¿Dios quiso muchas religiones?¿hay que respetarlas? Reseña del libro de Brian Harrison
Hace poco hemos sentido cierto revuelo ante diversas declaraciones vaticanas donde se planteaba que la diversidad de religiones era algo querido por Dios y hasta expresión de su sabia voluntad divina; tanto que, en una audiencia papal Francisco debió salir a clarificar algunas expresiones que podían entenderse erróneamente.
Estos planteos nos hicieron recordar la presente recensión aparecida hace casi dos décadas (puede verse en la Revista Gladius 62 [2004], pp. 207-211).
A fin de clarificar un poco el tema y como un anexo, la publicamos aquí casi sin cambios para,
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi, SE
Brian W. Harrison, Le développement de la doctrine catholique sur la liberté Religieuse : un précédent pour un changement vis-à-vis de la contraception?, Soc. St. Thomas d’Aquin, Dominique Martin Morin, Francia, 1988, 205 págs.
El Padre Brian Harrison, O.S., es una rara avis.
Nacido en Australia y convertido al catolicismo romano, ha venido publicando desde el año 1987, diversos trabajos acerca de la infalibilidad del Magisterio, la Tradición y las SS.EE., con una claridad pocas veces vista. Se trata de uno de los tantos sacerdotes que, gracias a Dios, no han claudicado en esa divertida tarea de pensar.
Entre los trabajos publicados, se pueden citar los siguientes: “Pius IX, Vatican II and Religious Liberty”, “The Pontifical Academy of the Immaculata”, “Humanae Vitae and Infallibility”.
Es como si necesitásemos que, cada tanto, saliese algún converso a dar la cara por la Iglesia.
Harrison, al igual que Newman o San Pablo, escribe con total claridad y franqueza, sin pelos en la lengua; coherente con su deber de estado, razona al estilo tomista. Se plantea los “sed contra” y los resuelve para defender la barca del Pescador, que en tantas oportunidades como ahora, se ha visto abordada por piratas, tanto internos como externos.
Con gran osadía, se ha metido en una de las cuestiones más espinosas del magisterio conciliar: la Libertad Religiosa, expuesta desde 1965 en el documento Dignitatis Humanae, que, hasta la fecha, ha hecho derramar ríos de tinta para –generalmente–hacerle decir lo que a cada uno le conviene en cada caso merced a su letra por demás ambigua.
Pero el australiano no se ha quedado en el discurso de barricada o panfletario; al contrario, ha tenido el atrevimiento de publicar sus estudios a modo de tesis doctoral ni más ni menos en el mismísimo Angelicum, Universidad Pontificia Sto. Tomás de Aquino de Roma, donde antaño se estudiaba a Santo Tomás.
El título de la tesis es de por sí atrayente, es decir marketinero: “Libertad religiosa y anticoncepción” dice el original inglés. Y uno se preguntará: ¿qué tendrán que ver?[1] Mucho, mucho… Es que, en sana lógica, Harrison se pregunta lo siguiente: si la Iglesia cambió su doctrina respecto al resto de las religiones, ¿no podría cambiarla también respecto de la píldora, el preservativo, etc.?
El milagro político
Si las encíclicas o documentos pontificios fueran susceptibles de canonización, sin duda habría que iniciar la causa de la Dignitatis Humanae pues, sin saberlo, cumplió con uno de los requisitos decisivos para llegar a los altares: hizo un milagro pues ha sido de los pocos documentos que logró poner de acuerdo a tradicionalistas y progresistas por igual.
Sucede que teólogos de avanzada como el P. Charles Curran, han dicho que “la historia revela que la Iglesia Católica ha cambiado su parecer respecto de la libertad religiosa”, por lo que, por ende, podría perfectamente modificar su doctrina sobre la anticoncepción, el celibato sacerdotal, el 6º y 9º mandamiento y hasta el aborto. Quizás en esta parte sur de América no se conozca demasiado al P. Curran, pero es un especie de Leonardo Boff, evidentemente evolucionado y de sangre imperial, a quien muchos siguen todavía en Europa y USA.
Los “ultra” (término ambiguo en el cual entra desde el Führer hasta el Che Guevara), aprovechan para decir que, habiendo cambiado la doctrina, la Iglesia se ha venido abajo y por lo tanto, durante el Concilio la Esposa de Cristo sufrió un cambio sustancial que la hizo ser otra cosa.
Y así, como en el mundo del derecho, existe una biblioteca que apoya al fiscal y otra a la defensa, sin querer reducir el problema moral de fondo a cuestiones metafísicas, Harrison trata de aplicar todos los recursos posibles para aunar la postura tradicional con esta nueva forma de “expresión conciliar”. Lo cierto es que este pequeño decreto ha traído un gran dolor de cabeza a gran parte de los teólogos católicos. Tanto que, en su momento, Juan Pablo II debió publicar una encíclica (Redemptoris missio) para explicar que las misiones católicas no estaban abolidas por el Concilio.
Es que desde los primeros días del posconcilio se discutía el alcance de la Dignitatis Humanae y hasta era tema de debate en los colegios (tanto que nuestra propia madre nos comentó más de una vez, por entonces, en un colegio de monjas, las hermanitas no sabían cómo explicarles a las alumnas esto de que “todas las religiones son iguales” y todas son queridas por Dios…
En nuestro país, la Argentina, el mismísimo Padre Meinvielle debió tocar el tema haciendo malabarismos –es verdad– en una separata de su libro “De Lammenais a Maritain” que Harrison utiliza, por cierto.
Los principios sentados
El lenguaje de Harrison, manifiesta su sólida formación aristotélico-tomista, que, sumado a sus conocimientos históricos, permiten razonar en concreto, con ojos mejores para ver la Iglesia.
El autor trata de hacer al principio de su obra una pequeña catequesis de lo que significa la política variable de la Iglesia, es decir, los medios que el Papa debe utilizar para responder a un problema concreto. Con toda honestidad intelectual y desde el primer capítulo, se propone demostrar que la doctrina de la Dignitatis Humanae no ha cambiado la postura “tradicional”; hubo en cambio “una nueva forma de expresarse”.
Y uno podrá estar de acuerdo con esta postura, pero es lo que él intenta hacer.
Harrison resume así la postura tradicional de la Iglesia acerca de la libertad religiosa:
1) La sociedad civil tiene el deber de honrar a Dios y reconocer a la Iglesia Católica como la depositaria de las verdades de Cristo.
2) La sociedad civil tiene, además, el deber de proteger tanto a la verdadera religión como a la Iglesia Católica en cuanto institución, restringiendo, en la medida en que el bien común lo demande, la libre propagación del error cuando lo requiera.
3) Nadie tiene un derecho objetivo a creer o a propagar aquello que es falso o a hacer aquello que es malo.
4) Nadie puede ser obligado a abrazar la fe católica ya que el acto de fe es un acto libre.
El Concilio, por su parte, afirma que:
1) La doctrina católica de siempre, concerniente al deber moral de los hombres y de las sociedades frente a la verdadera y única Iglesia de Cristo, permanece intacta.
2) La persona humana, en virtud de su dignidad, tiene derecho a no ser molestada en materia religiosa, ya sea individualmente o colectivamente, en público o en privado, salvo que se propase en los justos límites, de suerte que no puede ser forzada a obrar contra su conciencia.
3) Los justos límites mencionados anteriormente deben responder al orden moral objetivo
Hasta aquí el resumen.
Para comprender mejor el terreno en el que se movían los padres conciliares, Harrison intenta recrear el difícil contexto político del Concilio Vaticano II: en primer lugar, nos dice, la Iglesia creía haber perdido la guerra (esta era opinión generalizada entre los vencedores) por lo que se temía hablar con la claridad de siempre, máxime cuando todo parecía encaminarse hacia el “paraíso comunista”. Había que decir la verdad, pero a cuentagotas…; darle al mundo un remedio en dosis homeopáticas –como decía Meinvielle. En síntesis: había que aggiornarse.
Fue justamente a Juan Pablo II a quien, siendo aún un joven cardenal, le debemos la enérgica intervención contra el Cardenal De Smedt pidiendo inscribir las palabras “orden moral objetivo” en la Dignitatis Humanae.
La lingüística
En el Concilio, según Harrison (y en esto opina lo mismo Romano Amerio), hubo una “nueva forma de expresar las verdades” que, con el tiempo, serían interpretadas a gusto del consumidor. Claro que se decía que la doctrina anterior quedaba a salvo pero… El tema de la tolerancia del error, por ejemplo, ya había sido tratada muchas veces por la Iglesia; el mismo León XIII había dicho en la encíclica “Libertas” que “se pueden tolerar las enseñanzas del mal, siempre y cuando así lo indique la prudencia política”.
Los redactores de la nueva “libertad religiosa”, al decir del autor (al menos los más honestos), pensaban que si se condenaba la libertad de culto y se reafirmaba la doctrina tradicional expresada por Pío IX, probablemente los vencedores de la guerra no sólo harían caso omiso a unos cuantos consejos “pastorales”, sino que ampliarían aún más los gulags para la reeducación “espiritual”. Se debía usar la sugestión o, como decía Amerio el “circiterismo”, la aproximación al significado pero de modo ambiguo.
Las consecuencias de hoy en día son patentes. Si la sal pierde su sabor, ya no sirve sino para ser pisoteada por los hombres, aunque la Iglesia de la Publicidad (como la llamaba Meinvielle) se encargue de enseñar lo contrario.
¿Perseguir o no perseguir?
Según la enseñanza de la Iglesia sólo hay una religión verdadera y el resto son falsas religiones; sin embargo, claramente siempre ha existido la tolerancia ante la práctica de esas falsas religiones, siempre y cuando no se viole el bien común, ni se se vaya contra los principios del orden moral. Harrison aprovecha para agregar que “en el dominio de la política, es decir en el juicio práctico sobre los medios necesarios para mantener el bien común, la Iglesia ha juzgado tradicionalmente que, al menos en una sociedad ya católica, la difusión de las ideas y prácticas opuestas al catolicismo, es ipso facto una amenaza contra el bien común, las cuales deberían ser reprimidas”.
Es decir, todo un troglodita para los nuestros oídos modernos…
Esta proposición no significa que toda no católica deba ser reprimida, sino sólo aquella que fuese en desmedro de las “buenas costumbres”, entendiéndose por estos términos, aquello que dictamina la sana conciencia y en definitiva los mandamientos (que no son otra cosa que su explicitación para los corazones endurecidos).
Pero el autor también sabe hacer malabares por momentos, como por ejemplo, cuando trae a colación un breve artículo del Prof. Bernardino Montejano, argentino y contemporáneo, quien, utilizando la misma letra del Concilio, dice algo así: dado que por la Dignitatis Humanae la actividad religiosa puede ser limitada ante la necesidad de proteger los derechos de todos los ciudadanos, un Estado católico podría en justicia reivindicar para sus ciudadanos un derecho de preservar su unidad religiosa y de proteger a los pobres fieles contra un proselitismo socialmente disolvente de las falsas religiones. Lo que traducido significa que, en cualquier país nominalmente católico, se podría restringir la actividad religiosa de otras confesiones alegando un cierto sentir nacional.
Acá Harrison intenta refutar estos escasos tres renglones con más de seis páginas de su libro, para terminar diciendo que, esta proposición no convendría por la sencilla razón de que, con ese mismo criterio, se podría reprimir a los católicos en los países no católicos. Además, alega, dicha postura, si bien no contradiría la “letra” del Concilio, sí lo haría respecto del “espíritu” (con minúscula, por las dudas…).
Tolerancia vs. derecho
Harrison distingue bien la “tolerancia” del “derecho”, es decir, la tolerancia de las falsas religiones del derecho a creer lo que a uno se le antoje. La primera es bien conocida para todos (todos deben tolerar los impuestos, al jefe, a la suegra…) mientras que la segunda resulta hoy una entelequia pues, en el mundo post-kelseniano, ya nadie sabe qué diablos es un derecho.
Al toparse con este intríngulis Harrison trata de explicar que los no cristianos tienen un “derecho natural a ser tolerados”, y no un derecho per se a ejercer las falsas religiones, el satanismo, el islamismo o la religión de Harry Potter. Si bien no parece haber sido éste el “espíritu” de los redactores de la Dignitatis humanae, el autor sale del paso con un salto de canguro. Quizás le hubiera faltado a Harrison un análisis o como se dice hoy en día, un juicio histórico acerca de la conveniencia o no de haber apelado a este tema en esos tiempos, como sí lo hizo Juan Pablo I quien, según dicen, intentó un mea culpa, al decir que “durante varios años hemos enseñado que el error no tiene ningún derecho. He estudiado a fondo el problema y, al final, me he convencido de que nos hemos equivocado”[2].
Sumando y restando: es un libro que merece leerse y traducirse a la lengua de Cervantes.
Seminarista Javier P. Olivera R.
(2003)
[1] Para comprender mejor el tema puede uno entrar en el sitio donde se encuentran sus trabajos: www.rtforum.org.
[2] Esta afirmación fue publicada en una breve biografía, la misma tarde de su elección, por la Sala de Prensa Vaticana y reproducida, a su vez, por el diario francés Le Monde, 28 de Agosto de 1978 (cfr. http://crc-resurrection.org/toute-notre-doctrine/contre-reforme-catholique/la-vie-de-jean-paul-ier/).
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22 comentarios
Desde el momento en que una sociedad concreta considere como "verdades" lo que para la Iglesia Católica son "errores evidentes", ¿tienen derechos tales supuestas "verdades" o no los tienen?
Y, por el revés, si en una sociedad determinada se considera mayoritariamente la enseñanza de la Iglesia Católica como un supuesto cúmulo de "errores", ¿el depósito de la fe cristiana tiene derechos o no los tiene en dicha sociedad?
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1) Ni el error ni el pecado tienen derechos, aunque a veces deban ser tolerados "pro Bono pacis". Eso está claro en el texto.
2) Las "verdades" (que no lo son) son errores, ergo no tienen derecho y solo deben ser toleradas mientras no puedan ser corregidos.
3) El depósito de la Fe católica es la única que tiene derechos, porque es la única verdadera. El resto son falsas religiones.
Dios lo guarde. PJOR
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Está vivo. En internet se venden algunas de sus obras.
29. Toda autoridad, tanto en la tierra como en el cielo, pertenece a Jesucristo; por lo tanto, las sociedades civiles y todas las demás asociaciones de hombres están sujetas a su reinado, de modo que "el deber de ofrecer a Dios un culto genuino concierne al hombre tanto individual como socialmente" (Catecismo de la Iglesia Católica, 2105; ver Pío XI, Encíclica Quas Primas, 18 -19; 32).
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Exacto. Exactamente. Schneider es un faro en esta Iglesia de hoy
La duda es: ¿Cómo se concilia la verdad católica de represión del error con la verdad católica de no represión del error por no coacción en materia de fe (libertad religiosa)?
En un artículo sobre el tema en la web Ius Canonicum se dice que es una evolución, no doctrinal, sino del Derecho (por lo que se tiene que reformular la libertad religiosa en base a un cambio circunstancial). La filosofía del derecho moderno se desligó en el siglo XX de una concepción clásica que no distinguía entre moral y derecho, por lo que, afirma el artículo de la citada web, hoy día se tiene claro que: "tener derecho a algo no significa tener legitimidad moral a ello".
Tante ese artículo como el libro "Magisterio eclesiástico. Sobre Libertad Religiosa. Conciliación armónica de sus enseñanzas" del P. Miguel Nicolau S.J reafirmanby explican el magisterio de la Iglesia y concluyen cómo el Concilio no otorga derecho al error sino simplemente a la no coacción.
El deber para con la verdad y su obligación de libre aceptación en el hombre persisten.
"La Declaración de libertad religiosa pretende también, por consiguiente,
enseñar unos derechos objetivos que hay en Ia persona humana para que
no sea coaccionada en el ejercicio de Ia religión, ni sea impedida en ello, si
Io hace dentro de los debidos límites del orden moral y del bien común.
De Io dicho hasta aquí consta abiertamente que los diversos puntos
de vista en que se puede considerar un problema pueden fundamentar di-
versas y aun opuestas maneras de hablar. La consideración del orden ob-
jetivo y universal de los principios de Ia religión revelada por Dios, funda
derechos objetivos, universales, absolutos y exclusivos de Ia Iglesia y de los
católicos en el ejercicio y propaganda de su religión dentro de las normas
morales universales. La consideración del estado subjetivo de las concien-
cias funda derechos subjetivos y presuntos para actuar interna y externa-
mente, privada y públicamente Ia religión, dentro de los debidos límites
de no violar los derechos deDios y de los demás, que viene a ser dentro
de Ia ley moral y del bien común. Estos derechos subjetivos no excluyen
ni niegan las obligaciones objetivas de los individuos y los derechos de los
demás. La consideración de las exigencias del orden social y de Ia convi-
vencia pacífica funda derechos de orden social y civil, en orden a no serc oaccionados ni impedidos por nadie en el ejercicio de Ia religión, si se rea-
liza dentro del orden público y de Ia pública moralidad, esto es, dentro del
bien común.
Se trata, a nuestro modo de ver, no de un derecho meramente jurídico
o civil, sino de un verdadero derecho natural, que tiene su expresión en el
orden social y civil, para exigir respeto a Ia propia responsabilidad e in-
munidad en el área de esta responsabilidad, siempre que no se violen dere-
chos de los demás y del bien común. El individuo no tiene derecho a seguir
el error y a hacer Io malo; pero tiene derecho a exigir que los poderes po-
líticos no se inmiscuyan en sus libres determinaciones, mientras no se vio-
le el orden público y el bien común.
Otra manera de examinar un problema es proponérselo desde ángulos
diferentes. En el caso presente es un problema en el cual entran Dios y el
hombre, y el hombre como ser individual y como ser social.
Fisto desde el ángulo de Dios equivale a examinarlo desde el ángulo
de Ia ley moral absoluta y universal, que es Io que han hecho los Papas
anteriores a Juan XXIH. Esta visión establece de una manera objetiva y
absoluta los derechos de Dios y de Ia Iglesia, las obligaciones del hombre
y de Ia sociedad humana, y los derechos de quien está en Ia verdad y busca
el bien.
Vistò desde el ángulo del hombre se ha podido examinar el problema
desde Ia conciencia humana que procede de buena fe, y completar Ia visión
anterior con el nuevo aspecto que se ofrece de los derechos, que hemos
llamado presuntos y subjetivos, pero reales del hombre que procede con
sinceridad y diligencia. Los límites del verdadero bien común, de los le-
gítimos derechos de quienes están en Ia verdad, y Ia pública moralidad,
sirven de frontera al derecho subjetivo de actuar externa y públicamente
Ia religión profesada de buena fe; si se examina desde el ángulo de los dere-
chos de Ia conciencia." Pág. 107
Una de las técnicas de Satanás ya sabemos que es citar (tergiversándola, eso sí) la Palabra de Dios. Es decir, presentando algo de verdad.
Dios no desea la existencia de ninguna religión.
Dios NECESITA que le amemos (que le amemos a Él en el prójimo) porque Él es solo Amor y el amor es relacional.
Pero nada más (y nada menos)
¿También está incluida el satanismo?
¿El culto a la santa muerte?
¿Y el fariseismo?
¿Y los que usan la Yihad?
Por cierto, los católicos aceptamos la defensa propia, tanto en el caso personal como en la sociedad, así que cruzadas, reconquista, guerra civil española, guerra cristera todas ellas fueron en defensa propia.
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Es un modo de decir nomás: Harrison intenta siempre, en su libro, de analizar el problema práctico que todo esto engendra. Dios lo guarde. PJOR
G. K. Chesterton
O que impressiona nos dias atuais é ver a repulsa e até mesmo o ódio de grande parte do clero a tudo que é genuinamente católico... O último caso é o da destruição da Congregação das Pequenas Irmãs de Maria Mãe do Redentor, uma ordem religiosa nascida em França e que contava com cerca de 120 mulheres. Alguns crimes graves da Congregação era o de excessiva oração!
A Congregação foi acusada de ter uma espiritualidade muito "tradicional", eufemismo para "católica".
É um sinal inequívoco do Abominável da Desolação no lugar santo e de que estamos às portas do Anticristo. Muito em breve o Corpo Místico do Anticristo que ainda está invisível ficará visível.
Se o fardo do sacerdócio já excessivamente pesado, nos dias atuais então... Eu fico imaginando o que ocorrerá quando muitos deles se apresentarem diante do Juiz...
Dios no puede querer más que una cosa: la conversión a la verdadera Fe de todo pueblo y nación, que no se pueda obligar a nadie a aceptar esa fe es otra cosa. Algo similar ocurre cuando veo a mi vecino malgastar su dinero y buscarse la ruina sin poder hacer nada más que darle consejos que él aceptará o no.
Não podemos cair no erro de achar que o estado laico é neutro no que diz respeito a religião. Isso é falso. O estado laico possui uma religião que é imposta a sociedade e essa religião se chama HUMANISMO. É a religião gestada no seio da maçonaria pela qual o homem se quer fazer Deus.
Já dizia Aristóteles que o fim último do estado consiste em se prestar culto aos deuses, no caso do estado laico o homem é alçado a condição de Deus e presta culto a si mesmo.
"RESOLVEMOS CONFIRMAR, COMO DE FATO CONFIRMAMOS PELAS PRESENTES LETRAS, A CONSTITUIÇÃO ACIMA REFERIDA [Encíclica In Eminenti Apostolatus Specula], CORROBORANDO-A, RENOVANDO-A COM TODA A PLENITUDE DE NOSSO PODER APOSTÓLICO EM TUDO E SEM RESERVA, COMO SE FOSSE PUBLICADA POR NÓS MESMOS, POR NOSSA PRÓPRIA AUTORIDADE, EM NOSSO NOME, E QUEREMOS E MANDAMOS QUE TENHA FORÇA E EFICÁCIA PARA SEMPRE.
Finalmente, entre as causas mais graves das supraditas proibições e condenações enunciadas na Constituição acima inserida, — a primeira é: que nas tais sociedades e assembléias secretas, estão filiados indistintamente homens de TODOS OS CREDOS; DAÍ SER EVIDENTE A RESULTANTE DE UM GRANDE PERIGO PARA A PUREZA DA RELIGIÃO CATÓLICA"
Encíclica Traditi Humiliati, escrita pelo papa Pio VIII EM 1829:
"ESAS SON LAS TENDENCIAS DE LOS TENEBROSOS MANEJOS DE LOS SOFISTAS DE ESTE SIGLO, LOS CUALES EQUIPARAN LAS DIFERENTES CREENCIAS, PRETENDEN QUE EL PUERTO DE SALVACIÓN ESTÁ ABIERTO EN TODAS LAS RELIGIONES, y califican de ligereza y de locura abandonar la religión en que se ha educado uno al principio, para abrazar otra, aun cuando sea la católica. ¿NO ES ACASO UNA HORRIBLE Y PASMOSA IMPIEDAD TRIBUTAR IGUALES ELOGIOS A LA VERDAD Y EL ERROR, EL VICIO Y A LA VIRTUD, A LA HONESTIDAD Y AL LIBERTINAJE? ESE FATAL SISTEMA DE INDIFERENCIA EN MATERIAS RELIGIOSAS LO RECHAZAN LA RAZÓN, LA CUAL NOS ENSÑA QUE SI DOS RELIGIONES DISTINTAS LA UNA ES VERDADERA NECESSARIAMENTE HA DE SER FALSA LA OTRA, Y QUE NO PUEDE EXISTIR UNIÓN ENTRE LA LUZ Y LAS TINIEBLAS. ES PRECISO, VENERABLES HERMANOS, PRESERVAR A LOS PUEBLOS DE ESOS ENGAÑOSOS MAESTROS; ES PRECISO ENSEÑARLES QUE LA FE CATÓLICA ES LA ÚNICA VERDADERA"
Encíclica Mirari Vos, do papa Gregório XVI. Ano 1831:
"OUTRA CAUSA QUE TEM ACARRETADO MUITOS DOS MALES QUE AFLIGEM A IGREJA É O INDIFERENTISMO, OU SEJA, AQUELA PERVERSA TEORIA ESPALHADA POR TODA PARTE, GRAÇAS AOS ENGANOS DOS ÍMPIOS, E QUE ENSINA PODER-SE CONSEGUIR A VIDA ETERNA EM QUALQUER RELIGIÃO, CONTANTO QUE SE AMOLDE À NORMA DO RETO E HONESTO. Podeis, com facilidade, patentear à vossa grei esse erro tão execrável, dizendo o Apóstolo que há um só Deus, uma só fé e um só batismo (Ef 4, 5): ENTENDAM, PORTANTO, OS QUE PENSAM PODER-SE IR DE TODAS AS PARTES AO PORTO DA SALVAÇÃO QUE, SEGUNDO A SETENÇA DO SALVADOR, ELES ESTÃO CONTRA CRISTO, JÁ QUE NÃO ESTÃO COM CRISTO (Lc 11,23), e os que não colhem com Cristo dispersam miseramente, PELO QUE PERECERÃO INFALIVELMENTE OS QUE NÃO TIVEREM A FÉ CATÓLICA E NÃO A GUARDAREM ÍNTEGRA E SEM MANCHA (Simbol. Sancti Athanasii); ouçam S. Jerônimo, do qual se diz que quanto alguém tentara atraí-lo para a sua causa, dizia sempre com firmeza: O que está unido à Cátedra de Pedro é o meu (S. Hier., ep. 57). E nem alimentem ilusões porque estão batizados; a isto calha a resposta de Santo Agostinho que diz não perder o sarmento sua forma quando está amputado da vide; porém, de que lhe serve, se não tira sua vida da raiz? (In Ps. contra part. Donat.)."
Encíclica Qui Pluribus, do papa Pio IX. Ano 1846.
"Tal es el sistema perverso y opuesto a la luz natural de la razón que propugna la indiferencia en materia de religión, con el cual estos inveterados enemigos de la Religión, quitando todo discrimen entre la virtud y el vicio, entre la verdad y el error, entre la honestidad y vileza, aseguran que en cualquier religión se puede conseguir la salvación eterna, como si alguna vez pudieran entrar en consorcio la justicia con la iniquidad, la luz con las tinieblas, Cristo con Belial."
Syllabus do Papa Pio IX que reúne os principais erros de nossos dias. Ano 1864:
Afirmações condenadas:
"15º É LIVRE A QUALQUER UM ABRAÇAR E PROFESSAR AQUELA RELIGIÃO QUE ELE, GUIADO PELA LUZ DA RAZÃO, JULGAR VERDADEIRA.
Letras Apostólicas "Multiplices inter", de 10 de Junho de 1851.
Aloc. "Maxima quidem, de 9 de Junho de 1862.
16º NO CULTO DE QUALQUER RELIGIÃO PODEM OS HOMENS ACHAR O CAMINHO DA SALVAÇÃO ETERNA E ALCANÇAR A MESMA ETERNA SALVAÇÃO.
Enc. "Qui pluribus", de 9 de Novembro de 1846.
Aloc. "Ubi primum", de 17 de Dezembro de 1847.
Enc. "Singulari quidem" de 17 de Março de 1856.
17º PELO MENOS DEVE-SE ESPERAR BEM DA SALVAÇÃO ETERNA DAQUELES TODOS QUE NÃO VIVEM NA VERDADEIRA IGREJA DE CRISTO.
Aloc. "Singulari quadam", de 19 de Dezembro de 1854.
Enc. "Quanto conficiamur", de 17 de Agosto de 1863."
Encíclica Quanto Conficiamur, papa Pio IX. Ano 1863.
"Y AQUÍ, QUERIDOS HIJOS NUESTROS Y VENERABLES HERMANOS, ES MENESTER RECORDAR Y REPRENDER NUEVAMENTE EL GRAVÍSIMO ERROR EN QUE MÍSERAMENTE SE HALLAN ALGUNOS CATÓLICOS, AL OPINAR QUE HOMBRES QUE VIVEN EN EL ERROS Y AJENOS A LA VERDADERA FE Y A LA UNIDAD CATÓLICA PUEDEN LLEGAR A LA ETERNA SALVACIÓN. LO QUE CIERTAMENTE SE OPONE EN SUMO GRADO A LA DOCTRINA CATÓLICA."
"PERO BIEN CONOCIDO ES TAMBIÉN EL DOGMA CATÓLICO, A SABER, QUE NADIE PUEDE SALVARSE FUERA DE LA IGLESIA CATÓLICA, Y QUE LOS CONSUMASSES CONTRA LA AUTORIDAD Y DEFINICIONES DE LA MISMA IGLESIA, Y LOS PERTINAZMENTE DIVIDIDOS DE LA UNIDAD DE LA MISMA IGLESIA Y DEL ROMANO PONTÍFICE, SUCESOR DE PEDRO, "A QUIEN FUE ENCOMENDADA POR EL SALVADOR LA GUARDA DE LA VIÑA", NO PUEDEN ALCANZAR LA ETERNA SALVACIÓN."
Nadie tiene derecho a estar en el error, pero todos tienen derecho a buscar y encontrar la verdad sin ser forzados en su razón, su conciencia, su libertad. También se puede decir que hay una obligación natural a buscar la verdad, tanto en las personas como en las comunidades. Por eso el Estado no puede ser "neutro" respecto a la búsqueda de la verdad y la justicia.
Como nadie es infalible en la búsqueda de la verdad, algunos estarán equivocados, incluso cuando la buscan honestamente. La obligación de sacar a otro del error no es absoluta, sino que depende de múltiples circunstancias que hay que valorar prudencialmente. Esto lo saben bien los padres, los educadores, los confesores. El error puede ser legítimamente tolerado por un bien mayor. Y sacar del error debe hacerse con el máximo respeto a la conciencia.
La conciencia es sagrada, sí, pero eso no quiere decir que no pueda equivocarse. La conciencia puede estar en el error, y por eso puede ser legítimo obligar a alguien a actuar contra su conciencia. El criterio no es si mi conciencia dice esto o lo otro, sino si aquello a lo que me obligan es justo o no. Si mi conciencia me dice que no tengo por qué mantener a mis hijos menores, el Estado puede obligarme a hacerlo; y, llegado el caso, puede incluso retirarme la patria potestad.
La conciencia es sagrada. No significa que tenga la última palabra. Sí significa que no se la puede violentar, es decir, no se puede obligar a nadie a juzgar de determinada manera. Pero sí se puede obligar a actuar en contra de la conciencia, cuando está equivocada. Lo que hay que hacer con la conciencia es educarla, no programarla.
Pienso también que la Iglesia no puede imponer obligaciones a los Estados. Esto podía valer cuando existían naciones tradicional y mayoritariamente católicas. Pero hoy ya no. La Iglesia habla para los católicos, o sea, entre otros, para los gobernantes católicos, que buscarán la justicia en el Estado iluminados por su fe. Esto, y no otra cosa, es el Reinado Social de Cristo. La Iglesia habla también para cualquiera que desee escucharla, pero si quiere ejercer autoridad moral, primero tiene que ganársela.
Así es como yo entiendo la Dignitatis Humanae, y no veo ninguna ruptura sustancial con la doctrina católica tradicional.
La religión cristiana es Trinitaria y eso la aleja mucho de cualquier otra religión. O la Trinidad es Trinidad, y en ese caso son erróneas todas las religiones que no lo sean-no he dicho heréticas sino erróneas porque hay herejes que admiten la Trinidad-o si no el Dios Uno y Trino carece de importancia, pero nosotros estamos constantemente recordando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo-verbigracia el próximo domingo está dedicado a la Trinidad Santísima-y no podemos ir al Padre si no es por mediación del Hijo y no podemos obtener la Gracia si no es a través del Espíritu Santo. Decir que a Dios le da lo mismo la adoración a Tres Personas Sagradas que constituyen un Solo Dios Verdadero o cualquier otra forma de adoración porque consiente, sin fulminarlos, ser adorado de otra manera, es algo inimaginable.
Ya constituye un problema la Unión con Iglesias cismáticas que adoran a la Santísima Trinidad y nos vamos más allá. Efectivamente Dios no quiere que estemos divididos pero no a costa de la Verdad.
Rezamos por la Unión de las iglesias cristianas, cosa harto problemática, y ahora resulta que cualquiera que tenga un idolillo en su casa es creyente. Ya veremos qué pasa con el asunto de la Amazonia y los hechiceros que salgan por ahí. ¡Dios nos coja confesados!
Como ejemplo en México del último tipo tenemos a la "Iglesia de la luz del Mundo", desarrollada por el estado en 1926 para atacar de flanco a la Iglesia católica durante la guerra cristera, nace como fuerza política, es profundamente anticatólica y su objetivo es meramente terrenal.
¿Todas las religiones son iguales? Históricamente los católicos hemos considerado el poder temporal como un medio para lograr un fin, otras religiones la consideran un fin, tal como lo han considerado los fariseos desde hace mas de 2000 años.
No es la primera vez que se ven a personas de diferente religión marchar juntos contra el aborto o contra el matrimonio de los homosexuales. Esto no debe despistarnos porque no se trata de religión sino de la Ley Natural.
El NOM va más allá que las religiones porque no admite que exista ningún ser sobrenatural de naturaleza diferente a la nuestra y porque no admite la Ley Natural.
Aunque uno vaya a una isla del Pacífico, a un pueblo nómada de las estepas o a otro del centro de África verá que tienen tabúes que no pueden trasgredir.
Los judíos se preguntaron si el hecho de ser ellos el Pueblo Elegido dejaba fuera a todos los demás y llegaron a la conclusión, estudiando el caso de Noé, que Dios parecía diferenciar a unas personas de otras. ¿Por qué le escogió a él, mucho antes de Abraham y lejísimos de Moisés, si al no existir los Mandamientos, Noé no podía cumplirlos? Y entonces establecieron los Mandamientos Noáquicos-que nosotros llamamos Ley Natural-es decir una ley de mínimos impresa en el corazón del hombre que no se puede trasgredir. Por el cumplimiento de esa ley Noé fue escogido.
Pues bien, tanto el aborto como el llamado matrimonio de los homosexuales transgreden la Ley Natural, el uno porque una madre no puede matar a su hijo y el otro porque en ningún pueblo ha existido jamás una unión de personas del mismo sexo que lleve ese nombre. Por eso es por lo que podemos ver a personas de distinta religión contra normas que inhabilitan la Ley Natural.
Los griegos castigaban eso con la Erinias, seres que aparecían y enloquecían a alguien por haber matado a su hijo, a su padre, o por cualquier cosa contra natura. Aparecían cuando alguien rompía su propio disco duro, allí donde está el meollo del ser humano. Ese disco duro se está partiendo por culpa del NOM y como consecuencias las Erinias modernas, en forma de traumas, dolencias psíquicas, locura o muerte han vuelto a aparecer.
Por lo tanto tenemos dos frentes de distinta naturaleza, no uno.
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