Vivamos una Navidad católica
La Navidad es una fiesta de resonancia universal. Ya sólo el hecho de que todo el planeta se rija oficialmente por el calendario cristiano, que divide la Historia en antes y después del nacimiento de Jesucristo, indica la trascendencia que tienen estas fechas para la humanidad en general. Alrededor de ellas ha surgido toda una cultura, que se manifiesta en dos estilos de celebración: el sagrado y el profano. El primero se centra en la fe en el misterio de la Encarnación del Verbo y en los valores que de ella se derivan; por eso es, sobre todo, una fiesta de la familia (la familia humana debe estar imbuida del espíritu de la Sagrada Familia, que es, a su vez, espejo de la Familia Trinitaria). El otro estilo de celebración de la Navidad se ha apropiado de la festividad cristiana, fagocitándola, vaciándola de su sentido primigenio y transformándola en una mera ocasión para el ocio y la diversión, sin ningún sentido religioso o con éste muy amortiguado y ahogado por la fiebre consumista y comercial que todo lo invade. Ya el saludo con el que se felicita en este período denuncia el estilo de celebración que se asume: “Feliz Navidad” al modo cristiano; “Felices Fiestas” al modo paganizante que se ha puesto de moda. Desde estas líneas queremos contribuir con nuestro granito de arena a rescatar el sentido católico de la entrañable festividad que nos recuerda el nacimiento del Hijo de Dios según la carne.