Non sine magno detrimento
A nivel intelectual, la actual crisis en el pensamiento católico tiene sus raíces en el abandono de la filosofía y la teología de Santo Tomás de Aquino.
Por supuesto que hoy día la crisis va más allá de lo filosófico y teológico; se trata de una verdadera crisis de fe en muchos llamados teólogos católicos, que ha encontrado campo propicio en la renuncia de muchos Obispos a ejercer su rol de guardianes de la sana doctrina en la Iglesia. Paradójicamente, cuando en el Concilio Vaticano II se acababa de subrayar la colegialidad y la corresponsabilidad episcopal.
Pero un componente intelectual importante, sin duda, de la crisis, es el abandono de la filosofía, y por tanto, de la teología, de Santo Tomás.
Para entender este aspecto de la crisis actual, hay que tener presente que la relación entre la filosofía cristiana y la filosofía moderna se reduce, esencialmente, a la relación entre el realismo y el idealismo filosóficos.
Dicho en forma muy rápida, para el realismo, la realidad que conozco es independiente de mi conocimiento y anterior a él. No depende por tanto, de mí, sino que yo dependo finalmente de ella. El origen de las cosas, y por tanto, de mí mismo, está fuera de mí. El realismo desemboca lógicamente en el creacionismo y en el monoteísmo.
Para el idealismo, lo que conozco depende de mi conocimiento, sin el cual no sería. En su forma más lógica, sostiene que no existe una realidad que no dependa de mi conocimiento. Soy por tanto el centro de la realidad, y en ese contexto filosófico es imposible afirmar un Dios Creador y Trascendente. El principio idealista fundamental, en efecto, dice que “un más allá del pensamiento es impensable”.
Para el realismo, la verdad es independiente del sujeto que la conoce, es por eso objetiva, universal, inmutable, eterna. Para el idealismo, la verdad depende del espíritu humano y de su perpetua evolución. Es subjetiva, relativa, cambiante.
La filosofía cristiana y católica es realista, la filosofía moderna, en lo que tiene de moderna, es idealista. Ése es el conflicto fundamental, a nivel intelectual. O al menos, es una de las facetas de ese conflicto fundamental, el cual también se puede expresar, más profundamente tal vez, en términos metafísicos y no gnoseológicos como aquí.
Otra forma de nombrar correctamente la crisis actual, en estrecha relación con ésta, es llamarla “la crisis del nominalismo en el pensamiento moderno en general y en un sector del pensamiento católico en particular". Sobre este tema habrá que volver en el futuro, Dios mediante.
Ahora bien, entre realismo e idealismo no hay conciliación posible. Lo conocido, o depende de mi conocimiento, y estamos en el idealismo, o no depende de él, y estamos en el realismo. No hay tercera posibilidad.
El “modernismo” fue la herejía con la cual se quiso hacer ingresar al idealismo, en su forma kantiana, en el pensamiento católico. La excusa fue encontrar un terreno de diálogo con el pensamiento moderno. Se adujo el ejemplo de Santo Tomás, precisamente, que en su tiempo cristianizó la filosofía de Aristóteles, que era la gran novedad intelectual entonces en la Europa medieval.
Se olvidó o no se mencionó, que justamente, Aristóteles, aunque pagano, es realista, mientras que la filosofía moderna, aún nacida en terreno cristiano (Descartes era católico) es idealista.
En la Encíclica “Pascendi” donde es condenado, se hace una magistral síntesis del pensamiento modernista, donde se ve que el punto de partida es el idealismo kantiano.
Hoy día estamos en plena crisis modernista en la Iglesia. De modo semejante a lo que sucedió con el arrianismo, que sólo floreció tras su condena en el Concilio de Nicea, hace medio siglo que viene haciendo estragos en la Iglesia el modernismo condenado en la “Pascendi”.
Eso quiere decir, que hace medio siglo que una cantidad de filósofos y teólogos católicos es más o menos consciente y consecuentemente, idealista, habiéndose abandonado en muchos lugares el realismo de la filosofía cristiana, cuyo máximo exponente es Santo Tomás de Aquino.
La consecuencia de ello es una mentalidad historicista (cada época tiene su verdad, la verdad necesita por tanto ser “actualizada”) que es fácil detectar en muchas publicaciones “teológicas” supuestamente católicas.
La prensa, que no sabe filosofía, y menos teología, llama a eso el conflicto entre “conservadores” y “progresistas”. El nombre correcto es el conflicto entre realistas e idealistas, y en el límite, entre católicos y modernistas.
Este “blog” se llama “No sin grave daño” (“Non sine magno detrimento”), en honor de San Pío X, que en su encíclica “Pascendi” de 1907 estampó la siguiente frase profética: “Apartarse de Santo Tomás, principalmente en cuestiones de metafísica, es algo que no se hace sin grave daño”. En el lapso que nos separa de la “Pascendi", la historia del pensamiento católico ha dado sobrada razón al santo Pontífice.
Nuestra tesis es que si la crisis actual es superada, por la gracia de Dios, antes de la Parusía, uno de los componentes inevitables de esa superación será el retorno irrestricto y sin condiciones al predominio, por lo menos, de la filosofía y la teología del Aquinate y de la gloriosa escuela tomista.
Con la ayuda de Dios, entonces, trataremos de ir ilustrando las causas y las consecuencias nefastas de ese abandono de la filosofía y teología del Aquinate en nuestro tiempo.
31 comentarios
Totalmente de acuerdo con la tesis que mantienes, la pérdida del Norte de la sociedad moderna y contemporánea es la pérdida del realismo.
Es la línea de E. Gilson.
¡Bienvenido a InfoCatólica! Estoy convencido de que desde aquí harás mucho bien.
¡Feliz Domingo!
Daniel Iglesias
Bienvenido y que Dios le ilumine en sus próximos artículos que espero con mucho interés.
PAX CHRISTI,
Un saludo, de nuevo.
Como bien apuntas, antes del siglo XIX,la Iglesia respetaba y tenía en muy alta estima el pensamiento de Tomás. Pero solo a finales´de ese mismo siglo,el Papa León xIII escribió una encíclica asignando un puesto privilegiado a la doctrina filosófica y teólogica del Aquinate en la enseñanza de los seminarios y las universidades católicas.Desde el Concilio Vaticano II,el influjo de santo Tomás en las instituciones católicas ha disminuido notablemente,reemplazando sus textos por otros filósofos,no siempre de gran envergadura. Pero ahora su reputación crece cada vez más, aún en ambientes no católicos e incluso no cristianos,impresionados todos por su portentoso genio filosófico.
Por tanto no es porque el magisterio no lo haya dicho, sino por lo que lleva años ocurriendo. Se dice una cosa y se hace otra y no pasa nada, sino que se disimula muy bien hasta que todo revienta y ya no se puede disimular más.
Lo que dices en el post es la pura verdad archicomprobada. Mucha gente no reconoce su intoxicación kantiana, entre otros muchos venenos del pensamiento.
Vaya para vos un agradecimiento muy personal, Néstor, porque con certeros trazos has respondido magistralmente a algunas dudas fundamentales que tenía sobre este grandioso combate filosófico y teológico que se está dando desde hace varios siglos ha.
Bienvenido a esta comunidad virtual, y enhorabuena por lo promisorio que se vislumbra tu aporte.
El Concilio Vaticano II fue el primero que recomendó con nombre y apellido a Santo Tomás y a su teologia, en la Optatam Totius, sobre la formación sacerdotal, y en la Gravissimum Educationis, sobre la educación. Y de ahi pasó al Código de Derecho Canónico, c. 252.
En Gaudium et Spes 15 tenemos el rechazo claro del kantismo y la profesión del realismo filosófico. Después del Concilio, la "Lumen Ecclesiae" de Pablo VI es una verdadera joya.
Lo que la Iglesia expresa es preferencia, no exclusividad, y se refiere a la enseñanza que se debe impartir, no a las convicciones personales de cada uno. En mi caso, por gracia de Dios, es convicción personal, además.
Pero claro, en el post-Concilio hasta se dejó de estudiar filosofía en algunos seminarios y se la sustituyó por la sociología. Y en otros lugares se estudió y se estudia cualquier cosa en materia filosófica. Así estamos.
Lo de la "gloriosa escuelta tomista" tiene su explicación. Sin duda que es ingrato, en un sentido, ser discípulo de Santo Tomás, porque inevitablemente se va a estar por debajo del maestro. Siempre vamos a parecer torpes. Es como ser discípulo de Beethoven en música. A mí me hace gracia cuando oigo decir hoy día que hay que ir "más allá de Santo Tomás". Simplemente me pregunto quién lo va a hacer. Obviamente, es posible que aparezca un nuevo genio como Santo Tomás antes de la segunda venida de Cristo, aguardemos en todo caso y oremos. Hasta ahora, no.
Y es cierto, hay desacuerdos entre los tomistas en cuanto a algunos puntos importantes de doctrina y algunos de ellos se han apartado del Aquinate sin darse cuenta. Pero mi experiencia es que la interpretación que la Escuela hace de Santo Tomás es por lo general muy superior a la que hacen los críticos de la Escuela, que además, cuando uno quiere acordar resulta que son discípulos de Bergson, Hegel o Heidegger. El que va a intepretar directamente a Santo Tomás siempre es alguien. Y si es así, prefiero a la Escuela. Sin hacerla infalible, claro.
Sucede que a veces, cuando queda muy mal pegarle directamente al burro, se le pega a la montura, que en el fondo, es lo mismo. De todos modos, supongo que habrá tiempo Dios mediante para hablar de esas cosas. Felicitaciones a InfoCatólica por el esfuerzo que representa y gracias de nuevo.
Un detalle: el magisterio no habla de la escuela tomista, sino que gusta usar del tomismo y más concretamente: "en el tomismo se encuentra..."
La Congregación para la Doctrina de la Fe lo expresará así en un documento:
"La necesidad que sintió el Magisterio pontificio de proporcionar un instrumento filosófico y teórico, localizado en el tomismo, capaz de garantizar la unidad de los estudios eclesiásticos, sobre todo en la formación de los sacerdotes en los seminarios y en las facultades teológicas, contra el peligro del eclecticismo filosófico..."
Un saludo en la Paz de Cristo
Y Cristo, que es el mismo ayer hoy y por los siglos, hace participar de su perennidad a la "philosophia perennis" y a la "theologia perennis".
Iba a introducir un comentario sobre la aceptaciòn expresa de varios documentos del Vaticano II, respecto a Santo Tomás, pero te me has adelantado.
Que sigamos disfrutando de tus enjundiosos aportes.
Y que InfoCatólica se alegre de verlo.
Hoy existe una nefasta confusión entre lo natural y lo sobrenatural, que produce incontables errores doctrinales derivados de ella. Santo Tomás es el antídoto contra esta verdadera enfermedad del pensamiento católico de nuestra época, que se ha vuelto escéptico y subjetivista debido principalmente, creo, a esta confusión de órdenes.
Un saludo
Lo preliminar en el saber no es el problema gnopseológico: es un tema ético, de buen amor, que es como puede empezar a saberse bien.
Un tomista de escuela, encasillado y rígido, enseguida se pondría en guardia y empezaría a hablar de voluntarismo y la preeminencia del inelecto sobre la voluntad. Se haría incapaz de entender a Cardona en lo que quiere decir y que constituye precisamente la metafísica de la opción intelectual.
"el temor de Dios es el principio de la Sabiduría."
Si aceptamos a la Filosofía como una especie de la Sabiduría, es preciso reconocer, en base a estos textos bíblicos, que su consecución no es sólo cosa del mero entendimiento sino que también interviene la voluntad que ama saber y moviliza al entendimiento para ello.
Saludos cordiales
Es de San Pío X la afirmación de que el abandono de la escolástica, especialmente del tomismo, ha sido una de las causas de la apostasía de los modernistas. Después del Concilio Vaticano II, ha regresado a los medios católicos el mismo error, el mismo aborrecimiento contra la filosofía que León XIII llamó 'singular apoyo y honra de la Iglesia'.
De hecho, uno de los sofismas de los teólogos del nuevo cristianismo es acusar de aristotelismo a las formulaciones dogmáticas tradicionales alegando que la Iglesia no debe vincularse a ningún sistema filosófico. Aducen que semejantes formulaciones fueron útiles y válidas en su tiempo, es decir, dentro del ambiente cultural de la edad media. Hoy, por tanto, en un medio cultural totalmente distinto ellas ya no solo no tienen valor sino que incluso son nocivas y perjudiciales. Empeoran el progreso de los fieles, y son las responsables de la descristianización del mundo actual. La Iglesia, si quiere sobrevivir, si quiere mantener su perennidad, debe abandonar las fórmulas antiguas y adoptar otras conforme a la filosofía moderna, al pensamiento y mentalidad contemporáneos. Solo así realizará la Iglesia el ideal propuesto por el Concilio Vaticano II. Para no ser tenido por negligentes en su papel de teólogos pasan a la aplicación del principio establecido por ellos mismos, y las verdades reveladas van adquiriendo nuevas formulaciones, dentro de la concepción de la filosofía contemporánea.
Esta falacia no es algo nuevo. Ya en la antigüedad, los gnósticos deformaban la Revelación, para encuadrarla dentro de la filosofía neoplatónica, en el siglo XIX fue el hegelianismo el que desvío a ciertos teólogos católicos. Los de esta nueva Iglesia desean servir al marxismo, existencialismo, y demás filosofías antropocéntricas.
El engaño de estos mentores del nuevo cristianismo está en el olvido de una verdad del sentido común sin la cual es inexplicable el conocimiento, imposible la ciencia y hasta la propia vida humana. Tal verdad del sentido común debería estar en la base de toda filosofía que no sea una mera construcción del espíritu: consiste en la persuasión de que el conocimiento es determinado por el objeto externo. Él es verdadero cuando aprehende la cosa tal como es, y falso cuando desvirtua la realidad. Pueden variar los sistemas filosóficos. Ellos serán más o menos verdaderos, en la medida en que sus concluiones partan de este principio del sentido común. En el acatamiento a tal principio encuentra el tomismo todo su vigor. Lo destaca León XIII cuando dice que el tomismo es una filosofía que se apoya firmemente en sólidos y verdaderos principios. O sea, no es un sistema arbitrario, fruto de la imaginación o creación del filosófo. Al contrario, la filosofía tomista se asienta sobre la realidad para aprehenderla tal como ella es.
Cuando la Iglesia enuncia sus dogmas sirviendose de los términos usados en la escolástica, no lo hace porque tales expresiones sean de un determinado sistema filosófico sino porque pertenecen a la filosofía de todos los tiempos.
No proceden de este modo los filósofos o teólogos de la nueva Iglesia. No están atentos a la realidad sino que desean satisfacer a la mentalidad moderna o a sus propias convicciones personales ajenas a los principios más elementales de cualquier filosofía 'realista'. Para ellos la actualización de la Iglesia está en la adaptación de su doctrina a esa mentalidad. Y como el hombre moderno ha formado su pensamiento en un ambiente cultural volcado a la apariencias, a los fenómenos, y aversión a la verdadera metafísica, la Iglesia, según estos pseudoteólogos, necesita adaptarse a este modo de pensar para no acabar zozobrando. No se entiende como tal actitud pueda escapar del error modernista, según el cual, el dogma evolucionó de un sentido a otro de acuerdo a las necesidades culturales de la época en que fue anunciado.
Recordemos que la verdad revelada se comunica al mundo en lenguaje humano. Tal lenguaje, a pesar de no ser perfecto, no se reduce a mero simbolismo, sino que dice objetivamente lo que es el misterio de Dios aunque no lo manifieste en su inagotable riqueza. Esta es la razón por la cual las fórmulas dogmáticas no pueden variar de significado. La fe una vez transmitida, dice San Judas Tadeo fue 'de una vez para siempre'. Ella es inmutable e invariable. Se puede esclarecer pero no transformar. Es como un ser vivo que se desarrolla y perfecciona en la misma naturaleza y que permite que el individuo sea siempre el mismo.
La causa del aturdimiento que sufren los fieles, que ya no tienen certeza sobre lo que deben creer se debe al abandono de la Tradición. El antídoto a esta profunda crisis del lenguaje y del pensamiento sólo podemos encontrarlo en la fidelidad a la Tradición. Para no alargarme sintetizo con estas palabras proféticas de León XIII: Para evitar los errores, fuente y cabeza de todas las miserias de estos tiempos, hay que ser fieles, hoy más que nunca, a la doctrina del Aquinatense. Pues totalmente destruye Santo Tomás los errores modernistas en cualquiera de sus manifestaciones. Saludos y bendiciones.
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Felizmente, lo de "nueva Iglesia" sólo puede ser un modo imperfecto de hablar, ya que Iglesia hay una sola, la Cristo fundó sobre Pedro y es gobernada por los sucesores de Pedro, hasta el fin de los tiempos.
Saludos cordiales.
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