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22.12.17

Derrumbando mitos: «La Iglesia medieval creía que la locura era una posesión diabólica»

Continuando con el tema de los locos en la Edad Media, publicamos aquí otro trabajo de uno de nuestros lectores, que amplía el publicado ya en esta bitácora para,

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


Derrumbando mitos: “La Iglesia medieval creía que la locura era  una posesión diabólica”

¿Qué dice falsamente la Leyenda Negra?

“Durante la Edad Media y hasta la Ilustración, los enfermos mentales eran encerrados en mazmorras; y allí, encadenados con grilletes, recibían un trato cruel e inhumano. En su afán por perseguir a los brujos y nigromantes, la Iglesia también persiguió a muchos enfermos mentales cuyas enfermedades (epilepsia, histeria, esquizofrenia, etc.) eran a menudo tachadas de posesiones demoníacas o al menos de origen mágico, de manera que infinidad de perturbados mentales murieron en la hoguera[1]. Es evidente[2] que esta persecución se convirtió en un instrumento no sólo religioso sino también sociopolítico. Además, el dinero y las posesiones del enfermo mental eran confiscados por la Inquisición[3]. Por ello había fuertes intereses centrados en confundir a los dementes con posesos para así confiscar sus bienes…”.

¿Fue realmente así?

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15.12.17

¿Cómo trataban a los locos en la Edad Media?

Por el Dr. Horacio Boló

Ante esta pregunta creo que sin excepción todo el mundo diría que se los consideraba poseídos por el diablo, que estaban embrujados y que muchas veces se los quemaba en la hoguera. Por supuesto que esta afirmación también es la que encontraríamos en casi todos los libros de historia de la psiquiatría, donde se nos dice que toda esa época estaba impregnada por la superstición y el trato de los enfermos mentales era muy cruel e incluso se abusaba de ellos, si bien se reconocen algunas excepciones. De acuerdo con la ideología que impregna la mayoría de la historiografía se afirma que recién en el siglo XVI se empieza a enfocar estas enfermedades con criterio científico.

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15.09.17

Régine Pernoud: una medievalista olvidada

Hace casi veinte años que, feministas a ultranza como somos, venimos leyendo y difundiendo a la gran medievalista francesa Régine Pernoud, indiscutida paladín de esta época en el siglo XX.

Su encanto al escribir, su sencillez y llaneza al biografiar y, sobre todo, su aplicación obsesiva a las fuentes primarias y secundarias, fueron algunas de las características que la transformaron en una autoridad indiscutida en la materia de la mal llamada “Edad Media".

En un resumen excelente nuestro colega bienpensante del sur, el Prof. Sebastián Sánchez, nos la presenta a grandes rasgos.

Aquí y aquí, podrán encontrar algunos trabajos realizados a partir de sus libros. En cuanto a sus obras, no tienen más que pegarse una vuelta por la parte de Libros recomendados.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi


Mitos ideológicos sobre la Edad Media

POR SEBASTIÁN SÁNCHEZ

Es cosa innegable la influencia de las escuelas históricas francesas en los estudios actuales, especialmente en nuestro país, donde los “taitas oficiales de la historia” -como les llamaba Castellani- han sostenido una incansable admiración por los historiadores galos.

En efecto, desde la predilección de Mitre por Michelet, la preeminencia de los Annales de Bloch y Febvre o el influjo reciente de los cultores de la “historia cultural” como Chartier o Darnton, la historiografía argentina ha sido largamente seducida por su análoga francesa.

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11.09.17

Laudes en Narnia. Un monacato juvenil

Hace algunos años, siendo aún seminarista, tuve la gracia de participar de una “misión popular” en el sur italiano. Con varios laicos, nos acercábamos a las casas a proclamar el Evangelio haciendo un verdadero y santo proselitismo cristiano.

Invitábamos a la Santa Misa, a frecuentar los sacramentos, en fin: a la conversión, que de eso se trata…

Un domingo, durante la tarde, recuerdo la frustración que sentimos por ver que eran pocos los jóvenes que se acercaban a la Misa. Estábamos decepcionados, sin embargo, el párroco, un joven sacerdote que hacía poco había descubierto el atractivo de la sotana, nos decía:

- “Tengan paciencia. A la misa vendrán pocos, pero en las Vísperas cantadas se llenará”.

Mi mentalidad, por entonces demasiado “jesuítica”, me hacía ver con desconfianza eso de que los laicos jugaran a ser monjes.

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7.08.17

Cuando la homosexualidad era pecado... El “Liber gomorrhianus” en español (2-2)

La pedofilia en la Edad Media

 

La pedofilia o el abuso de los hijos espirituales no es patrimonio exclusivo de nuestros democráticos tiempos. La Iglesia militante siempre ha sido un cambalache donde la Biblia y el calefón se amigaban en las letrinas, según decía Discépolo.

Para que veamos que desde los primeros siglos la depravación existió siempre en el seno de la Iglesia (que es santa por su fundador y no por sus miembros), nuestro santo trae a colación lo que San Basilio Magno decía allá por el siglo IV:

 

El clérigo o monje que abusa de niños o de adolescentes, y cualquiera que fuera sorprendido con ellos en un beso o alguna otra torpeza, será públicamente azotado y despojado de su rango. Tras rasurar sus cabellos, se le escupirá en la cara; y, atado con cadenas de hierro, será entregado a los tormentos de la cárcel durante seis meses, y alimentado tres veces por semana con pan de cebada. Tras otros seis meses bajo la custodia de sus superiores en un lugar apartado, será admitido a la oración y al trabajo manual, y sometido a vigilias y oraciones. Caminará siempre acompañado de dos hermanos espirituales, evitando toda palabra ociosa, así como la compañía de jóvenes (…). Si un simple beso es castigado con semejante pena, ¿qué no merecerá quien se pervierte con otro? (…). Quien se mancha cometiendo pecados lujuriosos con otro hombre no es merecedor del sacerdocio. Y no puede administrar las cosas santas quien antes se ha ensuciado con estos vicios”[1].

 

Pasados los siglos, y ya en pleno siglo XI, San Pedro Damián titulaba así el capítulo sexto de su obrita:

 

 “Sobre los padres espirituales que cometen perversiones con sus hijos”,

Donde declaraba:

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