Lepanto, entre la vergüenza y la gloria. 450 años
Galera Real en la batalla de Lepanto por Ferre Clauzel (2021)
A 450 años de la histórica batalla que salvó a la Cristiandad
del peligro turco, vaya este post en honor Don Juan de Austria,
el último gran cruzado de Occidente.
Lepanto, entre la vergüenza y la gloria [1]
Hna. Marie de la Sagesse Sequeiros
El avance
Parafraseando a san Jerónimo, podríamos decir que, a mediados del siglo XV, “el mundo se despertó musulmán”. En efecto, el gigante dormido del Islam se levantó en el terrible Imperio Otomano, que comenzó a devastar África, Asia y Europa Central, llegando hasta las puertas mismas de Occidente. El avance fue tan rápido e inesperado que ni los papas ni los reyes cristianos reaccionaron contra el enemigo común, como antaño lo habían hecho en las Cruzadas.
En 1453, Mohamed II se apoderó de la capital del cristiano Imperio Romano de Oriente, Constantinopla, transformando la basílica de Santa Sofía en gran Mezquita (lo que volvió a hacer Erdogan el año pasado). Diez años después caían Bulgaria, Serbia, Belgrado y Croacia. Al mismo tiempo, la ola turca avanzó sobre Grecia, asegurándose la isla de Eubea, Atenas y todo el Peloponeso. No tardaron en cruzar el Adriático y desembarcar en la ciudad italiana de Otranto, destruyéndola y masacrando a toda la población en 1481.
A su vez, los otomanos conquistaron a los mamelucos de Egipto (1517), adueñándose de Túnez y Argel, y haciendo que los “moderados” se volviesen más fanáticos que antes. Así avanzaron sobre Palestina y Arabia, y proclamaron en La Meca a Selim, como único sultán del imperio.
Dos años después atacaron el corazón de Europa Central: Belgrado, que luego de varios intentos, cayó bajo el poder mahometano. Lo mismo pasó en la isla de Rodas, a pesar de la heroica resistencia de los Caballeros de San Juan. Para 1526 los tenemos instalados en Budapest, previo asesinato del rey Luis de Hungría. Rumania, Albania y la Calabria italiana fueron arrasadas, hasta que les llegó el turno a los franceses de Niza y Toulón. Le siguieron las islas mediterráneas de Córcega, Elba y Menorca. El broche de oro fue Chipre, bastión católico desde la época de las Cruzadas, que capituló en 1570 con una espantosa matanza. Tampoco se salvó el Adriático, desde Corfú hasta Venecia se multiplicaron las incursiones islamitas y comenzó a peligrar la misma Roma.
En verde el imperio Otomano de Solimán y en rosa el imperio de Carlos V de España.
En poco más de un siglo, la Cristiandad había quedado reducida a “un cantón de Europa”, como dice el historiador Jean Dumont, sin que nadie pudiese detener la embestida turca; las ciudades conquistadas quedaban bajo dependencia directa del Sultán.
Para peor, con los cristianos capturados, los otomanos crearon dos inmensos campos de concentración y tráfico de esclavos en Túnez y en Argel, donde se llegó a tener más de un millón de cautivos. En aquella época, los prisioneros eran obligados a remar como galeotes bajo las órdenes del Sultán; cuando su cuerpo extenuado no respondía más, una cimitarra les cortaba la cabeza y sus despojos eran arrojados al mar. Otros cautivos de mayor categoría se convertían en preciados rehenes del chantaje turco, pidiendo por su liberación exorbitantes sumas de dinero o vendiéndolos como esclavos a otros cofrades. Tal fue el caso del pobre Cervantes, cautivo en Argel, vendido luego a un renegado que lo maltrató con trabajos forzados y reclusión, hasta que otros cristianos pagaron su rescate.
Doble vergüenza
Ahora bien, el avance del Islam no hubiera ocurrido, sin la fundamental colaboración proporcionada nada menos que por un reino católico, Francia. Como bien lo denuncia y prueba el mencionado Jean Dumont en su magnífico libro de Lepanto, la historia oculta. En efecto, la información, el material bélico, los barcos y hasta el dinero para financiar la flota enemiga durante el avance fueron suministrados en gran parte por Francisco I, Enrique II y Carlos IX sucesivamente. Estos monarcas se convirtieron en cómplices y protagonistas de la expansión turca. Veamos algunas de sus perlitas…
Desde que Carlos V fue elegido cabeza del Sacro Imperio, Francisco I, decepcionado, comenzó a desarrollar una política anti-española, y por lo tanto, anti-católica, llevando a la Hija Mayor de la Iglesia a tocar fondo, al traicionar de raíz su vocación primordial. Por empezar, a partir de 1520, el rey francés alentó cuanta sublevación mora se produjo en suelo español, pasando luego a mayores, con el establecimiento de una alianza ofensiva entre Francia y el Islam, contra la Cristiandad.
Apoyando la rápida conquista del sultán Solimán en Europa, Francisco I se convirtió en su aliado principal, con el único objetivo de jugarle una mala pasada a su rival Carlos V, emperador de la casa de Austria. Su ceguera quedó en evidencia cuando hasta los mismos príncipes luteranos condenaron la traición francesa y auxiliaron a los españoles en defensa de Viena, salvando así la capital asediada de las garras otomanas. No obstante, los alemanes no vacilarán luego en unirse al Islam contra el catolicismo.
El rey de Francia Francisco I se alía con el turco Solimán el Magnífico.
En 1535, Carlos V organizó una cruzada para rescatar a los cautivos de Túnez, plaza fuerte de Barbarroja, almirante de Solimán. Al llamado del emperador concurrieron los ejércitos pontificios, el rey de Portugal, los Caballeros de Malta y hasta ¡Francisco I dio su palabra! Aunque ni bien recibió la confidencia, envió un agente secreto al almirante berberisco para revelar el plan católico. Con todo, y pese a su traición, la incursión tuvo éxito y más de 20.000 cristianos fueron liberados.
Lamentablemente, no solo el poder político, sino también el eclesiástico estuvo comprometido a favor del Islam. Los turcos consiguieron la complicidad de algunos obispos galicanos, como fue el conocido caso de Mons. Pellicier de Montpellier, quien se desvivió por complacer al Sultán. Así, mientras Carlos V planeaba una nueva irrupción en Argel para liberar más cautivos, “los agentes secretos de Francisco I -especialmente el obispo Pellicier- mantuvieron informado a Barbarroja de los movimientos de la flota española”, nos revela Dumont. Así, el ataque fracasó y los cristianos debieron continuar sufriendo su calvario gracias a un prelado seudo-católico que, si bien había sido destituido por Roma, se mantenía en sus trece con apoyo del monarca.
El Pachá a las órdenes francesas
Como si esto fuera poco, en 1543 Solimán escribía a su amigo Francisco I: “Te he concedido mi temible flota, equipada con todo lo necesario. He ordenado a Barbarroja, mi ‘Kapudán Pachá’ (almirante en jefe) que escuche tus instrucciones” (Sic!). Ahí lo tenemos… ¡el rey de Francia convertido en comandante de la flota islámica! En efecto, bajo sus órdenes, Barbarroja arrasó la costa siciliana y luego se dirigió a Marsella, donde su tropa fue agasajada con regalos. El Pachá turco recibió una espada de honor en nombre del rey, de la que más tarde se sirvió para degollar cristianos de Niza.
Más aún, Francisco I concedió a la escuadra islamita, el puerto militar de Toulón como refugio para pasar el invierno, haciendo expulsar manu militari a gran parte de la población cristiana con el fin de dar “acogida” a 30.000 “huéspedes” musulmanes. Desde allí, Barbarroja aumentó sus saqueos en la costa mediterránea con el guiño del rey francés.
Cuando la situación se volvió escandalosa y las protestas francesas se tornaron violentas en el mismo puerto, Francisco I, asustado, se vio obligado a comprar la retirada de Barbarroja y los suyos. No le fue nada fácil, ya que el Pachá era un especialista en chantaje y puso un alto precio a su partida: 800.000 escudos de oro (suma que sobrepasaba el valor de Toulón). El rey terminó, prisionero en su propia trampa, acabó desembolsando hasta el último escudo. Días después, la escuadra turco-franca, se retiró devastando a su paso las costas de Nápoles, Sicilia, Calabria y Cerdeña, al abrigo de galeras flordelisadas cargadas de cristianos cautivos. Cuando llegaron a Constantinopla, Solimán los recibió como verdaderos héroes.
Para la Europa cristiana, la alianza franco-islamita fue un escándalo mayúsculo. En una declaración oficial, los protestantes de la Dieta de Spira, expresaron su rechazo visceral: “El rey de Francia es tan enemigo de la Cristiandad como los propios turcos”. Y hasta Enrique VIII se solidarizó con Carlos V, renovando viejas alianzas.
Luego de la muerte del rey francés, Enrique II continuó con la política traidora de su padre, entregando en 1552 material bélico a los berberiscos de Argel, con el fin de realizar operaciones navales conjuntas contra Nápoles. La intención galicana del nuevo monarca era impedir el Concilio de Trento, cuya participación ya había prohibido a los obispos franceses. Sin embargo, la realidad se le impuso y, asustado por el desastre de sus tropas en San Quintín[2], el rey recapacitó dejando atrás su alianza con los turcos. No obstante, el daño ya estaba hecho.
Con la asunción de Carlos IX en 1568, los hugonotes antiromanos volvieron al poder y con ellos la nefasta política pro-islam. En este marco, fue enviado a Constantinopla el obispo de Dax, Mons. Noailles, para tratar con el sultán Selim II, quien llegó a firmar un acuerdo franco-turco para atacar el alma de la Cristiandad: Roma. Aunque la ofensiva no llegó a consumarse, el rey francés se dio el gusto de humillar a San Pío V, enviándole como embajador al traidor Noailles, a pesar de haber sido desposeído de su investidura y declarado “herético notorio” por el Santo Padre.
Como bien apunta Dumont, “el turquismo y el galicanismo siempre fueron consustanciales” en su odio contra la Cristiandad cristalizado en el contubernio de Francia y el Islam, con la complicidad de algunos príncipes protestantes.
La Liga Católica
Mientras tanto en Occidente se preparaba “el ejército de los santos y la nube de las oraciones…”, como dice bellamente Braudel. San Pío V había hecho un llamamiento a la cruzada en 1570 para formar una Liga Santa contra el turco.
Ante todo, el Papa dirigió una súplica in extremis al rey de España, Felipe II: “De ti en primer lugar, muy querido hijo de Cristo, imploramos la ayuda y el auxilio. Tu Madre, la Santa Iglesia, se postra ante ti gimiendo y llorando”. El monarca, con una cosmovisión verdaderamente “católica”, más aun si tenemos en cuenta que no había terminado de sofocar las revueltas moriscas de Granada, escribió sin dudar: “Los intereses de la Iglesia están por encima de los míos. He decidido emplearme en hacer realidad la alianza que deseáis, dando instrucciones para que se trabaje en ello. ¡Que el Señor guarde a Vuestra Santidad y haga crecer la prosperidad de la Iglesia Católica!”.
De manera similar respondieron los venecianos y la soberana Orden de Malta, expertos en combates navales. Apoyo menor dio el Duque de Saboya y del Piamonte, como también Génova, Mantua, Luca, Toscana, Ferrara, Cerdeña, Milán y Sicilia… pequeños reinos y ducados que habían sufrido las acechanzas sarracenas y que decidieron sumarse hasta formar ¡una Italia! Desde el punto de vista político y nacional, la alianza de italianos y españoles contra el Islam, fue una novedad absoluta y de muchísima importancia.
La unión hizo la fuerza, formándose una invencible “trilateral católica” financiada principalmente por España, seguida de Venecia y el resto por los Estados Pontificios.
Así, el 25 de mayo de 1571, el Santo Padre proclamaba solemnemente la cruzada desde la Basílica de San Pedro… sin la presencia de Francia en la Liga Santa ¡Vergüenza histórica! Más aún si tenemos en cuenta que, cuando san Pío V había enviado al cardenal Alexandrini para pedirle a Carlos IX su participación, el rey se dio el gusto de rechazar la oferta en “virtud de los tratados y alianzas de comercio con los turcos que acaba de renovar” (Sic!). Una vez más, la Hija Mayor de la Iglesia renegaba de su Madre… y del “Señor de la Historia”, que le daba otra oportunidad para que inscribiese una nueva gesta en el Libro de la Vida.
En el Juicio de las Naciones se le pedirá cuenta. Mientras tanto, la monarquía pagó con su sangre y la de su pueblo, que incluso actualmente debe resignarse a que los mismos puertos facilitados entonces a la flota turca, como Marsella, Niza y Toulón…, se hayan vuelto los principales bastiones musulmanes, con barrios fuera de la ley, donde ni la policía consigue entrar.
Cuyo nombre era Juan…
Teniendo en cuenta la participación de dinero, hombres y barcos, el mando general correspondía a los españoles; Felipe II propuso a su hermanastro, Don Juan de Austria, hijo natural de Carlos V, de tan solo 26 años. Un joven apuesto con gran liderazgo, que ya había provocado serias derrotas a los turcos; además de contar con las cualidades necesarias para el cargo: “piadoso, apasionado, valiente y seductor y de gran capacidad diplomática y militar”. Por su parte los genoveses y venecianos contaban con almirantes de muchísima mayor experiencia y carrera militar. Y como San Pío V había convocado a la Cruzada, a él correspondía zanjar la delicada cuestión, que no parecía ser tan evidente. El tiempo apremiaba y, mientras se asesoraba, el Papa no dejó de rezar suplicando al cielo una señal que lo ayudase en la elección correcta.
Don Juan de Austria por Alonso Sánchez Coello (1567).
Un día, al finalizar la Misa, tuvo una inspiración divina mientras recitaba en silencio el último Evangelio: “Hubo un hombre, enviado de Dios, cuyo nombre era Juan…” Por unos instantes no pudo continuar, el tiempo quedó suspendido, hasta que retomó la lectura con una leve sonrisa. El versículo le había iluminado su inteligencia confirmándole al príncipe Juan como Generalísimo de la Santa Liga.
Al arsenal de Sevilla se le encargó la construcción de gran parte de la flota y del equipamiento de la Galera Real para el príncipe español: un enorme navío de 50 metros de largo con 300 remeros, rematado por un Hércules gigantesco en la proa y una estatua de la Gloriosa Virgen María en la popa. Allí debían embarcarse los retoños de la nobleza andaluza, los famosos “infantes”, como el joven Miguel de Cervantes Saavedra, de 24 años.
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Réplica de la Nave capitana en el Museo Marítimo de Barcelona.
Desafiando el mal tiempo, la Nave Capitana zarpó con sus galeras hacia el puerto de Mesina para reagrupar fuerzas. Sin perder tiempo, el Generalísimo logró organizar y unificar la gran flota cristiana bajo su único mando. En total 80.000 hombres, de los cuales 50.000 eran marineros y 30.000 soldados de infantería. Considerando el peligro que para una armada compuesta de diferentes reinos y ducados, representaba la multiplicidad de capitanas, que al primer desacuerdo podrían abandonar la flota; Don Juan decidió unificarlos en escuadras comunes, donde todas las fuerzas estaban mezcladas y cada uno quedaba al servicio del conjunto. Esta integración de aliados fue una extraordinaria novedad que evitó iniciativas divergentes en momentos inoportunos, dando a la armada católica una homogeneidad y solidez excepcional.
La fuerza principal de la Liga era la escuadra española, con 164 barcos frente a los 134 de Venecia y los 18 del Papa -comprendidos navíos ligeros, fragatas, bergantines y otros-, aunque lo que realmente contaba eran las 208 galeras y 6 grandes galeazas con cañones bien pesados. Toda la artillería fue llevada al frente y en forma masiva. Para aumentar la potencia de fuego en las otras galeras, el Generalísimo hizo aserrar sus altos espolones, permitiendo un tiro directo y frontal, en lugar del curvo habitual. También mandó reforzar las batayolas de las galeras con paneles de madera, detrás de los cuales, los combatientes podrán protegerse de la nube de flechas envenenadas que lanzaban los turcos. No olvidemos que un arco podía tirar más de 30 flechas mientras se cargaba apenas un tiro de arcabuz.
Así partieron las cinco escuadras con La Real en el centro; el genovés Juan Andrea Doria en el ala derecha[3] y el almirante Barbarigo a la izquierda; en segundo puesto, Marco Antonio Colonna, general de la escuadra pontificia. Y atrás, bien escondida, se reservó el non plus ultra de la flota al mando de Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, “relámpago de la guerra, jamás vencido”, como lo llama Cervantes.
Con este signo vencerás…
En Nápoles, el príncipe español recibió solemnemente el bastón de mando supremo y un inmenso estandarte de Jesús Crucificado con la inscripción constantiniana: In hoc signo vinces, bendecido por San Pío V. Al entregárselo, el cardenal repitió en latín, español y veneciano, lo que resumía el espíritu de la cruzada: “¡Toma, príncipe afortunado, la enseña del Verbo verdadero hecho Hombre! ¡Toma la imagen viva de la Santa Fe de la que, en esta empresa, tú eres el defensor! ¡Que ella te dé la victoria sobre el enemigo impío y que, por mediación de tu mano, sea abatido el soberbio!”. En cuanto se desplegó al viento el lábaro, Don Juan fue el primero en caer de rodillas, siguiéndole toda la tropa que al unísono respondió: ¡Amén!
Reproducción del estandarte y pendón original que blandeó en la nave capitana (Museo de la Santa Cruz, Toledo)
Luego de ayunar tres días, confesarse y comulgar, el Generalísimo se preparó para embarcar en paz con Dios y con su alma; su piadoso ejemplo fue imitado por miles de marineros y soldados. Como si la coraza espiritual fuera insuficiente, Don Juan ató a su cuello un pequeño relicario que el Santo Padre le había obsequiado con un fragmento de la Vera Crux. Y en la punta del gran mástil de La Real hizo adosar el crucifijo milagroso que le había ofrecido su querido preceptor, Luis de Quijado.
Juan de Austria recibe de rodillas el estandarte (Fresco en Iglesia de la Visitación, Ain Karim)
Antes de partir, el nuncio papal impartió la bendición con indulgencia plenaria para aquellos que muriesen en combate. Cada galera fue provista con un capellán -jesuita, franciscano o capuchino- que sin cesar llamaban a la oración y al arrepentimiento. Don Juan pasó una última revista a sus tropas, mientras distribuía medallas, escapularios y rosarios, diciendo: “Habéis venido aquí por voluntad de Dios, ¡Poned vuestra esperanza en el Dios de los Ejércitos!”
Finalmente, el 16 de septiembre, zarparon en busca de la armada otomana. Durante tres semanas de mal tiempo, enviaron exploradores y pequeñas expediciones sin resultado… Hasta que el 3 de octubre un marino divisó la flota enemiga fondeada a la entrada del estrecho y profundo golfo de Lepanto[4], que separa el Peloponeso de la Grecia continental.
En rojo el itinerario de la flota católica hasta encontrar a los turcos en el Golfo de Lepanto (Patras)
Cara a cara
Al amanecer del domingo 7 de octubre de 1571, la armada cristiana se dirigió a la batalla bajo pésimas condiciones. A causa del viento en contra y de la estrechez del canal, la flota se desunió en la entrada, necesitando tres horas para alinearse nuevamente, mientras los turcos intentaban rodearlos con sus galeras más rápidas y ligeras, impulsadas por el viento a su favor.
La Sultana, nave capitana comandada por Alí Pachá, estaba secundaba por otra galera con músicos, médicos, astrólogos y hasta sus dos hijos menores. Pues los musulmanes estaban tan seguros de la victoria, que festejaban por adelantado al compás del pífano y del tamboril. Parecía evidente… contaban con 120.000 combatientes y remeros, una poderosísima artillería y 230 galeras, sin contar buques de carga. En total más de ¡400 barcos! La flota más grande que hasta el momento se había visto en el Mediterráneo. Los números hablaban por sí solos: 56 galeras de Shuluk contra 53 de Barbarigo, 96 de Alí contra 62 de Don Juan; 94 de Uluj Alí contra 50 de Doria.
Pintura de Fernando Bertelli (1572)
No obstante, la falta de unidad moral les jugaba en contra. Los jefes musulmanes apenas si estaban yuxtapuestos bajo un mando común, y su falta de cohesión también se advirtió desde el comienzo, cuando varios capitanes mudaron de parecer y se separaron de Pachá. La endeble situación, se vio agravada por el carácter opresivo del Islam, el mismo Alí se vanagloriaba de contar: “con tantos esclavos como soldados”. Es decir, una flota sometida bajo el látigo y la cimitarra. Esos esclavos eran antiguos niños raptados, a quienes agregaron como remeros un gran número de cristianos capturaros a último momento en las costas del Peloponeso.
Non plus ultra…
Recuperando su formación inicial en cruz, las galeras cristianas lograron bloquear la abertura del embudo y encerrar al adversario en su propia guarida del golfo. Así, desplegadas en línea de batalla, cortaron la salida al mar, forzando al enemigo a una guerra de sitio, casi inmóvil, en la que los cañones, arcabuces y defensas españolas, fueron inclinando la balanza.
Pronto la artillería pesada de las galeazas envió a pique a media docena de galeras turcas. Alí Pachá quedó impávido, no salía todavía del golpe cuando una nueva dificultad se presentó: el viento cambió repentinamente de dirección soplando del lado cristiano. Como consecuencia, el espeso y oscuro humo de los cañones, terminó cegando la visión completa de sus tiradores.
Batalla de Lepanto por Paolo Veronese (1572). Cambio del viento a favor de la flota católica gracias a la intercesión de S. Pedro, S. Roque, S. Justina y S. Marcos ante la Virgen Santísima.
Luego de una derrota parcial de la escuadra de Doria, La Sultana arremetió su espolón contra La Real, empotrándose hasta la cuarta fila de remos. La situación se volvió dificilísima para los cristianos en una lucha cuerpo a cuerpo. Espada en mano, Don Juan debió entrar en combate, siendo herido levemente. Fue en ese momento límite, cuando apareció la reserva, el non plus ultra con las banderas desplegadas de la Inmaculada Concepción, dando la victoria definitiva.
Ni bien los españoles se apoderaron de La Sultana, hicieron izar en el mástil el estandarte de la Santa Liga, arriando el del profeta. Para Alí Pachá fue el fin, algunos dicen que se suicidó, otros que murió en combate. La galera de los músicos con sus hijos fue capturada, la escuadra de Uluj Alí huyó despavorida con 50 galeras, pero el Marqués de Santa Cruz y Doria se lanzaron a su persecución, logrando hundirle la mitad de los barcos.
La victoria cristiana fue aplastante: de las 230 galeras turcas, solo 30 volvieron a Constantinopla, 155 fueron capturadas y el resto quedó hundido bajo las aguas. 30.000 musulmanes murieron en combate y 5.000 terminaron prisioneros. Mientras que 15.000 galeotes cristianos fueron liberados, en medio de una alegría inimaginable.
Don Juan por su parte, debió lamentar la pérdida de 15 galeras, 8.000 caídos y más de 21.000 heridos que llevaron orgullosos la cicatriz de su victoria. Tal fue el caso del autor del Quijote de la Mancha, conocido también como “el manco de Lepanto” por haber quedado inmovilizado de brazo, mientras 40 compañeros y el propio capitán de su galera, perdieron la vida. El sacrificio heroico de tantos había valido la pena. El mar, enrojecido de sangre, era de nuevo ¡cristiano!
Miguel de Cervantes Saavedra, el Manco de Lepanto.
Non nobis…
Terminemos con unas palabras para quien fuera el alma de la cruzada: San Pío V. Un hijo de pobres -su familia había sido saqueada por las incursiones islámicas-, convertido luego en dominico. Viajaba siempre de a pie con sus alforjas al hombro y ya siendo Papa, continuó con la costumbre. Durante la preparación y el desarrollo de la batalla hizo doblegar los rezos con las Cuarenta Horas, multiplicando procesiones presididas por él, donde siempre se lo vio descalzo. Como buen hijo de Santo Domingo, no dejó de desgranar su Rosario, popularizándolo entre los cristianos de Roma y del mundo entero.
Gracias a la familiaridad que tenía con el mundo sobrenatural, fue favorecido por una visión milagrosa de la victoria en el mismo instante en que se daba en Lepanto ¡A unos 1.000 km. del Vaticano! Aquel 7 de octubre, mientras examinaba unas cuentas con varios prelados: “De repente, -cuanta su tesorero Busotti- como movido por un impulso invencible, se levantó, se acercó a una ventana, la abrió y miró hacia el Oriente… quedándose en contemplación. Después se volvió hacia sus visitantes y, con los ojos todavía brillantes por el éxtasis, dijo: ‘No nos ocupemos más de estos negocios, vayamos a dar gracias a Dios. La armada cristiana acaba de conseguir la victoria’”. Despidiéndolos rápido, se dirigió a su oratorio privado para sumirse en profunda acción de gracias en medio de una emoción indescriptible.
San Pio V y la visión de la Victoria. Basílica de Maria Auxiliadora, Turín
Diecisiete días después, el 24 de octubre, un correo nocturno llegó a Roma, enviado por el dogo de Venecia, uno de los primeros en recibir la buena nueva. Como bello símbolo del anuncio, el mensajero desembarcó de la galera Arcángel Gabriel. Y a pesar de la hora inoportuna, se lo condujo ante el Papa para confirmar en la tierra lo que el cielo ya le había adelantado.
De inmediato el Santo Padre ordenó despertar a todos los huéspedes del Vaticano para convocarlos en la capilla a fin de glorificar a Dios: “El señor ha escuchado la súplica de los humildes y no ha desdeñado su petición. ¡Qué estos hechos sean escritos para la posteridad y que los pueblos que han de venir alaben al Señor!”, exclamó mirando a lo alto. Al día siguiente, Roma despertó con alegría al repique de todas las campanadas, mientras se entonaban los Te Deum.
Fiel al Rosario, San Pío V atribuyó el éxito de Lepanto a la intercesión de la Virgen María, añadiendo a las letanías lauretanas otra invocación: Auxilium Christianorum, ora pro nobis! Además, estableció, el 7 de octubre como fiesta en honor de Nuestra Señora de la Victoria que luego se extendió a toda la Iglesia con el nombre de Nuestra Señora del Santo Rosario, quedando así para la posteridad.
A su vez, los cristianos en medio de la batalla también habían interpretado el repentino cambio del viento como un hecho sobrenatural, un guiño milagroso del Cielo a su favor, dado por el rezo del Rosario. Fue por ello que el Senado de Venecia hizo grabar en la famosa pintura de Lepanto encargada para el salón de sesiones: “Non virtus, non arma, non duces, sed Maria Rosarii victores nos fecit”, “No fue el valor, ni las armas, ni los jefes, sino María del Rosario la que nos hizo victoriosos”.
Santo Cristo de Lepanto que presidió la Nave Capitana. (Catedral de Barcelona). Se dice que en plena batalla, esquivó una bala de cañón y a eso se debe la inclinación de su cuerpo.
La gloria
Comenta el historiador Braudel “Esta victoria aparece como el fin de una miseria, el fin de un verdadero complejo de inferioridad de la Cristiandad y de una primacía turca (…) El peso inmediato de la jornada, fue enorme”. Las fiestas en acción de gracias se sucedieron incesantemente por doquier, ya que “La Cristiandad no cabía en sí de gozo”.
Tumba de Don Juan de Austria en el Escorial, muerto a los 33 años. Con la inscripción en mármol: “Fuit homo missus a Deo, cui nomen erat Joannes” (Jn, I, 6)
Por su parte, Jean Dumont hace un sentido y vergonzoso mea culpa de su patria: “A nosotros los franceses, nos queda el dolor por no haber participado, como estado, en este salvataje glorioso de la Cristiandad. E incluso por haber hecho todo lo posible -nuestros reyes, políticos y obispos-, para impedirlo”.
Para España, Venecia y la Iglesia, Lepanto fue la gloria. El Mediterráneo volvió a recuperar la paz y tranquilidad por un largo tiempo. La flota turca dejó de ser una fuerza de asalto y conquista, y quedó a la defensiva. Los otomanos de Constantinopla entraron en pánico, incluso se temió la llegada de la armada española a las puertas de la capital turca.
En fin, habría mucho más para decir, pero terminemos con la lección que un 7 de octubre nos dejó san Pío X, al afirmar rotundamente: “Denme un ejército que rece el Rosario y vencerá al mundo”. Hoy más que nunca, desde las costas francesas, necesitamos de “un ejército de santos y una nube de oraciones…” que salven por una segunda vez lo poco que queda de Cristiandad.
Para Que no te la cuenten…
Marie de la Sagesse Sequeiros, S.J.M.
[1] Este post está escrito a partir del libro de Jean Dumont. Lepante, l´historie étouffée (1997), Ed. Críterion. Luego publicado al español como Lepanto, la historia oculta (1999), Ed. Encuentro.
[2] En agradecimiento por la victoria contra las tropas francesas, el 10 de agosto de 1557, fiesta de san Lorenzo, Felipe II ordenó construir El Escorial con forma de parrilla.
[3] Su galera enarbolaba una copia de la imagen de la Virgen de Guadalupe regalada por el arzobispo de México al rey de España y que la delicadeza de Felipe II donó para la flota genovesa.
[4] Casi en el mismo lugar donde el futuro emperador Augusto, libró la batalla naval de Actium, contra Marco Antonio y Cleopatra, el 2 de septiembre del año 31 a.d.C.
79 comentarios
Dos apuntes. El primero, sobre la destacadísima labor del Marqués de Santa Cruz, D. Álvaro de Bazán que fue el cerebro marino en la batalla. Hoy día se le considera el artífice de la victoria desde el punto de vista militar
El segundo, de tristeza. No se celebra en España ni se recuerda en modos alguno está efeméride. La mayor parte de la población ignora lo que pasó. En muchas ciudades no hay tan siquiera calle o plaza dedicada. En el propio Madrid la calle dedicada es pequeña y no hay estación de metro co su nombre. Mucho menos ahora donde todo puede ofender.
Puedo imaginar si hubieran sido inglesas las tropas de semejante victoria. Sería fiesta nacional y tendría la mayor plaza de Londres dedicada.
Pobre España.
Recemos las tres partes del Santo Rosario si es posible todos los días. Es el arma que nos legó nuestra Capitana para estos último tiempos.
Cuando los turcos conquistaron Bizancio, los que vivían en la Península se volvieron como locos de euforia porque, interpretando al profeta Daniel, creían que el Imperio turco sería el que acabaría con el imperio cristiano y sería el último antes de la llegada de su mesías imperial a partir del cual todos los pueblos les servirían. Hasta el punto que en Granada hubo la sublevación de los moriscos y eran un peligro constante porque colaboraban con la inteligencia de los turcos, ,como había ocurrido antes con Tarik en el caso de la conquista árabe, pocos siglos antes. Fue una de las razones para su expulsión. No obstante, los falsos conversos siguieron colaborando con el Turco, con el Francés y luego con el Inglés en contra del imperio Cristiano y de España, siguiendo la misma exégesis del profeta Daniel.
Hoy día irracionalmente homenajear lo que representó dicha batalla se considerara que se está ofendiendo a los países musulmanes, que España que participo en esa batalla es la que expulsó inmerecidamente a los árabes de la península ibérica.
Reescribir la historia esta bien visto.
Y mientras eso pasó ahora pasa que no hay que recordar estas fechas o muchas otras no se vayan a ofender los musulmanes que llegaron, llegan y llegarán a Españistan. Y a Eurabia, que decía Oriana Fallaci.
El 29 de enero de 1965 Pablo VI envió el estandarte al gobierno turco "como gesto de buena voluntad".
Me abstengo de cualquier comentario.
Otra cosa; si estos antepasados nuestros vieran la situación actual de España no tardarían ni 15 días en organizar otra cruzada santa y lanzarla (con toda justicia) contra los Sánchez y Casado que traicionan España todos los días, y contra todo aquel que los apoya.
Vivimos en una indignidad mayúscula que ofende al mismo Dios, todo por habernos apartado de Él, y por esta razón sufrimos una humillación tras otra.
Cervantes estaba enfermo con fiebres en el camarote y salió a luchar pese a que se lo desaconsejaban. Quedo herido y minusválido, pero siempre se enorgullecerá de sus heridas. Al canalla que se burló de su manquedad le responderá en el prologo de la segunda parte del Quijote con sublimes palabras.
"Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano detener el tiempo, o si mi manquedad hubiera nacido de alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes y esperan ver los venideros".
Exactamente eso fue Lepanto. Aunque la miserable cristiandad europea, dividida y que solo se miraba su ombligo nacional, no supiera luego aprovechar ese impresionante triunfo. Como siempre, como ahora.
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Por intercesión de la desidia católica, permisión divina y fiereza musulmana.
Resto fiel 💓✝️🕊️🛐
Aquí en nuestra querida España, ni una sola noticia y ni un solo homenaje. Tal vez porque esta victoria recuerda lo que hemos sido siempre: españoles y católicos. Rece por España que falta nos hace
Uno de mis mayores orgullos sería poder confirmar, como estoy convencido, de que unos de mis antepasados, un militar de ese tiempo, estuviera acompañando Francesco Maria della Rovere (después Francesco Maria II) en el contingente enviado por el "Ducato di Urbino-Gubbio" a la batalla, defendiendo la Fé. Un ducado pequeño que envió 2.000 hombres a la batalla.
Lamentablemente en el bando turco hubo también comandantes renegados cristianos, convertidos al islam, como "Occhiali" (Uluj Alí) y no solo los monarcas franceses.
Viva Cristo Re!
Padre Javier : cómo se nota y se siente ,el amor qué usted siente por la Iglesia Católica y por España. !!! Un nudo en la garganta ,y lágrimas en los ojos ,durante todo el relato que usted hace de la victoria de Lepanto : San Pío V y Don Juan de Austria ; la Victoria es del Señor Nuestro Dios ,y de su Madre la Santísima Virgen María .
El Santo Rosario es la oración por excelencia de la Santa Madre Iglesia. Personalmente he tenido una experiencia de Fe con un viejo Rosario que compré en Roma en tiempos de Juan Pablo I . Era muy joven ,. De vuelta Madrid compré un librito de San José María Escrivá ,y todos los días rezaba el Santo Rosario.
El Rosario se rompió con el tiempo ,y lo dejé guardado en un estuche en un armario. Un día de verano echado encima de la cama, siento qué algo me molestaba en la espalda ,me incorporo ,y eran tres cuentas del Rosario sueltas . Eran cómo las cuentas del viejo Rosario guardado en el armario. Me voy para el armario y abro el estuche ; allí estaba el Rosario roto ,y yo tenía en mis manos las tres cuentas sueltas , qué deberían estar allí , cómo yo las dejé un día en el estuche...
Arreglé el viejo Rosario con todas sus cuentas, y desde aquel día rezo el Santo Rosario ,que tenía roto y guardado en aquel estuche , abandonado y guardado ...
La guerra de Lepanto ; es el un buen referente de lo qué será en un futuro cercano la Guerra de Dios : El Armagedon; contra la Gran Apostasía , y la alianza del Nuevo Orden mundial ; contraria a Nuestro Señor Jesucristo y el Reino de Dios.
Muchas gracias ,padre Javier Olivera Ravasi .
El islam tiene en sus genes la violencia, así se expandió y la ‘guerra santa’ es central en su doctrina. Pero hoy el desafío islámico es más complejo, su violencia (terrorismo) difícil de combatir, y su arma principal la invasión demográfica, como guían sus líderes. Según dijo el líder argelino Bumedián sobre Europa “la conquistaremos con el vientre de nuestras mujeres”, y el presidente turco Erdogán a sus inmigrantes en Alemania, “sois el futuro de Europa. Tened cinco hijos, no tres”.
Frente al islam, hoy Occidente se desarma por el ‘multiculturalismo’ y cancela sus valores cristianos. Se dice que ninguna civilización ha ideado una doctrina tan potente para su autodestrucción, fruto del posmarxismo cultural y la secularización.
Pero hay futuro, hay países que libres del comunismo reconstruyen su identidad cristiana y europea –Hungría y Polonia–, y ponen barreras a la islamización. También organizaciones en otros países, como España, que cuenta con un partido, aun en la oposición, que defiende la identidad, la historia y las raíces cristianas de nuestro país. Y al alcance de todos, el arma poderosa del rezo del Rosario, como en Lepanto, para defender la Fe cristiana con la intercesión de la Virgen María.
Saludos cordiales.
Después de saber de la infame actuación de Francia en este episodio de la historia, me sorprende aún más la intervención divina para salvar a Francia por medio de santa Juana de Arco. Misteriosos son los designios de la Providencia, y por eso mismo son tan fascinantes.
Por otro lado, tb es lamentable q no se pudiera realizar el sueño de la Cristiandad unificada de Carlos V.
El presente de reconocimiento lo llevó a Malta fray Rodrigo Maldonado, que llegó a la isla además provisto de gran cantidad de municiones, alimentos y demás pertrechos ante un más que posible nuevo asedio turco, con el mandato que entregara la espada arrodillado y en público, ante sus caballeros y los hombres de la isla que habían compartido los horrores del asedio, de la Orden de Malta y desde esa fecha el 8 de septiembre, la Espada y Daga del Valor, desfilaban por las calles de La Valeta siguiendo al portaestandarte de la Cruz de Malta, creo que fueron "retiradas" por Napoleón y estaban en Louvre.
La "ventana al cielo" de Pío V sigue abierta y el Auxilio a los Cristianos sigue estando garantizado para quienes lo invocan insistentemente y sin vacilar, no hay mejor "ecología" que la Misión y la salvación de las almas.
Volviendo a Groucho tengo anotado dos: La principal causa del divorcio es el matrimonio y Por favor si tienen alguna idea o propuesta inteligente no la digan y eviten que les encarguen llevarla a la práctica.
Saludos cordiales.
P. Javier Olivera Ravasi , su tan valioso aporte que haremos llegar a nuestras diversas Listas Provinciales, Nacionales e Internacionales
Lamentando, que, aun nos encontramos con “ interreligiosos” diszque cristianos, católicos y creyentes , avaladores del multi-pluri-culturalismo ,que, al igual ,que, mas de un funcionario de turno, siguen insistiendo en que el islam es “ la profética religión de la paz” lo ,que es una mentira, un ocultamiento de la verdad y la negación de millones de mártires ,quienes ,fueron victimizados por tales seguidores de la “ falsa religión de la paz” ya, que a través de Mahoma y sus militantes tal ideología: política, cultural y religiosa, se impuso a través de la espada, regando, ríos de sangre, al tener presente , que, el Papa ha otorgado un significado religioso a la batalla de Lepanto, concediendo un año jubilar mariano a la diócesis de Alcalá de Henares , donde, está el Santuario de Nuestra Señora de la Victoria de Lepanto(1573)en memoria de la batalla en la ,que, se derrotó al invasor otomán turco musulmán, mahometano, quienes, esclavizaban al occidente cristiano, deteniendo al poderío islámico que, pretendía invadir Europa (7-10-1571) con el don de la indulgencia plenaria por los 450 aniversario y evocar al mismo tiempo ,que, actualmente 2 franciscanos permanecen consolando a 300 familias cristianas en Siria, que, viven bajo la Ley de la «sharia» y la Yihad( guerra santa contra el creyente) donde los símbolos cristianos de la catolicidad han sido destruidos , quienes, desde hace una década ,vienen enfrentando la persecución, la violencia y las ejecuciones de tales” de la profética religión de la paz” .
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En la Conmemoración de san Pío V
30 de Abril y 5 de Mayo
Al tener presente, por la similitud de los tiempos, que, nos toca vivir, lo que ya otros vienen enfrentando y vaya a saber ¿Que nos deparará el porvenir, si a tiempo no frenamos estas amenazas del Islamismo, la falsa religión de la paz.
Los mahometanos amenazaban con invadir a toda Europa y acabar con la Religión Católica. Venían desde Turquía, destruyendo a sangre y fuego, todas las poblaciones católicas que encontraban. Y anunciaron que convertirían la Basílica de San Pedro en pesebrera para sus caballos. Ningún, rey se atrevía a salir a combatirlos.
Pío Quinto con la energía y el valor, que le caracterizaban, impulsó y buscó insistentemente la ayuda de los jefes más importantes de Europa. Por su cuenta, organizó una gran armada con barcos dotados de lo mejor, que, en aquel tiempo se podía desear para una batalla. Obtuvo, que la república de Venecia, le enviara todos sus barcos de guerra y que el rey de España Felipe II le colaborara con todas sus naves de combate. Y así organizó una gran flota para ir a detener a los turcos, que, venían a tratar de destruir la religión de Cristo. Y ,con su bendición los envió a combatir en defensa de la religión.
Puso, como condición para estar seguros de obtener de Dios la victoria, que, todos los combatientes deberían ir bien confesados y habiendo comulgado. Hizo llegar una gran cantidad de frailes capuchinos, franciscanos y dominicos para confesar a los marineros y antes de zarpar, todos, oyeron misa y comulgaron. Mientras, ellos iban a combatir en las aguas del mar, el Papa y las gentes piadosas de Roma, recorrían las calles, descalzos, rezando el rosario para pedir la victoria.
Los mahometanos ,islamitas y musulmanes, los esperaban en el mar lejano con 60 barcos grandes de guerra, 220 barcos medianos, 750 cañones, 34,000 soldados especializados, 13,000 marineros y 43,000 esclavos, que iban remando. El ejército del Papa, estaba dirigido por don Juan de Austria (hermano del rey de España). Los católicos eran muy inferiores en número a sus enemigos . Los dos ejércitos se encontraron en el golfo de Lepanto, cerca de Grecia.
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El Papa Pío Quinto, oraba por largos ratos con los brazos en cruz, pidiendo a Dios la victoria de los cristianos. Los jefes de la armada católica, hicieron, que todos sus soldados, rezaran el rosario, antes de empezar la batalla. Era el 7 de octubre de 1571 a mediodía. Todos combatían con admirable valor, pero, el viento soplaba en dirección contraria a las naves católicas y por eso, había, que emplear muchas fuerzas remando. Y he aquí que de un momento a otro, misteriosamente el viento, cambió de dirección y entonces los católicos, soltando los remos se lanzaron todos al ataque. Uno de esos soldados católicos, era Miguel de Cervantes. El que escribió El Quijote.
Don Juan de Austria, con los suyos, atacó la nave capitana de los mahometanos, donde estaba su supremo Almirante, Alí, le dieron muerte a éste e inmediatamente los demás, empezaron a retroceder espantados. En pocas horas, quedaron, prisioneros 10,000 mahometanos. De sus barcos, fueron hundidos 111 y 117 quedaron en poder de los vencedores. 12,000 esclavos, que, estaban remando en poder de los turcos quedaron libres.
En aquel tiempo, las noticias duraban mucho en llegar y Lepanto, quedaba muy lejos de Roma. Pero, Pío Quinto que estaba tratando asuntos con unos cardenales, de pronto se asomó a la ventana, miró, hacia el cielo, y les dijo emocionado: "Dediquémonos a darle gracias a Dios y a la Virgen Santísima, porque, hemos conseguido la victoria". Varios días después, llegó, desde el lejano Golfo de Lepanto, la noticia del enorme triunfo.. El Papa en acción de gracias, mandó, que cada año se celebre el 7 de octubre la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y que en las letanías se colocara esta oración "María, Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros" (propagador del título de Auxiliadora, fue este Pontífice nacido en un pueblecito llamado: Bosco. Más tarde un sacerdote llamado San Juan Bosco, será el propagandista de la devoción a María Auxiliadora).
Pío V , vivió su Pascua el 1 de mayo de 1572 a los 68 años de edad y fue declarado santo por el Papa Clemente XI en 1712.
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/ Rogamos, para pedir la intercesión de san Pío V(1504-1572+ Antonio Chislieri.) quien, a los ejércitos vencedores, les dijo: "No fueron las técnicas, no fueron las armas, las que nos consiguieron la victoria, fue, la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Dios", habiendo nacido en un hogar bien pobre , destacándose por comer muy poco, pasando muchas horas rezando, el cual , tenía tres devociones preferidas: La Eucaristía (celebraba la Misa con gran fervor y pasaba largos ratos de rodillas ante el Santo Sacramento, recordando el vía crucis y las Horas de la Pasión ), el Rosario, que, recomendaba a todos los que podía y la Santísima Virgen por la cual sentía, una gran devoción y mucha confianza y de quién obtuvo grandes favores .
/ Oramos, para solicitar la intercesión de san Pío V, al recordar , como el protestantismo, estaba invadiendo todas las regiones y amenazaba con quitarle la verdadera fe a muchísimos católicos, el Papa Pío IV , le nombró (al que sería el futuro Papa san Pío V) como encargado de la asociación, que, en Italia defendía a la verdadera religión y él, viajando casi siempre a pie y con gran pobreza, fue, visitando pueblos y ciudades, previniendo a los católicos, contra los errores de los evangélicos y luteranos, oponiéndose, fuertemente a todos, los que querían atacar nuestra religión y negaban la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, el sacramento de la confesión, denostaban a la Virgen María, y negaban la existencia del Purgatorio, entre otras herejías,( tan en boga hoy) como tantos en la actualidad, en nuestros días, lamentando, que los interreligiosos: buenistas, conciliadores e irenistas, con el riesgo de negar la doctrina, tradición y magisterio de la Iglesia, por una paz mal entendida de callarse la boca, mirar para otro lado y tergiversar los hechos de la historia, no solamente estén bien desinformados del pasado, sino, que inclusive, “mienten”, confundiendo a los auténticos creyentes, y desconociendo a los miles de mártires católicos, debido a tales, el cual, mas de una vez estuvo en peligro de ser asesinado, por dichos sustentadores de herejías, haciendo, perseguir, juzgar y poner presos a los centenares de bandoleros que atracaban a la gente en los alrededores de Roma, al contrario de otros, enredados en el “ misericordiosismo” ,garantistas y falsamente pacifistoides , quienes, terminan justificando, legitimando y encubriendo” piadosamente” a los que han mal gobernado.
/ Imploramos, para impetrar la intercesión de san Pío V, al evocar que el Papa Pío IV , para premiar sus valiosos servicios y para tenerlo cerca de él como colaborador en Roma, lo nombró Cardenal y encargado de dirigir toda la lucha en la Iglesia Católica en defensa de la fe y contra los errores de los protestantes y al morir el Papa Pío IV, (San Carlos Borromeo )les dijo a los demás cardenales, que, el candidato más apropiado, para ser elegido Papa, era, este santo cardenal, que, tuvo el valor de denunciar de frente, sin ambigüedades, o eufemismos y mentiras, cada una de las herejías de su tiempo, no agachándose para nada , ante los errores del protestantismo, sino, intentándoles atraer con la Verdad en las manos, quien, al ser elegido Papa , tomó el nombre de Pío Quinto.
enrique Cheli Pedraza
educador
servidor de la Eucaristía
Instituto
Nuestra Señora de las Américas
[email protected]
Argentina
Saludos cordiales.
Una vez de las muchas que he visitado el Monasterio de El Escorial , lo estuve visitando con un guía , todo el Monasterio ,y cuándo llegamos al Panteón de de Infantes ,me conmovió en gran manera ,la tumba del Infante Don Juan de Austria. Antes de abandonar la estancia ; no pude irme sin regresar al mausoleo ,yo sólo ,
para tocarlo y rezar en su tumba.
Tuve la honda impresión de que aquel héroe no pudo morir tan joven de manera natural .
https://es-es.facebook.com/891565377542972/videos/454114062601852/
Gracias Padre Javier.
LEPANTO
G.K. Chesterton
Blancos los surtidores en los patios del sol;
El Sultán de Estambul se ríe mientras juegan.
Como las fuentes es la risa de esa cara que todos temen,
Y agita la boscosa oscuridad, la oscuridad de su barba,
Y enarca la media luna sangrienta, la media luna de sus labios,
Porque al más íntimo de los mares del mundo lo sacuden sus barcos.
Han desafiado las repúblicas blancas por los cabos de Italia,
Han arrojado sobre el León del Mar el Adriático,
Y la agonía y la perdición abrieron los brazos del Papa,
Que pide espadas a los reyes cristianos para rodear la Cruz.
La fría Reina de Inglaterra se mira en el espejo;
La sombra de los Valois bosteza en la Misa;
De las irreales islas del ocaso retumban los cañones de España,
Y el Señor del Cuerno de Oro se está riendo en pleno sol.
Laten vagos tambores, amortiguados por las montañas,
Y sólo un príncipe sin corona, se ha movido en un trono sin nombre,
Y abandonando su dudoso trono e infamado sitial,
El último caballero de Europa toma las armas,
El último rezagado trovador que oyó el canto del pájaro,
Que otrora fue cantando hacia el sur, cuando el mundo entero era joven.
En ese vasto silencio, diminuto y sin miedo
Sube por la senda sinuosa el ruido de la Cruzada.
Mugen los fuertes gongs y los cañones retumban,
Don Juan de Austria se va a la guerra.
Forcejean tiesas banderas en las frías ráfagas de la noche,
Oscura púrpura en la sombra, oro viejo en la luz,
Carmesí de las antorchas en los atabales de cobre.
Las clarinadas, los clarines, los cañones y aquí está él.
Ríe Don Juan en la gallarda barba rizada.
Rechaza, estribando fuerte, todos los tronos del mundo,
Yergue la cabeza como bandera de los libres.
Luz de amor para España ¡hurrá!
Luz de muerte para África ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Cabalga hacia el mar.
Mahoma está en su paraíso sobre la estrella de la tarde
(Don Juan de Austria va a la guerra.)
Mueve el enorme turbante en el regazo de la hurí inmortal,
Su turbante que tejieron los mares y los ponientes.
Sacude los jardines de pavos reales al despertar de la siesta,
Y camina entre los árboles y es más alto que los árboles,
Y a través de todo el jardín la voz es un trueno que llama
A Azrael el Negro y a Ariel y al vuelo de Ammon:
Genios y Gigantes,
Múltiples de alas y de ojos,
Cuya fuerte obediencia partió el cielo
Cuando Salomón era rey.
Desde las rojas nubes de la mañana, en rojo y en morado se precipitan,
Desde los templos donde cierran los ojos los desdeñosos dioses amarillos;
Ataviados de verde suben rugiendo de los infiernos verdes del mar
Donde hay cielos caídos, y colores malvados y seres sin ojos;
Sobre ellos se amontonan los moluscos y se encrespan los bosques grises del mar,
Salpicados de una espléndida enfermedad, la enfermedad de la perla;
Surgen en humaredas de zafiro por las azules grietas del suelo,-
Se agolpan y se maravillan y rinden culto a Mahoma.
Y él dice: Haced pedazos los montes donde los ermitaños se ocultan,
Y cernid las arenas blancas y rojas para que no quede un hueso de santo
Y no déis tregua a los rumíes de día ni de noche,
Pues aquello que fue nuestra aflicción vuelve del Occidente.
Hemos puesto el sello de Salomón en todas las cosas bajo el sol
De sabiduría y de pena y de sufrimiento de lo consumado,
Pero hay un ruido en las montañas, en las montañas y reconozco La voz que sacudió nuestros palacios -hace ya cuatro siglos:
¡Es el que no dice "Kismet"; es el que no conoce el Destino,
Es Ricardo, es Raimundo, es Godofredo que llama!
Es aquel que arriesga y que pierde y que se ríe cuando pierde;
Ponedlo bajo vuestros pies, para que sea nuestra paz en la tierra.
Porque oyó redoblar de tambores y trepidar de cañones.
(Don Juan de Austria va a la guerra)
Callado y brusco -¡hurrá!
Rayo de Iberia
Don Juan de Austria
Sale de Alcalá.
En los caminos marineros del norte, San Miguel está en su montaña.
(Don Juan de Austria, pertrechado, ya parte)
Donde los mares grises relumbran y las filosas marcas se cortan
Y los hombres del mar trabajan y las rojas velas se van.
Blande su lanza de hierro, bate sus alas de piedra;
El fragor atraviesa la Normandía; el fragor está solo;
Llenan el Norte cosas enredadas y textos y doloridos ojos
Y ha muerto la inocencia de la ira y de la sorpresa,
Y el cristiano mata al cristiano en un cuarto encerrado
Y el cristiano teme a Jesús que lo mira con otra cara fatal
Y el cristiano abomina de María que Dios besó en Galilea.
Pero Don Juan de Austria va cabalgando hacia el mar,
Don Juan que grita bajo la fulminación y el eclipse,
Que grita con la trompeta, con la trompeta de sus labios,
Trompeta que dice ¡ah!
¡Domino Gloria!
Don Juan de Austria
Les está gritando a las naves.
El rey Felipe está en su celda con el Toisón al cuello
(Don Juan de Austria está armado en la cubierta)
Terciopelo negro y blando como el pecado tapiza los muros
Y hay enanos que se asoman y hay enanos que se escurren.
Tiene en la mano un pomo de cristal con los colores de la luna,
Lo toca y vibra y se echa a temblar
Y su cara es como un hongo de un blanco leproso y gris
Como plantas de una casa donde no entra la luz del día,
Y en ese filtro está la muerte y el fin de todo noble esfuerzo,
Pero Don Juan de Austria ha disparado sobre el turco.
Don Juan está de caza y han ladrado sus lebreles-
El rumor de su asalto recorre la tierra de Italia.
Cañón sobre cañón, ¡ah, ah!
Cañón sobre cañón, ¡hurrá!
Don Juan de Austria
Ha desatado el cañoneo.
En su capilla estaba el Papa antes que el día o la batalla rompieran.
(Don Juan está invisible en el humo)
En aquel oculto aposento donde Dios mora todo el año,
Ante la ventana por donde el mundo parece pequeño y precioso.
Ve como en un espejo en el monstruoso mar del crepúsculo
La media luna de las crueles naves cuyo nombre es misterio.
Sus vastas sombras caen sobre el enemigo y oscurecen la Cruz y el Castillo
Y velan los altos leones alados en las galeras de San Marcos;
Y sobre los navíos hay palacios de morenos emires de barba negra;
Y bajo los navíos hay prisiones, donde con innumerables dolores,
Gimen enfermos y sin sol los cautivos cristianos
Como una raza de ciudades hundidas, como una nación en las ruinas,
Son como los esclavos rendidos que en el cielo de la mañana
Escalonaron pirámides para dioses cuando la opresión era joven;
Son incontables, mudos, desesperados como los que han caído o los que huyen
De los altos caballos de los Reyes en la piedra de Babilonia.
Y más de uno se ha enloquecido en su tranquila pieza del infierno
Donde por la ventana de su celda una amarilla cara lo espía,
Y no se acuerda de su Dios, y no espera un signo-
(¡Pero Don Juan de Austria ha roto la línea de batalla!)
Cañonea Don Juan desde el puente pintado de matanza.
Enrojece todo el océano como la ensangrentada chalupa de un pirata,
El rojo corre sobre la plata y el oro.
Rompen las escotillas y abren las bodegas,
Surgen los miles que bajo el mar se afanaban
Blancos de dicha y ciegos de sol y alelados de libertad.
¡Vivat Hispania!
¡Domino Gloria!
¡Don Juan de Austria
Ha dado libertad a su pueblo!
Cervantes en su galera envaina la espada
(Don Juan de Austria regresa con un lauro)
Y ve sobre una tierra fatigada un camino roto en España,
Por el que eternamente cabalga en vano un insensato caballero flaco,
Y sonríe (pero no como los Sultanes), y envaina el acero...
(Pero Don Juan de Austria vuelve de la Cruzada.)
Segun Bicheno y la wikipedia, ambos bandos estaban igualados en numero de barcos y en numero de combatientes. Pero los cristianos tenian 1815 cañones por 750 cañones de los otomanos. Una diferencia aplastante para una victoria aplastante. Los otomanos perdieron la mayor parte de la flota por solamente 13 galeras cristianas perdidas lo que me hace pensar que la balanza de la victoria nunca se inclino decisivamente en favor de los otomanos durante toda la batalla, incluso cuando contaban con el viento a su favor.
Claro que es mas facil hablar a toro pasado despues de investigar un poco.
No es necesario estar presente en la batalla, basta conocer los relatos de terceros que tienen una mejor perspectiva historica. Nadie se puso a contar cuantos cañones tenian los turcos cosa que hace Bicheno.
Por su puesto que digo que el barlovento fue irrelevante comparado con el numero de cañones presente porque los cristianos solamente perdieron 13 galeras incluido el tiempo, corto o largo, que contaro los turcos con el viento a su favor. Muy pocas comparados con las que perdieron los turcos. Aunque no me gusta hacer historia-ficcion, la batalla habria quedado en tablas con pocas naves hundidas por ambos bandos de no haber cambiado la direccion del viento.
Milagro? Quizas. Pero desde un punto de vista mas racionalista que fideista lo relevante fueron las armas. 1815 cañones de los cristianos por 750 cañones de los turcos. La artilleria turca era mucho menos poderosa que la cristiana.
Para los que no lo sepan dire que hay un cuadro de Lepanto en el Senado en homenaje a la batalla.
Segun este parrafo las tacticas del Generalísimo tambien tienen su merito cosa que tambien niega el Senado de Venecia que dijo que "No fue el valor, ni las armas, ni los jefes, sino María del Rosario la que nos hizo victoriosos”. Todos tienen sus meritos.
Así que la importancia de que el viento rolara es algo que no puedes calibrar pero tienes que hacerlo para que la cosa resulte menos meritoria, of course.
Saludos cordiales.
Que son 5 cañones cristianos por cada 2 otomanos. La proporción es tan aplastante como lo fue la victoria cristiana. De no haber tenido esta ventaja la victoria cristiana habria sido mas pirrica que aplastante. Incluso podrian haber ganado los turcos porque contaban con el barlovento de primera hora.
Luego llego el barlovento a favor de los cristianos y los turcos ya no podian seguir con su tactica de hostigamiento escapando de los cañones cristianos. Entonces, se encontraron en una ratonera de la que no podían escapar. Entonces, la mayor potencia de fuego cristiana se impuso claramente sobre la menor potencia de fuego otomana.
Los otomanos se vieron atrapados en una batalla que no podian ganar. Como mucho podian empatar si podian seguir con su tactica de hostigamiento evitando el enfrentamiento directo. Mas tarde, reconstruyeron su flota pero evitaron cualquier enfrentamiento directo con los cristianos. Parece ser que aprendieron la leccion.
En fin, no espero convencer a muchos pero ahí queda mi opinión.
Tampoco concuerda la wikipedia con Dumont en el tema del barlovento. Para la wiki cambio el viento al inicio de la batalla mientras que para Dumont el cambio se produjo ya empezada.
Hay que señalar que fueron los sacerdotes embarcados (jesuitas y capuchinos) los que interpretaron el cambio del viento como una intervención divina. El resto de los fieles aceptaron esta interpretación.
Los turcos, gracias al barlovento, trataron de rodear a la desordenada escuadra cristiana. Pero no consiguieron una ventaja decisiva para el resto de la batalla.
Los cristianos consiguieron encerrar a los otomanos en el estrecho y empezo una batalla de sitio. Las maniobras de envolviemiento y de hostigamiento por parte de los turcos cesaron.
Despues cambio el viento y dice que el humo cegaba a los otomanos. Pero la batalla ya estaba decidida porque los cristianos estaban mejor preparados para una batalla de sitio: mas cañones y mejor orientados, los tercios, los arcabuces.
Wikipedia "La Liga Santa logró reunir un total de 91 000 soldados, marineros y chusma, 34 000 soldados, 13 000 tripulantes y 45 000 galeotes."
Habria que ver que valor militar tenian los galeotes. Si estaban instruidos o que armas y armaduras llevaban. Se les llamaba "chusma".
Que pena que llevemos dos dias sin comentarios. Me muero de curiosidad por saber distintas opiniones.
No digo que sea irracional decir que tener el viento a favor fuese una causa de la victoria. Y es decisivo cuando las fuerzas estan igualadas.
Pero si que es irracional decir que fue la unica causa de la victoria como hace el Senado de Venecia olvidando la superior potencia de fuego de los cristianos.
Ya se que opina usted que no se puede calibrar. Yo creo que si se puede por todo lo dicho anteriormente: son cinco cañones cristianos por cada dos turcos. Critico su opinion aunque tampoco digo que sea irracional.
Pero conviene explicar mejor a que me refiero cuando digo lo que es irracional. Irracional es la interpretación del Senado de Venecia. El barlovento fue una causa (menor en mi opinión) de la victoria pero no fue la unica causa.
Los problemas empiezan en 1407 con el asesinato del duque de Orleans por su primo el Duque de Borgoña ( antepasado de los Habsburgo ) , y duran hasta el casamiento de Luis XVI con Maria Antonieta .
Las historias de la Iglesia , de Inglaterra , de España , de Francia son íntimamente relacionadas .
Querian extender su influencia a Flandes, Borgoña e Italia y chocaban con los Austrias. La cruzada contra el turco les importaba poco. Sin embargo, aunque se aliaban con los protestantes alemanes, fueron menos tolerantes con los hugonotes franceses contra los que se libraron muchas guerras de religión.
Por el contrario, Felipe II apoyaba a los catolicos franceses contra los hugonotes. Enrique IV tuvo que abjurar de su fe protestante y convertirse al catolicismo para poder convertirse en rey de Francia. Su hijo Luis XIII hizo la guerra a los hugonotes y su nieto Luis XIV termino revocando el Edicto de Nantes que garantizaba la tolerancia.
En primer lugar, se acercaba el invierno despues de Lepanto. Don Juan de Austria soñaba con Constantinopla pero Venecia preferia firmar la paz porque la guerra perjudicaba el comercio. Felipe queria atacar Africa aunque aceptase participar en la expedicion a Morea en 1572 que no obtuvo grandes resultados. En 1973 Venecia firma la paz con los turcos y renuncia a Chipre y paga una indemnizacion de 300.000 ducados.
Aunque yo no se donde ve el primitivo exito turco cuando sólo hundieron entre "15 o 20 galeras cristianas" por mas de 200 galeras turcas hundidas, quemadas o destruidas.
Aunque si sumamos las galeras cristianas gravemente dañadas el numero asciende a 40.
Ademas, hay que tener en cuenta que la escuadra de reserva cristiana atajo la maniobra turca de envolvimiento. Los cristianos estaban dispuestos en cruz y los turcos en una linea sin reservas.
Se podria aceptar que el barlovento fue mas relevante en el flanco derecho cristiano pero la prevision de crear una reserva conjuro el peligro.
Traicionaron a su señor siendo aliado de los Ingleses .
Por eso el cielo mando Santa Juana de Arco .
El ducado de Borgoña , volvía a la corona de Francia , si el duque no tenía hijo varón. Es lo que paso , previa rebeldía de Carlos el Temerario contra su Señor Luis XI .
Los dos millones de escudos de oro eran para liberar los hijos de Francisco I Secuestrado por Carlos V.
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