Mucho es lo que un hijo espiritual le debe a su padre en Cristo.
El R.P. Horacio Bojorge, SJ, nuestro padre espiritual hace ya algunos años, ha sido no sólo una guía segura y un fino maestro del discernimiento, sino también un ejemplo apostólico a seguir que impide cansarnos al momento de tener que arar en este maremundi.
Su lucha por mantener un auténtico espíritu ignaciano, su humildad y su fortaleza para combatir el error, siguen siendo asombrosos a pesar de sus más de ocho décadas de vida.
Siempre dispuesto a aconsejar, ha sabido transmitirnos que la caridad en la verdad debe vivida y predicada desde los tejados y desiertos, a pesar incluso, de la incomprensión de los “buenos".
Hay sólo un pecado que Dios no le perdonará: el haber aceptado aconsejarme espiritualmente… En fin. Nadie es perfecto.
Venga entonces la entrevista que accedió a concederme hace unas semanas para,
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
1) ¿Cómo descubrió su vocación sacerdotal y a la Compañía de Jesús?
Respondo: No diría que la descubrí yo, sino que me la mostraron. Me fueron preparando para que al mostrármela, la reconociera y siguiera.
Me resulta muy difícil responder a esa pregunta en forma breve. Porque es una historia que no puedo resumir. La he puesto por escrito cuando hace unos años me pidieron la historia de mi vocación para un libro con historias de vocaciones que luego no se publicó. Se encuentra aquí
2) Ud. se formó en Holanda en plena época de efervescencia y se ordenó durante el Concilio Vaticano II. ¿Qué recuerdos tiene acerca de esa época tempestuosa de la Iglesia? ¿Cómo debemos evaluar lo que sucedió en la Iglesia con el Vaticano II y después de él?
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