Homilía de monseñor Demetrio Fernández en la Misa Crismal

Homilía de MONS. DEMETRIO FERNÁNDEZ, obispo de Tarazona,
En la Misa Crismal, miércoles santo 8 de abril de 2009

Colegiata de Santa María de Calatayud.

Queridos hermanos sacerdotes, queridos seminaristas llamados por Dios al sacerdocio ministerial, queridos fieles todos, miembros de este pueblo sacerdotal, religiosas, fieles laicos:

Mi felicitación más cordial y sincera a todos vosotros, queridos sacerdotes, que concelebráis conmigo, como presbiterio diocesano de la diócesis de Tarazona. Celebro con vosotros por quinto año consecutivo esta fiesta preciosa, en la que aparece Cristo como sumo y eterno sacerdote, y en la que la Iglesia muestras sus mejores galas, como esposa engalanada para su esposo, que la ha constituido como pueblo sacerdotal.

Al interior de este pueblo santo y para su servicio, los presbíteros y los obispos hemos sido llamados por el mismo Cristo con amor de hermano para perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio. Hoy celebramos la fiesta de nuestro sacerdocio ministerial, adelantando la institución de este Sacramento por Jesucristo en la última cena del jueves santo, cuando dijo a sus apóstoles: “Haced esto en memoria mía”. Todos celebramos hoy de alguna manera el aniversario de nuestra ordenación sacerdotal, y venimos agradecidos a decirle a Jesucristo que queremos ser sus sacerdotes para siempre.

En la Misa crismal son bendecidos los santos óleos y consagrado el santo crisma, por cuya mediación correrá por toda la diócesis como un río de gracia a través de los distintos sacramentos, Bautismo, Confirmación, Orden sacerdotal, Unción de enfermos, y en los demás ritos en que se emplea el santo crisma (altares, templos, objetos sagrados) para hacerles partícipes de la unción de Cristo.

Como si el costado de Cristo glorioso se abriera de nuevo en esta celebración, y de su corazón abierto brotara en abundancia el Espíritu Santo, que toma como vehículo en este caso el aceite bendecido o consagrado para llevar la gracia de Cristo a todas las parroquias de la diócesis. Bendecimos a Dios por el fruto de las olivas, de los olivos de nuestras tierras, de las almazaras y del trabajo de los hombres, que hoy queda consagrado para santificar a los hombres.

De este gran misterio a favor del pueblo santo, nosotros los sacerdotes somos ministros y dispensadores. Una vez más, queridos sacerdotes, repetimos con san Pablo, “doy gracias a Cristo Jesús que se fio de mí, me hizo capaz y me confió este ministerio… y eso que yo era un hombre pecador” (1Tm 1,12).

En el año jubilar de san Atilano

Se cumplen en el año 2009 los mil años de la muerte, del tránsito para el cielo, de san Atilano. San Atilano nació en Tarazona, en el año 939, según la tradición turiasonense, y fue después monje en Moreruela con san Froilán. Ambos fueron llamados al episcopado a comienzos del siglo XI. San Froilán en León y san Atilano en Zamora. San Atilano es también patrono de la diócesis de Zamora.

De su vida destaca la búsqueda de Dios, que le lleva a retirarse a la soledad de la oración, primero en Los Fayos y después en la región de El Bierzo. Le pido a Dios por intercesión de nuestro santo en este año jubilar que nos intensifique a todos la sed de Dios. Que no busquemos otra cosa en la vida, más que a Dios. Que no tengamos otra cosa que dar, sino a Dios.

En la vida de san Atilano destaca también su deseo de hacer penitencia por los propios pecados. Por esa razón emprendió una peregrinación a tierra santa, como era tan frecuente entre sus contemporáneos. Cuando uno ha encontrado de verdad a Dios, constata que es impuro, que en su corazón se entrelazan muchos intereses bastardos, muchas intenciones torcidas. Necesita purificarse, hacer penitencia, apropiarse de la pasión de Cristo, gracias a la cual todos hemos obtenido el perdón de nuestros pecados. En los próximos días contemplaremos a Cristo crucificado, adoraremos la santa Cruz. Que san Atilano nos conceda hacerlo con amor agradecido a Cristo redentor, con verdadero arrepentimiento de todos nuestros pecados, y con deseo de verdadera conversión.

San Atilano destaca sobre todo por su servicio al pueblo de Dios como buen pastor, en la diócesis de Zamora, que le tiene también como patrono. El buen pastor da la vida por las ovejas, no se aprovecha de ellas, conoce a cada una por su nombre, cuando ve venir el lobo no huye, sino que da la cara, da la vida por ellas. Lo contrario del asalariado, que no es pastor ni le importan las ovejas, y sólo busca su propio interés, no el de las ovejas.

Renovación de las promesas sacerdotales

Queridos sacerdotes, en la misión encomendada por Cristo y por la Iglesia, renovemos hoy los compromisos asumidos el día de nuestra ordenación. El compromiso de servir al pueblo de Dios durante toda la vida, hasta dar la vida por nuestro pueblo. El compromiso de proclamar la Palabra de Dios e instruir a nuestras comunidades en el camino de la verdad. El compromiso de santificar, mediante el culto divino, llevando a nuestros fieles al culto de adoración al Dios único en espíritu y verdad, sobre todo en la Eucaristía, celebrada con toda la dignidad que nos pide la Iglesia, y rezando al completo la Liturgia de las horas cada día. El compromiso de presidir y dirigir la comunidad cristiana, poniéndonos al frente de la misma como el que sirve, con la misma autoridad de Cristo.

Renovemos las promesas sacerdotales de obediencia gozosa al obispo, principio y fundamento de la unidad de la diócesis. La promesa de vivir en celibato, con el corazón consagrado a Dios, teniendo a Jesucristo como único esposo. La promesa de vivir según el evangelio, en pobreza y austeridad, no buscando nunca recompensas temporales.

Nuestra postura cristiana ante la crisis

La situación de crisis económica que estamos padeciendo, y que todavía durará y podrá incluso agravarse, encuentra una vez más en la Iglesia católica un paliativo importante en las obras de caridad que se están realizando. El servicio impagable de Cáritas y de otras instituciones pone en evidencia que la caridad de Cristo es urgente, y que la Iglesia no es un parásito de la sociedad, un parásito que hay que extirpar, sino una institución que ayuda a superar los momentos de crisis en éste y en tantos otros niveles. La crisis que estamos padeciendo ha de convertirse en una ocasión de extremar la caridad por parte de quienes han conocido el amor de Cristo, que nos ha amado hasta el extremo.

La Conferencia Episcopal Española ha destinado una parte importante de su presupuesto a dotar a las Cáritas diocesanas de medios paliativos de la crisis. En nuestra diócesis también la acción de las Cáritas parroquiales se ha visto incrementada en un 300% de su actividad habitual. Muchas personas, a nivel individual, canalizan sus ayudas a través de las parroquias u otras instituciones de Iglesia. En algunos arciprestazgos de nuestra diócesis, los sacerdotes retiran parte de su sueldo para constituir un fondo de solidaridad. Muchas Hermandades y Cofradías de Semana Santa, al tiempo que se pronuncian decididamente a favor de la vida, han dispuesto realizar en estos días santos una nueva “operación kilo”, en la que cada uno pueda hacer su aportación en especie o en dinero.

La caridad cristiana, que tiene a Cristo como referencia fundamental, no consiste sólo en repartir para que todos tengan, sino en despojarse uno mismo para compartir con los demás. Los programas sociales buscan que a todos llegue lo necesario, buscan la justicia, aunque muchas veces no lleguen a conseguirla. La visión cristiana, además de la justicia y en la lucha por la justicia, introduce un elemento originalmente cristiano. Se nos invita a despojarnos, a privarnos de lo nuestro, incluso de lo necesario. Por eso, queridos sacerdotes, en la misa de jueves santo, invitad a los fieles a que, imitando a nuestro Señor Jesucristo, nos despojemos de algo incluso necesario para compartirlo con los necesitados, que viven cerca de nosotros.

Nosotros estamos con el Papa

Si no defendemos lo nuestro, ¿quién nos va a defender? En los últimos meses, el Papa, Sucesor de Pedro, ha sufrido ataques sistemáticos contra su persona y su ministerio. A veces estos ataques son más dolorosos porque provienen de los enemigos de fuera y de los enemigos de dentro. Para un católico, el Papa es un valor fundamental de nuestra propia fe. El es el Vicario de Cristo, el dulce Cristo en la tierra. Queremos agradecer a Dios el don del Sucesor de Pedro en el seno de la comunidad de los discípulos de Cristo. En nuestro compromiso de obediencia renovamos nuestra obediencia al que es pastor para la Iglesia universal.

Estamos con el Papa y queremos apoyarle cuando defiende el valor de la razón humana y pide que la racionalidad se abra camino en tantos ámbitos en los que peligra el sentido común. Estamos con el Papa cuando propone la fe católica y la moral según el Evangelio. Estamos con el Papa cuando nos recuerda a todos cuál ha de ser la disciplina de la Iglesia. Estamos con el Papa cuando propone una y otra vez que el mundo necesita a Dios y la Iglesia ha de aportar a este mundo el valor absoluto de Dios. Estamos con el Papa incondicionalmente.

Oremus pro Pontifice nostro Benedicto. Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in manibus inimicorum eius. Amén.

+ Demetrio Fernández, obispo de Tarazona

1 comentario

  
José
Que gran pastor es Monseñor Demetrio Fernández. Sus palabras son siempre acertadas, claras y van a la raíz de los asuntos de vital importancia para la vida de la Iglesia y sus fieles.
La Diócesis de Tarazona debe estar agradecida al Señor por tener al frente de su Iglesia a tan excelente Obispo.
Que este Año Jubilar de San Atilano, patrón de la ciudad, colme de dones y gracias a todos sus diocesanos.
16/04/09 10:20 AM

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