312 - JUAN PABLO II: EL EMBRIÓN ES UNA PERSONA CON DERECHOS HUMANOS
JUAN PABLO II: EL EMBRIÓN ES UNA PERSONA CON DERECHOS HUMANOS
Fuente: VIS, 3-4-00 y propias. Traducción no-oficial
El 3 de abril, Santo Padre se encontró con los 2.500 participantes en el congreso internacional organizado por el Instituto de Ginecología y Obstetricia Médica de la Universidad La Sapienza de Roma sobre el tema "El feto como paciente".
Juan Pablo II, comenzó diciendo, "vuestro congreso considera al feto en toda su plena dignidad humana, una dignidad que el niño aún no nacido posee desde el momento de su concepción".
"En las últimas décadas, cuando el sentido de la humanidad del feto se vio minado o distorsionado por las ideas reductivas sobre la persona humana y por leyes que presentaban estados cualitativos científicamente infundados en el desarrollo de la vida concebida, la Iglesia ha afirmado y defendido repetidamente la dignidad humana del feto. Con esto queremos decir que 'el ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el momento de su concepción; y por lo tanto desde ese mismo momento deben ser reconocidos sus derechos de persona, entre ellos, en primer lugar, el derecho inviolable a la vida de todo ser humano inocente. (cfr. Instrucción Donum Vitae I, 1; Enc. Evangelium Vitae, n. 60)".
"Las terapias embrionales que emergen en los campos genético, quirúrgico y médico ofrecen nuevas esperanzas de salvar la vida del que sufre de patologías que, o son incurables o muy difíciles de curar después del nacimiento. Confirman la enseñanza que ha sostenido la Iglesia sobre la base de la filosofía o de la teología. La fe, en efecto, no disminuye el valor y la validez de la razón. Al contrario, la fe sostiene e ilumina la razón, en particular cuando la debilidad humana o las influencias psicosociales negativas disminuyen su lucidez".
"En vuestro trabajo, que debería basarse siempre sobre la verdad científica y ética, estáis llamados a reflexionar seriamente sobre algunas propuestas y prácticas que se derivan de la tecnología de la procreación artificial. En mi Encíclica Evangelium Vitae, he observado que las diversas técnicas de reproducción artificial, aparentemente al servicio de la vida, por el contrario abren la puerta a nuevos ataques a la vida. Aparte del hecho de que son moralmente inaceptables desde el momento en que disocian la procreación del contexto integramente humano del acto conyugal, esas técnicas tienen un índice muy alto de fracasos, que afecta no tanto a la fecundación sino al desarrollo del embrión, expuesto al riesgo de muerte (…) (cfr. Enc. Evangelium Vitae, n 14)".
"Un caso de especial gravedad moral a menudo derivado de esos procedimientos ilícitos es la llamada 'reducción de los embriones' o eliminación de los fetos cuando ha tenido lugar una concepción múltiple. Este procedimiento es gravemente ilícito cuando la concepción acontece en el curso de la relación conyugal normal, pero es doblemente reprobable cuando es el resultado de procreación artificial".
"Aquellos que recurren a métodos artificiales deben ser tenidos como responsables de esa concepción ilícita, pero cualquiera que sea el modo de la concepción -una vez que ésta ha tenido lugar-, el niño concebido debe ser respetado absolutamente. La vida del feto debe ser tutelada, defendida y sostenida en el seno materno por motivo de su intrínseca dignidad, una dignidad que pertenece al embrión y no es conferida por otros, no viene dada por los progenitores genéticos, ni por el personal médico ni por el Estado".
Juan Pablo II terminó su discurso diciendo, "sois expertos en el seguimiento de los inicios maravillosos y delicados de la vida humana en el seno materno. Por eso, sabéis mejor que nadie en que modo la doctrina moral de la Iglesia refuerza y sostiene una ética natural, basada sobre el respeto de la inviolabilidad de toda vida humana. La doctrina moral católica ilumina cuestiones relacionadas al delicado proceso del inicio de la vida, tan lleno de esperanza y rico de promesas para la vida futura, campo maduro para los descubrimientos maravillosos de la ciencia medica. Confío en el hecho que vuestro trabajo esté siempre inspirado en el reconocimiento de la dignidad de cada ser humano, cada uno de los cuales es un don incomparable del amor creador de Dios". FIN, 10-4-00