InfoCatólica / Que no te la cuenten / Categoría: Misiones

26.12.16

De Trento, Lutero y los parias en el Himalaya

Sí…, ecumenismo. Ya explicamos en el post anterior qué es lo que era eso: tratar de convertir a los que creen en Cristo al catolicismo apostólico y romano. Otra cosa podrá llamarse de otro modo, pero no es ecumenismo verdadero.

Pues bueno; el 24 y el 25 de Diciembre aquí, en plena meseta tibetana, tuvimos la oportunidad de ponerlo en práctica con el P. Federico, de la siguiente manera.

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23.12.16

Navidad (verdaderamente) ecuménica en el Tíbet

- “Tengo varios amigos judíos”.

- “Tengo muchos amigos homosexuales”.

- “Tengo un gran respeto por todas las religiones”.

-  “Soy cien por ciento ecuménico”.

Afirmaciones todas que, por políticamente correctas que quieran ser, justamente corroboran todo lo contrario y, quien las dijera al unísono sólo permitirían colegir que nos encontraríamos frene a un antisemita homofóbico (aquí sí, excelentemente usado el eufemismo) e intolerante.

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21.12.16

Budismo "for dummies". Visita a un monasterio tibetano

No soy experto en religiones orientales, ni en budismos, ni en comidas veganas. Pero desde hace unas semanas me encuentro en la meseta tibetana, en pleno Himalaya, con el P. Federico, intentando cumplir con el mandato evangélico que Nuestro Señor nos dejó antes de ascender al Cielo: “id por todo el mundo, enseñando lo que yo les he enseñado” (Mc 16,15); no estamos “oenegeando”, es decir, haciendo de la Iglesia una ONG que tranquilice las conciencias de múltiples voluntarios.

¿Cuál es la idea aquí? Simplemente evangelizar, hacer apostolado, visitar casas, estar con la casta de los “parias” o “dunkas” (paupérrimos indios que viven en tiendas y caminan descalzos), etc.

Este sábado pasado, entre otras mil actividades, fuimos invitados al monasterio budista que se encuentra a un kilómetro de nuestra casa; los “lamas” o monjes, culminaban allí con un meeting para más de 300 personas luego de una semana de festejos, vaya a saber de qué (en la aldea, el 99% es budista, el resto hinduista y unos pocos protestantes).

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17.12.16

Misa “ad orientem” en el Himalaya oriental

Como les comentaba a mis lectores en uno de mis últimos posts, me encuentro visitando a mi gran amigo, el P. Federico, misionero en la meseta tibetana, en pleno Himalaya oriental.

Para mí todo es nuevo: desde la gente que no come carne de vaca (“gay-mazú”, es decir, carne sagrada) hasta la no utilización de las duchas, sino una especie de jarrita con la que se echan el agua encima al momento de tomar un baño.

 En esta época del año, aquí, con una vista privilegiada del famoso monte Kanchendzonga, de 8500 metros, hace frío durante las mañanas y las noches, pero durante el día el clima es bastante apacible; no nieva, pero sí se ven las montañas nevadas a unos cuantos kilómetros.

La gente es sencilla; más bien sencillísima y muy buena. No hay persecución cruenta a los cristianos en esta zona y, hasta donde ví, todos lo reciben a uno con gran amabilidad. Puntualmente estamos (“aramos, dijo el mosquito…”) intentando evangelizar desde cero a esta gente que, en su mayoría es budista, con un porcentaje mínimo (¿0,5%?) de “protestantes” (y lo coloco así, entre comillas, porque el protestantismo de esta gente es cien veces más más católico que el catolicismo de muchos de los europeos o hispano-americanos) y otros hinduistas.

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11.12.16

De sotana por Estambul...

 - “¿Pero entenderán qué es la sotana en Turquía?".

- “Y…, al menos habrán visto alguna vez una película antigua…” - nos decíamos antes de bajar del avión.

Una de nuestras escalas antes de llegar a la meseta tibetana, fue Estambul, Turquía, antigua Constantinopla y sede del imperio romano de oriente. Allí debimos permanecer un día entero.

Como es de manual, no podíamos de dejar de visitar la hermosa Catedral de Santa Sofía, luego mezquita y ahora museo turco: una verdadera belleza de la arquitectura. El tema era…: ¿cómo debíamos ir vestidos por la calle? ¿De “clergyman", de sotana, o como laicos? Como dudamos un poco, nos decidimos enseguida: de sotana, como todos los días.

- “Es que puede haber atentados” -pensamos. Es cierto, pero también podría haberlos si no nos identificásemos como tales, como pasó, de hecho, el mismo día allí, cerca de un estadio de fútbol.

Es que, de algún modo debíamos predicar a los turcos -cuya lengua no hablamos- que hay una religión distinta (la verdadera) a la de Mahoma; la religión que sus antepasados practicaron hace siglos y que ahora olvidaron. Por lo tanto, si con nuestras palabras no podíamos dar testimonio, al menos lo haríamos con nuestro hábito (¿acaso los judíos y los musulmanes no hacen lo mismo?).

- “Probemos” - nos dijimos. Y nos largamos a caminar. 

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