281 - JUAN PABLO II: GRACIA Y REDENCIÓN PARA TODAS LAS FAMILIAS DEL MUNDO
JUAN PABLO II: GRACIA Y REDENCIÓN PARA TODAS LAS FAMILIAS DEL MUNDO. (Texto completo de la Catequesis del miércoles 29-12-99).
ZENIT, 29-12-99
1. El domingo pasado, la Liturgia nos presentó a la Sagrada Familia de Nazaret, modelo de toda familia que se deja guiar por la sorprendente acción de Dios.
En el mundo occidental, la Navidad es considerada como la fiesta de la familia. El volverse a encontrar y el intercambio de regalos subrayan el fuerte deseo de comunión recíproca y ponen de manifiesto los valores más elevados de la familia. Ésta se redescubre como comunión de amor entre personas, fundada sobre la verdad, sobre la caridad, sobre la indisoluble fidelidad de los cónyuges, sobre la acogida a la vida. A la luz de la Navidad, la familia descubre su propia vocación a ser una comunidad de proyectos, de solidaridad, de perdón, de fe, en la que cada individuo no pierde su propia identidad, sino que, al aportar sus propios dones específicos, contribuye al crecimiento de todos. Es lo que sucedió con la Sagrada Familia, a la que la fe nos presenta como inicio y modelo de las familias iluminadas por Cristo.
2. Recemos para que el gran Jubileo, que acabamos de comenzar, sea realmente motivo de gracia y de redención para todas las familias del mundo. Que la luz de la Encarnación del Verbo les ayude a comprender mejor y a aplicar su vocación original, el proyecto que el Dios de la vida tiene sobre ellos para que se conviertan en imagen viva de su amor.
De este modo, el Jubileo puede ser un tiempo de conversión y de recíproco perdón en cada familia. Será un período propicio para reforzar las relaciones de cariño en cada familia y para recomponer los núcleos familiares divididos. ¡Que cada familia cristiana adquiera una conciencia cada vez mayor de su gran misión en la Iglesia y en el mundo! Hoy día se requiere una atención particular a cada familia, especialmente a las más pobres y menos serenas; se requiere alentarles para acoger la vida que nace, pues cada niño que viene al mundo es un don y esperanza para todos.
3. En nuestro mundo, en el que la familia "ha sufrido quizá como ninguna otra institución, la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura" es importante el que los creyentes reafirmen con vigor que "el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad". Por ello, la Iglesia no se cansa de ofrecer "su ayuda a hombre preocupado por los destinos del matrimonio y de la familia" ("Familiaris consortio", 1).
Que el gran Jubileo del 2000 sea para todas las familias una ocasión para abrir con valentía las puertas a Cristo, único Redentor del hombre. Cristo es la novedad que supera toda expectativa del hombre, el criterio que hace la existencia del hombre cada vez más humana (cf. "Incarnationis mysterium", 1).
Con esta conciencia, entremos espiritualmente en la Casa de Nazaret y pidamos a la Sagrada Familia que proteja y bendiga a las familias del mundo para que sean "escuela de una humanidad más completa y rica" ("Gaudium et spes", 52). (Traducción no oficial realizada por ZENIT). FIN.