La Tradición que nunca se perdió
Reproducimos aquí, en parte, un interesante artículo de Christopher Fleming (converso del ateísmo/protestantismo) que nos puede servir como reflexión para quienes intentamos mantener viva la llama de la tradición.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
La Tradición que nunca se perdió
Este verano, como todos los años, he ido con mi familia a la casa de mi madre en Francia (…).
En España una de las características de los grupos de la Misa tradicional es una actitud beligerante frente a todos los que piensan de otro modo. Es comprensible que esto sea así, porque cuando la gente vive en minoría, rodeada por la incomprensión y a menudo se convierte en el blanco del escarnio de los demás, es difícil mantener una disposición amable. Es comprensible pero lamentable, porque cuando una persona de buena voluntad se acerca a la Misa tradicional y recibe un rebufo de algún exaltado tradi, es muy posible que nunca vuelva. Si tuviéramos en cuenta que lo importante es salvar almas, no ganar discusiones, seríamos mucho más pacientes y amables. Conozco a católicos que sienten repulsión hacía la Tradición por culpa del recibimiento de algunos tradicionalistas. Deberíamos estar más abiertos a gente nueva, más hospitalarios en nuestros lugares de culto. Por prudencia no deberíamos hablar de temas polémicos a la salida de Misa. ¿Por qué no podemos ser “normales”, y hablar de lo que todo el mundo habla: el trabajo, la familia, la salud, el tiempo, etc? Dejemos los debates sobre las conspiraciones judeo-masónicas para reuniones privadas en casa de amigos (…).
Otra característica desagradable de algunos grupos tradicionales es la falta de sentido de comunidad. Deberíamos cultivar más los lazos de caridad entre nuestros hermanos en la fe, ayudar a los que tienen dificultades, acompañarles cuando se les muere un ser querido, estar pendientes de ellos. Así, tal y como escribe San Juan, viendo el amor que nos tenemos, las almas que buscan la Verdad se quedarían entre nosotros y la Tradición tendría cada día más seguidores. Incluso recuerdo a una familia que me dijo que iban a la Misa tradicional A PESAR de los fieles tradicionalistas, que en cuatro años nunca se dignaron a aceptarles en su círculo, ni invitarles a sus eventos. Eso no es caritativo; eso no es católico.
Naturalmente los grupos tradicionalistas en España tienen cosas buenas, no todo es negativo. Lo que escribo va dirigido a mí mismo también; todos tenemos que esforzarnos por ser mejores. Pero las veces que he hablado de este tema con los españoles, lo suelen achacar a diferencias culturales y temperamentales entre los países. “Los españoles somos así”, dicen. No lo creo. La razón por la que en España la Tradición se vive con poca naturalidad, por la que las capillas tradicionalistas a menudo parecen cuevas de friquis, es porque hubo una interrupción. Algo murió. Es como si un hermoso bosque de robles centenarios se taló de un día para otro, y ahora en ese páramo sólo hay tocones y unos pocos retoños. Precisamente son estos retoños que nos permiten albergar la esperanza de que un día volveremos a ver un bosque, pero nos toca sufrir durante muchos años las consecuencias de tan catastrófica tala.
En Francia nunca se perdió la Tradición. Miles de familias, siguiendo a Monseñor Lefebvre, se aliaron durante y después del Concilio para preservar la liturgia y la doctrina católicas. Al separarse de la iglesia modernista, también lograron preservar un modo de vida que en otros lugares ha muerto. Allí he visto como familias enteras, abuelos, hijos y nietos, viven con perfecta naturalidad la Tradición Católica, porque NO HAN CONOCIDO OTRA COSA. Para ellos es tan natural como respirar. Parecen hobbits que continúan viviendo en sus aldeas idílicas, como si Sauron no existiera, protegidos de los orcos (…).
Para que el lector entienda de lo que hablo, pintaré un par de escenas. Una familia de la Fraternidad que vive en el mismo pueblo que mi madre nos invita a merendar en su casa. Su jardín nos indica que se alimentan en gran parte de lo que cultivan; tienen árboles frutales y un huerto amplio y se oyen gallinas. Nos recibe el padre que está fuera cortando leña para el invierno. Al entrar en su casa vemos que no hay lugar para lujos ni ostentación. Es un hogar muy humilde, decorado con cuadros y estatuas religiosas. La gran mesa del salón está cubierta de libros abiertos; la madre nos explica que estaba preparando las clases del curso siguiente. Todos los niños son educados en casa, porque el colegio de la Fraternidad está lejos y no tienen dinero para pagar gastos de transporte y alojamiento. Nos ofrecen una deliciosa tarta hecha con las frambuesas de su huerto y nos regalan un tarro de miel hecha con sus abejas. La madre nos dice que el domingo no nos verán en Misa porque se van de vacaciones a visitar a sus dos hijas. Preguntamos donde viven y la respuesta nos sorprende gratamente: son monjas que viven en una casa de retiros espirituales. Las niñas van vestidas de una forma muy simple pero modesta. Una de ellas está estudiando costura y hace su propia ropa y la de sus hermanas y sobrinas pequeñas.
La segunda escena es del día de la Asunción. Tras la Misa los fieles nos trasladamos a una capilla perdida en el campo, propiedad de la Fraternidad. Allí, en los jardines aledaños, se ponen mesas para un picnic, pero antes de sentarse a comer se ofrece a los adultos un aperitivo, el Pineau, una bebida derivada de la uva del Cognac. Tras el picnic todos entramos a la capilla para cantar vísperas y luego tiene lugar una procesión solemne por los campos de trigo en honor de la Virgen. Al volver a la capilla, para finalizar los actos, el sacerdote hace la bendición con el Santísimo. Todos, niños, padres y ancianos, cantan, procesan, se arrodillan y a pesar del calor sofocante no se oye una sola queja. Al ser un país laico tienen que hacer la procesión en medio de ninguna parte, porque saben que las autoridades nunca les darían permiso. Sin embargo, la enemistad del estado ha podido incluso beneficiar a la Tradición, si comparamos su situación con la de España. Aquí todos los políticos salen en procesión en Semana Santa y ninguno quiere perderse las fiestas patronales en honor del santo de turno. La experiencia nos ha enseñado que tener un estado que finge neutralidad, que “colabora” con la Iglesia, cuando legisla en contra de Dios con cada oportunidad, adormece a muchos católicos.
El peligro de los tradicionalistas franceses es la complacencia. Los hobbits que viven a gusto en su aldea pueden pensar que su bosque está eternamente a salvo de los orcos. De hecho, algunos me hablaron de una cierta relajación entre las familias tradicionalistas en Francia. Al menos en España, al ser tan pocos, es muy difícil relajarse. ¡Desesperarse sí, pero relajarse no! Personalmente, lo más valioso de mis vivencias en Francia es ver como se debería vivir la Tradición. Nosotros estamos intentando resucitar una lengua muerta para utilizarla en nuestro día a día. Es una tarea ardua y estamos aún aprendiendo a dominarla, como el que se apunta a una academia de idiomas con 30 años. Los tradicionalistas franceses nunca dejaron de hablar la lengua de la Tradición, y la hablan como un niño habla su lengua materna.
Fuente: Adelante la Fe
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23 comentarios
Yo creo que el tradicionalismo francés está constituido básicamente por el lefebrismo, de tal forma que si se lo restamos, no sé si no quedan menos tradicionales que en España.
En España en cambio están vacunados contra el lefebrismo, de ahí el carácter muy minoritario de sus practicantes.
En Argentina, que es un país con un lefebrismo muy desarrollado, creo que pasa casi lo mismo que en Francia.
Algunas veces se nos olvida que somos Iglesia Militante. Y el significado de militante es, según la RAE, que viene de milicia, así que beligerancia y militancia tienen muchos puntos en común.
Los modernistas desean limarle las garras y los colmillos al León católico, afirmando que debemos renunciar a nuestra destino manifiesto: luchar por Cristo contra las fuerzas del mal: claro mensaje en la meditación de San Ignacio "Dos banderas", el mensaje es sumamente claro: el mundo está divido en dos bandos, y no hay tierra de nadie.
Pues muy posiblemente llegará el momento en que los tradicionalistas franceses acaben como los españoles: haciendo frente a los orcos con actitudes beligerantes o cuando menos "vigilantes" que a veces se confunde con hostilidad. Comparar Francia con España en esta materia (en cualquier de hecho) me parece poco afortunado, habida cuenta de la, a veces, radical forma de manifestar la religiosidad, y no de ahora, sino desde hace siglos. El español, en su tradición, jamás se echó atrás frente al turco, pongamos por caso.
Debe ser cosa de mi españolidad, pero a un servidor cuando "lo" comparan con Francia me entra urticaria. Y tienen muchas cosas buenas, las cosas como son.
Yo he conocido en la aldea de mi madre, incluso entre no creyentes o creyentes "muy relajados", ese ambiente familiar y de ayuda mutua entre sus habitantes. Esas cosas tienen más relación con el ambiente rural y cuasi familiar sanguíneo, que propiamente con la vivencia religiosa: tradicional o moderna.
Pero nosotros los catolicos, (al parecer no los hobbits de los que habla el Sr. Fleming) estamos llamados a morir como Cristo para la santificacion del mundo, eso si, aunque esperanzados, nos duele ver a nuestros hermanos mas cercanos vivir en rebeldia contra Dios y su Iglesia, y eso nos enoja, que Dios nos perdone.
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Gracias por su envío lo conocí. PJOR
Siga participando, hombre. Siga entrando en mi blog y así me da más propaganda. Dios lo guarde.
»En Francia nunca se perdió la Tradición.»
¿Sabe cuál es la diferencia fundamental entre Francia y España? La presencia y fuerza del Opus: no es que algo muriera, es que algo fue asesinado con tal de seguir acríticamente al Papa de turno ⨪que en general desde el CVII se puede decir que han sido unos desastres litúrgicos⨪ y ganar «influencia», signifique lo que sea eso para ellos. El Opus ha ocupado un espacio entre los conservadores que no le correspondía. Es a la Tradición lo que los partidos «de derecha» a los conservadores. La palabra «neocón» (salvo honrosas excepciones) les viene al pelo. Y apestan a devotio moderna, con todos los problemas que acarrea.
Que la Tradición se haya refugiado tanto en Francia tampoco ha sido bueno, porque se le ha pegado características típicamente francesas como por ejemplo posturas muy próximas al jansenismo ⨪que creía extinto⨪, y no soy el único que lo ha notado, amén que muchos de los lefebvristas desaprueban tradiciones y privilegios consolidados que no sean franceses: como franceses que son, ellos son siempre los más guapos. Y está el asunto nacional: por lo común ⨪salvo progresaurios, masones y «afrancesados» en general⨪ en España los franceses y la cultura francesa en general nos importa una mierda: al fin y al cabo, son nuestros vecinos e históricamente muy problemáticos. Y que venga un francés a «corregirte» en catolicidad, precisamente a nosotros, pues como que es demasiado. Más futuro y con más probabilidad de implantación tendría cualquier congregación o fraternidad de Ecclesia Dei si les dejaran.
Españoles, conservadores, tienen la mentalidad de seguir al Papa, lo cual es católico.
El problema es el CVII, que sus enseñanzas distan de las de siempre. ¿Ruptura o continuidad? No puedo hablar, pero los que defienden la continuidad, siguieron a las indicaciones conciliares y sus autoridades. Allí está el asunto.
Ahora bien, en cuanto a lo práctico, está claro que en Francia tienen más perspectiva tradicional, y muchos más recursos, y más costumbres católicas asentadas entre los que frecuentan la misa tradicional.
En Francia el número de personas que asisten solamente a la misa tradicional es de medio millón; en España no llegan a 500. Se tiene que notar la diferencia en todo.
Por otra parte, la estrategia perfecta del Diablo en contra de los católicos ortodoxos -del rito que sean- ha sido y es el lefebvrismo.
Así como los pederastas de la Iglesia son excusa perfecta para escandalizarse a los que quieren hacerlo (Un cura es pederasta; luego, todos los curas lo son), así es el lefebvrismo la excusa para escandalizarse a los que quieren hacerlo (Un defensor de la fe es lefebvrista; luego, todos los defensores de la fe son lefebvristas)
Recuerdo el título de una portada de una página católica muy popular: ''Lefebvristas corrigen al Papa'' o algo así. Pues resulta que este título era falso, porque en esa corrección sólo dos de los que firmaron -cuando salió la noticia- eran lefebvristas, el resto eran católicos. Pero, fue suficiente para ensuciar la justa militancia de los verdaderos y auténticos católicos.
Quienes se hacen llamar católicos pero se separan de la autoridad de la Iglesia, "con ésos ¡ni comer!" (I Cor 5, 11)
No niego que pueda haber por ahí algún personaje que espante a quienes se acercan a la Misa tradicional por primera vez, como también los hay en muchas parroquias Novus Ordo, pero en todas las comunidades tradis que conozco somos muy agradables y acogedores con la gente nueva que llega, a pesar de lo cual, al menos, en nuestro caso, muy pocos de los nuevos perseveran.
Se nos acusa de zelotes, porque en apariencia confundimos religión con politica, y fariseos, porque estariamos obsesionados con las formas. A lo que añado un gueto campestre y un grupo de amargados.
Así planteado, son condiciones para un "non sequitur".
Yo sigo los preceptos y voy a misa en latin cuando puedo. Lo demás es anecdótico. La feligresia? Solo cuando se trata de unirme al resto en sus oraciones.
A buen entendedor, pocas palabras.
Este artículo podría complementarse con otro artículo de Peter Kwasniewski, de adelante la Fe, muy hermoso y muy profundo: La relación de los abusos litúrgicos y los abusos a menores. En este artículo se valora los intentos de Benedicto XVI en ambos sentidos, señalando el vínculo profundo que existe entre liturgia y vida espiritual y entre vida espiritual y vida moral.
Y seamos claros, el novusordino no va a perseverar en la Misa Tradicional por lo simpáticas que sean sus gentes, ni el que ame la Misa eterna le va a suponer nada el engreimiento de algunos. Aquí todos pecadores, los nuevos q llegan y perseveran en la Misa Tradicional, constato q traen nuevos impulsos en la humildad y el estupor ante la Misa Eterna, y los traídos con la simpatía y nada mas, vuelven al novus ordo.
Pero, sí, lo que tenemos en común, es una de-cristianización terrible en paralelo con una destrucción de la familia y de las familias con hijos.
Hablar de la parroquia (o de los grupos de fieles del rito extraordinario que tienen la inmensa suerte de ver de vez en cuando a un sacerdote que viene a celebrar la misa en una iglesia abandonada y aislada con el permiso excepcional del obispo de la diócesis), es también algo muy difícil, porque cada grupo tiene su carácter. En Francia conozco a jóvenes que no quieren ir a misa tridentina porque dicen que sólo hay en ellas los burgueses ricos y la aristocracia, lo que no es exacto. Conozco también a comunidades de rito extraordinarios, sin signos exteriores de riqueza, tampoco de solidaridad (lo contrario de las parroquias estilo estadounidenses, lo que puede parecer lo horror de los horrores a nosotros europeos, por falta de moderación y de respeto a otros y a su interioridad) porque la gente es de la especie de gente que no habla y que espera mucho tiempo antes de confiarse pero que sabe muy bien lo que es la solidaridad y que ayuda sin decirlo.
Pienso también que hay diferencias entre la FSSPX que, hay que reconocerlo con mucho agradecimiento, fue el zócalo de la “contra revolución católica” del siglo XX, y por ejemplo comunidades de los institutos Ecclesia Dei, que quizás con retraso, empezaron a evangelizar de nuevo la tierra galla, una obra que tiene que hacerse a cada generación, como se tiene que hacerlo con la tierra cada año.
La paz o una tierra católica se conservan con siempre muchos esfuerzos, así es la vida.
Muy al contrario, el punto que me hace tomar precauciones es la negación de verdades que considero irrefutables, y que son para mí de gran importancia en la fe. Considero irrefutable que San Juan Pablo II fue un gran Papa para la Iglesia. Considero irrefutable que el Papa emérito Benedicto XVI ha sido también un gran Papa para la Iglesia (y lo sigue siendo como Papa emérito). Y considero irrefutable que Pío XII no fue el "último Papa verdadero", es decir, considero irrefutable que la Iglesia no tiene la Sede vacante.
Todas estas cuestiones son para mí de gran importancia, y cuando alguien las niega, se me enciende la luz roja de "extremar precaución" con las cosas que dice la persona que las niega, porque no es digna de credibilidad.
Es esto, y no la beligerancia, lo que me hace ser reticente con los "tradi", que no con la Tradición.
Me parece que hay tradis algo casi sedevacantistas (No todos y son en mayoria) que tienen una noción errónea e idealizada del Hombre en general, que sea pontífice o no. El hombre es pecador, los santos también. Hay buenos pontífices, hay excelentes, hay malos, hay mediocres, y las épocas nunca son las mismas aunque los defectos humanos son los mismos de generación en generación y el que se quiere el Príncipe del Mundo tiene siempre muchos aliados.
Lo importante es la transmisión de la Fe y la defensa de lo que no es negociable, tradis con la T o la t, con misa rito tridentino o misa no tridentina. Y me parece que hay gente de buena voluntad en muchas parroquias y buenos pastores también, como hay ovejas negras y pastores felones... Nada es fácil en la tierra.
Los lefebvristas no vuelven a la Iglesia Romana porque los católicos no les advertimos de su eterna perdición; no le amenazamos con el fuego del infierno al que están encaminados, porque 'Extra Ecclesiam nulla salus'.
Si los católicos de verdad apenas si combaten a los herejes del todo descarriados, quiere decir que poseen menos fuerzan y vigor para combatir a los cismáticos y desobedientes, hasta el punto en el que, engañados por el Diablo, pueden pensar, o mejor, sentir, que es mejor no combatirles ni hacer frente a sus errores.
Tradi con chepa; la razón no está de vuestra parte, puesto que los cismáticos estáis engañados por el error. El Logos, la Razón encarnada, está de nuestra parte. Y por ende, por la gracia de Dios, podemos hacer frente a sus errores y destruirlos con el esplendor de la fe católica, única y verdadera, fuera de la cual no hay salvación.
En esta misma página, por don divino, el P. Iraburu tiene una serie donde destruye los errores de los lefebvristas; y con la luz de la fe católica, ilumina las tinieblas que se introdujeron por influjo del Diablo en el seno mismo de la Iglesia; ya por los apóstatas modernistas, ya por los cismáticos tradicionalistas.
Y me parece sumamente hipócrita acusarlos de estancarse en el tiempo, pidiéndoles un desarrollo teológico de sus ideas (las ideas de la Iglesia), cuando las presentadas por sus detractores han sido la causa de la debacle eclesial que vivimos hoy.
Me parece hipócrita pretender que se sometan a una autoridad sumamente arbitraria que cuela el madero y rechaza la astilla. Hoy hay en el mundo unos 150 casos facilmente accesibles y documentables (gracias a la magia de internet) de cardenales, arzobispos, obispos y sacerdotes que rechazan con sus dichos y sus obras lo que predica y practica la iglesia, y no solo las condenas, sino que las denuncias brillan por su ausencia.
Es una lástima que la situación de la FSSPX no se regularice, pero ¿y la de la iglesia para cuando?
Respecto al post, los exaltados cálmense, lo que denuncia el autor es aplicable a cualquier persona con el pecado original. Basta hacer un examen de conciencia para encontrar la claridad necesaria.
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