Canonizaciones e infalibilidad papal
El caso histórico de Santa Filomena
P. Javier Olivera Ravasi
“Preciosa a los ojos del Señor es la muerte de sus santos”, reza el salmo 116.
Pero no solamente su muerte, sino también sus vidas, arquetípicas y punzantes para los que aún militamos aquí abajo.
¿Y quiénes son los santos?". Aquellos que llevaron hasta el heroísmo una vida coherente con el Evangelio reflejando, como en un mosaico, la belleza del Santo de los Santos: Jesucristo. Es esto lo que hace que, cada tanto, la jerarquía eclesiástica los proponga para su veneración, como señala el actual Catecismo de la Iglesia Católica:
“al canonizar a ciertos fieles, es decir, al proclamar solemnemente que esos fieles han practicado heroicamente las virtudes y han vivido en la fidelidad a la gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del Espíritu de santidad, que está en ella, y sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e intercesores”[1].
- Santa Catalina, San Pedro Damián, Santa Juana de Arco…, orate pro nobis…
Pero… ¿cómo se llega a ser “nombrado” santo? ¿Cómo se logra esta decisión? ¿Es infalible el Papa cuando la realiza?