565 - MÉXICO: 25 de Marzo: MENSAJE PARA EL DÍA DE LA VIDA
MÉXICO: 25 de Marzo: MENSAJE PARA EL DÍA DE LA VIDA
Con motivo del Día de la Vida que se celebra el 25 de Marzo -en otros países Día del Niño por Nacer- la Comisión Episcopal de Pastoral Familiar de la Conferencia Episcopal de México, ha dado a conocer el siguiente mensaje:
MENSAJE PARA EL DÍA DE LA VIDA. 25 de marzo de 2003. La vida es un tesoro escondido (cfr. Mt 13, 44)
Dios nos ha llamado no sólo a existir sino a vivir, hasta llegar a participar de su misma vida divina. Por eso la vida humana no se valora sólo por sus aspectos materiales, es un misterio que se va revelando, un tesoro escondido en el campo de la vida cotidiana, esperando ser encontrado, admirado, poseído y conducido hacia su fin último que es Dios mismo. Es un regalo espléndido de Dios que hay que descubrir porque está escondido en la persona, es una realidad sagrada y gratuita, confiada a la responsabilidad y custodia amorosa de cada hombre y mujer.
Vista así, la vida no se puede reducir a una cosa o mercancía que se pueda considerar propiedad exclusiva de cada quien para dominar, manipular, abusar o desechar. Cada vida humana ha sido creada desde el corazón de Dios y permanece siempre en una especial relación con su Creador. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término y, por tanto, la vida humana tiene un carácter sagrado e inviolable, en el que se refleja la inviolabilidad misma del Creador quien crea al ser humano a su imagen y semejanza, hombre y mujer, a quienes bendice con el don de la fecundidad, haciéndolos así sus colaboradores en la transmisión y custodia de la vida.
El ser humano, según el designio de Dios, ha sido llamado por Él a ser responsable y custodio de su propia vida, desde la concepción hasta la muerte natural. El Señor lo ha llamado también a cultivar y custodiar el jardín del mundo (cf. Gn 2, 15). Todos tenemos "una responsabilidad específica sobre el ambiente de vida, o sea, sobre la creación que Dios puso al servicio de su dignidad personal, de su vida: respecto no sólo al presente, sino también a las generaciones futuras. Es la cuestión ecológica -desde la preservación del "habitat" natural de las diversas especies animales y formas de vida, hasta la "ecología humana" propiamente dicha- que encuentra en la Biblia una luminosa y fuerte indicación ética para una solución respetuosa del gran bien de la vida, de toda vida" (Evangelium Vitae, 42).
Pero el dominio confiado al hombre por Dios sobre la naturaleza no es un poder absoluto, no se puede interpretar como libertad de "usar y abusar", o de disponer de las cosas como mejor parezca a cada quien, pues existen leyes no sólo biológicas sino también morales, cuya trasgresión redundan en perjuicio del mismo ser humano y su dignidad.
Jesucristo mismo entrega su propia vida para que nosotros tengamos la vida en abundancia. Él es la Palabra de vida, un Evangelio, una buena nueva para ser anunciada a toda criatura, incluida la propia naturaleza que espera ansiosamente "ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios" (Rm 8, 21).
Él le confía a la Iglesia la tarea de anunciar, celebrar y servir el Evangelio de la vida y, la familia, iglesia doméstica, participa de esta misión: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva" (Mc 1, 15). Por otro lado, la conversión es una exigencia bautismal, no algo opcional sino que palpita en nuestro propio corazón de hijos de Dios y, de cara al Evangelio de la vida, no es una simple simpatía a las causas de la vida como si fuéramos sólo activistas, sino que es algo que brota de nuestro propio bautismo: aunque la causa de la vida es responsabilidad de todos, nos compromete especialmente a los bautizados a una conversión hacia el Evangelio de la vida.
El próximo 25 de marzo, la Iglesia católica en México celebra por tercera vez el Día de la Vida, instituido por los Obispos en el marco de la solemnidad del misterio de la Encarnación, recordando que el Hijo de Dios asume el proceso de la vida humana desde la concepción, se encarnó en el vientre de una mujer, y nació y creció en el seno de la Sagrada Familia de Nazaret, confirmando así que la vida es sagrada y que la familia, de fundación matrimonial, ha sido constituida por Dios desde el principio como santuario de la vida. Ella una comunidad de amor y de vida, el lugar donde el amor acoge, promueve y protege la vida. Cuando la familia vive esta vocación que le es inherente, se convierte en una buena nueva para el tercer milenio.
Hacemos un llamado a las familias a que sean santuarios de la vida, proclamadoras y testigos del Evangelio de la vida. Les hacemos saber que compartimos con ustedes la preocupación por los atentados y desprecio hacia el valor fundamental de la vida. No podemos excluir de las causas el hecho de que los discípulos de Jesús no hemos asumido suficientemente nuestra responsabilidad de aceptar y testimoniar que sólo Dios es Dueño y Señor de la vida, de educar en el amor responsable hacia la vida humana y hacia toda vida, de alzar nuestra voz para proclamar y defender la sacralidad de la vida.
Para celebrar este Día de la Vida, proponemos a todos los bautizados, así como a nuestras instituciones, algunos temas que pueden ser desarrollados más ampliamente, no sólo como una propuesta académica, sino como una verdadera evangelización:
1. La belleza de ser hombre y mujer: una diferencia complementaria, recíproca; llamados no a competir sino a compartir.
2. La responsabilidad de asumir y vivir la propia sexualidad, creada por Dios, constituida como lenguaje del amor esponsal. La castidad y la virginidad.
3. La estupenda novedad del matrimonio. La familia como buena nueva para el tercer milenio. La paternidad responsable, colaboradores de Dios en la procreación de los hijos.
4. La dignidad humana desde la concepción y el derecho a la vida digna hasta la muerte natural.
5. La gratuidad del don de la vida: el hijo no como un derecho sino como un don único e irrepetible de Dios, fruto del amor de los esposos y que ha de ser concebido dignamente, sin intervención de ninguna fecundación artificial.
6. La originalidad de cada ser humano que reclama ser respetada y no manipulada de modo egoísta como por ejemplo en la clonación. Que ningún ser humano puede ser pensado como un "repuesto" para otro.
7. Que todo ser humano, por su dignidad inviolable, no puede ser víctima de la eutanasia por razones de una falsa compasión.
8. El compromiso de los bautizados de promover la protección de la vida en los foros político, legislativo, científico y médico.
Invitamos a los agentes de pastoral familiar y de la vida en México para que, de acuerdo con sus Pastores, promuevan con creatividad diversas iniciativas para celebrar el Día de la Vida.
X Mons. Rodrigo Aguilar Martínez X Mons. Francisco Javier Chavolla Ramos
Obispo de Matehuala Obispo de Matamoros
Pte. de la C.E. de Pastoral Familiar Responsable del Departamento de la Vida