El proceso jurídico de Cristo
Aprovechando la inminencia de la Semana Santa, comenzamos a publicar aquí un texto escrito hace algunos años a partir de diversas lecturas jurídicas y bíblicas sobre el Proceso jurídico de Cristo.
No se trata, entonces, de un texto de espiritualidad, sino el análisis de la Pasión a la luz de la historia del derecho romano y judío, según diversas fuentes originales y el mismo Evangelio.
El Proceso Jurídico de Cristo
P. Javier Olivera Ravasi
1) El problema[1]
A penas hay otro pasaje de la vida de Jesús que suscite hoy entre el más extenso público un interés tan vivo como su proceso. Casi mil novecientos años después de la destrucción de la antigua nación judía (en el año 70 después de Cristo, por manos del general Tito) se ha construido otra vez, el 14 de mayo de 1948, un nuevo e independiente estado de Israel. Desde entonces los cristianos han expresado repetidas veces el vivo deseo de que el régimen israelí, como supuesto sucesor del antiguo régimen judío del Sanedrín, instruya de nuevo el proceso de Jesús y someta a una revisión el inmenso error judicial pronunciado en su tiempo.
La prensa mundial anunció en la primavera de 1940 que un jurista holandés, bajo el seudónimo de H.187, había presentado al Ministerio Israelí de Justicia una formal propuesta de este asunto en un documento de quince páginas. El ministro de Justicia Moshe Smoira se vio obligado a prometer un cuidadoso examen del asunto pues ya antes de ello había sido lanzada la idea de una revisión; fue a comienzos de los años treinta cuando un juez judío había efectivamente instruido un nuevo caso contra Cristo. Los datos sobre este asunto estuvieron llenos de contradicciones e inspiraron poca confianza. Según una versión, el juicio se celebró en el año 1931. El día 25 de julio de este año se reunió en Jerusalén un tribunal integrado por los más famosos juristas judíos bajo la presidencia del doctor Veldeissel. Tras oír el informe del fiscal, que duró cuatro horas, y el del defensor, que duró cinco, y tras una larga consulta, se falló por cuatro votos contra uno que Jesús había sido inocente[2].
Una nueva revisión se dio en 1949. Ese año, según publicaron entonces los periódicos, el magistrado francés Jacquenot había declarado la invalidez jurídica del proceso de Jesús en la “Maison du Droit” de la Facultad de Derecho de París. El Magistrado Jacquenot, junto con sus colaboradores, llegó a la conclusión de que el quebrantamiento de los trámites judiciales introducido por el Sanedrín judío hacía aparecer como inválida legalmente la sentencia de muerte dictada por el Sanedrín.
¿Pero cuáles son las discusiones acerca del proceso? Veamos.
Respecto de la responsabilidad de quienes juzgaron a Cristo se ha dicho que la misma es:
- Exclusivamente judía
- Preponderantemente judía:
- Mitad judía y mitad romana.
- No necesariamente hebrea.
- Completamente romana y exenta de la responsabilidad de los judíos.
¿Cuáles son las fuentes? En primer lugar y sin lugar a pecar de ingenuo, están los Evangelios, verdaderos documentos históricos de la época. Pero no son las únicas fuentes.
- Flavio Josefo (37 al 97 d. de C.), este historiador judío, en su libro titulado Las antigüedades judías, cap. XVII, nos dice: “Aunque Pilato, ante la denuncia de los primeros hombres entre nosotros, le condenó a la cruz, no le abandonaron los que desde el principio le habían amado”, es decir, remarca la acción de Pilato fue promovida por la denuncia de “los primeros hombres entre nosotros”, es decir, por los más importantes de entre el judaísmo.
- Tácito (115 d. De C.), historiador romano, en sus Anales, habla de los cristianos en conexión con la descripción del incendio de Roma en tiempos de Nerón y dice: “El autor de este nombre, Cristo, fue ajusticiado por Poncio Pilato siendo emperador Tiberio”, resaltando la responsabilidad romana del procurador.
- En una carta de un sirio estoico, Mara bar Sarapion, se lee: “¿Qué provecho sacaron los atenienses de matar a Sócrates, sino padecer hambre y peste? ¿o los samios en matar a Pitágoras, sino ser cubierto en un momento su país por la arena? ¿o los judíos de ajusticiar a su sabio rey, sino ser privados de su reino desde entonces? Pues Dios tomó justiciera venganza de estos tres sabios. Los atenienses murieron de hambre, los samios fueron cubiertos por el mar, los judíos fueron matados y expulsados de su reino y viven por todas partes en dispersión. Sócrates no ha muerto por Platón. Tampoco Pitágoras por la estatua de Heras. Tampoco el rey sabio por las nuevas leyes que dio”. Este último texto no se limita a una simple denuncia hacia el procurador, sino a expresar la muerte a raíz de una ley no nueva, sino antigua.
2) Situación histórica
Imperio Romano; el poder de Augusto se encuentra en plena expansión anexando territorios ya sea por la fuerza de sus armas o por pedido de los mismos pueblos que deseaban gozar de los beneficios del sistema (recordemos que el Imperio Romano fue protector de los judíos y no un déspota tirano como muchas veces se nos presenta en las historias oficiales). En el caso que nos interesa fueron los propios judíos quienes pidieron el favor de estar bajo el protectorado romano, como lo narra el mismo Flavio Josefo en sus Antigüedades Judías (L. XIV, 14-15 y XV, 10). Estos acontecimientos se vieron precipitados en el año 40 antes de Cristo, cuando los partos defenestraron a Herodes I el Grande, apoderándose de sus territorios en Siria y en el Asia Menor. Fue ante la amenaza del avance enemigo que Herodes envió una legación a Roma para ofrecer al senado el sometimiento de la provincia de Judea, y poder así, comenzar a gozar de la defensa del ejército romano frente a los partos. Para asegurarse su objetivo, en el año 42, él mismo iría a entrevistarse con Augusto, pues para ambos (judíos y romanos) se trataba de un enemigo común (los reyes del Ponto y del Oriente mesopotámico invadían la zona fronteriza del Imperio y también de Judea).
La anexión de Judea no fue sencilla pues debió discutirse un mes entero en el Senado mientras que Herodes hubo de esperar en casa del cónsul Asinio Pollino (es el personaje a quien el gran poeta Virgilio le dedica la famosa IV Égloga); tal fue la relación entre el Divus Augusto y Herodes que el mismo emperador ofreció al rey de Judea que enviase a sus hijos a Roma para ser educado, cosa que Herodes cumplió. Es decir, desde un primer momento el estado judío quedó ligado a Roma por un tratado de amistad y alianza, de allí que, aún después de su incorporación total a Roma, siguiera siendo una comunidad cuasi-independiente. No olvidemos que la estrategia política romana para una mejor y rápida asimilación de sus vencidos se basaba en que los romanos permitían hasta donde era posible, la ley del país a todas las civitates incorporadas. En lo referente a la jurisdicción judicial, el principio romano era dejar en lo posible que las provincias siguieran celebrando juicios por la autoridad nacional y así librar al procurador de tremendo trabajo.
Tal sometimiento si bien tenía sus ventajas defensivas, traería posteriormente sus consecuencias en detrimento de la soberanía política y administrativa, pues todo territorio que pasaba a depender de la órbita del Imperio tenía privilegios y deberes que cumplir. En el tema específico que nos interesa, el “poder judicial” judío debía entregar “parte” de su competencia a los nuevos jueces romanos, con ciertas condiciones, como dice Schonbauer: “En este tiempo aún reconocían los romanos la instalación judía del Sumo Sacerdote”.
Pero, ¿qué competencia jurídica tenían los tribunales judíos? Veamos.
La competencia del Sanedrín, órgano supremo del pueblo hebreo, fue poco a poco reduciéndose ante el aparato legal de Roma y esto no tanto porque el Imperio faltase a sus compromisos, sino a raíz de las eternas revueltas y protestas judías: fueron estas revueltas las que, en el año 6 de nuestra era, Roma quitó al Sanedrín el derecho de ejecutar las sentencias de muerte. Fue a raíz de la deposición del rey Aquelao, hijo y sucesor de Herodes que, en ese mismo año, se redujo la Judea a provincia romana, por lo que los procuradores que la administraban a nombre del emperador Augusto, tomaron el tribunal para sí mismos, ejecutando el ius gladii o “derecho de la espada”, es decir, el derecho soberano para decidir sobre la vida y muerte. A partir de ese momento, el primer gobernador de Judea, Coponio y sus sucesores gozarán de esta prerrogativa, cumpliéndose así la profecía de Jacob para la venida del Mesías[3].
Este último suceso será clave para comprender el proceso entero de Cristo y la competencia del Sanedrín, pues si bien este alto tribunal conservará la competencia para poder excomulgar, aprisionar y azotar en lo concerniente a delitos religiosos, no podrá hacerlo respecto de una sentencia definitiva de muerte, como sucedía en todas las provincias romanas, de allí que en el Evangelio de San Juan se dijera “… a nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie” (Jn 18,31). Dicha prerrogativa religiosa contaba no sólo para la provincia de Judea sino también para diversas comunidades judías, como la de Alejandría y Asia Menor. Tal fue el dolor del pueblo judío al perder ese “ius gladii” que, al enterarse según el rabino Rachman: “los miembros del Sanedrín se cubrieron la cabeza de ceniza y vistieron cilicio, diciendo: Desgraciados de nosotros porque el cetro ha sido arrebatado de Judá y el Mesías no ha venido”.
Podrían inferirse de estos datos que, luego del año 6 de nuestra era, toda condena a muerte por parte de los judíos, incluso en asuntos religiosos, ha sido contra derecho, como lo fueron (luego de Cristo) la de los apóstoles Santiago, el hijo de Alfeo, y San Esteban, el primer mártir, dos casos de verdaderos linchamientos.
En el caso de Santiago se dice que el sumo sacerdote Anás II, tras la muerte del procurador Festo, aprovechó la vacante del puesto del gobernador para hacer condenar por el Sanedrín y después lapidar a Santiago y a otros cristianos. A causa de esto el nuevo procurador, y después rey, Agripa II, que administraba los asuntos del templo y tenía el derecho de nombrar los sumos sacerdotes, le despojó del cargo. Uno de los testigos calificados de esta humillante pérdida de poder, F. Josefo, dijo: “Cuando murió el Procurador Festo, como debía dilatarse en venir su sucesor Albino, pareció al gran sacerdote Anano, hijo de Anás, ser esta la ocasión favorable para reunir el Sanedrín. Hizo pues, comparecer a Santiago, hermano de Jesús, llamado el Cristo y a algunos otros, y les hizo condenar a muerte por lapidación. Cuantas gentes sensatas y observadoras de la ley había en Jerusalén, desaprobaron esta acción… Algunos fueron a Albino, que había partido ya de Alejandría, para prevenirle y hacerle observar que Anano carecía absolutamente del derecho de reunir el Sanedrín sin su permiso: fácilmente se persuadió Albino, y montado en cólera contra el gran Sacerdote, le escribió que le castigara por este hecho”[4].El martirio de San Esteban, en cambio, puede leerse en los Hechos de los Apóstoles, 7, 57 y ss; allí se narra cómo el juicio fue interrumpido por un acto de violencia de los judíos que a él asistían, sin que se llegase a dictar sentencia de muerte a causa de la salvaje reacción. La mayoría de los investigadores creen con razón que la ejecución del santo fue un acto tumultuoso de justicia popular para la que los judíos no estaban autorizados, por que la autoridad romana no siempre podía impedir. En los Hechos varias veces se narra la rapidez con que se preparaba y decidía la plebe de aquel tiempo a los linchamientos ilegales[5].
[1] Seguiremos principalmente los trabajos de Josef Blinzler, El Proceso de Jesús. Ed. Litúrgica española, S. A., Madrid 1959 y de los Abates Lemann, El proceso de N.S. Jesucrsisto, Santa Fé, Buenos Aires 1901. Los hermanos Lemann, judíos de nacimiento, se convirtieron a la fe cristiana y más tarde fueron ordenados sacerdotes, siendo grandes admiradores del Santo Cura de Ars.
[2] Según otra versión, este juicio tuvo lugar el 25 de abril de 1933.
[3] Estando Jacob en el lecho de muerte con sus 12 hijos alrededor, comenzó a bendecidlos uno por uno, y cuando llegó a Judá le dijo: “A ti Judá, tus hermanos te alabarán; sentarás tu mano sobre la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre te adorarán. Judá es un leoncillo; estás echado como un león y como una leona. ¿Quién te despertará? El cetro no saldrá de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Aquel que debe ser enviado; Él será el que reúna a todas las naciones” (Génesis, XLIX, 8-10). Según esta profecía, dos signos debían proceder a la venida del Mesías: la quita del cetro, o sea, el poder real, y la supresión del poder judicial. Incluso hay otra más clara que citan los hermanos Lemann: “El Hijo de David no debe venir sin que hayan cesado antes los jueces de Israel” (Tratado Sanedrín, fol. 97 vuelta).
Pues bien, en la época de a conquista romana, hacía tiempo que el cetro o poder real había desaparecido de Judá, puesto que desde la vuelta de la cautividad, (hacía más de 400 años), ninguno de los descendientes de David había llevado el cetro. Los últimos reyes que estuvieron en Jerusalén, los príncipes Macabeos, eran de la tribu de Leví; y Herodes el Grande, en quien acabó la dinastía, no era judío por la sangre, pues descendía de un idumeo.
[4] Flavio Josefo, Antigüedades judías, lib. XX, cap. IX, núm.1.
[5] En 5, 26 el oficial del Templo y sus gentes tenían miedo de ser apedreados por el pueblo; en 9, 29 algunos círculos judíos planearon matar a San Pablo en Jerusalén, en 21, 30 el apóstol estuvo a punto de ser asesinado por un motín popular.
13 comentarios
El se afirma en los 3 Sinópticos que es el Hijo del Hombre, el personaje celeste de Daniel 7 y con esto es con lo que no pueden los judios ser "Hijo del Hombre" con las connotaciones que lleva en el AT, es el poder de Dios vivo.
El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» O en Mt 28. 63 El SS le dijo":En el nombre del Dios viviente te ordeno que digas la verdad. Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios. " Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.»
El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?
Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte.
A ellos les altera la afirmación de Jesús, como no tienen poder para aplicar la pena capital acuden al procurador de Judea que hace el juicio civil. y Pilato ejecuta la sentencia después de hacer el cambio por Barrabás, sabiendo que es inocente.
Jesús es inocente dice la Verdad sobre si mismo,al día de hoy algunos judios afirman que no mataron a Jesús y eso es cierto, no tenían poder civil digamos que pidieron que lo imputaran.
San Juan “…A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie” (Jn 18,31).aunque en el caso de Esteban lo lincharon ellos.
Al ser Jesús judio las implicaciones para éstos son mas fuertes, queda revisar el juicio y hacer justicia humana a Jesús condenaron a un inocente ¿A quién reclamamos los cristianos?
Menos mal que vives Señor y esperamos que vuelvas cuanto antes
Diferente fue la persecución posterior en la que los romanos quedaron al margen, como la lapidación de Esteban o la decapitación de Santiago.
El hecho de llevar a Jesús ante Pilato dejó la decisión jurídica en manos de éste, su condena y la ejecución de la condena. Se le dio un castigo romano, que era de sedición, a alguien que no representaba ningún peligro y Pilato lo sabía.
La condena de Jesús fue un cambalache político, más que religioso, en los que unos se quisieron quitar de en medio a un profeta molesto y el otro quiso evitar una revuelta en un momento tan difícil como la celebración de Pésaj, cuando la ciudad estaba lleno de judíos de la diáspora y, probablemente, de zelotes con intenciones aviesas.
La prueba es que el cuerpo de Jesús fue entregado a José de Arimatea por orden de Pilato, que era el que tomaba las decisiones.
Los dos mal llamados ladrones-Benedicto XVI lo dice en su libro-no eran tales porque el castigo por robo e incluso por asesinato no era la cruz. Cruces se vieron en la revuelta de Judas de Gamala el año 6 d.C que fue una rebelión contra el censo, pero los romanos no crucificaban a nadie por robar ni siquiera por asesinar a otro judío, para eso tenían otros castigos como enviarlos a galeras, a las minas o convertirlos en esclavos. Así que, con toda seguridad, los que fueron crucificados con Jesús, según la tradición Dimas y Gestas, eran zelotes como Barrabás.
A Jesús le dieron un castigo político por algo que no tenía nada que ver con la política, cosa que se repite en otros tribunales posteriores.
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Palas: hay más entradas en la serie. Tocaremos este tema, Dios mediante. PJ
Estaba claro que sostuviera lo que sostuviera Jesús, su predicación no iba contra Roma porque no era un sedicioso, pero la insistencia del Sanedrín hizo que Pilato pronunciara una sentencia que no le competía ya que los interesados no podían tomarse la justicia por su mano.
¿Qué tiene que ver con esto el Pueblo Judío? Pues lo mismo que el pueblo alemán o el inglés, supongo.
Es verdad que el Sanedrín contaba con escribas y fariseos, mucho más integrados con el pueblo que los saduceos. No es casualidad que, después de la destrucción del Templo, en el año 70 d.C los saduceos desaparecieran totalmente y fueran los fariseos los que se hicieron cargo de la situación religiosa.
La confusa situación en la Palestina de los tiempos de Jesús hace que cualquier juicio que englobe a todos los judíos sea injusto, porque los judíos no eran un pueblo compacto y unido como nosotros hemos querido verlos, sino llenos de facciones a veces enfrentadas unas con otras.
A mi no me cuadra ninguna responsabilidad del Pueblo Judío como tal en la muerte de Jesús, si acaso la de algunos judíos que, malamente, pueden ser representativos de todo un pueblo.
Creo que estas olvidando un hecho aquí, no te olvides que Poncio pilato por estar en vísperas de pascua ofrece la liberación de uno de los reos, y es el populacho quien "democraticamente" decide que sea barrabas a quien se suelte y a Jesús a quien maten, entonces no se puede desligar por completo la culpa al pueblo judío como expusiste con anterioridad, este es un detalle que te marco con corrección fraterna, no te lo tomes a mal, pero el Credo, es un resumen de los hechos, y claramente murió en manos de Pilato, por conveniencia política, como antes describiste, pero en el momento en que se les dió a elejir fué el pueblo judío quien crucificó a Jesús, al pedir que se lo soltara a Barrabás, un fuerte abrazo en Cristo Rey!
Créeme los que estaban en la plaza no estaban allí por casualidad ni eran neutrales.
Respecto al primer proceso, ante las afirmaciones por parte de Jesús de su divinidad, unas veces de manera implícita, como cuando perdonaba los pecados, y otras de manera explícita, y más aún ante su afirmación de que era voluntad de Dios "que todos honren al Hijo como honran al Padre" (Jn 5,23), había sólo dos posiciones posibles por parte de los jueces del Sanhedrín: o creer que Jesús era el Hijo consubstancial de Dios que había asumido la naturaleza humana, y adorarlo como tal, o no creer que lo era y condenarlo como "mesit", alguien que instiga a Israel a cometer idolatría.
Dado que idolatría es adorar una entidad, real o imaginaria, que no es Dios, probar que Jesús no era culpable de instigar a Israel a cometer idolatría requería probar más allá de toda duda razonable que Jesús era Dios, dado que la presunción "iuris tantum" sobre cualquier ser humano es que no es Dios.
En relación a esta prueba, es esencial recordar que en Deut 13,1-5 Moisés adviertió a Israel de la posibilidad de que viniese a ellos un (falso) profeta que realizase signos y prodigios como aval de su instigación a Israel a cometer idolatría, y que tal evento sería una prueba de Dios a Israel para saber si amaban a Dios con todo su corazón y con toda su alma. Por lo tanto, para probar la inocencia de Jesús, lo cual equivalía a probar su divinidad, era, y es, necesario entender que los milagros que Jesús obró eran propios y exclusivos de Dios, y como tales claramente distinguibles de los que puede llevar a cabo un falso profeta.
Nótese que los cristianos estamos en una situación similar en parte a la de Israel, porque Jesús nos ha advertido que al final de los tiempos vendrán falsos cristos y falsos profetas que realizarán signos y prodigios (Mc 13,21-23). La diferencia esencial entre la situación de Israel y la de la Iglesia es que, mientras Moisés había predicho "El Señor tu Dios hará surgir para ustedes un profeta como yo" (Deut 18,15), Jesús no predijo, porque no tendría sentido, "El Padre enviará del Cielo para ustedes un Cristo como Yo".
Lo anterior es parte de un artículo que escribí en respuesta a la ponencia sobre el tema del Profesor J. H. H. Weiler de la New York University School of Law. Puede leerse en:
thetrialofjesus.blogspot.com
La reacción de las personas a las que el juicio les duele es no acudir por aquello de ojos que no ven corazón que no siente, en cambio los agitadores se divierten haciéndolo. Ese es el concepto de populacho.
"La verdad os hará libres", dijo Alguien una vez... Y hoy en día la necesitamos tanto!
En Cristo
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