¿La papolatría es pecado?
Alejandro VI
La elevación al trono de Pedro de S.S. Alejandro VI (quien si bien fue el Papa de la providencial donación de América al Imperio Español, tuvo algunas costumbres poco edificantes durante algún tiempo), puso a la Sierva de Dios Isabel La Católica en un aprieto. Isabel conocía bien a quien había sido antes el Cardenal español, Rodrigo de Borja; ahora como Sumo Pontífice, le merecía el mayor de los respetos y sumisión religiosa, pero como pecador, no; y no podía aprobar conductas indignas de un prelado que causasen incluso escándalo a los fieles.
Así, con motivo de haberse celebrado en Roma, con toda fastuosidad, las bodas de Lucrecia Borja, hija del Papa (nacida varios años antes de la asunción de éste al trono pontificio), la Reina Isabel citó al Nuncio Apostólico Mons. Francisco des Prats, a Medina del Campo, donde se encontraba la corte. Allí, con exquisita discreción (al punto que hoy se conoce esta reprimenda sólo por un informe secreto del nuncio al Papa, conservado en el Archivo Secreto Vaticano) luego de despedir a sus secretarios y ayudantes, presentó sus quejas:
La Reina me ha dicho que hacía días quería hablarme (…). «Me dijo que su Majestad tenía mucha voluntad y amor a vuestra Beatitud (…) que estuviese cierto de que no las decía con mal ánimo, sino con todo amor, y que se veía constreñida a hablar y tratar algunas cosas que de vuestra Beatitud oía, de las cuales, porque quiere bien a vuestra Santidad, recibía gran enojo y displicencia, mayormente porque eran tales que engendraban escándalo y podrían traer consigo algún inconveniente; concretamente, las fiestas que se hicieron en los esponsales de doña Lucrecia, y la intervención de los cardenales, es decir, del cardenal de Valencia (hijo de Rodrigo de Borja, el Papa) y del cardenal Farnesio y del cardenal de Luna; y que yo, de parte de su Majestad, escribiese a vuestra Beatitud, quisiera mirar mejor en estas cosas”[1].
Este hecho histórico nos sirve de introducción a un punto que, con toda brevedad, queremos referir en estas breves líneas: el amor desordenado al Papa.
1.
El único amor blanco absolutamente ilimitado es el amor a la Eucaristía.
El amor a la Virgen es ilimitado solo sequndum quid, como se desprende de aquella máxima bernardiana que reza “De Maria nunquam satis“. Mas, simpliciter, el amor a la Madre de Dios es limitado ya que, a pesar de las imprecisiones terminológicas de algunos píos cancioneros populares, no se la puede adorar, por más que piadosamente a veces se la llame adorable o divina.
El amor al Papa es limitado y solo en un sentido muy lato puede decirse que es ilimitado. ¿En qué sentido? En el sentido de que los católicos deben tener la disposición a dar la vida en defensa del Pedro, como se ve en el guardia suizo que sale a ponerle el pecho a la balas para que no maten al Vicario de Cristo.
2.
Ahora bien, entendiendo la palabra “amor” en un sentido muy amplio usado por San Agustín -de modo que la expresión se puede aplicar al amor a Dios o al amor desordenado-, pretender que, stricto sensu, el amor al Papa sea ilimitado, es una aberración, a la vez que un error, que, evidentemente jamás fue enseñado por la católica autoridad.
En efecto, si un amor así fuese licito, se daría la razón a los heresiarcas protestantes quienes, aún al día de la fecha, nos reprochan como anticristiana la sumisión al Papa.
Las formulaciones generales son claras, pero ¿cómo puede verificarse un amor excesivo al Papa? Puede haber muchos modos, mencionemos los primeros que se nos vienen en mente:
Adorar al Papa.
Creer que todo lo que diga el Papa es infalible.
Cubrir bajo el manto de la infalibilidad aquello que no lo es.
Exigir adhesión pública incondicional a aquellos postulados papales falibles con los cuales la Iglesia, en ciertos casos, permite disentir en el foro interno.
Darle carácter dogmático a lo que no lo tiene.
Creer que una doctrina definida por la Iglesia es modificable por Papas posteriores.
Afirmar la impecabilidad papal.
Justificar moralmente actos papales pecaminosos.
Alabar actos papales indudable y peligrosamente ambiguos.
Creer que el Papa por ser Papa quedo exento de la posibilidad de condenarse eternamente.
Creer que todos los Cardenales creados por el Papa jamás proferirán herejías.
Querer salvar las proposiciones papales evidentemente insalvables.
Creer que todos y cada uno de los actos papales fueron inspirados por el Espíritu Santo.
Creer que las declaraciones del último Papa sobre un tema necesariamente mejoran las de los anteriores Pontífices.
Creer que todas las enseñanzas papales tienen el mismo valor.
Creer que es metafísicamente imposible que, en alguna infeliz circunstancia, el Papa diga una herejía en público.
Creer que el Papa no puede cometer un error, sea por descuido o sea por dolo.
Creer que el Papa necesariamente será santo.
Creer que el Papado supone o causa la confirmación en gracia.
Creer que el amor ilimitado al Papal es más piadoso que el amor ordenado.
Creer que los Cardenales electores necesariamente elegirán como Papa al que más gloria le dará a Dios y que lo harán bajo la “inspiración” del Espíritu Santo.
Complementemos lo expuesto con una conocida cita del Beato John Henry Newman, quien si bien puntualiza que “Prima facie, es un deber necesario, aunque no sea más que por la lealtad, creer que [en el ámbito en cuya autoridad es suprema pero no infalible,] el Papa tiene razón, y obrar conforme a sus preceptos“, señala lo siguiente:
“un Papa no es infalible en sus leyes ni en sus mandamientos, ni en sus actos de gobierno, ni en su administración, ni en su conducta pública (…). ¿Fue infalible san Pedro en Antioquía, cuando san Pablo se le resistió? ¿San Víctor fue infalible cuando excluyó de su comunión a las Iglesias de Asia ? ¿ O Liberio cuando excomulgó a Atanasio ? (…). Ningún católico pretendió jamás que estos papas fueran infalibles al obrar así“[2].
En suma, el amor excesivo al Papa es un error que fue llamado con una palabra muy malsonante: “papolatría".
El amor excesivo al Papa no sólo es un error teórico, sino que en algunos casos puede llegar a ser pecado, y aún pecado grave.
3.
No queremos dejar de precisar que, como ya fue insinuado en estas líneas, es conveniente “distinguir” dos cosas:
a) las flaquezas morales que pueda el Papa tener y las deficientes medidas pastorales que pueda tener (campo indudable en su posibilidad)
b) y las palabras y hechos de clara significación herética, es decir, incompatible con la doctrina católica de la fe.
Aquí es donde puede darse el problema más grave y más difícil en su tratamiento teórico y no digamos en el práctico.
Esto es, lo de a) es todo obvio. Lo de b) requeriría un tratamiento más a fondo, pero no lo haremos en este breve trabajo de divulgación.
4.
Ahora bien, lo dicho jamás podrá ser invocado como pretexto para olvidar que en el Papa, debemos ver a Jesucristo, seguir a Jesucristo y amar a Jesucristo[3].
No olvidemos entonces que debemos tener una fe amasada en la más estricta docilidad a las directivas y enseñanzas papales y una fe llena de presteza en desechar el error percibido aun a través de las más débiles apariencias.
Aspiremos con denuedo a amar fervorosamente al Papa, sea quien fuere, hiciera lo que hiciese, pues esto, es signo de vida sobrenatural. Así, sin que nos importe quién sea, y ya, por el solo hecho que de que es Pedro, busquemos amar al Papa y aun alimentemos el deseo de dar la vida por él, sabiendo que no hay mayor amor que dar la vida por los amigos.
Recordando que vivir la relación con la Suma Potestad Eclesiástica es pura gracia, roguemos a Dios “que nadie jamás nos supere en obediencia filial, en obsequiosidad y amor al Papa”[4] y que nos dé la gracia de vivir siempre la letra y el espíritu de aquel catolicísimo lema que grita: “Con Pedro y bajo Pedro”[5].
Pero… ¿la papolatría es pecado? Sí, tanto como rendir culto de latría a cualquier ser, salvo Dios.
Lic. Roque D´Aviano
Diciembre de 2015
[1] José María Zavala, Isabel íntima, Planeta, Barcelona 2014, 214-215.
[2] Beato J. H. Newman, Pensamientos sobre la Iglesia. Textos presentados por O. Karrer. Ed. Stella, Barcelona, 1964, 119 ss.
[3] Cfr. San Luis Orione, Cartas de Don Orione, Carta del 15/7/1936, Ed. Pío XII, Mar del Plata, 1952, p. 143.
[4] San Luis Orione, Carta sobre la obediencia a los religiosos de la Pequeña Obra de la Divina
Providencia, Epifanía de 1935, Cartas de Don Orione, Ed. Pío XII, Mar del Plata 1952.
[5] “Cum Petro et sub Petro”, Decreto Ad Gentes, Sobre la Actividad Misionera de la Iglesia, 38.
53 comentarios
"Creer que el Papado supone o causa la confirmación en gracia."
Esto con respecto a la nación, con respecto a otras cosas, no conozco a nadie que, para hacer el bien, consulte a las jerarquías y los católicos que salvaron judíos tampoco lo hicieron. La infalibilidad pontificia compete a muy pocas cosas y éstas son materia de fe. El Papa es el Vicario de Cristo en la Tierra pero, como dice el cardenal Newman, la conciencia también lo es. Notaremos esto cuando tengamos que hacer algo que exija un alto coste personal.
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No se aceptan en Infocatolica ataques personales a nadie. Es la política de la página, guste o no. PJOR
Hay varios detalles. El Papa, entre otras cosas, es un signo visible de la unidad y unicidad de la Iglesia Católica, de ahí la necesidad de asistencia del Espíritu Santo cuando se refiere a materias de fe, pero como también es humano, el Papa está expuesto al error y al pecado, como todo hombre.
Además, el Papa ejercerá su ministerio con sus dones y también con sus limitaciones. Al no ser todopoderoso por su investidura, necesita de asesores, colaboradores, dirección espiritual y cualquier otro apoyo de personas que, aunque unidas por la fe también están expuestas a sus miserias. Evidentemente, el Ministerio Petrino se ve afectado por las limitaciones personales del propio Papa o de sus cercanos.
La santidad de un hombre no lo exime de cometer errores. Así como Pedro se equivocó respecto a los cristianos de origen pagano, se pueden identificar los errores de cada Papa: pensemos en la cercanía de San Juan Pablo II con Marcial Maciel, a pesar de todo lo que se puede especular sobre qué tanto sabía y qué tanto se ocultaban al Papa los abusos del fundador de los Legionarios de Cristo.
Cualquier gesto, cualquier frase, dicha por un Papa arrastrará a miles de personas,no del todo formadas, que se creen que todo lo que diga y haga un Pontífice va a Misa. Y por otras tantas, no tan bien intencionadas, que aprovecharán cualquier particularidad Papal para hacerla extensiva a La Iglesia Católica.
Gracias
Cuando el Papa está de acuerdo con la Tradición apostólica es infalible, cuando no está de acuerdo con la Tradición apostólica (o la contradice) seguirle es papolatria.
Si lo es, seguiré su enseñanza, incluso la del Magisterio ordinario, que no está allí para reírse de ella, o tomarla a mi interpretación. Recordemos las palabras de Pío IX al respecto.
“Y no podemos pasar en silencio la audacia de quienes, no sufriendo los principios de la sana doctrina, defienden “que los juicios y decretos de la Seda Apostólica que tienden al bien general de la Iglesia y sus derechos, y que se refieren a su disciplina, mientras no toquen los dogmas de la fe y de las costumbres, se puede negar el asentimiento y la obediencia sin pecado y sin ningún quebranto de la profesión de católico”. Lo cual en cuánto grado sea contrario al dogma católico de la plena potestad divinamente dada por el mismo Cristo Nuestro Señor al Romano Pontífice para apacentar, regir y gobernar la Iglesia, no hay quien no lo vea y entienda clara y abiertamente.” Pío IX, Quanta cura, el 8 de diciembre de 1864, Encíclica contra los modernos errores del naturalismo y liberalismo.
Ahora bien, ¿entramos a la mezquita a rezar? ¿No ha sido realizado esto ya varias veces? ¿Hay dudas sobre ello? Está más claro que agua que está recomendado.
Pero yo no seguiré esa enseñanza. Esa y no pocas más.
Muchos impulsan esa papolatría para perjudicar la devoción al papa, en el mismo sentido que los aparicionistas ponen en ridículo las verdaderas apariciones marianas o los conspiranoicos a los denunciantes de la conspiración mundial
Claramente debemos haber leído dos artículos del P. Jorge Guadalix distintos. En el que señala el P. Ravasi lo veo lleno de respeto y obediencia al Papa Francisco; lo que denuncia son las deturpaciones interesadas de la obediencia debida.
Gregory: la expresión que usa Ud ("infalibilidad fuera de la cátedra") es extraña ya que el Papa enseña "ex cathedra", esto es, desde la catedra. Además, el Papa siempre podrá aclarar mejor lo dicho por sus Predecesores.
Para un católico tan importante es la obediencia al Papa y a la Iglesia como saber tomar decisiones en conciencia según la formación católica recibida. El plus de heroísmo no lo va a poner el Papa. No somos testigos de Jehová que lo tienen todo muy clarito y van todos a una, como Fuenteovejuna. Por eso tenemos santos...y muchos más pecadores.
Ahora bien, por esas decisiones a veces incomprensibles para nosotros los humanos, Dios eligió como roca de su Iglesia a uno que poco después le negaría ante una criada, a uno que fue hipócrita en Antioquía (y corregido "ante todos" por San Pablo) y a uno que salió por patas de Roma ante la persecución de Nerón (aunque luego rectificó y murió como su Señor en una cruz). A uno, que a lo largo de la larga historia de la Iglesia dio sobrados ejemplos de santidad pero también de villanía.
Pues sí. A ese también hay que amarle (por supuesto no como al Dios, por supuesto no como a María) , y hay que hacerlo sencillamente porque así lo ordenó Nuestro Señor. Y obedecerle, porque también a ese le dijo sencillamente que nos apacentase como pastor y que nos confirmase, como ovejas que somos, en la fe. Porque por muy díscolos que seamos o estemos tentados a serlo, él será nuestro pastor y nosotros seremos su inquieto rebaño hasta que el Señor vuelva.
Sí, hay que amarle (aunque a veces nos cueste). Y sobre todo hay que rezar mucho por él.
Eso debería llevar a TODOS los papas a tener mucha, muchísima más prudencia, a la hora de manifestarse públicamente. Cristo no instituyó el papado para que los fieles estuvieran pendientes de cada cosa que digan los Papas sobre cualquier tema, sino para que los sucesores de Pedro confirmaran en la fe a los hermanos.
O aprendemos a situar el papado en el lugar que Cristo le dio, o vamos a tener problemas muy serios en el futuro. Porque si ha habido papas nefastos en la historia -eso no admite discusión-, puede haberlos en el futuro. Y si tenemos cámaras y micrófonos grabando y una red difundiendo, ¿qué hacemos?
Saque la conclusión usted mismo.
El Arzobispo Luigi Negri de Ferrara es una prueba más de la máxima tensión reinante. Il Fatto Quotidiano trae la conversación del obispo, de la Comunión y Liberación, con un periodista. El arzobispo no la desmiente. Extractos de la misma:
“Esperemos que la Virgen haga con Bergoglio el mismo milagro que con Juan Pablo I”
Se refería a la sustitución del Cardenal Cafarra de la sede de Bolonia, y a la de Palermo:
“Son nombramiento hechos con el más absoluto desprecio a todas las reglas. Con una metodología que no respeta nada ni a nadie. El nombramiento para Bolonia es increíble. Al nombrado no le voy a pasar ni una. El otro nombramiento, el de Palermo, es todavía peor. El nombrado escribió un libro sobre los pobres (¿qué sabrá éste de los pobres?) y sobre Lercaro y Dosetti, sus modelos, dos que destruyeron la Iglesia italiana.”
Lo felicito por su ardor en la defensa de los derechos de Dios.
Dios lo bendiga
Y si lo hace, es porque quiere decir otra cosa distinta de aquella de inmediata y directa comprensión. Lo que se da a entender.
Hasta donde yo alcance, en la vida corriente es así. En la política es así, en todo es así, porque los seres humanos son así.
Ha dado Ud una extensa lista y muy completa sobre los cuidados para no caer en la papolatría. En mi barrio usábamos una antigua expresión: "No ser mas papista que el papa" y ya nos quedaba clara la cosa.
Ahora bien, cabe preguntarse ¿porque la gente común necesita tanta aclaración?
La primera respuesta que me surje es que se debe a una mala preparación de los fieles en aspectos doctrinarios. Es muy difícil para un europeo entender que en las "periferias" siempre escasearon los curas (ver y comparar estadísticas) y éstos hacian lo que podían. A pesar de ello, la fe de la gente mantuvo su frescura y hoy es nutriente ante el agotamiento existencial del Norte.
Otra razón es obviamente la lucha entre sectores y grupos de interés dentro del seno de nuestra Iglesia, que nos lleva a pensar que quienes ocupamos determinado "nicho" somos los dueños absolutos de la verdad, por encima del Papa incluso, si no compartimos sus miradas.
Este "catarismo" nos lleva a profundizar lógicas diferencias y a demonizar a posibles disidentes con argumentos de certeras ortodoxias, que a la postre enturbian el hecho central de un creyente: el encuentro personal con Cristo.
Llegamos a ese maravilloso momento de la vida sorteando como podemos los enfrentamientos referidos y sus requerimientos indispensables para ser un cristiano " de ley", tratando de que no nos machuquen la gracia recibida.
Cuidemos ese don en la familia, de manera mas concreta que podamos: rezando juntos, tratando de vivir cristianamente cada día, descubriendo siempre al prójimo... Y fundamentalmente huyendo de la tentación de ser elites esclarecidas, de transformarnos en teólogos y canonistas amateurs en discusiones que, contrastadas con la realidad que nos toca vivir hoy a los "cristianos de a pie", nos distraen en la percepción de la Gracia otorgada y nos confunden en el vacío existencial del nihilismo.
Bendiciones
Le recomiendo leer la vida de San Atanasio. Luchó por la Ortodoxia de la doctrina hasta la última iota.
Le recomiendo evitar hacer dialéctica sutil entre Ortodoxia y Caridad.
El encuentro personal con Cristo nos obliga a conservar el depósito de la Fe que nos posibilita ese encuentro. Ojo con los cuentos de viejas.
Dios lo bendiga.
Digamos que en época de BXVI tratar estos temas era de... ¿filolefebvriano?
Y que conste que mi opinión es que pasará a los anales de la historia como uno de los más calamitosos papados
Sí, para la gente de a píe el papa estaba en Roma, y punto. En general era así. Pero los teólogos estaban muy puestos. Puede ser que la noticia en sí no llegaba en minutos, sino en días o semanas, pero se estaba al tanto. Por ejemplo, sobre la renuncia del primer papa en historia que la presentaba, Celestino V, se discutió durante décadas si tal renuncia era válida.
Pero vea un dato los católicos alemanes durante el siglo XIX no dudaron de su catolicismo, Bismark no pudo con ellos pero ahora es diferente. Por cierto en el siglo XIX los católicos alemanes tuvieron siempre la cercanía espiritual del Beato Pio IX como de León XIII.
Es que los gestos tienen una elocuencia "per se", y de hecho la Liturgia se basa en ello.
Y si a ello sumamos que las masas hoy ya ni leen más allá de los 14 caracteres, "oyen" sin escuchar y "ven" sin mirar, dándose en la práctica un extendido "analfabetismo funcional", entonces la importancia de los gestos se potencia.
(Life Site)
December 7, 2015 (Voice of the Family) – Archbishop Fisichella, President of the Pontifical Council for New Evangelization, has stirred controversy by suggesting that some criticisms of Pope Francis might result in automatic excommunication.
Saludos
Amar, Respetar, Seguir al papa y todo lo que quieran, SIEMPRE Y CUANDO ÉL HAGA TODO ESO CON CRISTO.
Cristo le dio una función, el papado tiene un propósito, ¿y si quien acepta esa función y ese propósito los desvirtúa?
La autoridad del papa le viene de la autoridad de Jesucristo y no al revés.
Peter Seewald: Benedicto XVI, una mirada cercana,
«Una mirada cercana» Los Papas no caen del cielo
Los Papas no caen del cielo. Por supuesto que los cardenales reflexionan sobre los criterios, o al menos, los criterios mínimos, que han de cumplir el Romano Pontífice, si bien, las exigencias de muchos varían muchos de unos a otros. En cualquier caso, la prueba de la fe no exige que nadie sin pecado. Grandes pecados. Grandes santos (y algún que otro Papa) siguieron, antes de la conversión, una vida que les hubiera llevado directamente al infierno. San Agustín, por ejemplo, hacia quien Ratzinger se siente especialmente atraído, tuvo numerosos amoríos y un hijo natural, simpatizó con sectas antirromanas y no dejó de lado nada de lo que caracteriza a un auténtico pecador. «Un misterio insondable es el hombre», dijo. Él era un misterio para sí mismo, cuestionó la existencia de Dios y –a diferencia de muchas personas piadosas que no se dejan retar por pura comodidad– conoció una auténtica conversión. Claro, que ese curriculum vitae es más que dudoso que el gran padre de la Iglesia tuviera hoy en día posibilidades de ser obispo, y menos aún Papa.
En el siglo VII, estaba prohibido, bajo pena de excomunión, hacer conjeturas sobre el sucesor de un Papa, hasta tres días después de la muerte de este. Cuando un Papa va al cielo se decía de manera lapidaria, el Espíritu Santo busca uno nuevo. Todavía hoy en la Iglesia, no solamente no hay –oficialmente– un debate sobre esta cuestión, sino que también se prohíben las candidaturas, en un ambiente de supuesta serenidad y amor fraterno. Ahora bien, del club más exclusivo del mundo, que tiene la difícil tarea de encontrar un Vicario de Dios digno, es de esperar que elabore una agenda con las cuestiones de actualidad. Preguntas como: ¿Con quién puede enfrentarse mejor con los fenómenos del desmoronamiento?, ¿dónde están las fuerzas realmente creativas del futuro?, ¿Quién tiene, en particular, la capacidad de continuar acertadamente la rica herencia del gran predecesor, de llevarla al apogeo y ajustar el cargo de tal modo que en el primer plano no se encuentre quien ocupe el cargo, sino Aquel, que en cierto modo, encargó todo esto: Jesucristo?
Algunos de los cardenales electores prestan atención, hoy en día, a que el candidato de la sucesión de Pedro tenga buena imagen; al menos no debe causar una impresión antipática. Antes, bastaba con saber latín; hoy en día se precisa saber varios idiomas. Es una pena, pensaba cuando iba de camino a la Plaza de San Pedro, que no existiera posibles modelos para el tipo de Romano Pontífice. Comparando las biografías, por ejemplo, los Papa de los últimos 300 o 400 años se podrían investigar criterios comunes: la Iglesia tuvo suerte con todos ellos, lo cual –al observar la historia de la Iglesia– no se puede decir de todos los vicarios de Cristo. Quizá muchos de los Santos Padres habían sido predestinados para la Cátedra de San Pedro desde su nacimiento. O quizá hubiera en el camino hacia allí sucesos significativos que les hicieron tomar el camino correcto. Por otro lado –así pensaba yo– se habría podido comprobar si Dios, por así decir por razones estratégicas, no cambiaba de vez en cuando sus criterios para la elección. Ninguna otra diana para los ataques de los poderes antagónicos es tan atractiva como la Iglesia de Cristo. El Papa Borgia Alejandro VI, por ejemplo, terminó echando espuma por la boca; la lengua adquirió un tamaño monstruoso y de todas las aperturas corporales salían gases silibantes. Todo su cuerpo estaba tan hinchado que los enterradores tuvieron que saltar sobre el vientre para cerrar el féretro. Ahora bien, lo que llama la atención es que, de ningún Papa, por muy poco santo que fuera, hubiera que corregir o rechazar documentos, y mucho menos, encíclicas.
… intenté desarrollar mi propio esquema. Me hice unas notas: bueno, Juan XXIII, Juan Pablo I, Juan Pablo II, se caracterizaron por proceder de familias sencillas, de campesinos o trabajadores. Esto podría servir de modelo: va bien con Belén, con Nazaret, con el pobre “padre putativo” San José. Sin embargo, Pablo VI, antes, Giovanni Battista Montini, era el hijo de un redactor jefe; su madre, una elegante contessa. Por lo demás, toda una serie de Papas procedía de familias nobles romanas, que seguramente no pasarían hambre.
(…)
Algunos Papas fueron asesinados. Juan Pablo I –el Papa de los 33 días– rogaba que Dios se lo llevara lo más pronto posible de este mundo. Hubo por último, que no podía morir. Y cuando le preguntaban que quería aún en la Sede de Pedro, respondía –en bajo y encorvado, temblándole la voz–que sencillamente quería llevar la cruz hasta el final–(Peter Seewald. Benedicto XVI, una mirada cercana, parte 4, páginas 57-59. Ediciones Palabra. 2006. )
Sra... o Sr...; lea bien. El artículo ni es mío, ni dice que el Papa no sea infalible. Lea bien... Dios la guarde. PJOR
Adormilarse en el error y grave error o errores por culpa de la papolatría es ciertamente un gran peligro. Dios nos libre.
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