El proceso jurídico de Cristo 13: las santas mujeres y la crucifixión
Las santas mujeres en el via crucis
Únicamente Lucas narra, luego del encuentro con el Cireneo, el episodio de las mujeres que consuelan a Jesús: “le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres que lloraban y se lamentaban por él. Jesús volviéndose a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos” (Lc 23, 27-28).
En efecto, sabemos por fuentes judías que algunas damas pertenecientes a familias nobles, o simplemente acaudaladas, se agrupaban (costumbre que el cristianismo continuó con las “cofradías”) con el fin de aliviar a los condenados con actitudes de piedad y dolor y con un vino narcotizador. Es precisamente a las agrupadas de esta cofradía piadosa, thygatéres Ierusalem, a quienes se dirige Jesús. El término “hijas”, empleado en vez del de “mujeres” que hubiera sido más apropiado, parece hacer referencia al nombre con que se conocían a aquellas “consoladoras”. Formaban, por tanto la asociación de las “Hijas de Jerusalén”.
Se trata de estas mismas mujeres que al llegar la comitiva al Gólgota, “le daban vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó”. (Mc. 15,23; Mt 27,34 dice “vino mezclado con hiel” (hiel = veneno); bebida propia de los condenados a muerte, era una especie de vino amargo, envenenado, que acortaba el dolor del suplicio)[1].
Pero es sobre todo el famoso “vinagre” al que aluden los cuatro evangelistas el que tiene mayor importancia (Mt 27,48).
En los reglamentos militares aparecía la orden de que todo destacamento en misión fuera de los destacamentos o de las fortalezas, debía llevar una bebida en una especie de cantimplora común. Esto era el “skéuos” o vaso del que habla San Juan (Jn, 19, 29). Aunque la palabra “vaso” no aprecie el sentido militar, éste sí aparece en el original griego que pude traducirse de forma genérica como “equipamiento de una dotación de soldados”. Esta bebida reglamentaria recibía el nombre de posca, mezcal de agua y vinagre, que era indispensable, juntamente con el trigo, para los soldados alistados bajo las enseñas de Roma. La “esponja” que empapan para acercarle, no es otra cosa que el tapón utilizado para cerrar el recipiente o vaso.
Era común que los soldados dieran a beber ese veneno al crucificado para acelerar su muerte y así librarse pronto de un turno de guardia y poder terminar.
La crucifixión
Destaquemos que este suplicio de la cruz, era un sistema de ejecución que los romanos habían tomado de los pueblos del Oriente, pero que habían asimilado hasta tal punto que aquel patíbulo venía a ser un símbolo de su dominación en todas las tierras de su extenso Imperio, con la salvedad de que este ignominioso suplicio no era aplicado a los ciudadanos romanos. Por el contrario, los judíos sentían horror ante este tipo de pena y nunca la incluyeron en su legislación (por lo general al condenado a muerte moría por lapidación). En el derecho criminal judío no se conocía la crucifixión, el colgar de un palo a los idólatras o blasfemos y apedrearlos no era una pena de muerte, sino una pena añadida después de la muerte. Pena que según el Deut. 21,23 sellaba a los ajusticiados con la maldición divina: “todo el que cuelga de un madero es maldito de Dios”. Y los judíos aplicaban esta frase a los crucificados.
En una condena ordinaria, el patíbulo empleado tenía una forma “oficial” que podía ser la crux immissa o capitata, de cuatro brazos, es decir con un soporte vertical cruzado por otro horizontal. Esta era la llamada cruz latina, la más conocida. Pero también se usaba la crux commissa, con forma de “T”, es decir de tres brazos. La única cruz en la que se utilizaban dos maderos es la llamada “de San Andrés”, conocida como decussata, pero parece que no se utilizaba, por lo menos en las ejecuciones ordenadas por el Estado romano.
Independientemente de la forma de la cruz, el brazo vertical recibía la denominación de stipes o staticulum y por lo general estaba sólidamente asentado en tierra –al menos en las ciudades del Imperio donde había tribunales- en el lugar destinado a las ejecuciones. En Jerusalén tenía que existir semejante lugar con stipites o staticula sobresaliendo del suelo, pues era la capital religiosa de una provincia conflictiva en la que la crucifixión estaba considerada como uno de los medios más importantes de control y disuasión de las rebeliones.
El brazo horizontal era conocido como patibulum, nombre derivado del hecho de que en el Lacio antiguo, se utilizaba para castigar a los esclavos la barra de madera con la que se cerraba desde el interior la puerta de la casa. Si se quitaba dicha barra, la puerta en cuestión patebat, es decir, “se abría”. Como ya dijimos, era el propio condenado el que llevaba el patibulum hasta el lugar de la ejecución, y esto es precisamente lo que refieren los evangelios, pues así lo exigía el procedimiento legal. Pero al no poder soportar Jesús el peso del madero, éste recayó sobre los hombros de Simón de Cirene.
Hay otro indicio en los evangelios sobre la manera en que el condenado portaba la cruz. Cuando Cristo resucitado le dice a Pedro: “En verdad, en verdad te digo:… cuando hayas envejecido, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras” (Jn 21,18). En efecto, el cruciarius, el condenado a la cruz, al salir del tribunal o de la cárcel, tendía que extender sus brazos para que le fuera colocado el patibulum sobre sus hombros (en posición horizontal detrás de la nuca) y sus manos quedaban al mismo tiempo atadas al madero.
La cruz de Jesús debió de ser un poco más alta de lo normal porque el soldado romano empapa la esponja y se la acerca con una caña o lanza. También las palabras irónicas del “baje ahora de la cruz” nos dan idea del tamaño.
[1] En este episodio puede corroborarse el probable carácter extranjero de los soldados, que confundieron las palabras de Jesús “Eloí, por qué me has abandonado” con la de “Elías”.
5 comentarios
En cambio, la "cruz tradicional" es más difícil de estabilizar. Hay que fijar el patibulum muy bien para que quede estable y sería fácil que el condenado, en los movimientos ocasionados por su sufrimiento, lo inclinase o sacase de sitio. Intentad hacer una cruz de cada tipo con un par de palitos, aplicadles algo de fuerza similar a las que podría producir una persona crucificada y comprobaréis enseguida que la "T" es mucho más estable.
Por eso yo tiendo a pensar que utilizaban la forma de "T" (la "cruz tau". Y así parecen ser en las pocas representaciones que se conservan del periodo, como el graffito de Pozzuoli ("Alcimilla"), datado en el 100-140 dC.
Sí, le he dado bastantes vueltas a esto. Veamos, partimos del principio de que en los lugares de ejecución había uno o varios stipes ("palo vertical") permanentemente fijados. Además de que parece haber documentación histórica al respecto, tiene mucho sentido práctico:
a) Su mera visión es "disuasoria."
b) Es complicado levantar y fijar al suelo con seguridad una cruz entera cada vez que ejecutas a alguien. Resulta mucho más práctico atar o clavar al condenado al patibulum (el "palo horizontal") y elevar sólo esa parte, clavándole o atándole luego los pies al stipes.
c) No cabe esperar que todos los condenados se muestren dóciles y cooperativos. En ese caso, es más sencillo reducir y posicionar a una persona con los brazos sobre un único palo (el patibulum) que de brazos y piernas sobre el conjunto de la cruz entera mientras a la vez tienes que fijarlo todo correctamente. Ya te encargarás de las piernas después.
Por tanto, tiendo a pensar que:
a) En los lugares de ejecución más "sofisticados", la punta del stipes estaba rebajada y el patibulum tenía un agujero central para levantarlo y ensamblarlo ahí por simple gravedad, en lo que los carpinteros llaman "ensamblaje a caja y espiga", quizá asegurándolo con un clavo. Esto sería muy fácil de hacer, muy estable y difícilmente el condenado podría moverlo de sitio por mucho que se retorciese o pelease. Esto formaría claramente una "T", una "cruz tau." Como mucho, puede que sobresaliese un poco de la punta de la espiga del stipes por arriba.
b) En las ejecuciones más "de andar por casa", podría conseguirse un efecto similar colocando el patibulum sobre el stipes y fijándolo con tres o cuatro clavos. No sería tan totalmente estable pero funcionaría, y sería también una "cruz tau" (T), en este caso por completo.
c) En las ejecuciones totalmente improvisadas, usarían lo primero que encontrasen. De hecho, parece ser que la "primera versión" de la crucifixión romana consistía simplemente en atar o clavar al condenado a las ramas y el tronco del primer árbol disponible que encontraban con la forma apropiada (el "arbor infelix.") Sólo después lo convirtieron en un instrumento de ejecución más "ritual." Y estoy seguro de que cuando no tenían otra cosa, seguían usando el árbol o cualquier otra cosa que sirviera igual (unas vigas, lo que fuese.)
Sin embargo, no veo una forma tan evidente y simple de armar una "cruz tradicional" (†) igualmente estable sin tomarse mucho más trabajo del que los romanos se tomaban si podían evitarlo (como cualquier otro hijo de vecino.) El patibulum de la cruz † es esencialmente inestable, especialmente si el condenado está fuerte y se retuerce o lucha en ella (o le da una mera crisis de ansiedad.) Hay que trabajar mucho más para hacerla estable. La crucifixión funciona básicamente por la fuerza de la gravedad, pero también hay que considerar los forcejeos del condenado, y en la cruz † la menor diferencia de fuerzas a ambos lados del patibulum tenderá a hacer un "efecto de volante" que lo incline o lo descoloque por completo si no está fijado con una perfección impropia de esa "practicidad" romana.
También me llama la atención de que las cruces de Jerusalén estuviesen tan altas. Debía ser un jaleo andar subiendo al condenado con escaleras o lo que usasen. Estoy seguro de que más de un soldado acabó deslomado en el proceso. También es cierto que "da más espectáculo" del tipo que apreciaban los romanos (y no sólo los romanos...), pero me los imagino usando cruces más bajas siempre que pudiesen (a una altura a la que el patibulum con el condenado colgando se pudiera posicionar sobre el stipes simplemente levantándolo entre varios hombres con los brazos por encima de su cabeza.)
Salvador:
Totalmente de acuerdo. Es más, en aquella época la única forma de conseguir vinagre era usando vino avinagrado. De hecho, la gente sencilla (como la tropa) consumía habitualmente vino avinagrado rebajado con agua (a nosotros nos puede parecer algo asqueroso, pero es una cuestión de gustos adquiridos... también parece ser que incluso el vino "bueno" de la época era un tanto "peleón" y se tomaba igualmente aguado para suavizarlo.) Para hacerlo más pasable, "perfumaban" ese vino muy avinagrado y aguado con hierbas y eso era la "posca" que menciona Javier (originalmente, una bebida medicinal griega.) Esto es, lo que los soldados romanos habrían dado de beber a Nuestro Señor era básicamente lo mismo que tomaban ellos para aplacar la sed. Por tanto, cabe interpretarlo como un acto piadoso.
Lo que dudo más es que nadie diese a un condenado vino mezclado con "mirra", que era carísima. La "hiel", en cambio, podría significar un poco cualquier cosa, incluyendo algún tipo de narcótico primitivo que redujese piadosamente el sufrimiento del condenado. Puede que los romanos tolerasen esto, pero dudo que aceptasen que se les diese un veneno que privase al público del "espectáculo." La crucifixión tenía la intencionalidad de producir una muerte lenta, humillante, extremadamente dolorosa y brutalmente ejemplarizante. Es posible que hiciesen alguna concesión a la piedad, pero no hasta el extremo de que el condenado subiese a la cruz ya "medio muerto" o "casi muerto" por haber consumido un veneno.
La verdad es que me alegra que no podamos imaginar bien cómo debía ser ese horror de clavar a las personas a lo que fuera, murallas incluídas.
Y otra cosa que me desconcierta es esa frase de San Pablo " cargado con nuestros pecados " subió " al leño ". ¿ Subió?
Pero las cruces no debían ser muy sofisticadas, la rebelión de Espartaco terminó con kilómetros de crucificados a los dos lados de la vía Apia.
Gracias por sus explicaciones.
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