7.11.16

Luterándonos: los frutos de la ruptura según Lutero

Terminemos esta serie de fichas que hemos compartido aquí durante días a modo de “flos haereticorum“, con algunas citas del balance que el mismo heresiarca hacía. 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

Cuadro: Egbert II van Heemskerck - “Lutero y Calvino en el infierno” (1700).


“¿Qué frutos trajo, fray Martín?":

“los nuestros (tiempos) son al presente siete veces más escandalosos que lo que se ha usado hasta ahora; noso­tros robamos, mentimos, engañamos, comemos y bebemos y nos entregamos a todo género de vicios (…). Nosotros los alemanes somos al presente el ludibrio y la vergüenza de todo el mundo que nos califica de puercos, ignominiosos y obscenos”[1].

 

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6.11.16

Luterándonos: fe y razón; Aristóteles y Santo Tomás de Aquino

La razón, según Lutero, sirve para las cosas prácticas del mundo terreno, pero de ningún modo para iluminar los asuntos de la fe, de allí que sea una abominación pensar que con ella se pueda profundizar la teología y los dogmas ya que la razón es contraria a la fe[1].

Lo mismo diría luego:

 

“La razón se opone directamente a la fe, y deberían dejarla que se vaya; en los creyentes hay que matarla y enterrarla[2] (…).Es imposible poner de acuerdo a la fe con la razón[3] (…). Has de abandonar tu razón, ignorarla, aniquilarla por completo, de lo contrario no entrarás en el Cielo (…)[4].Es menester dejar a la razón en su casa, porque es la enemiga nata de la fe… Nada hay tan contrario a la fe como la ley y la razón, hay que vencerlas si se quiere alcanzar la bienaventuranza”[5].

 

A la inteligencia “Dios nos la ha concedido para que gobierne en el mundo, es decir, a ella corresponde el poder de dictar leyes y de ordenar principalmente lo que respecta a esta vida, como el beber, el comer, el vestir, así como lo referente a la disciplina exterior y a una vida honesta”[6], pero en lo espiritual es “ciega y anda en tinieblas”[7].

“La razón es la puta del diablo. Sólo es capaz de blasfemar y de deshonrar cuanto Dios ha dicho o ha hecho[8] (…) “La más feroz enemiga de Dios”[9] (…). “Es la mayor puta del diablo; por su naturaleza y manera de ser es una puta dañina; una prostituta, la puta titular del diablo, una puta carcomida por la roña y la lepra, a quien habría que pisotear y destruir junto con la sabiduría… Arrójale inmundicia al rostro para afearla… La abominable merecería ser relegada a la más sucia habitación de la casa, a las letrinas”[10].

 

Pero no sólo la razón será despotricada contra el autor de la Ruptura Protestante, sino también aquellos que hubiesen intentado utilizarla a lo largo de la historia, entre otros, Aristóteles y el gran Santo Tomás de Aquino:

 

Aristóteles es el reducto impío de los Papistas. Es para la teología lo que las tinieblas son para la luz. Su ética es la mayor enemiga de la gracia”[11], es un “filósofo rancio”[12], un “pillo digno de ser encerrado en el chiquero o en el establo de los asnos”[13], “un calumniador desvergonzado, un comediante, el más astuto corruptor de los espíritus. Si no hubiera existido en carne y hueso, no sentiría el menor escrúpulo en tenerlo por un verdadero diablo”[14].

Aristóteles no es más que un “ciego gentil”, “una bestia pagana; “un devastador de la pía doctrina”, “un mero diccionario”, “impiísimo”, “sicofante”, “burro ocioso”, “monstruo de tres cabezas”[15].

Tanto era el odio de Lutero que hasta se dedicaba a atacarlo por medio de sus discípulos:

“Estoy preparando a seis o siete doctorandos, entre ellos Adriano (de Amberes), para el futuro examen, que redundará en ignominia de Aristóteles, contra quien desearía que se alzasen pronto muchísimos enemigos”[16].

 

¿Y de Santo Tomás?

 

Refiriéndose a Santo Tomás dice: "nunca comprendió un capítulo del Evangelio o de Aristóteles[17].

“Santo Tomás: me duele que este insigne varón haya intentado probar las cosas de la fe valiéndose de Aristóteles… La razón principal de mi opinión es que las palabras divinas no deben sufrir violencia ni de parte de los hombres ni de parte de los ángeles, sino que en lo posible se han de interpretar en su sentido más sencillo”[18].

 

“En resumen es imposible reformar la Iglesia si la teología y la filosofía escolástica no se arrancan de raíz[19].

 

Y en esto último no se equivocaba…

En fin…; todo un adelantado.

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

 

 


[1] Martín Lutero, Disputationes,a cura di Paul Drews, Göttingen 1895, 42 (cfr. Jacques Maritain, Tres reformadores, Excelsa, Buenos Aires 1945, 42).

[2] Weim., XLVII, 328, 23-25 (1537-1540).

[3] Weim., XLVII, 329, 29-30. “Ratio est omnium maximum impedimentum ad fidem”. Tischredem, Weim., III, 62, 28, Nº 2904 a.

[4] Weim., XLVII, 329, 6-7.

[5]  Weim., VI. (N9 6718), 143, 25-26, 32-35. 

[6] Weim., XLV, 621 5-8 (1538). 

[7] Weim., II, 319, 8; 320, 12. 

[8] Weim., XVIII, 164, 24-27 (1524-1525) 

[9] “Rationem atrocissimum Dei hostem", in Galat. (1531) 1535, Weim., XL. P. 1, 363, 25. 

[10] Erl., 16, 142 a 148 (1546).

[11] Cf. Uberweg, Grundriss der Geschichte der Philosophie, III, 1914, t. 30, 32. 

[12] Weim., IX, 43, 5 (1510-1511). 

[13] Weim., VII, 282, 15-16 (1521).

[14] Carta a Lang, 8 de febrero de 1516, de Wette, I, 15-16. 

[15] Ricardo García-Villoslada, Martín Lutero, t. 1, Bac, Madrid 1973, 72.

[16] Martín Lutero, Briefwechsel (WA 1930-67).I. 100.

[17] Enders, I, 350, 25-30 (14 de enero de 1519); I, 173-174, 50-57 (24 de marzo de 1518).

[18] Weimarer Ausgabe (Weimar 1883 y ss.) 6, 508-509.

[19] De Wette, I, 64, P. 108 (1518).

5.11.16

Luterándonos: la vida religiosa

 

Escribió Lutero desde Wartburg a su amigo Gerbel:

“Hay una vigorosa conjuración entre Felipe (Melanchthon) y yo en contra de los votos de los religiosos y de los sacerdotes, para abolirlos y anularlos: ¡oh! ¡aquel bandido de anticristo con sus escamas, cómo ha servido de instrumento a Satanás para destruir todos los misterios de la piedad cristiana! (…). Dichoso tú que has vencido con el honroso matrimonio aquel impuro celibato”[1].

 

Y sobre los votos específicamente, agregaba:

 

“Los votos monásticos son imposibles y anticristianos, pura hipocresía o soberbia (…) El matrimonio es absolutamente obligatorio y necesario para quien tiene órganos de generación[2].

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4.11.16

Luterándonos: los judíos

“A partir del planteamiento luterano, si somos coherentes, quedan solamente dos posibilidades entre las cuales optar en el curso de la historia: o el hombre se disuelve en su angustia y ya no es nada (y es la consecuencia del existencialismo ateo), o bien el hombre, basándose en esa misma angustia y corrupción, da un salto en el vacío y se autodefine superhombre (es la opción de Nietzsche). En el fondo Nietzsche regenera a Hobbes, en el sentido de que la “última ratio” del hombre es el poder. El dominio es posible solamente contra el amor, a partir de la contraposición, en el hombre, entre la razón y el corazón. Un tal poder, como “última ratio", implica la muerte de Dios. Se trata de un paganismo que, en los casos del nazismo y del marxismo, adquirirá formas organizadas en sistemas políticos” (Conferencia del P. Jorge Mario Bergoglio en Mendoza (Arg.), 1985, titulada: “Lutero: una “idea loca” que ha evolucionado en herejía y cisma”. La conferencia completa puede leerse aquí y fue republicada en un libro editado ya como Papa, en 2014; ver aquí).

Martín Lutero siempre se preocupó por el judaísmo y, aunque en un inicio intentó buscar su conversión, desistió de ello y se volcó a denigrarlos.

En los últimos años de su vida publicó cuatro opúsculos de una agresividad sin igual[1].

Veamos lo que decía:

Los judíos son un pueblo «abyecto y despreciable, es decir, no un pueblo de Dios, y su jactancia de linaje, su circuncisión y su ley deben ser considerados sucios» (…). Están manchados con «las heces del diablo (…) en las que se revuelcan como cerdos» (…). La sinagoga es una «novia impura, sí, una ramera incorregible, una mujerzuela impía». No se les debe mostrar ninguna piedad ni misericordia, ni facilitar protección legal alguna (…) «estos infectos gusanos venenosos» deben prepararse para el trabajo forzado o la expulsión definitiva» (…). «Seremos culpables de no destruirlos»[2].

 

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3.11.16

Luterándonos: el libre examen

El P. Teztel, dominico enviado a predicar el verdadero sentido de las indulgencias, decía respecto de Lutero ya en su época:

 

“Los artículos de Lutero están destinados a promover un gran escándalo, pues por su causa muchos despreciarán el poder de su Santidad del Papa y de la santa Sede Romana. También se abandonarán las obras de penitencia sacramental, y no se volverá a creer a los predicadores y doctores, queriendo cada cual interpretar la escritura a su antojo, por donde la santa y universal Cristiandad habrá de incurrir en gran peligro de las almas, pues cada cual no creerá sino en aquello que bien le pareciere[1].

 

Y Lutero, en esto, daba el ejemplo con su propia vida:

 

“Yo no quiero ser juez ni un asno papa, ni una mula. No quiero responder nada a tales asnos ni a sus berridos inútiles sobre la palabra ‘sola’ (sola scriptura). Ya basta. Lutero lo quiere, Lutero habla así. Lutero es un doctor por encima de todos los doctores de todo el papismo (…)[2].

 

“El cristianismo no es más que un continuo ejercicio de sentir que no has pecado aunque hayas pecado y que todos tus pecados son cargados a Cristo” [3].

“Sé pecador y peca reciamente, pero confía más vigorosamente y gózate en Cristo que es el vencedor del pecado, de la muerte y del mundo. No te imagines que esta vida sea la morada de la justicia: antes bien, es preciso pecar. Bástate reconocer al corderillo que lleva sobre sí los pecados del mundo, y en tal caso el pecado no podrá separarte de Él aunque cometas mil fornicaciones al día y perpetres otros tantos homicidios”[4].

 

“Aunque los santos Cipriano, Ambrosio y Agustín; aunque San Pedro, San Pablo y San Juan; aunque los ángeles del cielo te enseñen otra cosa, esto es lo que sé de cierto: que no enseño cosas humanas, sino divinas; o sea que todo lo atribuyo a Dios, a los hombres nada (…). Los Santos Padres, los doctores, los concilios, la misma Virgen María y San José y todos los santos juntos pueden equivocarse”[5] (él no, claro).

 

 

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi




[1] Vorlegung, Art. 19, Paulus, Tetzel 53. Amplios extractos en Hefele-Leclercq, Hist. Des Conciles, VIII, 651-57 (Cfr. Ricardo García-Villoslada, Lutero, t.1, BAC, Madrid 1973, 347)

[2] Sendbrief vom Dolmetschen: WA 30,2 p.632-36. «Doctor Martinus Luther wils also haben, und spricht: Papist und Esel sey ein Ding. Sic volo…» (Cfr. Ricardo García-Villoslada, Lutero, t.2, BAC, Madrid 1976, 35).

[3] Opp. exeg. lat., XXIII, 142; Weil., 331, 7 (cfr. Jacques Maritain, Tres reformadores, Excelsa, Buenos Aires 1945, 45). 

[4] Enders III, 208 (Cfr. cfr. Heinrich Denifle, Lutero y el luteranismo. Estudiados en sus fuentes,Tip. Col. Santo Tomás de Aquino, Manila 1920, 20).

[5] WA 40,1 p.130-31 y «Es heisse Heilig, Gelert, Veter, Concilia, oder was es sein mag, wenn es gleich María, Joseph und alle Heiligen miteinander waren, so folget darumb nicht, das sie nicht haben können irr en und feilen» (WA 17,2 p.28) (Cfr. Cfr. Ricardo García-Villoslada, Lutero, t.2, BAC, Madrid 1976, 14).

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