26.12.08

La familia, escuela de humanidad y transmisora de la fe

Nota obispos de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida, con motivo de la Jornada Mundial de la Familia

LA FAMILIA, ESCUELA DE HUMANIDAD Y TRANSMISORA DE LA FE

«La familia formadora de los valores humanos y cristianos». Este es el tema elegido para el sexto encuentro mundial de las familias que tendrá lugar en México del 14 al 18 de enero. El hilo conductor de este encuentro hace referencia a la familia como el camino que conduce al hombre a una vida en plenitud. Unidos a esta idea fundamental nos disponemos a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia con el siguiente lema: «La familia, escuela de humanidad y transmisora de la fe».

I. Escuela de humanidad

a) Aprender a recibir el amor

«La familia es escuela del más rico humanismo»[1]. Estas palabras del Concilio Vaticano II presentan a la familia como la morada donde el hombre aprende a ser hombre. Se trata, por tanto, del lugar en el cual se desarrolla la primera y más fundamental ecología humana, el ámbito natural y adecuado para que pueda desarrollarse el aprendizaje de lo verdaderamente humano. Así lo descubrimos a la luz de la Revelación del Hijo de Dios que elige la Sagrada Familia para crecer en su humanidad.

En el hogar familiar la persona reconoce su propia dignidad. Lejos de cualquier criterio de utilidad, en su familia el hombre es amado por sí mismo y no por la rentabilidad de lo que hace. Más allá de lo que pueda aportar por sus posesiones o por sus capacidades físicas, técnicas, intelectuales o las propias de su personalidad, la persona no es un medio al servicio del interés de otros; es un fin absoluto, amada por sí misma, de un modo fiel que permanece en el tiempo incluso con sus propias debilidades.

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19.12.08

Dios nos ama, ¡Feliz Navidad!, por monseñor Gil Hellín

¿Dónde está la partida de nacimiento de Jesucristo? Donde están las de Recaredo, Carlomagno o Fernando III el Santo. En ninguna parte, porque las partidas religiosas no son anteriores al siglo XVI y las civiles incluso son posteriores. Sin embargo, sabemos que «Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del Rey Herodes». Este es el testimonio, escueto y claro, del evangelista san Mateo, que escribió su evangelio hacia el año setenta.

San Lucas es más detallista. Además de confirmar el lugar del nacimiento de san Mateo, añade que san José y la Virgen María habían subido a Belén con motivo de un empadronamiento que había tenido lugar antes de que Quirino fuera gobernador de Siria, hacia el año 3 antes del nacimiento de Cristo; que Jesús nació en un establo porque no había lugar en casa de ningún pariente; que unos pastores –que estaban velando sus ganados- fueron sorprendidos por la aparición de un ángel, que les comunicó la gran noticia; y que ellos fueron los primeros en contemplar a Dios hecho hombre.

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12.12.08

Documento de los obispos de Bilbao ante la Dignitas Personae

Instrucción DIGNITAS PERSONAE (La dignidad de la persona)
de la Congregación para la Doctrina de la Fe
A los 20 años de la Instrucción Donum vitae

La Congregación para la Doctrina de la fe nos presenta un nuevo documento titulado Dignitas personae (la dignidad de la persona), coincidiendo con el vigésimo aniversario de la promulgación de la Instrucción Donum vitae, que trataba de. respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación.

A la luz de dicho documento, esta nueva Instrucción Dignitas personae afronta algunas cuestiones nuevas que conciernen no sólo a los médicos e investigadores, sino también son objeto de discusión en las Asambleas legislativas y que interesan a sectores cada vez más vastos de la opinión pública. El documento ha sido elaborado con el apoyo de la Pontificia Academia para la Vida y un gran número de expertos procedentes de todo el mundo.

El asunto fundamental que el documento nos presenta es la necesidad de reconocer a cada ser humano la dignidad personal que le es propia desde su concepción hasta la muerte natural. Desde el momento de la concepción, al ser humano se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho a la vida. Se trata de una verdad de carácter ontológico que debería estar en los fundamentos de todo orden jurídico. Por tanto, se debe excluir cualquier criterio de discriminación de la dignidad humana basados en el desarrollo biológico, psíquico, cultural o estado de salud de la persona.

El reconocimiento de dicha dignidad personal ha sido tutelado y promovido por una gran parte de científicos y filósofos que ven en la ciencia médica un servicio a la fragilidad del hombre, con independencia del momento vital en el que se encuentra. Pero también es posible constatar la presencia de una mentalidad eugenésica en miembros de la comunidad científica y del pensamiento filosófico, que pone en riesgo el respeto debido a la dignidad humana, principalmente en los estadíos iniciales de su recorrido vital.

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8.12.08

Homilía de Monseñor Sanz Montes en la Solemnidad de la Inmaculada

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Queridos Hermanos sacerdotes,
Miembros de Vida Consagrada
Queridos Hermanos y Hermanas: Paz y Bien.

Habíamos iniciado este tiempo del Adviento que nos invita a preparar los caminos al Señor que llega. Ayer la liturgia nos alertaba precisamente de cómo hemos de enderezar nuestros entuertos, cómo allanar las altiveces y cómo desandar los caminos a ninguna parte, para que se haga posible el encuentro con Jesús, el Señor esperado, que se hace próximo y prójimo en la trama de nuestra edad.

Podría parecer que se interrumpe este itinerario cuando de sopetón nos ponemos a celebrar una festividad que aparentemente “distrae” en el camino apenas emprendido. Pero la festividad de la Inmaculada Concepción no es un desliz que se ha colado en el Adviento, sino una señal que nos permite mirar agradecidos a quien con su sí posibilitó el primer Adviento y coprotagonizar toda llegada del Señor a nuestras vidas. La solemnidad de la Inmaculada Concepción nos es presentada, precisamente en el corazón del Adviento, como una dulce invitación a fijar nuestra mirada en María, la llena de gracia y limpia de pecado ya en su misma concepción. Si el camino del Adviento nos prepara para recibir la Luz sin ocaso que representa y es el Hijo de Dios, María es la aurora que anuncia el nacimiento de esa Luz: Ella es el modelo acabado donde poder mirarnos y donde encontrar las actitudes propias de cómo esperar y acoger al Señor prometido. Mirar a María es mirar el modo con el que Dios nos enseña y nos quiere acompañar.

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1.12.08

Carta pastoral de monseñor Del Hoyo sobre Cáritas

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A los sacerdotes y seminaristas; miembros de Cáritas diocesana, interparroquiales y parroquiales; otras asociaciones en la Diócesis en favor de la Caridad.

Queridos hermanos y hermanas:

Destacamos las siguientes palabras de una las proposiciones que el recién celebrado sínodo de los Obispos “sobre la Palabra”, ha entregado al Sumo Pontífice: “Uno de los rasgos característicos de la Sagrada Escritura es la revelación de la predilección de Dios por los pobres (cf. Mt 25, 31- 46)… la Palabra de Dios, acogida con disponibilidad, genera abundantemente en la Iglesia la caridad y la justicia hacia todos y sobre todo a los más pobres” (11º)

En la Encíclica Deus caritas est -gran regalo del Pontífice actual, Benedicto XVI, a la Iglesia como primicia de su fecundo Magisterio- dice de Cáritas que “es un corazón que ve y que ama”. Añade el Papa que “el programa cristiano -el programa del Buen Samaritano, el programa de Jesús- es un corazón que ve. Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia.” (n. 31 b).

Es cierto que si la Iglesia no estuviese al servicio de los hombres no podría llamarse “Iglesia de Jesucristo”. Sabemos sus discípulos que nos encomienda la misión de continuar la labor humanizadora y salvadora que proclamó en la sinagoga de Nazaret: “Evangelizar a los pobres.”

I. Integrar fe y vida

Los cristianos debemos ser, en todo tiempo y no tanto de palabra sino con obras, testigos e imágenes de la misericordia de Dios en el seguimiento de las huellas de Jesucristo, nuestro Maestro.

Uno de los principales desafíos de la nueva evangelización es animar y preparar testigos capaces de proclamar la noticia de que Dios es amor, de que Dios nos ama, de que Jesús resucitado camina junto a nosotros y nos acompaña.

La pastoral no puede reducirse al mantenimiento de una administración de la rica religiosidad implantada y heredada del pasado, sino abrirse a una pastoral misionera de servicio, atención, cercanía, de entrega amorosa en favor del necesitado. Las preciosas imágenes del Buen Pastor, con la oveja perdida sobre sus hombros, y del Buen Samaritano camino de la posada, con el herido que levantó de la cuneta, deberían ser siempre la referencia en nuestros pasos.

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