admitiendo, entre otros, los previsibles comentaristas lefebvrianos, filo-lefebvrianos, marxistas y afines, además, naturalmente, de los católicos, a quienes parece que nos quieren echar de nuestra propia casa.
Es muy necesario que los pastores hablen ahora alto y claro, pues están en juego cuestiones fundamentales.
Si esto se concreta, con todo el miedo que cabe en mi cuerpo, creo que vamos a entrar directamente a los tiempos finales.
Kyrie, eleison ...
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La Iglesia siempre ha estado metida en alguna crisis, si miramos su historia. El episodio de la barca de Pedro en los Evangelios habla justamente de eso, en forma profética. ¡Señor, Señor! ¿No te importa que perezcamos? - ¡Hombres de poca fe!. Pidamos al Señor que aumente nuestra fe. La Iglesia es indefectible: "non praevalebunt".
Saludos cordiales.
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Esto es lo que nos hace falta. Los documentos son muy bonitos, pura teoría, ¿y la práctica qué?. Yo espero propuestas concretas, que se puedan llevar a cabo, pero que ¡hagamos algo!, todos tenemos compromiso en llevar el evangelio a esas personas que no viven en Gracia de Dios, no podemos desentendernos, pues faltaríamos a la misión que Nuestro Señor Jesucristo nos encomendó; necesitamos directrices y el ejemplo de nuestros pastores.
En la cuestión de las personas con tendencias homosexuales, yo no leo que se les aprueben sus actos desordenados en la Relatio; son problemas de interpretación, que primero Dios se matizarán. Sigamos orando por el Papa.
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Las soluciones ya están hace tiempo: la Encarnación, muerte y Resurrección del Hijo de Dios, la gracia, los sacramentos, la Iglesia, la predicación del Evangelio, el testimonio de los santos, la Palabra de Dios en la Escritura, la intercesión de la Virgen y de todos los santos; el Cuerpo y la Sangre del Señor; es apabullante si nos ponemos a pensar en el diluvio de gracias que Dios ha derramado y derrama sobre nosotros.
Más todavía: la maravillosa doctrina cristiana fundada en la Revelación divina que es como la luz que alumbra en la oscuridad y que al cabo de dos mil años ha alcanzado un nivel de profundidad y coherencia en su exposición que es absolutamente inigualable.
No tenemos excusa por no ser santos, y si lo fuésemos, todos estos problemas desaparecerían. Pero el remedio para nuestra falta de santidad no es corromper la doctrina revelada.
En la Relatio no se habla de actos homosexuales, ni para aprobarlos ni para condenarlos. Sí se habla de "aceptar la orientación sexual" de los homosexuales, cosa incompatible con la doctrina católica como digo en el "post".
Saludos cordiales.
¿Tan limitada ha sido la agenda que han tratado en el sínodo?
De este documento podría pensarse que solamente el Cardenal Kasper ha estado presente. ¿Ha sido acaso él mismo quien ha redactado el documento? Veo que el documento se centra en los mismos temas que Kasper ha propuesto no hace mucho en los medios, y hace uso del mismo lenguaje buenista, ambiguo y prácticamente avergonzado de la doctrina de la Iglesia, y de palabras como "pecado", "arrepentimiento","enmienda" etc.
¿Acaso no se han tratado otros temas? ¿Acaso el sínodo no era para discutir temas pastorales relacionados con la familia? Esto fue lo que se dijo antes y fue la intención que el Santo Padre expresó. Pareciera que en realidad fue una reunión para buscar la retórica adecuada para cambiar la doctrina de la Iglesia de manera más o menos disimulada en temas como la sexualidad, el sexto mandamiento, la eucaristía, el pecado mortal, etc.
Por otra parte, los cardenales y obispos fieles, ¿no estaban ellos presentes? Porque si es así, ¿Por qué han dejado que un puñado de temas, propuestos por mundo, no por la Iglesia, secuestraran un sínodo sobre la familia cristiana?
Si no ha sido así, y el documento emitido ha sido manipulado y parcializado para hacer parecer que el sínodo fue lo que no fue, y hacer creer que la doctrina de la Iglesia sobre algunos temas ha sido cambiada o relativizada. ¿Por qué varios días después nadie con autoridad en la Iglesia ha corregido / aclarado de manera oficial los mensajes falsos y/o ambiguos del documento? ¿No es posible retirarlo hasta que sea corregido?
Que haya quienes intentando pasarse de listos pretendan pasar por doctrina o moral cristiana cosas que no lo son, no es nada nuevo, lo que extraña es la pasividad en la reacción, como si el Vaticano estuviera de acuerdo, o al menos considerando las ideas del documento. Bravo por aquellos obispos, sacerdotes y laicos que rápidamente han reaccionado. Lo único positivo que puedo concluir luego del escándalo de este documento, es que podemos confirmar sin lugar a dudas de que los lobos ya están en el rebano y son mas de los que creíamos. Lo peor, es que ahora ya ni les preocupa disfrazarse de ovejas, pues parecen no necesitarlo ante la pasividad, lentitud, vacilación, duda con que aquellos responsables de preservar el rebano actúan o dejan de actuar.
Lo nos queda, Oración, penitencia, sacramentos…. parece que hemos llegado al punto en que lo queda es una intervención divina, ante la debilidad que los hombres que Dios ha elegido para pastorear su Iglesia y su mayor amor por el mundo que por el Reino de Dios.
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Si, algún daño ya está hecho, pero es verdad que estamos todavía en una fase preparatoria, y que ahora depende un poco de todos nosotros, diversamente, claro, que las cosas lleguen a buen puerto. Al menos podemos hacer un esfuerzo por vivir un poco más cristianamente estos días, con la ayuda de la gracia de Dios, como Ud. dice, rezar, ofrecer sacrificios, frecuentar los sacramentos. Hablar, también, si es necesario.
Dios está "interviniendo" siempre, a cada instante. Y ya sabemos que llevamos un tesoro en vasos de barro y que los grandes héroes de la fe de todos los tiempos han sido hombres y mujeres llenos de defectos y fragilidades, pero habitados por el Espíritu Santo.
Además, recordemos que la "Relatio" ha sido en cierto sentido ya desautorizada por el comunicado posterior del Servicio Informativo.
Saludos cordiales.
Respecto de tu pregunta:
¿El matrimonio ha sido instituido para el hombre o el hombre para el matrimonio?...
Me parece que al formularla, se obvia que el matrimonio es uno de siete sacramentos, instituidos por Cristo.
Ahora, si en lugar del matrimonio se sustituyera cualquier de los otros seis sacramentos, por ejemplo, el de la Eucaristía, tu pregunta sonaría así:
¿La Eucaristía ha sido instituida para el hombre o el hombre para la Eucaristía?...
Pregunto ahora si tu respuesta: "Yo estoy convencido de lo primero..."
podría ser la que un cristiano esperase.
Creo que no
Saludos.
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Como incomodidad, la verdad que sí, basta recorrer un poco la "web" para constatar una muy grande incomodidad. En cuanto al punto que le ha causado "interés" no logro identificar en qué consiste.
Saludos cordiales.
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Nestor.
"Porque, repito, lo que está en juego aquí no es solamente la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio, sino la doctrina católica sobre la sexualidad en general, sobre la persona humana en su dimensión sexual, sobre la moralidad de los actos humanos en el terreno de la sexualidad, y concretamente, sobre la homosexualidad."
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No puedo estar más de acuerdo. Lo que está en juego es la doctrina sobre la sexualidad, y particularmente opinaría que incluso más allá de eso la propia concepción de ser humano. El tema de la sexualidad es una punta de lanza que se utiliza a modo de zapa para ir cambiando el concepto de ser humano, por eso hoy en día se le da tanta importancia. Así al menos lo veo yo. El aborto también lo entiendo relacionado con ésto, así como la preponderancia del sentimentalismo sobre las virtudes teologales y cardinales y el discernimiento teológico y filosófico.
Se ve hasta en la redacción de los textos, como muy hábilmente advierte en mas de una ocasión. El lenguaje del relativismo.
Me queda una duda. Respecto a: "una mayor apertura a las condiciones bien precisas cuando se trata de situaciones que no pueden ser disueltas sin determinar nuevas injusticias y sufrimientos"
Entiendo que se están refiriendo a los hijos de una segunda pareja. No conozco cual es la respuesta doctrinal a este respecto aunque imagino que será un tema ya suficientemente contestado.
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Néstor:
Es evidente que siempre hay obligaciones de justicia para con los hijos, sean de matrimonio legítimo o no. Es decir, se debe atender a su manutención, educación, salud, etc.
Eso no quiere decir, entiendo, que se deba convivir necesariamente con ellos, si no son fruto del matrimonio legítimo.
Se puede pensar en vivir como "hermano y hermana" con la nueva pareja, y entonces sí, convivir con los hijos de esa unión adulterina.
Pero si esa alternativa no se ve viable, entonces no tiene sentido continuar en una situación de pecado con la finalidad de hacer un bien a los hijos. No se debe hacer el mal para que venga el bien, y el fin no justifica los medios.
De entrada se le está dando a esos niños el mal ejemplo del adulterio y de una visión equivocada del matrimonio como algo que se puede disolver por los "fracasos".
Saludos cordiales.
Y me impresiona que los venerables padres sinodales no hayan previsto semejante desbarajuste. Lo cual parece indicar o una ingenuidad extrema sobre las reacciones de los "mass - media", o bien una intención expresa de que se "arme el avispero", cosa tampoco digna de maestros de la fe, que tanto han de estar al tanto de la malicia de gran parte del mundo al que se dirijen, como de que jamás quede empañada la claridad y seguridad de la doctrina y moral de la Iglesia católica.
Siempre hay que esperar del que prometió "estar con nosotros hasta el fin del mundo" ( Mt 28, 20), pero...a Dios rogando y con el mazo dando.
¿No ha decaído notablemente la profundidad y claridad teológica de estos pastores y sus asesores? ¿Por qué, si dicen que la mayoría no acepta semejantes sandeces, no se han recogido sus voces de modo más nítido? ¿No se enteran de críticas, que no son mero chismerío, como las que se exponen, por ejemplo aquí, para nada deleznables (P. Iraburu, Néstor y otros)?
Se ha de esperar que voces como las de los cardenales Ruini, Burke, Müller, los obispos polacos, sean tenidas más en cuenta, pero no como algunas entre tantas, sino como vencedoras del caos reinante.
Saludos cordiales.
Solo digo que es triste pensar que no todos los Obispos coinciden en asuntos como la comunión a los divorciados vueltos a casar y en las uniones gays.
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Es posible que yo haya sido lento para captar la ironía. Por ahora mantengo esta hipótesis.
Saludos cordiales.
Un análisis muy iluminador y oportuno.
Oremos y trabajemos por el único verdadero rebaño de Cristo, sin perder la fe, la esperanza y el amor.
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¡Es que si no nos reímos un poco...:)!
Saludos cordiales.
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Le aseguro que todo se ve muy distinto cuando se tiene la gracia de la fe. Además, esperar dos mil años para algunos ladrillitos, es casi un motivo de credibilidad.
Saludos cordiales.
Cristo murió en vano, porque todos somos pecadores y es imposible el arrepentimiento, no existe en el hombre ni la más miserable semilla de bondad.
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Un poco demasiado negativa su visión, no?
Saludos cordiales.
“Dentro de la Iglesia, y últimamente desde algunas de sus más altas esferas, «soplan vientos nuevos» que no son del Espíritu Santo.”
Y en esa misma carta agregaba después:
“La situación es gravísima y no soy yo el primero en advertir que desgraciadamente estamos frente al peligro de un gran cisma. Exactamente lo que el Señor y su Santísima Madre nos han prevenido en apariciones reconocidas y aprobadas por la autoridad de la Iglesia.
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Es lo propio de la Iglesia estar en peligro, como ovejas en medio de lobos. Es cierto que esta es posiblemente la crisis más grave de toda su historia, aunque ahí puede ser que haya algo de cronocentrismo.
Saludos cordiales.
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Si es por eso no hay problema, porque esa no es mi visión de las cosas, obviamente.
Saludos cordiales.
Depende de la voluntad de ellos el contraerlo o no, pero una vez contraído, ya no depende de su voluntad, por eso es “indisoluble”.
En efecto, si continuase dependiendo de la voluntad de los cónyuges, entonces para disolverlo bastaría que se pusieran de acuerdo. Pero entonces no sería “indisoluble”.
Ahora bien, cuando se dice que tras una separación definitiva cada cónyuge está “como muerto” para el otro, se está hablando precisamente de la voluntad de ambos cónyuges.
Se está diciendo que no quieren saber nada el uno del otro, no quieren reconciliarse, no quieren perdonarse, no quieren reunirse.
En efecto, eso de que “no pueden” no se puede tomar al pie de la letra. El tema de fondo es que no quieren, sin duda que debido a grandes heridas que les hacen muy difícil tomar la decisión contraria. Pero no se puede sostener que han perdido el libre albedrío respecto de ese tema.
Menos aún si se toma en cuenta, como se debe, la obra de la gracia divina.
En esa situación, es claro que ambos estarían de acuerdo en disolver el vínculo matrimonial.
Por tanto, si esa situación bastase para considerar disuelto el vínculo, entonces es que el vínculo matrimonial no es indisoluble.
Lo cual es contrario a la fe católica.
En cambio, la muerte real y física es algo de suyo independiente de la voluntad de los cónyuges. Más allá de que hubiese suicidio de por medio o no, el hecho es que la separación se debe allí a un hecho objetivo, la desaparición física de uno de ellos, no a un acto de la voluntad de cualquiera de ellos o de ambos.
En efecto, podría ser que en el momento de dispararse a la cabeza el arma no funcionase. Ahí estaría la voluntad de morir, pero no la muerte efectiva. Y no se produciría por ello “viudez” alguna.
Saludos cordiales.
Cuando alguien fracasa, es porque no logra alcanzar un determinado objetivo. Y eso sucede por factores ajenos a su voluntad. Si me dirijo a Roma y no llego, puede ser por dos razones: porque decido al final no ir, o porque sigo queriendo ir pero factores independientes de mi voluntad me lo impiden.
En el segundo caso puedo hablar de “fracaso”, en el primero, no.
En el matrimonio, el objetivo es la fidelidad matrimonial “hasta que la muerte los separe”. Pongámonos en el peor caso posible: el cónyuge inocente que sufre el abandono del otro. Hasta ahí, nada depende, supongamos, de su voluntad, eso sí se puede considerar “fracaso”.
Pero que él, el inocente abandonado, se una a otra persona o no, sí depende de su voluntad. Eso no es parte del “fracaso”.
Ese último resto del matrimonio no ha fracasado aún mientras él permanece fiel a la indisolubilidad de la unión, y cuando deja de guardar esa fidelidad, ya no puede hablarse de “fracaso”, porque eso sí depende de su voluntad.
Y obviamente, esa fidelidad incluso en medio de la separación no es solamente un asunto entre los dos esposos. Si fuese así no habrá indisolubilidad alguna. Hay un Tercero involucrado, que es Dios, autor de la naturaleza humana y por tanto, también de la institución matrimonial y de su indisolubilidad. Es a Él, ante todo, que se debe la fidelidad.
Y eso tampoco depende de si uno es creyente o no, porque igual se tiene la naturaleza humana creada por Dios por más ateo que se sea.
Saludos cordiales.
Porque está clarísimo que aplicado a estos casos y en el contexto de la mentalidad relajada reinante, la tal mención al "fracaso" tiene innegables connotaciones justificatorias del adulterio.
Si "fracaso" es no poder realizar los fines del matrimonio, ¿alguien en su sano juicio llamaría "fracasado" a un matrimonio sin hijos? Por supuesto que no, entonces queda clara la intencionalidad de sensibilizar la situación de aquéllos que han sido abandonado por su cónyuge, en el sentido de tender al adulterio.
Porque "fracaso matrimonial" en este tren tiene una frase hermana que lo complemente como anillo al dedo: "rehacer la vida". Otro eufemismo cuasi ridículo y absolutamente mentiroso, porque si de la vida eterna se trata, el adulterio la destroza.
Y si hablamos de esta vida, no es nada cómodo transitarla con el cartelito de "perjuro impenitente" colgado en la espalda.
O mejor dicho, en la conciencia.
Adonde pesa muchísimo más que en la espalda.
Querer utilizar a la Eucaristía como paliativo para ese cargo de conciencia, no sólo es demencial y anticatólico sino que a mí me parece también abiertamente blasfemo.
Tengo confianza en que todo esta confusión se va a aclarar, mantengamos la Esperanza y sigamos en oración.
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Por supuesto que se va a aclarar, con la gracia de Dios, que nunca le falta a su Iglesia. Pero Dios actúa mediante las causas segundas, también, o sea, nosotros. Así que ésta es la hora de denunciar con claridad y fuerza los intentos de corromper la fe católica.
Saludos cordiales.
Es mi deseo que este cimbronado tremendo que está sufriendo la Iglesia, sirva no sólo para conjurar los intentos de corrupción de la Doctrina, sino también para sepultar definitivamente de universidades, seminarios y publicaciones católicas a la mala filosofía, que frutos tan amargos y peligrosos es capaz de parir.
Como visto está.
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Gracias, edité una parte para no agravar las cosas.
Saludos cordiales.
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Evangelio sin doctrina y sin dogma no existe, es todo caso será protestante, no católico. Por eso no se lo puede poner "primero", sería como decir la cabeza primero y el resto del cuerpo después.
Sin doctrina y sin dogma el "evangelio" termina siendo "lo que se me canta".
Saludos cordiales.
Hay solteros, que son novios y que viven como esposos comprometidos. Pero que no han recibido la bendición de un sacerdote en la Iglesia. A esos imagino que los llama usted concubinarios.
Si esos novios se han comprometido para siempre el uno con el otro y ambos al hacerlo eran solteros ¿ estamos hablando de matrimonio o de concubinato?
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Para un bautizado en la Iglesia Católica, como se dice en el Código de Derecho Canónico en los cánones 1108 - 1127, sólo es válido el matrimonio contraído según la "forma canónica", lo que vulgarmente se conoce como "casarse por Iglesia".
Aquí se explica con más detalle:
http://www.enciclopedia-juridica.biz14.com/d/forma-canonica-del-matrimonio/forma-canonica-del-matrimonio.htm
Por tanto, faltando esa condición el matrimonio no es válido y la unión es concubinaria.
Saludos cordiales.
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En principio, eso depende de si alguno de ellos es bautizado o no, porque para el bautizado y católico el único matrimonio válido es el sacramental y según la forma canónica, salvo los casos especiales en que han recibido una dispensa de la Iglesia para casarse solamente por civil, por alguna razón.
O sea que si al menos uno de ellos es bautizado católico, salvo el caso ya dicho, es concubinato. Si ninguno es bautizado, puede ser un matrimonio válido, porque el matrimonio sacramental es solamente para los bautizados, si no son bautizados, se trata del matrimonio simplemente natural, que puede realizarse en un matrimonio meramente civil.
Saludos cordiales.
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