Moloch vuelve: Planned parenthood y el memorándum de Jaffe
Por Enrique de Zwart
Sabemos que Planned Parenthood (IPPF) -que en Argentina se presenta como Casa Fusa, en México como Mexfam, en Brasil como Gestos/Cepia/Anis y cual hidra camaleónica en cada país con un nombre diferente- es la multinacional pro-aborto “sin fines de lucro”.
Lo de “sin fines de lucro” tiene que estar necesariamente entre comillas, ya que en los últimos años activistas pro-vida haciéndose pasar por representantes de una empresa de biotecnología filmaron varias veces a personal de IPPF arreglando la venta de tejidos de bebes abortados.
Muchos también han escuchado de las intenciones eugenésicas de la fundadora de Planned Parenthood, Margaret Sanger, quien abrió la primera clínica anticonceptiva en Nueva York en 1916. La excusa original de Sanger era, básicamente, que había demasiados negros en los EEUU; luego devino más maltusiana ‒hay mucha gente en el planeta y los recursos son limitados; y ahora la propaganda viene de la mano de “derechos de la mujer”, “salud pública” y otros eslóganes orwellianos.