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18.01.17

Misión e ignorancia invencible: ¿es mejor que se queden paganos?

Aprovechando una inteligente consulta dirigida al blog por una joven, comparto aquí la respuesta acerca de la necesidad o no de las misiones.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


 

“Siempre he tenido una duda y especialmente este último tiempo leyendo sus publicaciones. Sé que usted podrá aclarármelo.

Es una pregunta llena de ignorancia y no de mala intención pues realmente admiro todo lo que usted y su amigo, el P. Federico, hacen allá.

Yo tenía entendido que si uno no conocía a Dios porque no había llegado a él la predicación de la Palabra entonces no se condenaba (pero como opinión personal creo que tampoco podría ir al Cielo). Pues entonces cuando se misiona en lugares dónde jamás se ha escuchado sobre el Dios verdadero puede hacerse tanto un bien como un mal… Un bien si las personas responden al llamado de la salvación y un mal si no lo hacen; entonces en este último caso ¿no hubiese sido mejor que jamás hubiesen recibido la Buena Nueva ya que se podrían haber salvado por ignorancia? Al mismo tiempo, sé que es deber de todo cristiano hacer apostolado. Mis oraciones lo acompañan siempre”.


 

Va entonces la respuesta.

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15.01.17

“Conviértete y cree en el Evangelio”: sobre una predicación a monjes budistas

 Como contábamos más arriba, fin de año debimos pasarlo con el P. Federico entre budistas, vacas y protestantes a raíz de la dolorosa pérdida de una joven y su hijito que no pudieron sortear el parto.

Pocos días después, por pura necesidad material (no teníamos qué comer y necesitábamos comprar algo de combustible natural para el cuerpo) nos dirigimos a “la” aldea comercial de la zona (no imaginen uds. un shopping o algo así: apenas unos cientos de metros con unos cuántos negocios elementales).

Intentamos cambiar dinero y, por la crisis que hay ahora en la zona, nos fue imposible, así que nos conformamos con un par de cosas elementales. Estábamos por emprender el regreso cuando, en la parada del colectivo, nos encontramos con esos típicos y rojizos personajes que uno puede hallar a diario en estos remotos pagos, en pleno Himalaya oriental: los lamas o monjes budistas.

Ya habíamos narrado antes, en “Budismo ‘for dummies’”, nuestra experiencia cercana de tercer tipo, pero aquélla había sido en terreno visitante: un monasterio. Ahora era terreno neutral; el areópago era la calle, la tribuna, los peatones y el tema, como siempre, la religión.

Cabe recordar que los monjes budistas no son amigos de conversar con ajenos; menos que menos con extranjeros. Al ser una doctrina (porque no es religión, al no “religar” con nada) absolutamente “clericalista”, los monjes se encuentran como apartados, en un pedestal santificado. No hemos visto que hablen con la gente, ni que jueguen con los niños, ni que sonrían amablemente…; no. Son seres “separados”, “sacros” y casi intocables incluso cuando se los ve por las calles.

Hasta los hay al estilo de nuestros “seminaristas menores” que, según nos dijo uno de ellos, al menos muchos, ingresan al monasterio por mandato de sus padres y para poder tener un buen pasar económico (todos los monjes que hemos visto, a pesar de andar con sandalias, tienen unos enormes smartphones que serían la envidia de más de uno en occidente).

Pues bien; allí había tres monjes budistas y el diálogo, surgió más o menos de la siguiente manera: 

-          ¡Buenos días!

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12.01.17

Arco y flecha en la misión tibetana

Una de las aldeas remotas del norte de la meseta tibetana se llama Mannpatan: un hermoso y remoto paraje donde los vehículos no llegan y al cual se accede sólo después de una hora de caminata en medio de montañas dignas de un paisaje tolkineano.

Mannpatan tiene apenas trescientos habitantes que viven como aislados del mundo moderno. Allí no hay plasmas ni microondas, ni semáforo (porque no hay siquiera calles); digamos que si nuestra amiga Natalia Sanmartin lo conociera, seguro que situaría la segunda parte de su Srta. Prim.

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7.01.17

“No oenegearás”. Una experiencia india

Entre los tantos viajes que debimos hacer durante este tiempo misional con el padre Federico narraré sólo una experiencia puntual para que cada uno saque sus propias conclusiones.

El fin de las misiones “ad gentes” en la Iglesia es casi un hecho; ya casi nadie misiona en el mundo gentil y, si lo hace, es para resguardar a los pocos fieles católicos que se encuentran viviendo en ese ambiente; y no me refiero simplemente a ese “apostolado de la presencia” sino la explicación lisa y llana del Evangelio ad gentes ante millones de almas que no conocen a Jesucristo. “Id por todo el mundo enseñando…”, decía el Señor antes de Su gloriosa ascensión.

Si no, veamos la siguiente conversación que mantuvimos en uno de los transportes con una joven pareja recién casada.

-          Buenas tardes –les dije. ¿De viaje por aquí?

En un perfecto inglés, contestaron

-          Sí, estamos de luna de miel. ¿Y ud.?

-          Yo, misionando por un tiempo aquí, en el norte de la India. Soy un sacerdote católico. ¿ saben uds. lo que significa?

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1.01.17

Un fin de año entre budistas, vacas y protestantes

Cuentan que, en Argentina, una vez que el general Perón intentó bajar el precio de la carne en una de sus presidencias, dijo:

-          “Si hiciésemos el sacrificio de comer carne sólo una vez por semana, en breve se solucionaría el problema”.

Y nadie le hizo caso…, porque en mi país no somos vegetarianos pero sí comemos animales que lo son.

Pues bien; aquí en el pleno Himalaya oriental, al norte de la India, la vaca es un animal sagrado; ¿por qué? Porque dicen que es como nuestra madre, que nos amamanta dando leche.

Cuando pregunté el por qué comen carne de cabra entonces (pues también nos da leche la pobre), nunca supieron responderme…

La cosa es que con el Padre Federico nos habíamos preparado y, en una de nuestras expediciones a las aldeas vecinas, medio de contrabando, habíamos comprado dos kilos de carne vacuna a un musulmán que pensábamos comer el 31 de diciembre en la noche.

Pasó el día, arreglamos las cosas con dos familias de neo-conversos al catolicismo y todo estaba casi listo: comeríamos un poco de carne vacuna con… ¡arroz! ¡Pero con carne al fin!

Como aquí todo se maneja en base al calendario solar (a pesar de tener luces y todo), la cena estaba programada a eso de las 18.30; luego nos quedaríamos conversando y disfrutando tranquilos hasta donde aguantásemos. Los más valientes, esperarían las 12 de la noche. Yo no…

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