Gracia y libertad III
Es hora de atender a la pregunta por la voluntad salvífica universal en Dios, que es un dato de fe, según aquello de San Pablo: “Dios quiere que todos los hombres se salven, y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2, 3-4).
Todos los subrayados son nuestros.
Dice el Magisterio de la Iglesia:
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CONCILIO DE QUIERZY, 853 (Contra Gottschalk y los predestinacianos)
“D-318 Cap. 3. Dios omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven [1 Tim. 2, 4], aunque no todos se salvan. Ahora bien,que algunos se salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se pierden.”
“D-319 Cap. 4. Como no hay, hubo o habrá hombre alguno cuya naturaleza no fuera asumida en él; así no hay, hubo o habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo Jesús Señor nuestro, aunque no todos sean redimidos por el misterio de su pasión. Ahora bien, que no todos sean redimidos por el misterio de su pasión, no mira a la magnitud y copiosidad del precio, sino a la parte de los infieles y de los que no creen con aquella fe que obra por la caridad [Gal. 5, 6]; porque la bebida de la humana salud, que está compuesta de nuestra flaqueza y de la virtud divina, tiene, ciertamente, en sí misma, virtud para aprovechar a todos, pero si no se bebe, no cura.”
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CONCILIO DE TRENTO, 1545-1563. XIX ecuménico (contra los innovadores del siglo XVI). SESION VI (13 de enero de 1547). Decreto sobre la justificación
“D-794 De ahí resultó que el Padre celestial, Padre de la misericordia y Dios de toda consolación [2 Cor. 1, 3], cuando llegó aquella bienaventurada plenitud de los tiempos [Eph. 1, 10; Gal. 4, 4] envió a los hombres a su Hijo Cristo Jesús [Can. 1], el que antes de la Ley y en el tiempo de la Ley fue declarado y prometido a muchos santos Padres [cf. Gen. 49, 10 y 18], tanto para redimir a los judíos que estaban bajo la Ley como para que las naciones que no seguían la justicia, aprehendieran la justicia [Rom. 9, 30] y todos recibieran la adopción de hijos de Dios [Gal. 4, 5]. A Este propuso Dios como propiciador por la fe en su sangre por nuestros pecados [Rom. 3, 25], y no sólo por los nuestros, sino también por los de todo el mundo [1 Ioh. 2, 2].”
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CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
“605 Jesús ha recordado al final de la parábola de la oveja perdida que este amor es sin excepción: “De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos pequeños” (Mt 18, 14). Afirma “dar su vida en rescate por muchos“ (Mt 20, 28); este último término no es restrictivo: opone el conjunto de la humanidad a la única persona del Redentor que se entrega para salvarla (cf. Rm 5, 18-19). La Iglesia, siguiendo a los Apóstoles (cf. 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2), enseña que Cristo ha muerto por todos los hombres sin excepción: “no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo” (Concilio de Quiercy, año 853: DS,624).”
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Los datos de la Revelación que hay que conciliar aquí son:
1) Dios quiere que todos los hombres se salven.
2) Dios es Omnipotente, es decir, basta con que quiera en forma absoluta que algo se realice, para que ello se realice.
En efecto, aquello cuya contradictoria es falsa, es verdadero. Pero la proposición “El Omnipotente quiere algo en forma absoluta y ese algo no se realiza” es falsa. Por tanto, la proposición “Si el Omnipotente quiere algo en forma absoluta, ese algo se realiza”, es verdadera.
La Menor : Si el Omnipotente quiere algo en forma absoluta y ese algo no se realiza, es porque hace falta alguna condición más para que se realice. Esa condición, o depende de la voluntad absoluta del mismo Omnipotente, o no.
Pero es imposible que esa condición dependa de la voluntad absoluta del mismo Omnipotente, porque entonces éste la habría producido, dado que quiere en forma absoluta la cosa condicionada por ella, y entonces la cosa en cuestión sí se habría realizado.
Por tanto, será algo que no depende de la voluntad absoluta del Omnipotente.
Pero es imposible que haya algo cuya realización no dependa de la voluntad absoluta del Omnipotente, porque entonces sería posible que el Omnipotente no quisiera, absolutamente, que ese algo existiese, y sin embargo, sí existiese, lo cual va contra la Omnipotencia.
3) Algunos se condenan.
¿Cómo resolver la aparente contradicción entre las dos primeras afirmaciones, por un lado, y la tercera, por otro?
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Históricamente, algunas herejías han querido conciliar estas verdades al modo herético, es decir, negando alguna de ellas.
Para los calvinistas, jansenistas y predestinacionistas de diversas clases, por ejemplo, no es verdad que Dios quiera que todos se salven, y Cristo no murió por todos los hombres. Lo cual es herejía.
Para los origenistas, no es verdad que algunos se condenen eternamente, al final, todos se salvan, incluidos los demonios. Lo cual es contrario a la fe.
No podía faltar tampoco la negación más o menos velada de la Omnipotencia divina. Según esto, Dios quiere que todos se salven, y de su parte, predestina a todos a la salvación, pero los que se condenan hacen fallar la predestinación divina.
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Algo así dice el P. Le Guillou (El misterio del Padre, Encuentro, Madrid, 1998, edición original francesa de 1973):
“…no hay que entender esta elección como una decisión arbitraria en virtud de la cual Dios separaría a algunos hombres excluyendo a otros que no se beneficiarían de ninguna elección. No, la elección divina en la que Dios ha diferenciado previamente a los hombres es una filiación de gracia que envuelve a todos, a partir del Elegido por excelencia que es el Hijo encarnado.” (pp. 86 – 87)
“Estamos por tanto, muy lejos de la idea de una universal e incondicional restauración en Cristo de la humanidad caída: la recapitulación redentora no llega a un restablecimiento completo de todos los hombres e incluso del mismo Satán, en el estado original de la creación (apocatástasis) (…) no les quita la libertad de rechazar el amor que les ha precedido (…) El corazón más misterioso del sacrificio del Cordero, su kénosis más secreta consiste en la parte de fracaso eventual que asume libremente. Allí donde está en juego una libertad humana en perdición, y sin embargo, susceptible de salvación, sólo puede ser eficaz por parte del Siervo doliente una recuperación del interior que excluya toda manipulación e implique, por tanto, la posibilidad de fracasar hasta en la incondicionalidad del sacrificio". (p. 88).
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Le Guillou podría replicar que la Omnipotencia divina se manifiesta aquí justamente en la capacidad de hacerse impotente ante el rechazo del hombre, o sea, que en este caso, no baste con que Dios quiera algo (la salvación del hombre) para que ese algo se realice.
Pero eso sí que sería jugar con las palabras. La Omnipotencia divina no se extiende a lo contradictorio, y es contradictorio que el Omnipotente no sea Omnipotente o sea impotente.
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Otros dicen: Dios quiere que todos los hombres se salven, y ofrece la salvación a todos, luego, usando su libre albedrío, algunos la aceptan y otros no, sin que Dios haga nada más.
Aquí queda de nuevo en entredicho la noción de la “omnipotencia” como aquella cualidad por la que basta con que Dios quiera algo en forma absoluta para que ese algo se realice.
Se podría decir: “Dios ha querido en forma absoluta que cada uno elija libremente”.
Pero entonces no ha querido en forma absoluta que todos se salven, lo cual, como diremos enseguida, o es lo mismo que decir que ha elegido a los que se han de salvar, o implica negar la Omnipotencia divina.
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Se podría insistir diciendo que Dios puede querer algo a la vez en forma absoluta y condicional: que X se salve si X responde positivamente a la gracia.
Lo querido absolutamente aquí sería el condicional entero, mientras que el consecuente del mismo (“X se salva”) sólo se lo querría condicionado al antecedente (“X responde positivamente a la gracia”).
La elección y predestinación divina también serían condicionales, a la vez que universales: para todos Dios querría absolutamente la salvación en caso de que la aceptaran libremente.
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Pero a esto se responde: Esa aceptación libre misma, ¿Dios la quiere o no la quiere?, y si la quiere, ¿la quiere también en forma condicional o en forma absoluta?
Si la quiere en forma condicional: ¿a condición de qué?
Y de todos modos, no es posible que todas las condiciones las quiera también condicionalmente, porque se entraría en un “regressus ad infinitum”; deberá llegar a una condición que quiera en forma absoluta, y que por tanto se cumpla infaliblemente por el solo querer divino, y que por tanto, haga cumplirse infaliblemente a todas las otras condiciones.
En esta hipótesis todos deberían salvarse, porque en todos los casos la serie de las condiciones de la salvación de cada uno terminaría en una condición querida por Dios absolutamente.
Lo cual es contrario a la fe.
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En esta hipótesis, además, Dios quiere que todos los hombres se salven, pero de ese querer divino no se sigue necesariamente que algún hombre se salve, eso dependerá de si algún hombre acepta el llamado de Dios, siendo compatible con ese querer divino el que de hecho ningún hombre se salve.
Dios es Omnipotente, se dirá, pero libremente determina no querer en forma absoluta la salvación de los que se salvan, sino dejarla supeditada al hecho de que quieran aceptar el llamado divino.
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Pero esto es imposible. Dios puede querer algo en forma no absoluta, pero no es posible que de ese modo quiera algo que efectivamente se realiza fuera de Dios.
Porque en la hipótesis de que lo que Dios quiere en forma absoluta pudiese no realizarse supuesto que Dios lo quiere, si ese algo se realiza, se realizaría en todo caso independientemente de la Voluntad divina, pues en esta hipótesis dicha Voluntad es exactamente la misma en el caso en que la cosa se realiza y en el caso en que no se realiza.
Pero va contra la Omnipotencia divina que algo se realice fuera de Dios con independencia de la Voluntad divina. Porque entonces podría ser que Dios con voluntad absoluta quisiese que algo no existiese, y que ello existiese, lo cual es claramente incompatible con la Omnipotencia.
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¿Y si dijésemos simplemente que Dios quiere la salvación de todos los hombres en forma no absoluta, aunque tampoco condicional?
Pero lo que se quiere, o se quiere absolutamente, o se quiere bajo cierta condición.
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Por tanto, si aceptamos a la vez la voluntad divina salvífica universal, la Omnipotencia divina, y la condenación de algunos, se sigue que Dios ha querido absolutamente solamente la salvación de los que de hecho se salvan, de modo que la elección divina de los que se han de salvar y su predestinación, que son verdades reveladas y de fe, pueden conocerse también por vía de conclusión lógica a partir de aquellas otras verdades.
En efecto, la única forma de entender que un Dios Omnipotente, al cual basta querer algo para realizarlo, y que quiere que todos los hombres se salven, contemple sin embargo de hecho la perdición de algunos, es si desde el principio la voluntad con que ha querido la salvación de los que de hecho se salvan es su única voluntad absoluta, en la cual ha comprometido efectivamente su Omnipotencia, lo cual equivale a decir que ha elegido para la salvación a los que de hecho se salvan, y no ha elegido para la salvación a los otros.
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Aquí se puede objetar que hemos dicho que Dios no puede dejar de ser Omnipotente, y ahora decimos que a veces la Voluntad divina puede querer en forma no omnipotente, lo cual parece ser una contradicción.
Pero que la Voluntad divina sea siempre Omnipotente no quiere decir que todo acto, según nuestro modo de conocer, de esa Voluntad divina deba ser Omnipotente.
Bastaría para ello con que la Omnipotencia sea el atributo de cierta clase especial de actos de la Voluntad divina, la cual siempre estaría en condiciones de poner esos actos, pero pudiendo también tener otros actos que no tengan ese atributo de la Omnipotencia.
Dado que la Omnipotencia divina es aquel atributo por el cual lo que Dios quiere en forma absoluta no puede no realizarse, cuando hablamos de una voluntad divina condicional no estamos hablando de un querer divino que ponga en juego el atributo de la Omnipotencia.
Con esto bastaría para rechazar la tesis de Le Guillou según la cual la Omnipotencia divina falla a veces.
Obviamente que toda esta distinción entre diversos actos de la Voluntad divina se toma solamente por los diversos términos u objetos creados de esos actos, no porque haya alguna multiplicidad en la Voluntad divina misma y en su acto, que son realmente idénticos a la Esencia divina única, inmutable y eterna.
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Respecto de la elección y predestinación, el Magisterio de la Iglesia enseña:
ADRIANO I, 772-795. Sobre la predestinación y diversos abusos de los españoles [De la Carta Institutio universalis, a los obispos de España, del año 785]
“D-300 (…) Porque, en realidad, ninguna razón son capaces de dar ni de recibir, ignorando la sentencia del bienaventurado Fulgencio… [contra cierto pelagiano]: «Luego Dios preparó las obras de misericordia y de justicia en la eternidad de su inconmutabilidad… preparó, pues los merecimientos para los hombres que habían de ser justificados; preparó también los premios para la glorificación de los mismos ; pero a los malos, no les preparó voluntades malas u obras malas, sino que les preparó justos y eternos suplicios. Esta es la eterna predestinación de las futuras obras de Dios y como sabemos que nos fue siempre inculcada por la doctrina apostólica, así también confiadamente la predicamos…».”
Aquí se alude a la distinción entre ambas “preparaciones”: en el caso de los justos, los mismos “merecimientos” son “preparados” por Dios “para los hombres que habían de ser glorificados”, de lo cual se sigue que la predestinación de los justos es anterior a la previsión de sus méritos.
O al menos, dicha sentencia se acuerda más espontáneamente con el texto, sobre todo si atendemos a la distinción que el texto establece entre “merecimientos” y “premios”, ambos “preparados” previamente, y por tanto, gratuitamente, por Dios, pero los segundos, claro está, en relación con los primeros.
En el caso de los réprobos, por el contrario (véase la expresión adversativa “pero”) no hay preparación de los deméritos o culpas, sino solamente del castigo correspondiente, que es querido por tanto “post praevisa demerita”, con posterioridad a la previsión de esas culpas.
Véase además el carácter tradicional de la doctrina enseñada según la última frase del párrafo.
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CONCILIO DE QUIERZY, 853 (Contra Gottschalk y los predestinacianos)
“D-316 Cap. 1. Dios omnipotente creó recto al hombre, sin pecado, con libre albedrío y lo puso en el paraíso, y quiso que permaneciera en la santidad de la justicia. El hombre, usando mal de su libre albedrío, pecó y cayó, y se convirtió en «masa de perdición» (5) de todo el género humano. Pero Dios, bueno y justo , eligió, según su presciencia, de la misma masa de perdición a los que por su gracia predestinó a la vida [Rom. 8, 29 ss; Eph. 1, 11] y predestinó para ellos la vida eterna; a los demás, empero, que por juicio de justicia dejó en la masa de perdición, supo por su presciencia que habían de perecer, pero no los predestinó a que perecieran; pero, por ser justo, les predestinó una pena eterna. Y por eso decimos que sólo hay una predestinación de Dios, que pertenece o al don de la gracia o a la retribución de la justicia.”
El Concilio de Quierzy, como su inmediato sucesor el de Valence, no es un Concilio Ecuménico, sino regional, pero ha servido de referente para la teología católica a lo largo de los siglos. En todo caso estamos aquí ante Magisterio Ordinario de la Iglesia.
A su vez, el Concilio de Valence, celebrado poco después, trató de equilibrar lo que veía como un excesivo “liberalismo” en la concepción de Quierzy:
III CONCILIO DE VALENCE, 855 (Contra Juan Escoto)
“D-322 Can 8. Mas también sobre la predestinación de Dios plugo y fielmente place, según la autoridad apostólica que dice: ¿Es que no tiene poder el alfarero del barro para hacer de la misma masa un vaso para honor y otro para ignominia? [Rom. 9, 21], pasaje en que añade inmediatamente: Y si queriendo Dios manifestar su ira y dar a conocer su poder soportó con mucha paciencia los vasos de ira adaptados o preparados para la ruina, para manifestar las riquezas de su gracia sobre los vasos de misericordia que preparó para la gloria [Rom. 9, 22 s]: confiadamente confesamos la predestinación de los elegidos para la vida, y la predestinación de los impíos para la muerte; sin embargo, en la elección de los que han de salvarse, la misericordia de Dios precede al buen merecimiento; en la condenación, empero, de los que han de perecer, el merecimiento malo precede al justo juicio de Dios.”
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En sustancia, ambos Concilios coinciden en afirmar una elección de los que se han de salvar, cuyo sujeto es Dios, que entonces predestina a los elegidos a la salvación, mientras que no hace lo mismo con los réprobos, que se condenan por sus culpas.
Pero el lenguaje de la “doble predestinación” tal como se emplea en el Concilio de Valence no ha pasado a la teología ni al Magisterio posterior de la Iglesia.
En revancha, el Concilio de Valence plantea mejor la diferencia entre el caso de los elegidos y el de los réprobos: en el primer caso la elección divina es anterior a la previsión de los méritos de la creatura (lo que podría tal vez ponerse en duda por alguna interpretación del “ según su presciencia ” de Quierzy ), en el segundo caso, la reprobación divina es posterior a la previsión de las culpas .
En esto concuerda con los textos de Adriano I y Quierzy arriba citados , y esto es lo que hace que el lenguaje de “doble predestinación”, en Valence , siendo así que no es seguido por la teología posterior (Santo Tomás de Aquino, por ejemplo) no sea sin embargo calvinista.
Ambos Concilios muestran una de las diferencias fundamentales con el calvinismo: si Dios “predestina” la pena eterna para los que se pierden, lo hace solamente sobre la base de la previsión de sus culpas, “post praevisa demerita”, y no predestina las culpas mismas , pues Dios no es autor del pecado.
Agreguemos además que mientras Quierzy afirma con fuerza la voluntad salvífica universal de Dios, como vimos al comienzo del “post”, Valence la niega, así como niega que Cristo haya muerto por todos los hombres.
En realidad, aquí se planteaba el problema de si Cristo había muerto por los que habían muerto en pecado e ido al infierno antes del sacrificio del Calvario. Según el punto de vista en que uno se coloque, por ejemplo, si se los considera en tanto que hombres o se los considera en tanto que condenados, se puede responder tanto afirmativa como negativamente.
En este último aspecto ha sido el Concilio de Quierzy el que ha anticipado la dirección posterior de la teología católica y el Magisterio de la Iglesia, al afirmar con fuerza la voluntad salvífica divina universal irrestricta , a pesar de que también usa el término “predestinar”, en otro sentido, en relación con los que se condenan.
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CONCILIO DE TRENTO, 1545-1563. XIX ecuménico (contra los innovadores del siglo XVI). SESION VI (13 de enero de 1547). Decreto sobre la justificación
“D-805 Nadie, tampoco, mientras vive en esta mortalidad, debe hasta tal punto presumir del oculto misterio de la divina predestinación, que asiente como cierto hallarse indudablemente en el número de los predestinados [Can.15], como si fuera verdad que el justificado o no puede pecar más [Can. 23], o, si pecare, debe prometerse arrepentimiento cierto. En efecto, a no ser por revelación especial, no puede saberse a quiénes haya Dios elegido para sí [Can. 16].”
“D-825 Can. 15. Si alguno dijere que el hombre renacido y justificado está obligado a creer de fe que está ciertamente en el número de los predestinados, sea anatema [cf. 805].”
“D-826 Can. 16. Si alguno dijere con absoluta e infalible certeza que tendrá ciertamente aquel grande don de la perseverancia hasta el fin, a no ser que lo hubiera sabido por especial revelación, sea anatema [cf. 805 s].”
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El Concilio de Trento da por supuesto en esta enseñanza suya y en estos cánones con anatema, que hay una elección divina y que esa elección no abarca a todos los hombres que de hecho han sido creados.
De lo contrario no tendría sentido decir que nadie puede tener certeza sin revelación divina especial de que pertenece al número de los elegidos.
Si Dios hubiese “elegido” a todos los hombres, y así constase en la Revelación divina, para tener esa certeza no haría falta ninguna revelación divina especial, sino solamente una mera explicitación lógica que ni siquiera llegaría a ser una verdadera deducción con interposición de un tercer término o “término medio”.
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CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
“600. Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de “predestinación” incluyendo en él la respuesta libre de cada hombre a su gracia: “Sí, verdaderamente, se han reunido en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, que tú has ungido, Herodes y Poncio Pilato con las naciones gentiles y los pueblos de Israel (cf.Sal 2, 1-2), de tal suerte que ellos han cumplido todo lo que, en tu poder y tu sabiduría, habías predestinado” (Hch 4, 27-28). Dios ha permitido los actos nacidos de su ceguera (cf. Mt 26, 54; Jn 18, 36; 19, 11) para realizar su designio de salvación (cf.Hch 3, 17-18).”
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La frase del Catecismo parece pensada para incluir tanto a tomistas como a molinistas: para los primeros, el designio eterno de Dios incluye la respuesta libre del hombre porque parte de ese designio es mover eficazmente a la voluntad humana para que dé esa respuesta libre.
Para los segundos, la incluye porque ese mismo designio eterno de Dios se ha formado sobre la base de la previsión divina, mediante la “ciencia media”, de quiénes serán los que responderán libremente en forma positiva a la oferta de la gracia.
En ambos casos, tanto en el tomismo como en el molinismo, se parte de la base de que Dios elige solamente a algunos, no a todos.
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Algunos dicen: Dios elige a los que se han de salvar, y los que se pierden se eligen a sí mismos para perderse.
En cierto sentido esto parece aceptable, siempre que se acepte también que la no elección divina es condición de posibilidad de la autoelección negativa de los que se condenan.
Porque “elegir” entre varios es tomar a unos de ellos y no a otros, o sea, tomar solamente a algunos de ellos, y en definitiva, estamos tratando de dar razón justamente de porqué algunos y no todos se salvan, y para eso es que nos tiene que servir el término “elección”.
Y no se puede solamente elegir a los que se salvan, sin por eso dejar de elegir a los que no se salvan, porque sería tomarlos sólo a ellos sin dejar de tomar a los otros. Lo cual es obviamente contradictorio.
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Otros dicen: Dios elige a todos, pero no todos se eligen para la salvación, es decir, la elección divina fracasa en algunos casos.
Aquí de nuevo, son los hombres los que se eligen, no Dios que los elige. Porque la voluntad humana es la que determina en última instancia si la elección divina fracasa o no fracasa.
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Otros responden:
La voluntad humana decide en última instancia en el caso de los que se pierden, pero la Voluntad divina es la que decide en última instancia en el caso de los que se salvan.
Y de nuevo, esto en todo caso puede decirse si al mismo tiempo se sostiene que la no elección divina es condición radical de posibilidad de la decisión negativa de los que se condenan.
De lo contrario tendríamos que en los casos en que decide la voluntad humana, la Voluntad divina había también elegido a esos hombres para salvarse, y entonces, fracasó, y entonces, al final es la voluntad humana la que hace fracasar o no a la elección divina, de modo que finalmente son los hombres los que se eligen a sí mismos para la salvación o la perdición.
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¿Se dirá que la voluntad humana hace fracasar la elección divina en el caso de los que se pierden, pero en el caso de los que se salvan es la Voluntad divina la que impide que la voluntad humana haga fracasar la elección?
Pero entonces, es claro que la Voluntad divina también podría haber impedido el fracaso de la elección en los casos en que efectivamente esa elección habría fracasado. Y que entonces, si no lo hizo, es porque no quiso hacerlo, o sea, porque sólo los que de hecho se salvan han sido elegidos por Dios eficazmente para salvarse.
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Si por “gracia eficaz”, entonces, entendemos, en un sentido minimalista, que pueden aceptar tanto tomistas como molinistas, aquella que va de hecho siempre e infaliblemente acompañada de la buena respuesta del libre albedrío del hombre, hay que reconocer, entonces, que al menos la gracia eficaz de la perseverancia final no es dada a todos los hombres.
Sin duda, al menos los que mueren tras haber llegado al uso de razón, si no reciben la gracia de la perseverancia final, se puede decir que es porque la han rechazado al rehusarse al arrepentimiento por sus pecados.
Pero arrepentirse también es un acto bueno del hombre, y por tanto, supone la gracia eficaz para el arrepentimiento.
La gracia eficaz, aún en el sentido minimalista en que la hemos definido recién, puede ser rechazada en sentido dividido, y eso alcanza para que no se pueda hablar de gracia irresistible como hacían los jansenistas, pero no en sentido compuesto, es decir, no puede ser que se reciba la gracia eficaz y no se realice el acto bueno correspondiente, porque eso implicaría que dicha gracia no iría siempre e infaliblemente unida al acto bueno de la creatura racional, lo que va contra la noción misma de “gracia eficaz” tanto para los tomistas como para los molinistas.
Para los molinistas, en efecto, el que rechaza la gracia del arrepentimiento es aquel que ha sido creado por Dios en aquellas circunstancias en las cuales por su “ciencia media” Dios había previsto que rechazaría la gracia suficiente, mientras que el acepta la gracia del arrepentimiento es aquel que ha sido creado por Dios en aquellas circunstancias en las que por su “ciencia media” Dios ha previsto que aceptaría libremente la gracia suficiente, convirtiéndola por ello en gracia eficaz.
En el sistema molinista se puede seguir hablando de “elección divina” al menos en este sentido: es Dios el que decide crear a uno en las circunstancias en que ha previsto que aceptaría la gracia, y no en las que ha previsto que no la aceptaría, y a otro en las circunstancias en que ha previsto que no aceptaría la gracia, y no en las que ha previsto que la aceptaría.
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¿Cómo se concilia la voluntad salvífica universal divina con el hecho de que la gracia eficaz no es dada, obviamente, a los que no cumplen los mandamientos, y sobre todo, no perseveran hasta el fin en la amistad con Dios, pues, por la misma definición de “gracia eficaz”, si les fuera dada la gracia eficaz de cumplir los mandamientos, los cumplirían, y si les fuera dada la gracia eficaz de perseverar hasta el fin, perseverarían?
Alguien podría decir: “Dios da a todos la gracia eficaz, pero no todos la reciben”. Pero eso implicaría que la gracia eficaz no es eficaz,pues “eficaz” quiere decir, por lo menos, que va unida de hecho, infaliblemente, con la correspondiente respuesta libre de la creatura.
Además, no se da propiamente, si el otro no recibe lo que se le da. Si intento dar algo a alguien y esta persona lo rechaza, intenté dar, pero no di.
Otros acusarán al tomismo de afirmar la “gracia irresistible” de los jansenistas. Pero no es así: la gracia eficaz no es irresistible, porque puede ser resistida por el hombre, si bien de hecho nunca lo es, sino que infaliblemente produce el acto bueno libre correspondiente.
Pero preguntarán de nuevo: ¿cómo entonces quiere Dios que todos los hombres se salven, si no da a todos la gracia eficaz?
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Habrá que distinguir, entonces, dos clases de voluntades en Dios: una que debido a la Omnipotencia divina se cumple infaliblemente, por la cual quiere la salvación de los que de hecho se salvan, y otra que no llega a cumplirse, por la cual quiere la salvación de todos .
Ésa es la solución que adoptan todos los que aceptan el carácter limitado de la elección divina y la infalibilidad de la predestinación de los elegidos. Entre ellos, los tomistas y los molinistas.
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La respuesta tomista se basa en la distinción entre “voluntad antecedente” y “voluntad consecuente”.
La voluntad antecedente es la que tiende a un objeto en sí mismo considerado, con independencia de toda circunstancia concreta de su realización. La voluntad consecuente es la que tiende a un objeto considerado en determinadas circunstancias existenciales concretas.
Ahora bien, nada existe de hecho sin unas circunstancias existenciales concretas. Por tanto, la única voluntad que produce de hecho un efecto en la realidad de las cosas, es la voluntad consecuente.
En el ejemplo que pone Santo Tomás, el juez que condena a un delincuente a la muerte, con voluntad antecedente, es decir, considerando al delincuente en cuanto hombre, sin atender a la circunstancia concreta de que ha cometido un delito penado con la muerte, quiere perdonarle la vida. Pero con voluntad consecuente, o sea, atendiendo al hecho de que ha cometido ese delito, quiere darle la sentencia de muerte. Y así es que el delincuente es ejecutado.
La voluntad antecedente es condicional: “si no fuese por tales y tales circunstancias concretas”.
La voluntad consecuente es absoluta, porque todas las circunstancias que podrían condicionar ese querer concreto vienen incluidas en el objeto mismo querido.
Aplicado a nuestro tema, eso quiere decir que Dios quiere con voluntad antecedente que todos los hombres se salven, y con voluntad consecuente, que se salven los elegidos y predestinados, que son los que de hecho se salvan.
Por eso da Dios a todos los hombres la gracia suficiente para que puedan cumplir con los mandamientos, porque Dios no manda lo imposible, y a los elegidos y predestinados, la gracia eficaz con la cual de hecho los cumplen y se salvan.
Nos referimos aquí ante todo a la gracia eficaz de la perseverancia final, o sea, de morir en gracia de Dios, sin pecados mortales no perdonados por la misericordia divina, lo cual comúnmente se hace por el sacramento de la reconciliación bien celebrado.
Porque evidentemente muchos que finalmente no se salvan reciben la gracia eficaz para hacer tal o cual obra buena meritoria de la vida eterna, pero luego caen en pecado mortal y mueren sin arrepentirse del mismo, de modo que se condenan.
Por lo tanto, la definición de la Omnipotencia divina debe decir en todo caso que es aquel atributo divino por el cual basta con que Dios quiera algo con voluntad consecuente, para que ese algo se realice.
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Por tanto, el hecho de que la Voluntad divina pueda querer algo sólo antecedentemente, y ello no realizarse, no va contra la Omnipotencia divina ni quiere decir que alguna vez la Voluntad divina deje de ser Omnipotente.
La Voluntad divina siempre es omnipotente, porque siempre puede querer consecuentemente, que es el querer divino que basta para que la cosa querida exista. No se sigue de ahí que todo lo que la Voluntad divina de hecho quiere deba quererlo consecuentemente , y por tanto, poniendo en juego su Omnipotencia.
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A todo esto se debe agregar lo dicho en el “post” anterior: no hay ser ni bien en la creatura que no procedan de Dios como de su Causa Primera.
En la hipótesis de que Dios ofreciese igualmente su gracia a todos y fuese la libre decisión de cada uno lo que lo distinguiese para la salvación o la condenación, esa libre decisión, en el caso de los que se salvan, es puramente ser y bien, y entonces, tiene que tener a Dios como Causa Primera.
Que por tanto ha decidido causarla en estos y no en los otros, puesto que estos tengan tal decisión favorable mientras que los otros no la tienen no depende de ninguna decisión previa de los que se salvan, ya que a su vez esa decisión previa debería ser igualmente efecto de Dios, y así “in infinitum”.
Y en el caso de los que se pierden, todo lo que hay de ser y de bien en el acto del pecado por el cual se apartan de Dios también tiene a Dios por Causa Primera, pero solamente permitiendo Dios aquello que tienen propiamente de pecado, que no es un ser ni un bien, sino una privación de ser y un mal, por lo cual Dios no es causa del pecado como tal, sino solamente la creatura.
Y por la misma razón, cualquier acto pecaminoso anterior también debería haber sido permitido por Dios, en tanto que pecado, y causado por Dios, en tanto que acto, ser y bien.
Quiere decir que la última razón de la diferencia entre los que se salvan y los que se pierden está en la Voluntad divina que quiere, para los primeros, y que permite, para los segundos.
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Obviamente, nos encontramos ante el misterio más impenetrable, tal vez, de toda la Revelación.
Dice Santo Tomás en I, q. 23, a. 5, ad 3um:
“En la misma bondad divina puede encontrarse la razón de la predestinación de algunos y de la condenación de otros. Pues se dice que Dios hizo todas las cosas debido a su bondad, para que la bondad divina estuviera representada en todas las cosas. Por lo tanto, es necesario que la bondad divina, que en sí misma es una y simple, en las cosas esté representada de múltiples formas, debido a que las cosas creadas no pueden alcanzar la simplicidad divina. De aquí que para la plenitud del universo son necesarios diversos grados en las cosas, ocupando unas el lugar más alto y otras el más bajo. Y para que se mantenga la multiformidad de grados en las cosas Dios permite que haya algunos males a fin de que no se impidan muchos bienes, como ya se dijo anteriormente (q.2 a.3 ad 1; q.22 a.2).
Consideremos entonces a todo el género humano como la totalidad de las cosas. Quiso por tanto Dios representar su bondad en algunos hombres, los que predestina, a través de su misericordia, con el perdón; y a otros, los que condena, a través de su justicia, con el castigo . Y ésta es la razón por la que Dios a unos predestina y a otros condena. Y esta causa es la que asigna el Apóstol en Rom 9,22s. cuando dice:Queriendo Dios mostrar su ira (esto es, su justicia vindicativa), y queriendo dar a conocer su poder, sostuvo (esto es, permitió) con mucha paciencia los vasos de la ira preparados para la condena, a fin de dar a conocer la riqueza de su gloria en los vasos de la misericordia que preparó para la gloria. Y en 2 Tim 2,20, dice: En una gran casa no sólo hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro; unos, para servicios honrosos; otros, para servicios más bajos.
Pero por qué elige a unos para la gloria y a otros los reprueba no tiene otra razón que la divina voluntad. Por eso, en Super Ioannem dice Agustín: Porqué traiga a este y no traiga a aquel, no quieras juzgarlo si no quieres equivocarte.
Como también en los seres naturales se puede dar una razón de por qué la materia prima, siendo en sí misma totalmente uniforme, una parte suya está bajo la forma del fuego, y otra bajo la forma de la tierra, creada por Dios en el principio, a saber, para que hubiera diversidad de especies en las cosas naturales. Pero por qué esta parte de la materia está bajo esta forma y aquella parte bajo aquella otra, depende de la simple voluntad divina. Lo mismo que de la simple voluntad del arquitecto depende que esta piedra esté en esta parte de la pared y aquélla en aquella otra, aun cuando la razón de arte determine que unas piedras estén en una parte y otras en otra.
Sin embargo, aun cuando Dios no trate igual a quienes son iguales, no por eso hay iniquidad en El. Pues esto estaría en contra de la razón de justicia si el efecto de la predestinación fuera pago de la deuda y no don de la gracia. Pues en las cosas que se dan gratis, alguien puede dar libremente lo que quiera, más o menos, mientras no deje de dar lo debido y sin detrimento de la justicia. Esto es lo que dice el padre de familia en Mt 20,14s.: Toma lo tuyo y márchate. ¿Acaso no puedo hacer lo que quiero?”
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El comentario definitivo a todo esto es el que hace San Pablo al final de la Carta a los Romanos:
“11:33 ¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus designios y qué incomprensibles sus caminos! 11:34¿Quién penetró en el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero? 11:35 ¿Quién le dio algo, para que tenga derecho a ser retribuido? 11:36 Porque todo viene de él, ha sido hecho por él, y es para él. ¡A él sea la gloria eternamente! Amén.”
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Yo, en consonancia con el pensamiento dominante de la Iglesia Católica, terminaría esta frase de la siguiente manera:
Pero entonces, es claro que la Voluntad divina también podría haber impedido el fracaso de la elección en los casos en que efectivamente esa elección habría fracasado. Y que entonces, si no lo hizo, es porque no quiso hacerlo, o sea, porque quiso crearnos a los hombres libres, con capacidad real para decir sí o no a su plan de salvación, y no meras marionetas pasivas de su plan de salvación. De esta forma Dios sitúa (porque quiere, no porque esté limitado en su poder) al hombre en un altísimo nivel de dignidad, libertad y autonomía. Y todo ello por su gracia amorosa y plenamente libre.
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La categoría “pensamiento dominante en la Iglesia” no forma parte del lenguaje teológico católico.
Por otra parte, estamos de acuerdo, por lo que veo, en que si en algunos casos la voluntad salvífica universal de Dios no se ha cumplido, es porque Dios lo ha permitido, y en que lo ha permitido, porque ha querido.
En efecto, "no impedir" y "permitir" es lo mismo, y "no querer impedir" y "querer permitir" es lo mismo.
Por tanto, podría también no haber permitido en esos casos el pecado y la condenación, si hubiese querido no permitirlo, como no lo ha permitido, de hecho, en el caso de los que de hecho se han salvado, porque no ha querido permitirlo.
Y entonces, es claro que ha elegido, en unos casos permitirlo, y en otros no permitirlo.
En los casos, entonces, en que no ha querido permitir el pecado y la perdición de la creatura, y ha elegido no permitirlo, es cuando ha dado la gracia eficaz, incluyendo, en el caso de los hombres, la de la perseverancia final.
Gracia eficaz que produce infaliblemente los actos libres de las creaturas, como dice Filipenses 2, 13:
"porque es Dios el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad."
Porque es claro que la libertad de la creatura racional no se ejerce solamente en el caso de los que se pierden, sino también, y sobre todo, en el de los que se salvan.
No ha habido en realidad, entonces, fracaso de la elección divina, sino, precisamente, elección, totalmente exitosa.
Saludos cordiales.
En cambio los concilios regionales expresan ideas discutibles que se pueden malinterpretar, que están en la misma línea de la explicación tomista que se ha asumido en el blog y en línea opuesta al sentido común del creyente no aficionado a silogismos.
Me quedo con los concilios ecuménicos y paso de eso de la "masa de perdición" etc de QUIERZY, 853 y sobre todo del empeoramiento de Valence con su expresión de "predestinación a la condenación", que luego intenta salvar sin lograrlo. Estos concilios regionales no exponen la doctrina oficial de la Iglesia tal como lo hacen los ecuménicos y resultan confusos y conducen a la predestinación de la condenación por lógica, por mucho que quiera evitarse esa conclusión con subterfugios filosóficos a los que el ciudadano común no encuentra el menor sentido.
En cambio lo que dice Trento y lo que dice el catecismo no tiene "contraindicaciones".
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Néstor:
Sobre la autoridad doctrinal de algunos concilios regionales, dice Congar en un artículo con el resto del cual por lo demás no estamos necesariamente de acuerdo:
“Por otra parte, muchos concilios locales o documentos particulares han adquirido un valor universal por haber reconocido en ellos la Iglesia su propia fe, es decir, por vía de recepción, siguiendo un proceso en el que, sobre todo por lo que se refiere a Occidente, la recepción por la Iglesia romana ha desempeñado con frecuencia un papel decisivo. Así, el sínodo de Antioquía de 269 condenando a Pablo de Samosata, y cuya decisión, comunicada y recibida por todas partes, significó un serio obstáculo para Nicea. Así, el Concilio antipelagiano de Cartago en 418 (DSch 222 230); el Indiculus, escrito en Roma por Próspero de Aquitania, dice, citando sus cánones 3, 4 y 5 sobre la gracia: «Quasi proprium Apostolicae Sedis amplectimur» (DSch 245); ahora bien, el Indiculus fue incorporado en seguida por Dionisio el Exiguo a su colección, lo que hizo aún mas firme la recepción de los cánones de Cartago en Occidente. Los textos misceláneos del Concilio de Orange sobre la gracia (DSch 370 397) fueron recibidos, aunque tardíamente (utilización por el Concilio de Trento), como dotados de una autoridad que superaba la mera ocasión que reunió en Orange a catorce obispos en 529. También podemos apreciar el crédito concedido al XI Concilio de Toledo (675) y a su Símbolo trinitario (DSch 525 541), hasta el punto de que se pretendió agraciarlo con una «confirmación» por... Inocencio III. Dígase lo mismo de los Concilios de Quierzy (833), Valence (855) sobre la predestinación (DSch 621 624 y 625 633). Finalmente, el símbolo Quicumque, de autor desconocido, y el Filioque fueron reconocidos como expresiones auténticas de fe precisamente por «recepción». De esta forma, algunos concilios particulares, pequeños por su representación, se equiparan casi a los generales por vía de recepción.”
(se lo encuentra buscando en Google la primera frase).
Nótese que además de Quierzy y Valence nombra al “Indiculus”, que expresa muy fuertemente la existencia de la gracia eficaz (ver el segundo "post" de esta serie), y al segundo Concilio de Orange, que idem.
Además, Trento dice que no podemos saber sin revelación especial que estamos en el número de los predestinados, de lo cual se sigue necesariamente que no todos los seres humanos que han sido creados han sido predestinados.
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De acuerdo en que todo el que se salva es por elección: porque hemos sido todos elegidos a la vida por la voluntad de Dios que quiere que todos los hombres se salven y nos ofrece a todos la gracia suficiente para salvarnos, si la aceptamos.
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Néstor:
Sin duda, a la vida natural que tenemos ahora hemos sido elegidos todos, entre los infinitos seres humanos posibles, porque de hecho existimos y por tanto hemos sido creados. Pero lo que discutimos aquí es la elección a la vida sobrenatural y eterna, para eso es necesaria la gracia suficiente, porque naturalmente no somos capaces de hacer los actos meritorios de la vida eterna sobrenatural.
Si Dios nos hubiese ordenado a un fin meramente natural, entonces no haría falta la gracia, sino solamente la moción divina con que Dios mueve a todas las creaturas a sus operaciones naturales.
Sea como sea, nada se mueve en la Creación sin tener a Dios como Primer Motor.
Como somos ordenados a un fin sobrenatural, necesitamos una moción divina sobrenatural, no alcanza con la moción natural. Eso es la gracia, que tratándose de las gracias actuales, es ante todo la gracia eficaz, porque la creatura necesita a Dios para moverse, no sólo ni en primer lugar para poder moverse.
Y como nadie hace lo que no puede hacer, y nadie pasa al acto sin estar en potencia para ello, necesitamos previamente a la moción divina sobrenatural eficaz, una gracia que nos dé la capacidad de movernos de ese modo; ésa es la gracia suficiente.
Si nos quedamos sólo con la gracia suficiente, resulta que la voluntad divina respecto de la salvación de los hombres es puramente condicional. En esa hipótesis, por lo que a Dios respecta podría no salvarse ninguno, si así ellos lo deciden.
Pero entonces Dios estaría dependiendo de lo que las creaturas hiciesen o dejasen de hacer, para que su plan de salvación no fracasase incluso totalmente.
Los actos buenos y meritorios con que algunas de esas creaturas responderían cada vez a la gracia suficiente, incluida la perseverancia final, no tendrían a Dios como Causa Primera, lo que es el totalmente absurdo.
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El destino sobrenatural no es connatural al hombre sino un don añadido por Dios.
Y de acuerdo en que todo el que se condena se condena por su propia culpa, porque a pesar de que Dios queriendo que todos los hombres se salven le ha ofrecido la gracia suficiente para salvarse, deciden rechazarla y por tanto es su propia culpa haber rechazado el don de Dios.
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Néstor:
Habiendo Dios permitido que ese rechazo se produjese, pudiendo impedirlo, como de hecho lo ha impedido en el caso de los que se salvan, que es lo mismo que decir que les ha dado la gracia eficaz.
Rechazamos la gracia suficiente, decidiendo libremente no hacer aquello que ella nos capacita para hacer.
Para eso no hace falta ninguna otra gracia.
Para pasar del poder ser al no ser no hace falta nada más. El poder ser no es menos, sino más, que el no ser.
Pero para pasar del poder ser al ser, hace falta una causa, porque poder es menos que ser.
Por eso, aceptamos la gracia suficiente cuando hacemos lo que ella nos capacita para hacer, movidos por la gracia eficaz.
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Eso no quita omnipotencia a Dios porque es Dios omnipotente quien ha decidido que no se salve quien no acoja libremente la gracia y la salvación.
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Néstor:
Sin duda que Dios es Omnipotente, porque es Él el que permite o no permite, en cada caso, el rechazo de la gracia que tiene como consecuencia, si se produce, la perdición eterna.
Y así, nada ocurre fuera de Dios con independencia respecto de la Voluntad divina que quiere o permite. Y eso es necesario para que se pueda decir que Dios es Omnipotente.
Porque si puede hacer todo lo que quiere hacer, también puede permitir todo lo que quiere permitir e impedir todo lo que quiere impedir.
Y eso quiere decir que todo lo que pueda suceder fuera de Dios guarda una relación de dependencia respecto de la Voluntad divina que quiere o permite.
Por tanto, si alguna creatura se salva, se salva porque Dios lo ha querido, o sea, porque ha elegido no permitir el pecado que llevaría a esa creatura a la perdición, y si se condena, es porque Dios ha permitido el pecado correspondiente, o sea, ha elegido no impedirlo, de modo que la creatura libremente lo ha cometido, y luego Dios ha querido la pena por ese pecado.
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Pero es la persona la que libremente decide no acogerlo, es su propia culpa, no está predestinado a elegir mal.
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Néstor:
Exacto, no existe la predestinación al pecado. Quierzy y Valence la han rechazado ambos, y han usado el término “predestinación” para la pena debida por el pecado.
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Del mismo modo, el que acoge el don de Dios, la gracia y los méritos y las obras que Dios ha puesto en su camino no tiene ningún mérito propio que no sea dado por Dios, sino simplemente el libre albedrío q le permite aceptar libremente ese don.
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Néstor:
El libre albedrío también es dado por Dios. Todo lo que es ser y bien, en la medida en que lo es, en la creatura, es dado por Dios.
Y en el libre albedrío aceptando hay ser y bien que no hay en el libre albedrío no aceptando.
También ese ser y ese bien tiene a Dios como Causa Primera.
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Nada tiene que no se lo hayan regalado. Como lo tendría el que se condena si no fuera porque lo ha rechazado.
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Néstor:
Por eso mismo hay que afirmar la gracia eficaz. Si el que se salva tiene en su obrar libre algo que no tiene el que se condena, es porque le ha sido dado por Dios.
Y eso quiere decir que no se le ha dado solamente el poder obrar bien, sino también el obrar bien.
Porque el poder obrar bien lo tenía también el que se condenó.
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El misterio es que una persona pueda elegir el mal a pesar de que Dios le había elegido para la vida.
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Eso quiere decir que la voluntad con que Dios quiso que se salvara el que se perdió no es la misma voluntad con que Dios quiso que se salvara el que se salvó.
Y entonces sólo los que se salvan han sido elegidos.
De lo contrario no habría misterio alguno: simplemente que unas creaturas han elegido una cosa y las otras otra.
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Que Dios conozca de antemano lo que una persona elige no significa que Dios elija a esa persona para elegir eso.
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Néstor:
Sin duda. Dios elige, en todo caso, a los réprobos para que existan, pero no los elige para que se condenen. Sí es cierto, sin embargo, que elije darles la existencia pudiendo no hacerlo y sabiendo desde la Eternidad que se van condenar.
Y eso lo tiene que aceptar todo el que recita el Credo, así que el tema sí es intrínsecamente misterioso, sin negar por ello, obviamente, la bondad y justicia de los motivos de Dios.
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La persona elige el bien o el mal con su libre albedrío y Dios ha ofrecido la salvación al que se salva y al que no se salva y si la gracia suficiente se hace eficaz en uno e insuficiente en otro no es porque Dios ofrezca menos, sino porque no se ha aceptado la gracia.
No hay ningún añadido de bien en dejar obrar a la gracia, hay un añadido de mal en poner obstáculos a la gracia.
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Néstor:
No se salva el hombre “dejando obrar a la gracia” de tal modo que la gracia sea la única que obre, y él mismo no obre nada.
Son las obras de la naturaleza creada, no las de la naturaleza divina, las que merecen la salvación eterna, cuando están animadas por la gracia divina. Dios en tanto que Dios no merece la salvación: es la salvación, la felicidad, la gloria, etc.
Tradicionalmente la gracia se divide en operante y cooperante. La operante es la que obra ella sola, y es recibida sólo pasivamente por la creatura racional, la operante es la que mueve a obrar a la creatura o va acompañada de la colaboración de la creatura.
Encontrado al azar en Google:
“Gracia operante y cooperante: La primera es aquella en la que el movimiento se atribuye a sólo Dios: nuestra alma es movida, pero no mueve. La cooperante es aquella en la que el alma es movida y mueve a la vez (Royo Marín, Teología de la perfección cristiana, §142)”
“Semejante a esta distinción es la de la gracia operante, por la que Dios obra en nosotros sin nuestra directa colaboración; y la de la cooperante, por la que Dios obra en nosotros con nuestra libre colaboración.”
A la gracia operante, por su definición, no la “dejamos obrar”, obra y punto. Por ejemplo, de pronto se nos ocurre un buen pensamiento sin que hayamos hecho nada previamente, que sepamos, para tenerlo.
Y a la cooperante, la “dejamos obrar” haciendo eso a que ella nos mueve, o “colaborando” con ella, y por tanto, “añadiendo” un acto nuestro que es un cierto ser y un cierto bien. Por ejemplo, es gracia “cooperante” aquella con la cual perdonamos al que nos ha ofendido.
El molinista dirá que Dios y la voluntad creada son ambos causas parciales de ese acto, integrantes, por así decir, de la “causa total”, sin que Dios actúe sobre la voluntad creada, y al final, parece, dirá que la voluntad creada es la que determina a la producción de un acto particular a un concurso divino indeterminado.
Y es que no se puede producir el acto de la voluntad creada sin mover a la voluntad creada a producirlo, porque es la única forma de que el acto pertenezca realmente a esa voluntad creada.
Además, evidentemente, alguna causa total tiene que haber al final, y en este caso, es la voluntad de la creatura, única responsable de que el acto finalmente puesto sea el que es y no otro.
Tiene que haber una causa total, porque es claro que con sólo causas parciales no llegamos a tener el efecto, que es totalmente él mismo.
Lo que pasa es que cuando se juntan muchas causas parciales, forman una causa total compuesta, como cuando varios hombres tiran de un bote.
En esos casos, la fuerza que mueve al bote es la resultante de las fuerzas parciales combinadas.
En la explicación molinista del concurso divino, el influjo causal sobre el acto de la voluntad creada sería entonces la “resultante” del influjo divino y el influjo de la creatura racional.
Lo cual es lo mismo que decir que la creatura racional modifica en algo el concurso divino, porque la resultante siempre es distinta de sus componentes.
Y entonces la creatura aporta algo de ser y de bien que no viene de Dios.
Y eso es absurdo. Todo ser y todo bien viene de Dios.
Además, Dios nunca es determinado por la creatura, siempre es determinante. Nunca está en potencia, siempre en acto. Nunca recibe, siempre da.
Dios no puede formar parte, con la creatura, de un todo compuesto. Dios no es parte de nada, y su acción, que se identifica con Él mismo, no es tampoco parte de nada.
La parte siempre es menor que el todo, y Dios no es menor que nada.
La coordinación entre la Causa divina y la causa creada se da por otro camino: porque la Causa divina, como enseña el tomismo, mueve a la voluntad creada a producir ese acto, y por tanto, tanto Dios como la voluntad creada son causas totales del mismo, uno como Causa Primera, y la otra como causa segunda.
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Y Dios lo permite porque quiere que le amemos libremente no a la fuerza.
La pregunta de por qué una persona finalmente se condena en vez de salvarse no se contesta diciendo que Dios no la había elegido para salvarse, sino que no ha sido fiel a la elección de Dios para salvarse. Dios puede permitirlo porque así lo ha decidido.
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Néstor:
Ahí está justamente la elección divina: en unos casos permite la infidelidad de la creatura, en otros no.
Porque ha querido libremente permitirla en unos casos y ha querido libremente no permitirla en otros, o sea, ha elegido permitir que algunos se pierdan y no permitir que otros lo hagan.
Porque es claro que si los que pierden han necesitado para ello la permisión divina, es que también podía Dios no permitir que se perdieran, como ha hecho efectivamente en el caso de los que se salvan.
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Y no hay ningún problema entre la presciencia de Dios y el libre albedrío del hombre.
Lo de la voluntad antecedente y consecuente tiene sentido sólo si se considera que es consecuente a la mala elección verdaderamente libre y verdaderamente responsable de quien había recibido la oferta de la gracia suficiente por Dios para obrar bien de hecho. Pero de verdad, de hecho, no esa idea absurda de la gracia suficiente que no lo es, porque para hacer necesita un añadido de gracia.
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Néstor:
La gracia suficiente siempre va a necesitar un añadido para que el acto libre bueno realmente se produzca, si no es el añadido de la gracia eficaz tomista, será el añadido del consentimiento libre de la creatura, en la concepción molinista.
En ese sentido, la gracia suficiente nunca va a ser “suficiente”.
¿Para qué ha sido suficiente la gracia suficiente en el caso de los que se han condenado?
Pues para que pudiesen no condenarse, que es lo que da la gracia suficiente: la capacidad de hacer el bien, sin que eso sea lo mismo que el hacerlo de hecho.
Porque nunca va a ser lo mismo dar la capacidad de hacer (que es para eso que es suficiente la gracia suficiente, porque esa capacidad, tratándose de actos sobrenaturales, no la tenemos por naturaleza), que dar el hacer mismo.
En el caso del molinismo, el añadido es el consentimiento libre, que en este caso, viene de la creatura y no de Dios, y así, hay algo de ser y de bien que no procede de Dios, Ser y Bien Supremo y fuente de todo otro ser y bien.
En el tomismo, ese consentimiento libre añadido a la gracia suficiente viene de la creatura como causa segunda y de Dios como Causa Primera, porque viene de la gracia divina eficaz que mueve a la voluntad creada a consentir.
En la interpretación de la voluntad consecuente que Ud. presenta, Dios tiene que esperar a ver qué hace la creatura con la gracia suficiente para ver si la elige o no absolutamente para la vida eterna.
Entonces, si estamos hablando de la creatura actualmente existente, la “voluntad consecuente” divina llega tarde. No hay nada más que hacer, la creatura ya eligió el bien con la sola ayuda de la gracia suficiente. No hay lugar para otro acto de la Voluntad divina que el que ha dado la gracia suficiente a todos y no explica la diferencia entre los que aceptan y los que no aceptan.
Si estamos hablando de la creatura “futurible”, antes de la creación efectiva del mundo por parte de Dios, y prevista por Dios con la “ciencia media”, estamos en el molinismo.
En ese caso, la voluntad consecuente divina es la de crear a los que ha previsto que responderán bien, en las circunstancias en las que responderán bien, y a los que ha previsto que responderán mal, en las circunstancias en las que responderán mal.
Y en eso consiste la elección de sólo algunos de los que de hecho son creados, para la salvación eterna, según el molinismo.
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Perdón por repetirme, pero es que me parece una lástima que con lo bien que se entiende la doctrina de la Iglesia que afirma la gracia y la libertad y niega la predestinación a la condenación, aunque afirma la "predestinación" a la salvación (a la que todos estábamos elegidos si no la frustrábamos culpablemente) toda esta filosofía sólo sirve para que entendamos que Dios nos predestina a la condenación a todos por ser una masa de perdición de la que sólo salva a los pocos que están en su lista (arbitraria, por mucho que tenga el derecho Dios a ser arbitrario no es el Dios del Evangelio)
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Néstor:
Pues es notable que se entienda tan bien algo que es considerado por la totalidad de los teólogos como uno de los misterios más grandes, si no el más grande, de la Revelación divina.
En ninguna parte, además, dice el Magisterio de la Iglesia que todos los hombres creados por Dios sean elegidos para la salvación eterna o predestinados para la salvación eterna.
Si así fuese no habría tenido sentido alguno que Trento definiese que sin revelación divina particular y especial no se puede saber si se forma parte del número de los predestinados.
Que Dios predestina a todos a la condenación por ser masa de perdición no lo ha dicho ni la Iglesia ni el tomismo, ni siquiera lo ha dicho hereje alguno todavía.
En todo caso, habría que demostrar que esa proposición se deriva de las tesis tomistas, en vez de limitarse a afirmarlo calumniosamente.
Dios no es arbitrario. Dios actúa siempre de acuerdo con las exigencias de su Ser, Verdad y Bondad objetivas, incluso cuando, sin tener que darle cuentas a nadie, actúa con la máxima soberanía y libertad que le corresponde por ser Dios.
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No se dice predestinación a la condenación porque eso está prohibido, pero de hecho eso es, desde ese planteamiento, por pura lógica.
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Néstor:
De nuevo, habría que mostrar esa “pura lógica” en una demostración detallada y rigurosa, para salir de la mera calumnia.
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Saludos cordiales
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Saludos cordiales.
Pero del mío sí. Dígame usted dónde está el vocabulario teológico católico donde se dice las expresiones que se pueden utilizar por un particular y las que no, que me lo compro esta tarde.
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Pues no, al discutir las cosas que tienen que ver con la fe no se puede usar cualquier lenguaje, tiene que ser el lenguaje ajustado a eso que se está discutiendo. De lo contrario se inventan categorías que no existen y se argumenta a partir de ellas.
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Y dicho en Román Paladino: pregubte usted a cualquier teólogo, sacerdote o laico mínimamente formado y le contestará en el sentido que yo he hecho. Es que no se puede si no salvar los principios fubdamentales de oferta de salvación universal y libertad y responsabilidad de las creaturas de Dios.
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La lista de teólogos, sacerdotes y laícos mínimamente formados que a lo largo de los siglos han mantenido y mantienen hoy la tesis tomista es demasiado grande para ponerla en este "blog".
En cuanto a lo que se puede salvar y lo que no se pueda salvar, una sola cosa es necesaria: argumentos, más allá de meras afirmaciones.
Saludos cordiales.
La respuesta que vd le da sin embargo no resulta satisfactoria pues distorsiona lo que en realidad él ha dicho. No habla de que quiera permitir en unos casos y en otros no, sino de que en todos los casos quiere que sea la persona la que elija con su libre albedrío.
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Néstor:
Pero Ud. misma ha dicho que Dios permite que se pierdan los que se pierden, y es que efectivamente, si no lo permitiese, no se perderían, y si no quisiese permitirlo, no lo permitiría, porque es Omnipotente.
Si está en poder de Dios permitir que algunos se pierdan, es porque está en su poder también no permitir, es decir, impedir, que lo hagan. Para eso es Omnipotente. Además, no se puede decir que permitimos aquello que se nos impone más allá de nuestra voluntad, sin que tengamos posibilidad de impedirlo.
Dios permite o impide, entonces, que se pierda una persona dada, y eso quiere decir que respecto de cada una Él elige entre permitir que se pierda o impedirlo, y según su elección, quiere permitirlo o quiere impedirlo.
Los que se salvan, entonces, son aquellos respecto de los cuales Dios ha elegido impedir que se pierdan.
Luego, ha elegido permitir que unos se pierdan e impedir que se pierdan otros.
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No ofrece gracias irresistibles a nadie y ofrece gracia suficiente a todos.
Y esa es la doctrina oficial de la Iglesia, no es cuestión de que sea dominante o no.
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Néstor:
La doctrina oficial de la Iglesia incluye también, por ejemplo, al segundo Concilio de Orange, que al ser aprobado por dos Papas, tiene alcance universal.
Y allí está clarísimamente enseñada la gracia eficaz, tanto es así que los mismos molinistas aceptan su existencia, si bien la explican de modo distinto a los tomistas.
También el “Indiculus”, incluido por Congar en la lista de decisiones particulares que tienen alcance universal en virtud de la recepción eclesial posterior, es clarísimo en lo referente a la gracia eficaz. Ver el segundo “post” de esta serie.
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Si vd ofrece una interpretación todo lo filosófico-tomista que quiera, pero que va en contra del sentido común y la inteligencia normal del lenguaje, respecto a lo que significa "irresistible" y lo que significa "suficiente", eso resultará satisfactorio para los tomistas, pero no lo entiende el católico de a pie,
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Néstor:
“Irresistible” significa que no se puede resistir.
“Suficiente” quiere decir que basta para algo, no dice por sí solo para qué es que tiene bastar, eso depende de para qué tiene que ser algo suficiente en cada caso, que es lo que habría que preguntar en el caso de la “gracia suficiente” si se quiere realmente entender el tema.
Es claro por qué la Iglesia ha condenado la tesis jansenista de que no a todos los hombres se les da la gracia suficiente, aparte del hecho básico de que va contra la Revelación: porque sería injusticia de parte de Dios no hacer posible a todos el cumplimiento de los mandamientos.
La tesis jansenista condenada dice:
“D-1092 1. Algunos mandamientos de Dios son imposibles para los hombres justos, según las fuerzas presentes que tienen, por más que quieran y se esfuercen; les falta también la gracia con que se les hagan posibles.”
“La gracia con que se hagan posibles”: ésa es la gracia suficiente.
El católico de a pie tiene dos opciones: o se esfuerza por entender propiamente las enseñanzas de la Iglesia y de los teólogos, o se limita a aquello que puede entender y no opina sobre lo que no entiende.
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El resto se edita por no incluir argumentos.
Saludos cordiales.
Hay algo que no me acaba de quedar claro. Está claro que todo el que recibe la gracia eficaz para salvarse, se salva. Pero, ¿se condena todo aquel que no ha recibido la gracia eficaz para salvarse, aunque haya recibido la gracia suficiente? O dicho de otro modo, ¿se salva o se ha salvado alguna persona que no ha recibido la gracia eficaz, pero si la gracia suficiente para ello?
Un saludo, y gracias.
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Ni tomistas ni molinistas aceptarían la última frase en su tenor literal. Los tomistas, porque piensan que la gracia eficaz es esencialmente distinta de la suficiente, pues da el hacer mismo, a diferencia de la otra, que da solamente el poder hacer.
Los molinistas, porque dicen que el consentimiento libre de la creatura racional hace eficaz la gracia que antes de eso era sólo suficiente.
O sea, ambos admiten la necesidad de la gracia eficaz para la salvación.
Otra cosa es que los tomistas decimos que la gracia eficaz por el consentimiento libre de la creatura es eficaz sólo de nombre, y que ahí la eficacia no corresponde en realidad a la gracia, sino a la libertad creada.
Saludos cordiales.
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Yo cambiaría lo de "El católico de a pie" por "El comentarista de Infocatólica".
Se ahorraría mucho tiempo y se avanzaría más rápido en el intercambio de las ideas.
Es una sugerencia que me permito dirigir al consejo directivo de IC, para incluir entre las normas que se exigen para poder participar en la zona de comentarios.
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Yo no iría a tanto como a hacerlo una norma, pero el asunto es que evidentemente todo creyente que discute estos temas no puede al mismo tiempo ponerse entre los supuestos "católicos de a pie" que no se sienten capacitados para opinar acerca de los mismos.
Además, esas representaciones autoadjudicadas del conjunto de los "católicos de a pie" están siempre por verificarse.
Saludos cordiales
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El tema del mal en general no puede resolverse sino apuntando a la permisión divina del mal por razones justas y buenas porque son las razones de Dios.
En el pasaje citado de Efesios por lo general se traduce "nos predestinó a la adopción de hijos adoptivos".
En el tema de la elección y predestinación divinas, lo decisivo es la absoluta y libre soberanía de Dios en la colación de la gracia sobrenatural, que no puede ser exigida por ninguna naturaleza creada.
San Agustín lo hacía plásticamente visible con el tema de la "masa damnnata": todos tras el pecado original merecen en justicia la condenación eterna, así que nada se puede reprochar a Dios si misericordiosamente, yendo más allá de las exigencias de la justicia, elige a algunos para salvarlos, dejando de elegir a otros, a los que castiga justamente.
Sin duda que eso de la "masa damnata" es una gran verdad, al menos si consideramos a la humanidad post-adámica en sí misma y no en relación con la redención realizada en Cristo, pero el asunto es que esa explicación "infralapsaria", es decir, posterior al pecado original, no explica la permisión divina misma del pecado original, y sobre todo, hace depender la gratuidad de la gracia del estado de pecado de la creatura, cuando la gracia, al ser intrínsecamente sobrenatural, es gratuita para cualquier creatura en cualquier estado posible.
La elección divina no presupone nada del lado de la creatura, recordando siempre que es elección para la vida eterna, y que los réprobos no son elegidos para la condenación, sino simplemente no elegidos, lo cual va en el concepto mismo de "elección".
El asunto es que cuando hablamos de "elección", a nuestra mentalidad "democrática" le suena a privilegio injusto, con lo cual, queramos o no, le estamos dictando leyes al actuar divino, y en el fondo, me parece, pensamos que se dice que hay algunos que son superiores a los demás.
Porque seguimos pensando que el querer divino es movido por la bondad que encuentra en las creaturas, cuando en realidad, es causa de esa bondad.
Y entonces, Dios no elige a algunos porque sean mejores, sino para que lo sean.
De hecho, si vamos a la Escritura, Dios elige por lo general a los peores.
A la basura del mundo, dice San Pablo, a lo que no es, para confundir a lo que es.
El creyente sabe que ha sido elegido para la fe.
Tiene una experiencia real del amor de Dios en esta vida (como analógicamente la tiene todo ser humano, por el solo hecho de existir, al menos en cuanto a los efectos del amor divino).
Y confía y espera haber sido elegido para la gloria.
No puede sin revelación divina especial tener certeza de haber sido elegido para la vida eterna, pero desesperar de haberlo sido sería pecar contra la virtud de la esperanza.
Por eso: "¡O altitudo sapientiae!"
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
"Pero entonces, es claro que la Voluntad divina también podría haber impedido el fracaso de la elección en los casos en que efectivamente esa elección habría fracasado. Y que entonces, si no lo hizo, es porque no quiso hacerlo, o sea, porque quiso crearnos a los hombres libres, con capacidad real para decir sí o no a su plan de salvación, y no meras marionetas pasivas de su plan de salvación. De esta forma Dios sitúa (porque quiere, no porque esté limitado en su poder) al hombre en un altísimo nivel de dignidad, libertad y responsabiludad. Y todo ello por su gracia amorosa y plenamente libre."
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El "batiburrillo" de "gracia suficiente" y "gracia eficaz" es parte de todo tratado teológico católico serio sobre la gracia.
En cuanto a la frase en cuestión, en realidad, tanto ésa como la que se quería sustituir con ella, o sea, ésta:
"Pero entonces, es claro que la Voluntad divina también podría haber impedido el fracaso de la elección en los casos en que efectivamente esa elección habría fracasado. Y que entonces, si no lo hizo, es porque no quiso hacerlo, o sea, porque sólo los que de hecho se salvan han sido elegidos por Dios eficazmente para salvarse."
son a mi juicio defectuosas, porque hablan de un "fracaso en la elección divina".
La elección divina no fracasa. Depende de la voluntad divina consecuente, no antecedente.
Si yo usé esa expresión en la frase en cuestión fue solamente porque estaba razonando a partir de la hipótesis de un comentarista, que no es la mía.
Yo lo diría así:
"Pero entonces, es claro que la Voluntad divina también podría haber impedido la perdición de los que se pierden. Y que entonces, si no lo hizo, es porque no quiso hacerlo, o sea, porque sólo los que de hecho se salvan han sido elegidos por Dios eficazmente para salvarse."
Y con esa modificación al comienzo, tu frase yo también la podría afirmar, sólo que junto con esta otra, y no en vez de ella.
Saludos cordiales.
"En la concepción judeo-cristiana encontramos una primera tesis capital.
Dios es, en efecto, omnipotente, omnisciente e infinito, pero
–por así decirlo– ha decidido en la creación dejar espacio a otra presencia física creada que, en el hombre adquiere una
connotación dramática y dialéctica mediante la asignación de
la libertad. Conocemos muy bien la soledad radical del hombre y de la mujer debajo del árbol del conocimiento del bien
y del mal (Gn 2–3), que es un símbolo evidente de la opción
moral autónoma.
Dios, por tanto, no ejerce la omnipotencia en su relación
con el hombre de forma tiránica, y las Escrituras hebreo-cristianad –que ya ponen de manifiesto el concepto de «conciencia» humana– resaltan esta autonomía, con su grandeza y sus riesgos.(...)
Al crear al hombre, la omnipotencia divina decide, por tanto, dejarse incluso «herir» y casi «dominar» por opciones humanas antitéticas, emblemáticamente ilustradas en las célebres páginas del «pecado original» de Génesis 3 (...)
Sin embargo,
debe darse un paso ulterior. El Dios bíblico es un ser moral,
no un soberano cínico que crea y posteriormente abandona a
su criatura a sí misma. No es indiferente ante el bien y el
mal, y no deja la libertad humana en un aislamiento desde-
ñoso. De ahí se derivan, por tanto, dos consecuencias. La
primera concierne a la acción de la «gracia» divina, que se
entreteje con la libertad humana, sosteniéndola a favor de
una opción positiva, con una dosificación delicadísima, sobre
cuya medida han trabajado tenazmente pensadores extraordi-
narios, partiendo de san Pablo y siguiendo con Agustín, To-
más de Aquino, Lutero, Pascal, Kierkegaard, por dar algunos
nombres en absoluto secundarios en la historia de la cultura
occidental. Y, posteriormente, hallamos el acontecimiento
fundamental de la «redención», por la que Dios mismo, en
el Hijo, asume la humanidad desde su interior, participando
en el límite de la muerte y encontrándose con el pecado para
«redimirla».
Incluso según otra perspectiva, a saber, la escatológica,
Dios no permanece indiferente frente al hombre y la morali-
dad. Y en este ámbito nos encontramos con la objeción del
fuerte impacto emocional que concierne a los diversos tortu-
radores de la historia a quienes Dios no ha parado los pies.
Dios no se retracta como Creador de una criatura libre y, por
tanto, incluso con el apoyo de la «gracia», no elimina como un
titiritero supremo los convulsos e insensatos movimientos de
su criatura, ni se reduce a ser el «tapagujeros» de una criatura
limitada por su misma naturaleza. Sin embargo, tampoco es
un emperador impasible y ajeno, relegado en su dorado cielo:
ha dado un sentido a la creación y la ha insertado en un proyecto general (léase el capítulo 8 de la Carta a los Romanos o
el Apocalipsis). La escatología no es sino la realización definitiva de este proyecto en el que el bien y el mal, el grano y
la cizaña, son finalmente diferenciados y juzgados. Este es el
sentido del denominado «juicio final», de los novissimi, y
–recurriendo de nuevo al Apocalipsis– de la «nueva Jerusalén».
Destaco esta frase:
"Incluso con el apoyo de la «gracia», no elimina como un
titiritero supremo los convulsos e insensatos movimientos de
su criatura, ni se reduce a ser el «tapagujeros» de una criatura
limitada por su misma naturaleza.
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En el texto del Card. Ravassi, un tomista iría un poco más allá, y sacaría el “pero”. Más que decir que Dios es Omnipotente e Infinito pero ha decidido dejar espacio a la creatura, diría que Dios ha podido “dejar espacio” a la creatura porque es Omnipotente, y porque es Infinito.
En el caso de la infinitud divina la cosa es clara: al ser Infinito Dios pertenece a otro nivel ontológico que el ente finito, el cual por tanto no "compite" con Dios ni le puede "quitar espacio". Ese "espacio" está dado, por el contrario, por la misma Infinitud divina, no a pesar de ella.
Por supuesto que la Omnipotencia no es tiránica, precisamente porque es Omnipotencia. El tirano fuerza a las personas a hacer lo que no quieren, Dios hace que quieran. Por así decir, Dios es demasiado Poderoso como para ser tirano. El Océano no se entromete en la vida de los peces.
Es decir, el tomista entiende que hay que pensar en clave de relación directamente proporcional entre intervención divina y libertad de la creatura, no en clave de relación inversamente proporcional.
Recordemos: L = cD, no L=p/D.
Eso de “forzar a las personas a hacer lo que no quieren”, además, hay que entenderlo mediante la distinción entre los fines y los medios. La persona que actúa forzada, pone libremente ciertos actos de la voluntad que a su vez comandan otros actos de las otras facultades y de los miembros del cuerpo, pero son actos que apuntan a otros fines que no son los que la persona querría seguir, sino que son los que el forzador pretende.
La acción divina, por el contrario, hace que la persona quiera esos fines, en la medida en que a su vez esa persona los ve, por la acción divina que ilumina también el intelecto, como medios aptos para el fin último, que es la felicidad, que todos queremos necesariamente.
La frase:
“Al crear al hombre, la omnipotencia divina decide, por tanto, dejarse incluso «herir» y casi «dominar» por opciones humanas antitéticas, emblemáticamente ilustradas en las célebres páginas del «pecado original» de Génesis 3 (...)”
muestra por su misma estructura su tenor metafórico.
Todo lo pone, en efecto, bajo el imperio de una decisión divina. Así que sigue sosteniendo, como debe ser, que nada de lo que ocurre en la Creación escapa a la Omnipotencia de Dios.
Lo de “herir” es metafórico, y por eso las comillas. El Ser absolutamente Inmutable no puede ser herido en sentido propio.
Lo mismo lo de “dominar”.
Las metáforas son buenas para la predicación y la retórica, pero la teología no tiene que usar metáforas, sino conceptos.
La gracia que no elimina los insensatos movimientos, etc., es la gracia suficiente. La gracia eficaz, como su nombre lo indica, sí los elimina, es decir, bajo su acción no tienen lugar, porque tiene lugar la opción buena contraria.
Y bajo la gracia eficaz, sin duda que la creatura racional no es ningún “títere”, porque los títeres no quieren por sí mismos ni eligen por sí mismos, que es lo que hace la creatura racional infaliblemente movida por la gracia divina eficaz.
Del mismo modo en que el fuego quema por sí mismo, sin que por eso Dios deje de ser Causa Primera del efecto producido por la causa segunda que es el fuego.
La grandeza del Creador está justamente en haber podido dar a las creaturas la capacidad de tener actividad propia, lo cual quiere decir, la capacidad de ser movidas por Dios a realizar sus actividades propias.
De lo contrario deberíamos decir que los seres naturales no tienen actividades propias, o que las actividades de los seres naturales no tienen a Dios como Causa Primera.
Saludos cordiales.
PD: reitero un comentario que al parecer no ha salidi: magnífico el grabado de Doré de la Divina Comedia
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Es tema para otra serie de "posts". En cuanto a Doré, sin duda, un gran artista.
Saludos cordiales.
Precisamente eso es lo que quiero decir con lo de que soy católica de a pie, que no estoy familiarizada con este tipo de argumentación teológica. Pero lo cierto es que intento comprenderla y hacerme entender.
Y como comentarista de infocatólica, ya he expresado mi deseo de no molestar y de que no publique lo que crea conveniente, por parecerle carente de interés o por cualquier otra razón. Si manifiesto mi opinión es porque el tema interesa a todos los católicos, aunque no sean filósofos, en tanto en cuanto queremos saber si nuestras creencias son correctas. Lo que no me parece bien es que se admitan insinuaciones poniendo el duda el catolicismo o la buena fe de los comentaristas.
Mi "argumento" es el siguiente:
Teniendo en cuenta que una parte considerable de los comentaristas no consiguen entender correctamente la teoría tomista que se expone -la molinista no se ha expuesto más que parcialmente, pero es posible que ocurriera lo mismo.
Y teniendo en cuenta que ALGÚN comentarista ha dicho que personalmente y pastoralmente el concepto de gracia eficaz como diferente a gracia suficiente no le resulta positivo en su forma de vivir la fe católica.
Creo que resultan convenientes las siguientes preguntas:
-¿Es posible que un católico pueda prescindir de ese concepto de gracia eficaz? ¿sí o no?
- Y en caso de no prescindir del concepto ¿sería católicamente erróneo decir que llamamos gracia eficaz a la gracia suficiente cuando se acepta y meramente suficiente a la gracia suficiente cuando no se acepta?
Lo mismo en el caso de la libertad.
Todos entendemos la cita de Ravassi, en la línea de que Dios no es un tirititero sino que deja espacio a la libertad del hombre. Libertad en sentido de libre albedrío, para decir que sí o para decir que no.
Algo que es compatible con esa idea de libertad que expones en la que la elección del bien supone mayor libertad y la elección del mal, mayor esclavitud.
Pero yo entiendo eso en el sentido de que nos vamos liberando de esclavitudes en la medida que actuamos correctamente, con la ayuda de la gracia; pero sin embargo el libre albedrío lo tiene exactamente igual quien elige el bien que quien elige el mal.
Sin embargo cuando dices que el que elige bien es porque Dios infaliblemente le mueve a hacerlo y que a todos los que Dios no mueve infaliblemente a elegir bien, eligen mal, todo pierde su sentido, Dios deja de parecerme justo y bondadoso y el hombre deja de parecerme un ser libre.
Por mucho que razones sobre poder y hacer de hecho, poder resistir pero no resistir etc.
En cambio la doctrina de los concilios ecuménicos y el catecismo no me induce a pensar así, sino que me permiten ver al hombre como un ser libre, porque Dios lo ha querido así, a Dios como la Bondad infinita que quiere que todos los hombres se salven y para eso les indica el camino, les perdona y les ayuda, pero respeta la voluntad de quien prefiere alejarse de él y elegir su propia condenación.
No decide la criatura, decide Dios que decida la criatura el camino de la vida o el camino de la muerte. Y a todos ofrece una justa oportunidad, porque DIOS ES JUSTO Y BONDADOSO.
Supongo que podría interesarme por la otra gran corriente de pensamiento respecto a la predestinación: el molinismo. Pero no sé si será igualmente incomprensible para mí.
Es por eso que me parece necesario un resumen de los mínimos católicos respecto a esta doctrina de la predestinación.
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Néstor:
Sobre la cuestión planteada, respondo “según mis fuerzas” y “salvo meliori iudicio”.
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Hay que repasar brevemente algunas notas y censuras teológicas, según Ibáñez y Mendoza, “La fe divina y católica de la Iglesia”, Zaragoza, 1978, pp. 4 – 16:
De fe divina. Lo que se contiene en la Escritura y/o la Tradición. La proposición contraria es error en la fe.
De fe divina y católica. Lo que además, es propuesto por la Iglesia como divinamente revelado para ser creído, al menos por su Magisterio Ordinario y Universal.
De fe divina y católica definida. Lo que es propuesto por la Iglesia para ser creído como divinamente revelado por “solemne juicio”: Papa ex – cathedra,Concilio Ecuménico mediante una definición dogmática.
En los dos últimos casos, es decir, proposición de fe divina y católica, y de fe divina y católica definida, hablamos de “dogma de fe”, y la proposición contraria es herejía.
Doctrina católica. Toda verdad enseñada por el Magisterio auténtico de la Iglesia, al cual se debe, no fe teologal, sino religiosa sumisión de la voluntad y del entendimiento. La proposición contraria es error en doctrina católica.
Dicen Ibáñez y Mendoza: “…según lo explicitaba ya Pío XII, el Magisterio de la Iglesia vincula no sólo cuando es definitorio, sino también en todas las demás decisiones en que proscribe errores, aunque no sean herejías, o – por decirlo con palabras del propio Pío XII – que “el sagrado Magisterio ha de ser para cualquier teólogo, en materia de fe y costumbres, la norma próxima y universal de la verdad”, y también que “todos los fieles deben guardar las constituciones y decretos con que las opiniones erróneas han sido prohibidas y proscritas por la Santa Sede” (cfr. Humani Generis, 198)”. (p. 3).
Esta sumisión religiosa de asentimiento y voluntad en el caso del Magisterio no infalible, agregamos nosotros, no excluye que las personas entendidas en la materia puedan hacer llegar a la Jerarquía sus dudas o dificultades por los canales pertinentes.
Y agregan:
“No se podría imponer una sumisión religiosa del entendimiento, si las doctrinas propuestas, aunque no constituyan definiciones dogmáticas no fueran ciertas, y aunque eventualmente mejorables, no fueran estrictamente verdaderas” (p. 9).
Teológicamente cierta. Toda verdad que sin contenerse formalmente en la Revelación, tiene conexión necesaria, por ejemplo, de tipo lógico, con alguna verdad revelada. La proposición contraria es error en teología.
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La gracia eficaz puede entenderse en dos sentidos:
1) La gracia que siempre de hecho va acompañada por el acto libre correspondiente de la creatura racional. (gracia eficaz en sentido amplio)
2) Esto a su vez puede entenderse de dos maneras:
a. como una gracia que se hace eficaz por el consentimiento libre de la creatura, o por la "congruidad" de la gracia con la libertad creada (ver abajo)
b. o bien, como una gracia que guarda relación necesaria con el acto libre subsiguiente con anterioridad causal, no temporal, a la realización del mismo acto.
Esta última es la gracia eficaz en sentido estricto, o gracia eficaz “in actu primo”.
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En el primer sentido, o sentido “amplio”, la gracia eficaz está enseñada sin duda en la Sagrada Escritura, en el “Indiculus”, en el Concilio de Orange, y en el mismo Concilio de Trento.
La Escritura:
- Dios es el que obra en nosotros el querer y el acabar, según su beneplácito (Phil. 2,13)
- Confiamos que quien empezó en vosotros la obra buena, la acabará hasta el día de Cristo Jesús Phil. 1, 6);
- A vosotros se os ha concedido por Cristo, no sólo que creáis en El, sino también que por El padezcáis (Phil. 1, 29)
- Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió. (Jn, 6, 44)
- Nadie puede venir a mí, si no le fuese dado por el Padre. (Jn. 6,65)
- He rogado por ti, Pedro, para que tu fe no falle, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos. (Lc. 22, 31 – 32)
- Nadie puede quitar nada de la mano de mi Padre. (Jn 10, 29)
- Como las divisiones de las aguas, así el corazón del rey está en la mano del Señor, y a donde quiera, lo inclinará (Prov. 21, 1).
- Y convirtió Dios el espíritu del rey a la mansedumbre. (Esther 15, 11).
- Os daré un corazón nuevo, y pondré en vosotros un espíritu nuevo, os quitaré el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré mi Espíritu en vosotros, y haré que caminéis en mis caminos y custodiéis y operéis mi justicia. (Ez. 36, 26 – 27).
- Conviértenos, Señor, a Ti, y nos convertiremos. (Lam. 5, 21).
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Veamos algunos pasajes del II Concilio de Orange, aprobado por el Papa Bonifacio II y que por tanto tiene valor de Magisterio Papal universal, aunque no sea definición “ex cathedra” (recordemos la nota de Denzinger al respecto: “Este Concilio aprobado por Bonifacio II alcanzó tanta autoridad en la Iglesia que con razón se tiene por regla infalible de la fe”.):
“D-176 [II. Sobre la gracia.] Can. 3. Si alguno dice que la gracia de Dios puede conferirse por invocación humana, y no que la misma gracia hace que sea invocado por nosotros, contradice al profeta Isaías o al Apóstol, que dice lo mismo: He sido encontrado por los que no me buscaban; manifiestamente aparecí a quienes por mí no preguntaban [Rom. 10, 20; cf. Is. 65, 1].”
Donde no se dice que la gracia nos da solamente la capacidad que invocar a Dios, sino que la gracia hace que invoquemos de hecho a Dios.
“D-177 Can. 4. Si alguno porfía que Dios espera nuestra voluntad para limpiarnos del pecado, y no confiesa que aun el querer ser limpios se hace en nosotros por infusión y operación sobre nosotros del Espíritu Santo, resiste al mismo Espíritu Santo que por Salomón dice: Es Preparada la voluntad por el Señor [Prov. 8, 35: LXX], y al Apóstol que saludablemente predica: Dios es el que obra en nosotros el querer y el acabar, según su beneplácito [Phil. 2,13].”
De nuevo, no es solamente el poder querer ser limpios, sino el querer ser limpios mismo el que se se dice aquí que se hace en nosotros por infusión y operación “sobre nosotros” del Espíritu Santo.
“D-178 Can. 5. Si alguno dice que está naturalmente en nosotros lo mismo el aumento que el inicio de la fe y hasta el afecto de credulidad por el que creemos en Aquel que justifica al impío y que llegamos a la regeneración del sagrada bautismo, no por don de la gracia - es decir, por inspiración del Espíritu Santo, que corrige nuestra voluntad de la infidelidad a la fe, de la impiedad a la piedad -, se muestra enemigo de los dogmas apostólicos, comoquiera que el bienaventurado Pablo dice: Confiamos que quien empezó en vosotros la obra buena, la acabará hasta el día de Cristo Jesús [Phil. 1, 6]; y aquello: A vosotros se os ha concedido por Cristo, no sólo que creáis en El, sino también que por El padezcáis [Phil. 1, 29]; y: De gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, puesto que es don de Dios [Eph. 2, 8]. Porque quienes dicen que la fe, por la que creemos en Dios es natural, definen en cierto modo que son fieles todos aquellos que son ajenos a la Iglesia de Dios.”
Aquí se habla de corregir la voluntad, y no solamente de darle la capacidad de corregirse, y se cita a San Pablo diciendo que Dios empezó en nosotros la obra buena, no solamente la capacidad de realizarla, y que se nos ha concedido en Cristo que creamos, no solamente que podamos creer.
“D-179 Can 6. Si alguno dice que se nos confiere divinamente misericordia cuando sin la gracia de Dios creemos, queremos, deseamos, nos esforzamos, trabajamos, oramos, vigilamos, estudiamos, pedimos, buscamos, llamamos, y no confiesa que por la infusión e inspiración del Espíritu Santo se da en nosotros que creamos y queramos o que podamos hacer, como se debe, todas estas cosas; y condiciona la ayuda de la gracia a la humildad y obediencia humanas y no consiente en que es don de la gracia misma que seamos obedientes y humildes, resiste al Apóstol que dice .Qué tienes que no lo hayas recibido? [1 Cor. 4, 7]; y: Por la gracia de Dios soy lo que soy [1 Cor. 15,10] (2).”
De nuevo, se dice que por la infusión del Espíritu Santo en nosotros se nos da el que creamos y que queramos, no solamente el que podamos hacer; el que seamos obedientes y humildes, no solamente el que podamos serlo.
“D-182 Can. 9. «Sobre la ayuda de Dios. Don divino es el que pensemos rectamente y que contengamos nuestros pies de la falsedad y la injusticia; porque cuantas veces bien obramos, Dios, para que obremos, obra en nosotros y con nosotros»”
Nuevamente, se dice que es don divino el que pensemos, y no que lo sea solamente el que podamos pensar, y el que contengamos nuestros pasos, no solamente el que los podamos contener.
“D-193 Can. 20. «Que el hombre no puede nada, bueno sin Dios. Muchos bienes hace Dios en el hombre, que no hace el hombre; ningún bien, empero, hace el hombre que no otorgue Dios que lo haga el hombre»”
Nuevamente, no se dice que Dios otorga solamente el que podamos hacer el bien, sino que se dice que otorga el que lo hagamos.
A esta gracia que hace que Dios sea invocado por nosotros, que nos hace querer ser limpios, que corrige nuestra voluntad, que nos concede creer en Cristo, y que nos da el querer hacer lo que Dios nos pide, que nos hace obedientes y humildes, que nos hace pensar rectamente ynos hace contener nuestros pies de la falsedad y la injusticia, que es tal quepor ella Dios obra en nosotros y con nosotros, y por la cual Dios nos otorga que hagamos el bien, es claro que debemos llamarla por lo menos “gracia eficaz en sentido amplio”.
Algunos de los actos mencionados en los cánones pueden ser actos indeliberados, pensamientos o afectos producidos en nosotros por la gracia "operante" o "preveniente" o "excitante", como llamado interno para que respondamos libremente, pero la eficacia de la gracia divina en estos cánones no se afirma solamente en esos casos, sino también en los casos que realizamos actos deliberados y libres como invocar a Dios, creer en Cristo, ser obedientes y humildes, lo cual implica actos deliberados de obediencia y humildad, contener nuestros pasos de la falsedad y la injusticia, hacer el bien. En todos esos casos somos ayudados por la gracia "cooperante".
Evidentemente no es una gracia que nos da solamente la capacidad de querer o hacer todas esas cosas, porque esa capacidad también la tenemos cuando no queremos o no hacemos aquello de lo que somos capaces.
No es la gracia meramente suficiente, porque ésta se da a muchos que no responden positivamente a la misma.
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El Concilio de Trento:
“D-797 Declara además [el sacrosanto Concilio] que el principio de la justificación misma en los adultos ha de tomarse de la gracia de Dios preveniente por medio de Cristo Jesús, esto es, de la vocación, por la que son llamados sin que exista mérito alguno en ellos, para que quienes se apartaron de Dios por los pecados, por la gracia de El que los excita y ayuda a convertirse, se dispongan a su propia justificación, asintiendo y cooperando libremente [Can. 4 y 5] a la misma gracia, de suerte que, al tocar Dios el corazón del hombre por la iluminación del Espíritu Santo, ni puede decirse que el hombre mismo no hace nada en absoluto al recibir aquella inspiración, puesto que puede también rechazarla; ni tampoco, sin la gracia de Dios, puede moverse, por su libre voluntad, a ser justo delante de El [Can. 3]. De ahí que, cuando en las Sagradas Letras se dice: Convertíos a mí y yo me convertiré a vosotros [Zach. 1, 3], somos advertidos de nuestra libertad; cuando respondemos: Conviértenos, Señor, a ti, y, nos convertiremos [Thren. 5, 21], confesamos que somos prevenidos de la gracia de Dios.”
“D-814 Can. 4. Si alguno dijere que el libre albedrío del hombre, movido y excitado por Dios, no coopera en nada asintiendo a Dios que le excita y llama para que se disponga y prepare para obtener la gracia de la justificación, y que no puede disentir, si quiere, sino que, como un ser inánime, nada absolutamente hace y se comporta de modo meramente pasivo, sea anatema.”
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Como vemos, la gracia eficaz en sentido amplio, tal como la hemos definido al comienzo, figura en la Escritura y el Magisterio de la Iglesia.
Sobre ella, así entendida, dice J. Van der Meersch en el artículo "Grace" del "Dictionnaire de Théologie Catholique", t. 6 - 2, col. 1656:
"L'existence de la grâce seulement suffisante et celle de la grâce efficace est un point de doctrine admis par tous les catholiques et contenu dans le dépòt de la révélation."
(La existencia de la gracia solamente suficiente y de la gracia eficaz es un punto de doctrina admitido por todos los católicos y contenido en el depósito de la Revelación.)
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La cuestión es si además figura en el Magisterio la gracia eficaz en sentido estricto.
La existencia de la gracia eficaz en sentido estricto, según Charles Boyer S.J. (Tractatus de Gratia Divina, Roma, 1952, p. 271, que no es tomista, es “al menos teológicamente cierta” (saltem theologice certa). Hace referencia a la Escritura, al “Indiculus” (ver nuestro segundo “post” sobre el tema), a los Padres de la Iglesia (San Agustín) y al segundo Concilio de Orange.
Según Baumgartner, (“La Gracia de Cristo”, Herder, Barcelona, 1973) la gracia eficaz “in actu primo” no está enseñada por los documentos del Magisterio, ni en la Escritura, ni en los Padres antes de San Agustín. Es una consecuencia necesaria de la tesis de la predestinación absoluta, es decir, no condicional, y por eso dice que es “teológicamente cierta”.
“Es cierto, diremos con el doctor de Hipona, que hay una predestinación, es decir, una preparación de los beneficios de Dios, por los que ciertísimamente se salvan todos los que se salvan. Ahora bien, un beneficio infaliblemente ligado a un acto saludable no es otra cosa que la gracia eficaz “in actu primo”. Luego la existencia de ésta es una conclusión que se deriva de la doctrina de la predestinación”. (p. 375).
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Sobre la predestinación absoluta, a su vez, dice:
“Pero ¿es de fe la predestinación absoluta? No está definida. Tampoco es una doctrina explícitamente paulina. Es el resultado de un desenvolvimiento dogmático normal en que la reflexión teológica de San Agustín tuvo parte preponderante y decisiva. San Agustín fue seguido por Santo Tomás. Además, esta doctrina ha entrado en la vida de la Iglesia y en la liturgia. Hay, pues, que decir que la doctrina de la predestinación absoluta a la vida eterna es de fe “ex magisterio ordinario”. Siendo esto así, la existencia de la gracia eficaz “in actu primo” es una conclusión teológicamente rigurosa y cierta.” (pp. 375 – 376).
Respecto de la predestinación absoluta a la salvación, aunque no esté definida, una proposición puede ser de fe, según lo dicho, por el magisterio ordinario y universal de los Obispos. El magisterio ordinario no universal de los Obispos no parece que funde una verdad de fe, sino una enseñanza de la “doctrina católica” que exige, no fe teologal, sino religioso asentimiento interno de los fieles.
El hecho, por ejemplo, de que la doctrina de la predestinación absoluta esté en la liturgia como dice Baumgartner bastaría para asegurar ese magisterio ordinario y universal de los Obispos. Pero el Magisterio ordinario y universal de los Obispos es un magisterio infalible cuya negación es herejía.
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Por su parte Genuyt, “El misterio de Dios”, Herder, Barcelona, 1974, califica simplemente como “de fe” (p. 198) la siguiente tesis:
“Dios, en su misericordia, ha predestinado a la gracia y a la gloria a los que han de salvarse por el Salvador; a los otros los ha reprobado, pero a nadie predestinó a la culpa”.
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Para Ibáñez y Mendoza, la proposición “La gracia actual, de manera inmediata e intrínseca, ilumina el entendimiento y mueve la voluntad en orden a realizar actos sobrenaturales” es “doctrina católica”, de modo que la proposición contraria es “error en doctrina católica” (p. 115).
Cita al segundo Concilio de Orange, y al Concilio de Trento.
Para Ibáñez y Mendoza, entonces, se requeriría, no fe teologal, pero sí asentimiento religioso interno de inteligencia y voluntad para la tesis que afirma la gracia eficaz en sentido estricto.
En cambio, para Bouyer S.J. y Baumgartner la tesis de la gracia hecha eficaz por el consentimiento del libre albedrío creado sería “error en teología”, y la tesis contraria, entonces, la de la gracia eficaz en sentido estricto o “in actu primo”, no requeriría, por tanto, dicho asentimiento interno de todos los fieles.
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Lo que es claro es que la cuestión de si la gracia eficaz es eficaz por sí misma o por el consentimiento de la creatura racional, o sea, si es esencialmente distinta de la gracia suficiente, o es la misma gracia suficiente hecha eficaz por el consentimiento libre de la creatura , es una cuestión abierta entre católicos, o al menos entre teólogos católicos, como que el tomismo defiende la primera, y el molinismo la segunda.
En efecto, sea que la gracia eficaz en sentido estricto pertenezca a la “doctrina católica”, o que sea una conclusión “teológicamente cierta”, en ambos casos no requiere fe teologal y su negación, por tanto, no es hoy por hoy herejía.
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En nuestra opinión, es bastante evidente que los textos presentados de la Escritura y del segundo Concilio de Orange difícilmente se pueden encajar en la hipótesis de una gracia eficaz solamente por el consentimiento libre de la creatura.
No nos parece tampoco que dichos textos no se inclinen ni en un sentido ni en otro, limitándose solamente a afirmar la gracia eficaz que hemos llamado “en sentido amplio”.
Entendemos que casan mucho más naturalmente con la tesis de la gracia eficaz “in actu primo” o en sentido estricto.
En ese sentido, nos parece más acertada la postura de Ibáñez y Mendoza.
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Respecto de Bouyer, hay que explicar que si bien en la Compañía de Jesús fue donde surgió y tuvo más seguidores el molinismo, las autoridades de la Compañía impusieron por mucho tiempo como doctrina oficial el “congruismo” de Suárez y San Roberto Belarmino.
Tanto molinismo como congruismo están de acuerdo en rechazar la gracia intrínsecamente eficaz del tomismo, basada en la moción divina de la voluntad creada, y en afirmar el rol de la “ciencia media” divina por la cual Dios prevé lo que harían las creaturas racionales en tales y tales circunstancias determinadas.
Pero mientras que para el molinismo la elección divina de los que se han de salvar es posterior a la previsión de los méritos de los mismos, para el congruismo es anterior a dicha previsión de los méritos de las creaturas racionales.
Es decir, mientras que el molinismo “puro” sostiene que Dios prevé cuáles creaturas racionales harán buen uso de la gracia en determinadas circunstancias, y entonces decide elegirlas para la salvación, para el congruismo, Dios elige primero a algunos para la salvación, y entonces, usando la “ciencia media”, prevé qué gracias serán las que infaliblemente serán libremente aceptadas por esos elegidos, no en virtud de alguna moción divina de la voluntad creada, sino por la “congruidad” de tales gracias con las disposiciones íntimas del sujeto.
Bouyer, efectivamente, es congruista (p. 321: “gratia efficax est vocatio congrua…”)
Saludos cordiales.
No veo forma de conciliar que la reprobación sea condicionada con que la predestinación no lo sea.
No veo la forma de conciliar que la predestinación a la gloria sea absoluta con que la reprobación no sea una predestinación absoluta, igualmente.
Si entiendo que pueda condicionar Dios la voluntad de salvación al uso del libre albedrío para bien o para mal -y ahí entraría lo de la voluntad antecedente y la consecuente, pero no porque Dios haya decidido mover la voluntad infaliblemente a unos sí y a otros no, pues entonces tendríamos la predestinación absoluta en los dos casos, teniendo en cuenta que la premisa es que sólo se salvarán aquellos a los que decida mover la voluntad infaliblemente y que a los otros ha decidido que no se la va a mover y no se salven.
Saludos cordiales
PS
Lo importante es la pregunta inicial, lo demás es explicación de por qué la hago.
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Néstor:
Una predestinación a la gloria condicionada supondría una “elección condicionada”, que podría ser de este modo: “Todo aquel que haga X, se salvará”, dándole además a todos la capacidad de hacer X si quieren hacerlo.
Sería compatible con el hecho de que ninguno se salve.
Ahora bien, esta última posibilidad es contraria a la fe cristiana, pues es parte de nuestra fe que la victoria de Cristo sobre el mal es ya un hecho y que sin duda que va a haber bienaventurados en el Cielo que glorifiquen por toda la Eternidad a Dios.
Se puede responder que por su presciencia eterna Dios ha sabido que de hecho algunos se van a salvar y que por eso lo ha revelado así históricamente, pero simplemente ha previsto que de hecho responderán así libremente, podría haber previsto la respuesta negativa de todos.
Pero en esa hipótesis, las cosas suceden en la Creación independientemente de la Voluntad de Dios, al margen de la misma. Dios no interviene, una vez que ha dado la gracia suficiente, se limita a contemplar el diverso uso que de ella hacen las voluntades creadas.
Eso va contra la verdad de fe de la Providencia y el Gobierno divino del mundo, según las cuales, Dios planea y dirige desde la Eternidad el curso de la historia.
La Escritura nos enseña que nada escapa al control soberano que Dios tiene sobre todo lo creado. No tendría sentido poner como motivo de consuelo y esperanza, y de falta de temor, como hace Nuestro Señor, el hecho de que ni un gorrión caiga a tierra sin que lo sepa el Padre, y de que los cabellos de nuestras cabezas estén todos contados, si eso se refiriese sólo a una presciencia que se limitara a registrar lo que de hecho sucede en el mundo.
En esa hipótesis, la Buena Noticia de que al final todo resultará para bien de los que aman a Dios sería simplemente la noticia de un azar venturoso, algo así como ¡qué coincidencia afortunada, de los miles de resultados desastrosos posibles resulta que va a salir el bueno!
Por tanto, la certeza cristiana de que Dios gobierna la historia de modo tal que al final todo contribuye para bien de los que ha predestinado a la vida eterna excluye la idea de una elección y predestinación meramente condicionales.
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Porque en definitiva, estamos en el argumento que doy en el “post”: si Dios quiere la salvación de los hombres sólo condicionalmente, hay que ver cómo se encuentra la Voluntad divina respecto de la condición misma: ¿la quiere, no la quiere, la permite, no la permite, la quiere también en forma condicional, o la quiere en forma absoluta?
Si ni la quiere ni deja de quererla, ni la permite ni deja de permitirla, entonces esa condición será un evento fuera de Dios, independiente totalmente de la Voluntad divina, lo cual es absurdo.
Para poder existir fuera de Dios, algo debe ser creado, y si es creado, también es conservado por Dios en la existencia, y si tiene, como tiene que tener en todo caso, algún tipo de actividad, esa actividad tiene que tener a Dios como Causa Primera, porque el obrar sigue al ser.
Si la quiere condicionalmente, entonces de nuevo preguntamos lo mismo acerca de esta nueva condición, y no podemos seguir así “in infinitum”.
Entonces la quiere absolutamente, pero entonces esa condición no puede no realizarse, porque Dios es Omnipotente.
Y entonces todos se salvarían, lo cual va contra la fe.
No puede entonces querer absolutamente la salvación de todos, porque no todos se salvan, ni condicionalmente la salvación de todos, porque eso nos llevaría a un retroceso al infinito. La única opción que queda es que quiera absolutamente la salvación de solamente algunos, que es justamente la elección y predestinación en sentido tradicional.
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Sin duda, elegir implica no elegir. No se puede elegir a todos, porque es contradictorio. Pero no elegir no es lo mismo que predestinar a la condenación eterna. Ésta tiene razón de pena, de castigo, y por tanto, sólo puede ser decretada por Dios sobre la base de la previsión del pecado.
Dicha previsión del pecado supone la permisión divina del pecado, porque el pecado no puede ocurrir sin que Dios lo permita.
Todos los tomistas aceptan que Dios permite el pecado libremente cometido de aquellos que no ha elegido para la vida eterna, sobre esa base, lo prevé, y en ese caso, determina aplicar la justa pena por el pecado.
En ese sentido los concilios de Quierzy y Valence hablan de “predestinación de la pena eterna”, no en el sentido de que haya una predestinación al pecado como tal. Porque la predestinación tiene que ver en todo caso con lo que Dios obra en la creatura, y el pecado Dios no lo obra sobre la creatura, sino que solamente lo permite.
Por eso en el caso de los que se pierden, que incluye algo que Dios no causa, sino solamente permite: el pecado, sobre todo, la impenitencia final en el caso de los seres humanos, se usa el término “reprobación”.
Todos están concordes en que existe la “reprobación positiva”, que es el decreto de condenación eterna sobre la base de la previsión del pecado y la impenitencia final, y que por eso es posterior a la previsión de los deméritos (“post praevisa demerita”).
Pero además, la elección de los que se han de salvar “ante praevisa merita”, que sostienen los tomistas, los congruistas, los agustinianos, pero no los molinistas puros, implica la no elección de los que se han de condenar, “ante praevisa demerita”, y en ese caso, se habla de “reprobación negativa antecedente”, que los tomistas sostienen, y los molinistas puros niegan.
Los tomistas explican que entre la reprobación negativa antecedente y la reprobación positiva que implica el decreto de condenación eterna, está la permisión y previsión divina de las culpas, incluyendo la impenitencia final.
Todavía entre los tomistas antiguos y los modernos se da la discusión acerca de si la reprobación negativa antecedente consiste solamente en la permisión de las culpas (modernos) o también en la no elección para la vida eterna, entendida como “exclusión positiva de la gloria como bien indebido” (más antiguos)
Para los molinistas, tanto la elección y predestinación de los que se salvan como la no elección y reprobación de los que se pierden son “post praevisa merita vel demerita”, posteriores a la previsión de los méritos o culpas respectivamente.
Pero ninguna de las dos es condicional, sino que ambas son absolutas, porque siguen a la previsión que Dios hace con su "ciencia media" de los que usarían bien de la gracia y los que la rechazarían.
Saludos cordiales.
Siempre se agradece cuando se expone con claridad la doctrina, aunque algunas conclusiones que, al parecer se deducen, no consigo compartirlas -probablemente porque no las acabo de comprender, o quizás porque hay una forma de razonar inherente a la personalidad de cada uno que impide ver ciertas perspectivas de la realidad que otros encuentran evidentes (lo mismo me pasa ante un pensador ateo que niegue la libertad del ser humano, no consigo imaginar esa forma de concebir nuestra vida).
Resalto lo que me parece más fundamental para mí de su primera respuesta:
“Lo que es claro es que la cuestión de si la gracia eficaz es eficaz por sí misma o por el consentimiento de la creatura racional, o sea, si es esencialmente distinta de la gracia suficiente, o es la misma gracia suficiente hecha eficaz por el consentimiento libre de la creatura , es una cuestión abierta entre católicos, o al menos entre teólogos católicos, como que el tomismo defiende la primera, y el molinismo la segunda.
En efecto, sea que la gracia eficaz en sentido estricto pertenezca a la “doctrina católica”, o que sea una conclusión “teológicamente cierta”, en ambos casos no requiere fe teologal y su negación, por tanto, no es hoy por hoy herejía.”
Naturalmente, toda la respuesta tiene interés y me propongo releerla e intentar entender mejor lo que se expone.
En el último comentario, expone con claridad las diversas posturas de las distintas escuelas teológicas, pero yo no entiendo el por qué de su premisa inicial respecto a la elección condicionada:
“en esa hipótesis, las cosas suceden en la Creación independientemente de la Voluntad de Dios, al margen de la misma. Dios no interviene, una vez que ha dado la gracia suficiente, se limita a contemplar el diverso uso que de ella hacen las voluntades creadas.”
No veo por qué se saca esa conclusión. De hecho Dios sigue continuamente sosteniendo con su perdón y ayuda, ofreciendo su gracia y llamando a la conversión a todos, hasta el final, no se despreocupa de nadie en ningún momento.
Yo creo que la presciencia y la providencia no implican predeterminación. Se puede hablar de “predestinación”, porque Dios no deja de ocuparse de cada uno de nosotros personalmente, ofreciendo su gracia a todos, constantemente (todo lo bueno es gracia), según su deseo de que todos los hombres se salven. Pero se puede no acoger esa gracia.
Dejar abierta la puerta de la casa al hijo que se quiere marchar, no significa que el Padre no se ocupe de él, no le sustente, no le ofrezca cobijo, no le espere, no le llame, no salga a buscarle, no le pida que vuelva...Aunque siempre se pueda negar a volver y no le va a obligar -no porque no pueda, sino porque no quiere obligar a nadie a amar contra su voluntad.
Perdón por el rollo. En principio sólo iba a darle las gracias, por responder.
Despedida cordial.
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Pues así es. En esa hipótesis, todo lo demás que Ud. describe está contenido dentro de ese "dar la gracia suficiente" que es el mismo tanto para los que la aceptan y se salvan como para los que no la aceptan y se pierden.
Y como ello es lo mismo en ambos casos, por lógica no implica ninguna intervención divina que explique el hecho de que unos acepten esa gracia en vez de no aceptarla como hacen los otros.
Ni siquiera se puede acudir a la permisión divina del rechazo de la gracia, porque eso implica la no permisión de ese rechazo en el caso de los que aceptan la gracia, y entonces ahí ya tenemos dos iniciativas divinas, permisión y no permisión, que van más allá del ofrecimiento de la misma gracia para todos.
O sea que efectivamente, en esa hipótesis, más allá del hecho de ofrecer la gracia a todos, y respecto específicamente de lo que hace la diferencia entre los que se salvan y los que se pierden, hay una actitud meramente contemplativa de Dios, por la que esas cosas suceden al margen de su Voluntad.
Saludos cordiales.
"
"El molinismo parte del dato de la concreta libertad humana en cada situación; pero, por otro lado, los futuribles en que se basa la solución propuesta (lo que el hombre haría en cada caso) parecen pensarse independientemente de Dios, con lo que no resulta claro cómo queda salvaguardada la omnipotencia divina y la primacía real de la gracia. Por el contrario, en la solución de los tomistas es clara la primacía de Dios y de su voluntad, pero la explicación de la liber- tad humana, afirmada en el plano metafísico, no logra aclararse en concreto en el nivel psicológico. Paulo V zanjó la cuestión en 1607, permitiendo a cada una de las dos escuelas seguir con su opinión y prohibiéndoles condenar a la otra (cf. DS 1997; también 2008s; 2509s; 2564s). En realidad, y prescindiendo de las soluciones concretas al problema, es el propio planteamiento de la cuestión el que parece inadecuado. La gracia no puede ser nunca una limitación a la libertad humana. Es ella misma la que mueve la libertad y, por tanto, manifiesta también en ésta su primacía al suscitarla. De ahí que la afirmación de la libertad haya de remitir a Dios y su gracia, como el único que da a esta libertad su auténtico sentido. La obra de Dios y la del hombre no se interfieren porque no se colocan en el mismo plano. La presencia de la gracia suscita y hace posible la libertad, y ésta se ha de apoyar en Dios, del que todo procede. Los dos extre- mos han de ser afirmados, con plena conciencia de que se nos escapa el modo concreto de la relación entre ambos."
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Lo que hace aquí Ladaria es declarar que tanto la tesis tomista como la molinista parten de un planteo inadecuado, al tiempo que adopta en lo esencial la tesis tomista.
Si en algo consiste el tomismo es justamente en NO adoptar el planteo inadecuado que critica Ladaria: la gracia como limitación de la libertad humana.
Aquí lo hemos repetido varias veces: no “L = p/D” sino “L= cD”.
La libertad humana no es inversamente proporcional, sino directamente proporcional, a la intervención divina.
Eso es tomismo puro. Santo Tomás critica a los que piensan que lo que viene del libre albedrío es distinto de lo que viene de la predestinación.
Y el mismo Ladaria lo dice: la gracia mueve la libertad.
Por otra parte, Ladaria acepta que el punto de encuentro de las dos puntas de
la cadena es necesariamente oscuro, así que no se ve porqué la razón que da para rechazar el tomismo es que ”no logra aclararse” en el nivel psicológico la compatibilidad entre gracia y libertad.
Lo cual, además, no puede juzgarse “prescindiendo de las soluciones concretas al problema”.
Saludos cordiales.
Le agradezco su respuesta a mi anterior comentario. Sin embargo, sigue habiendo algo que no entiendo: ¿para qué es suficiente la gracia suficiente, si no es para la salvación, pues es necesaria además la gracia eficaz para salvarse?
Un saludo, muchas gracias, y perdone las molestias:
Juan G.C.
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Es que la gracia, o nos da el hacer de hecho lo necesario para salvarnos, y entonces, es eficaz y no solamente suficiente, o no, y entonces no es suficiente para salvarse de hecho, porque nadie se salva sin hacer de hecho lo necesario para salvarse.
La gracia suficiente es suficiente para poder salvarse, no para salvarse de hecho.
No olvidemos que la salvación depende de obras sobrenaturales, de conversión, de fe, de esperanza, de caridad, que están por encima de las capacidades naturales de nuestra humanidad. Por eso necesitamos ante todo una gracia que nos dé esa capacidad, ese poder hacer sobrenatural.
¿Para qué ha sido suficiente entonces esa gracia suficiente? Los tomistas responden: para dar la capacidad de aceptar y no rechazar el llamado divino, porque Dios no manda lo imposible.
Lo que pasa es que la capacidad de aceptar es una cosa, y la aceptación otra distinta.
Para esto último es necesaria la gracia eficaz.
Si se dice que es suficiente la gracia que me deja capacitado para salvarme si quiero, faltando nada más que el buen uso de mi libre albedrío, entonces resulta que efectivamente la gracia suficiente no es suficiente para de hecho salvarse, pues falta además el consentimiento libre de la creatura.
Si la gracia suficiente es suficiente para de hecho salvarse, entonces, no podría ser que se diese la gracia suficiente y no se diese la salvación. Pero entonces la gracia suficiente no sería rechazada nunca, lo cual ha sido condenado por la Iglesia entre los errores de Jansenio. Es de fe que la gracia divina es rechazada a veces por los seres humanos.
Sin embargo, en esos casos, los que rechazan la gracia deben haber tenido gracia suficiente para no rechazarla, de lo contrario no serían culpables de pecado alguno, porque Dios no manda lo imposible.
¿Qué les ha dado entonces la gracia suficiente? La capacidad de no rechazar el llamado divino.
Además, si la gracia suficiente es suficiente para salvarse de hecho, entonces, o todos se salvan, lo que es contra la fe, o no todos reciben la gracia suficiente, lo cual llevaría a que Dios es injusto, porque a algunos les mandaría hacer lo que de hecho no pueden hacer, por faltarles la gracia suficiente para poder hacerlo.
Saludos cordiales.
Con esta frase estoy completamente de acuerdo.
Todo (lo bueno) es gracia. Todo lo bueno que yo pueda hacer viene de Dios.
Pero de verdad, lo de la predestinación, en el sentido que tú lo explicas, no lo veo, qué quieres que te diga. Creo que es una teoría manifiestamente mejorable, que causa más problemas de los que pretende arreglar. (Y tampoco lo veo claro en San Agustín).
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En todo caso, algún argumento al respecto no estaría de más.
Saludos cordiales.
Pues acláramelo tú. Porque a mi me pasa lo que a Ladaria, como explicamos en el plano psicológico el asunto de la gracia suficiente y eficiente.
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Ahí el argumento es que Ladaria no puede quejarse de una oscuridad que él mismo (junto con todo teólogo católico) admite como inevitable.
Saludos cordiales.
"La gracia no puede ser nunca una limitación a la libertad humana. Es ella misma la que mueve la libertad y, por tanto, manifiesta también en ésta su primacía al suscitarla."
Suscitar la libertad no es predeterminarla.
Por otra parte, ¿se habla de libertad o de libre albedrío?
Yo creo que libre albedrío sería la capacidad de poder elegir y de decidir en cada caso, realmente, de hecho, se elija bien o mal. El libre albedrío la posibilidad de elegir es causado por Dios, que quiso el ser humano fuera libre pero no determina su buen uso.
Libertad podría considerarse el proceso gradual de liberación de los condicionamientos al que Dios da sentido, pero no obliga a elegir la dirección liberadora.
Por eso, la libertad no presenta problemas en este sentido, pero sí desde el punto de vista psicológico del proceso que se da en el ser humano cuando elige tanto si elige bien como si elige mal.
Me gustaría, si es posible, que explicara si existe alguna diferencia entre libre albedrío y libertad o son cosas de mi imaginación.
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Néstor.
En el tema que nos ocupa lo que se discute es la relación del libre albedrío, o sea, la capacidad de elección, con la gracia divina, y eso es lo que se entiende ahí por "libertad", más allá de las distinciones que puedan plantearse entre los dos conceptos en general.
Ladaria dice que la gracia "mueve" la libertad (es decir, el libre albedrío) y eso basta para optar por el tomismo en la controversia entre tomismo y molinismo. Es cierto que hay posturas no tomistas que también dicen que la gracia mueve la libertad, por ejemplo, el agustinismo, que en vez de la "premoción física", recurre a la "delectación victoriosa" de la gracia que atrae más a la voluntad que la concupiscencia contraria, produciendo así infaliblemente el acto bueno.
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Respecto a la contestación a mi pregunta sobre la providencia no comprendo que diga que la actuación constante providente de Dios, si no determina totalmente al hombre, es la de un mero espectador. Si fuera un mero espectador despreocupado, no continuaría ofreciendo la gracia de nuevos modos y maneras hasta el final de nuestra vida. Simplemente no obliga a aceptarla pero no se despreocupa ni un solo instante, sigue ofreciendo su amor y su gracia permanentemente. Su mano está extendida y la extiende hasta donde haga falta en cada momento, se nos ofrece de mil modos y maneras. ¿Era un espectador Dios ante Agustín antes de que este se convirtiera? Pues tampoco lo habría sido en el caso de que finalmente no se hubiera rendido a la gracia. Y según mi concepción no tomista, podría haberla resistido hasta el final, de hecho. Dios no se cansa de promover y de esperar, tanto en el caso de quien acepta su gracia como en el de quien la rechaza. No en la misma manera para todos, sino en manera específica para cada uno, porque cada persona es única para él. Pero a todos nos ama y nos ofrece siempre una oportunidad, porque es Padre amoroso de todos.
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Néstor:
Lo dicho: o todo eso queda comprendido bajo la "gracia suficiente" que es igualmente ofrecida a todos los hombres, o no.
En el primer caso, Dios no interviene respecto de aquello que diferencia a los que se salvan de los que se pierden, y respecto de eso, entonces, sí es un mero espectador, y lo grave del caso es que eso sucede independientemente de la Voluntad divina, cosa que no puede admitirse para nada que suceda en la Creación.
En el segundo caso, estamos afirmando que además de la gracia suficiente hay una gracia eficaz.
Es en este argumento que hay que encontrar una falla, si se quiere seguir respondiendo.
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Saludos cordiales.
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Saludos cordiales
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Quedaría maltrecho el dogma si consistiese en que Dios quiere la salvación de todos los hombres con voluntad consecuente y no sólo antecedente. Que no es así, obviamente.
Y en cuanto a la oposición entre el tomismo y la libertad y responsabilidad de la creatura racional, todavía estoy esperando la demostración de la misma.
Saludos cordiales.
¿Sería usted capaz de reescribir este párrafo de forma que se le pueda explicar a unos adolescentes en una catequesis? Más que nada porque los razonamientos claros y verdaderos se pueden exponer con sencillez sin escudarse en terminologías de escuelas particulares.
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Néstor:
Lo que significa "voluntad antecedente" y "voluntad consecuente" está explicado suficientemente en el "post" y en los comentarios, sin que haga falta una gran capacidad intelectual o una cultura demasiado extensa para comprenderlo.
De todos modos, aquí estamos discutiendo la verdad o la ortodoxia de determinadas posiciones, no la mayor o menor facilidad que tengan los adolescentes de catequesis para entenderlas, que es otro tema, y que en todo caso, no puede ser nunca ni un criterio de verdad ni un criterio de ortodoxia.
Y tampoco se puede hablar de temas teológicos sin usar alguna terminología, que obviamente deberá ser explicada, como hemos hecho en este caso.
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Respecto a la segunda pregunta, le agradecería que me contestara en lenguaje comprensible para los que no pertenecen a su escuela:
Qué responsabilidad ( capacidad de elegir y asumir las consecuencias de los hechos aunque la elección sea mala) le queda al hombre si su decisión depende de que Dios haya tenido a bien previamente dotarle o no de gracia eficiente.
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Néstor:
La respuesta es sencillamente que bajo la gracia eficaz el hombre hace libremente el bien, y que si falta la gracia eficaz, el hombre hace libremente el mal. Por lo cual en ambos casos el hombre o la creatura racional en general es responsable.
En todo caso, lo que corresponde es que Ud. muestre, en lenguaje sencillo y accesible a todos, que hay contradicción en sostener esa tesis.
Saludos cordiales.
El único fallo que veo en su argumentación es que su alternativa no es la única posibilidad.
Porque se pueden dar las siguientes circunstancias, conjuntamente:
- Mover, suscitar, no es predeterminar, ni tampoco es terminar el movimiento hasta completarlo: se puede seguir el movimiento suscitado o se puede oponer uno al movimiento y abortarlo con una fuerza de sentido opuesto.
- Es posible que la gracia suficiente mueva la voluntad, pero no la determine y por tanto el movimiento se pueda aceptar o rechazar.
- También es posible que cuando el ser humano acepta la gracia suficiente, libremente y pudiendo rechazarla de hecho, pero no rechazándola de hecho, sino aceptándola de hecho, entonces Dios la haga eficaz.
- Si era suficiente para poder aceptarla, se puede aceptar de hecho y hacerse eficaz porque Dios así lo quiere, o se puede rechazar de hecho y quedarse en meramente suficiente, rechazada y por tanto no eficaz.
- Eso no escapa a la voluntad de Dios, puesto que es la voluntad de Dios que sea la criatura quien elija, porque Él así lo quiere. Es su voluntad.
- Esto no explicará por qué alguien elige una cosa y no la otra, pero que no se conozca la explicación no quiere decir que no la haya y si somos responsablemente culpables de elegir mal es porque podemos elegir bien DE HECHO, y en las mismas circunstancias y con la misma gracia otros eligen bien DE HECHO. Si se afirma que nadie elige el bien de hecho con la gracia suficiente se está diciendo que en realidad no se puede elegir el bien con esa gracia -que debería llamarse insuficiente. Si se pudiera alguien lo habría elegido DE HECHO y de ahí la responsabilidad culpable de quien no lo elige, culpabilidad que no existiría bajo la premisa de que es imposible que la elija sin estar en la lista de la gracia eficaz sólo con la suficiente.
A mí me parece que eso de decir que con la gracia suficiente se puede hacer el bien pero nunca se hace si no se añade algo más, tiene algún fallo, pues si se afirma que se puede hacer, no puede afirmarse gratuitamente que nunca se hace. Igual sí.
En todo caso, supongo que lo que yo digo es católicamente correcto aunque no sea tomista, pues creo que cumplo con los requisitos de interpretación de la gracia y la libertad que se plantean desde los concilios ecuménicos y el catecismo actual de la Iglesia.
Saludos cordiales.
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Néstor:
Un argumento es correcto justamente cuando no deja otra posibilidad que admitir la conclusión. Así que si hay otra posibilidad, es que en mi argumento había un fallo, que habría que ver cuál es.
Dice Ud:
“- Mover, suscitar, no es predeterminar, ni tampoco es terminar el movimiento hasta completarlo: se puede seguir el movimiento suscitado o se puede oponer uno al movimiento y abortarlo con una fuerza de sentido opuesto.”
Mover es terminar el movimiento, hasta donde la causa mueve, porque no es posible que A mueva a B y B no se mueva. Si A mueve a B, B se mueve, y si B deja de moverse, es que A ha dejado de moverlo, y mientras B se mueve, A lo mueve.
Si la creatura puede impedir toda moción divina, estamos de nuevo en mi argumento: que la moción divina sea interrumpida o no, no depende de Dios, sino de la creatura, así que no depende de la Voluntad divina el que unos se salven y otros no. Frente a eso, Dios es un espectador, y tenemos un evento en la Creación que es independiente de la Voluntad de Dios, lo cual es absurdo.
La gracia suficiente, según esto, sólo tiene de “moción” aquello que provoca en la creatura el pasaje de no poder hacer “A” a poder hacer “A”. Y en ese sentido, esa moción termina donde termina ese movimiento: en la capacidad de hacer “A”.
Dice también:
“- Es posible que la gracia suficiente mueva la voluntad, pero no la determine y por tanto el movimiento se pueda aceptar o rechazar.”
El movimiento no puede aceptarse ni rechazarse, al menos en sentido compuesto, porque es movimiento, y por tanto, la cosa ya está siendo movida.
De nuevo: la causa mueve hasta donde la cosa movida se mueve.
Por eso, la causa que mueve, si mueve, y en esa medida, determina a la cosa a moverse. Si no la determina a moverse, no la mueve, obviamente.
Para entender lo de “aceptar” o “rechazar” la moción de la gracia, hay que distinguir los actos indeliberados de los actos deliberados. La primer moción de la gracia tiene como resultado un acto indeliberado nuestro, y en ese sentido, no falla nunca, porque es la que nos hace venir el primer pensamiento o afecto conducente a la conversión, por ejemplo, que solicita a nuestra voluntad libre.
Pero ese primer movimiento al acto indeliberado ya ha terminado, por ahí no hay nada que aceptar o rechazar. Recién se plantea la cuestión de aceptar o rechazar, donde se nos pide un acto libre y deliberado.
Es decir, no aceptamos o rechazamos la moción misma al acto indeliberado, que ya tuvo lugar, sino aquello a lo que esa moción nos inducía: la realización del acto libre y deliberado posterior.
En ese caso, si ponemos el acto libre en cuestión, aceptamos el llamado incluido en la previa moción divina, si no lo ponemos, lo rechazamos.
No se trata de aceptar o rechazar, por tanto, la gracia misma bajo la cual de hecho ponemos ese acto libre y deliberado. Esa gracia si está presente, mueve, si no mueve, es que no está presente. Si está presente, bajo ella se puede hacer otra cosa, en sentido dividido, no en sentido compuesto.
En el caso de la Causa que mueve a la voluntad libre creada, no la determina en el sentido de que el acto de esa voluntad no sea libre, sino al contrario, la determina a actuar libremente, porque la mueve según su naturaleza.
La voluntad creada conserva bajo esa moción al acto libre la capacidad de obrar de otra manera, pero no lo hace de hecho. Puede entonces no obrar, u obrar de otra manera, en sentido dividido, no en sentido compuesto.
Dice Ud. también:
“- También es posible que cuando el ser humano acepta la gracia suficiente, libremente y pudiendo rechazarla de hecho, pero no rechazándola de hecho, sino aceptándola de hecho, entonces Dios la haga eficaz.”
Sí, si Dios hace que el ser humano, libremente y pudiendo rechazarla de hecho, de hecho la acepte. Eso justamente es la gracia eficaz.
De lo contrario, nuevamente, el aceptar la gracia por parte del hombre es algo que no depende de Dios, ocurre con independencia de la Voluntad divina, lo cual es absurdo.
Agrega Ud.:
“- Si era suficiente para poder aceptarla, se puede aceptar de hecho y hacerse eficaz porque Dios así lo quiere, o se puede rechazar de hecho y quedarse en meramente suficiente, rechazada y por tanto no eficaz.”
La misma gracia no puede ser suficiente para ser aceptada ella misma, porque se supone que da la capacidad de aceptar, y para recibir esa capacidad, no puede hacer falta otra aceptación de la creatura, al menos respecto de esa misma gracia numéricamente considerada.
La gracia A puede dar la capacidad de aceptar la gracia B, pero no puede dar la capacidad de aceptarla a ella misma, A, porque entonces debería ser aceptada primero, para poder luego ser aceptada, lo cual constituye un círculo vicioso.
Por tanto, si la gracia A es suficiente para poder aceptar la gracia B, entonces no es A la que se hace eficaz por la aceptación de la voluntad creada, ni tampoco B, porque simplemente no se trata de la misma gracia antes y después de la aceptación.
En efecto, decir que “la gracia suficiente se hace eficaz” es presuponer que estamos hablando de la misma gracia numéricamente considerada.
Y por eso mismo, Dios no puede querer que A se haga eficaz por la aceptación de la creatura, porque sería querer que A se identificara con B siendo distinta de ella, lo cual es contradictorio.
También dice:
“- Eso no escapa a la voluntad de Dios, puesto que es la voluntad de Dios que sea la criatura quien elija, porque Él así lo quiere. Es su voluntad.”
Lo mismo de arriba: Dios no puede querer lo contradictorio, y es contradictorio que la misma gracia que da la capacidad de aceptación tenga que ser aceptada, es contradictorio que la misma gracia sea a la vez idéntica y distinta respecto de otra gracia, y es contradictorio que suceda algo fuera de Dios independientemente de la Voluntad divina.
Y si se dice que la aceptación de la gracia por parte de la creatura racional no es independiente de la Voluntad divina, porque Dios la quiere, entonces, o quiere igualmente esa aceptación en el caso en que ésta no se da, o no.
En el primer caso, es claro que la aceptación de la gracia no depende de la Voluntad divina que la quiere, pues dada esa misma Voluntad en ambos casos, en uno la aceptación se da, en el otro, no.
En el segundo caso, estamos en el tomismo, que dice que Dios quiere con voluntad antecedente la aceptación de la gracia en todos los casos, y con voluntad consecuente la quiere en los casos en que realmente dicha aceptación se produce.
Dice también Ud.:
“- Esto no explicará por qué alguien elige una cosa y no la otra, pero que no se conozca la explicación no quiere decir que no la haya y si somos responsablemente culpables de elegir mal es porque podemos elegir bien DE HECHO, y en las mismas circunstancias y con la misma gracia otros eligen bien DE HECHO.”
Sin duda, ante todo es cuestión de si hay o no explicación, de parte de la Voluntad divina, de porqué unos eligen bien y otros eligen mal. Eso exige que la Voluntad divina no sea exactamente la misma respecto de ambos casos, de lo contrario no habría explicación de esa diversidad por parte de la Voluntad divina.
No se trataría, en efecto, de no conociésemos esa explicación, sino que conoceríamos que no hay explicación del lado de la Voluntad divina, en esa hipótesis, porque es claro que una causa en todo idéntica no puede explicar una diversidad de efectos.
Y ello equivaldría a decir que esa aceptación de la voluntad creada ocurriría independientemente de la Voluntad divina, lo cual es absurdo.
En realidad, esa explicación consiste en que Dios quiere en un caso la elección buena, al punto que de hecho no permite la mala, mientras que no la quiere del mismo modo en el otro caso, pues permite la elección mala.
Sin duda que el que elige mal puede elegir bien de hecho, pero de hecho no elige bien. Eso ya nos muestra que no es lo mismo poder elegir bien de hecho, y elegir bien de hecho, y que por tanto, no hay nada contradictorio en decir que la gracia que nos da el poder elegir bien de hecho no nos da el elegir bien de hecho.
Dice Ud.:
“Si se afirma que nadie elige el bien de hecho con la gracia suficiente se está diciendo que en realidad no se puede elegir el bien con esa gracia -que debería llamarse insuficiente. Si se pudiera alguien lo habría elegido DE HECHO y de ahí la responsabilidad culpable de quien no lo elige, culpabilidad que no existiría bajo la premisa de que es imposible que la elija sin estar en la lista de la gracia eficaz sólo con la suficiente.”
Véase lo recién dicho. Si es posible que se pueda elegir bien de hecho y no se elija bien de hecho, es posible que se tenga la gracia para elegir bien de hecho y no se elija bien de hecho, y entonces, en ningún momento la sola presencia de esa gracia va a hacer necesario que se elija bien de hecho, de modo que nada tiene de contradictorio el que con esa sola gracia nunca se elija bien de hecho.
Por otra parte, sin la gracia eficaz es imposible elegir el bien, en sentido compuesto, no en sentido dividido, mientras que para que no haya responsabilidad hace falta la imposibilidad en sentido dividido, no solamente en sentido compuesto.
Por ejemplo, supuesto que el asesino mata a la anciana, no puede no matarla, en sentido compuesto. Puede no hacerlo, en sentido dividido, y por eso es responsable.
Agrega Ud.:
“A mí me parece que eso de decir que con la gracia suficiente se puede hacer el bien pero nunca se hace si no se añade algo más, tiene algún fallo, pues si se afirma que se puede hacer, no puede afirmarse gratuitamente que nunca se hace. Igual sí.”
No decimos que el que puede hacer el bien nunca lo hace de hecho, sino que decimos que nunca lo hace de hecho sin recibir la gracia por la cual lo hace de hecho y no solamente puede hacerlo.
Sin esa gracia eficaz, nunca se haría el bien de hecho, y no se puede demostrar que sea contradictoria la proposición que dice que “X puede ser hecho, pero de hecho no se hace nunca.”. Del solo poder ser jamás se puede derivar necesariamente el ser.
Finalmente dice Ud.:
“En todo caso, supongo que lo que yo digo es católicamente correcto aunque no sea tomista, pues creo que cumplo con los requisitos de interpretación de la gracia y la libertad que se plantean desde los concilios ecuménicos y el catecismo actual de la Iglesia.”
Para poder responder a eso, en lugar de “lo que yo digo” habría que poner una proposición concreta.
Saludos cordiales.
Lo que no puede esperar es la pregunta de si en lo que yo DIGO AQUÍ hay algo que no sea católico.
O sea ¿alguna de las propuestas o conclusiones de mi comentario anterior es contraria a la religión católica? Porque intentare explicarlas mejor y desarrollarlas lógicamente a menos que señale algún error teológico -q era lo que le pedía.
Gracias de antemano
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No hay problema: formule Ud. la proposición acerca de la que quiere nuestra opinión, y veremos qué podemos decir. Hablar simplemente de "lo que digo" es muy vago, y ademas, es mejor que sea Ud. la que exponga su propia postura y no que lo haga otro.
Además, en estas cosas las primeras impresiones no sirven. Sin análisis detenido, es mejor no pronunciarse.
Saludos cordiales.
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Por eso, lo mejor es que sea Ud. misma la que formule su posición.
Saludos cordiales.
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La Iglesia ha tenido que definir dogmáticamente cuestiones que, siendo esenciales para la recta comprensión de la Revelación, a ese nivel de cuestionamiento, sin embargo, no son fáciles de explicar a todo el mundo. Y aún explicándolas del mejor modo posible, de ahí no se sigue que la otra parte lo entienda, necesariamente.
Y obviamente que no alcanza con que haya alguien que no entienda para decir que una doctrina no se puede contar a la gente sencilla o que está mal formulada, o que no es una verdad de fe.
Por otra parte, las explicaciones que hemos dado sobre la voluntad antecedente y la voluntad consecuente no requieren para ser comprendidas una inteligencia genial, ni una cultura demasiado amplia, como ya he dicho.
Saludos cordiales.
"En realidad, esa explicación consiste en que Dios quiere en un caso la elección buena, al punto que de hecho no permite la mala, mientras que no la quiere del mismo modo en el otro caso, pues permite la elección mala."
Sé que vd lo explica diciendo que la gracia es resistible y se puede resistir, pero que de hecho no se resiste. Pero si dice que Dios impide la elección mala lo cierto es que no puede elegir la mala.
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Néstor:
El modo en que Dios no permite el pecado es moviendo a la voluntad de la creatura a hacer libremente el bien. Bajo esa moción, la creatura no puede elegir la opción mala, en sentido compuesto, sí puede, en sentido dividido, y eso basta para que sea libre y responsable, del mismo modo en que basta para que seamos libres y responsables el que podamos solamente en sentido dividido no elegir lo que estamos de hecho eligiendo.
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Esto no importaría demasiado si no fuera porque al que le permite elegir la mala resulta que no puede dejar de elegirla a menos que Dios se lo impida, según su explicación de que no va a dar la gracia eficaz a todos, siendo como es necesaria para obrar bien.
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Néstor:
No puede dejar de elegirla en sentido compuesto, sí puede, en sentido dividido, y eso basta para que sea libre y responsable.
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Y es que sigo sin saber en qué consiste la gracia suficiente, que no parece ser ni gracia ni suficiente en absoluto. ¿Qué es lo que se supone que Dios da a todos los hombres con la gracia suficiente? ¿La potencia de hacer el bien pero no el acto? Pero ¿a qué le llamamos potencia? Porque si la potencia es la semilla y el acto el árbol adulto y lo que Dios da es la semilla sin más, pero esta semilla no puede crecer sin tierra, sol y agua y Dios se la niega ¿Cómo va a ser responsable nadie de que la semilla no se le convierta en árbol? No se puede pedir cuentas a quien no convierte la semilla en árbol porque no es verdad que pueda, le falta el añadido necesario para desarrollarse, la gracia eficaz.
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Néstor:
La gracia suficiente es de fe.
En el tomismo hay que aceptarla, porque algunos pecan, y como Dios no manda lo imposible, tenían la gracia necesaria para poder no pecar, y como de hecho pecaron, esa gracia no les dio el obrar bien de hecho, entonces, o no les dio nada, lo que equivale a negar que éstos hayan recibido gracia alguna, o les dio el poder hacer el bien, aunque no les haya dado el hacerlo de hecho.
La gracia suficiente es suficiente para dar la capacidad de hacer el bien sobrenatural y meritorio, para el que el hombre no es capaz por naturaleza.
La tierra, el sol y el agua no le dan a la semilla solamente la capacidad de llegar a ser un árbol adulto, sino que administrados en cantidades suficientes lo hacen llegar a ser un árbol adulto de hecho. Si eso es la gracia suficiente, como es dada a todos los hombres, todos se salvarían.
Cuando falta la gracia eficaz, se produce el acto libre culpable de la creatura racional, ahí está la responsabilidad, y la diferencia con la semilla, que no es que decida libremente no crecer si no recibe el agua necesaria.
Por otra parte, si no hay gracia suficiente, y tampoco hay gracia eficaz ¿que gracia hay?
Si parece poco que la gracia suficiente dé sólo la capacidad de hacer el bien, no el hacer el bien mismo, y parece demasiado que la gracia eficaz dé el hacer el bien mismo ¿qué es entonces lo que hace la gracia?
¿Se dirá que la gracia suficiente se convierte en eficaz por la opción del libre albedrío? ¿Eficaz para qué, si esa opción ya se ha producido con anterioridad, como que gracias a ella es "eficaz" esta gracia?
Porque además, en esta hipótesis, es claro que la gracia suficiente tampoco da el hacer, pues éste depende del consentimiento del libre albedrío de la creatura. Entonces, si tampoco da el poder hacer sin el hacer ¿qué queda de la gracia suficiente?
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Entonces Dios tendría que dar a todo el mundo la gracia eficaz para que de verdad puedan convertir la semilla en árbol.
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Néstor:
No, sino para que se convierta de hecho la semilla en árbol.
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Si decide negarles el agua y la tierra y el sol y todo lo demás que hace falta, el responsable sería Dios de que la semilla no se desarrollase. Y no es justo castigar por no convertirse en árbol a quien está predeterminado dejar en semilla, negándolo todo lo que le hace falta para desarrollarse. No puede llegar a ser árbol ni en sentido dividido ni compuesto ni de ninguna de las maneras.
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Néstor:
Lo que pasa es que la semilla carece de libre albedrío. En el caso de la creatura racional que peca, por el contrario, la responsable es ella, porque lo hace libremente.
Y sí puede elegir el bien en lugar de elegir el mal, en sentido dividido. Ni he visto todavía prueba en contrario.
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Si es posible y católico decir que la gracia suficiente se convierte en eficaz cuando se acepta, a mí me vale. Lo demás soy incapaz de comprenderlo.
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Néstor:
No creo haber visto definición dogmática en contra de esa afirmación, pero la Escritura, el Indiculus y el Concilio segundo de Orange enseñan que Dios hace que nosotros hagamos, que queramos, que pensemos, que obremos, etc.
Si Dios hace que nosotros hagamos, entonces la anterioridad causal la tiene la gracia divina, no nuestro consentimiento libre. Por el contrario, si es nuestro consentimiento el que hace eficaz a la gracia, entonces es claro que la anterioridad causal la tiene nuestro consentimiento, no la gracia.
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Tampoco entiendo el razonamiento por el que considera que Dios no puede soberanamente decidir con su voluntad soberana que dejará que decida la criatura. Si es Dios el que decide que la criatura decida, la criatura sólo puede decidir porque Dios así lo quiere. No existe ninguna contradicción. Dios decide: "Ante ti pongo la vida y la muerte, elige tú mismo -porque esa es MI VOLUNTAD, que elijas tú" Por qué se tiene nadie que empeñar en que la voluntad soberana de Dios no puede ser esa? ¿Por qué Dios va a tener que controlar al detalle como a marionetas a los seres humanos si él prefiere dejar que actúen según su libre elección?
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Néstor:
No puede haber ser ni bien fuera de Dios que no tenga a Dios como Causa Primera.
Tampoco puede haber un mal moral o pecado, que es un no ser, o sea, la falta de algo, en la creatura que no sea permitido por Dios.
El pecado es una carencia voluntaria de algo que debería haber en la acción de la creatura: la adecuación con la ley divina. Es por tanto una privación, o sea, la falta de un ser y un bien que deberían estar en la cosa en cuestión. Y por eso, es un no ser.
La decisión libre de la creatura, como acto, es siempre un ser y un bien. Si es un pecado, no lo es por lo que tiene de ser y de acto, sino por lo que le falta de adecuación a la ley divina.
La decisión buena de la creatura, por tanto, tiene bajo todo aspecto a Dios como Causa Primera.
La decisión mala, en tanto que es acto, ser y bien, también tiene a Dios como Causa Primera, no en tanto que es mala, es decir, pecado, o sea, no ser; que ahí sólo es permitida por Dios y tiene a la creatura como causa única.
Por tanto, que Dios “deje decidir a la creatura”, si se trata de una decisión buena, sólo puede querer decir que Dios causa esa decisión libre buena como Causa Primera, siendo la creatura causa segunda, y si es una decisión mala, quiere decir que Dios causa todo lo que en ella hay de ser y de bien, y solamente permite, sin causar, lo que en ella hay de mal y de no ser, que es causado solamente por la creatura.
No puede querer decir que Dios acepta que haya un ser y un bien fuera de Él que no lo tenga a Él como Causa Primera. Porque eso es contradictorio, y la Voluntad y la Omnipotencia divinas no se extienden a lo contradictorio.
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No veo esa contradicción que vd ve.
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Néstor:
La contradicción se entiende mirando a la exposición de la “Tercera Vía” tomista que hice en el segundo “post” de esta serie sobre gracia y libertad. Es la contradicción de decir que el ente contingente a la vez tiene razón suficiente, porque todo tiene razón suficiente, y no la tiene, porque al no tener una Causa Primera Necesaria, la serie de sus causas contingentes retrocede al infinito. La explicación detallada, en esa parte de ese “post”.
Todo es ente, tanto las sustancias como sus operaciones y actos, porque ente es “lo que es o puede ser”, y es claro que esos actos y operaciones son, de algún modo. No son sustancias, pero sí son entes accidentales.
Y nuestras operaciones y actos son entes contingentes, que pueden ser y pueden también no ser, como nosotros mismos.
Luego, decir que no tienen a Dios, Ser Necesario, como Causa Primera es, o bien es decir que no tienen Causa Primera, con lo cual se entra en el retroceso al infinito en la serie actual de causas y no hay razón suficiente de esos actos de la creatura, o bien, es decir que la Causa Primera, en lo que tienen esos actos de entes y por tanto, de bienes, es la creatura contingente, lo cual es absurdo, porque todo ente contingente es causado (principio de causalidad), y tanto la creatura como cualquier acción suya son entes contingentes, y por tanto, si son causas, sólo pueden ser causas a su vez causadas, o sea, causas segundas, no la Causa Primera.
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En cambio sí la veo en donde vd no la ve, en la de que seamos responsables de nuestras elecciones si es Dios el que da el sol, la tierra, el agua etc o lo niega, por mucho que dé una semilla que no sirve para nada.
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Néstor:
No es que la gracia suficiente no sirva para nada, si sirve para poder lo que sin ella no se podría tampoco en sentido dividido.
Y no se puede ver contradicción entre decir que Dios nos mueve a realizar nuestros actos libres, y decir que esos actos son libres y por tanto responsables.
Que ya se dijo, que nos mueve en todo, tratándose de los actos buenos, y que nos mueve en lo que hay de ser y de bien en esos actos, tratándose de actos malos, que en lo que tienen de malos requieren la permisión, no la causalidad, divina.
Y si se dice que la contradicción está en la misma frase “Dios nos mueve a realizar nuestros actos libres”, demuéstrese, aportando dos proposiciones contradictorias entre sí, derivadas ambas lógicamente de esa afirmación.
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Saludos cordiales y perdone si no consigo entender lo que vd considera que es obvio.
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Saludos cordiales.
Otra cosa es que sea más o menos aceptable por la mentalidad de muchos.
A Cristo le entendían las gentes sencillas, eran los que mejor le entendían, y no por ello carecía de profundidad teológica lo que decían.
La capacidad de síntesis es lo que distingue a un buen pensador.
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Néstor:
Bastaría olfatear a dos cuadras de distancia la tapa de un tratado teológico sobre la Trinidad para ver que efectivamente la tarea de hacerlo comprender en pocas palabras a los más limitados intelectual y culturalmente de los fieles sería hercúlea.
Para no extendernos demasiado, veamos nada más algunos ejemplos tomados más bien al azar del Magisterio de la Iglesia. Todas las proposiciones son errores condenados por ese Magisterio con diversos grados de gravedad: herejía, error en doctrina católica, error en teología, etc.
La cuestión que se plantea es si los adolescentes de catequesis, o mejor aún, los niños de primera comunión, nos podrán explicar acertadamente porqué son erróneas las siguientes afirmaciones.
En caso de que no pudiesen, cuál sería la forma de explicárselos claramente de modo que lo pudiesen entender sin dificultad alguna.
Nosotros nos vamos a abstener de explicar el sentido de estos textos magisteriales, para hacer el experimento de si efectivamente se comprenden fácilmente por sí mismos.
Finalmente se deberá explicar porqué entonces los aspirantes al sacerdocio estudian dos años la Filosofía, como preparación a los cuatro años de Teología.
Saludos cordiales.
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Errores de Pascasio Quesnel:
D-1390 40. Sin la gracia, nada podemos amar, si no es para nuestra condenación.
D-1392 42. Sólo la gracia de Cristo hace al hombre apto para el sacrificio de la fe; sin esto, sólo hay impureza, sólo hay miseria.
D-1394 44. Sólo hay dos amores, de donde nacen todas nuestras voliciones y acciones: el amor de Dios que todo lo hace por Dios y al que Dios remunera, y el amor con que nos amamos a nosotros mismos y al mundo, que no refiere a Dios lo que se le debe referir y por esto mismo se vuelve malo.
D-1395 45. No reinando ya el amor de Dios en el corazón de los pecadores, es necesario que reine en él la concupiscencia carnal y que corrompa todas sus acciones.
D-1396 46. La concupiscencia o la caridad hacen bueno o malo el uso de los sentidos.
D-1401 51. La fe justifica cuando obra; pero ella misma no obra, sino por medio de la caridad.
D-1353 3. En vano, Señor, mandas, si Tú mismo no das lo que mandas.
D-1356 6. La diferencia entre la alianza judaica y la cristiana está en que en aquélla, Dios exige la fuga del pecado y el cumplimiento de la ley por parte del pecador, abandonando a éste en su impotencia; mas en ésta, Dios da al pecador lo que le manda, purificándole con su gracia.
D-1358 8. Nosotros no pertenecemos a la Nueva Alianza, sino en cuanto participamos de su misma gracia nueva, la cual obra en nosotros lo que Dios nos manda.
D-1359 9. La gracia de Cristo es la gracia suprema, sin la cual nunca podemos confesar a Cristo y con la cual nunca le negamos.
D-1403 53. Sola la caridad al modo cristiano hace cristianas las acciones por relación a Dios y a Jesucristo.
Errores de Pedro de Rivo:
D-722 (4) Igualmente, no basta para la verdad de una proposición de futuro que la cosa se cumplirá, sino que se cumplirá sin que se la pueda impedir.
Errores condenados por Alejandro VIII
D-1289 1. La bondad objetiva consiste en la conveniencia del objeto con la naturaleza racional; la formal, empero, en la conformidad del acto con la regla de las costumbres. Para esto basta que el acto moral tienda al fin último interpretativamente. Este no está el hombre obligado a amarlo ni al principio ni en el decurso de su vida moral. Declarada y condenada como herética.
Errores de los jansenistas:
D-1302 12. Cuando en los grandes pecadores falta todo amor, falta también la fe; y aun cuando parezca que creen, no es fe divina, sino humana.
Errores acerca del amor purísimo a Dios:
D-1330 4. En el estado de santa indiferencia, el alma no tiene ya deseos voluntarios y deliberados por su propio interés, excepto en aquellas ocasiones, en que no coopera fielmente a toda su gracia.
D-1340 14. En las pruebas extremas para la purificación del amor, se da una especie de separación de la parte superior del alma y de la inferior... En esta separación, los actos de la parte inferior manan de la perturbación totalmente ciega e involuntaria; porque todo lo que es voluntario e intelectual, pertenece a la parte superior.
Errores de Anton Günther:
D-1659 1. El conocimiento inmediato de Dios, por lo menos habitual, es esencial al entendimiento humano, de suerte que sin él nada puede conocer: como que es la misma luz intelectual.
D-1660 2. Aquel ser que en todo y sin el cual nada entendemos es el Ser divino.
D-1661 3. Los universales considerados objetivamente, no se distinguen realmente de Dios.
D-1662 4. La congénita noticia de Dios como ser simpliciter, envuelve de modo eminente todo otro conocimiento, de suerte que por ella tenemos conocido implícitamente todo ser bajo cualquier aspecto que sea conocible.
D-1663 5. Todas las demás ideas no son sino modificaciones de la idea por la que Dios es entendido como ser simpliciter.
D-1664 6. Las cosas creadas están en Dios como la parte en el todo, no ciertamente en el todo formal, sino en el todo infinito, simplicísimo, que pone fuera de sí sus cuasipartes sin división ni disminución alguna de sí.
D-1665 7. La creación puede explicarse de la siguiente manera: Dios, por el acto especial mismo con que se entiende y quiere a sí mismo como distinto de una criatura determinada, v. gr., el hombre, produce la criatura.
Errores de Antonio Rosmini:
D-1894 4. El ser indeterminado que sin duda alguna es conocido de todas las inteligencias, es lo divino que se manifiesta al hombre en la naturaleza.
D-1895 5. El ser que el hombre intuye es necesario que sea algo del ser necesario y eterno, causa creadora, determinante y finalizadora de todos los seres contingentes: y éste es Dios.
D-1896 6. En el ser que prescinde de las criaturas y de Dios, que es ser indeterminado, y en Dios, ser no indeterminado, sino absoluto, hay la misma esencia.
D-1897 7. El ser indeterminado de la intuición, el ser inicial, es algo del Verbo, que en la mente del Padre distingue no realmente, sino con distinción de razón, del Verbo mismo.
D-1898 8. Los entes finitos de que se compone el mundo, resultan de dos elementos, a saber, del término real finito, y del ser inicial, que da a dicho término la forma de ente.
D-1899 9. El ser, objeto de la intuición, es el acto inicial de todos los entes: El ser inicial es inicio tanto de lo cognoscible como de lo subsistente, es igualmente inicio de Dios, tal como por nosotros es concebido, y de las criaturas.
D-1900 10. El ser virtual y sin límites es la primera y más esencial de todas las entidades, de suerte que cualquiera otra entidad es compuesta y entre sus componentes está siempre y necesariamente el ser virtual. Es parte esencial de todas las entidades absolutamente, como quiera se dividan por el pensamiento.
D-1901 11. La quiddidad (lo que la cosa es) del ente finito, no se constituye por lo que tiene de positivo, sino por sus límites. La ,quiddidad del ente infinito se constituye por la entidad, y es positiva; la quiddidad, empero, del ente finito se constituye por los límites de la entidad, y es negativa.
D-1902 12. La realidad finita no existe, sino que Dios la hace existir añadiendo limitación a la realidad infinita. El ser inicial se hace esencia de todo ser real. El ser que actúa las naturalezas finitas, que está unido a ellas, es cortado de Dios.
D-1903 13. La diferencia entre el ser absoluto y el ser relativo no es la que va de sustancia a sustancia, sino otra mucho mayor; porque uno es absolutamente ser, otro es absolutamente no ser.
Pero este otro es relativamente ser. Ahora bien, cuando se pone ser relativo, no se multiplica absolutamente el ser; de ahí que lo absoluto y lo relativo no son absolutamente una sustancia única, sino un ser único, y en este sentido no hay diversidad alguna de ser; más bien se tiene unidad de ser.
D-1904 14. Por divina abstracción se produce el ser inicial, primer elemento de los entes finitos; mas por divina imaginación se produce el real finito, o sea, todas las realidades de que el mundo consta.
D-1905 15. La tercera operación del ser absoluto que crea el mundo es la síntesis divina, esto es, la unión de los dos elementos, que son el ser inicial, común principio de todos los seres finitos, y el real finito, o mejor: los diversos reales finitos, términos diversos del mismo ser inicial. Por esta unión se crean los entes finitos.
D-1906 16. El ser inicial por la divina síntesis, referido por la inteligencia - no como inteligible, sino meramente como esencia --, a los términos finitos reales, hace que existan los entes finitos subjetiva y realmente.
D-1907 17. Lo único que Dios hace al crear es que pone íntegramente todo el acto del ser de las criaturas; este acto, pues, no es propiamente hecho, sino puesto.
D-1908 18. El amor con que Dios se ama, aun en las criaturas, y que es la razón por la que se determina a crear, constituye una necesidad moral que en el ser perfectísimo induce siempre el efecto; porque tal necesidad, sólo entre diversos entes imperfectos deja íntegra libertad bilateral.
D-1909 19. El Verbo es aquella materia invisible, de la que, como se dice en Sap. 11, 18, todas las cosas del universo fueron hechas.
D-1910 20. No repugna que el alma humana se multiplique por la generación, de modo que se concibe que pase de lo imperfecto, es decir, del grado sensitivo, a lo perfecto, es decir, al grado intelectivo.
D-1911 21. Cuando el ser se hace intuíble al principio sensitivo, por este solo contacto, por esta unión de sí, aquel principio antes sólo sintiente, ahora juntamente inteligente, se levanta a más noble estado, cambia su naturaleza y se convierte en inteligente, subsistente e inmortal.
D-1926 36. El orden sobrenatural se constituye por la manifestación del ser en la plenitud de su forma real; el efecto de esta comunicación o manifestación es el sentimiento (sentimento) deiforme que, incoado en esta vida, constituye la luz de la fe y de la gracia, y completado en la otra, constituye la luz de la gloria.
D-1928 38. Dios es objeto de la visión beatífica en cuanto es autor de las obras ad extra.
D-1930a Censura: El Santo Oficio juzgó que en estas proposiciones «en el propio sentido del autor deben ser reprobadas y proscritas, como por el presente decreto general las reprueba, condena y proscribe... Su Santidad aprobó y confirmó el decreto de los Emmos. Padres y mandó que fuera por todos guardado.»
Una verdad de fe que no se le puede contar a la gente sencilla, o está mal formulada o no es una verdad de fe."
Añado: o no le importan nada a la gente sencilla, que en su vida de fe no han desarrolado esas extrañas especulaciones ni falta que les hacía.
Le importan al especulador que cometió el error teológico y a la autoridad encargada de decirle que está en un error.
Pero las verdades de fe que afectan a todas las personas, a las sencillas como a las cultas, las del credo, las del catecismo, sí son fáciles de comprender.
Curiosamente, los límites que pone Trento a la interpretación de la predestinación son tan fáciles de comprender como difícil es comprender la especulación sobre el asunto que nos ofrecen los teólogos.
Yo no tengo nada que preguntarle a Trento sobre la predestinación, me parece que está claro lo que dice y que es de sentido común pensar dentro de esos límites, si creemos en Dios como el misterio de amor trinitario que nos revela Jesucristo.
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Aparentemente tenemos aquí dos posturas distintas, una que dice que la fe es siempre sencilla, y otra, que enfrentada con una cantidad muy grande de textos en contra, dice que la fe no es siempre sencilla, pero lo es para la gente común.
A esta gente común, supuestamente, no le importa nada de las cosas complicadas que dicen los teólogos, y entienden perfectamente al Concilio de Trento sin necesidad de esos sistemas.
Es claro, según esto, que estas gentes sencillas son más inteligentes que los teólogos, que hace siglos se vienen enredando en falsas dificultades por no tener la penetración intelectual de aquellos a los que poco importa si Dios mueve o no mueve la voluntad humana, por ejemplo.
Aunque si les importara tan poco, tampoco se tomarían el trabajo de discutir tanto con una de esas soluciones innecesarias aportadas por los teólogos. Lo que pasa es que cuando uno discute una teoría teológica, tiene que dar argumentos, y no referirse solamente al supuesto voto de la gente supuestamente sencilla, lo cual sin duda que es más fácil.
En resumen, gente sencilla, por favor, dejen de meterse en discusiones de teólogos que Uds. reconocidamente no entienden y que además no les interesan.
Y si no son sencillos, entonces argumenten, por favor, en vez de contar supuestos votos de supuestos creyentes sencillos.
Pero se puede replicar que el asunto es que hay dos clases de pronunciamientos magisteriales: los que todos, cultos y sencillos, entienden, y los que sólo entienden los cultos. Solamente los primeros son importantes para la fe de todos, los otros han sido objeto del Magisterio simplemente para consumo de los intelectuales que erraron con ellos.
Por tanto, se dirá, alguien que es culto y no sencillo puede con todo prescindir de estos pronunciamientos complicados, y quedarse sólo con los fáciles de entender.
O sea que según esta posición, a pesar de que el Magisterio del Papa cuando condena una herejía o reprueba un error es Magisterio universal, es decir, dirigido a toda la Iglesia, en estos casos al mismo tiempo no ha sido universal, sino que tiene validez solamente para una clase de fieles. De donde se sigue que habría dos clases de herejías: aquellas que lo son dígalas el bautizado que las diga, y aquellas que lo son solamente si las dice un intelectual.
Tal vez se diga que esos pronunciamientos difíciles son importantes para la fe de estos intelectuales, pero no para la de todos. De donde se sigue que en la Iglesia ha dos fes distintas: la de todos, y la de estos intelectuales. Pero además, se sigue que para la misma fe de estos intelectuales tales temas difíciles a la vez son importantes y no lo son, puesto que no lo son para la fe de todos, o sea, ellos incluidos, y lo son para la de estos intelectuales.
La contradicción podría resolverse diciendo que estas cuestiones difíciles no son importantes para la fe de todos en tanto que cristianos, pero son importantes para la fe de estos intelectuales en tanto que intelectuales, y tampoco son importantes para la fe de estos intelectuales en tanto que cristianos.
Pero de ello se sigue nuevamente que hay dos fes distintas en la Iglesia, la cristiana, propia de todos los cristianos en tanto que tales, y la que podríamos llamar “intelectual”, propia de algunos cristianos en tanto que intelectuales.
Y habría que concluir también que esta última fe, además, no es cristiana, porque no es la fe del cristiano en tanto que cristiano. De donde el Magisterio, en esa cantidad abrumadora de textos, se estaría pronunciando sobre algo ajeno a la fe cristiana, sin duda motivado por alguna sensación de aburrimiento persistente debido a la desocupación, que llevó a ocuparse de estos temas.
Otra solución sería decir que en estos casos el Magisterio no se pronunció sobre temas de fe, sino solamente sobre temas de teología.
Pero el Magisterio ha condenado herejías en estos casos, y las herejías obviamente que afectan la fe, no solamente la teología. Más aún, la Teología como tal no es asunto del Magisterio, sino, como su nombre lo indica, de los teólogos. El Magisterio interviene en cuestiones teológicas, justamente, cuando éstas tocan la fe. Porque el objeto propio del Magisterio es precisamente la fe y las costumbres.
La verdad que por ahí no se ve que se pueda llegar a una posición católica.
Es mejor, por tanto, decir que la fe es una sola (“Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”) sea para sencillos o intelectuales, y que el Magisterio, cuando es Magisterio Universal, se dirige justamente a todos, como su nombre lo indica, sencillos o intelectuales, más allá de que los sencillos lo comprendan o no. Los que lo comprenden, saben a qué atenerse, y los que no lo comprenden, no tienen problemas, porque nunca van a plantearse esas cosas. Como decía un profesor de Teología a sus estudiantes: “no se preocupen, muchachos, que para ser hereje hay que ser inteligente”. Capaz que este profesor era demasiado optimista, pero en fin.
En cuanto a la Teología, sin duda, en sí misma considerada no es para los sencillos. Pero sí tiene que ser acorde a la fe, si no, es herética. Por eso el Magisterio interviene en cuestiones teológicas y aún filosóficas, si rozan la fe.
No es la Teología como tal la que tiene que ser explicada a los sencillos, sino que la Teología pone las bases para la predicación, la liturgia y la catequesis, las cuales deben ser comprensibles para los sencillos.
Que se pueda entender al Concilio de Trento sin Teología ni Filosofía, depende de que entendemos ahí por “entender”. Obviamente, mientras no planteamos ciertas preguntas, no nos interesan las respuestas. Y tampoco aparecen ciertas dificultades. Pero eso no es “entender” en un sentido profundo del término. Nadie cree entender tanto como el que no entiende nada.
Por otra parte, es cierto que en Trento no se quiso entrar en el fondo del tema de la gracia, la libertad, y la predestinación, pero no es cierto que allí se haya prohibido investigar estos temas. Al contrario, la mayor parte de la literatura moderna sobre estas cuestiones es posterior a Trento, tratando de explicar, justamente, lo que Trento dijo. Obviamente, se trataba de intelectuales, no de gente sencilla.
Saludos cordiales.
No entiendo el porqué de esta ironía: “Es claro, según esto, que estas gentes sencillas son más inteligentes que los teólogos, que hace siglos se vienen enredando en falsas dificultades por no tener la penetración intelectual de aquellos a los que poco importa si Dios mueve o no mueve la voluntad humana, por ejemplo. “
Está claro que yo no he hablado para nada de la inteligencia ni la penetración intelectual de la gente sencilla: sólo he dicho que lo que es esencial que entiendan está a su alcance. Y sí, doy gracias a Dios por eso, por que no haga falta ser ninguna lumbrera para entender las verdades de salvación.
Afortunadamente para la mayoría de nosotros. (Y decir esto no creo que tenga nada que ver con ese comentario sobre sumar votos de sencillos para nada - ¿es que estamos en un concurso o en unas elecciones o algo así? Yo creía que se trataba de intentar entender la doctrina y punto, y he hecho una mera observación constatando la realidad de que no todos nacimos para filósofos, pero en cambio sí tenemos que entender lo que necesitamos saber para la salvación)
No comprendo que nadie pueda ver en eso el menor desprecio a la teología, que naturalmente tiene su lugar, pero no todo el mundo necesita entender de teología, o eso espero al menos, visto lo visto.
Pero tampoco es un delito intentar entender a los que están mejor dotados para la especulación, creo yo, mientras no se demuestre que es imposible entenderlos, al menos.
En cuanto a argumentar, se me ha pedido que me exprese “argumentando” y yo lo he intentado. He planteado sinceramente preguntas que me hago y no me he quejado de que no se me conteste si se considera que carece de interés o de altura intelectual o está mal expresado formalmente o su contenido es erróneo o lo que sea.
Sí me quejo cuando parece que se me atribuyen intenciones o sentimientos ajenos a mí, como la mala fe o el desprecio, sin ningún motivo.
Pero en definitiva, después de argumentar que si esto que si lo otro, acaba vd diciendo lo mismo que pienso yo: “En cuanto a la Teología, sin duda, en sí misma considerada no es para los sencillos. Pero sí tiene que ser acorde a la fe, si no, es herética. Por eso el Magisterio interviene en cuestiones teológicas y aún filosóficas, si rozan la fe. “
Aclara vd que si creo entender lo que dice el concilio de Trento es porque no soy lo suficientemente inteligente, y yo no lo pongo en duda: será por eso.
Pero también puede ser que el concilio de Trento teniendo en cuenta eso que decía vd de que la fe es una y se dirige a todos, cultos y sencillos, haya expuesto las verdades de forma que hasta los más torpes podemos entenderlo.
Y como no somos inteligentes para hacernos preguntas, eso explica que nos conformemos con los límites que pone el concilio sin seguir dándole vueltas..
Lo que sí me pregunto es por qué dice esto:
“Por otra parte, es cierto que en Trento no se quiso entrar en el fondo del tema de la gracia, la libertad, y la predestinación, pero no es cierto que allí se haya prohibido investigar estos temas.”
Supongo que si el concilio no quiso entrar más a fondo, sería porque el fondo le parecía el conveniente, pero yo nunca he dicho ni insinuado que esté prohibido investigar esos temas.
Ahora bien, aunque sean los seres de inteligencia privilegiada los que investigan estos temas, a mí como persona sencilla y estúpida, sí me preocupa que las “profundizaciones” que se hacen del concilio vayan en una dirección que a los seres estúpidos que no acabamos de comprender, nos acabe alejando de la fe tal como está formulada ahora mismo para todos, cultos y sencillos. De ahí que me interese dejar claro cómo pensamos los tontos, por si se puede poner remedio.
Y de ahí mi interés en el tema.
Saludos cordiales
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Néstor:
El asunto es, justamente, sencillo: o existe realmente algo difícil de entender en las enseñanzas de Trento y de toda la tradición católica anterior y posterior sobre la gracia y la libertad, que justifique por ejemplo las controversias “De Auxiliis” entre tomistas y molinistas posterior a Trento, y que versaban acerca de lo que Trento y la tradición en su conjunto quieren decir, o no.
La segunda alternativa me dio la impresión que es la que Ud. defiende. Todo en la enseñanza de Trento y de la fe cristiana en general acerca del tema es claro, no hay problema alguno, no es necesario realizar ningún esfuerzo de armonización entre distintas afirmaciones del Concilio y de la tradición católica en general.
En esa hipótesis las controversias “De Auxiliis” han sido una magnífica pérdida de tiempo y sí, hay que concluir que el fiel sencillo es más inteligente que estos grandes teólogos, no veo la forma de evitar esa conclusión. Es más inteligente el que no ve problemas donde no los hay, que el que los ve.
Lo que en realidad sucede, es que lo principal que tiene que hacer el fiel con las verdades de la salvación no es entenderlas, sino creerlas. Para creerlas alcanza con entender el sentido de las palabras con que se enuncian esas verdades.
No hace falta tener una comprensión del modo en que todas esas verdades creídas se coordinan o concilian entre sí. Eso es la tarea de la Teología, que nada impide, obviamente, que esté más o menos realizada, más o menos perfectamente, en la mente del fiel, aunque éste no sea teólogo propiamente dicho.
Si para la mayoría de los fieles las verdades de la fe no presentan problemas de coordinación intelectual, es simplemente porque no piensan demasiado en ellas, además de creerlas, que es lo necesario para la salvación. Al menos no piensan mucho en ellas bajo ese preciso aspecto de su coordinación mutua.
Pero eso mismo es muy relativo. Alcanza que alguien le plantee al fiel una pregunta algo difícil para que empiece a percibir los problemas teológicos y a querer formarse una teología, todo lo rudimentaria que se quiera.
Por eso, cuando la cuestión es cómo se coordinan esas verdades, no viene a cuento decir que para los que no se preguntan cómo es esa coordinación, esa pregunta no es importante. Sin duda, pero el que no ha tomado conciencia de la existencia misma de un problema no es el mejor guía a la hora de enfrentar ese problema. A no ser que queramos resolver la cuestión por votación, que tampoco es adecuado, obviamente.
Es claro que no es delito querer entender algo en esas cuestiones teológicas, y a los que las exponen. Pero entonces ya no podemos figurar entre los simples y sencillos fieles que se limitan a creer en esas verdades.
Inversamente, también podemos decir que nos basta con creer y entender simplemente el enunciado de las verdades a las que hemos de dar nuestra fe.
Pero entonces no entramos en discusión con los que exponen diversas teorías acerca del modo de compaginar entre sí las verdades de la fe. No decimos nada, simplemente porque no nos sentimos capacitados para opinar en un sentido o en otro.
Obviamente que el Concilio de Trento es suficientemente claro en lo que enuncia como de fe para ser creído, y que para los que pretenden quedarse en la fe, o ni siquiera lo pretenden, porque no se les ocurre pensar en lo que creen, no hay nada más que preguntar.
Mientras se queden ahí no hay problema en que digan que entienden todo, ni eso indicaría falta de inteligencia, porque obviamente que si Trento estuviera en chino muchos no podrían creer en lo que enseña, y tampoco si estando en castellano, no tuvieran la mínima cultura cristiana necesaria para entender de qué está hablando el Concilio.
La falta de inteligencia aparecería solamente en el caso de que respecto del problema de cómo conciliar esas verdades entre sí, que ha hecho y hace sudar todavía a tomistas, molinistas, congruistas y agustinianos, dijese que en realidad no hay problema alguno ni necesidad de tantas teorías.
Y ojo que esto no es una desvalorización de la fe ni del creyente sencillo. La fe es lo más importante, la salvación depende de la fe, no de la teología.
Pero sí es cierto que el que, ademas de creer, se dedica a pensar teológicamente hace algo más que el que simplemente cree. No en el sentido de que haga más méritos, que a lo mejor hace menos, sino simplemente en el sentido de que hace algo que el otro no hace.
Y entonces, ese creyente sencillo no es juez de lo que hace el teólogo, pues él no se ocupa de esas cosas. Solamente si lo que el teólogo dice le parece ir en contra de la fe, ahí tiene el derecho y hasta el deber de manifestar su dificultad y de pedir aclaraciones.
El problema es que cuando se las den, se las van a dar necesariamente en clave teológica, y ahí no vale responder: “No me venga con esas cosas, soy un creyente sencillo”. O se conforma con la sola fe, no dando importancia a afirmaciones que parecen ir en contra de ella, o deja de lado el argumento del “creyente sencillo”.
Saludos cordiales.
Desde el teorema de pitágoras hasta la ecuación E=mc2.
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Bien, pero si es por eso, pocas cosas me parecen a mí más elegantes y sencillas que la teología tomista de la gracia y la libertad. El misterio no necesita ser complicado, no es misterioso porque sea complicado, sino precisamente por su sublime sencillez que es deslumbradora para nuestra corta inteligencia.
Saludos cordiales.
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Lo dicho, esas cualidades las veo ejemplarmente realizadas en la teología tomista. Mucho más que en la molinista, además, con toda esa complicación de la ciencia media.
Saludos cordiales.
La Gracia Actual
A. Noción
La gracia actual puede definirse como:
- un don sobrenatural,
- que ilumina el entendimiento,
- o mueve y conforta a la voluntad,
- para que el hombre sea capaz de realizar una acción sobrenatural,
- de modo transitorio.
Es luz en la inteligencia y fuerza para la voluntad. La gracia actual resulta necesaria para cualquier acto de orden sobrenatural: aceptar la fe, evitar el pecado, hacer un acto de amor de Dios, para rezar, conocer verdades divinas, perseverar en la gracia santificante. . .
Ya sea que la gracia actual sea concedida a un justo que la posee de modo habitual, ya a un pecador que se encuentra en pecado mortal, siempre es de orden sobrenatural y tiene por objeto las obras de salvación: impulsa al justo a perseverar en el bien y a crecer en la virtud, y mueve al pecador al arrepentimiento, para que vuelva al camino de Dios.
B. Tipos
1. Desde el punto de vista del momento en que actúa, la gracia actual se llama:
a) gracia antecedente: la que causa el acto posterior;
b) gracia consecuente: la que, en el tiempo se da después del primer acto.
La realidad de la gracia antecedente y consecuente nos permite vislumbrar como el hombre que realiza actos sobrenaturales, está de continuo arropado por la gracia, y siempre dependiendo de ella.
2. Desde el punto de vista de la potencia en que actúan, hay:
a) gracias iluminativas del entendimiento: p. ej., las que se conceden para poder hacer un acto de fe sobrenatural;
b) gracias motoras de la voluntad: p. ej., un sentimiento de amor a Dios.
3. Desde el punto de vista de los efectos:
a) gracia suficiente: da al hombre la posibilidad de hacer el acto sobrenatural, pero no produce su efecto por la resistencia del sujeto;
b) gracia eficaz: es la que siempre produce su efecto.
C. Necesidad
La gracia actual es absolutamente necesaria para los actos de orden sobrenatural: Sin mí nada podáis hacer (Jn. 15, 5); Nadie puede decir “Jesús, Señor”, sino en el Espíritu Santo (I Cor. 12, 3).
D. Errores sobre la necesidad de la gracia actual
Examinando los errores que, a lo largo de la vida de la Iglesia, han aparecido sobre la necesidad de la gracia, podremos llegar con más facilidad a una comprensión justa de la doctrina católica.
I. Errores. Los adversarios del dogma católico se sitúan en dos extremos:
a) el primer grupo, formado por pelagianos, semipelagianos y racionalistas, con el pretexto de defender el libre albedrío y las fuerzas de la humana naturaleza, niegan que la gracia sea necesaria;
b) el segundo grupo, formado por los protestantes, los bayesianos y los jansenistas, exagera por decirlo de algún modo la importancia de la gracia, en detrimento de la libertad personal.
II. Doctrina católica.
La doctrina católica, definida por el Concilio de Trento, ocupa un justo medio entre los errores contrapuestos citados arriba. Puede formularse en las tres posiciones siguientes (las dos primeras contra los pelagianos, la tercera contra la herejía protestante):
a) Primera proposición: la gracia actual es necesaria al hombre que se encuentra en pecado para iniciar su conversión (Ninguno puede venir a mí si mi Padre celestial no lo trajere: Jn. 6, 44).
Un acto realizado con las propias fuerzas no rebasa el orden de lo natural; y todo lo que concierne a la fe y a la conversión, es de orden sobrenatural.
Un árbol silvestre, por mucho que se cultive, producir siempre frutos silvestres. Pero al aplicarle un injerto, brotarán de él ramas, flores y frutos buenos. Se le ha capacitado para producir frutos por encima de su inicial potencialidad. De modo semejante, el alma no puede en sí producir actos sobrenaturales: necesita de un injerto divino que la haga obrar por encima de su naturaleza, y este divino injerto es la gracia.
Dios es Autor, pues, no sólo de la gracia que justifica al hombre gracia santificante, sino también de todo aquello que lo prepara para recibir esa justificación:
b) Segunda proposición: el hombre justificado p. ej., que posee la gracia habitual, necesita de la gracia actual:
1o. Para perseverar en el estado de gracia santificante; es decir, para evitar todos los pecados mortales.
Por haber quedado dañada su naturaleza como consecuencia del pecado original le es imposible al hombre resistir largo tiempo si no está sostenido por una ayuda especial de Dios, a través de gracias actuales.
2o. Para hacer obras buenas sobrenaturales pues, como ya dijimos, “la virtud de Cristo (p. ej., la gracia) antecede, acompaña y sigue a las buenas obras, y sin ella en modo alguno pueden ser gratas a Dios” (Concilio de Trento, ses. VI, cap. 16; Dz. 809).
3o. También es precisa la gracia actual, para evitar los pecados veniales.
Por la debilidad de la naturaleza humana ocasionada por el pecado original, el hombre no puede evitar absolutamente todos los pecados veniales durante su vida tomados colectivamente, pero sí puede evitarlos uno a uno: y para esto precisa de la gracia actual. Es un privilegio especialísimo concedido a la Santísima Virgen por su Maternidad divina evitar todos los pecados veniales (cfr. Dz. 833).
4o. Para conseguir la perseverancia final. Es dogma de fe (cfr. Dz. 826) que, además de necesitarse gracias actuales para evitar los pecados mortales, se precisa una gracia específica de Dios para morir en estado de gracia: es un don especial, el más grande de todos.
c) Tercera proposición: el hombre pecador puede, antes de la justificación, conocer verdades religiosas de orden natural y realizar acciones moralmente buenas, sin el socorro de una gracia propiamente dicha. No todas las acciones del pecador son pecado, y las virtudes que pueda tener no son vicios. Los luteranos, calvinistas, bayesianos y jansenistas incurren, por tanto, en un error cuando afirman que la naturaleza humana está tan corrompida por el pecado original, que es incapaz de toda buena acción.
Según éstos, la naturaleza humana quedó sustancialmente corrompida por el pecado original, hasta el punto de no poder producir otra cosa que pecados. La esencia del hombre es pecado (Lutero). El hombre se encuentra ahora despojado del libre albedrío y miserablemente supeditado a todo mal (Calvino). Bayo y Jansenio sostuvieron, asimismo, que sin la gracia, el libre albedrío no nos sirve para otra cosa que para cometer pecado.
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Lo que no queda claro aquí es: ¿la gracia suficiente siempre se rechaza, como parece indicar la definición que aquí se da de ella?
En ese caso, ahí sí que no se entiende muy bien su función. Querría decir que los que hacen el bien no han recibido la gracia suficiente, sino que habrían recibido solamente la gracia eficaz.
Pero el Magisterio condena este error de Jansenio:
“D-1092 1. Algunos mandamientos de Dios son imposibles para los hombres justos, según las fuerzas presentes que tienen, por más que quieran y se esfuercen; les falta también la gracia con que se les hagan posibles. Declarada y condenada como temeraria, impía, blasfema, condenada con anatema y herética.
Hay por tanto siempre una gracia que hace posible el cumplimiento de los mandamientos de Dios, y es dada a los justos, a los que hacen el bien. Por tanto ¿es otra gracia distinta de la suficiente? ¿Es la gracia eficaz? Pero aquí habla de una gracia que haga posible el cumplimiento de los mandamientos, no de una gracia que siempre produce su efecto, como se define arriba a la gracia eficaz.
Porque el cumplimiento de los mandamientos tiene que ser posible para los que pecan, de lo contrario, no cometerían ningún pecado.
¿Hay tres gracias distintas, entonces, la suficiente, la que da la posibilidad de hacer el bien, y la eficaz?
¿O es, como sostenemos aquí, que la gracia suficiente es la que hace posible el cumplimiento de los mandamientos, y que a veces se rechaza, a saber, cuando de hecho no se cumplen, y a veces no, a saber, cuando de hecho se cumplen?
Dice también el Magisterio:
"D-1093 2. En el estado de naturaleza caída, no se resiste nunca a la gracia interior. Declarada y condenada como herética."
Por tanto, la gracia puede ser resistida, y es resistida de hecho a veces. Pero eso no quiere decir que sea resistida siempre, como dice la definición arriba dada de "gracia suficiente".
Saludos cordiales.
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Sí, y es lamentable. En el fondo, es el error modernista, condenado por San Pio X en la encíclica "Pascendi", donde comienza por el principio: denunciando la influencia del agnosticismo kantiano.
Saludos cordiales.
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Lamentablemente, eso sucede muy a menudo hoy día, y no necesariamente en casos de sacerdotes intelectuales, sino simplemente en el caso de sacerdotes, que son muchos, formados en una teología influida más o menos por el modernismo. En esos casos no es que se critique el intelecto de los demás, sino el intelecto humano en general, negándole su capacidad de conocer la verdad.
Saludos cordiales.
"¿Para qué ha sido suficiente la gracia suficiente en el caso de los que se han condenado?
Pues para que pudiesen no condenarse, que es lo que da la gracia suficiente: la capacidad de hacer el bien, sin que eso sea lo mismo que el hacerlo de hecho. "
Eso es falso, no podían no condenarse sólo con la gracia suficiente, si según nos ha explicado jamás se obra el bien sólo con la gracia suficiente, puesto que para obrarlo necesitarían la gracia eficaz y esta se les ha negado avocándoles a no hacer el bien.
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Néstor:
Sí, podían no condenarse, gracias a la gracia suficiente. Otra cosa es que no se condenasen de hecho: poder no condenarse no es lo mismo que no condenarse, como poder ser arquitecto no es lo mismo que ser arquitecto.
La gracia eficaz no es necesaria para poder no condenarse, sino para no condenarse de hecho, que es otra cosa.
Poder obrar el bien es una cosa, obrarlo, otra.
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Eso dice el funcionamiento normal de la lógica del sentido común -puede que lo diga también la lógica de científicos y la de algunos filósofos, eso no lo sé, pero la de las personas normales, ciertamente todo lo necias que dictaminen los sabios, desde luego funciona así.
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Néstor:
Pues no, la lógica normal y del sentido común dice que una cosa es poder ser arquitecto y otra ser arquitecto, que lo primero no alcanza para lo segundo, porque de lo contrario todos o casi todos seríamos arquitectos, y por tanto, por lógica, justamente, lo que alcanza para lo primero no necesariamente alcanza para lo segundo.
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Otra cosa sería que la gracia suficiente aceptada se hiciera eficaz, mientras que la no aceptada fuera meramente suficiente, en cuyo caso sí sería responsable quien no la ha aceptado y culpable de no obrar bien. Pero ya sabemos que vds niegan eso. Si bien la Iglesia no lo niega, sino que lo considera doctrina admisible, según creo y espero que siga siendo siempre así.
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Es que en ese caso la salvación dependería en última instancia de la creatura, no de Dios.
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Saludos en Cristo
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Saludos cordiales.
Pero es lo mismo de la semilla etc.
O la cuestión de la voluntad de Dios de que seamos libres y que la gracia va siempre por delante aunque seamos nosotros los que la aceptemos o no.
Etc
Pero lo he dejado al final, porque llegaremos al mismo sitio de siempre y yo seguiré colocando el misterio de Dios en un lugar distinto del que lo coloca vd y seguiré sin entender que se pueda lo que no es posible.
A mí me resulta pastoralmente más eficaz, creer simplemente en el evangelio de Jesucristo y considerarme libre y capaz de dejarme convertir por la gracia de Dios. Y a Dios como el Padre que se preocupa por todos sus hijos y no deja de su mano a ninguno.
Saludos en Cristo y perdón por las molestias.
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Digamos entonces lo que habríamos respondido a ese comentario en caso de haber sido escrito.
Cuando nos hipnotizan, a lo sumo somos libres “in causa”, es decir, al permitir que nos hipnoticen. Los actos mismos del hipnotizado en cuanto tal no dependen del libre albedrío. Lo que sostenemos los tomistas es que para que el hombre actúe libremente basta con que pueda no hacer lo que hace u hacer otra cosa, en sentido dividido. Y consecuentemente, negamos que el hipnotizado, en cuanto a sus actos mismos de hipnotizado y no respecto de la causa de su estado, pueda no hacer lo que hace u hacer otra cosa tampoco en sentido dividido.
En el caso del arquitecto, sin duda que hay potencialidades arquitectónicas más remotas, y otras más próximas. Una cosa es la capacidad de llegar a ser arquitecto que tiene un recién nacido, y otra la que tiene un estudiante de arquitectura. Pero el recién nacido ha tener al menos la capacidad, todo lo remota que se quiera, de llegar a ser estudiante de arquitectura, y luego, arquitecto, que el perro recién nacido, por ejemplo, no tiene.
Pero de nuevo, “llegar a ser arquitecto” es distinto de “poder llegar a ser arquitecto”. La palabra “poder”, “posibilidad”, “potencia”, “potencialidad”, es la que hace toda la diferencia.
Mientras está presente, estamos en el reino de la gracia suficiente, cuando desaparece, y deja lugar a realizaciones efectivas como “ser”, “hacer”, “querer”, “desear”, etc., hemos pasado al reino de la gracia eficaz.
Y lo mismo sucede con la semilla.
Y es que si la gracia divina va siempre por delante, y siempre quiere decir siempre, entonces también va por delante de nuestra misma aceptación de la gracia.
Y el mismo dejarnos convertir por la gracia de Dios, que tal vez sea la proeza suprema de nuestro libre albedrío, que a su vez es una de las facultades más nobles que Dios ha dado a sus creaturas, no puede no ser él mismo fruto de la gracia divina.
Como decía Santa Teresita de Lisieux: “Todo es gracia”.
Saludos cordiales.
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Eso podría ser, por ejemplo, si la gracia suficiente se hiciese eficaz por el consentimiento humano, cosa que no puedo decir ahora si era la postura de Zumel.
Pero en ese caso, por un lado, la palabra "eficaz" queda curiosamente desprovista de sentido. ¿Eficaz para qué? Porque el consentimiento libre ya se ha dado, como que ha sido por él que la gracia se ha vuelto "eficaz".
En ese caso, lo propiamente "eficaz" no sería la gracia, sino el libre albedrío creado.
Sin duda, la gracia sería igualmente eficaz según la definición minimalista de "que siempre va acompañada del acto bueno correspondiente". Pero de suyo "eficaz" quiere decir otra cosa más fuerte.
¿Y de dónde ha venido la palabra "eficaz", con ese otro sentido más pleno, a este tema? Pues, sin duda, ante todo, de la Escritura, no en cuanto al término mismo, pero sí en cuanto a su significado.
Pensemos por ejemplo en Lam. 5, 21 que dice "Conviértenos, Señor, y nos convertiremos".
No dice: "danos tu gracia para que hagamos que nos conviertas", sino "conviértenos".
Ni siquiera dice "danos tu gracia para que dejemos que nos conviertas en vez de impedirlo", sino "conviértenos".
Eso quiere decir "eficaz", que produce eficazmente un efecto, no que es eficazmente determinada a producir o permitida de producir algún otro efecto distinto de esa misma determinación o permisión eficaz que viene de la creatura.
Según ese pasaje bíblico, sin embargo, nosotros nos convertiremos, y lo haremos libremente, precisamente porque Dios nos convertirá.
De nuevo, no L = p/D, sino L = cD. Estamos hablando de Dios, no de una causa creada. Dios es Trascendente, es decir, supera nuestros modos habituales de pensar (que son otra cosa distinta del principio de no contradicción, que ante todo es una ley del ser).
Igualmente en Ez. 36, 27: "Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos."
"Haré que caminéis según mis preceptos; haré que guardéis y cumpláis mis mandatos". Eso es "eficacia" de la gracia divina.
Y Flp. 2,13: "...porque es Dios el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad."
Dios obra en nosotros nuestro querer y nuestro hacer. No que nosotros obramos sobre el obrar divino para que finalmente él obre en nosotros alguna otra cosa distinta de aquel obrar nuestro.
Tampoco que nosotros permitimos, si queremos, que Dios produzca en nosotros el querer mismo, lo cual sería un interesante círculo vicioso.
Eso es la "eficacia" de la gracia, sin duda que a partir de ahí se introduce el término "eficaz" en la teología de la gracia.
Y Prov. 21, 1: "Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del SEÑOR; El lo dirige donde le place."
¿Diremos que la Palabra de Dios nos presenta un Dios "titiritero"? ¿O más bien que si no es "titiritero", es precisamente por eso, porque a diferencia de los titiriteros, puede gobernar el corazón, y por tanto, hacer que queramos libremente el bien que Él quiere que queramos?
Respecto del mal ya dijimos, Dios nos mueve a todo lo que en el acto del pecado hay de ser y de bien, no a lo que hay de mal y de pecado, que es un no ser, y que Dios solo permite, siendo nosotros su única causa.
Saludos cordiales
Una de las características de toda teología católica ha de ser la armonía entre Ia especulación y Ia práctica, entre Ia teología enseñada y la teología vivida. Lo que dice Báñez en sus Comentarios a Santo Tomás de estar en perfecto acuerdo con Io que Arintero predica en las Cuestiones Místicas. Me parece que esto ha sido realizado de modo maravilloso por los escritores mercedarios de vida espiritual, todos de inspiración zumeliana. Toda gracia es de suyo y en Ia intención divina virtualmente eflcaz por Io menos; así como todos los hombres disponen de Ia gracia suficiente , así todos tienen a su alcance el gran medio de Ia oración, el cual posee fuerza eficaz para conducir al hombre —real y eficientemente— a Ia vida eterna.
Los místicos mercedarios defienden que todos los hombres están llamados a la perfección, la cual ha de conseguirse por Ia oración. Ésta es posible a todos como medio eficaz, aunque sea producto de la gracia suficiente , comprendida en la voluntad antecedente y debido a una ordenación general de Dios, autor del orden sobrenatural. Existe, pues, una conexión entre el orden suficiente y el eficaz: así como hay también unión entre Ia gracia eficaz ordinaria y la gracia especialísima de Ia perseverancia final.
No puede por tanto ponerse, de suyo, interrupción en el orden divino de las gracias, desde el primer momento va —ex se— una virtualidad eficaz. Creo que a eso se refería Zumel.
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Si entendí bien, y más allá de lo que diga Zumel cuyo pensamiento no es fácil de encontrar usando los diversos recursos, ahí se dice que por la voluntad divina antecedente de que todos los hombres se salven, se da a todos una gracia suficiente que por medio de la oración puede ser convertida en gracia eficaz.
Si es así, estamos en lo mismo: ¿la oración se da solamente en virtud de la gracia suficiente, supuesta la aceptación del libre albedrío, o requiere de la gracia intrínsecamente eficaz?
¿Qué dice el segundo Concilio de Orange?
"D-176 [II. Sobre la gracia.] Can. 3. Si alguno dice que la gracia de Dios puede conferirse por invocación humana, y no que la misma gracia hace que sea invocado por nosotros, contradice al profeta Isaías o al Apóstol, que dice lo mismo: He sido encontrado por los que no me buscaban; manifiestamente aparecí a quienes por mí no preguntaban [Rom. 10, 20; cf. Is. 65, 1]."
Si es la gracia la que hace que invoquemos a Dios, como dice este canon, ¿será la gracia suficiente? Pero entonces ya es gracia eficaz, porque da el hacer y no solamente el poder hacer.
Pero si la gracia suficiente es ya eficaz, y se da a todos los hombres, entonces todos se salvan, lo cual es contra la fe.
Más aún si decimos que la oración es la que es eficaz para hacer que la gracia sea eficaz. ¿Esa eficacia la tiene la oración por la gracia suficiente, o por sí misma? Si lo primero, ver arriba. Si lo segundo, es peor, porque ahí la eficacia sobre el obrar humano sería en definitiva independiente de la gracia de Dios.
Saludos cordiales.
Me agrada comprobar una vez más que estoy totalmente de acuerdo con esa doctrina católica y no me plantea ningún problema.
También comparto su pregunta sobre la gracia suficiente según lo que se ha explicado aquí y sigo pensando que lo que vd responde no resuelve el problema de su insuficiencia a menos que se le añada la gracia eficaz.
De modo que no es cierto que con la gracia suficiente los hombres se puedan salvar. Su concepto de poder es condicionado, como el de la semilla que se puede convertir en árbol -pero sólo si se le añaden todas las otras condiciones y no si se le niegan.
En ese sentido si Dios hubiera creado a personas a las que hubiera decidido no dar gracia eficaz, las habría predeterminado a condenarse.
No tiene sentido decir que puede ser arquitecto una persona a la que no se le va a dejar ser arquitecto porque se ha decidido así de antemano -no se le van a dar ninguno de los medios necesarios. Está claro que esa persona a la que se le niegan todos los medios para ser arquitecto, no puede serlo, por mucho que en teoría todos los seres humanos pudieran ser arquitectos -condicionadamente, pueden con esos medios, no pueden si no los tienen y entonces no se les puede exigir ninguna responsabilidad por no serlo.
Así que no es cierto que las personas puedan hacer el bien con la gracia suficiente porque si lo hicieran sería por la gracia eficaz no por la suficiente y por tanto si se les niega la eficaz no se les está dando la posibilidad real de hacerlo, en definitiva NO PUEDEN.
Otra cosa distinta sería que se pudiera aceptar esa gracia que va por delante y que es don de Dios y que se llama suficiente. Si se aceptara, sería eficaz y si no se aceptara sería meramente suficiente -por no quitarle el nombre.
En ese caso sí se puede pedir responsabilidades al hombre que no hace lo que realmente podría hacer porque se le ha dado todo lo necesario para que si quiere lo haga.
Pero aun así no es verdad como vd dice que el eficaz sea el libre albedrío. El libre albedrío es ciertamente un don de Dios, pero se limita a dejar actuar a Dios, que es el eficaz. La gracia la hace eficaz Dios, pero no sin la aceptación del hombre.
Y no es verdad que sea la criatura la que decide, porque es Dios quien decide que la criatura si quiere se pueda oponer a su gracia y se haga responsable de su pecado o que pueda no oponerle resistencia y dejarla actuar. El autor de todo lo bueno es Dios pero no quiere imponerlo, quiere que el hombre colabore libremente aun a riesgo de que se oponga en vez de colaborar -y esa es la situación de todos nosotros los seres humanos. Dios nos ama a todos, Dios quiere la salvación de todos, con voluntad antecedente, cierto, como nos ha enseñado vd. Con voluntad condicionada a que nos dejemos salvar por él. Y no abandona a nadie, porque todos somos sus hijos.
Por supuesto mi opinión sobre el libre albedrío que puede oponerse o no a la gracia es compatible con decir "conviérteme Señor que yo me convertiré" y con decir que todo es gracia. Pedimos a Dios que nos convierta con buena lógica porque sabemos que la gracia va siempre por delante. Incluso sabemos que es gracia pedirle que nos convierta. Y es gracia que alguien nos diga que Dios nos ama a todos y quiere que le pidamos que nos convierta para convertirnos.
No es gracia que alguien nos diga que Dios ya ha decidido antes de que nazcamos si nos vamos a salvar o a condenar. Eso no sirve para nada, además de no ser verdad. Una cosa es que lo sepa y que respete nuestras elecciones porque esa es su voluntad soberana y otra que lo haya decidido él y seamos marionetas con la falsa idea de que somos libres.
Lo que no tiene sentido es que le pidamos a Dios nada de nada, si ya tiene decidido de antemano lo que va a hacer con cada uno, como si fuera un tirano tiritero, en vez del misterio de amor trinitario que se nos revela en la buena noticia de Jesús.
Pero no es así. Por eso hemos rezado desde el corazón: conviérteme que yo me convertiré, y por eso le decimos a otros que hagan esa oración. Porque somos libres, porque nuestro destino está abierto, y podemos poner nuestras vidas en las manos de Dios, todos y cada uno de nosotros.
¿Por qué iba a pedirnos Dios cuenta de nuestro hermano si él pasara de sus propios hijos? Ese no es Dios. Dios es Amor, y el Amor no es así.
Nos dice que seamos misericordiosos porque él es misericordioso y nos dice que amemos como él nos ama. A todos. Amor universal, nos pide, porque amor universal es el suyo. Y si hay quien se hace incompatible con Dios es porque no ama a Dios ni se deja transformar por el amor para ser capaz de amar con el amor que Dios le dé. No es que Dios no se lo ofrezca, sino que él no lo acepta.
Mérito? Ninguno, todo lo que tenemos nos ha sido dado. Pero si no lo tenemos no es porque no se nos haya ofrecido A TODOS el amor y la gracia que necesitábamos realmente para poder amar de hecho y por eso se nos puede consierar culpables -si no, no.
Saludos cordiales
PS
Probablemente lo que digo es más de lo mismo, pero eso es lo que me sale del corazón - y de acuerdo con mi cabeza, aunque ya se sabe que no da para más, pero sigo sin comprenderlo y soy incapaz de fingir que sí.
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Por esta vez no voy a volver a responder a cosas a las que ya he respondido mil veces sin que hasta ahora haya encontrado la más mínima señal de que esas respuestas mías se tomen en consideración.
Eso no es una discusión racional de una tesis. Un argumento no se puede dejar de lado para seguir repitiendo lo que se decía antes de que nos diesen ese argumento. Un argumento no se rechaza repitiendo que su conclusión es falsa.
Frente a un argumento, lo único que cabe en una discusión racional es o mostrar que una de sus premisas es falsa, o mostrar que la conclusión no se sigue de las premisas, o aceptar la conclusión, o dejar la discusión.
Una discusión racional no es para enterarnos de lo que la otra persona siente, sino para ver cuáles argumentos finalmente se imponen respecto de una tesis dada.
Pero dejando eso de lado, otra pregunta a la que tampoco se ha respondido: ¿Por qué crea Dios a los que desde la Eternidad sabe que se van a condenar? ¿Por qué no crea solamente a los que desde la Eternidad sabe que se van a salvar?
No se trata solamente de que Dios quiera condicionalmente la salvación de todos, si aceptan la gracia, sino que además ve desde la Eternidad quiénes la han de aceptar y quiénes no.
¿Ése es el único mundo que Dios puede crear, en caso de crear uno, o hay más bien infinitos mundos posibles y creables, y los que en unos de esos mundos se condenan, en otros se salvan, o simplemente no existen?
Dios ha elegido desde la Eternidad entre crear algo en vez de no crear nada, y entre los infinitos seres humanos posibles, ha elegido entre crear a estos, en vez de aquellos otros, o a ninguno, y ha elegido también entre crear el mundo en que estos hombres posibles harán tal cosa, en vez del mundo en que harían tal otra.
Alcanza con que un hombre, X, pueda elegir entre hacer A o no hacer A, para que tengamos ahí dos mundos posibles distintos, presentes desde la Eternidad ante la Inteligencia divina y elegibles por su Voluntad. El mundo posible en que este hombre elige hacer A, y el mundo posible en que elige no hacer A.
Por tanto, los que se condenan por haber elegido A, podrían haberse salvado eligiendo no A, y en cada uno de esos casos, ese es otro mundo posible.
Y hay por tanto también un mundo posible en el que todos los hombres de hecho creados aceptan la gracia divina y se salvan.
¿Es incompatible con la Bondad divina que Dios elija desde la Eternidad para la vida eterna solamente a algunos de los que elige para crear, y no es incompatible con la Bondad divina que Dios elija desde la eternidad el mundo en que algunos se condenan, pudiendo elegir uno en el que todos se salvan?
¿Apostamos a que esta pregunta tampoco va a tener respuesta?
No es asunto solamente de presciencia, sino también de elección divina, también en esta segunda hipótesis.
Por eso es que los molinistas siguen hablando de elección y predestinación divina infalible.
Son dos problemas distintos, al menos, por un buen trecho, si bien sostenemos que al final es un único y mismo problema: el de la elección divina de los que se han de salvar, y el de la gracia intrínsecamente eficaz. Los molinistas aceptan lo primero y rechazan lo segundo.
Claro, nosotros decimos que al hacerlo no son coherentes, así que es cierto que es más coherente la postura que rechaza ambas cosas.
Pero en ese caso, entonces, el problema de fondo no es que veamos comprometida la Bondad divina, por lo dicho, sino que no queremos que nos toquen nuestra libertad.
Por dos razones: porque tenemos una concepción antropomórfica de Dios que nos impide dar entrada a la idea de la Trascendencia divina, por la cual Dios es el único que puede mover nuestra voluntad a la realización de actos libres, y porque confiamos más en nosotros mismos que en Dios.
Nos sentimos más seguros si todo depende en última instancia de nosotros mismos.
Al pensar así, olvidamos nuestra terrible fragilidad.
Vemos a Dios como a un invasor del sagrado recinto de nuestro libre albedrío. El Dios tiránico y titiritero no es Dios, es una especie de gran creatura que inconscientemente ponemos en lugar de Dios para luego rechazarla, a no ser que acepte limitarse a ofrecernos algo que en última instancia se hará real o no por nuestra exclusiva voluntad.
Ese dios es como un rey constitucional, que reina pero no gobierna.
Pero tampoco, porque de este rey depende, hay que aceptarlo, el hecho de que el mundo que existe sea aquel en el que los individuos eligen tal cosa, en vez de ser el mundo en que eligen tal otra, y no ha querido tampoco que sea el mundo en que todos eligen salvarse.
El problema que nunca quieren enfrentar los adversarios de la elección divina, es el de los que se condenan. Por eso muchos han optado por la “apocatástasis” origenista: todos al final se salvan. Pero eso es contra la fe.
No alcanza con decir que todo está en orden desde el punto de vista de la Constitución, pues todos tienen las mismas oportunidades. Eso es negarse a ver el asunto en su totalidad. Estamos hablando de Dios, el que elige si crear a alguno de los mundos posibles, o no, y a cuál de ellos crear con preferencia a todos los otros.
Saludos cordiales.
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Hacer afirmaciones sin dar los argumentos correspondientes es una forma de reconocer que no se tiene razón.
Saludos cordiales.
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El problema es que el mejor de los mundos posibles no es posible. Los mundos posibles son entidades finitas, y como tales, unas son más perfectas que otras, pero siempre es posible una más perfecta que cualquiera dada, como sucede con los números naturales, que siempre es posible uno más grande que cualquier número dado.
El mejor de los mundos posibles es como el número natural más grande: no es posible.
Ahora, claro, en el fondo de los cuestionamientos al tomismo en este punto está la idea contradictoria de "libertad absoluta", y lo que es más contradictorio todavía, su adjudicación a la creatura.
La libertad absoluta es contradictoria, porque para ser verdaderamente absoluta debería ser también libertad de existir o no existir, y de ser libre o no ser libre, para lo cual habría que poder elegir entre la existencia y la no existencia, sin existir por tanto aún, y habría que poder elegir entre tener la capacidad de elegir o no tenerla, usando ya de esa capacidad que aún no se tendría por hipótesis.
Por eso los "filósofos de la libertad", como Secretan, decían que Dios es tan libre que se crea a Sí mismo, porque elige libremente entre existir y no existir.
Lo cual parece postular un sorprendente ejercicio de la libertad divina desde las profundidades de la nada.
Después de lo cual da lo mismo decir que Dios es libre de ser cuadrado o no serlo, o de ser verde, de no ser Dios, de ser malo, etc.
El que puede ser y es absoluto es el ser, no la libertad.
Pero aún sin ser absoluta, tampoco se puede predicar de la creatura una libertad absolutamente independiente de toda otra libertad, como es la libertad divina. La libertad de la creatura, como es obvio, es una libertad creada, pero eso se olvida cada vez que se critica la teología tomista de la gracia y la libertad.
Una libertad creada es necesariamente una libertad que presupone la elección de la Libertad Increada. No puede pensarse como si ella fuese la única libertad en todo el ámbito del ser, y como si su mismo acto de elegir no fuese ante todo objeto de la elección divina, sea elección del acto mismo en su integridad, si es el acto bueno, sea elección de permitirlo, si es el acto malo.
Y ahí volvemos a lo de siempre: no L = p/D, sino L = cD. Mientras sigamos pensando a Dios como antagonista o competidor de la creatura racional, no vamos a poder ver la luz en este tema.
Y ahí sí que vamos a estar dando pábulo a una visión atea de la realidad, porque el ateísmo se basa justamente en esa idea de Dios como aquel que en todo caso debe disminuir o retirarse para que el hombre pueda existir y ser libre.
Saludos cordiales.
Porque si vd dice que con la gracia suficiente, sin la eficaz, puede hacer el bien y salvarse no puede asegurar al mismo tiempo que eso no ocurra nunca.
Si puede ocurrir, ocurrirá al menos alguna vez, puesto que nada impide que ocurra. Sin embargo vd asegura que eso no es posible.
Yo voy a decir que sí, q como puede y nada lo impide ocurre: hay personas que se salvan con la gracia suficiente, sin necesidad de nada más. La gracia por delante siempre.
Y en ese caso la gracia suficiente es eficaz. Se comprueba que es cierto que era suficiente para poder hacer el bien al hacerlo.
Y todo es así porque Dios ha decidido que esa es su voluntad con la gracia por delante pero permitiendo que se pueda resistir y por tanto q a veces se resista de hecho.
Si lo que vd dice de la gracia suficiente q puede pero nunca hace sin a añadir la eficaz y la eficaz q es resistible pero nunca se resiste puede ser lógico, al menos tan lógico como q Aquiles nunca alcance a la tortuga o incluso bastante más, será lógico. Pero lo que yo he dicho sobre la gracia eficaz también lo es y además no contradice la experiencia que subyace al significado de poder en el lenguaje normal y el científico. Y si filosóficamente existe su opción interpretativa, no se puede negar que también la mía.
Y si no es así, siento no ser más lista pero es así como lo entiendo.
Y esto sin entrar en el problema de la presciencia, que ya dije que saber lo q ocurre no es predestinar. Podría ser mero observar y si no lo es, es porque existe la providencia -que tampoco es predestinación sino cuidado amoroso que sin embargo se puede rechazar. Y si Dios lo permite porque respeta el ejercicio del libre albedrío incluso con la posibilidad de actuar en contra de su voluntad antecedente, será porque el libre albedrío es un bien en si mismo y la voluntad consecuente de Dios tiene en cuenta nuestra posibilidad real de aceptar le o rechazarle libremente.
Y esto no puede suponer jamás una cortapisas a la omnipotencia divina porque es Dios omnipotente quien decide poner ante nosotros muerte y vida para que elijamos.
Yo no veo que nada de esto vaya en contra de la fe ni de la lógica.
Saludos cordiales
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El ser humano puede salvarse con la gracia suficiente, sin la gracia eficaz, en sentido dividido, no en sentido compuesto. Conserva la posibilidad de hacer el bien, sólo que sin la gracia eficaz, no lo hace. En efecto, poder hacer el bien, y hacerlo, son cosas distintas, no sé si esto le suena.
Y así entendemos todos el poder, cuando no estamos tratando de defender lo indefendible. Por eso no contratamos para hacer una casa a estudiantes de arquitectura, que pueden ser arquitectos, pero todavía no lo son. Y no se nos ocurre decir que si no son ya arquitectos, es una fábula decir que pueden serlo.
No es el mismo caso de Aquiles y la tortuga. Se puede demostrar que ese argumento de Zenón es falaz, en cambio, hasta ahora no se ha podido demostrar, como todos hemos podido ver, que la tesis tomista en este punto sea contradictoria.
Y sigue sin responder a mi pregunta. ¿Por qué Dios no eligió crear un mundo en el que todos se salven? ¿Cómo no es argumento contra la Bondad divina haber elegido este para darle el ser, sabiendo que una porción de ángeles y seres humanos se iban a condenar, libremente, sin duda?
¿En vez de elegir otro, en el que libremente todos se salvasen?
¿Tal vez para mostrar el respeto que tiene por la libertad de la creatura racional? ¿Y entonces, porqué no puede haber elegido desde la Eternidad a algunos para salvarse, entre todos los que había elegido para que fuesen creados, para mostrar en unos su misericordia y en otros su justicia?
Fijémonos en que en ambos casos la lista fija de los que se han de salvar existe desde la Eternidad, y que en ambos casos ello depende de una elección divina, a ese respecto es lo mismo decir que elije un mundo posible en el que unos se salvan y otros no, que decir que de entre los que ha elegido para que fuesen creados elige sólo a algunos para que se salven.
Elegir el mundo en que A se salva y B se pierde en vez del mundo en que ambos se salvan es lo mismo que elegir solamente a A para que se salve, habiendo elegido a A y a B para que fuesen creados.
Saludos cordiales.
Por supuesto que son cosas distintas. En ningún momento he dicho que poder hacer el bien y hacerlo sea lo mismo.
Lo que he dicho es que si se afirma que se puede hacer el bien con la gracia suficiente, sin más añadidos, no se puede afirmar al mismo tiempo que no se hará nunca a menos que se añada algo (la eficaz). Al menos no en el sentido normal de la palabra poder.
Y si tener o no el añadido necesario no depende de la persona, no se la puede hacer responsable de no tenerlo.
Ya sé que está resuelta la aporía de Zenón -pero para muchos no lo estaba en su día. Y para los torpes ignorantes que aún hoy no conocemos la solución concreta, de todos modos desde el sentido común no creemos que Aquiles no alcance a la tortuga, aunque no sepamos explicarlo.
Pero para mí, la cuestión no es que su planteamiento no me parezca lógico, porque admito que seguramente lo será -aunque el sentido dividido y el compuesto a mí no me resuelvan nada en este caso concreto, ese es mi problema, no el suyo. Eso lo reconozco.
Lo que a mí me interesa es que mi planteamiento sea aceptable como alternativa.
Y eso es lo que decía antes, que no veo ni falta de lógica ni falta de fe a decir que puesto que se afirma que con la gracia suficiente, sin el añadido de la gracia eficaz, se puede hacer el bien, pues pudiendo hacerlo sin más añadidos, habrá al menos algunos que lo harán sin más añadidos.
No creo que eso sea defender lo indefendible, ¿por qué?
Y claro, como aún no he salido de la primera cuestión es normal que no haya llegado aún a las últimas. Pero es que no estoy segura de entender bien la pregunta.
Yo no he entendido bien lo que ha contestado a Horacio cuando ha hablado de Leibniz y que este era el mejor de los mundos posibles.
Pero yo creo que sí debe serlo y que es compatible con la bondad de Dios permitir que se condene quien no quiera salvarse, y la única explicación que veo es que el respeto a la voluntad libre de la criatura inteligente sea para Dios un bien mayor que la elección de la salvación a la fuerza.
Probablemente es un contrasentido hablar de amor sin libre elección y Dios quiere ser amado libremente.
Ha querido crear un mundo en el que exista la autonomía y la libertad en el que el ser humano se ponga en sus manos amorosas de Padre voluntariamente, libremente, comprendiendo que es el sumo Bien y que nuestra felicidad está en él.
A mí sí me parece el mejor de los mundos posibles, y además creo que Dios es un Padre misericordioso que ama a todos sus hijos y no deja de llamarlos y esperarlos. Si hay quien se rebela hasta el final, será porque quiere hacerlo, no porque Dios lo haya dejado de su mano.
La forma en que Dios sabe las cosas es un misterio incomprensible para nosotros que vivimos en el tiempo, pero lo que sí tengo muy claro es que si hoy somos libres somos responsables de lo que elegimos hoy, independientemente de que alguien que está fuera del tiempo pueda ver lo que voy a elegir. Imposible ver el mundo con los ojos de Dios, pero sabemos que él es bueno y justo y nosotros responsables de nuestras elecciones para bien o para mal.
Sé que la libertad plantea muchos problemas a los filósofos en general, creyentes o no, pero que elegimos es un hecho y que a pesar de nuestras limitaciones podemos elegir y elegimos, y somos responsables en la medida que tenemos conocimiento y libertad -no lo seríamos si estuviéramos absolutamente condicionados. Y la fe y la gracia nos dan el conocimiento de que Dios nos ayuda a liberarnos de nuestros condicionamientos, con nuestra libre colaboración.
No sé si diré cosas raras, pero eso es lo que creo yo en la medida de mis entendederas y siempre he pensado que estaba en línea católica.
Saludos en Cristo
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¿Qué quiere decir “sin más añadidos”?
¿Sin la gracia eficaz? Pues entonces se está diciendo que con la gracia suficiente y sin la gracia eficaz se puede hacer el bien en sentido dividido, no en sentido compuesto.
¿Sin especificar nada más? Entonces se está diciendo que con la gracia suficiente se puede hacer el bien al menos en sentido dividido y, si además se da la gracia eficaz, en sentido compuesto.
Si este fuese el mejor de los mundos posibles, alguien, por ejemplo, Leibniz, podría argumentar que es el único que a la postre Dios podría crear, porque no podría tener razón alguna para crear otro menos perfecto, en vez de éste.
Dios, se diría, conoce desde la Eternidad los infinitos mundos posibles, y que X es el mejor de todos ellos, y por tanto, lógicamente debe crear X, si crea algo.
Porque lo que sí sabemos del conocimiento divino es que es eterno, como Dios mismo, y por tanto, anterior lógicamente a la misma existencia del mundo creado. En Dios no hay cambio ni perfeccionamiento, porque es la Perfección Suprema, Infinita, existente como tal desde la Eternidad y para la Eternidad.
Dios es Omnisciente: no aprende, no progresa en su conocimiento, no ignora nada, conoce todo, conoce al detalle todos los mundos posibles y todo lo que sucedería en ellos independientemente del hecho de crearlos o no crearlos.
Y así se podría responder a la pregunta: ¿Porqué Dios crea un mundo respecto del cual sabe, desde toda la Eternidad, que algunos de los seres humanos que lo integran se van a condenar, libremente sin duda, en vez de crear un mundo en el que desde la Eternidad sepa que con la misma libertad, todos se han de salvar?
La respuesta sería que la única alternativa, para la Libertad divina, era no crear nada, pues no hubiese sido razonable que crease otro mundo que al ser distinto de éste, sería menos perfecto, dado que éste es el mejor.
Pero eso tiene dos fallos.
El primero es que el mejor de los mundos posibles no es posible. Todo lo finito puede ser más grande, y más perfecto. La distancia entre la creatura y el Creador va a ser siempre infinita, y siempre va a haber “espacio” para una creatura más perfecta, que siempre va a seguir a infinita distancia del Creador.
Sucede como con los números naturales: siempre es posible uno más grande, precisamente porque son finitos, y jamás por aumentos de ese tipo se va a llegar a un número infinito ni se va uno a acercar a algo así.
Sólo Dios es aquel Bien “mayor o más perfecto que el cual no cabe pensar otro”. Y no puede pensarse que haya un ente finito mayor o más perfecto que el cual sólo podría ser Dios.
La distancia entre Dios y cualquier ente finito es siempre infinita, y por tanto, no tiene sentido decir que entre un ente finito y Dios no puede haber otro ente finito más perfecto que el primero.
En ese sentido Voltaire tenía razón cuando en “Cándido” ridiculizó la tesis leibniziana.
Y el segundo se relaciona con el anterior. Ningún mundo posible, que por ser un mundo, un conjunto de entes finitos e imperfectos, es esencialmente finito e imperfecto, va a poder ser una razón determinante del obrar divino, al punto de que Dios “no pueda” racionalmente elegir crear otro mundo, o no crear nada.
La Voluntad divina es soberanamente libre respecto de crear o no crear, pero también, respecto de crear esto o crear aquello. Es totalmente irrelevante a los efectos de la elección divina la mayor o menor perfección de los mundos a crear, porque cualquiera de ellos es nada comparado con el Bien infinito que es Dios mismo, y de todos modos, como ya dijimos, no puede haber uno que sea el mejor, como 3456 o cualquier otro no puede ser el mayor número posible.
De hecho, se estaría negando la libertad divina en la creación si se dijese que al menos moral o racionalmente Dios no podía crear otro mundo que el que de hecho ha creado.
De nuevo, sin querer en todo caso, Voltaire hizo obra piadosa al reírse en este punto de Leibnitz.
Pero si esto es así, entonces hay infinitos mundos posibles desde la Eternidad ante la Inteligencia divina, y la Creación supone que Dios elige libremente crear uno de ellos.
Y entonces, aquí viene la pregunta, que entiendo que es fácil y sencilla de comprender:
Si Dios tenía desde la Eternidad la posibilidad de crear un mundo en el que Él sabía eternamente que algunos libremente se iban a salvar y otros libremente se iban a condenar, y también la posibilidad de crear un mundo en el que Él sabía eternamente que todos libremente se iban a salvar, y Dios es Bueno, ¿cómo se entiende que haya elegido crear el primer mundo, en vez del segundo?
Si en este segundo mundo posible todos libremente se salvan, entonces ya está ahí presente la libertad de la creatura racional, no ha sido ése el motivo para elegir el otro, en el que algunos se condenan.
Por supuesto, estamos hablando de un mundo posible en el que todos libremente eligen amar a Dios. Todos estos amores supondrían la elección correspondiente.
¿Cómo se entiende entonces que en ese caso no haya objeción que plantear a la Bondad divina, si en vez de elegir un mundo así, pudiendo hacerlo, elige otro en el que algunos se condenan, y sí la haya en el caso en que Dios elige crear a determinado conjunto de hombres, y elije para la vida eterna a un subconjunto dentro del primero?
Fácil y sencillo de entender. Falta la respuesta.
Saludos cordiales.
"D-1092 1. Algunos mandamientos de Dios son imposibles para los hombres justos, según las fuerzas presentes que tienen, por más que quieran y se esfuercen; les falta también la gracia con que se les hagan posibles. Declarada y condenada como temeraria, impía, blasfema, condenada con anatema y herética."
La gracia con que se les hagan posibles los mandamientos, o sea, su cumplimiento. Para eso es suficiente la gracia suficiente.
Saludos cordiales.
Porque si no la enseñanza de la Iglesia de que Dios quiere que todos se salven no se respeta. Y la libertad del hombre queda reducida si no anulada.
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¿Qué quiere decir "gracia suficiente para la salvación"? ¿Es la que da solamente el poder hacer, o es la que también da el hacer? En el primer caso, es suficiente para que se pueda hacer, no para que se haga. En el segundo caso, todos se salvan. Pero eso es contra la fe. ¿Y entonces?
Saludos cordiales.
No sirve responder que la gracia suficiente nos da el hacer, si nosotros queremos hacer.
Eso es jugar con las palabras. “Dar el hacer” a condición de que la creatura quiera hacer, es dar solamente la capacidad de hacer. Será el querer de la creatura el que haga pasar esa capacidad al hacer efectivo.
Y “dar el hacer” de tal modo que eso se frustra por la voluntad contraria de la creatura, es un contrasentido, es dar un hacer que no existe, que no se realiza, es, por tanto, no dar nada. En todo caso, es dar una capacidad de hacer que no llega a actualizarse.
En ambos casos, seguimos en la tesis tomista: la gracia suficiente da la capacidad de hacer, no el hacer.
No hay vuelta, y no sirve de nada hablar de otras cosas o responder a otras preguntas.
Recordemos que Pascal, gran adversario y ridiculizador de la gracia suficiente, era jansenista, y por tanto, para él no era verdad que a todos los hombres se les diese la gracia suficiente para salvarse.
Como jansenista, Pascal creía que toda gracia era eficaz, y más aún, a diferencia de la gracia eficaz tomista, irresistible.
Los que pecaban, por tanto, no habían recibido gracia alguna. La gracia nunca es rechazada para el jansenismo. Si es dada, obra irresistiblemente.
Por eso podía reírse de la “suficiencia insuficiente” de la gracia suficiente, porque él no se veía obligado a sacar la conclusión de que todos los hombres se salvan, simplemente porque para él los que se condenaban no habían recibido gracia alguna.
Saludos cordiales.
Pero eso es lo mismo que decir que para lo que antecede al acto libre de la creatura, la gracia suficiente da el hacer, que sería en todo caso un hacer involuntario, y que respecto de ese mismo acto libre de la creatura, da solamente el poder hacer, que en definitiva es lo mismo que dice el tomismo.
Saludos cordiales.
Respecto a su penúltimo comentario no entiendo esto:
“Es sencillo: O la gracia suficiente nos da el poder hacer, pero no el hacer, o nos da también el hacer. En el primer caso, estamos en el tomismo. En el segundo caso, si la gracia suficiente se da a todos los hombres, entonces todos se salvan, lo cual es contra la fe. “
¿Demasiado simplificado? porque la opción no es que ninguno hará o que todos harán. También existe la opción de que algunos harán y otros no harán.
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Néstor:
Ésa no es la cuestión. Si la gracia eficaz da el hacer, entonces siempre que hay gracia eficaz, se hace el bien correspondiente. Y si la gracia suficiente nos da el hacer, entonces, es eficaz. Y entonces, si la gracia suficiente y eficaz se da a todos los hombres, entonces todos hacen el bien correspondiente, y entonces, todos se salvan.
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Decir que la gracia suficiente nos da el poder hacer significa que con esa gracia uno hará de hecho y otro no hará de hecho según su libre albedrío, de modo que unos se salvarán y otros no.
Así que nadie dice que “dé el hacer”, sino que dar de verdad el “poder hacer” significa que no hace falta añadir otra cosa para que sea posible pasar de la potencia al acto, por lo cual algunos harán aunque otros no hagan.
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Néstor:
No es verdad que no haga falta otra cosa, en ese caso, para que de hecho se pase al acto: hace falta, o solamente el consentimiento libre, como dice el molinismo, o también la gracia eficaz intrínsecamente, como dice el tomismo.
En ambos casos se podría aplicar la acusación indiscriminada de que “la gracia suficiente no es suficiente”.
Es cierto que no hace falta otra cosa para que se pueda pasar al acto, y eso es lo que dice el tomismo, justamente. Para eso es suficiente la gracia suficiente.
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No se ve la razón para afirmar que aunque tienen el poder hacer ninguno lo hará, porque eso es afirmar que es imposible que lo hagan, a pesar de que pueden hacerlo y se está diciendo por tanto que no pueden hacer lo que pueden hacer.
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Néstor:
No he afirmado eso, sino que es posible que ninguno haga el bien, y por tanto, ninguno se salve, en la hipótesis de que Dios se limita a “capacitar” a las creaturas racionales para que hagan el bien.
Y tampoco del hecho de que ninguno haga el bien se sigue que sea imposible que lo hagan.
Constato una dificultad permanente para distinguir entre lo posible y lo de hecho existente, y parejamente, entre lo inexistente y lo imposible.
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Evidentemente lo que digo es el polo opuesto de lo que dice Pascal. No me río de la gracia suficiente, digo que realmente Dios ha decidido dar la gracia suficiente a todos y que se haga eficaz cuando el ser humano no se opone a ella. Y no digo que no hayan recibido ninguna gracia los que se condenan, sino que no han querido aceptar la gracia y la salvación que se les ofrecía también a ellos, por eso en caso de que se condenen son culpables, porque también a ellos se les ha ofrecido la gracia y la han rechazado.
Saludos cordiales
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Néstor:
Pero también en ese caso Pascal preguntaría para qué es suficiente la gracia suficiente, si todavía necesita del consentimiento del libre albedrío para pasar realmente al acto. Y la única respuesta posible es que es suficiente para dar la capacidad de actuar, no para dar el actuar mismo, que es la definición tomista de la gracia suficiente.
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PS
El último comentario no lo entiendo. No me parece que sea lo mismo que dice en el penúltimo.
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Néstor:
Efectivamente, lo que hago ahí es plantear otra hipótesis posible y refutarla también.
Saludos cordiales.
No entiendo la idea de que Dios pueda hacer cualquier cosa, creía haber entendido antes que Dios no puede contradecirse a sí mismo, y por tanto no puede hacer absurdos como que un círculo sea cuadrado o que no puede hacer el mal porque es el sumo bien.
Corríjame si estoy equivocada en eso, pero es lo que siempre he creído, que era absurdo pretender que Dios haga que dos más dos sean cinco o sobre todo es imposible que Dios haga el mal.
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Néstor:
Sin duda, Dios puede hacer todo lo que no implica contradicción, no lo contradictorio, que no es ni puede ser hecho.
El asunto es que el hecho de que Dios cree un mundo menos perfecto que otro mundo posible no encierra contradicción.
Por tanto, Dios puede hacerlo.
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Así que pienso que sí habrá creado un mundo bueno, aun cuando prescindamos de si es mejor o peor que otro porque no tenemos con qué comparar.
A lo mejor Dios simplemente ha creado un mundo con la posibilidad de evolucionar hacia la creación de conciencia y de libertad, porque eso es bueno.
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Néstor:
Nada de eso va en contra de mi tesis, que es que, contra Leibniz, Dios puede hacer un mundo que no sea el mejor de los mundos posibles, porque además, el que sí es contradictorio y por tanto imposible es el concepto de “mejor de los mundos posibles”, como es contradictorio el concepto de “mayor número natural”.
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Lo que ocurre es que si efectivamente se puede elegir, se puede elegir mal, lo mismo que se puede elegir bien. No se puede hacer una libertad que no se pueda rebelar del mismo modo que no se puede hacer un círculo cuadrado, porque es contradictorio. Si Dios ha preferido que seamos libres a pesar de que nos podamos condenar está claro que la libertad es algo bueno, con todos sus riesgos.
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Néstor:
Eso no va contra mi tesis de que podría Dios haber creado un mundo en el que todos libremente elijan el bien. Para ser libre no hace falta de hecho elegir el mal, sino, en todo caso, solamente poder elegirlo. Y eso tampoco es una regla sin excepción, pues Dios no puede elegir el mal, y es libre, y Nuestro Señor Jesucristo no podía pecar, siendo el más libre de todos los hombres.
En ese mundo posible, todos podrían hacer el mal, pero ninguno lo haría de hecho, por libre elección, y así, todos se salvarían.
Es sencillo de entender. Dado un sujeto A en una situación B, puede libremente elegir entre pecar o no pecar. Ahí tenemos ya dos mundos posibles: uno en que A peca, y otro en que A no peca.
Si agregamos un sujeto C, en la misma situación B o en otra D, también tiene dos opciones: peca o no peca. En ambos casos, usando su libre albedrío.
Eso, por combinación, nos da ya cuatro mundos posibles: uno en que A peca y C también, otro en que A peca pero C no peca, otro en que A no peca pero C sí lo hace, y otro en que ninguno de los dos peca.
Y aumentando el número de sujetos, el resultado va a ser siempre el mismo: siempre va a haber un mundo posible en el que, usando todos ellos de su libre albedrío, ninguno de ellos peca.
La pregunta mía es ¿Por qué Dios no eligió un mundo así, en vez de elegir uno como el nuestro, en el que de hecho algunos se condenan? ¿Cómo eso no va contra la Bondad de Dios, y sí va contra la Bondad divina el hecho de elegir para la salvación solamente a algunos de los que eligió para crear?
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Si Dios nos manejara como marionetas, nadie se condenaría, pero no sería verdad que fueramos libres.
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Néstor:
Esa no es mi hipótesis. Hablo de un mundo posible en el que de hecho, por el uso de su libre albedrío, ninguno peca y todos se salvan, aunque todos pueden pecar y condenarse.
¿Por qué no es argumento contra la Bondad divina el que de hecho Dios no haya querido dar la existencia a un mundo así, sino a un mundo en el que algunos pecan y se condenan? Ésa es la pregunta.
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De todos modos, creo que en nuestras relaciones con Dios, tenemos que renunciar a pretender ver el mundo con los ojos de Dios, porque no podemos, nos pongamos como nos pongamos. No podemos pensar en otros mundos posibles porque no conocemos más que este, y con nuestras limitaciones.
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Néstor:
La afirmación de que se dan otros mundos posibles se deriva necesariamente de la fe en la existencia de libre albedrío en Dios. Dios puede elegir entre crear o no crear, pero también, puede elegir entre crear este mundo u otro diferente, de donde se sigue que la Voluntad divina es libre de elegir entre varios mundos posibles.
De lo contrario estamos negando la libertad divina, si decimos que Dios no podía no crear, o no podía crear otro mundo distinto de éste.
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A lo mejor existen otros universos, yo qué sé, pero no hablo de eso, sino de Dios y su relación con nosotros.
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Néstor:
Yo tampoco hablo de eso, porque no hablo de otros mundos existentes, sino de otros mundos posibles.
Repito que sin distinguir claramente entre lo posible y lo existente de hecho no se puede entender nada en esta discusión.
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Y no hablo desde el punto de vista de la filosofía, por muy positivo que le resultara Aristóteles a Santo Tomás de Aquino, hablo desde la fe en Dios como el misterio de amor trinitario que se revela en Jesucristo.
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Néstor:
La cuestión que estamos tratando no es filosófica sino teológica, y por tanto, se basa en la fe y no solamente en la razón, si bien la teología usa de la filosofía, obviamente, para poder hablar racionalmente de estas cosas.
En concreto, que Dios es libre de elegir entre crear o no crear y entre crear este mundo u otro es consecuencia de la verdad de fe que dice que existe libre albedrío en Dios.
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Y según eso, Dios nos ha hecho a su imagen, nos ha pedido que amemos como él nos ama, nos ha dicho que hay que perdonar siempre, porque él perdona siempre, etc. Ese es el Dios en el que creo y cuando hablo del bien y del mal, lo hago desde los valores del cristianismo según Jesucristo.
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Néstor:
Yo también, y no veo que nada de eso vaya contra lo que sostengo.
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Si Dios fuera un tirano absurdo y caprichoso, como los dioses del olimpo griego, los juicios de valor que se hicieran sobre el bien y el mal, serían otros muy distintos.
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Néstor:
No tiene nada que ver con lo que estamos discutiendo.
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Por eso cuando me refiero a Dios, hablo de Dios tal como nos habla de El el cristianismo y cuando me refiero al mundo, me refiero a este, sin imaginar otros -tengo poca imaginación y en todo caso, no me afectan.
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Néstor:
No es el tema. Negar que Dios pueda crear otro mundo distinto del que de hecho ha creado es contrario a la fe.
Dice el Concilio Vaticano I:
“Si alguno no confiesa que el mundo y todas las cosas que en él se contienen, espirituales y materiales, han sido producidas por Dios de la nada en la totalidad de su sustancia, o dijere que Dios no creó por una voluntad libre de toda necesidad, sino tan necesariamente como se ama necesariamente a Sí mismo, o negare que el mundo ha sido creado para gloria de Dios, sea anatema.”
Si Dios no podía crear otro mundo distinto de éste, entonces la voluntad con que lo creó no estaba libre de toda necesidad, sino que en caso de crear un mundo, necesariamente tenía que crear éste y no otro.
Además, son todas las cosas contenidas en este mundo, también, según el canon, las que han sido creadas por Dios con voluntad libre de toda necesidad, lo que quiere decir que a cada una de ellas ha podido crearla o no. Lo cual en cada caso da lugar a un mundo diferente.
Y finalmente, el solo hecho de que seamos libres, como digo arriba, muestra que nuestro mundo no es el único posible, porque sólo con que César hubiese decidido no cruzar el Rubicón, la historia del mundo habría sido diferente, y estaríamos en otro mundo posible distinto del que hecho ha existido.
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Y en este mundo, aquí y ahora, podemos elegir, según el cristianismo, el camino que Dios nos dice que lleva a la vida o el que aleja de Dios y lleva a la muerte.
No puedo imaginar que Dios pudiera haber hecho un mundo más bueno y más justo en el que existiera la vida, la conciencia y la libertad y no haya querido hacerlo -no puedo porque el Dios en el que creo es Amor y es todopoderoso. Y sería ilógico que creara un mundo que hiciera que triunfara el mal y la injusticia.
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Néstor:
Entonces está Ud. negando la libertad de Dios para crear un mundo distinto del que de hecho existe.
Con el mismo argumento habría que decir que Dios tampoco podría haber hecho un mundo más malo que el actual.
Justamente, ése es el error de Leibnitz, desde el punto de vista de la fe. Si Dios no puede crear un mundo que no sea el mejor de los posibles, entonces Dios no es libre al crear, pues no puede elegir entre crear ese mundo u otro que por hipótesis sería menos perfecto.
La última frase no la entiendo. De hecho, en nuestro mundo triunfan muchas veces el mal y la injusticia. ¿No ha sido entonces creado por Dios?
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Me dirá tal vez, que en teología hay que hablar del dios de los filósofos, pero es que hay muchas versiones diferentes y en definitiva en teología cristiana habrá que hablar del Dios revelado en Cristo Jesús.
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Néstor:
En teología, ante todo, hay que usar la razón, basándose en la fe. El uso de la razón sobre cuestiones últimas necesariamente implica la filosofía, no es cuestión opcional.
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Disculpe si desenfoco los temas, ya he dicho que aprendo los términos sobre la marcha, porque esto no es lo mío.
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Néstor:
En esos casos, lo correcto es aprender.
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Saludos cordiales
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Saludos cordiales.
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Es que justamente, la infinita Perfección no es un grado de perfección. Es la Perfección propia solamente de Dios. Por grados no se puede llegar al infinito, de lo contrario, también se debería poder en el caso de los números.
Saludos cordiales.
E igualmente cuando dice que no hay gracias suficientes, que no hay más que gracias eficaces que no son dadas a todos los hombres: he ahí otro error jansenista.
Pascal también presta a los dominicos del Convento Saint Jacques una doctrina que quizá fuera, en efecto, la de muchos ellos, según la cual la gracia suficiente sería el simple poder que da Dios a todos los hombres, de actuar bien, pero no la moción para hacerles actuar bien; una "gracia suficiente que no basta", dice, e ironiza bastante al respecto.
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Respecto de lo primero, no entendí si la idea es que Pascal se equivoca porque los jesuitas no dicen eso, o si ellos se equivocan porque eso que dicen no es verdad.
Lo segundo es efectivamente el error jansenista.
En cuanto a lo tercero, como decía antes, esas ironías son lógicas en Pascal, supuesto que él sostiene que algunos seres humanos no reciben gracia alguna de Dios, y que eso sucede en definitiva con los que se condenan.
Para evitar esa tesis de que no a todos los hombres, y en particular, a los que se condenan, se les da la gracia suficiente, hay solamente dos salidas: o afirmar que todos se salvan, porque entonces todas las gracias son eficaces y se dan a todos los hombres, o afirmar que la gracia suficiente da el poder obrar, pero no el obrar, con lo cual las ironías de Pascal quedarían fuera de lugar.
En esa hipótesis, además, tenemos de nuevo dos posibilidades: o decir que el obrar efectivo depende solamente del consentimiento del libre albedrío a la gracia suficiente, con lo cual lo que no queda claro es el concepto de "gracia eficaz", o decir que ese mismo consentimiento libre depende de la gracia eficaz distinta de la gracia suficiente, que es lo que dicen los tomistas.
Saludos cordiales.
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Don't worry. La cantidad de los que no han dicho nada porque están de acuerdo es incalculable, y tampoco los que han hablado han hablado todos en contra. Teniendo en cuenta que no se ha podido demostrar que la tesis sea contradictoria, no es irrazonable tener fundadas esperanzas.
Saludos cordiales.
"¿Qué quiere decir “sin más añadidos”?
¿Sin la gracia eficaz? Pues entonces se está diciendo que con la gracia suficiente y sin la gracia eficaz se puede hacer el bien en sentido dividido, no en sentido compuesto.
¿Sin especificar nada más? Entonces se está diciendo que con la gracia suficiente se puede hacer el bien al menos en sentido dividido y, si además se da la gracia eficaz, en sentido compuesto."
"Sin más añadidos" quiere decir sin necesidad de añadir otra nueva gracia que vd llaman eficaz
(yo en cambio creo que es la misma gracia suficiente la que Dios hace eficaz cuando no la persona no le pone obstáculos)
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Néstor:
Esto es nuevo. Ahora resulta que es Dios el que tiene que hacer que la gracia suficiente sea eficaz, mediando el consentimiento libre de la creatura.
La pregunta aquí es quién fue primero, el huevo o la gallina. ¿La creatura da su consentimiento libre porque Dios hace que la gracia sea eficaz, o Dios hace que la gracia sea eficaz porque la creatura da su consentimiento libre?
En el primer caso estamos en el tomismo, o al menos, en toda teología que sostenga la gracia intrínsecamente eficaz. En el segundo caso, es el consentimiento de la creatura el que causa la acción divina, lo cual es absurdo e invierte totalmente la relación entre el Creador y la creatura.
Y además, si la acción divina que hace eficaz a la gracia supone el consentimiento libre de la creatura como su causa, ¿para qué es necesaria todavía la gracia eficaz, si ese consentimiento libre ya se ha producido sin ella, porque se ha producido anteriormente a ella, como la causa siempre es anterior al efecto?
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No veo por qué va a ser suficiente para poder hacer el bien en sentido dividido pero no en el compuesto.
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Néstor:
Es que si “se puede hacer el bien con la gracia suficiente, sin más añadidos”, o entre esos “añadidos” se incluye el consentimiento libre de la creatura, y entonces la afirmación o es falsa incluso para Ud., pues es claro que sin el consentimiento libre de la creatura no se puede hacer el bien, o la entiende sólo en sentido dividido, no en sentido compuesto, porque es claro que en composición con el hecho de que no se da el libre consentimiento, tampoco se hace el bien.
O bien, entre esos “añadidos” no se incluye el consentimiento libre de la creatura, pero entonces la gracia suficiente nos da sólo la capacidad de hacer el bien, no el hacer el bien de hecho.
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Si es suficiente para poder hacer el bien sin necesidad de que se la añada otra gracia llamada eficaz, será suficiente para poder hacer el bien en todos los sentidos. La cuestión es no oponerse a ella para que realmente se haga el bien.
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Néstor:
Eso sólo nos dice que la gracia suficiente da la capacidad de hacer el bien, no el hacer el bien de hecho, que hasta ahí es la tesis tomista.
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Si sigues la moción de la gracia suficiente, se hace eficaz y haces el bien.
Si te opones a la moción de la gracia suficiente y la rechazas, se queda en meramente suficiente y no haces el bien.
De modo que la gracia suficiente nos permite hacer el bien, pero sólo si no la rechazamos.
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Néstor:
Eso sólo nos dice que la gracia suficiente da la capacidad de hacer el bien, no el hacer el bien de hecho, que hasta ahí es la tesis tomista.
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El motivo por el que vd no admite esta teoría creo que era, según recuerdo, que aceptar la gracia suficiente era un bien y no podía haber ningún bien que no viniera de Dios. Pero es que la posibilidad de aceptar la gracia viene de Dios -y se la concede a todo el mundo.
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Néstor:
Lo que viene de Dios no es solamente la posibilidad de aceptar la gracia, sino el aceptarla mismo, que también es un bien.
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Simplemente no se opone a quien elija rechazarlo y elegir hacer el mal -el libre albedrío de la elección es un bien, y por eso Dios lo permite, sea la que sea nuestra elección, pero la elección de rechazar la gracia es un mal, de lo que Dios no es responsable, solo el hombre -que es responsable, justamente porque podría haber adoptado la elección contraria y aceptar la gracia en vez de rechazarla. En cambio si se hace depender la aceptación de que le haya tocado estar en la lista de agraciados en el sorteo, entonces no es responsable ni se le pueden pedir cuentas.
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Néstor:
La “lista de agraciados” existe también en la hipótesis de que Dios elige para crearlo un mundo posible en el que sabe desde la Eternidad que no todos se han de salvar en caso de llegar a la existencia.
Incluso si, lo que es falso, Dios no pudiese crear otro mundo distinto de ése, en el que todos libremente se salvan, el hecho es que podía no haber creado nada. De todos modos la responsabilidad de la “lista” es Suya.
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Saludos en Cristo
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Néstor:
Saludos cordiales.
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