Gracia y libertad II
En el “post” anterior concluimos con el Magisterio de la Iglesia que además de la gracia que es necesaria para poder cumplir los mandamientos y que puede ser rechazada y de hecho es rechazada a veces por el hombre, a la que llamamos “gracia suficiente”, hay una gracia que mueve de hecho el libre albedrío de la creatura racional a obrar el bien meritorio de la vida eterna, a la que llamamos “gracia eficaz”, y que si bien siempre puede ser rechazada por la creatura, de hecho nunca lo es.
En el tema de cómo entender esa gracia eficaz es que se separan tomistas y molinistas.
Al final no hablamos todavía acerca de la voluntad salvífica universal de Dios, que es una verdad de fe. Lo prometemos para el próximo “post”, Dios mediante. Es que entendemos que lo que sigue es previo, y por otra parte, el tema de la voluntad salvífica universal y la predestinación merece un “post” para él solo.
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Veamos algunos pasajes del II Concilio de Orange, aprobado por el Papa Bonifacio II:
“D-176 [II. Sobre la gracia.] Can. 3. Si alguno dice que la gracia de Dios puede conferirse por invocación humana, y no que la misma gracia hace que sea invocado por nosotros, contradice al profeta Isaías o al Apóstol, que dice lo mismo: He sido encontrado por los que no me buscaban; manifiestamente aparecí a quienes por mí no preguntaban [Rom. 10, 20; cf. Is. 65, 1].”
Donde no se dice que la gracia nos da solamente la capacidad que invocar a Dios, sino que la gracia hace que invoquemos de hecho a Dios.
“D-177 Can. 4. Si alguno porfía que Dios espera nuestra voluntad para limpiarnos del pecado, y no confiesa que aun el querer ser limpios se hace en nosotros por infusión y operación sobre nosotros del Espíritu Santo, resiste al mismo Espíritu Santo que por Salomón dice: Es Preparada la voluntad por el Señor [Prov. 8, 35: LXX], y al Apóstol que saludablemente predica: Dios es el que obra en nosotros el querer y el acabar, según su beneplácito [Phil. 2,13].”
De nuevo, no es solamente el poder querer ser limpios, sino el querer ser limpios mismo el que se se dice aquí que se hace en nosotros por infusión y operación “sobre nosotros” del Espíritu Santo.
“D-178 Can. 5. Si alguno dice que está naturalmente en nosotros lo mismo el aumento que el inicio de la fe y hasta el afecto de credulidad por el que creemos en Aquel que justifica al impío y que llegamos a la regeneración del sagrada bautismo, no por don de la gracia - es decir, por inspiración del Espíritu Santo, que corrige nuestra voluntad de la infidelidad a la fe, de la impiedad a la piedad -, se muestra enemigo de los dogmas apostólicos, comoquiera que el bienaventurado Pablo dice: Confiamos que quien empezó en vosotros la obra buena, la acabará hasta el día de Cristo Jesús [Phil. 1, 6]; y aquello: A vosotros se os ha concedido por Cristo, no sólo que creáis en El, sino también que por El padezcáis [Phil. 1, 29]; y: De gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, puesto que es don de Dios [Eph. 2, 8]. Porque quienes dicen que la fe, por la que creemos en Dios es natural, definen en cierto modo que son fieles todos aquellos que son ajenos a la Iglesia de Dios.”
Aquí se habla de corregir la voluntad, y no solamente de darle la capacidad de corregirse, y se cita a San Pablo diciendo que Dios empezó en nosotros la obra buena, no solamente la capacidad de realizarla, y que se nos ha concedido en Cristo que creamos, no solamente que podamos creer.
“D-179 Can 6. Si alguno dice que se nos confiere divinamente misericordia cuando sin la gracia de Dios creemos, queremos, deseamos, nos esforzamos, trabajamos, oramos, vigilamos, estudiamos, pedimos, buscamos, llamamos, y no confiesa que por la infusión e inspiración del Espíritu Santo se da en nosotros que creamos y queramos o que podamos hacer, como se debe, todas estas cosas; y condiciona la ayuda de la gracia a la humildad y obediencia humanas y no consiente en que es don de la gracia misma que seamos obedientes y humildes, resiste al Apóstol que dice .Qué tienes que no lo hayas recibido? [1 Cor. 4, 7]; y: Por la gracia de Dios soy lo que soy [1 Cor. 15,10] (2).”
De nuevo, se dice que por la infusión del Espíritu Santo en nosotros se nos da el que creamos y que queramos, no solamente el que podamos hacer; el que seamos obedientes y humildes, no solamente el que podamos serlo.
“D-182 Can. 9. «Sobre la ayuda de Dios.Don divino es el que pensemos rectamente y que contengamos nuestros pies de la falsedad y la injusticia; porque cuantas veces bien obramos, Dios, para que obremos, obra en nosotros y con nosotros»”
Nuevamente, se dice que es don divino el que pensemos, y no que lo sea solamente el que podamos pensar, y el que contengamos nuestros pasos, no solamente el que los podamos contener.
“D-193 Can. 20. «Que el hombre no puede nada, bueno sin Dios. Muchos bienes hace Dios en el hombre, que no hace el hombre; ningún bien, empero, hace el hombre que no otorgue Dios que lo haga el hombre»”
Nuevamente, no se dice que Dios otorga solamente el que podamos hacer el bien, sino que se dice que otorga el que lo hagamos.
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También dicen el Concilio de Trento y el Catecismo de la Iglesia Católica:
Concilio de Trento:
“D-814 Can. 4. Si alguno dijere que el libre albedrío del hombre, movido y excitado por Dios, no coopera en nada asintiendo a Dios que le excita y llama para que se disponga y prepare para obtener la gracia de la justificación, y que no puede disentir, si quiere, sino que, como un ser inánime, nada absolutamente hace y se comporta de modo meramente pasivo, sea anatema.”
Donde habla, como vemos, del libre albedrío movido, y no solamente capacitado para moverse, por Dios.
De la conjunción que este canon de Trento establece entre el libre albedrío “movido”, de hecho, por tanto, por la gracia, y el hecho de que en esta situación dicho libre albedrío “puede resistir” a la gracia, entendemos que se sigue que este tipo de gracia actual puede ser resistida, pero de hecho no lo es.
Catecismo de la Iglesia Católica:
“1989 La primera obra de la gracia del Espíritu Santo es la conversión, que obra la justificación según el anuncio de Jesús al comienzo del Evangelio: “Convertíos porque el Reino de los cielos está cerca” (Mt 4, 17). Movido por la gracia, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo así el perdón y la justicia de lo alto. “La justificación no es solo remisión de los pecados, sino también santificación y renovación del interior del hombre” (Concilio de Trento: DS 1528).”
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La cuestión debatida en la teología católica entre tomistas y molinistas es acerca del modo de entender esa eficacia de la gracia.
¿Diremos que es simplemente la libre voluntad humana la encargada de asegurar el triunfo de la gracia suficiente? Esto parece ser lo que sostiene el molinismo cuando dice que la gracia eficaz lo es no intrínsecamente y por sí misma, sino extrínsecamente, a saber, por el consentimiento de la voluntad creada.
Es decir, para el molinismo, la gracia suficiente se transforma sin más en gracia eficaz por el consentimiento de nuestra voluntad. Dios daría a todos los hombres la gracia suficiente, y los elegidos son aquellos que Dios ha previsto desde toda la eternidad, con su “ciencia media”, que con el libre consentimiento de su voluntad convertirán esa gracia suficiente en gracia eficaz. Por eso, precisamente, los ha elegido, y lo ha hecho, por tanto, “post praevisa merita”, después de haber previsto sus méritos y por razón de los mismos.
Pero entonces, decimos nosotros, estamos invirtiendo los papeles. En vez de ser la gracia la que potencia a la libertad creada, es la libertad creada la que potencia a la gracia. La afirmación de que partimos era que la libertad humana necesita la gracia divina, no que la gracia divina necesita a la libertad humana.
Por eso el tomismo sostiene que la gracia eficaz difiere esencialmente de la gracia suficiente, puesto que a diferencia de esta, otorga no el poder hacer el bien, sino el hacerlo de hecho, y lo otorga, porque es eficaz por sí misma, intrínsecamente, y no por el consentimiento de nuestra voluntad. Es decir, la gracia eficaz no recibe su eficacia del consentimiento de nuestra voluntad, sino que su eficacia consiste en producir infaliblemente ese mismo consentimiento libre.
En resumen, mientras que en el molinismo la eficacia de la gracia depende en última instancia del libre consentimiento de nuestra voluntad, en el tomismo es este consentimiento libre de la voluntad creada el que depende de la eficacia de la gracia divina.
Éste es el punto central. La cuestión discutida en tiempos de los semipelagianos acerca del comienzo de la fe, y el tema de la predestinación, derivan de aquí.
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Para entender por qué es necesario afirmar esa eficacia intrínseca de la moción divina de la voluntad creada, hay que retroceder un poco y plantearse en general la relación entre el Dios Creador y sus creaturas.
Es absolutamente imposible que en la creatura pueda haber algún bien que no le venga del Creador, y que no sea una participación en el Bien por excelencia, que es Dios mismo.
Es absolutamente imposible la más mínima partícula de ser y de actualidad y de bondad fuera de Dios que no sea causada por Dios.
No puede haber ser ni entidad fuera del Ser Subsistente que no sea participación en ese mismo Ser Subsistente.
El Ser subsistente e Infinito es necesariamente Único, todo otro ente sólo podrá ser una participación finita en esa Fuente Infinita.
Y lo finito no participa del Ser Subsistente en forma necesaria, sino por un acto libre de la Voluntad divina, por el cual Dios es Creador.
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Es en resumen lo que enseña la Tercera Vía de Santo Tomás: el ente contingente, pudiendo tanto existir como no existir, no tiene en sí mismo, en su naturaleza, la razón suficiente de su existencia, y todo tiene razón suficiente, por tanto, si el ente contingente existe, tiene que tener su razón suficiente en otro, o sea, ser causado, y si su causa es contingente, también ha de ser causada por eso mismo, y no se puede retroceder al infinito en la serie de causas del ente contingente, porque entonces éste finalmente no tendría razón suficiente, pues las causas intermedias nunca son por sí solas razón suficiente del efecto, dependiendo como dependen siempre de otra razón anterior, y en una serie infinita de causas todas las causas son intermedias, y entonces hay que llegar a una Primera Causa, es decir, a una Causa no causada, y por tanto, no contingente, y por tanto, Necesaria, que ulteriormente se demuestra que es Dios.
Y entonces, todo ente contingente tiene a Dios por Causa Primera.
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Por eso mismo, es absolutamente imposible que Dios dependa bajo el aspecto que sea de la creatura, sea en su conocimiento de esa misma creatura, sea en el amor que profesa a esa creatura.
Porque por lo dicho, bajo el aspecto que sea de ser y de entidad y de bondad, es la creatura la que depende siempre del Creador, y nunca a la inversa.
Para hacer pasar al Creador de potencia a acto, o sea, para obrar sobre Él del modo que fuese, y hacerlo dependiente de ella de algún modo, la creatura tendría que aportar al Creador alguna actualidad que Aquél no tuviese ya en Sí mismo, y por tanto, la creatura no podría haber recibido esa actualidad del Creador, lo cual va contra la noción misma de “creatura”, y además, lleva a que esa actualidad exclusiva de la creatura tendría que haber salido de la nada.
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Y así como todo ente creado sólo existe en la medida en que participa del ser que Dios es en plenitud, todo obrar de todo ente creado sólo es posible, también, en virtud de la causalidad divina.
El ente finito nunca existe por sí mismo, siempre, a cada instante, tiene en Dios la razón última de su existencia. Es como el cristal que sólo es luminoso mientras la luz lo ilumina. Por su naturaleza el ente finito es contingente, puede ser o no ser, precisamente porque no se identifica con el Ser mismo, que es el único que por naturaleza es Necesario, es decir, excluye, lógicamente, el no ser. El ente finito es solamente una participación suya.
Y como conserva siempre, mientras existe, su naturaleza de ente finito, por esa misma razón continuamente depende de Dios para existir, y por tanto, también para obrar, porque el que no tiene por sí mismo, en última instancia, y en ningún instante, su propia existencia, tampoco puede tener por sí mismo exclusivamente su obrar.
El obrar creado es una cierta actualidad: si es un movimiento, es, como todo movimiento, “el acto del ente en potencia en tanto que en potencia”.
Si no es un movimiento, sino una cualidad estable e inmanente, como es el acto de conocer, por ejemplo, entonces es un acto de orden accidental.
Y toda actualidad finita es sin excepción posible una participación en el Acto Puro que es Dios.
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Es absolutamente imposible, por tanto, un acto libre cualquiera de la creatura que no tenga a Dios como Causa Primera.
Y es absolutamente imposible, por la misma razón, una moción cualquiera de la libre voluntad creada que no tenga a Dios como Primer Motor.
Y por eso mismo, es absolutamente imposible alguna cualidad, virtud, acto libre o moción de la voluntad que haga a una creatura mejor que otra, más meritoria que otra, justa en vez de injusta, santa en vez de pecadora, heredera del cielo en vez de heredera de la condenación eterna, sin que esa cualidad, virtud, acto libre o moción de la voluntad tenga a Dios como Causa Primera.
Pensemos solamente que la idea misma de que Dios, por su Omnipotencia (mal entendida), crease un ente o una acción o una moción de la voluntad creada que no dependiese de Él es una contradicción en los términos, a saber, entre los términos “crease” y “que no dependiese de Él”.
Y es claro por lo dicho, repetimos, que la idea de que la creatura pueda producir algo de ser y de entidad y de bondad con independencia del Creador no merece siquiera ser considerada en una filosofía realista y en una teología cristiana.
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Sobre todo si pensamos que el obrar de un ente cualquiera implica un cierto aumento de actualidad, de ser, por su parte. El que abre los ojos y comienza a ver adquiere algo, la visión actual, que antes no tenía. Ese “plus” no puede haber salido de la nada, tampoco de la mera potencialidad o capacidad de ver, porque es más que ella. Tiene que tener una causa en acto, y si esa causa a su vez pasa de potencia a acto al causar, esto lo debe a una segunda causa, y como no se puede retroceder al infinito en la serie de causas actualmente subordinadas de un efecto cualquiera, en última instancia, toda causa que en su acción pasa de potencia a acto tiene que tener como Causa primera de esa misma acción, y por tanto, del efecto de esa acción, al Acto Puro, sin mezcla de potencia pasiva alguna, es decir, al Ser Subsistente, Dios.
Y finalmente, porque la acción de la creatura representa un cierto grado de ser y por tanto de bondad, y por tanto, no puede ser sino un efecto de la causalidad primera del Ser y Bien Subsistente. No puede haber la más mínima partícula de ser y de bondad fuera de Dios que no sea causada por Dios.
Esto se aplica también a las creaturas racionales, y ya a nivel natural. Los actos naturales de estas creaturas tienen a Dios como Causa Primera, o sea, el ser humano, el ángel, como toda creatura en general, necesitan la “ayuda” de Dios ya a nivel de su actividad natural.
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Esto es importante. La necesidad de una moción divina para el obrar de la creatura no es algo exclusivo del orden sobrenatural. La gracia no representa una intromisión sobrenatural de Dios en un orden natural de suyo absolutamente autónomo y cerrado en sí mismo. Digamos más bien que la gracia actual es lo que corresponde en el plano sobrenatural a la Causalidad Primera divina o “concurso divino” que ante todo se ejerce en el plano natural.
Y es que para conducir a las creaturas a su fin natural, alcanza con el concurso divino natural, mientras que para conducirlas al fin sobrenatural, es necesario agregar la gracia sobrenatural a ese concurso divino natural, que sigue existiendo porque las naturalezas creadas siguen existiendo, ya que son ellas las que han de llegar al fin sobrenatural.
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En conexión con esto se puede poner el “principio de predilección”, que para los tomistas es fundamental en todo este tema, y que el R. P. Garrigou – Lagrange O.P. ve expresado en el siguiente canon del Concilio de Orange:
“D-185 Can. 12. «Cuáles nos ama Dios. Tales nos ama Dios cuales hemos de ser por don suyo, no cuales somos por merecimiento nuestro.”
Véase además los cánones 9, 20 y 22 de Orange.
Este principio se puede formular así:
“Nadie sería mejor que otro, si no fuese más amado por Dios”.
Porque en efecto, los cánones en cuestión están diciendo que todo lo bueno que pueda haber en nosotros y que pueda ser así objeto del amor divino no es causa, sino efecto de ese amor de Dios por nosotros.
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En definitiva, entonces, afirmar una gracia actual de suyo solamente suficiente, y que se hace eficaz extrínsecamente, por el consentimiento libre de la creatura, es afirmar que hay algo de ser y de bondad fuera de Dios que no procede de Dios, y eso lleva lógicamente al menos a negar la noción misma de Dios como Ser y Bien Subsistente y Creador de todo ser y de todo bien que no es Él mismo.
Porque en esta hipótesis, el acto libre de la creatura, por el cual la gracia suficiente se convierte en gracia eficaz, acto libre que por serlo es algún ser y algún bien, no procede de Dios, porque no procede de la gracia divina.
No procede de la gracia suficiente, porque a la misma gracia suficiente una persona puede aceptarla, convirtiéndola, en esta hipótesis, en eficaz, y otra persona puede rechazarla. Y no procede de la gracia eficaz, porque al contrario, en esta hipótesis la gracia es eficaz precisamente debido a ese acto libre de la creatura.
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O la salvación del hombre no depende de ninguna libertad, o depende de la libertad humana solamente, o depende de la libertad divina solamente, o depende de ambas libertades.
Pero el ámbito propio de la libertad es lo contingente, que puede ser o no ser, y ser de un modo o de otro.
Por tanto, el acuerdo entre ambas libertades, sin el cual por hipótesis no se daría la salvación del hombre en esta última posibilidad, o bien sucede por azar, o bien sucede en virtud de alguna ley necesaria, o bien sucede en virtud de algún acto libre.
Si es en virtud de un acto libre, o bien es el acto de alguna de esas dos libertades el que las pone de acuerdo a las dos, o bien son las dos libertades las que se ponen de acuerdo independientemente una de la otra.
Pero en el último caso, para explicar el acuerdo entre esas dos libertades estaríamos recurriendo simplemente al azar, pues ambas libertades pueden elegir entre la salvación o la no salvación del hombre, así que el caso en que ambas eligen la salvación del hombre es uno entre cuatro posibles.
Por tanto, si es el acto de una de esas dos libertades el que las pone de acuerdo a ambas, o es el acto de la libertad humana, que determina a la divina, o es el acto de la libertad divina, que determina a la humana.
Los pelagianos, semipelagianos y molinistas dicen que es lo primero, cuando es obvio que sólo lo segundo puede ser el caso.
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Dice Molina, citado por Garrigou – Lagrange en la obra mencionada:
“Para nosotros, el concurso divino no determina a la voluntad a dar su consentimiento. Por el contrario, es el influjo particular del libre albedrío el que determina al concurso divino al acto, según que la voluntad se incline a querer más bien que a no querer, y a querer esto más bien que aquello.” (Concordia, q. 23, a. 4 y 5, disp. I, m. 7 ad 6um)
En ese sentido sostienen también los molinistas que Dios no actúa sobre la voluntad, sino solamente sobre el acto de la voluntad, no porque Dios produzca ese acto con todas sus particularidades, lo que ciertamente no podría hacer sin mover a la facultad de la cual es ese acto, o sea, la voluntad, sino porque da solamente un “influjo general” que la voluntad humana sola sería encargada de determinar.
Así ponen el famoso ejemplo del bote que es arrastrado a tierra por dos marineros que tiran de él mediante sendas cuerdas, sin que ningún marinero tire, por así decir, del otro.
Aunque en realidad es obvio, por lo dicho, que en este ejemplo es el “marinero humano”, finalmente, el que actúa sobre el “marinero divino”.
Es decir, por su “ciencia media” Dios prevería quién ha de hacer libremente uso de su gracia, sin que la voluntad creada fuese movida para ello por Dios, sino al contrario, moviendo ella, por así decir, al concurso divino a determinarse en este sentido más bien que en este otro, y entonces, decretaría crear a esa creatura en esas circunstancias: eso es la elección divia “post praevisa merita” en el molinismo.
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Frente a esto, hay que decir que la idea de un “concurso divino indiferenciado” que debería ser diferenciado o determinado por la creatura, es absurda.
En esta hipótesis la acción divina se presenta como algo indeterminado y potencial que debe ser determinado por la creatura, lo cual invierte los papeles. Como dijimos, es siempre la creatura la que depende del Creador, nunca a la inversa.
Dios es Acto Puro, sin potencialidad pasiva alguna, pura determinación sin determinabilidad alguna, puro Ser, sin nada de no ser.
Ya es absurdo que lo que está en potencia para algo se actualice por sí mismo, o sea, que el libre albedrío creado pase de potencia a acto sin la causalidad del Creador, pues es absurdo que lo menos dé razón de lo más, que se dé lo que no se tiene, y la potencia, lo que puede ser, es menos que el acto, lo que es.
En efecto, la causa en acto que a su vez pasa de potencia a acto al causar no explica ese “plus”, pues al contrario, plantea la necesidad de explicar de dónde lo recibe ella misma.
En nuestro conocimiento, el Primer Motor Inmóvil viene al final de la deducción que asciende por la serie de causas actualmente subordinadas, pero por eso mismo en la realidad el Primer Motor está al comienzo de todo cambio que sucede en la Creación.
Pero que además de darse a sí mismo el acto que no tiene, el libre albedrío humano actualice al mismo Acto Puro, es el colmo de todo absurdo.
Y si se quiere decir, para “arreglar” un poco la cosa, que Dios y la creatura se determinan mutuamente en el acto libre, no se avanza nada, porque se sigue afirmando que la creatura determina a Dios, cosa imposible de toda imposibilidad metafísica.
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Pero se preguntará enseguida: ¿cómo puede subsistir la libertad del acto de la voluntad creada, si ésta es movida a obrar por Dios? La objeción parece tener al menos tres partes: por un lado, si es otro el que me mueve, no soy yo el que me muevo, por otra parte,si otro elige en mi lugar, no soy yo el que elijo, y finalmente, si no puedo evitar que mi acción se incline en el sentido en que Dios la inclina, entonces, no soy libre.
La primera parte se responde partiendo del concepto mismo de “causalidad primera” y “causalidad segunda” (ver más arriba al hablar del Ser Subsistente y los seres participados).
Las causas segundas no dejan de ser causas por el hecho de ser movidas en su actividad causal por la Causa Primera. Así como el ser que Dios les da a las creaturas es por eso mismo realmente el ser propio de esas creaturas, sin dejar por ello de ser un don contingente de la libertad divina, así también el obrar que Dios hace brotar del ser que ha dado a las creaturas es por eso mismo el obrar propio de esas creaturas.
Sin duda que las diferentes naturalezas creadas tienen diferentes formas de obrar. Los entes inanimados sólo reciben el influjo externo; los vivientes, actúan desde dentro, espontáneamente, pero en el caso de los irracionales, sin poderse determinar a sí mismos a elegir esto o aquello, cosa que sí sucede en los vivientes racionales.
Y precisamente por eso Dios da a cada naturaleza el obrar que le corresponde, y por eso mismo, da a las creaturas racionales el obrar libre.
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En vez de tratar de aminorar la Omnipotencia divina para “hacerle un lugar” a la libertad humana, hay que reconocer que la Omnipotencia es verdaderamente tal, y puede por tanto producir hasta el modo libre del acto libre de la creatura, si tal producción no implica contradicción, como efectivamente es el caso.
No somos libres a pesar de la Omnipotencia divina, sino que Dios es hasta tal punto Omnipotente que puede producir los actos libres de sus creaturas, precisamente como libres.
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Generalmente se comienza a pensar en este tema asumiendo en forma más o menos inconsciente una “ecuación”, para usar una imagen, que dice algo así como “L = p/D”, donde “L” es el libre albedrío de la voluntad creada , “D” la intervención divina en el obrar libre del hombre, y “ p” es una constante que podemos llamar “parámetro pelagiano”.
La ecuación dice que ambas “magnitudes” son inversamente proporcionales: a mayor acción divina sobre la voluntad humana, menos libre albedrío, e inversamente.
Esta forma de pensar ve amenazado el libre albedrío por la intervención divina, y la forma que tiene de “conciliar” ambas cosas es encontrar de algún modo un lugar para el libre albedrío en el cual esté “al abrigo” de la acción de Dios.
Para entender la tesis tomista, hay que pasarse a otra ecuación que dice que “L = cD”, donde “c”, digamos, es una “constante creacional”.
En efecto, lo que dice esta ecuación es que nuestro libre albedrío es directamente proporcional a la acción de Dios sobre nuestro actuar libre.
Cuanto más actúa Dios sobre nosotros, más somos nosotros mismos, y más personal y libremente actuamos: porque somos creaturas de Dios.
Crear es “dar el ser a otro”, y ser creado es “recibir el propio ser de otro”. La frase muestra que en el caso de la creatura, la consistencia (“el propio ser”) y la dependencia respecto del Creador (“recibir de otro”) van juntas, crecen juntas, son directamente proporcionales.
Cuanto más recibimos del Creador, y por tanto, más dependemos de Él, más somos en nosotros mismos.
Y esto vale tanto en el plano del ser como en el del obrar de la creatura, porque “el obrar sigue al ser”.
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Aclaremos además que el “parámetro pelagiano” en realidad tendría que llamarse “parámetro pelagiano – calvinista”, porque representa el principio común que une a pelagianos y predestinacionistas, y los opone a ambos al tomismo.
En efecto, si L = p/D, entonces, a mayor libertad del hombre, menor intervención de Dios (pelagianismo) y a mayor intervención de Dios, menor libertad del hombre (predestinacionismo).
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En cuanto a la segunda parte de la dificultad, no se trata de que Dios sea el sujeto del acto de elección de la creatura, sino de que la mueve a elegir, simplemente hablando, si se trata de elegir entre bienes. En ese caso, el hombre elige lo que Dios quiere que elija.
Cuando el hombre elige el mal, y por tanto, elige mal, Dios lo mueve a todo lo que en su acto hay de ser y de bien, y permite que el hombre sea la única causa de lo que en ese acto hay de no ser (privación) y mal.
En ese caso, el hombre elige lo que Dios permite que elija.
El hombre elige entonces lo que Dios quiere que elija, o sea, el bien, porque quiere elegirlo, porque moverlo Dios a elegir algo es moverlo Dios a querer elegirlo.
Y sería un contrasentido, obviamente, decir que porque Dios me mueve a quererlo, no lo quiero. Como seguramente el bastón se mueve, si la mano lo mueve. Y por eso, seguramente que lo quiero, si Dios me mueve a quererlo, porque además no puedo querer algo si no lo quiero yo.
O elije la creatura que lo que Dios no quiere, sino que sólo permite, que elija, o sea, el mal.
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En cuanto a la tercera parte de la dificultad ¿puedo evitar que mi acción se incline en el sentido en que Dios la inclina?
En realidad, tampoco puedo evitar que se incline en el sentido en que yo la inclino, mientras la estoy así inclinando, porque sería contradictorio que a la vez se inclinase y no se inclinase en ese sentido.
Y lo que Dios hace es hacer que yo incline mi acción en ese sentido y no en otro.
Claro que también es cierto que en otro sentido, yo conservo la capacidad de hacer otra cosa, mientras hago la que estoy haciendo. Por eso la hago libremente, por supuesto.
Es decir, en “sentido compuesto”; o sea, suponiendo que estoy haciendo A, no puedo al mismo tiempo no hacer A, pero en “sentido dividido”, aún mientras hago A soy un ente que tiene la capacidad tanto de hacer A como de no hacer A.
Y obviamente que eso es lo mismo que decir que mientras Dios me está moviendo a hacer A, en sentido compuesto no puedo no hacer A, en sentido dividido, sí puedo no hacerlo. Y por eso soy libre.
También, antes de comenzar mi acción, puedo comenzarla o no. Pero eso, para una libertad creada como la mía, quiere decir que antes de que Dios haga que yo comience mi acción, puede hacer que yo la comience, o no hacer que yo la comience.
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Para encontrar una contradicción en la noción de la gracia intrínsecamente eficaz, se debería poder hallar una contradicción entre la tesis que dice “Dios mueve infaliblemente mi voluntad a querer A” y la tesis que dice “elijo A pudiendo no elegirlo, o elegir en su lugar B o C”.
Pero de la primera tesis sólo se sigue que no puedo no querer A o elegir en su lugar B o C,en sentido compuesto, o sea, en tanto que estoy eligiendo A. No que no pueda no querer A o elegir en su lugar B o C, en sentido dividido, es decir, en tanto que soy un ente que tiene la potencialidad de querer o no querer, elegir o no elegir, A, B o C.
Y eso es suficiente para que no haya contradicción entre ambas proposiciones, ni se pueda negar la libertad de la voluntad creada en esa hipótesis.
Porque lo mismo sucede cuando dijo “Elijo A” y “a la vez podría no elegir A, o elegir en su lugar B o C”: supuesto lo primero, lo segundo es falso en sentido compuesto, pues no puedo a la vez elegir y no elegir A, no en sentido dividido, pues puedo tanto elegir A como no elegirlo.
Y es por eso que decimos que en este caso yo soy libre.
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En definitiva, el hecho de que la acción divina incline a la voluntad creada a querer algún bien contingente y limitado no quiere decir que ese bien contingente y limitado deje de estar de suyo en una relación solamente contingente y no necesaria con el querer de esa voluntad creada , cuyo objeto, como el de toda voluntad, y necesario, como todo objeto de una facultad, es el bien en toda su generalidad y amplitud.
O sea, no quiere decir que ese querer de la voluntad creada así movida por Dios deje de ser libre, según la definición de “libertad” que hemos dado al comienzo del “post” anterior.
Continuará Dios mediante.
72 comentarios
Totalmente de acuerdo con Trento y el catecismo, no así con las conclusiones añadidas.
Concilio de Trento:
“D-814 Can. 4. Si alguno dijere que el libre albedrío del hombre, movido y excitado por Dios, no coopera en nada asintiendo a Dios que le excita y llama para que se disponga y prepare para obtener la gracia de la justificación, y que no puede disentir, si quiere, sino que, como un ser inánime, nada absolutamente hace y se comporta de modo meramente pasivo, sea anatema.”
Catecismo de la Iglesia Católica:
“1989 La primera obra de la gracia del Espíritu Santo es la conversión, que obra la justificación según el anuncio de Jesús al comienzo del Evangelio: “Convertíos porque el Reino de los cielos está cerca” (Mt 4, 17). Movido por la gracia, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo así el perdón y la justicia de lo alto. “La justificación no es solo remisión de los pecados, sino también santificación y renovación del interior del hombre” (Concilio de Trento: DS 1528).”
Igualmente cuando dice que la gracia se puede resistir no está diciendo más que lo que normalmente se entiende por eso. Se puede resistir y por eso hay quien la resiste. No como concluye se puede resistir pero no se resiste.
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Pero habla del libre albedrío "movido" por Dios. Cuando algo es movido, es que no se ha resistido, de hecho, a la causa motriz. Eso sucede, por tanto, siempre que el libre albedrío es movido. Hay otras ocasiones en que no es movido, porque se resiste a serlo.
Quiere decir que a veces la gracia no solamente puede ser resistida, sino que es resistida de hecho, y otras veces puede ser resistida, pero no es de hecho resistida. A la primera es a la que llamamos gracia suficiente, y la segunda, gracia eficaz. Sobre cómo entender esa distinción, ver el nuevo "post".
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El misterio es nuestra efectiva posibilidad para resistir la gracia de hecho, para rechazar a Dios de hecho y no sólo como mera posibilidad.
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De nuevo ¿cuál es el misterio, en su hipótesis? Todos reciben la gracia suficiente, que por su parte no hace que la acepten, y luego, cada uno exclusivamente por sí mismo, la acepta o no la acepta. ¿Algo más claro que eso?
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Y por eso aunque Dios ofrece su gracia a todos no todos se salvan. Si no fuera por ese respeto al libre albedrío que puede resistir a la gracia, todos se salvarían, porque esa es la voluntad de Dios, que quien no rechace la gracia se salve.
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Pero si decimos que "Dios quiere que todos los que no rechacen su gracia se salven" ya no estamos diciendo que "Dios quiere que todos los hombres se salven". ¿Esa voluntad salvífica sigue siendo universal?
No, porque eso es lo mismo que decir "Dios quiere que, de todos los hombres que decide crear, se salven solamente los que no rechacen su gracia".
¿Qué pasa entonces con la voluntad salvífica universal divina en su esquema? Porque en el esquema teológico que sea, hay que admitir que algunos se condenan. ¿Y entonces, la voluntad divina salvífica universal?
¿Será que en algunos casos va acompañada de la salvación efectiva, y en otros no? Y eso ¿de quién depende? ¿De los hombres, o de Dios?
¿Se dirá que si esa voluntad salvífica no va acompañada de la salvación efectiva en algún caso, eso depende de los que se condenan, y si va acompañada de esa salvación, de Dios, que salva a los que se salvan?
En un sentido sí, sin duda, pero aquí estamos preguntando si esa voluntad salvífica universal es igual para todos, y en esta hipótesis, es claro que no. Si Dios pudo hacer que su voluntad salvífica fuese acompañada de la salvación en algunos casos, ¿porqué no lo hizo así también en los otros?
Lo cual es lo mismo que preguntar ¿porqué no dio su gracia eficaz a todos?
¿O es que todo ha dependido exclusivamente de los hombres, unos haciendo fracasar dicha voluntad salvífica universal, y otros haciéndola triunfar?
¿Y después de esto seguiríamos diciendo que quién se salva y quién no depende en última instancia del dueño del autobús o del acreedor o del alimentador de mendigos?
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En todo caso, nadie tiene ningún problema con aceptar que todo lo bueno es don de Dios, que la gracia va siempre por delante, que la gracia se puede resistir etc.
Ningún problema con lo que realmente dicen los concilios, que puede entenderlo perfectamente el hombre sencillo sin meterse en subterfugios artificiales.
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¿De verdad son tan artificiales?
Saludos cordiales.
El que recibe la gracia eficaz se convertirá. El que no la recibe dirá -y perdóneseme el chiste- "espere que estoy esperando a recibir la gracia eficaz".
O es un teatrillo o es una invocación a la voluntad humana.
No haría falta la predicación para la conversión de nadie.
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La gracia eficaz produce el acto libre de nuestra voluntad. El que recibe la gracia eficaz, por eso mismo, responde libremente al llamado del Señor, y se convierte.
El que no la recibe no sabemos quién es, como tampoco sabemos quién es el que la recibe. El que se convierte verdaderamente es porque la recibió, y si puede saber que se convirtió de verdad, puede saber que recibió la gracia eficaz.
La Iglesia nos enseña que sin revelación divina especial no podemos estar seguros de estar en estado de gracia. Se refiere a la gracia habitual, pero para llegar a ella es necesaria la gracia actual eficaz.
Pero no se puede saber antes de convertirse si uno se va a convertir. La única cosa práctica es convertirse. Con la ayuda, obviamente, de la gracia eficaz.
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La gente podría a través de la gracia eficaz tener conocimiento pleno de Dios.
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No veo porqué. La gracia eficaz realiza su labor principal sobre la voluntad, que no es una facultad cognoscitiva. Y si ilumina la inteligencia, es sólo para que sepamos lo necesario para hacer la voluntad de Dios en nuestra vida personal.
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Es como si el misterio lo pusiésemos en un sitio arbitrario. Las cosas son así y son misteriosas. Cuando a lo mejor el misterio está en otro sitio. No tengo estudios de teología y por lo tanto no tengo argumentos para debatirlo pero yo no creo que haya seres humanos que no reciban la gracia necesaria para salvarse.
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Si se refiere a la gracia necesaria para poder salvarse, de acuerdo. La gracia que hace de hecho salvarse según la Revelación no la reciben todos, porque de hecho algunos se condenan.
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Yo siempre había argumentado que los seres humanos eran iguales en dignidad como hijos de Dios. Tampoco es cierto. Dios ama a unos más que a otros. Luego tampoco somos iguales en dignidad.
No lo creo.
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Dios no nos ama porque seamos buenos, sino que somos buenos porque Dios nos ama. El bien fundamental que es la naturaleza humana y la dignidad que va unida a ella lo tienen todos los hombres, por definición. Así que bajo ese aspecto, sí los ama a todos por igual, al crearlos a todos humanos.
Pero el ser hijos de Dios por el bautismo es claro que no lo tienen todos, y el salvarse en vez de condenarse es claro que no lo tienen todos.
Así que bajo ese aspecto, Dios ama a unos más que a otros, no porque sean mejores que otros, sino para que lo sean, porque El así lo quiere.
Saludos cordiales.
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La existencia de una gracia que da el obrar mismo y no solamente el poder obrar, a la cual llamamos "gracia eficaz", está afirmada en ese canon 4 de Trento cuando habla del libre albedrío "movido" por la gracia de Dios.
También está afirmada en el II Concilio de Orange por los textos que pongo al comienzo de este "post".
Que esa gracia es esencialmente distinta de la gracia suficiente, se deduce del hecho de que ésta es de hecho resistida a veces, como se ha definido contra Jansenio, mientras que aquella no, porque es claro que el libre albedrío del hombre no puede a la vez ser movido y no ser movido o no moverse.
Por eso, cuando el canon 4 dice que esa gracia puede ser resistida, hay que entenderlo en el sentido de que, además, nunca es resistida de hecho, porque de lo contrario habría que sostener que el libre albedrío del hombre puede a la vez ser movido y no moverse, lo que es absurdo.
O bien la gracia suficiente da por sí sola el obrar bien, o no.
Lo primero es claro que no es así, porque de hecho la gracia suficiente es resistida a veces, según el Magisterio.
Por tanto, o bien hay alguna otra gracia distinta de la suficiente, que dé por sí sola el obrar bien, o no.
La segunda es la respuesta molinista: la gracia eficaz no da por si sola el obrar bien, sino por el consentimiento del libre albedrío. que transforma así a la gracia suficiente en gracia eficaz.
Pero si así fuese, no se podría decir que el libre albedrío es movido por la gracia de Dios, como dice el canon 4 de Trento.
Más bien habría que decir que la gracia suficiente es movida por el libre albedrío, para convertirse en gracia eficaz.
En el plano del puro razonamiento teológico, es claro, ante todo, que es necesaria una gracia de Dios para poder realizar los actos sobrenaturales meritorios de la vida eterna.
También es claro que poder hacer y hacer son cosas distintas.
Es cierto que la gracia suficiente da el poder hacer, porque si es dada a todos los hombres es para que puedan cumplir los mandamientos, porque Dios no manda lo imposible.
Es de fe, además, que a veces la gracia es resistida de hecho, y esa tiene que ser la gracia suficiente, porque el poder hacer es compatible con el no hacer.
Se sigue por tanto, que la gracia suficiente no da el hacer de hecho lo que Dios quiere. De lo contrario, es claro que nunca sería rechazada, porque eso llevaría a la contradicción de que el hombre hace y no hace a la vez lo que Dios quiere.
Por tanto, volvemos a lo anterior: o el hacer de hecho no depende de ninguna gracia, o depende de una gracia distinta de la gracia suficiente.
Pero es absurdo que para lo menos, que es el poder hacer, haga falta una gracia sobrenatural, y para lo más, que es el hacer, no haga falta tal gracia.
En efecto, hacer es más que sólo poder hacer, el acto siempre es más que la potencia.
Es absurdo también decir que lo que basta para poder hacer, basta por ello mismo para hacer, porque eso implicaría que poder hacer y hacer es lo mismo, lo cual es claramente falso.
Y además, sería contrario a la fe, porque ésta nos enseña que la gracia suficiente es de hecho resistida a veces, lo cual muestra que no basta por sí sola para hacer el bien, pues si así fuese, de su sola presencia se seguiría ya el acto libre meritorio de la creatura, y nunca sería por tanto rechazada.
Por tanto, es necesario afirmar una gracia eficaz distinta de la gracia suficiente, que dé a la creatura racional el hacer de hecho, y no solamente el poder hacer, lo que Dios quiere.
Saludos cordiales.
Y la voluntaluntad salvifica de Dios es universal cuando se ofrece a todos, aunque no obligue a aceptar.
A mí sí me parece un misterio que Dios decida soberanamente q el libre albedrío elija a pesar de que pueda contradecir su voluntad universal de salvación. La parábola del hijo pródigo.
Todos entendemos suficiente y resistible sin esos lios
Ningún inconveniente en que diga que le vamos a llamar eficiente a la gracia suficiente una vez que se ha aceptado. Y meramente suficiente a la q se ha rechazado.
O q llame predestinados a los que se salven. Pero no son más que nombres.
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O sea que la voluntad salvífica universal en tu opinión consiste en que Dios hace posible a todos los hombres la salvación eterna, mediante la gracia suficiente. Hasta ahí, es lo mismo que dice Santo Tomás. La diferencia está en que él sostiene que Dios hace algo más en el caso de los que se salvan, mientras que en tu teoría Dios no hace nada más que ofrecer la gracia suficiente a todos y luego sentarse a mirar qué hace cada uno con ella.
Es innegable que en los que se salvan hay algo que no hay en los que no se salvan: el acto por el que deciden aceptar el llamado de Dios. Ese algo más, en tu teoría, no les viene de Dios, pues Dios no ha hecho por ellos nada distinto de lo que ha hecho por los que no se salvan, y en éstos tal acto de aceptación de la gracia no existe.
Cuando de la acción de dos causas (Dios y el hombre) que trabajan juntas, en unos casos (los que se salvan) se siguen ciertos efectos (el acto de libre aceptación de la gracia) que en otros casos (los que no se salvan) no se siguen, y sabemos además que una de esas causas (Dios) no ha producido nada distinto en los primeros casos de lo que produjo en los segundos (pues a todos les da la gracia suficiente para salvarse y no hace nada más, en tu hipótesis), es claro que la razón de esa diferencia (de lo que hay en los que se salvan que no hay en los que no se salvan) debe asignarse a la actividad de la otra causa (al hombre, es decir, a los que se salvan).
Pero Santo Tomás reconoce algo que a mí me parece innegable: no puede haber ser ni bien fuera de Dios, que no proceda de Dios. Por tanto, si en los que se salvan hay algo que no hay en los que no se salvan (a saber, el acto de libre aceptación de la gracia divina) ese algo también tiene que venirles de Dios.
Y no puede venir de la sola gracia suficiente, porque ésta ha sido dada igualmente a los que no presentan ese acto de libre aceptación de la gracia, y si ella fuese la razón de que ese acto esté presente en una creatura, estos también deberían tenerlo.
Decir que viene de la gracia suficiente más la libertad humana es decir que viene de la libertad humana en definitiva, porque la gracia suficiente de suyo no da razón, como vimos, de la presencia de ese acto de aceptación de la gracia en la creatura.
Pero decir que ese “plus” viene de la libertad de la creatura y no de Dios es negar un axioma básico y evidentísimo como el que dice que no hay ser ni bien fuera de Dios que no proceda de Dios.
Se puede decir, para tratar de evitar esta conclusión, que la libertad de la creatura no hace nada de más en el caso de los que se salvan, sino que deja, no actuando, que la gracia suficiente actúe, al contrario de los otros casos, en que lo impide.
Eso nos lleva a otro escenario igualmente contradictorio: la acción divina “ad extra” depende en última instancia de la regulación que hace de ella la creatura: si la creatura la impide, no se da, si no la impide, se da.
Porque si la voluntad humana sólo interviene, en los que se salvan, “no impidiendo” que Dios actúe por medio de su gracia suficiente, eso quiere decir que es la creatura la que impide o no impide el actuar divino.
Pero eso es absurdo, obviamente. La creatura no puede impedir el actuar del Creador. La Omnipotencia divina quiere decir justamente que a Dios le basta querer con voluntad consecuente que algo sea, para que sea.
Y la Omnipotencia no se extiende a lo contradictorio. Ahora bien, sería contradictorio que Dios le diese a la creatura la capacidad de impedir la acción divina, porque sería darle, mediante la Omnipotencia, la capacidad de hacer que Dios no sea Omnipotente.
Otra cosa es si la voluntad divina de hacer algo es sólo antecedente, mientras que consecuentemente permite que ese algo no se haga por la intervención de la creatura racional.
Así hablamos a veces de que la creatura “impide” lo que Dios quería hacer: lo que Dios quería hacer con voluntad antecedente, no consecuente.
Eso equivale a decir que Dios da la gracia suficiente y no da la gracia eficaz.
Se le puede dar otra vuelta más, y decir con Maritain y otros que la creatura no impide la acción de la gracia porque no deja de considerar la regla moral, con lo cual no da entrada al pecado. O sea que aquí la creatura hace algo que no permite el “quiebre”, por así decir, de la gracia suficiente, porque lo que no interrumpe es una acción suya que impide dicho “quiebre”: la consideración de la regla moral.
Pero de nuevo. Ese algo que la creatura continúa haciendo, esa consideración actual de la regla moral, es un cierto ser y un cierto bien, y por tanto, si lo continúa teniendo, es porque Dios se lo sigue dando, con lo cual Dios sí hace algo más en el caso de los que se salvan, y hace algo más que solamente poner a su alcance u ofrecerles la gracia suficiente.
Y por tanto, en el caso de los que pecan habría que decir, también en esta hipótesis, que Dios quería que continuaran considerando la regla moral con voluntad antecedente, mientras que con voluntad consecuente quiso permitir que interrumpieran dicha consideración y pecaran. Y que por eso no les dio la gracia eficaz.
Volvemos a lo mismo: no hay ser ni bien en la creatura que no proceda del Creador, ni mal moral que no sea permitido por el Creador.
El ejemplo del hombre que da algo al mendigo es inapropiado en este caso, precisamente porque ese hombre no es Dios, y entonces, no es el que sostiene continuamente en el ser tanto al mendigo como a la voluntad del mendigo, como a las manos del mendigo, y no es tampoco el Primer Motor de las acciones del mendigo, sino que se limita a extender la mano en la que tiene el pan en dirección al mendigo, a ver si éste quiere tomarlo.
Por eso en ese caso es inevitable decir que es el mendigo que toma el pan el que se distingue a sí mismo del que no lo toma.
En el caso de que Dios me diese un pedazo de pan, por el contrario, la misma acción por la que tomo el pan tiene a Dios como Primer Motor y Causa Primera, pues es algo de ser y de bien, y no hay ser ni bien que no procedan del Ser y Bien por excelencia, que es Dios.
No soy yo entonces, en ese caso, el que me distingo, sino Dios el que me distingue, según el dicho de San Pablo: “¿Quién te distingue? ¿Qué tienes, que no hayas recibido?” (1 Cor. 4, 7).
Saludos cordiales.
Espero que esta clarificación sirva de algo.
La voluntad salvífica universal, claro que permanece universal en tanto que se ofrece a todos y todos efectivamente la pueden aceptar si quieren. La oferta es universal.
El misterio es que a pesar de que quiere que todos se salven deje que le rechacen los que quieran rechazarle.
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¿Por qué es un misterio? Veamos ¿Dios puede evitar que lo rechacen, o no puede? Si puede ¿cómo lo hará, sino moviendo sus libertades creadas para que lo acepten libremente, en vez de rechazarlo? Si no puede, entonces ¿dónde está el misterio? ¿En que los hombres usen de modo diverso su libre albedrío?
Más que misterio, lo último, que Dios no pueda evitar que lo rechacen, sería una blasfemia: la negación de la Omnipotencia divina. ¿O el misterio es que la Omnipotencia sea impotente? Eso no es un misterio, sino una contradicción.
Además, no es justo tirar sobre el tomismo las oscuridades que pertenecen al tema como tal y por tanto a cualquier teología ortodoxa sobre el mismo.
Por ejemplo, en tu hipótesis ¿por qué Dios creó a los que desde toda la Eternidad sabía que iban a rechazar su gracia y condenarse? ¿Por qué no creó solamente a los desde siempre supo que iban a aceptar la gracia y salvarse?
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Pero si le rechazan es culpa suya no salvarse, no se debe a que Dios no les haya ofrecido lo que les hacía falta, puesto que eso sí se lo ha ofrecido.
Pero por supuesto que salvarse depende de quien ofrece la salvación exclusivamente.
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Decir que salvarse depende de quien ofrece la salvación exclusivamente es contrario a la fe, que nos dice que no nos salvamos sin nuestro esfuerzo personal, por más que obviamente no podemos salvarnos sin la gracia de Dios.
Además, es un contrasentido decir que no salvarme depende sólo de mí, en última instancia, pero que salvarme no depende sólo de mí, en última instancia.
Si no salvarme depende sólo de mí, en última instancia, es porque en última instancia tengo la libertad de optar entre salvarme y no salvarme, de modo que mi opción dependa solamente de mí, y entonces, salvarme también depende sólo de mí, en última instancia.
Son conceptos correlativos, como izquierda y derecha, arriba y abajo, padre e hijo; así también: capacidad de elegir salvarme, capacidad de elegir no salvarme. No se puede afirmar uno y negar el otro. La capacidad de elegir A sin la capacidad de elegir No A es como aquel país en el que todo quedaba a la derecha y nada a la izquierda.
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No salvarte es lo que depende de ti cuando no quieres depender de él.
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Por tanto, en tu hipótesis, salvarme es lo que depende de mí cuando quiero depender de Dios.
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Dios permite que tu voluntad se oponga a la suya, y ese es el misterio, que te deje negarte a realizar su voluntad de salvación cuando tú no quieres que te salve.
Pero esto es igual para todos sin que nadie haya venido al mundo con su destino escrito contra su voluntad, aunque Dios conozca ese destino y aunque Dios ofrezca toda clase de gracias providentemente a todos, siempre cualquiera puede rechazar esa gracia o aceptarla. Todos, cualquiera, he dicho.
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Por eso mismo. En tu hipótesis, a todos les ofrece la gracia, y depende de los que la aceptan, el que ellos sean los salvados y no los otros.
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El padre del hijo pródigo desea que permanezca en casa pero quiere que lo haga voluntariamente no a la fuerza, por lo que le deja irse, aunque desea que vuelva.
Si vuelve es porque el padre le deja. Si no vuelve es porque a él no le ha dado la real gana.
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¿Cómo que si vuelve es porque el padre le deja? Si vuelve, en tu planteo, es porque le da la real gana de volver, en vez de darle la real gana de no volver.
¿Y los que no vuelven es porque el Padre no los deja? ¿Ésa es la versión más “atrayente” de la fe?
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Y el que tú no sepas por qué un hijo se queda y otro se va, por qué el que se queda se siente tan lejos como el que se ha ido etc no tiene nada que ver con el hecho de que el hijo puede irse si quiere pero el padre quiere que vuelva.
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El asunto no es saber por qué uno se queda y el otro se va, sino cómo evitar la contradicción de decir que dándole Dios lo mismo a cada uno, uno se quede y otro se vaya sin que la diferencia a favor del que se queda le deba ser imputada precisamente a él.
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Eso retrata la manera de ser de Dios, no el retrato que le hace Calvino.
Perdona que dé tanto la lata, pero es que el tema me parece importante para todos, para la evangelización, para la pastoral, para no tener ideas repelentes sobre Dios, que es un misterio de Amor no de arbitrariedad.
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Calvino no tiene nada que ver en esto y te pido que en el futuro evites las expresiones irreverentes para con la teología recomendada por la Iglesia, así no tengo que editarlas.
Por supuesto que el tema es importante, porque sin una idea de Dios como Dios no puede haber evangelización ni pastoral bien orientadas.
Saludos cordiales.
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Los molinistas, como católicos que son, aceptan la condena del semipelagianismo.
Es decir, aceptan alguna prioridad lógica y ontológica de la gracia respecto del libre albedrío humano, también para el comienzo de la fe o "initium fidei".
Lo que me parece claro es que no puede tratarse, en el molinismo, de la gracia intrínsecamente eficaz de los tomistas.
Así que será o la gracia extrínsecamente eficaz, es decir, eficaz por el consentimiento del libre albedrío de la creatura, o la gracia suficiente.
Y la diferencia no sería tan grande si la gracia extrínsecamente eficaz es la gracia suficiente hecha eficaz por el consentimiento de libre albedrío de la creatura racional.
Saludos cordiales.
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Arbitrariamente, no, pues Dios no rompe ninguna regla al repartir su gracia del modo que soberana y libremente elije, ya que Él es la Regla suprema de todo.
Y los llama a la conversión, porque la conversión es obra de la libertad de ellos, movida por su gracia, y por eso mismo no puede tratarlos como si fuesen objetos inanimados.
No olvidemos pasar de “L = p/D” a “L = cD” si queremos entender el tomismo.
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El argumento es:
El bien sólo puede provenir de Dios. Desear ir hacia Dios es un bien, luego es un deseo que solo puede proceder de él. Esto nos llevaría a pensar: Entonces Dios, en su infinita misericordia, influiría ese deseo a todo el mundo y todo el mundo se salvaría. Sabemos que no todo el mundo se salva. Luego, Dios no insufla ese deseo a todo el mundo ¿A quién se lo dona? No lo sabemos. A quién Él quiere ¿Por qué? Es un misterio.
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En lo esencial, exacto.
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Lo que yo siempre he pensado. De hecho no conocía esta argumentación hasta estos días:
Dios crea el mundo visible. Crea al hombre a su imagen, el libre albedrío y la voluntad humana como una de las características del alma. Dios está presente en el mundo, la gracia actúa. El hombre se convierte en un ser responsable. Puede elegir el camino de la gracia, donde está la verdadera libertad, o no. Si elige el camino de la gracia se salva por Dios. Si no lo escoge, se condena por sí mismo.
La crítica es: Esto no puede ser porque, al optar por el bien, el hombre adopta la posición de Dios asumiendo un valor que sólo le pertenece a Éste y que le sitúa, digamos, a su altura. Esto es incongruente.
¿Por qué yo no lo veo incongruente? Porque es la decisión de Dios.
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Lo único que no puede ser decisión de Dios es lo contradictorio, y sería contradictorio que Dios quisiese que la creatura tenga algún ser y algún bien que no venga de Dios, porque todo ser y todo bien fuera de Dios es obra de Dios, y el acto libre por el que elegimos a Dios es algún ser y algún bien.
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Dios ha decidido crear el alma humana con la característica de la voluntad, el libre albedrío, la gracia actúa, Él salva, el hombre se condena, todo es conocido de antemano, todo forma parte de su plan ¿Por qué hay que considerar que su plan, que es suyo, tiene fallos?
En todo caso al preguntarnos ¿Cómo puede el alma humana tener deseo de Dios por sí misma? podemos decir "es un misterio". Ese es el misterio.
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Eso no es un misterio, sino una contradicción, y por tanto, un absurdo. Un ser y un bien que no proceden del Ser y Bien por excelencia, que es Dios, no son un ser ni un bien.
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En el plan de Dios está previsto que el libre albedrío sea efectivamente acorde con el plan. Porque de hecho lo sería.
De todas formas a lo mejor es que peco de inocente o es que estoy todavía influido por mi educación infantil que tenía unas imágenes muy claras, pero es que yo no veo ningún problema.
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Es que por lo general no se considera las cosas en su aspecto más radical, que es el metafísico.
Si algo existe fuera de Dios que no procede de Dios, entonces, o es otro Dios, que tampoco necesita causa alguna, lo que es absurdo, o es un ente contingente, pero entonces necesariamente tiene a Dios por Causa Primera, ver la Tercera Vía que la pongo en el “post”, o es un ente contingente sin razón suficiente de su existencia, que también es absurdo, o, lo que es lo mismo, tiene por razón suficiente a la nada y procede de la nada, lo cual es igualmente absurdo.
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La gracia actúa. Constantemente. Es como el agua que moja, la luz que no se apaga, está presente, no puede ser ignorada más que como un acto de voluntad.
Por ejemplo, el tema del aborto. Todo el mundo sabe, en el fondo, que el aborto es malo. La gente lo que hace es buscar argumentos contrarios movidos por resortes varios, egoístas, ideológicos, etc.
De hecho, es que yo veo casi más bien un salto argumentativo en la otra explicación. Porque ¿Por que hay que entender que el deseo de Dios sólo puede llegar a través de la acción de la gracia eficaz? ¿Por qué hay que pensar eso? ¿Por qué Dios no puede utilizar el mecanismo que considere oportuno?
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Ver arriba. Además, si es un “mecanismo” que Dios utiliza, ya por eso Dios es causa del acto libre en cuestión.
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Otra razón por la que esa explicación no me concuerda es la de la propia experiencia de la vida. Es como si fuese una explicación a la que no le veo relación con la experiencia humana cotidiana.
Yo he tenido mi propia experiencia al respecto. No fue nada espectacular ni tiene mayor importancia, más que para mi mismo y para mi vida interior, pero es un hito que dividió mi vida en dos. Sin embargo desde entonces no he dejado de tener tentaciones de todo tipo, peco, me levanto, reflexiono, camino . . .
Porque la experiencia humana es una lucha constante, cotidiana, sucede en el interior de todas las personas.
No puede ser que unas luchas sean en vano porque la gracia eficaz no actúa sobre ellas y pasen por este mundo en confusión para después condenarse eternamente, y otras no dejen de ser también inanes porque al fin y al cabo se debe todo a la gracia eficaz.
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Ahí nuevamente lo de San Pablo: “¡Oh, hombre!, ¿quién eres tú para pedirle cuentas a Dios?”
Al menos tenemos que partir del hecho de que no conocemos todos los juicios y los motivos divinos, y que sobre todo, no somos quiénes para juzgarlos.
Lo que sí podemos tener la seguridad es que todos esos juicios y motivos divinos son santos, justos y buenos.
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No tiene sentido, como no tiene sentido que el Señor compartiese momentos, se sentase a la mesa de una boda . . . sabiendo que sobre algunos de aquellas personas actuaría la gracia eficaz y sobre otras no ¿Nos podemos imaginar que cuando dice "dejad que los niños se acerquen a mí" supiese, fuese consciente, de que algunos de aquellos niños iban a ser tocados por la gracia eficaz y otros no?
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En el fondo no hay diferencia en esto con la postura molinista. ¿Nos podemos imaginar que cuando Jesús dice “dejen que los niños vengan a Mí”, sabe que algunos de ellos han sido elegidos desde la Eternidad para la salvación porque desde la Eternidad se previó que harían buen uso de la gracia, y otros no, porque desde la Eternidad se previó que no harían buen uso de ella?
Más sencillo aún: sin duda que Jesús sabe desde la Eternidad cuáles de esos niños se van a salvar y cuáles se van a condenar. Y si nos podemos imaginar eso, ¿porqué no lo otro?
Saludos cordiales.
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Me parece que te refieres a esta respuesta mía en el "post" anterior:
"Por lo mismo, se puede decir que la gracia a veces nos da la capacidad de aceptarla, pero no la aceptación misma, y la llamamos "meramente suficiente", y a veces nos da también la aceptación libre misma de la gracia, y la llamamos "gracia eficaz""
Ahí no estoy negando que también se da gracia suficiente cuando se da la gracia eficaz. Siempre para hacer hay que poder hacer.
Es de fe que a todos los hombres se les da la gracia suficiente. Por tanto, como la gracia eficaz produce el acto libre meritorio del hombre, en esos casos la gracia suficiente no es rechazada.
Saludos cordiales.
Libertad determinada, actos libres producidos por otro... La cuadratura del círculo.
Explicación: que puedo elegir otra cosa pero, de hecho, no la elijo. Que si A, que si B, que si C.
Determinismo 100%, Néstor. Y de la peor clase, porque en el determinismo materialista la base del determinismo está en el mismo sujeto (la materia), mientras que en tu explicación el determinismo viene de otro (Dios). Determinismo y esclavitud en el mismo lote.
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Para poder decir que esa tesis es determinista, tendrías que poder demostrar que existe una contradicción en la afirmación de que Dios produce infaliblemente los actos libres de la creatura.
Porque si esa afirmación no es contradictoria, como no lo es, entonces lo que es contradictorio es decir que Dios produce actos libres que no son libres.
O sea, lo que es contradictorio es sostener que aquella afirmación es determinista o lleva al determinismo.
Saludos cordiales.
Una cosa es que no haya contradición con que Dios pueda crear a personas para salvarlas y a otras no solo para que tengan la misma suerte de un perro, sino para castigarlas eternamente (cosa que tampoco parece muy natural, sino bastante sobrenatural), porque puede hacer lo que le dé la gana. Y otra que no sea una contradición esa realidad con la idea de que Dios es Amor y ama todo lo que ha creado.
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Dios ama todo lo que ha creado, pero no ama a todo igualmente, pues de hecho algunas creaturas tienen más perfección que otras, y el amor de Dios no es causado por las perfecciones de las creaturas, sino que es causa de las mismas, porque todo ser y todo bien vienen de Él y no pueden venir de otra parte.
Por tanto, si alguna creatura es más buena o más perfecta que otra, es porque Dios la ama más.
En tu hipótesis no veo cómo se evita el decir que hay algo de ser y de bien en las creaturas que no procede del Creador.
Porque evidentemente, los que se salvan son por alguna razón mejores que los que se condenan ¿y de dónde les puede venir esa mayor perfección, sino de Dios mismo?
Pero si Dios se limita a ofrecer a todos la misma oportunidad de salvarse, entonces esa mayor perfección de los que se salvan no les viene de Dios, sino sólo de ellos mismos, lo que es absurdo y contrario al fundamento mismo de la doctrina cristiana sobre Dios.
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Editado, según lo prometido.
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Y sigo sin saber por qué el misterio no puede ser, como yo digo, que Dios aun teniendo voluntad salvífica universal, respeta nuestro libre albedrío hasta el punto de dejar que no nos salvemos si no queremos, deja que nuestra voluntad sea un obstáculo contra la suya, porque esa es su voluntad.
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Como dije, la voluntad de la creatura sólo puede ser un obstáculo a la voluntad divina antecedente, no a la voluntad divina consecuente.
Así como Dios no puede querer crear una creatura que no sea creada por Él, así tampoco puede querer darle a la creatura la posibilidad de ser más fuerte que Él.
¿De dónde le vendría a la creatura aquello con que obstaculizaría la voluntad consecuente de Dios, sino de la misma voluntad consecuente de Dios? ¿Y entonces, qué clase de obstáculo sería ése?
¡Así fuesen todos los obstáculos con que nos encontramos en nuestra vida dependientes de nuestra voluntad para existir!
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En vuestra versión Dios no es que deje irse de casa al hijo pródigo que puede volver si quiere, sino que es un padre que se dedica a echar a unos hijos de casa y a otros no y decide que unos van a poder volver y a otros no les va a dejar.
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Es una calumnia al tomismo y al agustinismo, y por tanto, a la misma Iglesia que los honra y recomienda, decir que en esas teologías Dios es autor del pecado, que es lo que estás diciendo aquí.
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Y el hermano mayor corre el riesgo de decir que el hijo pródigo se ha ido porque su padre no lo quiere tanto como a él y no puede volver porque su padre no le va a querer abrir la puerta.
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El hermano mayor es o debería ser consciente de que todo lo bueno que tiene lo tiene en la medida en que Dios lo ama y se lo ha dado, y de que por eso mismo tiene que ser humilde, porque nada de lo que tiene se lo debe a sí mismo, como sí sucedería en la hipótesis de que el Padre simplemente se hubiese limitado a dejar abierta la puerta y esperar a ver qué hacía cada hijo.
En cuanto a si el hijo pródigo va a volver, y el hermano mayor va a quedarse para siempre en la casa del Padre, eso el hermano mayor no lo sabe, y el hijo pródigo tampoco. Por eso los dos tienen que ser humildes y esperanzados al mismo tiempo.
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Y el hermano pequeño corre el riesgo de creérselo y no volver jamás.
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Hay que explicarle bien a ese hermano menor la teología tomista.
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Y no veo que Jesucristo haya dicho nada de eso, ni parecido, en ningún momento.
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Por lo pronto, dijo: “No me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes”.
Y también: “Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió”.
Y también: "Nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre".
Y también: “Padre, llegó la hora, da gloria al Hijo, para que también el Hijo te glorifique, según el poder que le diste sobre toda carne, para que a todos los que tú le diste, les dé Él la vida eterna.”
Y también: “No ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.”
Y también: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.”
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Saludos en Cristo y perdón si me repito, pero a estas alturas como no me has contestado, no tengo ni idea de lo que he dicho.
PS
Para evitarlo, este lo copio, así al menos no me repetiré.
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Saludos cordiales.
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Una contradicción es una oposición entre dos proposiciones de las cuales una niega precisamente lo que la otra afirma: "A" y "No A".
Por ejemplo: "El hombre es libre"; "El hombre no es libre".
Eso es lo que deberías poder extraer de la frase "Dios produce infaliblemente los actos libres del hombre" para que esta frase fuese contradictoria.
El resto lo edito hasta que hayas satisfecho este requerimiento.
Saludos cordiales.
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¿No es que era tan fácil encontrar una contradicción en la frase que propuse? Lo contradictorio de "libre" es "no libre", y lo contradictorio de "producido por otro" es "no producido por otro".
¿En serio no puedes encontrar dos proposiciones de la forma "A es B" y "A no es B" que se deriven ambas necesariamente de "Dios produce infaliblemente los actos libres del hombre"?
Pues bien, entonces no se podrá decir que lo afirmado en esa proposición es contradictorio, ni por tanto, tampoco, imposible.
Saludos cordiales.
Néstor. Lo entiendo como ínsito en la Creación del hombre.
Pienso en que: Dios es en su eternidad. Es Acto Puro. En Su actualidad están presentes todos los momentos del tiempo. Dios 'en este instante o porción temporal',- nuestro ahora-, pero en su eternidad, nos predestina… o no. Cada momento según rechacemos Su gracia o no la rechacemos, podemos aproximarnos a una idea sobre nuestra posibilidad de salvación o de condenación. Ciertamente nos sentimos felices si ‘comprobamos’ que aumenta la posibilidad de que Dios en su eternidad ya nos cuente entre sus elegidos. Te saludo.
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El asunto es que la predestinación divina es lógica y ontológicamente anterior a nuestra existencia terrena, y no lógica y ontológicamente posterior a la misma, como sería si fuese de algún modo fruto de lo que hacemos en esta vida.
Siempre Dios y lo que hay en Dios es causa, y no efecto, de la creatura, y siempre la creatura y lo que ella hace es efecto, no causa, de Dios y de lo que hay en Dios.
Saludos cordiales
Efectivamente Dios inclina nuestra voluntad en esas situaciones, es como si nos presentara un tesoro de oro y nos abriera los ojos para que sepamos el valor de ese tesoro en comparación con otras opciones durante ese proceso de gracia eficaz, nosotros guardamos todavía algún bien en nuestra naturaleza y creo que Dios trabaja a sabiendas de ese bien que permanece por ser criaturas suyas y lo aprovecha todo.
Otra cosa que me he preguntado es porque Dios le da esa gracia eficaz a unos y otros no, por ejemplo Saulo era perseguidor de Cristianos como podría serlo Herodes Agripa por ejemplo, pero sin embargo Saulo recibió la gracia eficaz y se convirtió. Creo que aquí influye el hecho de lo que hizo san Pablo luego de su conversión, Dios ya sabe lo que ha de suceder y dentro de su plan salvífico sabe quienes han de rechazar futuras gracias luego de su gracia eficaz y de este modo solo otorga su gracia eficaz a aquellos que posteriormente en mayor o menor medida han de aceptar las gracias que vengan luego, para ser un buen servidor, por decirlo de algún modo sabe quienes potencialmente han de servirlo o quienes han de desaprovechar esa gracia eficaz.
Perdona que no me exprese de forma manera diáfana, quisiera manejar los términos con la misma delicadeza con que los manejas. Dios te guarde y muchísimas gracias por tan valiosos aportes, me encantan.
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Muchas gracias. Esa es precisamente la tesis molinista: Dios prevé con su "ciencia media" lo que las creaturas racionales harían con el don de la gracia en unas circunstancias determinadas, cuáles lo aceptarían libremente y cuáles libremente lo rechazarían. Y entonces elige para la vida eterna a los que prevé que harán buen uso de la gracia, determinando crearlos precisamente con esas circunstancias, y no elije para la vida eterna a los otros, a los cuales de todos modos crea.
Lo que hace eficaz a la gracia, en este esquema, es el consentimiento libre de la creatura, porque sólo así se explica que sea necesario prever ese consentimiento para saber cuáles gracias serán de hecho eficaces, o sea, irán acompañadas de la respuesta libre positiva.
Por ese medio Dios prevé con certeza infalible desde la Eternidad quiénes se han de salvar y quiénes se han de condenar.
Lo que dice un tomista frente a eso, es que si Dios ve desde la Eternidad a Pablo aceptando la gracia con su libre albedrío, sólo puede verlo así en la medida en que ve que ese mismo acto del libre albedrío de Pablo es un efecto de la gracia de Dios.
Porque ese acto de libre albedrío de Pablo es algo de ser y algo de bien, y por tanto, no puede no tener a Dios como Causa Primera, y tratándose de un acto sobrenatural, pues se trata de dar asentimiento a la gracia sobrenatural, tiene que tener como causa la gracia sobrenatural divina, que por tanto es eficaz por sí misma y no por ese mismo consentimiento libre de Pablo que por el contrario es efecto suyo.
Y que entonces, si Dios ha determinado desde la Eternidad dar a Pablo esa gracia eficaz que mueva al libre albedrío de Pablo a aceptar el llamado de Dios, ya no puede haberlo hecho por la previsión de la reacción futura o futurible de Pablo, porque por el contrario, por lo dicho, dicha previsión de la reacción positiva de Pablo sólo es posible bajo el supuesto de que Dios ha dado a Pablo esa gracia eficaz.
Por tanto, la gracia eficaz debe serle dada por Dios a Pablo "ante praevisa merita", con anterioridad e independencia de la previsión de la respuesta libre positiva de Pablo.
Y entonces, vamos a lo de San Agustín: "Porqué a éste lo traiga Dios, y a aquel no lo traiga, no lo quieras juzgar, si no quieres errar". Es decir, es algo que depende de la simple y libre Voluntad de Dios.
Saludos cordiales.
Y tu interpretación del canon 4 de Trento no es la única posible.
"Si alguno dijere que el libre albedrío del hombre, movido y excitado por Dios, no coopera en nada asintiendo a Dios que le excita y llama para que se disponga y prepare para obtener la gracia de la justificación, y que no puede disentir, si quiere, sino que, como un ser inánime, nada absolutamente hace y se comporta de modo meramente pasivo, sea anatema."
Se dan las dos cosas conjuntamente la gracia y el libre albedrío.
Creemos en la primacía de la gracia.
Creemos que la gracia suficiente se ofrece a todo el mundo.
Y según dice el canon 4,
Creemos que el libre albedrío se puede dejar mover por la gracia suficiente o se puede resistir.
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Es claro que cuando hablamos del libre albedrío “movido” por la gracia, hablamos de gracia eficaz, porque de hecho el libre albedrío se mueve, si es “movido”.
La única discusión posible es si esa gracia eficaz es la misma gracia suficiente que se ha vuelto eficaz por el libre consentimiento del hombre.
Pero eso sería un contrasentido. Porque si para algo tiene que ser eficaz la gracia, es justamente para lograr el libre consentimiento del hombre.
El “movimiento” del libre albedrío del que habla el canon, no puede ser otro que el libre consentimiento, porque esa es la función del libre albedrío.
Una vez dado el libre consentimiento de la creatura, la eficacia de la gracia ya no es necesaria ni cumple función alguna.
Y si ese movimiento-consentimiento, según el canon, es el que se debe a la gracia, que mueve, y que por eso mismo es eficaz, entonces no puede ser que la gracia sea eficaz por el libre consentimiento de la creatura racional.
Porque entonces el efecto sería causa de la causa.
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Y no hay ninguna contradicción en la resistencia pues no se trata de que al mismo tiempo se deje y no se deje mover, sino de que se siga el movimiento de la gracia o se cree un movimiento de resistencia a ese movimiento de la gracia que ha hecho impacto en la persona.
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No tiene sentido hablar de resistir de hecho a la gracia eficaz, porque lo propio de ésta es mover de hecho al libre albedrío.
Y ahí sí que entraríamos en la contradicción de decir que el libre albedrío, bajo la gracia eficaz resistida por él, por eso mismo a la vez se mueve y no se mueve.
La que de hecho es resistida a veces es la gracia suficiente, precisamente porque sólo otorga el poder hacer, no el hacer de hecho.
Pero precisamente por eso es que el canon no habla de la gracia suficiente, porque no dice solamente que esa gracia puede mover al libre albedrío, o que el libre albedrío puede moverse bajo esa gracia, sino que lo mueve, que éste es “movido” por ella, se mueve, por tanto, de hecho.
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La resistencia no se produciría si no hubiera recibido antes esa fuerza impulsora, ese movimiento de la gracia (cuando hay resistencia al movimiento de la gracia sobre el libre albedrío está claro que ese movimiento de la gracia existe, aunque el del libre albedrío no responde en su misma dirección, sino en la opuesta).
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No, precisamente. Mientras un movimiento existe, y en la medida en que existe, es porque no es resistido. Si con mi resistencia logro que un cuerpo se desplace a la mitad de la velocidad a la que se desplazaría sin ella, es que hay una mitad de esa velocidad a la que no logro resistir.
El movimiento que es resistido, en la medida en que lo es, no ocurre.
Mientras A se mueve en una dirección determinada, y en esa medida, es porque ese movimiento no es resistido.
No puede ser que A tenga a la vez dos movimientos efectivos contrarios entre sí. Lo que tendrá en todo caso será una resultante, que será justamente la parte del movimiento más fuerte que no ha podido ser resistida por el más débil.
De nuevo, resistir a la gracia que mueve al libre albedrío tendría como resultado que el libre albedrío a la vez se mueva y no se mueva.
No se puede mover una cosa sin que esa cosa se mueva, y por tanto, sin resistencia alguna a ese preciso movimiento (no hablo de otro movimiento que la cosa habría podido tener en otro contexto)
En la medida en que la gracia mueve al libre albedrío es porque no hay resistencia alguna. La resistencia, por tanto, no se plantea ante la gracia que de hecho mueve al libre albedrío, sino solamente ante la que lo puede mover, o le da la capacidad de moverse.
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No es eso que insinúas de que "la gracia suficiente es movida por el libre albedrío, para convertirse en gracia eficaz."
Sino que cuando el libre albedrío se deja mover por la gracia suficiente, esa gracia es eficaz. Pero no produce la gracia eficaz el libre albedrío, la produce la gracia suficiente que no ha encontrado obstáculo en el libre albedrío.
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Ese “dejarse mover” del libre albedrío, o es obra de la gracia, o no.
En el primer caso, es claro que estamos hablando de una gracia eficaz distinta de la gracia suficiente, porque la diferencia entre ambas es anterior al “dejarse mover” del libre albedrío, pues esta gracia produce ese “dejarse mover”.
Y entonces no puede tratarse simplemente de la gracia suficiente a la que el libre albedrío no ha querido poner obstáculo, pues en esta hipótesis la diferencia entre ambas gracias sería posterior a la intervención del libre albedrío que se “deja mover”.
En el segundo caso, el problema es que el “dejarse mover” es ya un movimiento del libre albedrío. Y entonces, en esta hipótesis, el libre albedrío no estaría “movido por la gracia”, como dice el canon.
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Saludos en Cristo
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Saludos cordiales.
Le decimos a Dios que nuestra vida no es nuestra,sino de Cristo que la rescato y que haga SU obra en nosotros,porque si algo dependiera de mi, exclusivamente,se positivamamente, que lo echaria todo a perder.
Si permanecemos en Cristo,es por Cristo y si nos alejamos de Cristo,es por nosotros,que nos ha dejado Cristo;
"y SABEMOS que Dios ordena todas las cosas para bien de los que le aman,de los que ha sido elegidos segun SU designio"
Mientras un hombre luche por ser santo,no le quepa duda de que delante de el esta peleando el Espiritu Santo.Porque ninguna mentrira puede venir del Espiritu de Verdad,ni de hecho viene.
La Paz de Cristo.
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Concedido.
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Si es otro el que produce o causa el acto y lo causa de tal manera que el sujeto no se puede resistir (como es el caso con la gracia eficaz), el acto no es libre.
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Distingo: Si otro lo produce de modo que no lo produzca también el sujeto del acto: Concedo. De modo que también lo produzca el sujeto del acto: Niego. Dios es Causa Primera del acto libre de la creatura, ésta es causa segunda del mismo.
También distingo:
Lo causa de tal manera que el sujeto no se puede resistir, en sentido compuesto, o sea, en tanto lo está causando, a saber, en cuanto no puede no tener ese acto al tiempo que el acto está siendo causado por Dios, y eso, en el sentido de que no puede a la vez tener y no tener ese acto: Concedo.
Lo causa de tal manera que el sujeto no se puede resistir, en sentido dividido, a saber, en tanto que el sujeto no conserva una capacidad de hacer otra cosa que de hecho no ejecuta: Niego.
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Por lo tanto, "producido por otro" es equivalente a "no libre". "Actos libres producidos por Dios" es equivalente a "actos libres no libres". Es contradictoria.
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Niego por tanto la Conclusión.
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Parece mentira que me hagas explicar estas perogrulladas, pero aquí va la siguiente (por segunda o tercera vez) antes de que me la pidas:
Ya sé que tu argumentas que el hombre sí que puede resistir la gracia eficaz y que lo que ocurre es que "de hecho", no lo hace, pero ya te he dicho que esa frase también es contradictoria porque "no hacer de hecho" es, de hecho, sinónimo de "no poder".
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A lo sumo será sinónimo de “no poder en sentido compuesto” con alguna otra cosa, pero no ciertamente de “no poder en sentido dividido”. Así, en sentido compuesto, es como el que está sentado no puede estar de pie. No hace falta que se ponga de pie para que pueda ponerse de pie.
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Efectivamente, el único "poder" o "no poder" que importa es el "poder" o "no poder" de hecho. Si nadie, nunca, en ningún lugar, bajo ninguna circunstancia, hace algo, ese "algo", no se puede hacer.
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A lo sumo en sentido compuesto: Pase. En sentido dividido: Niego. Dada una población de entes que pueden hacer A o hacer B a elección, una de las hipótesis posibles, sin contradicción alguna, es que ninguno de ellos haga nunca A.
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Así que tu afirmación "el que ha recibido la gracia eficaz puede condenarse pero, de hecho, no se condena" es equivalente a "... puede condenarse pero no puede condenarse". Es contradictoria.
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Es equivalente a “puede condenarse en sentido dividido pero no puede condenarse en sentido compuesto”: Concedo.
Que por eso sea contradictoria: Niego.
Saludos cordiales.
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La distinción no puede ser tan inútil desde el momento en que recurres al concepto de "sentido compuesto" en tu respuesta. Pero para que un acto sea libre no hace falta que lo sea en sentido compuesto, alcanza con que lo sea en sentido dividido.
Por ejemplo, en la medida en que decido hacer A, no puedo, en sentido compuesto, decidir no hacer A, porque obviamente no puedo a la vez decidir hacer A y decidir no hacer A. Y sin embargo, decido hacer A libremente, porque sigo pudiendo, en sentido dividido, decidir no hacer A.
De lo contrario habría que decir que el agente libre es libre solamente antes y después de elegir, pero no mientras está eligiendo, con lo cual resultaría paradójicamente que la elección como tal no es libre.
Y es que sería muy raro decir que para que un acto sea libre tiene que poder no realizarse a la vez que se está realizando, en sentido compuesto, o sea, poder realizarse y no realizarse al mismo tiempo.
Saludos cordiales.
La cuestión es que María recibe esa gracia en previsión de que ella será la madre del salvador, es decir que María dará el Sí a la propuesta de Dios de ser la madre de la segunda persona de la Santísima Trinidad. Dios sabía que ella aceptaría la gracia de ser su madre y por eso en previsión a esto la libra del pecado original.
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Ahí también entra la diferencia entre los tomistas y los molinistas. Para los segundos, Dios conoce lo que las creaturas racionales harían libremente en circunstancias determinadas mediante la "ciencia media", con anterioridad a todo decreto de la voluntad divina, o sea, sin que la determinación del acto libre de la creatura previsto por Dios venga de Dios como Causa Primera, sino procediendo de la creatura libre y conociéndola Dios a partir de esa misma creatura libre así prevista.
Para los tomistas, Dios conoce lo que las creaturas racionales harían en determinadas circunstancias porque lo ve en el decreto libre de la Voluntad divina de mover en esas circunstancias de ese modo la libertad de la creatura racional.
Es decir, mientras que para los tomistas el conocimiento de los "futuribles", es decir, lo que las creaturas racionales harían libremente en determinadas circunstancias depende del decreto correspondiente de la libre voluntad divina, y es conocido por Dios a partir de ese mismo decreto, para los molinistas dicho conocimiento divino es independiente de todo decreto de la Voluntad divina y se obtiene a partir de la creatura hipotéticamente existente.
Un argumento básico de los tomistas en este punto es que Dios no puede recibir información de la creatura, porque no puede estar bajo ningún aspecto en potencia, siendo Acto Puro.
Saludos cordiales.
Y también: “Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió”.
Y también: "Nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido el Padre".
Y también: “Padre, llegó la hora, da gloria al Hijo, para que también el Hijo te glorifique, según el poder que le diste sobre toda carne, para que a todos los que tú le diste, les dé Él la vida eterna.”
Y también: “No ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos.”
Y también: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.”
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Don Néstor, yo no veo nada en esas palabras que me haga pensar en la gracia eficaz. Vamos, que siempre las había entendido perfectamente sin necesidad de la gracia eficaz.
Sin embargo como dice Ult ¿Cómo se explica bajo la óptica de la gracia eficaz la parábola del hijo pródigo?
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Si por "gracia eficaz" se entiende la gracia que va infaliblemente unida con la aceptación libre y meritoria del hombre, entonces es al menos teológicamente cierta la existencia de tal gracia eficaz, y los molinistas la admiten.
El asunto es si esa gracia es eficaz por sí misma (tomistas) o por el consentimiento libre de la creatura (molinistas).
En el segundo caso, lo que yo digo es que no es Dios en última instancia el que elige quiénes se salvan, sino que ellos se eligen a sí mismos, al hacer eficaz a la gracia divina mediante su consentimiento libre.
Saludos cordiales.
"La existencia de una gracia que da el obrar mismo y no solamente el poder obrar, a la cual llamamos "gracia eficaz", está afirmada en ese canon 4 de Trento cuando habla del libre albedrío "movido" por la gracia de Dios.
También está afirmada en el II Concilio de Orange por los textos que pongo al comienzo de este "post".
Que esa gracia es esencialmente distinta de la gracia suficiente, se deduce del hecho de que ésta es de hecho resistida a veces, como se ha definido contra Jansenio, mientras que aquella no, porque es claro que el libre albedrío del hombre no puede a la vez ser movido y no ser movido o no moverse.
Por eso, cuando el canon 4 dice que esa gracia puede ser resistida, hay que entenderlo en el sentido de que, además, nunca es resistida de hecho, porque de lo contrario habría que sostener que el libre albedrío del hombre puede a la vez ser movido y no moverse, lo que es absurdo".
Y veo que, desde el principio, estás partiendo del supuesto de que hay dos tipos de gracia. Acudir a que hay dos tipos de gracia es una forma de explicar la enseñanza de la Iglesia, y es compatibole con ella, pero no es la enseñanza misma de la Iglesia. Añade algo, algo compatible, algo que no soy capaz de negar, algo que no soy capaz de expresar mejor o de forma alternativa, pero algo que es deducción de unas palabras del Magisterio, y por tanto no cabe invocar como si hubiera que aceptarlo necesariamente para estar en la verdad de Cristo. Personalmente, ya te digo que a mí eso no me ayuda. Y sin embargo, el Magisterio me parece precioso, luminoso y lo acepto al 100%. Esa explicación de las dos gracias, sin embargo, no me satisface.
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Sin duda, es una deducción de lo que dice el Magisterio, pero entiendo que es una deducción correcta, que más bien es una explicitación de los términos del Magisterio.
Y es que es claro que aquella gracia de la que se dice que el libre albedrío es "movido" por ella no puede ser la única, porque entonces la gracia nunca sería resistida de hecho, contra lo que dice la condena de Jansenio.
En efecto, cuando el libre albedrío es movido, es movido. Se mueve, o sea, no se resiste de hecho a la moción de la gracia.
Si hay una gracia que es resistida de hecho, es una que no mueve, pero si no mueve, ¿qué hace? Hace capaz de moverse, da la capacidad de cumplir los mandamientos.
Esa gracia tienen que tenerla todos los hombres, porque Dios no manda lo imposible. Pero es claro que no todos esos libres albedríos son movidos por la gracia. Puede darse entonces la gracia que hace capaz de mover el libre albedrío de acuerdo con los mandamientos divinos, y no darse aquella por la que el libre albedrío es "movido" de hecho como dice en canon 4 de Trento.
Por tanto, son distintas.
Saludos cordiales.
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Lo que pasa es que en este tema es fundamental la analogía: todo nuestro conocimiento de Dios en esta vida es analógico, y eso quiere decir, que todos los conceptos que predicamos de Dios los predicamos en sentido analógico, o sea, en un sentido en parte igual y en parte diferente del sentido que tienen predicados de los entes finitos.
Eso es porque Dios es Trascendente, no es un ente más de los dados en nuestra experiencia.
Y entonces, la acción de Dios sobre nosotros no debemos pensarla unívocamente al modo de la acción de un ente finito sobre otro ente finito.
Un concepto se predica unívocamente cuando se predica en todos los casos exactamente en el mismo sentido.
Es claro que un ente finito no podría obrar sobre nuestra voluntad sin quitarnos el libre albedrío, pero tratándose de Dios, es diferente.
Cuando nos viene la imagen del titiritero es porque estamos pensando unívocamente, no estamos usando la analogía que es el único modo correcto de pensar en Dios.
Tampoco son equívocos los términos que predicamos de Dios. Un término es equívoco cuando se predica de varios sujetos distintos en sentidos completamente diferentes cada vez.
No pasa eso con los términos que predicamos de Dios. Santo Tomás enseña que las perfecciones que no implican intrínsecamente límite alguno se predican con verdad de Dios en cuanto a la perfección misma, no en cuanto al modo finito que esa perfección tiene en nuestros conceptos, que son abstraídos de los entes finitos.
O sea, en parte igual, en parte diferente. Conocemos las perfecciones divinas, no conocemos el modo divino de esas perfecciones. En ese sentido es que Santo Tomás dice que "no sabemos qué cosa es Dios".
Por tanto, ni claridad banal y antropomórfica, ni "misterio" usado como excusa para el irracionalismo y el subjetivismo. Sino precisamente: analogía.
Como dice Garrigou Lagrange: claroscuro intelectual.
(Aviso a los navegantes: nada, pero nada que ver con el "razonamiento por analogía" que puede ser lo que más se conozca en nuestra cultura empirista en relación con ese término).
Saludos cordiales.
Me pregunto si podría resumir el tema de la gracia de la siguiente manera...
Gracia suficiente --> [Conversión] Gracia eficaz --> [Bautismo] Gracia santificante
Es decir un pecador tiene acceso a la gracia suficiente que Dios derrama sobre todos (algo así como pasa con la redención objetiva que es para todos los hombres justos y pecadores) en algún momento ese pecador asume la gracia de Dios y está se hace eficaz, es decir Dios mueve a ese pecador a aceptar la gracia que le está dando, luego como el caso de san Pablo se bautiza poco después y recibe entonces la gracia santificante. ¿Esta bien esa forma en que planteo el asunto?
Muchas gracias
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En el tomismo, la gracia suficiente da el poder hacer, el hacer lo da siempre la gracia eficaz, sea para dirigirse hacia la fe, para creer, para dirigirse hacia los sacramentos, para perseverar hasta la muerte en la gracia recibida o para arrepentirse del pecado por el que se la ha perdido.
Y en el tomismo, la gracia no se hace eficaz porque el hombre la asuma, sino que el hombre la asume porque la gracia es eficaz.
Saludos cordiales.
Luego orando (si fuera el caso que estoy en "gracia suficiente") le pediría al Señor que cambie mi corazón y me de la gracia del arrepentimiento y luego me convierto (por la gracia eficaz) me confieso y recupero la gracia santificante. ¿Esta bien ese entendimiento?
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Como aún después del pecado el hombre sigue obligado a guardar la ley de Dios, y Dios no manda lo imposible, pienso que también el pecador tiene la gracia suficiente para convertirse, y se convierte por obra de la gracia eficaz, la cual ya hace que se le pida al Señor el cambio de corazón y el arrepentimiento, y todo lo que el hombre obra de hecho después.
Saludos cordiales.
Es decir caso de pecado mortal, pienso que se regresaría al comienzo del proceso...
Gracia suficiente // [Conversión] Gracia eficaz // [Confesión] Gracia santificante
La diferencia estaría en el sacramento de bautismo que ya habiendo sido bautizado entonces sería más bien el sacramento de confesión para acceder a la gracia santificante.
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Sí, con la condición de que la gracia eficaz se la entienda lógica y ontológicamente anterior a la conversión y a la confesión.
Saludos cordiales.
La cuestión es que si dices “Dios mueve infaliblemente mi voluntad a querer A”, esa voluntad deja de ser mía, no soy yo el que elige ni el que quiere A.
Así pues, la frase “elijo A pudiendo no elegirlo, o elegir en su lugar B o C" es contradictoria con la anterior porque dice "elijo" cuando, en realidad, no soy yo el que elijo.
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No soy la Causa Primera de mi elección: Concedo. No soy el que elige: Niego.
“Nadie elige si no es causa primera de su elección”: Demuéstrese en vez de sólo afirmarlo.
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Dice también "pudiendo no elegirlo" cuando la verdad es que Dios mueve "mi" voluntad de manera infalible y, por lo tanto, no puedo no elegirlo.
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No puedo no elegirlo en sentido compuesto: Concedo. No puedo no elegirlo en sentido dividido: Niego.
“Entonces no soy libre”: Niego la consecuencia y el consecuente. Demuéstrese en vez de sólo afirmarlo.
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Tus explicaciones para disimular esa contradicción son juegos de palabras desligados de la realidad. La misma expresión "Dios mueve mi voluntad" no tiene sentido más que gramaticalmente. Una voluntad movida infaliblemente no es voluntad.
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Demostrar esa tesis en vez de sólo afirmarla.
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Lo mismo se puede decir de la expresión "puede hacerlo pero, de hecho, no lo hace". Ya he dicho que si no hay al menos algún caso, algún ejemplo, en el que alguien de hecho lo hace (en este caso, rechazar la gracia eficaz), seguir diciendo que "se puede", no tiene sentido real. Lo real es que NO se puede.
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Demuéstrese que si de hecho en ningún caso nadie hace A, nadie puede hacer A.
Por ejemplo, demuéstrese que es contradictoria la hipótesis de un conjunto de seres capaces de hacer A o B, que de hecho hacen todos A y ninguno B.
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Y lo mismo finalmente, en relación con el sentido compuesto y el sentido dividido. No estamos hablando de gramática ni de juegos lógicos. Si la gracia no puede ser de hecho rechazada, decir que el sujeto conserva esa capacidad no tiene sentido real. Son juegos de palabras.
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Si la gracia no puede ser de hecho rechazada, en sentido dividido, el sujeto no conserva la capacidad de rechazarla: Concedo. Si puede ser de hecho rechazada, en sentido dividido, pero no en sentido compuesto, el sujeto no conserva la capacidad de rechazarla: Niego.
La afirmación de que algo es un juego de palabras no es un argumento.
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Ya veo que en la respuesta a Longinos te vas encaminando de nuevo hacia el "misterio", el uso de los términos no es unívoco, analogías... Eso me parece más honesto. Cuando dices que el hombre es libre, no quieres decir, exactamente libre; lo de la voluntad movida infaliblemente es un misterio, etc.
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Los conceptos se usan en sentido analógico, en teología, cuando se predican de Dios, no cuando se predican del hombre, porque el que es Trascendente es Dios, no el hombre.
Y tampoco en esos casos en que los conceptos se predican de Dios, el uso de los conceptos puede escapar a las leyes de la lógica.
Por eso el requisito fundamental es que no se haya demostrado que las nociones y afirmaciones en cuestión son contradictorias.
Saludos cordiales.
Gracias
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Copio el texto de Santo Tomás en Suma Teológica I, q. 19, a. 6 (la opción que finalmente adopta Santo Tomás es la tercera) :
En el próximo "post", Dios mediante, espero tratar el tema.
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"A lo primero hay que decir que aquella palabra del Apóstol, que Dios quiere que todos los hombres se salven, etc., puede entenderse de tres maneras.
Del primer modo, en el sentido de que Dios quiere que se salven todos los hombres que se salvan, no porque no haya un hombre del que no quiera que sea salvo, sino porque ninguno se salva sin que Dios quiera que se salve, como dice Agustín.
En un segundo modo, se puede entender de modo que abarque a todos los géneros de individuos, no a todos los individuos de cada género, en este sentido, Dios quiere que se salven hombres de cualquier estado, varones y mujeres, judíos y gentiles, pequeños y grandes, pero no todos los de cada estado.
En tercer lugar, según el Damasceno, se entiende de la voluntad antecedente, no de la voluntad consecuente. Esta distinción no se aplica a la misma Voluntad divina, en la cual no hay nada anterior ni posterior, sino por parte de los objetos volicionados.
Para entenderla, hay que considerar que cada cosa, según el modo en que es buena, así es querida por Dios. Pero algo puede ser en su primera consideración, según la cual se lo considera absolutamente, bueno o malo, y sin embargo, en tanto se lo considera con alguna cosa agregada, que es la consideración consecuente de lo mismo, ser de modo contrario.
Así, que el hombre viva es bueno, y matarlo es malo, según la consideración absoluta, pero si respecto de algún hombre concreto se agrega que es homicida, o peligroso para la sociedad, así es bueno matarlo y malo que viva. Por lo que se puede decir que el juez justo quiere antecedentemente que todo hombre viva; pero consecuentemente quiere colgar al homicida.
De modo semejante, Dios quiere antecedentemente que todos los hombres se salven, pero consecuentemente quiere que algunos se condenen, según las exigencias de su justicia. Pues aquello que queremos antecedentemente, no lo queremos simplemente, sino bajo cierto aspecto.
Porque la voluntad se relaciona con las cosas según como son en sí mismas, pero en sí mismas existen de modo particular y concreto, por lo cual, queremos algo simplemente hablando cuando lo queremos consideradas todas las circunstancias particulares, lo cual es querer consecuentemente.
Por lo que se puede decir que el juez justo, simplemente hablando, quiere colgar al homicida, y bajo cierto aspecto quiere que viva, es decir, en tanto que es hombre. Por lo que más se la puede llamar “veleidad” que voluntad absoluta. Y así es claro que todo lo que Dios quiere simplemente hablando, se hace, aunque aquello que quiere antecedentemente no se haga."
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Por ejemplo, con voluntad antecedente puedo querer comprar una casa cerca de la playa, pero atendiendo a que los vecinos son ruidosos, con voluntad consecuente no la compro, finalmente.
Saludos cordiales.
Gracia actual suficiente --->[Conversión] Gracia actual eficaz ---> [Bautizo] Gracia santificante
En caso de que el bautizado peque mortalmente quedaría el asunto, de regreso al principio pero para hallar de nuevo la gracia santificante no habría bautismo sino confesión.
Gracia actual suficiente --> [Conversión] Gracia actual eficaz --> [Confesión] gracia santificante
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Lo mismo del comentario anterior.
Saludos cordiales.
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Ya están saliendo, justamente. Lo que pasa es que tengo que repartir el tiempo y seleccionar las cosas a las que voy contestando.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
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Te digo que tus demostraciones son juegos de palabras que no dicen nada sobre la realidad y te empeñas en exigirme que demuestre un error formal en esos juegos de palabras. ¿Para qué?
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Porque mientras no des un argumento a favor de tus afirmaciones, son ellas las que son puras palabras.
La forma más básica de que algo no pueda ser real es que sea contradictorio, por eso te pido que demuestres una contradicción en eso que llamas “juegos de palabras” porque no puedes encontrarle ninguna contradicción.
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En aras del debate me he situado en el supuesto de que Dios y la gracia eficiente existen pero no puedo evitar argumentar desde el mundo real, donde una piedra es una piedra, un palo es un palo y una voluntad movida por otro no es voluntad,
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La última afirmación está sin demostrar, por más que se le ponga encima el cartel “mundo real”.
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igual que no es agua el agua seca, ni fuego el fuego apagado, por mucho que la frase "el agua seca no hierve cuando se le aplica un fuego apagado" sea gramaticalmente correcta y verdadera.
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El agua seca y el fuego apagado son implícitamente contradictorios, porque una propiedad esencial del agua es ser "húmeda" y del fuego es ser "encendido".
El agua seca, por tanto, no es agua, y el fuego apagado, por tanto, no es fuego, y ahí está la contradicción.
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Tu, sin embargo, sigues en tu mundo abstracto de las ideas pensando cómo alinear las palabras para enmascarar lo absurdo y para que de la impresión de que lo contradictorio no lo es.
Empecé diciendo que los actos libres han de estar decididos y ejecutados por el sujeto y lo aceptaste. Si ahora resulta que tengo que demostrar que una voluntad movida infaliblemente por otro sigue siendo libre, es que hablamos idiomas distintos. Si no ves la contradicción intrínseca en la yuxtaposición de los términos "movida por otro" y "voluntad" es que las mismas palabras significan cosas distintas en tu país y en el mío. Quizá incluso somos de planetas distintos.
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Uno supone que una contradicción según tú tan obvia y evidente costaría muy poco ponerla en forma: “A es B” y “A no es B”.
Por supuesto que nada de eso hay en “A es movida por otro” y “A es una voluntad”.
No se trata del mismo predicado, lo que es esencial para que haya una contradicción.
Peor aún, las dos proposiciones son afirmativas, cuando es claro que para que haya una contradicción una de las proposiciones tiene que ser afirmativa, y la otra negativa.
Por ejemplo: "A es movido por otro" y "A no es movido por otro". Eso es una contradicción.
Es que “contradicción” es un término irremediablemente formal.
Y si será importante lo formal para la realidad, que alcanza con que algo sea contradictorio para que ya no pueda darse en la realidad.
Me confirmo entonces en la idea de que no es posible encontrar una contradicción en la proposición "Dios produce infaliblemente los actos libres de la creatura racional".
Saludos cordiales.
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¿Se debe deducir entonces q Dios sólo da gracia eficaz a los que están predestinados a la salvación?
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No, Dios da también la gracia eficaz a los que no están predestinados y que finalmente no se salvan, porque muchos comienzan creyendo y haciendo obras meritorias para la salvación pero luego se apartan de la vida de la gracia y mueren en pecado mortal.
La gracia eficaz que es exclusiva de los predestinados es la de la perseverancia final, que los lleva a morir en gracia de Dios y salvarse.
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Permitame asegurarme de que he comprendido lo de la voluntad.
Dios quiere con voluntad antecedente que todos los hombres se salven, pero teniendo en cuenta que no va a dar a todos la gracia eficaz para que pasen de poder hacer en teoría a querer hacer y hacer de hecho, su voluntad consecuente es que los que no reciban la gracia eficaz no se salven.
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Dios quiere con voluntad antecedente que todos los hombres se salven, y con voluntad consecuente quiere la salvación de los elegidos y predestinados. Los que tienen la gracia suficiente no es que sólo “en teoría” puedan hacer el bien, lo pueden hacer en la realidad, el asunto es que no lo hacen sin la gracia eficaz. A los elegidos es que Dios da la gracia eficaz sobre todo de la perseverancia final. Su voluntad consecuente es que esa gracia, sobre todo la de la perseverancia final, la reciban los elegidos y predestinados.
Saludos cordiales.
-¿Eres cristiano?.
-Sí, soy cristiano POR LA GRACIA DE DIOS.
Y si Dios sabe que me voy a condenar, si creo que con mis méritos podré cambiar el saber de Dios, es que entonces Dios dejaría de ser Dios, y lo sería yo.
El hombre natural por su inclinacion a amar el pecado,siente que tiene que reprimirse para estar sujeto a la ley de Dios,porque su natural es contrario a ella.Lo que no sabe es que el hombre re-generado,se puede sobreponer por la vida sobrenatural de la gracia,a la influencia e inclinacion del pecado,de modo que ya no tenga que reprimir lo que ha dejado de amar.Porque la gracia hace aborrecer el pecado que antes amabas.
Una persona no regenerada por el Espiritu Santo,que vive esclava de sus pasiones,voluntariamnete,no puede comprender que se pueda ser libre,haciendo lo que Dios quiere,ni lo comprendera jamas mientras la Luz de Cristo no ilumine el pecado de su corazon y pueda realmente ver la cara al tirano.
Asi como la lujuria mueve la voluntad del hombre a consentir la pasion carnal y una vez consentida refuerza el deseo hasta hacerlo habito y el habito hacerlo esclavo,asi Dios,por SU Amor-Gracia,mueve la voluntad del hombre a la castidad,fruto espiritual,que lo libera del habito dandole el poder de resitir el deseo al quitarle la fuerza de seduccion.Por tanto ,el pecado mueve y esclaviza al hombre con el concurso del libre albedrio y Dios lo mueve a la libertad con el concurso de la Gracia.
La Paz de Cristo.
"Dios quiere con voluntad antecedente que todos los hombres se salven, y con voluntad consecuente quiere la salvación de los elegidos y predestinados. Los que tienen la gracia suficiente no es que sólo “en teoría” puedan hacer el bien, lo pueden hacer en la realidad, el asunto es que no lo hacen sin la gracia eficaz. A los elegidos es que Dios da la gracia eficaz sobre todo de la perseverancia final. Su voluntad consecuente es que esa gracia, sobre todo la de la perseverancia final, la reciban los elegidos y predestinados. "
Por tanto su voluntad consecuente es que los no predestinados no reciban la gracia eficaz que es la única que puede hacer que se salven, luego su voluntad consecuente es que no se salven los que no ha predestinado.
¿Y no salvarse no es lo mismo que condenarse?
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El concepto de "no salvación" es distinto del de "condenación", porque este último incluye la noción del castigo por el pecado.
Una elección no puede ser solamente un acto de la voluntad respecto de los elegidos. Entre cinco personas, por ejemplo, elegir a Pedro y Juan no es solamente querer a Pedro y a Juan, es también no querer a las otras tres personas.
Todavía se puede discutir si alcanza con no querer que estén los no elegidos, o hace falta querer que no estén. “No querer que estén” puede querer decir, o bien la simple falta de opción voluntaria, y en ese sentido una piedra puede “no querer que estén”, o bien, algún tipo de determinación de la voluntad. La voluntad puede tanto querer como no querer, es decir, la misma falta de acto de la voluntad puede ser voluntaria.
El asunto es si alcanza una tal falta voluntaria de acto volitivo para completar un acto de elección. Habría un acto de la voluntad respecto de los elegidos, y una voluntaria falta de acto de la voluntad respecto de los no elegidos.
En realidad, el “no querer” a los no elegidos implicado en todo acto de elección parece ser algo más que una voluntaria falta de acto de la voluntad. Parece ser un acto de la voluntad por el que se excluye a los no elegidos.
En ese sentido, el tomismo más tradicional (Báñez, Contenson, entre otros) define la reprobación, o sea, la no elección de los no elegidos, como “exclusión de la gloria como beneficio indebido”.
En efecto, se trata de un beneficio indebido, porque es sobrenatural, y por tanto, gratuitamente dado a la creatura: la participación en la vida divina.
Y el fin último de la Creación, que es la manifestación de la Bondad divina, se alcanza tanto por la manifestación de la misericordia divina en los elegidos, como por la manifestación de la justicia divina en los réprobos.
Pero esa exclusión no es todavía la condenación eterna, porque no se puede condenar a alguien sino por alguna culpa libremente cometida.
Espero desarrollarlo más en los “posts” siguientes, Dios mediante, pero el orden sería éste: elección de los que se han de salvar, anterior a la previsión de los méritos, para la manifestación de la misericordia divina; por ello mismo, exclusión de la salvación de los réprobos, también anterior a la previsión de los deméritos, para la manifestación de la justicia divina; consiguientemente, respecto de los réprobos, permisión del pecado, libremente cometido, que implica la negación de la gracia eficaz; previsión del pecado, sobre la base de esa permisión (pues en efecto, la ocurrencia de hecho del pecado supone la permisión divina y es en ese decreto permisivo que Dios la conoce), y decreto de la condenación eterna como pena por el pecado, o sea, posterior a la previsión de los deméritos.
Un tomismo más reciente y “mitigado”, que al parecer comienza con Billuart, siglo XVII – XVIII, y al que sigue por ejemplo Garrigou – Lagrange, hace consistir la reprobación, no en la exclusión de la gloria como bien indebido, sino en la permisión del pecado y de la impenitencia final, que hace posible la previsión divina de los mismos, y sobre esta base, el decreto de condenación eterna como pena por el pecado.
Me parece más lógica la otra postura, por la razón de que el acto de la voluntad respecto del fin es lógicamente anterior al acto de la voluntad respecto de los medios que llevan al fin. Querer permitir el pecado e infligir por el pecado permitido la pena eterna a los réprobos, sin haber antes decidido no elegirlos para la gloria, máxime cuando sí se ha elegido previamente para la gloria a los otros, y “elección” significa necesariamente tomar a unos y dejar otros, me parece un contrasentido.
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Que Dios lo sepa todo no exige que predestine a nadie. Son cosas distintas ¿verdad?
La predestinación de los que se salvan es más bien un asunto de revelación ¿no?
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Presciencia y predestinación son distintas según nuestro modo de conocer, pero en Dios son inseparables, porque al Creador le corresponde necesariamente llevar a lo que ha creado al fin para el que lo ha creado, y también permitir que a veces lo creado, conforme a su falibilidad natural, falle en alcanzar ese fin, y eso se llama Providencia, de la cual la predestinación es la parte que mira a las creaturas racionales que se salvan, y reprobación, la parte que mira a las creaturas racionales que no se salvan y se condenan.
Sin duda que cuando la fe habla de “predestinación” entiende la trasmisión de la creatura racional por parte de Dios al fin sobrenatural de la vida eterna, pero si el hombre hubiese sido creado para un fin puramente natural, entiendo que de todos modos necesitaría de algo análogo a la predestinación para ser llevado por Dios, conforme a su naturaleza de creatura racional capaz de elegir libremente, al fin último, que en esa hipótesis sería puramente natural.
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Por eso no se entiende del todo y hay tantas explicaciones distintas que se pueden admitir.
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Sin duda, la predestinación tal como de hecho existe, es decir, al fin sobrenatural, es uno de los misterios más grandes de la fe. Y también es verdad que hay un ancho campo no definido dogmáticamente por la Iglesia para la discusión libre de los teólogos entre sí.
Pero ya lo que sería, hipotéticamente, la conducción de la creatura racional a un fin puramente natural encerraría de todos modos un “misterio natural” muy grande, a saber: cómo Dios mueve la libertad de la creatura de modo que ésta siga siendo libre, y porqué permite que tal otra creatura se mueva en última instancia a sí misma al mal, que es un no ser.
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Sobre el misterio de por qué Dios permite el mal:
Cuando se habla del mal moral se dice que Dios no lo quiere pero lo permite y sin embargo eso no le quita omnipotencia ¿no? aunque sea un misterio.
Si deja que decida rechazarle el hombre ¿no debería considerarse en esa categoría de cosas que permite Dios sin que por eso le resten omnipotencia, porque es su decreto de permisión? (aunque sea un misterio).
No sé si lo habré entendido bien, porque todo esto es muy difícil.
Disculpe si molesto y simplemente no publique mi comentario.
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Al contrario, las preguntas son muy agudas.
Y es que efectivamente, Dios deja que el hombre lo rechace. Dios no es causa ni autor del pecado en tanto que pecado. Dios causa todo lo que hay de ser y bien en el acto del pecado, o sea, todo lo que no es pecaminoso.
El pecado mismo es un no ser, una carencia de algo que la creatura debería tener por alguna razón natural o sobrenatural. Por eso no necesita causa eficiente, sino sólo deficiente, que es la creatura.
De lo único que somos “causas primeras” es de nuestros pecados en cuanto tales. De nuestros actos buenos somos causas, responsables y libres, pero no primeras: la Causa Primera allí es Dios, Ser y Bien por excelencia del cual procede todo ser y todo bien, y no el no ser que es el mal.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
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El argumento no prueba lo que tiene que probar, porque el tomismo no sostiene que los actos libres del hombre están decididos y ejecutados por Dios, sino que Dios mueve al hombre a decidir y ejecutar libremente esos actos.
Sí es expresión correcta la que dice que "Dios causa que el hombre cause libremente", la cual el adversario del tomismo debería demostrar que entraña una contradicción.
Por ejemplo, se podría tratar de probar la proposición que dice que "si Dios causa, no causa el hombre".
Mientras tanto, sólo tenemos afirmaciones.
Saludos cordiales.
"Lo único que no puede ser decisión de Dios es lo contradictorio, y sería contradictorio que Dios quisiese que la creatura tenga algún ser y algún bien que no venga de Dios, porque todo ser y todo bien fuera de Dios es obra de Dios, y el acto libre por el que elegimos a Dios es algún ser y algún bien."
"Lo único que no puede ser decisión de Dios es lo contradictorio, y sería contradictorio que Dios quisiese que la creatura tenga algún ser y algún bien que no venga de Dios, porque todo ser y todo bien fuera de Dios es obra de Dios, y el acto libre por el que elegimos a Dios es algún ser y algún bien."
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De acuerdo, entiendo el razonamiento . . . Pero sigo sin ver la contradicción si el libre albedrío está incluido en el plan de Dios. A no ser que acabemos dando la vuelta al círculo para terminar equiparando libre albedrío con libertad.
De lo contrario es que simplemente el libre albedrío no existe.
Porque volvemos al principio, no es lo mismo que Dios tenga conocimiento "previo" de lo que va a suceder y vea que eso es bueno -Todo provocado por él, todo dentro de su orden, nada que escape a su sabiduría y poder- a que Dios sea el inductor y causante de las obras buenas.
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¿Qué diferencia hay entre “provocado por Él” y “inductor y causante de las obras buenas”?
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En el plano metafísico habríamos de concluir de echo que el problema es el libre albedrío en sí mismo. Que lo que es contradictorio es la existencia del libre albedrío. Que el libre albedrío es incompatible con la existencia de Dios, no que se haga efectivo en un sentido u otro en función de la intervención de la gracia eficaz.
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Para eso habría que demostrar que es contradictoria la proposición que dice que “Dios produce infaliblemente los actos libres de la creatura racional”.
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Para mi la cuestión es que Dios ha establecido su plan
de acuerdo a su infinita sabiduría y que en ella ha incluido la presencia del libre albedrío.
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Sin duda, porque los actos libres de las creaturas son parte de los efectos del actuar de Dios “ad extra”, regulado por el plan divino.
Es decir, son “provocados” por Dios.
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El universo es imperfecto, no puede ser perfecto, si fuese perfecto Dios se crearía a si mismo, es decir no crearía nada. El mal tiene presencia en el mundo.
¿Por qué las personas optan a veces por el bien y otras por el mal en el uso del libre albedrío? ¿Por qué opta por la esclavitud y no por la libertad?
Las razones son múltiples. Si nos vamos al plano mundano podemos hacernos la misma pregunta ¿por qué la gente hace cosas no que vayan en contra del deseo de Dios sino que son dañinas para ellas mismas?
Esto lo que nos hace preguntarnos es cual es la naturaleza del ser humano, porque son importantes la perseverancia, el pedir al Señor, en meditar sus palabras, en cultivar el intelecto, etc.
Porque lo contrario, la idea de que Dios concede la gracia eficaz a algunos, que son los que se salvan, y a otros no, que no se salvan, se convierte en ininteligible a la hora de su aplicación en la vida mundana y ordinaria.
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En la vida mundana y ordinaria nadie se salva ni deja de salvarse, en definitiva; eso sucede recién con la muerte.
Normalmente la gracia no se experimenta, porque es sobrenatural. Sólo podemos hablar "a posteriori": si alguien hizo una obra meritoria de la vida eterna (que eso además sólo Dios lo sabe a ciencia cierta en cada caso) entonces fue movido por la gracia eficaz.
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Néstor.
"En el fondo no hay diferencia en esto con la postura molinista. ¿Nos podemos imaginar que cuando Jesús dice “dejen que los niños vengan a Mí”, sabe que algunos de ellos han sido elegidos desde la Eternidad para la salvación porque desde la Eternidad se previó que harían buen uso de la gracia, y otros no, porque desde la Eternidad se previó que no harían buen uso de ella?
Más sencillo aún: sin duda que Jesús sabe desde la Eternidad cuáles de esos niños se van a salvar y cuáles se van a condenar. Y si nos podemos imaginar eso, ¿porqué no lo otro?"
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Si, pero no es lo mismo. De hecho soy incapaz de interpretar los evangelios bajo la óptica de que Dios otorga a unos la gracia eficaz para salvarse y a otros no. No entiendo ni el sermón de la montaña, ni la parábola del hijo pródigo, ni el episodio del buen ladrón . . . ni en general nada.
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Lo que sin duda no se puede entender es que haya algún bien y algún ser fuera de Dios que no proceda de Dios, o que el acto por el cual pecador se arrepiente y se vuelve a Dios y cree en Él no sea ni un bien ni un ser.
Saludos cordiales.
La objeción obvia, según tus mismas palabras es: “¿cómo puede subsistir la libertad del acto de la voluntad creada, si ésta es movida a obrar por Dios?
Y la divides en tres:
1. si es otro el que me mueve, no soy yo el que me muevo
2. si otro elige en mi lugar, no soy yo el que elijo
3. si no puedo evitar que mi acción se incline en el sentido en que Dios la inclina, entonces, no soy libre.
Frente a esa objeción obvia, tus respuestas son:
1. la Omnipotencia es verdaderamente tal, y puede por tanto producir hasta el modo libre del acto libre de la creatura, si tal producción no implica contradicción, como efectivamente es el caso.
--- Pero este comentario no añade nada, porque la objeción es precisamente que la tesis implica contradicción, así que sólo estás retrasando la respuesta.
2. no se trata de que Dios sea el sujeto del acto de elección de la creatura, sino de que la mueve a elegir... en ese caso, el hombre elige lo que Dios quiere que elija.
--- Tampoco añade nada porque lo que hay que explicar es cómo es posible que el hombre elija infaliblemente lo que Dios quiere que elija y ésta siga siendo su propia elección.
3. mientras Dios me está moviendo a hacer A, en sentido compuesto no puedo no hacer A, en sentido dividido, sí puedo no hacerlo. Y por eso soy libre.
--- Aquí, rehuyes el problema. Dices que “en tanto que estoy eligiendo A, efectivamente, no puedo elegir B, pero, olvidémonos por un momento de que estoy eligiendo A y fijémonos sólo en que soy un ente que tiene la potencialidad de querer o no querer, elegir o no elegir, A, B o C. En este sentido, se puede decir que soy libre.”
Pero no podemos olvidarnos de que estoy eligiendo A. La cuestión aquí no es lo que yo soy habitualmente o cuál es mi potencialidad en abstracto, sino, precisamente, si soy libre o no “en tanto que estoy eligiendo A”. La cuestión sigue siendo que Dios me predestina para hacer A, que, cuando llega el momento, me mueve de forma infalible a hacer A y que, por lo tanto, yo no soy libre cuando elijo A, en tanto en cuanto elijo A.
La contradicción obvia señalada por tí mismo sigue, pues, en pie. No se ha demostrado que donde parece haber contradicción no la haya.
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Es obvio que es el que sostiene que una tesis es contradictoria el que tiene que demostrar que lo es.
Y eso se hace fácilmente: deduciendo de esa tesis dos proposiciones contradictorias, es decir, que tengan el mismo predicado, el mismo sujeto, y que en una el predicado se afirme del sujeto, y en la otra se niegue.
Es lo que no has podido hacer hasta ahora. Sólo has dado afirmaciones, sin poder probarlas.
Ahora inventas un "hombre de paja" que habla de "olvidarse". ¿Cuándo usé la palabra "olvidarse"?
"Dices que “en tanto que estoy eligiendo A, efectivamente, no puedo elegir B, pero, olvidémonos por un momento de que estoy eligiendo A y fijémonos sólo en que soy un ente que tiene la potencialidad de querer o no querer, elegir o no elegir, A, B o C. En este sentido, se puede decir que soy libre.”
Pero no podemos olvidarnos de que estoy eligiendo A. "
Es el colmo. Lo único que tienes que hacer es presentar de una vez esa famosa contradicción: "A es B", "A no es B". Nada más.
Además, eso de que "no podemos olvidarnos de que estoy eligiendo A", en el supuesto de que si atendemos a que estoy eligiendo A entonces no puedo decir que soy libre de no elegir A, hace imposible la libertad del hombre con o sin moción divina infalible.
Entendemos que somos libres mientras estamos eligiendo libremente, de modo que efectivamente, aun atendiendo a que estamos eligiendo A, vamos a tener que decir que podemos no elegir A.
Y eso quiere decir que mientras elegimos A, no somos libres de no elegir A, en sentido compuesto, es decir, no podemos a la vez elegir y no elegir A, sí lo somos, en sentido dividido, o sea, conservamos todo el tiempo la capacidad de no elegir A, aunque obviamente no la hacemos real mientras estamos eligiendo A.
Lo que pasa es que cuando se te dice esto, pasas a decir que no somos libres de obrar si alguien nos mueve a obrar, pero si se te pregunta porqué, respondes que porque entonces no podemos hacer otra cosa que lo que estamos haciendo bajo la acción de ese agente, y si se te dice que tampoco podemos hacer otra cosa que la que estamos haciendo libremente mientras la estamos haciendo libremente, responderás que no es lo mismo, porque en la tesis tomista alguien nos mueve a obrar, con lo cual volvemos al comienzo.
Saludos cordiales.
La pregunta es si no es correcto doctrinalmente desde el punto de vista católico afirmar lo siguiente:
"Si la gracia suficente lo es para poder hacer el bien, alguien realmente puede hacerlo si quiere y por tanto hacerlo sin más. Entonces se puede decir que es eficaz la gracia que antes era suficiente."
Según lo aprendido aquí, he contestado que eso no era lógicamente posible según el tomismo. Pero me han insistido en que aunque no sea correcto lógicamente para el tomismo,quieren saber si así expresado es católicamente admisible para quien sí lo considere lógico.
Yo he dicho que sí, que eso entra dentro de la doctrina católica sobre la gracia, pero he pensado que es mejor consultarlo.
Si no lo cree oportuno, no publique mi comentario. De todos modos, gracias.
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No he encontrado ninguna definición dogmática que diga que la gracia eficaz lo es por sí misma y no por el consentimiento de la creatura racional, en esos términos.
Sí diría que es una proposición por lo menos errónea, porque lo contrario se deduce, al menos, de los textos bíblicos y magisteriales.
De hecho, los textos del segundo Concilio de Orange que cito al comienzo de este "post", y que según el Enchiridion de Denzinger tienen autoridad doctrinal infalible en la Iglesia al haber sido aceptados por los Papas, van evidentemente, entiendo, en la dirección de la gracia intrinsecamente eficaz.
Y además, es metafísicamente imposible que haya algo de ser y de bien en la creatura que no proceda del Creador, por tanto, ese acto libre de la creatura que hace eficaz a la gracia suficiente también tiene que tener a Dios como Causa Primera, con lo cual volvemos por otro camino a la gracia eficaz por sí misma.
Saludos cordiales.
El bien es producto de Dios, el pecado responsabilidad mía. Al final de la cuesta está la costa, el mar. Montaña arriba están las cumbres desiertas y heladas.
El problema se centra en la idea del deseo de la gracia. Para aceptar la gracia es necesario tener deseo de ella. El deseo de gracia es algo bueno luego viene de Dios y solo puede ser insuflado a través de la gracia: gracia eficaz.
¿Qué pasa si el problema está en el concepto de deseo? Porque ¿Qué es el deseo?
Yo puedo desear un helado de chocolate, sin embargo a lo mejor la gracia no es un bien susceptible de ser deseado.
Así mismo puedo tener deseo de riquezas, glorias y fama.
Pero también hay otro tipo de deseo, el deseo que nace de la necesidad. Y así como el sediento siente deseo del agua debido a una necesidad y fruto del conocimiento que se tiene del agua, el deseo de Dios nacería de la necesidad y del conocimiento que se tiene de Él, transmitido a través de la gracia y la palabra.
Ya no hay deseo de gracia, hay necesidad.
La gracia es un agua pura que nos transmite sed.
La gracia actúa, existe libre albedrío, voluntad en el hombre y todo se contempla en el plan de Dios.
Para mí no hay contradicción. La cuestión será ¿Por qué el hombre se revela contra la voluntad de Dios? Que sería lo mismo que preguntarse ¿Por qué el hombre se hace daño a sí mismo?
Esa sería otra cuestión.
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Todo lo que hay en la creatura, deseo, acción, elección, decisión, acto de fe, acto de arrepentimiento, pensamiento, deliberación, intelección, amor, fe, esperanza, todo lo que procede de la voluntad libre de la creatura y la ordena a la salvación eterna, es un ser y un bien.
Todo ser y todo bien tiene a Dios por Causa Primera, sin posibilidad de excepción alguna.
Eso es todo.
Saludos cordiales.
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En ningún momento dije que quien elije es Dios, sino que Dios mueve al hombre a elegir (a elegir el hombre mismo, quiero decir), en todo lo que esa elección tiene de ser y de bien, que en el caso del acto bueno, es todo, en el caso el acto malo, deja fuera la parte que lo hace precisamente malo, que es un no ser, y viene exclusivamente del hombre.
Por otra parte, repito la pregunta: ¿el libre albedrío es algo bueno? ¿el acto del libre albedrío es algo bueno? ¿puede haber algo bueno que no tenga a Dios como Causa Primera?
Saludos cordiales.
Las razones pueden ser variadas incluyendo la desconfianza de q su padre le vaya a dejar volver a casa, o q no soporte a su padre...yo no lo sé. Pero si me encontrará un hijo pródigo le aseguraría q su padre le espera.
Y el q vuelve a ENTRAR en casa, sin duda es porque el padre le deja, porque el hecho de llegar de nuevo a la puerta no le da ningún derecho. Es el amor del padre el que la abre. Aunque sin duda volvió porque confiaba en que le acogiera al menos como criado. Es por eso que a la gente hay que enseñarle el verdadero rostro del Padre. No decir que nacieron determinados por una misteriosa lista cerrada y el padre podría no amar les lo suficiente para abrirles al final la puerta.
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Es mucho más que eso: es el amor del Padre el que lo va a buscar y le hace volver. El padre en realidad no se limita a quedarse sentado en su casa esperando que al hijo se le ocurra volver o no. Al contrario, precisamente porque lo ama y respeta su libertad, es que la mueve desde dentro como sólo Él puede hacerlo, para que libremente y por su propio pie el hijo vuelva a casa traído por el amor del Padre.
Lo que hay que decirle a la gente, es que si sienten la más mínima inquietud o deseo o pensamiento de volver a Dios, es porque el Padre ya está actuando en su corazón con la gracia eficaz, porque sin ella nada de eso se les podría ocurrir.
Es lo que Pascal pone en labios de Jesús: "Tú no me buscarías si no me hubieras ya encontrado", en que se lee mejor así: "Si Yo no te hubiera ya encontrado."
Como dice el Papa Francisco: Dios siempre nos "primerea".
Saludos cordiales.
Por supuesto que Dios va siempre por delante. Ningún problema en afirmar que es el amor del Padre el que le hace volver: le llege en forma de nostalgia o recuerdo, o en forma de alguien que le anuncia que aunque no lo sepa ni sienta inquietud ni esperanza ni nada, tiene un Padre q le ama y espera, porque ama y espera a TODOS SUS HIJOS.
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El amor del Padre le tiene que llegar al hijo en forma de gracia sobrenatural, para evitar el semipelagianismo.
Por lo menos gracia suficiente, que es la que es dada a todos. En el caso de los que responden positivamente, la teología habla de "gracia eficaz". Todos, tomistas y molinistas. La discusión está en si esa gracia es eficaz por sí misma o por el consentimiento humano. Los tomistas sostienen lo primero, los molinistas lo segundo.
A mí me parece claro que los textos del Concilio de Orange que cito al comienzo de este "post" le dan la razón a los tomistas.
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Esa es la buena noticia de Jesús. Ningún mérito en acogerla. Pero se puede rechazar.
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El mérito de las buenas obras hechas bajo la inspiración de la gracia de Dios sí existe y es de fe por el Concilio de Trento.
Pero el tema en discusión no es un tema de mérito. En el tomismo la gracia eficaz por sí misma distingue al elegido del no elegido (la gracia eficaz de la perseverancia final, quiero decir), y es causa de las obras libres y meritorias del mismo.
Es un tema de elección: quién elige al que se ha de salvar, Dios o el que se salva.
En la hipótesis de la gracia eficaz por el consentimiento de la voluntad de la creatura, es evidente que el resorte último, el que hace la diferencia, es ese consentimiento, y que por tanto, ella se elige a sí misma. No Dios, que ha ofrecido en esta hipótesis la misma ayuda a todos.
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Aunque ya se vio que eso no supone ninguna imposición de
la criatura. Simplemente el Dios omnipotente no quiere que nadie vuelva a la fuerza porque quiere ser amado libremente. El lo quiere así.
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Exacto. La gracia eficaz por sí misma no puede forzar a nadie, porque no se puede forzar a alguien produciendo sus actos libres, ya que sería contradictorio que los actos libres fuesen forzados.
Sin embargo, si la gracia es eficaz por el libre consentimiento de la creatura, entonces sí, la creatura es la que impone a Dios la lista de nombres de los elegidos.
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Despedida cordial
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Saludos cordiales.
¿Qué diferencia hay entre “provocado por Él” y “inductor y causante de las obras buenas”?
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Pues lo que se lleva discutiendo desde el principio :-)
Provocado es igual a creado. Significa que el universo es creado por Dios.
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“Creado” significa “causado”. “Causar” es “influir el ser en otro”. Y “crear” es darle a algo todo su ser, “ex nihilo”, o sea, sin presuponer nada en el receptor. Por tanto, es una forma particular de causar.
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Nada de lo que pasa en él no está previsto. Nada es contrario a los planes de Dios. El libre albedrío está previsto. Dios es omnisciente, nada de lo que pasa en el universo le es ajeno. Es decir el libre albedrío afecta al hombre pero no, lógicamente, a los planes de Dios que son perfectos y en los que nada escapa a su control y a su deseo.
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“Previsto” no es lo mismo que “creado”. “Prever” es un acto de la Inteligencia divina, “crear” es un acto de la Voluntad divina. Saber de antemano que algo va a ocurrir no es darle el ser a ese algo, que es en lo que consiste el “crear”.
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Ni por supuesto el libre albedrío afecta a Dios porque el libre albedrío no es la libertad que es únicamente propiedad suya, es la capacidad de elección del hombre, el cual recibe los dones que Dios le otorga.
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Si por “libre albedrío” entendemos “capacidad de elección”, Dios tiene libre albedrío, porque puede elegir, por ejemplo, entre crear y no crear, crear esto o crear aquello, etc.
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Léase voluntad, capacidad de discernimiento, etc. Y porque Él ha querido y así lo ha establecido.
Del mismo modo, tampoco afectan a su plan las leyes de la naturaleza. Supongo que no tendré que creer que si voy caminando por la calle y me cae una maceta en la cabeza desde un balcón debo de entender que por lo ordinario ha sido Dios quien ha sido causante del accidente. Dios ha creado el mundo también con la complejidad de sus leyes naturales, lo cual no afecta a su plan.
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Dios es la Causa Primera directa de todo ser y todo bien en el Universo, en este caso, del movimiento de la maceta como tal. Es la Causa Primera directa también de todo encuentro accidental que se da en el mundo entre dos o más series causales, pues es la Causa Primera directa de todas esas series, de sus operaciones, movimientos, etc.. Es la Causa Primera indirecta de todo mal físico, como sería si la maceta me cayese en la cabeza. Pues estos males van inseparablemente unidos a bienes físicos de los que Dios es Causa Primera directa. Y es la Condición Primera, no causa, de todo pecado, por ejemplo, si alguien me tiró la maceta desde el tercer piso de un edificio, porque si Dios no lo permite, ningún pecado ocurre.
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Néstor
Para eso (que el libre albedrío es contrario a la idea de Dios) habría que demostrar que es contradictoria la proposición que dice que “Dios produce infaliblemente los actos libres de la creatura racional”.
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Diría que no. Dios es plenitud y libertad suprema, el libre albedrío es ajeno a su naturaleza.
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Pensé que Ud. se refería a una contradicción entre la existencia de Dios y la existencia de libre albedrío en el hombre.
En cuanto a si en Dios hay libre albedrío, ver arriba. Si por “libre albedrío” entendemos, que es como yo lo entiendo y se entiende en general, “capacidad de elección”, por supuesto que Dios tiene libre albedrío.
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Diría que es igual el hecho de que Dios produzca actos libres en el hombre, el propio concepto de libre albedrío no es propio de Él.
Sin embargo sí se entiende como parte de la naturaleza humana, otorgado por Dios en un universo imperfecto y articulado. Porque hasta donde sé el universo no es Dios -eso sería panteísmo-, es una creación de Dios regido por unas leyes naturales.
Dios no posee libre albedrío, no está articulado, sin embargo el universo tiene sus propias leyes, su articulación, el mal tiene presencia . . . las características de Dios no son las del universo. Sin embargo Él lo creo y lo gobierna de manera perfecta.
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Por otra parte, gobernar la creación de manera perfecta sin ser Causa o Condición última de todo cuanto ocurre, según el caso, como expliqué arriba, no tiene sentido.
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O tengo que entender que como el diablo se reveló a Dios escapa entonces a su control.
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El “control” de Dios consiste en que nada ocurre en la Creación que él no quiera directamente, si es un ser y un bien, o indirectamente, si es un mal físico, o sin quererlo, permita, si es un mal moral. Esto último sucedió con la rebelión del diablo.
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El mal existe, en el universo articulado se dan las características que no son las propias de la naturaleza de Dios, aún así Él gobierna sobre ellas. Incluyendo el libre albedrío.
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Néstor
En la vida mundana y ordinaria nadie se salva ni deja de salvarse, en definitiva; eso sucede recién con la muerte.
Normalmente la gracia no se experimenta, porque es sobrenatural. Sólo podemos hablar "a posteriori": si alguien hizo una obra meritoria de la vida eterna (que eso además sólo Dios lo sabe a ciencia cierta en cada caso) entonces fue movido por la gracia eficaz.
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La gente se salva o deja de salvarse en función de lo que acontezca en la vida ordinaria porque está dicho que también son necesarias las obras, y la vida ordinaria es una cosa muy compleja y difícil y con la cual el catolicismo está absolutamente comprometido.
Y es imposible de comprometerse con algo si todo se vuelve misterioso e ininteligible porque depende de que unos reciban la gracia eficaz y otros no, cosa que no está en su mano, ni en su mano está discernir a la gracia eficaz ni distinguir las obras que produzcan la salvación.
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El misterio no debe ser obstáculo para el compromiso, desde el momento en que la vida es esencialmente misteriosa en cualquier hipótesis. En la hipótesis molinista yo tampoco sé si la ciencia media divina me ha previsto desde toda la Eternidad respondiendo positivamente a la gracia y formando parte, por tanto, del número de los elegidos.
No sé, por tanto, en la hipótesis molinista, si las gracias que se me van a dar son aquellas a las que según la previsión divina infalible yo respondo libremente en forma positiva.
Es más, mirando a mi propio libre albedrío, del cual en la tesis molinista depende todo en última instancia, yo tampoco sé si llegado el momento voy a elegir bien o voy a elegir mal.
Más bien, por ese lado sería comprensible cierta preocupación, dado que mi libre albedrío, a diferencia del de Dios, se caracteriza por su fragilidad.
El asunto es que es el Concilio de Trento el que dice que es herejía asegurar, sin revelación divina especial, que uno forma parte del número de los predestinados.
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En este sentido, por supuesto sólo Dios tiene conocimiento perfecto de los méritos y los deméritos.
No se decir si la gracia se experimenta o no, solo puedo decir lo que intuyo, deduzco de lo que veo y experimento por mi mismo y en este aspecto diría que más bien sí que se experimenta, y si no se experimenta la gracia se experimentan sus efectos impregnados de su aroma.
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Es herejía según el Concilio de Trento sostener que se puede saber con certeza que se está en estado de gracia sin una revelación divina especial.
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Néstor
Lo que sin duda no se puede entender es que haya algún bien y algún ser fuera de Dios que no proceda de Dios, o que el acto por el cual pecador se arrepiente y se vuelve a Dios y cree en Él no sea ni un bien ni un ser.
Todo lo que hay en la creatura, deseo, acción, elección, decisión, acto de fe, acto de arrepentimiento, pensamiento, deliberación, intelección, amor, fe, esperanza, todo lo que procede de la voluntad libre de la creatura y la ordena a la salvación eterna, es un ser y un bien.
Todo ser y todo bien tiene a Dios por Causa Primera, sin posibilidad de excepción alguna.
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Causa primera ¿es inductor y causante? ¿Eso es doctrina oficial? No es lo mismo que decir "Dios nos primerea".
¿Dios es el causante?
Cuando haces una obra causada por Dios ¿significa que Dios activa las diferentes partes del cerebro de modo que se muevan adecuadamente las manos, los órganos del lenguaje, etc.? Porque eso es ser causante. Si no hablamos de inductor, de que empuja, de que enseña el camino. . . y si hablamos de causante propiamente dicho entiendo que hablamos de un milagro. Aunque ya digo que tengo la sensación que a veces la conceptualización de los términos puede llevar a no hacer correctamente las interpretaciones.
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No hay nada fuera de Dios que, en tanto es algún tipo de ente, no sea creado por Dios.
Dios es el Creador de todo lo que no es Dios y es algún ser y algún bien. Crear es producir la totalidad del ser de algo, sin materia previa. Causar es “influir el ser en otro”, del modo que sea. Por tanto, crear es una de las formas de causar. Por tanto, Dios es Causa de todo lo que no es Dios y es algún ser y algún bien.
Lo único que Dios no causa, sino que sólo permite, es el pecado, que es un no ser, y lo único que Dios no causa directamente, sino indirectamente, es el mal físico, que es otro tipo de no ser.
A mi cerebro, a mis manos, y a absolutamente todo lo demás que es algo, que tiene ser y entidad, Dios le da ante todo la existencia misma, le da también como Causa Primera la naturaleza que lo hace ser lo que es, y le da también, por tanto, como Causa Primera el obrar que corresponde a esa naturaleza.
Y no se trata de ningún milagro, sino de la Creación, que es sí sobrenatural, pero es la base de todo el orden natural.
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Pero entonces entiendo que se diga que la acción de la gracia no se siente.
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En muchas ocasiones la acción de la gracia no se experimenta, pues de suyo la gracia es algo sobrenatural. Y en los casos en que por don de Dios sí se experimenta, tampoco se puede tener certeza absoluta de la misma, salvo revelación divina especial, como dice el Concilio de Trento.
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Creemos que hacemos nosotros algo cuando en realidad quien lo hace es Dios -con nuestro consentimiento, claro. Aunque no sabemos que consintamos nada porque de hecho creemos, sentimos, que lo estamos haciendo nosotros-.
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Esa no es la tesis tomista, obviamente, y sostener eso sería herejía. El tomismo no dice que Dios obra en lugar nuestro, sino que Dios hace que nosotros obremos.
Por tanto, sí somos nosotros los que lo hacemos. No es que nosotros consentimos a que Dios haga algo en nosotros, es que nuestro mismo consentimiento, bien nuestro como es, es obra de Dios en nosotros, como todo lo otro que hacemos, en tanto es un ser y un bien.
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Quien recibe la gracia eficaz que produce las obras que conducen a la salvación solamente lo sabrá a posteriori. No es que sea todo un galimatías, no es que sea ininteligible, es que la vida en la tierra para las personas se vuelve misteriosa, es que no puede llegar a comprenderse.
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Por supuesto. Una vida que no sea misteriosa y que pueda llegar a comprenderse en sus últimos fundamentos no es la que tenemos en este mundo.
San Pablo lo dice en la alabanza con que cierra su tratamiento del tema en Rom. 11, 33 - 36:
“¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, ¿quién ha conocido la mente del Señor?, ¿O quién llego a ser su consejero?, ¿O quién le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar? Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él la gloria para siempre. Amén.”
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Sólo la comprenderán los que reciban la gracia eficaz y eso sólo a posteriori.
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¿Qué es lo que “comprenderán”? Recién en el Cielo, por la gracia y misericordia de Dios, vamos a poder tener la visión definitiva de lo que ha sido nuestra existencia, y eso tampoco quiere decir que vamos a “comprender” a Dios, que siempre va a ser el último porqué de nuestra vida. Sólo Dios, por definición, puede comprender exhaustivamente a Dios.
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La vida ultraterrena y esta, no para Dios pero sí para las personas, se convierten en dos mundos ajenos el uno del otro.
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No ajenos, pero sin duda distintos. Una cosa es el estado de “vía” y otro el de “término”. Una cosa, como dice San Pablo, es ver “a través de un espejo”, y otra, ver “cara a cara”.
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Y si no siento que la gracia actúa a través de mi ¿Cómo puedo consentir nada si no soy consciente de estar consintiendo, porque no puedo saber cuando consiento la acción causante de Dios y cuando no? ¿Se puede consentir sin saber que estás consintiendo?
¿Se puede diferenciar cuando está actuando la gracia eficaz -la que puede ser desobedecida pero de hecho no lo es- de cuando actúa la gracia suficiente?
¿Qué entendemos por consentir?
¿En qué consiste entonces el libre albedrío? Cuando además tampoco sé cuales son las obras meritorias que conducen a la salvación.
Podré deducirlo: Estoy haciendo algo bueno luego debe de estar actuando la gracia. Pero es imposible entender nada. Es más, podemos creer que estamos haciendo la voluntad de Dios y sin embargo estar equivocados y estar haciendo cualquier estupidez, alejados de toda gracia.
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Obviamente que soy consciente de consentir cuando consiento y de elegir cuando elijo, al menos cuando lo hago deliberadamente.
Pero eso puedo hacerlo tanto en estado de gracia como en pecado mortal. El hecho de que ayude a alguien con dinero o de otro modo, por ejemplo, no quiere decir que yo esté en estado de gracia, puedo hacerlo también estando en pecado mortal.
Y del estado de gracia no puedo tener certeza sin revelación divina especial y particular dirigida a mi persona, según el Concilio de Trento.
¿Entonces qué? Pues que tengo el don de la fe, por el cual creo en la Palabra de Dios, y esa Palabra me dice lo que Dios quiere de todos los hombres, a partir de lo cual tengo que recurrir a la oración y usar mi discernimiento, en particular a la voz de la conciencia, para saber qué es lo que quiere de mí en particular, y en la medida en que lo voy sabiendo, pedir la gracia de Dios para realizarlo, y esforzarme por realizarlo. Esa es mi parte.
La distribución de las gracias eficaces o suficientes es asunto de Dios, no mío, lo que yo tengo que hacer es confiar en la misericordia infinita de Dios y lanzarme a la carrera, como San Pablo.
Junto con la fe tengo la virtud de la esperanza, que es un deseo confiado de la vida eterna, y tengo el mandato divino de no pecar contra la esperanza por la desesperación de alcanzar la salvación, o por la presunción de pensar que ya la tengo asegurada.
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Si yo derribo un árbol para salvar a un niño y resulta que fruto de mi desconocimiento aplasto a otro niño que había detrás ¿Dios es causante?
Es un ejemplo tonto, pero valga la metáfora, no se me ha venido otra a la cabeza.
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Dios es Causa Primera indirecta de todo mal físico, porque el mal físico consiste en la pérdida de un bien físico que es consecuencia de la producción de otro bien físico, como cuando el león se alimenta de la gacela, y en la producción de todo bien físico, Dios es Causa Primera directa, de modo que es Causa Primera indirecta del mal físico correspondiente.
En su ejemplo Dios es Causa Primera directa del ser y el movimiento suyos, del árbol, del niño y de todo lo demás. Nada sucede sin que figure desde la Eternidad en el plan divino por volición directa o indirecta, o por permisión, como dije. Y todo en orden a un bien, del cual sólo Dios es juez y que muchas veces sólo Él conoce.
Pero lo que sí podemos comprender con toda claridad es que cada vez que hay una discrepancia entre Dios y nosotros acerca de si algo ha sido bueno, justo, conveniente, o no, el que tiene razón es Dios.
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Y lo que sigo sin entender es donde está la contradicción cuando se dice que el bien procede de Dios y el pecado del hombre por rebelarse a la acción de la gracia que actúa sobre las personas. Sigo sin ver que si yo digo que si dejo que mi mano actúe inspirada por la gracia pero que tengo la opción, fruto del libre albedrío, de rebelarme a ella esté diciendo que pueda haber ningún ser ni ningún bien que no sea causa de Dios.
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“Dejar que mano actúe inspirada por la gracia” hace poco honor a la actividad humana, es mejor decir “mover la mano inspirado por la gracia”. Yo no dejo simplemente que mi mano actúe, yo muevo la mano y actúo, yo, de esa manera.
Lo que dice el canon 4 del Concilio de Trento, y todos los textos, por ejemplo, del Concilio de Orange que cito al comienzo del “post”, por no mencionar el “Indiculus” que pongo al final del “post” anterior, es que Dios me mueve a que yo actúe.
Pero vayamos a la hipótesis en que Dios me ofrece su gracia y yo la acepto o la rechazo. El asunto es si la aceptación de la gracia por mi parte es o no, a su vez, obra de la gracia de Dios.
Si Dios es o no es Causa Primera de mi aceptación de la gracia divina.
En caso de respuesta negativa, es claro que estamos diciendo que mi acto de aceptación, que es un ser y un bien, no viene de Dios.
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Si la gracia me dirige, si la gracia me inspira, yo obro pero el mérito es suyo como el ciego que cruza la calle guiado por el lazarillo.
Entiendo que la acción como hecho que afecta al mundo de lo físico es propio del hombre. La acción de Dios en el mundo físico es milagro.
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De ningún modo. En el mundo físico obran las causas segundas, de acuerdo con las leyes naturales, y también de acuerdo con su libre albedrío, en el caso de los hombres, pero todo ese actuar de las causas segundas tiene continuamente a Dios como Causa Primera.
El milagro no es eso. El milagro no es cuando Dios sostiene con su Causalidad Primera el ser y el obrar naturales de las creaturas, sino cuando Dios interviene sobrenaturalmente en su creación.
No es milagro que Dios sea la Causa Primera de todo lo que sucede en mi organismo cuando hago la digestión, es milagro que Jesús multiplique los panes para que yo pueda comer.
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Lo que veo, con toda la humildad lo digo pero es que es lo que me parece, es que hay una discusión entre la conceptualización de términos como el libre albedrío -donde a veces creo ver que sin quererlo se tiende a equiparar con la libertad- o incluso la acción de la gracia, y como fruto de ello la necesidad de una nueva categorización de la gracia que para mi no es necesaria. Es más, es problemática e incomprensible.
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La teología no es para todos los creyentes, cada uno tiene que saber en qué temas puede entrar y en cuáles no le conviene. Sin duda que para la salvación alcanza con el Catecismo bien creído, bien entendido, y bien puesto en práctica.
Por “libre albedrío” ya dijimos que entendemos “capacidad de elección” así que no veo la utilidad de distinguirlo de “libertad” al tratar de este tema.
Saludos cordiales.
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Obviamente, que si se renuncia a razonar correctamente, entonces no tiene sentido discutir, ni sobre la realidad ni sobre la irrealidad.
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Es cierto que, sobre una tesis aparentemente correcta, si alguien dice que contiene una contradicción, corresponde al que dice tal cosa mostrar dónde está la contradicción, pero no es ése el caso que nos ocupa.
En este caso, la tesis es patentemente contradictoria: “Dios dirige de manera infalible las acciones del hombre pero el hombre sigue siendo libre”. No es necesaria ninguna demostración, aparte de consultar el diccionario. Todo el mundo reconoce esa frase como contradictoria, por lo que el peso de la prueba recae sobre el que afirma lo contrario.
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Aquí sigues demostrando que no es posible algo que de ser posible sería tan sencillo como emparejar dos frases de la forma “A es B” y “A no es B”, en las cuales A y B signifiquen lo mismo cada vez, y que se deduzcan lógicamente de la proposición “Dios dirige de manera infalible las acciones del hombre pero el hombre sigue siendo libre”.
Mientras eso no se pueda hacer, hablar de “todo el mundo” y de diccionarios es pasear por los cerros de Úbeda, como tengo entendido que se dice en España.
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Incluído tu. Tu también sabes que esa frase es contradictoria y que el peso de la prueba recae sobre ti. Por eso te pones manos a la obra diligentemente y dedicas dos artículos y un tercero que hay anunciado a tratar de demostrar que, de alguna manera, según se mire, la frase puede no ser contradictoria
Así pues, para rebatirte, no es necesario demostrar la contradicción en la tesis inicial, porque dicha contradicción es patente, sino que es suficiente con señalar fallos en las pruebas de no contradicción que aduzcas.
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No es así. Lo que yo sé es que evidentemente esa frase parece contradictoria a todo el mundo, y por eso, lo que hago en el “post” es anticipar las objeciones, que son las que en todo caso tiene que presentar el que piensa que una tesis es contradictoria, y responderlas.
Con lo cual se confirma que es el que piensa que una tesis es contradictoria el que tiene que probarlo. En los “posts” no hago más que darle la voz a ese adversario, y responderle.
Y en los comentarios al “post”, le corresponde a ese adversario seguir tratando de probar la contradicción.
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Y, al final, la única prueba que aduces es decir que “en sentido dividido”, la tesis inicial no es contradictoria. Es decir, que si tomamos por separado por un lado la predestinación y la gracia eficaz y, por otro, la libertad del hombre, no hay contradicción. No has empleado la palabra “olvidar”, pero el sentido es el mismo.
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No es ése el sentido de la distinción, si por “tomar por separado” significa “suponer que la libertad del hombre no está bajo la predestinación y la gracia eficaz”.
Eso sería pasarse a otra hipótesis distinta, lo cual no ayudaría para nada a resolver el caso en que el hombre sí está predestinado y bajo la gracia eficaz.
Lo que quiere decir esa distinción es que el hombre que está predestinado y bajo la gracia eficaz conserva la capacidad de hacer otra cosa en tanto que es un ser racional, dotado de inteligencia y voluntad, aunque de hecho no lo haga, precisamente porque está bajo la predestinación y la gracia eficaz.
Para entender eso, hay que entender la naturaleza del libre albedrío, que consiste en la relación no necesaria que hay entre una voluntad cualquiera y un bien finito cualquiera, desde que el único objeto necesario de toda voluntad es el bien como tal, sin restricción alguna.
"Relación no necesaria" quiere decir, justamente, que la voluntad puede querer ese bien, y puede también no quererlo.
Si podemos elegir entre diversos bienes particulares, es porque lo único que nuestra voluntad quiere necesariamente, sin elección posible, es el bien como tal, en toda su amplitud. Y entonces, todo bien particular queda por debajo de esta medida de nuestra voluntad, y así ésta es capaz de quererlo o no quererlo.
Sobre esta base, si la voluntad quiere de hecho un bien particular, es claro que al mismo tiempo no puede no quererlo…pero enseguida hay que agregar: en sentido compuesto, es decir, no puede quererlo y no quererlo al mismo tiempo.
Porque también es claro que esa voluntad sigue siendo libre respecto de ese bien que quiere actualmente, y que por tanto, en otro sentido (dividido), sí puede no quererlo, mientras lo está queriendo actualmente, quiero decir.
De lo contrario no sería libre.
Y si eso es así, si la relación de esa voluntad con ese bien particular sigue siendo contingente, no necesaria, si sigue pudiendo no quererlo aunque de hecho lo esté queriendo, es porque ese bien particular sigue siendo un bien particular que no se iguala con el bien como tal, único objeto necesario de toda voluntad, único objeto que la voluntad no puede no querer.
Y si eso es así, en nada cambia ese escenario el decir que la opción que de hecho tiene esa voluntad por ese bien particular ha sido causada por Dios. Sigue siendo un bien particular, sigue sin igualarse con el bien como tal, sigue teniendo por tanto una relación solamente contingente con la voluntad, que por tanto sigue pudiendo no quererlo, o sea, lo sigue queriendo en forma libre.
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Y yo te respondo que a quién le importa eso, que el sentido dividido da igual, porque se supone que lo que estabas intentando demostrar es que no hay contradicción entre esos dos elementos: el hecho de que Dios causa infaliblemente los actos del hombre, por un lado, y la libertad del hombre por el otro. No puedes dejar de lado que “de hecho elijo A” y que esa elección está causada infaliblemente por Dios porque es precisamente en relación con eso con lo que tienes que demostrar que el hombre sigue siendo libre. Por eso, esa distinción entre sentido compuesto y sentido dividido se queda en un juego de palabras teórico, gramatical, que rehúye la búsqueda de una prueba real.
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Ver arriba. De nuevo, además: no se trata de mi parte de probar nada, sino de mostrar que el adversario, que sostiene que hay una contradicción, no lo prueba.
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Y da igual también que añadas otro juego de palabras diciendo que Dios no causa la decisión, sino que causa la libertad del hombre. Porque Dios causa la libertad de tal manera que el hombre, en ejercicio de esa libertad, sólo elije de hecho una cosa: lo que Dios quiere. Y se mantiene la contradicción entre voluntad de Dios que se cumple inexorablemente y libertad humana.
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“Juegos de palabras”, si es por eso, es todo lo que podemos hacer valiéndonos de un teclado.
Pero yo sí digo que Dios causa la decisión, y que causa la decisión libre, ver arriba.
En cuanto a la contradicción, no hace falta decirlo, ¿no? Pero ahí va: demuéstrese.
Saludos cordiales.
"3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;
6 y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.
7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento."
Saludos cordiales.
Nadie dice que Dios espera a que el pecador se arrepienta, ni entiendo que crea que lo que digo es que el pecador tiene que hacer algo antes. Lo único que tiene que hacer el pecador no lo hace antes sino cuando se le ofrece la gracia y es acogerla. Es creer en ese amor de Dios que quiere salvarle y aceptar ser salvado, algo que como se ve es la respuesta a una oferta gratuita, no un mérito previo.
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No es un problema de anterioridad temporal sino de anterioridad causal. La causa siempre es anterior al efecto, aunque sea temporalmente simultánea con él. Mientras el fuego está calentando el agua, es el fuego el que es causalmente anterior.
El asunto es quién determina en última instancia que sea este pecador el que se convierte y se salva y no aquel otro, siendo así que Dios hace exactamente lo mismo por ambos y la diferencia la pone, en esta hipótesis, obviamente el que decide convertirse.
Aquí Dios no causa la conversión de los elegidos, sino que los que se convierten causan por ello mismo su propia elección.
Por eso es lo mismo que si Dios esperase a ver quién se arrepiente, porque en ambos casos la iniciativa determinante de la diferencia, que es lo que importa, viene del hombre.
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Lo que niego es que tenga una lista con ovejas a las que quiere y va a ir a buscar y que hay ovejas perdidas a las que no piensa buscar porque no están en su lista y pasa de ellas. Su oferta es para todas, las busca a todas, pero misteriosamente, si una oveja rechazara su oferta no la obligaría a volver a pesar de que la quiere y desea su vuelta, no sólo ama a la que vuelve.
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Dios ama a todos y quiere que todos se salven, con voluntad antecedente. Que se salven los elegidos, con voluntad consecuente, lo cual quiere decir que los ama más.
El hombre no puede ser obligado a actuar libremente, en cualquier sentido que implique la negación del libre albedrío, porque eso sí es contradictorio. Por eso, cuando Dios mueve al hombre infaliblemente a actuar en forma libre, no lo obliga.
Si Dios no lo mueve, el hombre no actúa. Cuando el hombre decide libremente algo, pasa de no decidir a decidir. Es claro que el “decidir” no puede salir del “no decidir”, porque no se da lo que no se tiene.
Y es cierto que antes de decidir en acto, el ser humano está en potencia para la decisión. Pero la potencia, necesaria para que algo se haga, es menos que el acto, y por la misma razón, que no se da lo que no se tiene, no puede explicar por sí sola el acto.
De lo contrario alcanzaría con poder ser, para ser.
Es necesaria, siempre, una causa en acto, que actualice la potencialidad, para poder pensar sin contradicción el pasaje de no decidir libremente algo, a decidirlo.
Como el agua fría en acto es caliente en potencia, pero con eso no alcanza para que el agua hierva: hace falta el fuego, caliente en acto.
Saludos cordiales.
También puede hacer referencia a una persona en concreto.
Si la oveja estaba perdida es porque primeramente no lo estuvo. Si no lo estuvo tendríamos que pensar que era debido a la acción de la gracia eficaz -la tomista-. Entonces cabe suponer que la gracia eficaz hubiese dejado de actuar para que la oveja pudiese llegar a perderse. Si la gracia eficaz no había dejado de actuar sólo cabe suponer que la oveja se perdió a pesar de ésta, luego, la diferencia entre gracia eficaz y gracia suficiente deja de estar verdaderamente clara.
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Evidentemente, si Dios no permite el pecado, el pecado no sucede. Si lo permite, es por justos y santos designios, porque son designios de Dios.
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Y si tomamos en su literalidad la frase " la pone sobre sus hombros gozoso" ¿Dónde se queda el libre albedrío? Podemos suponer que el libre albedrío no se pierde porque la oveja es llevada al mismo tiempo que quiere ser llevada, pero entonces volvemos al principio ¿Por qué se perdió?
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“La pone sobre sus hombros gozoso” quiere decir “le da la gracia eficaz con la cual infalible y libremente, es decir, con libre albedrío, la creatura se convierte a Él y permanece adherida a Él”.
Y se había perdido porque Dios había permitido que se perdiera, no dándole en ese caso la gracia eficaz. Porque obviamente, si da la gracia eficaz, entonces no permite el pecado.
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¿No es más simple que eso? ¿No dice la parábola sencillamente que el pastor debe de poner más empeño en las ovejas descarriadas que en las que no lo están, que debe de poner todo su empeño en recuperarlas así como Dios quiere y cuida de su rebaño?
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La parábola no habla de un pastor puramente humano, sino de Dios.
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¿No es más sencillo esto que pensar que hay que llevar el evangelio a todas las partes del mundo para que llegue a todas las personas en vez de creer que de lo que se trata es de llevarlo para que lo escuche un grupo desperdigado de elegidos que viven confundidos entre el resto?
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Esas dos hipótesis son diferentes, en fondo, solamente sobre la base de que nadie se va a condenar, lo cual es contrario a la fe.
Obviamente que el Evangelio hay que predicarlo a todos, tratando de que todos los acepten. Esa es nuestra parte. La administración de la gracia eficaz es cuestión de Dios, y efectivamente, siempre sucede que unos creen y otros no creen.
Y de los que creen, unos perseveran hasta el fin en la gracia de Dios, y otros no, y se condenan.
Y de los que no creen ahora, unos creen más adelante, etc.
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De esta forma tan sencilla lo entendían nuestras abuelas, lo entendieron nuestras madres, lo entiendo hasta yo con lo torpe que soy, lo entiende un erudito y una persona que sea analfabeta. Tiene sentido y es aplicable a la vida ordinaria y cotidiana de la gente.
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Me parece que ahí está universalizando demasiado lo que es su forma particular de pensar y no está teniendo en cuenta la cantidad de personas que han pensado y piensan más bien del modo contrario.
Saludos cordiales.
"Seguidamente el Sucesor de Pedro dijo que «es necesario renovarse continuamente nutriéndose de la linfa del Evangelio. ¿Y cómo se puede hacer esto en la práctica?, se preguntó.
«Sobre todo leyendo y meditando el Evangelio todos los días –respondió-, así la Palabra de Jesús estará siempre presente en nuestra vida; además participando en la Misa dominical, donde encontramos al Señor en la comunidad, escuchando su Palabra y recibiendo la Eucaristía que nos une a Él y entre nosotros; y luego son muy importantes para la renovación espiritual las jornadas de retiro y de ejercicios espirituales."
¿Cómo se puede entender esto a la luz de la interpretación tomista de la gracia eficaz?
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La gracia eficaz produce infaliblemente los actos libres del hombre, y por tanto, infaliblemente estos actos son libres. No pueden no ser libres.
Por tanto, dos consecuencias: todos esos actos que reseña el Papa los haremos infalible y libremente, si somos movidos por la gracia eficaz, y por eso mismo tiene sentido exhortarnos a que los hagamos, porque al ser actos libres, depende de nosotros el hacerlos o no, y la exhortación puede movernos a hacerlos.
Es decir, hay una línea tajante que distingue el nivel de Dios y el nivel nuestro. El nuestro es el de la creatura que realiza los actos libres en cuestión, el de Dios, es el de Aquel que con su gracia eficaz hace infaliblemente que los realicemos.
El detalle fundamental y que tendemos a olvidar cuando discutimos estos temas es que nosotros estamos en el nivel nuestro, no en el de Dios. Del lado de acá.
A nosotros no nos corresponde dar la gracia eficaz, sino poner como causas segundas el acto libre que esa gracia produce como Causa Primera.
Lo nuestro, por tanto, es pedir la gracia, para con su ayuda, elegir lo que Dios nos pide. Es decir, lo nuestro es poner el acto libre, y dejarle a Dios, pidiéndoselo obviamente con insistencia, el tema de la gracia eficaz.
Lo que yo sé es que si Dios me da su gracia eficaz, pongo el acto libre, de modo que si no lo pongo, Dios no me ha dado su gracia eficaz.
Por tanto, lo que tengo que hacer, mi parte de creatura, de este lado de acá de la raya, de abajo, es esforzarme por poner el acto libre, porque si decido no ponerlo y así lo hago de hecho, es seguro que no habré tenido la gracia eficaz para ponerlo.
Mi libertad es libertad, sí, pero creada, y por tanto, dependiente de otra Libertad, que es Increada. O sea, estoy del lado de acá, del techo para abajo. En ese ámbito, importa lo que yo haga, y tengo que pedirle a Dios su gracia, porque no controlo lo que pasa del techo para arriba, y dependo a cada instante de ello.
Por eso decía un Santo: “Hay que orar como si todo dependiese sólo de Dios, y actuar como si todo dependiese sólo de nosotros”.
¿Misterioso? ¡Es tal vez el misterio más grande de la fe cristiana, al menos bajo cierto aspecto! ¿Y cómo podría ser de otro modo, si estamos tratando de pensar la relación de nuestro actuar con el actuar de Dios?
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En realidad todo el lenguaje católico habitual sería erróneo, empezando por las noticias de éste medio que estarían mal redactadas. Lo que habría que preguntarse es por qué Dios no concede más gracia.
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Pregunta ociosa y sin respuesta, además de irreverente, por lo menos. La gracia, por ser gracia, es decir, por ser sobrenatural, es gratis, Dios no se la debe a nadie, y hace con ella lo que quiere. El hombre naturalmente tiene que tener manos, pero no tiene naturalmente que ser hijo de Dios.
Con ese criterio se podría preguntar también porqué el dueño de la viña le pagó lo mismo a los de la última hora, que habían trabajado mucho menos que los de la primera hora.
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La consecuencia lógica de esto es que la gente acabe diciendo cosas como "Consecuentemente ruego a Dios que me libre de la condenación eterna y me cuente entre sus elegidos", como decía anteriormente un comentarista-y perdón por la utilización de la cita-.
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Eso lo reza la Iglesia en su liturgia y se interpreta perfectamente dentro del tomismo, como espero mostrar, entre otras cosas, en el siguiente “post”.
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Según una interpretación no existen este tipo de conflictos, se reza pidiendo hacer la voluntad del Señor porque es lo que se desea y necesita.
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Obviamente, le pedimos a Dios que hagamos su Voluntad, porque de Él depende, como Causa Primera, el que lo hagamos.
Lo que estamos pidiendo ahí, justamente, es la gracia eficaz.
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No hay falta de armonía entre este mundo y el otro.
Con la interpretación tomista lo que se pide más o menos abiertamente, mas o menos veladamente es salvarse, es más, no condenarse. No puede ser de otra manera.
¿no es esto terrible, que la gente cuando reza lo que acabe pidiendo sea contar entre los elegidos y no condenarse?
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¿Y qué otra cosa le vamos a pedir más a Dios que la salvación eterna y evitar la condenación eterna? ¿Sacarnos la lotería o que nuestro cuadro de fútbol salga campeón?
¿Qué pedimos en el Padrenuestro cuando pedimos “Venga a nosotros tu Reino” y “Líbranos del mal”? ¿Que podamos tener una vida tranquila y sin enfermedades?
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Por no hablar de que cuando pedimos a Dios no condenarnos, puesto que el número de los elegidos es un número determinado, finito, lo que estamos haciendo indirectamente es pedir que se condenen otros.
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No es así. Cuando pedimos a Dios que nos cuente entre sus elegidos, no le estamos pidiendo que cambie el decreto de elección que libremente ha dado desde la Eternidad, el cual es Inmutable como Dios mismo.
Lo que le estamos pidiendo, en el supuesto de que nosotros figuremos en ese número, cosa que en esta vida no podemos saber sin revelación divina especial, según el Concilio de Trento, es que nos dé la gracia eficaz, sobre todo, la de la perseverancia final, que asegura nuestra salvación eterna.
Y lo estamos haciendo, porque a todos los que Dios ha elegido desde la Eternidad para la salvación, ha determinado darles por ello mismo las gracias eficaces correspondientes, y ha determinado también que ciertas acciones que realizan bajo la gracia eficaz, como por ejemplo, la oración, les merezcan otras gracias eficaces, como por ejemplo, la perseverancia final.
Es decir, “Dios nos primerea”, está siempre antes que nosotros, la iniciativa es siempre de Él, también para que nosotros respondamos a esa iniciativa suya.
Saludos cordiales.
¿No estamos especulando con lo que Dios debería de haber o no haber hecho? Quien ha establecido el libre albedrío es Él ¿no? Él sabrá por qué.
Éste al final es el tema de raíz, lo que subyace por debajo del todo, no se sabe lo que hacer con el libre albedrío, cuando yo nunca he visto ningún problema con él.
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Es algo muy sencillo: ¿con cuál de las premisas de este silogismo no está de acuerdo:
“Todo ser y todo bien que no es Dios mismo, tiene a Dios por Causa Primera.
El acto libre de la creatura racional es un ser y un bien que no es Dios mismo.
Por tanto, el acto libre de la creatura racional tiene a Dios por Causa Primera.”
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Si yo me analizo a mi mismo y me pregunto ¿Puedo rechazar la fé? ¿he debido de aceptarla en algún momento? Casi es que encuentro inconveniente la pregunta ¿Cómo va alguien a aceptar o rechazar la fe si sólo de pensar en ella hace que a uno le entren ganas de ponerse de rodillas? ¿Einstein tuvo en algún momento que aceptar sus dotes para las matemáticas? ¿Podemos aceptar o rechazar dones que nos son dados?
Yo nunca he aceptado la fe, es un regalo. No podría rechazarla ¿Puede el diablo rechazar a Dios? El diablo puede rebelarse pero rechazarlo . . .
La fe es pura, indestructible, viene de Dios, Dios la pone donde le da la gana y no se puede hacer nada contra esto. Simplemente es así.
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Aquí Ud. va más allá del tomismo e incurre verbalmente al menos, sin duda que sin intención de su parte, en la herejía jansenista. La gracia de Dios, aún eficaz, siempre puede ser resistida, aunque en el caso de la gracia eficaz, dice el tomismo, no sea nunca resistida de hecho.
Una de las tesis del jansenismo condenada por la Iglesia es la que dice que después del pecado original la gracia de Dios no puede ser resistida.
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Pero ¿Qué es lo que me sucede a mí? Que soy un gran pecador. Cuando peco ¿significa que he perdido la fe?
En absoluto. Significa que tengo el entendimiento obnubilado, que el estrés y el vicio de dejarme arrastrar por mis propias tentaciones hacen que me aleje de ella.
¿Alguien tiene duda de que lo que viene a través del camino de la fe es obra de Dios? y ¿alguien tiene duda de que lo que viene contrario al camino de la fe es responsabilidad del hombre?
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En efecto, no por cualquier pecado se pierde la fe, sólo por el pecado de herejía o apostasía. El pecado procede de libre albedrío de la creatura racional, que en nuestro caso se ejerce consintiendo libremente a las tentaciones, impulsos, etc.
Las obras buenas vienen totalmente de Dios como Causa Primera y totalmente de la creatura como causa segunda, movida por la Causa Primera.
Las obras malas tienen dos aspectos: uno de ser y bien, el cual tiene a Dios como Causa Primera, otro de mal, que es un no ser, una privación, y del cual Dios no es causa ni lo quiere de modo alguno, sino que solamente lo permite, siendo la única causa, deficiente, no eficiente, la creatura racional.
Santo Tomás pone el ejemplo del que camina con una pierna defectuosa: lo que hay de ser en ese cojear procede del hombre que quiere caminar, lo que hay defectuoso en él procede del defecto que hay en la pierna.
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Por otro lado, la afirmación: "El pecado mismo es un no ser, una carencia de algo que la creatura debería tener por alguna razón natural o sobrenatural. Por eso no necesita causa eficiente, sino sólo deficiente, que es la creatura".
Decir que el pecado es un no ser -un no ser del pecador, se entiende- quiere decir que se peca por algo que no se es.
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“por algo que no se es”: En efecto, la deficiencia o falla en el obrar del pecador consiste en que actúa habiendo dejado previamente de considerar la ley moral objetiva, el cual “dejar de considerar” no es un ser positivo, sino un no ser, y de lo cual resulta la inadecuación de la acción con la ley moral.
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La definición del catecismo dice:
"El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes".
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Efectivamente, son todos términos negativos, que denotan falta, carencia, privación, no ser.
En un adulterio, por ejemplo, puede haber muchas cosas buenas en sí mismas, como las que hay en un matrimonio. Lo malo está dado por lo que falta: el vínculo matrimonial que haría del otro el cónyuge legítimo, la fidelidad para con el propio cónyuge, la justicia para con el cónyuge de la otra parte.
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Es obvio que no se puede cometer una falta, es decir un delito si no existe forma de evitarlo, es decir si no se posee la gracia eficaz, pero es que además dice que la falta se produce a causa de un apego perverso a ciertos bienes.
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El apego perverso, en la medida en que supone un acto de la voluntad, supone la falta de la gracia eficaz, pues ésta va siempre unida por definición con el acto bueno consiguiente.
Faltando la gracia eficaz, sí hay forma de evitar el acto malo, pues se tiene la gracia suficiente que es justamente para eso. Lo que sucede es que de hecho no se lo evita, que es otra cosa.
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Don Néstor esto lo entiende todo el mundo y se ha entendido siempre, lo otro es imposible de trasladar al mundo en el que vivimos.
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Esto lo “entiende” todo el mundo que rechaza la afirmación de la gracia eficaz por sí misma, y no lo entiende todo el mundo que la acepta.
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¿De verdad la gente se condena al infierno eterno porque ha sido creada con carencias?
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¿Quién ha sostenido ese disparate?
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¿Puede ser esto realmente producto de Dios que es el amor supremo?
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No, ya le dije que se trata de un disparate.
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¿existe lenguaje en este mundo que pueda traducir semejante idea y que la gente lo pueda llegar a entender aunque sea mínimamente, que puedan trasladarlo a sus vidas?
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No veo la necesidad de traducir disparates y trasladarlos a la vida, cuando ni se sabe quién los ha defendido alguna vez.
Saludos cordiales.
Si se pregunta "¿quién decide quien se salva y quien se condena?, Dios o la creatura?"
Y se concluye que lógicamente ha de ser Dios, ya que es todopoderoso y es Él el creador.
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Dios no decide que la creatura se condene antes de haber previsto la impenitencia final de esta creatura. “Condena” quiere decir castigo y no puede ser querida por Dios con anterioridad a la previsión del pecado mismo.
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Y a continuación se dice que el hombre actúa como segunda causa, se habla del sentido dividido y de decisión libre.
aunque Dios cause la decisión, el hombre es segunda causa luego sigue siendo necesario su consentimiento, luego al final nos encontramos con que la creatura decide si o no su salvación.
Da igual que Dios haya causado la decisión y que de hecho en la práctica la creatura la acepte siempre, la creatura es segunda causa luego su decisión es imprescindible.
Al final podemos acabar dándole la vuelta al argumento inicial. En vez de Dios consigue hacer cuadrar el círculo logrando que se haga su voluntad al tiempo que la creatura disfruta del libre albedrío ¿No podríamos también decir Dios impone su voluntad pero no logra zafarse de tener que recibir la aprobación de su creatura?
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No se puede decir que Dios “impone” su voluntad si la creatura es movida por Dios a actuar libremente. Lo que es libre no es impuesto por definición.
Además, cuando Dios causa la decisión libre de la creatura, la creatura no es que acepte esa decisión libre, sino que decide libremente.
Por otra parte, le recuerdo que una contradicción es algo muy específico y muy fácil de presentar: dos proposiciones de la forma “A es B” y “A no es B” que se sigan ambas lógicamente de la proposición “Dios causa las decisiones libres de la creatura racional”.
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¿No es más fácil pensar, teniendo además en cuenta que es lo que se está insinuando en el fondo de todo, que no es una cuestión de voluntades, que es una cuestión de Naturaleza, y que nos perdemos con los significados de las palabras?
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No es cuestión de naturaleza, sino de voluntades libres, precisamente porque lo que es natural no es libre y ahí sí que estaríamos negando o la libertad de Dios, o la del hombre, o ambas.
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El problema es que si es así, si la gracia ilumina la naturaleza humana el rostro de Dios y por lo tanto ésta se vuelve irresistible, ya no dotaría al hombre de libre albedrío sino de libertad.
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No sé lo que Ud. entiende por “libertad”. Libre albedrío sin duda que no tendría el ser humano en el caso de que la gracia fuese irresistible, y por eso la Iglesia condenó esa herejía de los jansenistas.
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¿No es más sencillo entonces pensar que todo el mundo disfruta de gracia suficiente, que en todo caso el misterio está en la verdadera naturaleza del libre albedrío y cómo Dios logra incorporarlo a su plan no solamente no afectándolo sino siendo una de las leyes que hace que este se cumpla?
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Ése es precisamente el misterio, pero sólo si cambiamos “leyes” por “libre Voluntad de Dios”, que hace que el acto libre de la creatura exista.
De lo contrario llegaríamos, no al misterio, sino al absurdo, de que el hombre es capaz de elegir pero Dios no.
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El plan se cumple, hay libre albedrío, no existe conflicto entre quien decide quien se salva -lo decide Dios, es su plan, optar por la gracia es aceptar a Dios, abandonarse-, Dios concede gracia suficiente, la gracia eficaz llega de la gracia suficiente donde tiene concurso el libre albedrío -pedid, pedid, Dios está esperando que le pidáis, no me acuerdo quien decía esto-, lo bueno viene de Dios y lo malo del hombre.
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La libre aceptación de la gracia suficiente por parte del hombre también es buena, también viene de Dios, y no viene de Dios por la sola gracia suficiente, porque en ese caso todos aceptarían la gracia suficiente, y no es así.
Por eso hace falta una gracia divina eficaz distinta de la gracia suficiente.
Saludos cordiales.
No veo qué hace falta demostrar para decir que la frase "Dios dirige de manera infalible las acciones del hombre pero el hombre sigue siendo libre”es contradictoria. Habíamos quedado en que, para que una acción fuera libre, tenía que decidirla el sujeto y es evidente que, si Dios las dirige de manera infalible, las acciones no son libres, porque no las decide el sujeto. En todo caso, tendrá la sensación de que las decide, pero no lo hace. Lo hace Dios. "Acto libre decidido por otro" es tan intrínsecamente contradictorio como círculo cuadrado o agua seca.
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Lo que hay que demostrar, justamente, es la tesis que dice que si Dios dirige infaliblemente las acciones del hombre, éste no decide realizar esas acciones.
Es decir, hay que demostrar que existe una contradicción entre:
“Dios dirige infaliblemente las acciones del hombre”
Y
“El hombre decide realizar sus acciones”.
Como se ve, así presentadas no son contradictorias, porque no tienen el mismo predicado y el mismo sujeto, como sí lo tienen “A es B” y “A no es B”, que sí son esquemas de proposiciones contradictorias.
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Dices que "...en nada cambia ese escenario el decir que la opción que de hecho tiene esa voluntad por ese bien particular ha sido causada por Dios", pero está claro que eso lo cambia todo. Por mucho que la relación de la voluntad con el bien particular sea, en principio, contingente, la acción de Dios la convierte, de hecho, en necesaria.
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Necesaria en sentido compuesto, no en sentido dividido, como también es necesaria en sentido compuesto y no en sentido dividido la relación de la voluntad con el objeto que actualmente está eligiendo en forma libre, aún en el caso de que Dios no exista y no la mueva por tanto a elegirlo.
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Dices que el hombre sigue pudiendo elegir lo contrario, pero no es cierto, porque la voluntad de Dios sólo puede cumplirse. El hombre PODRÍA hacer otra cosa si esa fuera la voluntad de Dios, pero de hecho no PUEDE.
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No puede en sentido compuesto, sí puede en sentido dividido, como también, en la hipótesis de que Dios no existiese y el hombre estuviese eligiendo libremente algo, no podría elegir lo contrario en sentido compuesto, sí en sentido dividido.
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La definición que das de libre albedrío como "relación no necesaria que hay entre una voluntad cualquiera y un bien finito cualquiera" es una definición particular tuya (o del tomismo) que no es aceptable. Es una definición insuficiente porque no incluye la condición mencionada sobre quién mueve esa voluntad, quién decide. Efectivamente, para que se pueda decir que hay libre albedrío, no es suficiente con que la relación entre la voluntad y el bien finito sea contingente. También es necesario que esa voluntad no sea movida por otro sino sólo por el sujeto.
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Demuéstrese.
Saludos cordiales.
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La última frase mía citada hay que entenderla de este modo:
1) La gracia eficaz es la que da de hecho el hacer el bien meritorio de la vida eterna y no solamente el poder hacerlo.
2) Así entendida, la reciben todos los que alguna vez en su vida hacen una obra buena meritoria de la vida eterna, aún aquellos que luego no perseveran hasta el fin y no se salvan.
3) Pero hay una gracia eficaz que es exclusiva de los predestinados, que es la que da la perseverancia final.
Saludos cordiales
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Preguntar los "para qué" de Dios partiendo de la base de que tienen que ser claros, obvios y accesibles es olvidar la diferencia entre Dios y nosotros. A eso se aplica el dicho de San Pablo: "¿quién eres tú, oh hombre?".
Además, una pregunta análoga se puede hacer respecto de los que se condenan, que son los que plantean el problema más grande ¿"para qué" los crea Dios, si sabe desde la Eternidad que se van a condenar? ¿Qué bien se deriva de ello?
Por otra parte ¿qué quiere decir "predestinación negativa"? Con términos vagos no se puede hacer acusaciones de heterodoxia.
Saludos cordiales.
[Acerca de la parábola de la oveja perdida]"“La pone sobre sus hombros gozoso” quiere decir “le da la gracia eficaz con la cual infalible y libremente, es decir, con libre albedrío, la creatura se convierte a Él y permanece adherida a Él”.
Y se había perdido porque Dios había permitido que se perdiera, no dándole en ese caso la gracia eficaz. Porque obviamente, si da la gracia eficaz, entonces no permite el pecado. "
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Cos:
La parábola dice "¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas . . ."
Dice "si pierde una de ellas" ¿No debería de decir "si deja de vigilar a una de ellas y ésta se pierde" a la luz de la teoría tomista?
Si fuese simplemente que ha dejado de actuar la gracia eficaz ¿por qué se va a poner el énfasis de "no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla"?
¿No es una forma un poco extraña de contar la parábola? Es más ¿Por qué no dice nunca llana, abiertamente, con un lenguaje directo que los que se salvarán al final serán aquellos sobre los que Dios ponga la gracia eficaz?
¿Qué sentido tiene que Dios deje de otorgar la gracia eficaz a una de sus ovejas para luego ir a "buscarla" hasta el punto de que en su empeño deja a las que no están perdidas?
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Néstor:
¿Qué sentido tiene que Dios permita el pecado de Adán para luego enviar a su Hijo a hacerse hombre y morir en la Cruz por nuestros pecados?
A una cuadra antes de llegar a la puerta de entrada a la fe cristiana hay un cartel que dice: “Los caminos de Dios no son nuestros caminos, y sus pensamientos no son nuestros pensamientos”.
Está bien que diga que “pierde” la oveja, porque si Dios permite el pecado, lo que permite es que libremente el hombre se aparte de él.
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Cos:
Si se entiende que Dios otorga la gracia a la oveja y ésta en función de su libre albedrío se pierde en contra de Su voluntad -porque de acuerdo al libre albedrío se puede actuar en contra de la voluntad de Dios, es decir en desacuerdo con Su voluntad, entiendo. Poder se puede, de acuerdo a una teoría o de acuerdo a la otra- entonces se entiende de una forma inmediata.
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Néstor:
Como explico en el ultimo “post”, el siguiente a éste, la que no se cumple de hecho es la voluntad divina meramente antecedente.
La voluntad divina consecuente se cumple siempre, sin excepción, ése es el significado de la palabra “omnipotencia”.
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Los apóstoles -a los cuales es a quienes está hablando Jesucristo- lo comprenden de una forma sencilla, lo traducen a los códigos de su propia experiencia cotidiana.
¿A qué viene si no la parábola cuando se podría explicar de otra forma mucho más clara?
Simplemente se podría decir "a veces Dios deja de otorgar la gracia a sus creaturas de acuerdo a su propia voluntad para después volver a otorgarla cuando llega el momento" ¿No sería más coherente?
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Néstor:
No sería una parábola, sino una tesis teológica. Son modos distintos de lenguaje, cada uno con sus reglas propias.
Las parábolas presentan el mensaje evangélico en forma intuitiva, plástica, mientras que las precisiones conceptuales, siempre necesarias cuando se quiere pensar lo que se cree, corren por cuenta de la teología.
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Cos:
Cita propia:
En realidad todo el lenguaje católico habitual sería erróneo, empezando por las noticias de éste medio que estarían mal redactadas. Lo que habría que preguntarse es por qué Dios no concede más gracia.
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Néstor.
Respuesta:
Pregunta ociosa y sin respuesta, además de irreverente, por lo menos. La gracia, por ser gracia, es decir, por ser sobrenatural, es gratis, Dios no se la debe a nadie, y hace con ella lo que quiere. El hombre naturalmente tiene que tener manos, pero no tiene naturalmente que ser hijo de Dios.
Con ese criterio se podría preguntar también porqué el dueño de la viña le pagó lo mismo a los de la última hora, que habían trabajado mucho menos que los de la primera hora.
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Cos:
Hombre, no he querido decir que yo le pida a Dios que otorgue más gracia eficaz, desde luego, lo que quería decir es que si la noticia se anuncia con el título "El Papa arremete contra los cristianos mundanos y mediocres" yo no puedo entenderla de acuerdo a la teoría de que la voluntad de Dios solo puede hacerse por aquellos a quienes Él otorga la gracia eficaz tomista. No tiene sentido arremeter contra alguien por no hacer algo para lo que no está capacitado. Pero es que éste es el sentido habitual del lenguaje católico.
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Néstor:
Santo Tomás enseña que Dios no hace unas cosas a causa de otras, es decir, no quiere los medios por causa del fin, porque la Voluntad divina no puede tener causa alguna.
Sino que Dios quiere que ciertas cosas sean medios en orden a otras cosas que son los fines.
El dicho de Santo Tomás: “Non propter hoc vult hoc, sed vult hoc esse propter hoc”: “No quiere esto a causa de aquello, sino que quiere que esto sea a causa de aquello”.
En ese sentido, en el plan de Dios figura, según la Revelación, que algunos hombres se conviertan ante la requisitoria de otros hombres.
Y eso quiere decir que en esos casos Dios da al que plantea la exigencia la gracia eficaz para plantearla, y al que responder positivamente a esa exigencia, la gracia eficaz para responder, más allá de lo mediocres que podamos sin duda ser.
Nosotros, que como es notorio no somos Dios, estamos del lado de abajo del techo, así que lo que nos toca es plantear la exigencia de conversión cuando entendemos que es necesario, que nos corresponde, etc., luego de haber pedido a Dios su gracia en la oración; y responder a ella positivamente, orando a Dios por su gracia, cuando la recibimos.
Porque el efecto propio de la gracia eficaz es el acto libre de la creatura, así que sin ese acto libre, sin duda que no se dará la moción de la gracia eficaz. Y como en nuestro poder no está la gracia eficaz, sino el acto libre, lo que nos toca tratar de poner el acto libre correspondiente.
Y por eso somos culpables si libremente omitimos hacer lo que debemos hacer, o hacemos lo que no debemos.
La dificultad de estos discursos es que tenemos que estar continuamente pasando mentalmente de arriba a abajo del techo y viceversa, y el error es olvidar que se trata de dos dimensiones distintas, y que nosotros estamos, con nuestro libre albedrío, en la de abajo.
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Nestor:
"¿Y qué otra cosa le vamos a pedir más a Dios que la salvación eterna y evitar la condenación eterna? ¿Sacarnos la lotería o que nuestro cuadro de fútbol salga campeón?
¿Qué pedimos en el Padrenuestro cuando pedimos “Venga a nosotros tu Reino” y “Líbranos del mal”? ¿Que podamos tener una vida tranquila y sin enfermedades? "
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Cos
Pedir hacer la voluntad de Dios nos congracia -a lo mejor elijo mal la palabra, creo que no. En el lenguaje habitual la tengo oída muchas veces- con Él y nos "congracia" con nosotros mismos. No existe ningún dilema.
Pedir meramente por la salvación, es decir por la no condenación -para que vamos a engañarnos. Además la condenación la entendemos según claves que surgen de nuestra propia experiencia mundana: el dolor, la desesperación . . . si no no sabríamos interpretar de lo que estamos hablando. La experiencia de la salvación no podemos conocerla pero también podemos buscar semejanzas a través de experiencias con Dios que conocemos de nuestra vida.- es un acto de egoísmo, y en el que opera fundamentalmente el miedo.
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Néstor:
Toda la Escritura nos exhorta a buscar nuestra salvación con “temor y temblor”, y obviamente que no nos está exhortando a realizar un acto de egoísmo.
Ver Filipenses 2, 12:
"Así que, amados míos, tal como siempre habéis obedecido, no sólo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor;"
[Viene justo a nuestro tema la continuación, v. 13: "porque es Dios el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad." donde la referencia a la gracia eficaz no puede ser más clara.]
Por el contrario, estamos obligados a ello, porque ésa es la voluntad de Dios, que nos salvemos. “Dios quiere que todos los hombres se salven”.
Y la voluntad de Dios es la norma de nuestra vida: “Hágase tu Voluntad”.
Buscar nuestra salvación es buscar la gloria de Dios, que resplandece en la misericordia con que da la vida eterna a los pobres pecadores arrepentidos.
No buscar la salvación, no quererla, es desinteresarnos del don máximo de Dios, que es la Vida Eterna, es despreciar la sangre de Cristo que se derramó justamente para llevarnos al Cielo y evitarnos la condenación eterna.
Y cuando sí la queremos obtener, no pedir la salvación a Dios es pretender alcanzarla con nuestras solas fuerzas, lo cual sí es pelagiano y diabólico.
En ambos casos es el gesto máximo de soberbia.
Por eso la Iglesia ora en la Liturgia: “Líbranos de la condenación eterna”.
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Cos
Cita propia:
Si yo me analizo a mi mismo y me pregunto ¿Puedo rechazar la fé? ¿he debido de aceptarla en algún momento? Casi es que encuentro inconveniente la pregunta ¿Cómo va alguien a aceptar o rechazar la fe si sólo de pensar en ella hace que a uno le entren ganas de ponerse de rodillas? ¿Einstein tuvo en algún momento que aceptar sus dotes para las matemáticas? ¿Podemos aceptar o rechazar dones que nos son dados?
Yo nunca he aceptado la fe, es un regalo. No podría rechazarla ¿Puede el diablo rechazar a Dios? El diablo puede rebelarse pero rechazarlo . . .
La fe es pura, indestructible, viene de Dios, Dios la pone donde le da la gana y no se puede hacer nada contra esto. Simplemente es así.
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Nestor:
"Aquí Ud. va más allá del tomismo e incurre verbalmente al menos, sin duda que sin intención de su parte, en la herejía jansenista. La gracia de Dios, aún eficaz, siempre puede ser resistida, aunque en el caso de la gracia eficaz, dice el tomismo, no sea nunca resistida de hecho.
Una de las tesis del jansenismo condenada por la Iglesia es la que dice que después del pecado original la gracia de Dios no puede ser resistida."
"Es algo muy sencillo: ¿con cuál de las premisas de este silogismo no está de acuerdo:
“Todo ser y todo bien que no es Dios mismo, tiene a Dios por Causa Primera.
El acto libre de la creatura racional es un ser y un bien que no es Dios mismo.
Por tanto, el acto libre de la creatura racional tiene a Dios por Causa Primera.”
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Cos:
A ver, creo que no me he explicado bien. Estoy de acuerdo con todas las premisas. Pero no se si es que estoy incurriendo en algún tipo de herejía.
Está claro que Dios ha hecho el universo que ha querido. Pero en el universo, en el hombre, existe el libre albedrío. No solo eso, también actúa el mal, también actúa el demonio ¿Por qué es así? Porque Dios lo determina de este modo ¿Por qué Dios hace a un ser que puede rechazarle? Eso será otro tema, pero de hecho es la realidad, tomemos una versión o la otra.
No puedo suponer que nada de lo que acontece en el universo esté fuera de los designios de Dios.
Podemos entender que lo que se obra de acuerdo con los designios de Dios son obra suya luego tienen por causa primera a Su voluntad y que el pecado es ausencia, luego no le tienen a Él por causa.
La cuestión es que el pecado es un acto. Puede ser un acto derivado de una ausencia, pero el pecado es, se concreta en un acto. Sin acto de pecado no hay pecado. El pecado es, existe. Si existe está dentro de la creación. Sin embargo el pecado no es obra de Dios, es fruto del libre albedrío del hombre cuando rechaza la acción de la gracia.
y lo que me parece es que el uso de los conceptos pueden llevar a equívocos. Si cogemos la acepción del diccionario que dice acerca del término rechazar "Contradecir lo que alguien expresa o no admitir lo que propone u ofrece", sustituyendo "lo que propone u ofrece" por "lo que da" -de hecho la gracia suficiente la recibe todo el mundo ¿no?-, fruto del uso del libre albedrío, se entiende perfectamente que lo bueno viene de Dios y lo malo del hombre. Que no tiene mérito "aceptar" la gracia, pero que en el demérito de no "aceptarla" -"a causa de un apego perverso a ciertos bienes"- incurre el hombre en todo su pecado.
Espero no haber resultado pesado ni reiterativo. Muchas gracias por todo el tiempo que me ha dedicado.
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Néstor:
En efecto, el uso de conceptos puede llevar a equívocos, como el uso de la alimentación puede producir indigestiones y enfermedades varias, y el uso de la respiración puede terminar en catarros, pulmonías o asfixias, a la vez que abre la puerta a todos los estrangulamientos.
El hecho es que fuera de los conceptos no hay salvación, al menos, para la comunicación racional entre personas como la que intentamos cada vez que hablamos o escribimos.
Yo hablaba de una “herejía verbal”, sin duda involuntaria, o sea, un error de lenguaje, nada más, cuando Ud. dice que la gracia es irresistible. No es así, eso fue condenado en el jansenismo.
La gracia siempre puede ser resistida, otra cosa es que lo sea de hecho. Según el tomismo y el molinismo, esto último sucede con la gracia suficiente cuando no se recibe la gracia eficaz, nunca con la gracia eficaz misma.
Supongo, en todo caso, que los molinistas no tendrán reparo en hablar de “recibir la gracia eficaz”, aunque lo interpreten a su modo que la hace ser eficaz por el libre consentimiento de la voluntad de la creatura, porque parece bastante claro que la gracia siempre es un don, y por tanto, siempre se recibe.
El acto del pecado, en todo lo que tiene de ser y de bien, es efecto de Dios como Causa Primera, y de la creatura racional como causa segunda. Todo bien viene de Dios, pero uno de los bienes que Dios les da a sus creaturas es la capacidad causal, por la que pueden realmente causar y producir algo y ser causas segundas de muchos bienes, movidas por la Causa Primera.
En lo que tiene de pecado, que es un mal y un no ser, no tiene a Dios como causa, sino solamente a la creatura. Dios solamente lo permite.
En efecto, nada en la Creación queda fuera de los designios de Dios, porque un evento cualquiera o es permitido, o es querido por Dios, y si no es ninguna de las cosas, no existe.
Si es demérito rechazar la gracia, es mérito aceptarla. No tiene sentido que alguien sea culpable porque libremente no hace algo y no sea meritorio porque libremente lo hace. La creatura es realmente causa del bien que hace, porque Dios le da el ser causa, y la mueve a causar, y por eso es causa segunda.
Para eso se nos da justamente la gracia, para que hagamos méritos para la vida eterna que sin ella no podemos hacer, y por eso es pecado rechazarla.
Y aceptar la gracia ofrecida es el primer acto libre meritorio, y por eso, requiere también de la gracia.
Volvemos siempre a lo mismo: Dios nos “primerea”, siempre está antes.
Saludos cordiales.
Viendo tu entretenida discusión con Ramontxu, acerca de si una voluntad movida por algo externo a ella es libre o no, y a pesar de ser yo peligrosamente ignorante en estos temas, creo haberlo entendido un poco. Pongo un ejemplo: yo tengo sed, luego, yo tomo agua. La sed me movió a tomar agua, pero fue un acto libre, porque podría no haberlo hecho. Es decir, no fue mi sed la que decidió y ejecutó la acción, a pesar de ser su causa, sino mi libre albedrío. la sed muestra como algo deseable el tomar agua, pero no me obliga a hacerlo. Sin embargo, no puedo decidir no tener sed, pero no por ello dejo de ser libre.
Espero se entienda la idea, no me queda mucha batería.
Saludos.
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En ese ejemplo tuyo lo que mueve a la voluntad libre lo hace a modo de causa final, no de causa eficiente como en la tesis tomista.
La explicación de la gracia eficaz por una causalidad del tipo de la causa final es que la ponen los teólogos de la escuela agustiniana.
Según esto, la gracia mueve a la voluntad creada a la vez infalible y libremente por medio de un atractivo sobrenatural que hace que la voluntad quiera espontáneamente seguirla.
Se apoyan en una frase de San Agustín que dice “nemo delectatur invitus”: nadie se deleita a la fuerza. Con eso quieren decir que lo que hacemos espontáneamente por una atracción que procede de nuestra misma voluntad de cara a un bien apetecido, lo hacemos libremente.
El problema con esta explicación es que puede entenderse de dos maneras: o bien, bajo esa atracción de la gracia, la voluntad creada puede rechazarla, también en sentido compuesto, o no.
En el primer caso, resulta que con eso no explicamos la gracia eficaz, que es aquella que va siempre acompañada del acto bueno correspondiente de la voluntad creada. En efecto, en esta hipótesis sería posible que a la vez se diese esa atracción de la gracia sobre la voluntad y no se diese el acto bueno en cuestión, con lo cual ya no estaríamos hablando de la gracia eficaz, sino de una gracia que a veces va acompañada del acto bueno correspondiente, y a veces no.
En el segundo caso, no se puede seguir hablando de libertad.
Porque aquí la atracción de la gracia obraría necesariamente sobre la voluntad creada, también en sentido dividido. En efecto, no se trataría solamente de que de hecho bajo esa atracción de la gracia no podría ocurrir que a la vez la voluntad no pusiese el acto correspondiente, conservando en sí la capacidad de no querer ese bien o de querer otro, sino que tampoco conservaría esa capacidad, porque ahora la necesidad vendría del lado del objeto mismo del querer, el bien apetecido, lo cual es incompatible con la libertad de la voluntad.
En efecto, como decimos en el “post” anterior, la libertad de la voluntad procede de la relación que en ciertos casos la voluntad tiene con el objeto del querer, el bien apetecido.
Cuando ese objeto es el bien en general, la voluntad lo apetece necesariamente, no libremente, porque es el objeto de la voluntad como tal, y ninguna facultad es libre o contingente respecto de su objeto, que es su razón de ser.
Cuando ese objeto es un bien particular, finito, no es el objeto de la voluntad como tal, y por tanto, la voluntad puede quererlo o no, y en ese sentido, es libre, de modo que bajo la atracción de ese bien (en sentido compuesto) la voluntad creada puede tanto quererlo como no quererlo.
Así, en esta vida no podemos no querer el bien en general, pero somos libres respecto de todos los bienes particulares, y en el Cielo, Dios mediante, no podremos no querer a Dios, Bien Supremo, visto cara a cara, pero seguiremos siendo libres respecto de los bienes particulares.
Por donde se ve que en esta hipótesis de la gracia eficaz explicada por la causa final, la única forma de evitar que el querer libre de la creatura sea contingente de hecho, en sentido compuesto, respecto de la atracción de la gracia, es haciendo que el bien querido en ese caso obre sobre la voluntad como si fuese el objeto propio de la voluntad, pero eso quita la libertad del acto volitivo y lo hace necesario también en sentido dividido.
De hecho, una de las tesis del jansenismo condenada por la Iglesia dice que para la libertad de la voluntad alcanza con la libertad de coacción externa.
Eso quería decir, para los jansenistas, que eran agustinianos extremistas y heterodoxos, que no hacía falta, para poder decir que la voluntad actúa libremente, que la voluntad careciese de necesidad interna en su acción.
Porque entendían la atracción de la gracia como "irresistible", como si, digo yo, lo que la gracia le presentase al libre albedrío para ser querido fuese el objeto mismo del querer voluntario, el bien en general o Dios visto cara a cara.
Por donde curiosamente, la explicación tomista, que a primera vista parece mucho más contraria al libre albedrío porque se basa en una acción eficiente de Dios que mueve a la voluntad humana misma, en realidad es la única que permite conservar la libertad del acto de esta voluntad creada, pues la necesidad en sentido compuesto, en este caso, no procede del objeto querido por esa voluntad, lo cual eliminaría el libre albedrío como tal, haciendo que fuese necesidad también en sentido dividido, sino que se mantiene, aún bajo la moción divina, la relación contingente entre la voluntad y el bien particular querido en ese caso, lo cual constituye la definición misma del libre albedrío.
Saludos cordiales.
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Lo que pasa es que el concepto mismo de "forzar una voluntad" es contradictorio.
La operación propia de la voluntad es querer o elegir. Forzarla sería hacerla querer o hacerla elegir. No podemos hablar de hacerla querer lo que no quiere, o elegir lo que no elige, porque es contradictorio.
Si hablamos de hacerla querer lo que antes no quería o elegir otra cosa distinta de la que había elegido antes, el asunto es que está queriendo y está eligiendo ¿cómo entonces está forzada?
A una persona se le puede atar las manos para que no pueda hacer que lo quiere hacer, pero eso no es hacer que deje de quererlo. Se la puede presionar para que no lo quiera más, pero si deja de quererlo es porque quiere, no por la presión.
Nosotros no podemos hacer que otra persona quiera o deje de querer. Dios sí puede, pero al hacerlo, precisamente por eso, no está forzando su voluntad. Porque, repito, sería contradictorio hacer que la persona quiera lo que no quiere.
Como tema de meditación yo aconsejaría más bien este otro: ¿cómo derivar una simple contradicción de la forma "A es B y A no es B" de la proposición que dice que "Dios mueve infaliblemente la voluntad de X sin forzar su voluntad"?
Saludos cordiales.
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Néstor:
Sin duda, una voluntad forzada no es voluntad. Es lo que digo en mi respuesta anterior. Por eso Dios no fuerza la voluntad, porque también, una voluntad que quiere algo no es una voluntad forzada. Y Dios hace infaliblemente que la voluntad quiera.
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Tu dedicas varios artículos a intentar demostrar que ahí no hay contradicción diciendo, en pocas palabras:
- El hombre sí que elige, lo que pasa es que elige lo que Dios quiere. La voluntad divina y la humana coinciden.
Con lo que caes en una flagrante petición de principio, ya que lo que intentabas demostrar es que el hombre elige. No has hecho más que expresar la misma contradicción in terminis con otras palabras.
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Néstor:
Ahí no intento demostrar nada, sino responder a un planteo equivocado según el cual el que elige es Dios y no el hombre.
Es decir, si Dios mueve al hombre a elegir A, lo que Dios elige no es A, sino que el hombre elija A, mientras que lo que el hombre elige es A. Lo que Dios hace es mover al hombre a elegir A, y lo que el hombre hace, es elegir A.
Yo no tengo que demostrar nada. La Revelación dice que Dios mueve la voluntad humana libre. El que piensa que eso es contradictorio es el que tiene que demostrarlo. Yo lo que hago es rebatir esas argumentaciones.
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y:
- El hombre puede elegir otra cosa, lo que pasa es que, de hecho, no lo hace, (el famoso sentido dividido),
Con lo que mantienes la misma petición de principio y, además, separas falazmente la elección del resultado de la misma, como si fueran dos cosas independientes. Afirmas incongruentemente que el hecho de que el resultado de la elección esté predeterminado no niega la libertad de la elección... si lo tomamos en sentido dividido. Vienes a decir que A y B son contradictorios, pero sólo si los ponemos juntos. Si tomamos sólo A, lo que nos queda es A es A, que no es contradictorio. O sea, que si quitamos el problema, problema solucionado.
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Néstor:
De nuevo, ninguna petición de principio, porque no estoy tratando de demostrar lo que dice la Revelación, sino sólo defenderlo de las objeciones.
Y ninguna separación. Cuando decimos que el que está sentado no puede estar de pie, para decir que eso es así en sentido compuesto pero que puede estar de pie en sentido dividido no hace falta pasarse a otra hipótesis, en la cual no está sentado.
Es precisamente en esa situación de estar sentado que puede estar de pie (en sentido dividido, claro, no en sentido compuesto).
De lo contrario habría que decir que la capacidad de estar de pie la adquiere sólo cuando se ha parado, lo cual es absurdo.
Y lo mismo, cuando decimos que en sentido dividido la voluntad que es movida por Dios a querer A puede no querer A o querer B, no necesitamos pasarnos a otra hipótesis en la cual Dios no está moviendo a la voluntad creada a querer A.
Porque, prescindiendo mentalmente de la acción divina, o sea, en una hipótesis que podría ser la de un ateo, mientras queremos A tampoco podemos no querer A o querer B – en sentido compuesto.
Sí podemos en sentido dividido, sin necesidad de pasarnos a otra hipótesis en la que no estamos queriendo A.
De lo contrario, habría que llegar a la hipótesis absurda de que sólo podemos no querer A o querer B cuando estamos no queriendo A o queriendo B, o sea, que mientras estamos actuando libremente, no somos libres.
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Así pues, no eres capaz de negar o explicar la contradicción in terminis que tu mismo estableces al principio: "voluntad movida de manera infalible" o "voluntad forzada", que es lo mismo, no es voluntad. Libertad movida infaliblemente no es libertad.
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Néstor:
Esta última parte es justamente la que todavía está sin demostrar.
Saludos cordiales.
No sé si te das cuenta de que, en cualquier otro contexto, esa frase tuya sería un chiste.
Si alguien la dijera en serio, sería cínica y cruel.
Imagínate a un superior en una empresa diciéndole a un subordinado: "Yo no te obligo a hacer nada, sólo te digo que, libremente, elijas lo que yo te digo."
Y eso que un superior no puede mover infaliblemente al subordinado a hacer lo que él quiere. Puede presionarle, pero, en última instancia, el subordinado puede elegir, a diferencia de la predestinación, donde el predestinado no puede elegir.
Ya sé lo que vas a decir, y me imagino al superior de la empresa mencionada sonriendo con sorna y añadiendo: "Eres libre... en sentido dividido".
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Es al revés. El superior puede presionar al subordinado y coartar su libertad: "Si no haces lo que te digo, te despido".
En ese caso, el subordinado actúa obligado, en el sentido de que no quiere, simplemente hablando, realizar esa acción, pero quiere realizarla y la realiza en la medida en que la ve como el único medio para evitar el despido.
Obviamente, eso supone que previamente el subordinado decide que no está dispuesto a dejar que lo despidan. Y esto no depende del superior.
En cambio, Dios hace que la creatura racional quiera, simplemente, aquello a lo que Dios la mueve. Porque la mueve precisamente a quererlo. No actúa obligada ni presionada ni constreñida.
EL superior constriñe la libertad del subordinado precisamente porque no puede hacerlo querer sin más, simplemente hablando, lo que él quiere.
Por eso dije antes que Dios es demasiado Poderoso como para ser tirano. La Omnipotencia no puede ser tiránica, porque es la única que puede producir actos libres en las creaturas racionales.
La diferencia entre el caso del predestinado y el caso del subordinado no está en que éste puede elegir y aquel no, sino en que aquel elige lo que quiere simplemente, no a regañadientes, sin coacción, pues Dios lo mueve precisamente a eso, a querer algo y a elegirlo; el segundo elige lo que simplemente hablando no quiere pero no tiene más remedio que elegir para evitar el despido.
Saludos cordiales.
Como Franco, todos han seguido el debate con la sincera esperanza de que me hicieras morder el polvo de manera clara. Ellos estaban con la mejor disposición, querían que los convencieras.
Y ahora, ahí los tienes, desilusionados, diciéndose a sí mismos: "bueno, será que yo no lo entiendo, será que me falta preparación..."
Y mira que estamos hablando de dogmas, de cosas que ellos tienen la obligación de creer, no se trata de una obscura teoría filosófica.
¿No te parece que algo falla cuando ni los que quieren entender lo entienden?
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Más que convencer, lo cual obviamente que siempre sería bienvenido, el objeto de estos “posts” es mostrar cómo no se puede atacar racionalmente, en forma fundada, lo que el tomismo dice acerca de la gracia y la libertad.
Lo cual me parece que se viene logrando en forma bastante aceptable.
Por otra parte, el tomismo no se identifica sin más con la fe católica ni con el dogma. Incluye todo eso, sin duda, pero cubre mucho más campo, pues se extiende a cuestiones opinables y debatibles entre católicos que también son objeto de la Teología.
Es normal por tanto que el acuerdo “ad intra” de la Iglesia en estos temas no se produzca a veces.
También es normal que el que comienza a asomarse a estas discusiones teológicas se encuentre con cosas nuevas que no vienen incluidas en la predicación cristiana habitual. Lo que no puede encontrar es algo que contradiga esa predicación, porque sería herejía.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
Objeción: La creación del mundo, e incluso la de las almas, y la justificación del pecador las hace Dios fuera del orden natural, puesto que no las hace mediante la acción de causa natural alguna. Sin embargo, estas cosas no son llamadas milagros. Por lo tanto, no todas las cosas que hace Dios fuera del orden natural de las cosas son milagros.
Respuesta: La creación y la justificación del impío, aunque son obras exclusivas de Dios, sin embargo, no se llaman propiamente milagros, porque no son cosas que puedan producirse naturalmente por otras causas, y, por lo tanto, no acontecen insólitamente fuera del orden de la naturaleza, puesto que no caen dentro del poder de la misma. (S. Th. I, q. 105, a. 7.)
Pero, ¿la creación de la Naturaleza (material y espiritual) no es hecha fuera del mismo orden de la misma, y entonces por qué no se le debería llamar milagro a la creación del Universo, por ejemplo? Gracias.
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Dice Santo Tomás:
"Milagro viene de admiración, la cual surge ante la presencia de efectos cuya causa se desconoce. Ejemplo: Alguien se admira al ver el eclipse de sol ignorando su causa, como se dice al comienzo de Metaphys. Sin embargo, la causa de un fenómeno es conocida para unos y desconocida para otros, en cuyo caso cabe la admiración para unos, y no para otros. Ejemplo: Se admira el vulgo ante el eclipse de sol, y, en cambio, no se admira el astrónomo. Pero milagro viene a equivaler a lleno de admiración, es decir, lo que tiene una causa oculta en absoluto y para todos. Esta causa es Dios. Por lo tanto, se llaman milagros aquellas cosas que son hechas por Dios fuera del orden de las causas conocidas para nosotros."
Ia, q. 105, a. 7.
Parece claro entonces que se refiere al milagro como algo que sucede en la naturaleza creada, fuera del orden de la misma. Cosa que no puede decirse de la creación misma de la naturaleza.
Además, el milagro tiene que ser un hecho sensible, evidente y patente, cuya causa es sobrenatural. Y eso presupone la existencia de la naturaleza creada.
Saludos cordiales.
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Es que además de suceder en la naturaleza creada y por fuera del curso natural, el milagro tiene otra característica que es la de ser algo manifiesto a los sentidos.
En efecto, el milagro es un signo del poder divino, y como tal signo, debe ser en sí mismo visible y manifiesto, para que los destinatarios del signo lo puedan contemplar.
El hecho milagroso, por tanto, es evidente e innegable, pero su causa es oculta, sobrenatural, y el hecho milagroso manifiesta precisamente esa causa porque es naturalmente inexplicable.
Es lo que le dice Nicodemo a Jesús: "Sabemos que has venido de Dios como Maestro, porque nadie puede hacer las cosas que tu haces, si Dios no está con él."
O como le dice la Samaritana, luego de que Jesús le muestra que conoce su pasado: "Señor, veo que eres un profeta".
Saludos cordiales.
De todas formas, lo que me llevaron a hacer estas preguntas es por una larga discusión que tuve con nuestro conocido Francisco (://theologiacat.blogspot.com.ar/2009/11/argumento-fisico-matematico-de.html), en el cual el afirmaba en ese artículo que el nacimiento virginal es físicamente posible (aunque es prácticamente imposible, de muy baja probabilidad). Lo cual nos llevo a discutir un poco sobre el concepto de "milagro" y otras cosas. Pero me confundió un poco más eso de que además tiene que ser manifiesto a los sentidos (lo que yo creo).
Pregunto: ¿para que algo sea un milagro tiene que ser físicamente imposible en la Naturaleza material o basta que sea de bajísima probabilidad?
Saludos y gracias.
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En efecto, si una silla fuese creada "ex nihilo" ante nosotros sería un milagro, porque ocurriría en la naturaleza, fuera del orden natural y de modo sensible. No por ser creación.
Por lo mismo, lo que sucede naturalmente, aunque suceda con bajísima probabilidad, no es milagroso.
En cuanto tenga un rato libre miro ese "link".
Saludos cordiales.
He leído varias discusiones larguísimas de usted y otros foristas (muy interesantes, sin duda) en este portal. Mientras leía, había un tema interesante, la del Principio de (No) Contradicción y la Mecánica Cuántica. Creo que le resultará interesante este "post" (corto), que reafirma lo que el sentido comun dice: quantumh.blogspot.com.ar/2017/03/el-principio-de-no-contradiccion-y-la.html
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Interesante, aunque es claro que ese lenguaje técnico, en mi caso, tiene semejanzas patentes con el chino mandarín :)!
Saludos cordiales.
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Al contrario, es un gusto.
Saludos cordiales.
Es que no sucede "de bajísima probabilidad". Quizás no me exprese bien. Me refiero a un hecho prácticamente imposible, pero físicamente posible.
Por poner un ejemplo de Francisco: que una taza llena de café, la cual un minuto antes ha caído al suelo y se haya roto esparciendo el café por el suelo, se recomponga a sí misma y suba a la mesa con el café intacto, como si no se hubiera caído.
Este evento no es físicamente imposible (en teoría), pero de muy baja probabilidad, prácticamente imposible (supongamos que sí, igual), que nunca, en el tiempo de vida termodinámicamente útil del Universo, lo observaremos, casi seguro (según Francisco).
Si Dios restaura esa taza de café, en frente de mí, ¿hace un milagro?
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La cuestión es si la restauración de esa taza de café sería o no un hecho natural. En caso de que lo fuese, por definición no es milagroso.
Al decir que no es físicamente imposible, parece que estamos diciendo que es naturalmente posible. Y entonces, lo dicho.
Además, "de muy baja probabilidad" y de "bajísima probabilidad" parecen ser esencialmente lo mismo.
Saludos cordiales.
Por ejemplo, el suceso imposible tiene probabilidad 0, pero no todo lo que tiene probabilidad 0 es el suceso imposible.
Además, (pregunto) la definición de S. Tomás, o la canónica entre los teólogos o que sé yo, de milagro, ¿puede admitir un modificación (¿o es dogma de fe, doctrina católica, etc, esa definición de milagro? Pregunto) para dar a un concepto menos restringido donde se admita que los sucesos prácticamente imposibles, pero físicamente o teóricamente posibles, sean milagros hechos por Dios?
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La cuestión sigue siendo si esa posibilidad teórica es una posibilidad natural o no. En caso afirmativo,no casa con la definición que dimos de "milagro", que es la de algo que sucede fuera del curso natural.
Desde que la física lo prevé como posible, debe hacerlo en base a leyes, que, caso de ser ciertas, son obviamente leyes naturales.
Ahí no se aplicaría lo que Nicodemo le dice a Jesús: "Nadie puede hacer las cosas que tú haces, si Dios no está con él", porque siempre quedaría la posibilidad, todo lo teórica que se quiera, de que eso haya sucedido por causas naturales.
En todo caso, en la Escritura se narran auténticos signos sobrenaturales, como signo de la presencia y acción de Dios, y por eso, es importante señalar la diferencia que tienen con los eventos naturales.
Por eso distinguir lo natural de lo sobrenatural es de gran interés, y por eso no tendría sentido, o por lo menos confundiría, "extender" el significado de "milagro" hasta abarcar lo explicable por causas naturales.
Cosa que además dejaría siempre presente la tentación de explicar por causas puramente naturales todos los eventos milagrosos de la Escritura y la historia de la Iglesia, o bien, negar la realidad efectiva de los que no puedan explicarse de ese modo.
Se distingue, además, lo sobrenatural "quoad substantiam", que es lo que en sí mismo no puede ser hecho por causas naturales, como la resurrección de un muerto, y lo sobrenatural "quoad modum", que es lo que en sí puede ser hecho por causas naturales, pero con otros medios totalmente distintos de los que emplea el hacedor de milagros, por ejemplo, curar a alguien de una fiebre con unas palabras.
Saludos cordiales.
Lo resaltado en negrita, ¿va en contra de lo que S. Tomás dice de la conversión (o justificación, si son lo mismo) del impío y de que un milagro debe producirse de forma sensible?
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Dice Santo Tomás en Ia IIae, q. 113, a. 10:
"De ordinario, en las obras milagrosas se distinguen tres aspectos que hay que tener en cuenta. El primero, que se refiere a la potencia del agente, es que estas obras sólo pueden ser realizadas por la potencia divina. Por eso, al ser producidas por una causa oculta, según se explicó en la Parte I (q.105 a.7), son absolutamente admirables. Y en este sentido tanto la justificación del pecador como la creación del mundo, y en general cualquier obra que sólo Dios puede hacer, puede llamarse milagro.
El segundo aspecto, que se encuentra en algunas obras milagrosas, consiste en que la forma inducida por la acción sobrepasa la capacidad natural de la materia o sujeto; en la resurrección de un muerto, por ejemplo, la vida sobrepasa la potencia natural del cuerpo que resucita. Y desde este punto de vista la justificación del impío no es milagrosa, ya que por su misma naturaleza el alma tiene capacidad para la gracia, pues, al haber sido hecha a imagen de Dios, es capaz de Dios por la gracia, según dice San Agustín.
El tercer aspecto, en fin, consiste en que en las obras milagrosas se encuentra algo que deroga el modo ordinario y acostumbrado de causar el efecto, como cuando un enfermo adquiere de manera instantánea la salud perfecta rompiendo el curso normal que la curación sigue cuando es obra de la naturaleza o del arte. Y en este sentido la justificación del pecador unas veces es milagrosa y otras veces no. Pues lo ordinario y más común en la justificación es que, bajo el impulso divino, que mueve el alma interiormente, el hombre se convierta a Dios comenzando por una conversión imperfecta, de la que pasa a la perfecta, ya que la caridad incoada merece su acrecentamiento y, una vez acrecentada, se hace merecedora de la perfección, según dice San Agustín. Pero a veces Dios sacude tan poderosamente el alma, que ésta alcanza de golpe la justicia en un grado de cierta perfección. Tal fue la conversión de San Pablo, en la que concurrió además un milagroso abatimiento exterior, y así, esta conversión es celebrada por la Iglesia como milagrosa."
Según esto, la conversión de que habla Royo Marín sería milagrosa en el tercer sentido de los que aquí expone Santo Tomás, razonando por analogía, si aceptamos que según el "modo ordinario y acostumbrado" esta clase de pecadores no se convierte.
Saludos cordiales.
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