La Vida Contemplativa y la Evangelización de América (4 de 5)
En la entrega anterior procurábamos comprender y responder a los argumentos de algunos autores que han juzgado como decisivo el escaso aporte monacal en América. Ahora intentaremos vislumbrar cuál era el estilo de la Vida Contemplativa vigente hacia los siglos XVI, XVII cuando se lleva a cabo la obra evangelizadora de América.
Transformación de la Vida Contemplativa
Habíamos señalado cuatro objeciones a los planteos de Disandro y de Fray Petit de Murat. Sin embargo, hay una objeción más.
Cuando estos grandes pensadores reclaman para América una influencia de la vida contemplativa, concretamente del monacato, lo hacen pensando en el monacato de los tiempos medievales que no era la vida monástica del siglo XVI, como lo hemos visto en el parágrafo anterior, aun en el caso español en el que la retroceso no fue tan acentuado. No lo era, porque la decadencia del monacato había llevado a su reforma. O sea, si la vida monástica del siglo XVI se había transformado perdiendo su sentido temporal y “fundante” al decir de Petit, esto se debió a su corrupción, a la mundanización del monacato[1]. Para HillaireBelloc, fue una de las consecuencias de la Guerra de los Cien años con su debilitamiento de la cristiandad y la religión en aras del sentimiento nacional y, sobre todo de la Peste Negra con su secuela de muerte, violencia contra los más afortunados y su oposición a una autoridad espiritual central[2].