Canonización del Cura Brochero: ¿realidad o fantasía? ¿misericordia o política?
Canonización del Cura Brochero: realidad o fantasía? misericordia o política?
Andrea Greco de Álvarez
Se realizó la canonización del P. José Gabriel del Rosario Brochero y Dávila, más conocido en la Argentina como el “Cura Brochero” o el Cura Gaucho. Murió el 26 de enero de 1914 ya hace más de cien años. El P. Leonardo Castellani en los años ’60 hacía notar que poca importancia se había dado al cumplirse el cincuentenario de su muerte y el centenario de su ordenación sacerdotal[1]. Y eso que, según la opinión de Castellani, sólo tres santos ha habido en nuestro país: el Cura Brochero, el Obispo Esquiú y la Beata Madre Antula.
Lo que me temo es que, aunque hoy sí se habla del Cura Brochero y se visita su Villa del Tránsito, rebautizada como Villa Cura Brochero, hay museos y souvenirs y… uno se queda pensando si estos recuerdos tienen que ver con el Brochero real. Los santos son arquetipos puestos a nuestra contemplación como ejemplos, arquetipos, modelos para nuestras vidas. Como expone el P. Alfredo Sáenz nuestro primer modelo es Cristo. Pero después de Cristo lo son aquellos que, “habiendo imitado a Cristo con espíritu magnánimo, participan más de cerca de su ejemplaridad. Nos referimos a los Santos. En cada uno de ellos se revela algún aspecto peculiar del Cristo polifacético. No deja de ser revelador el drama que representa para los protestantes su rechazo de la veneración de los santos.
Acertadamente señaló Jung que la historia del protestantismo es una historia de continua iconoclastia, y por tanto de divorcio entre la conciencia de los hombres y los grandes arquetipos. Advirtamos que no siempre los santos son modélicos porque sus virtudes y cualidades hayan resultado o resulten agradables al espíritu de una época determinada. Con frecuencia atraen a pesar de no coincidir con los gustos predominantes en una sociedad dada; más aún, atraen precisamente en el grado en que contrarían y corrigen los errores del tiempo en que vive el que los admira. Bien señalaba Chesterton: «La sal preserva a la carne, no porque es semejante a la carne, sino porque le es desemejante. De ahí que cada generación es convertida por el santo que más la contradice»[2].La mera existencia de estas personas que son superiores por sus virtudes contradice el igualitarismo actual que pretende que todo es lo mismo.
El Cura gaucho de los retiros espirituales
¿Quién fue el Cura Brochero? La pluma del escritor Gustavo Martínez Zuviría nos dice que fue exclusivamente un apóstol, un ardiente evangelizador de los pobres, que hizo caminos, ferrocarriles y escuelas, que anduvo miles de leguas en su célebre mula malacara por abruptas serranías y desiertos impresionantes, «que hubiera mandado al diablo sus instrumentos de apostolado, en cuanto hubiera advertido que eso no servía a su único propósito: ganar almas para Dios». Y Hugo Wast da en la tecla al señalar que: «si no se ha penetrado la verdadera vocación de su vida, menos se ha advertido la extraña herramienta espiritual que utilizó. ¿A quién podría ocurrírsele que el mejor medio de convertir aquellos hombres y mujeres de las sierras, rústicos, recelosos, y a menudo analfabetos, fuesen los sutiles Ejercicios de San Ignacio? Este recurso heroico, que comienza con un encierro de ocho o nueve días para realizar severa penitencia y que es difícil de aplicar a la generalidad de las gentes, ni siquiera en las grandes ciudades, donde hay más inteligencia del asunto y predicadores expertos, y casas adecuadas, con las comodidades indispensables, Brochero lo implantó desde 1878 en El Tránsito, aldehuela prendida en la falda occidental de las Sierras Grandes, al otro lado de la Pampa de Achala, en una región que no se comunicaba con el resto del mundo sino por dificilísimos caminos de herradura»[3].
La primera tanda de Ejercicios en 1877, en la Casa de Retiros construida en las sierras con la contribución de todos, fue de 700 ejercitantes. Como escribe Daniel González: «Si este número de ejercitantes provoca fervor, júbilo y entusiasmo, ¡qué decir de las tandas siguientes!». Entre agosto y setiembre hubo cinco tandas, algunas de varones, otras de mujeres. El número de paisanos: cuatro mil. «¡Y la última tanda albergó a novecientos!». Y agrega el autor «Sólo Dios sabe cuántas almas se convirtieron en estos Santos Ejercicios, valiéndose para ello de su apóstol serrano»[4]. Se cuenta que al concluir las tandas de Ejercicios Espirituales, a menudo el Cura Brochero les decía a sus ejercitantes: «¡Bueno! Ahora vayan nomás y guárdense de ofender a Dios, volviendo a las andadas. Ya el Cura ha hecho todo lo que estaba de su parte para que se salven, si quieren. Si alguno se empeña y quiere condenarse, ¡que se lo lleven mil diablos!»[5].
En un mundo que reniega del esfuerzo y el sacrificio, que se escandaliza del silencio, de la oración y la penitencia, donde hasta dentro de la Iglesia se reniega de estos medios de apostolado ciertamente el Cura Brochero puede ser el Santo que nos convierta por contradecirnos… eso si conocemos al verdadero Brochero y no a una falsa imagen que no nos contraríe.
Conocer y procurar imitar al verdadero Cura Brochero debiera ser el primer homenaje a hacer con el nuevo santo.
Fariseos y Modernistas
Con este título el P. Castellani publicó un artículo acerca de la muerte del Cura Brochero donde hace una seria denuncia: «La Iglesia tiene una obligación: la caridad, puede equivocarse, fallar en varios modos, pero no puede ser inmisericorde, porque desaparece, deja de ser Iglesia. (…) El Padre Brochero fue un gran hombre de Iglesia, feo como él solo, pero de una gran vitalidad y de un gran carácter, se enfermó de lepra, y murió de eso, por hacer un acto de caridad con un leproso.
Cuando él mismo quedó leproso fue olvidado por su obispo, por el clero y naturalmente por los fieles. De no haber sido por una casualidad, hubiera muerto solo como un perro agusanado; y lo que es peor, desesperado. Estando en una tapera sin ya poder moverse, se “amoscó”, como dicen sus paisanos, es decir, la mosca verde le puso huevos en la nariz, la boca y la garganta se le llenaron de gusanos contra los que no tenía defensa. Un sacerdote extranjero que venía de viaje, se encontró con ese espectáculo y se detuvo a cuidarlo hasta su muerte. El cura Brochero era “cura", es decir miembro jerárquico de una sociedad espiritual, jerárquica, basada toda ella sobre el amor de los unos a los otros (…) Pero para él no hubo propiamente: ni jerarquía, ni espíritu, ni misericordia, ni prójimo y por lo tanto ni sociedad, había servido a la Sociedad en forma eminente, con toda su alma, pero ésta le falló (…) Dios no permitió que el Cura Brochero muriese desesperado. Un sacerdote forastero salvó el honor, de Dios, del género humano y un poco también de los sacerdotes… pero no salvó el honor del Obispo quien tenía obligación, quien debió haberlo atendido… La consagración episcopal consiste justamente en la imposición de una cantidad de nuevas obligaciones sacerdotales, no consiste en un opíparo regalo de derechos: si el obispo no recibió a conciencia sus obligaciones, no fue hecho obispo, si la recibió y no les hizo caso, más le valiera no haberlo hecho o incluso no haber nacido. Se olvidó del cura Leproso (…) jamás lo había percibido (…) excepto para reprenderlo porque “se metía en política” (…) eso sí: cuando estaba repodrido y desaparecido, se acordó de que tenía un santo en su diócesis, avisó a Roma, y pidió su canonización»[6].
Estamos en el año de la Misericordia, reconocer este fariseísmo inmisericorde que se aplicó al Cura Brochero debiera ser el segundo homenaje al santo, y los Obispos ocuparse de la salud espiritual y corporal del clero a su cargo… Eso es tener al santo como ejemplo.
No sea que se haga un uso político de su figura como otrora denunciara Castellani.
Dra. Andrea Greco de Álvarez
[1] Castellani, Leonardo, “Un centenario glorioso”, en: Dinámica Social, n. 151, Noviembre-Diciembre de 1964.
[2] Sáenz, Alfredo, S.j., “Introducción”, en: Arquetipos cristianos, Gratis Date.
[3] Artículo reproducido por el Instituto Hugo Wast en el año 2013 (en ocasión de la beatificación) que con el título “El admirable Cura Brochero modelo de apóstol” escribió hace más de 50 años el escritor y novelista católico argentino Gustavo Martínez Zuviría, más conocido por su seudónimo literario de Hugo Wast.
[4] González Céspedes, Daniel Omar, Breve Semblanza de nuestro Cura Gaucho, San Rafael, EDIVE, 2013, p. 55, 61.
[5] Miglioranza, Contardo, El Cura Brochero, Buenos Aires, Misiones Francsicanas Conventuales, 1994, p. 107.
[6] P. Leonardo Castellani, “Fariseos y modernistas”, en: Pluma en Ristre, Madrid, Libros Libres, 2010, p. 143-147.
19 comentarios
Desconozco mucho del tema, pero estaría interesado en saber cuales fueron los milagros que se le atribuyen para su canonización. Si no los hay, pues realmente da que pensar.
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El Cura Brochero es el caso de uno que hace tiempo debería haber sido declarado santo. El tema está en que ahora, se lo está intentando hacer pasar por un cura de la "opción social", etc., etc., cuando fue un incansable predicador en las sierras cordobesas y un enorme promotor de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola (llegó a organizar tandas para más de 1000 ejercitantes).
Sobre su milagro, acá puede ver algo: http://www.lanacion.com.ar/1947607-cura-brochero-santo-papa-francisco-dos-milagros
Dios lo guarde y que viva Cristo Rey
PJOR
Lamento no recordar en cual de ellas, y no puedo consultarlas pues de tanto prestarlas me he quedado solo con un par. De paso, aprovecho para mostrar mi admiración por tan grande novelista,más allá de algún error personal, lo que nos pasa a todos.
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Aquí abajo copio el texto del gran Hugo Wast. Hace un año y medio quise publicar en esta bitácora un trabajo mío defendiéndolo de la infame acusación de "antisemita" y casi me matan...; cuando junte ganas lo publicaré. Dios lo bendiga. PJOR
«Ha sonado ya la hora de situar esta gran figura de santo criollo en su verdadero marco histórico, mientras llega el día de venerarlo en los altares. Los más se imaginan que fue un simple cura rural, inculto y desarrugado en los modales, buen jinete y capaz de decirle malas palabras al gobernador y al presidente de la república; un caudillo de sotana, empeñado en una labor materialista, que se ganaba la voluntad de aquellos “gauchos bozales” entre quienes vivía, con cuentos de chalán y con beneficios de político lugareño: caminos, ferrocarriles, escuelas, amén de alguna capilla y de no pocos asados con cuero.
Todo eso, que puede ser cierto, es apenas una parte de la historia externa del famoso cura de San Alberto. Hay que decir la verdad. Brochero fue exclusivamente un apóstol, un ardiente evangelizador de los pobres, que hubiera mandado al diablo sus instrumentos de apostolado, sus caminos, sus ferrocarriles, sus escuelas, y hasta la célebre mula malacara en que anduvo miles de leguas por abruptas serranías y desiertos impresionantes, en cuanto hubiera advertido que eso no servía a su único propósito: ganar almas para Dios».
Hugo Wast, 1958.
Dada las preguntas retóricas del título del artículo. ¿Realidad o fantasía? ¿Misericordia o política? y mi absoluta ignorancia del tema, entendí el artículo en forma muy imperfecta, así que después de haber leído su aclaración y la referencia a sus milagros me sirvió para comprender mejor.
Muchas gracias y que ¡Viva Cristo Rey!
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El mundo anterior a la IGM ya no es comprensible para nosotros, al menos no más que el del s. XVIII, y solo los que ya somos mayores y hemos pasado mucho tiempo con nuestros abuelos podemos entender que un sacerdote de esas características diera tanta importancia a los Ejercicios Espirituales, porque entonces había una cosa que se llamaba fervor-hoy no se utiliza esa palabra-y sin él no se comprendía el Catolicismo. La forma de morir de este santo sacerdote también es comprensible porque entonces eran así, mi abuela perdió cuatro hijos recién nacidos y no se traumatizó por ello. Le puso a uno de ellos Felicísimo porque se iba a morir pronto e iba a ir al cielo. La conducta de mi abuela hoy en día sería considerada como la de una loca hasta por los católicos y un buen puñado de psicólogos no la dejarían en paz. Yo tengo un tío-abuelo junto al Padre que se llama Felicísimo y al cura Brochero eso le parecería, con toda seguridad, muy natural. Estoy segura que enterró a muchos "angelitos".
SALUDOS
Efectivamente, a veces uno tiene la sensación de encontrarse rodeado de zombies manejados a control remoto, tan grande e intensa es la tiranía mediática a la que las mayorías están sometidas. Tiranía mediática que por abrevar en presupuestos hegelianos, torna incomprensibles las categorías clásicas, cuanto más a las cristianas.
Por eso es que ser fiel al Espíritu Santo te priva de amistades, contactos y prestigio. Para algunos esto es demasiado y claudican. La persecución es sutil, sí, pero entrañable e inexorable. O sea que duele, aunque no se note. Por eso algunos la niegan, porque no se ve y ellos no la sienten. Es que son del mundo, bautizados o no. Pero habemos quienes sí la sentimos y sabemos que es muy real.
La etiqueta de "antisemita" fue inventada para escarnecer a quienes no les ríen las gracias a los hijos del Talmud. Y es una verdadera infamia que se la apliquen al gran católico que fue Gustavo Martínez Zuviría.
El estoicismo fue una de las filosofías paganas que el Cristianismo no despreció sino que asimiló en su justa medida. Hasta aproximadamente la fecha de su óbito (del Santo Brochero, por supuesto), los católicos (de los protestantes no puedo hablar) tenían un encaje de los avatares de la vida similar al de los estoicos pero con fe y esperanza en Dios. No medían los sucesos en términos de justicia o injusticia sino según la voluntad de Dios. La mujer infértil pensaba que Dios tenía algún otro designio para ella, la que perdía sus hijos en la niñez los veía junto a Dios en la felicidad eterna, los que envejecían pensaban que estaban cumpliendo el ciclo vital que Dios les adjudicaba...Es la mirada cristocéntrica que el pueblo aún conservaba y que fue confundida con el "opio del pueblo" por Karl Marx. Sin embargo, ¡oh, maravilla! no necesitaban psicólogos. Salvo personas inmaduras todas abrazaban su destino tratando de modificar lo modificable y dejando el resto a la voluntad de Dios. Este ejemplo impagable me está permitiendo a mi pasar por todas las edades de la vida con serenidad: ni psicólogos, ni botox, ni complejos...¡Qué pena me dan los que, por no conocer a sus abuelos, pierden el norte por influencias ajenas al Cristianismo!
Saludos.
Y la dra. que escribió el artículo, tan acertada! Nos da alguna noticia acerca de ella, Padre? quizás soy una ignorante...
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¡Claro! Es muy amiga mía: Dra. en Historia, especializada en historia argentina y americana. Madre de ocho hijos y una gran apologista católica. Aquí tiene algunas noticias acerca de ella: http://www.diariosanrafael.com.ar/secciones-fijas/video-deportes/67550-sanrafaelina-completo-su-doctorado-con-la-tesis-periodismo-en-cuyo-1820-1852
En la web hay muchos de sus escritos. Dios lo guarde. PJOR
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Sí; mañana o pasado publicaré un libro breve y gratis en esta bitácora. Estése atento. PJOR
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