Aprendiendo a pensar: lógica de los sofismas (1-21)
El que toma se emborracha
al que se emborracha le da sueño
al que le de sueño se duerme
el que duerme no peca
el que no peca va al cielo
y, si al cielo vamos, bebamos…
Durante el tiempo que nos encontramos en el ámbito internético hemos visto que, no pocas veces, las discusiones en los comentarios se dan a partir de diversos sofismas lógicos en los que se cae: mala interpretación de los términos, anfibologías, saltos de argumento, etc.
Como en nuestro espacio intentamos educar en la verdad, nos pareció oportuno dedicar unos cuantos posts al uso de los sofismas y el modo de refutarlos. Para ello, utilizaremos el hermoso libro del Dr. Camilo Tale, abogado y catedrático argentino, quien nos ha permitido publicar aquí esta joyita al alcance de todos.
Esperamos que sea de utilidad para…
Que no te la cuenten
P. Javier Olivera Ravasi
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INTRODUCCIÓN
Combatir las falacias
es la razón de ser de la lógica.
A. Sidgwick
Fallacies, Introd[1].
La Lógica es la ciencia por la cual conocemos las leyes que deben cumplirse para que los razonamientos sean correctos. Todos los procesos discursivos que contrarían tales leyes constituyen razonamientos inválidos, algunos de los cuales, sin embargo, exhiben el aspecto de un raciocinio correcto, y en tal caso se denominan falacias. El estudio de la Lógica, entonces, para ser completo, debe incluir la teoría sobre las falacias, o sea una teoría acerca de cómo los hombres se equivocan cuando discurren, y también de cómo los hombres pueden confundir a los demás cuando quieren persuadir.
Algunas veces se expresan argumentos con plena conciencia de la falencia lógica, pero también suele incurrirse en ellos involuntariamente. Al respecto, es usual la distinción terminológica entre el paralogismo, que ocurre cuando alguien emite una falsa inferencia obrando de buena fe —es decir sin la intención de engañar a otro— y el sofisma o argucia, que es el argumento incorrecto empleado con el deliberado propósito de engañar a otro1. En materia de falacias ocurre algo análogo a lo que sucede con la moneda falsa: muchas personas suelen entregarla con intención de estafar a quien la recibe, pero también se da moneda falsa por error, creyéndola verdadera. En el desarrollo que sigue prescindiremos de esta distinción, pues para el estudio de las falacias desde el punto de vista lógico no importan las intenciones de las personas que las expresan sino los vicios de los argumentos.
El Diccionario de la Lengua que edita la Real Academia Española define el sofisma como «argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso». De acuerdo con este enunciado, se denomina sofisma el argumento lógicamente incorrecto, que conduce a una conclusión falsa; pero esta finalidad no es necesaria para que tengamos un sofisma, pues también se esgrimen argumentos lógicamente incorrectos con el fin de tratar de dar por demostradas proposiciones que son verdaderas. De manera que para que haya una falacia no se requiere la falsedad de la conclusión, sino que basta la invalidez del razonamiento.
Un razonamiento puede fallar:
a) porque se parte de afirmaciones falsas o inciertas, como si fuesen afirmaciones verdaderas y ciertas (falla en las premisas), o
b) porque el procedimiento de inferencia es incorrecto (falla en el procedimiento)[2]. Claro está que pueden ocurrir las dos clases de defectos en una misma argumentación.
Es necesario aclarar que no todos los razonamientos inválidos se llaman falacias, sino solamente aquellos que tienen cierta apariencia de razonamiento válido, y que precisamente por ello son capaces de producir engaño. Las falacias son entonces los argumentos inválidos que están revestidos de una apariencia capciosa.
Se llama refutación el razonamiento que intenta destruir la tesis del adversario, o que se propone poner al descubierto la falacia o falacias presentes en el argumento del adversario[3].
Dado que la refutación es un raciocinio, ella también puede ser un sofisma, y ello sucede cuando en realidad no afecta a la tesis que se propone destruir.
Las especies de falacias son muchísimas. Enumerar exhaustivamente todas las formas posibles sería una empresa frustrada, pues no acabaríamos nunca. Alguien ha dicho que la variedad del error humano es un “ápeiron”, es decir algo infinito[4]. En estas notas nos limitaremos a consignar un elenco de los tipos más usuales de paralogismos, aquellos que suelen cometerse con frecuencia, tanto al escribir como al hablar. Quizás esto ayude al lector a advertirlos oportunamente, identificar su especie, y refutarlos cuando se tope con ellos. De los ejemplos que exponemos, algunos se han tomado del discurso de las ciencias filosóficas, pero muchos otros provienen de otras disciplinas o de la conversación cotidiana. En algunos razonamientos inválidos las falacias son fáciles de descubrir, pero en otros el error es más sutil.
El tema que aquí nos ocupa tiene de suyo mucha importancia no solamente para la capacitación filosófica y pedagógica, sino para la formación intelectual en general. Su relevancia se acentúa en nuestros días, si se tiene en cuenta cómo la propaganda política e ideológica que se emite por los “medios de comunicación de masas” se vale de falacias de diversa clase, por las que se inculcan errores en la mente de muchísimos individuos, los cuales se repiten y reafirman luego en el seno del pueblo.
El terreno del comercio de productos y servicios también es propicio para la vida de los sofismas, sobre todo en la publicidad que se dirige al público de potenciales consumidores. La lluvia de avisos publicitarios que rodean nuestra existencia contienen una legión de falacias. Alguien ha dicho, para expresar este abuso tan corriente, que «la verdad a medias es la esencia de la publicidad»[5].
[1] «El sofisma es un argumento especioso y capcioso, un paralogismo cuyo defecto es más o menos hábilmente disimulado. El sofisma entraña la idea de cierta habilidad en ilusionar a los demás, y si no la intención formal de engañar, por lo menos una mayor preocupación de convencer que de decir la verdad» (Edmundo Goblot, Vocabulario filosófico, trad. de la 6ª ed. francesa, voz Sofisma).
«Sofisma: argumento válido en apariencia, pero que en realidad no es concluyente, y que se adelanta para engañar a los demás, o con el cual se contenta uno mismo bajo la influencia del amor propio, del interés o de la pasión» (André Lalande, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, El Ateneo, Bs. As., 1967, voz Sofisma).
La palabra “sofisma” deriva de “sofista”, porque los sofistas que enseñaron en la antigua Grecia en el s. V a.C. se interesaban más por persuadir que por llegar a la verdad en las discusiones. «El arte de la sofística consiste precisamente en lo aparencial y no en la sabiduría real, y el sofista es aquel que comercia con una sabiduría aparente y no real» (Platón, El sofista, cap. I).
[2] «El error procede del fondo o de la forma: del fondo, cuando se toman por verídicas y ciertas, premisas que son erróneas o dudosas; de la forma, cuando ya sea inconscientemente, ya sea conscientemente, se saca de las premisas una conclusión que no se desprende de ellas lógicamente» (Desiré Mercier, Lógica, t. II, Madrid, 1935, p. 30).
[3] Cfr. Aristóteles, Argumentos sofísticos I, 165.
«Refutación: discurso o escrito que muestra la falsedad de una afirmación» (Paul Foulquie, Dicc. del lenguaje filosófico. Labor, Barcelona, 1967).
[4] Friedrich Ueberweg, System of logic, cap. Fallacies.
[5] Es una frase de Nicholas Samstag, cit. por Eric Clark, Los creadores de consumo. Sudamericana, Bs. As., 1989, p. 13.
16 comentarios
Si alguien presenta un razonamiento cuya conclusión es que los pájaros no pueden volar, ese razonamiento puede ser descartado directamente sin necesidad de examinar sus premisas o su procedimiento, porque su conclusión es manifiestamente falsa.
En todo caso, el único motivo por el cual uno se podría poner a examinar las premisas y el procedimiento para detectar la falla o fallas en ellos, es en atención a la persona que presentó el razonamiento, para ayudarlo a usar mejor su capacidad intelectual.
Menciono esta posibilidad porque la he notado a veces en el diálogo con protestantes. Para ellos, ciertas creencias o prácticas de los católicos son manifiestamente contrarias a la Biblia, por lo que directamente descartan el argumento católico sin examinar premisas ni procedimiento. Obviamente en este caso hay un error de percepción, pero si queremos ayudar al otro hay que tener en cuenta su situación subjetiva, y entender que él percibe la posición católica como análoga a la del que pretende haber demostrado que los pájaros no pueden volar.
1. Un sofista cretense dice:
2. Todos los cretenses mienten.
O sea: o todos los cretenses mienten excepto el sofista, o todos los cretenses dicen la verdad menos el sofista.
.....
No me creo ni me convence una lógica equivalente a las matemáticas, tanto sea lógica difusa como lógica cartesiana.
La argumentación, la mayoría de las veces, sólo podrán convencer con mayor o menor grado, pero no establecerá una verdad como una catedral. A veces sí, a veces no.
Porque si el sofista ha mentido, entonces no es verdad que "Todos los cretenses mienten". Por lo tanto es verdad su negacion. La negacion de "todos los cretenses mienten" es "por lo menos un cretense dice la verdad". Proposición que es compatible con el hecho de que el sofista miente.
En el caso de que haya al menos un cretense que dice la verdad, como el sofista lo niega, ergo miente. No hay pues paradoja.
Ni tampoco límites para la lógica, al menos en este caso.
Por un lado, para que la vida humana o cualquier otra cosa sea sagrada se requiere que Dios exista, porque por definicion algo es sagrado cuando pertenece a Dios. Si Dios no existe, no hay nada sagrado.
Por otro lado, los partidarios del aborto legal como Peter Singer no niegan en lo más mínimo la condición biológica humana del embrión. Cualquiera con un mínimo conocimiento de biología moderna sabe que el embrión es un individuo de la especie humana distinto de sus padres desde el momento de su concepción. Lo que niegan es que esa condición biológica sea por sí sola fuente de derechos.
Pero no es el problema principal hoy en día, creo. Hay algo mucho más grave, que es el pensamiento políticamente correcto, un pensamiento que se impone. Falta de libertad básica para pensar y dirimir.
En la esfera secular tenemos ejemplos de ello en el pensamiento, ideología mejor dicho, de género. El que se atreva a cuestionarlo es condenado a muerte civil. Otro ejemplo son acusaciones tan fáciles como injustas de xenofobia, islamofobia, machismo, etc.
Y en la esfera eclesiástica podemos también tener problemas similares, aunque de otro cariz. Hemos visto, por ejemplo, cómo las FI son castigadas por no enseñar la teología de género. Y también hemos visto que periodistas italianos, después de servir años a la Iglesia, son despedidos por escribir el artículo titulado: “Este papa no nos gusta”.
El problema para pensar libre y constructivamente son los tabúes ideológicos de los que la Iglesia tampoco es libre. En ocasiones, las circunstancias pueden dar lugar a unas concepciones que son características de una secta. Los legionarios por ejemplo no podían criticar a su fundador, un mecanismo de falta de pensamiento y libertad básica que produjo un asqueroso encubrimiento. Etc.
Es curioso, pero me consta (entre otras cosas por el testimonio de un profesor de Filosofía) que es muy común pretender meterse a pensador sin conocer el método que permite serlo.
Así pues, nada mejor que empezar por aprender a pensar como es debido.
De todos modos, el problema de hoy no consiste sólo en descubrir aquellos sofismas que fallan en el procedimiento, que los hay y son muchos, sino también en la imposición del relativismo que "desactiva", a ojos de muchos, la acusación de ser sofismas aquellos que fallan en las premisas.
Porque si se impone que todo sea relativo, ¿con qué fuerza de Razón te dejan acusar de falsedad a las premisas del sofista?
Creo que lo primero que debe ser la Lógica para ser Lógica es "honrada". Sin eso, a cualquier cosa se llama "lógica".
Jordi
No estoy seguro, pero no termino de ver la conexión entre el argumento circular y el sofisma. Precisamente, el sofisma pretende llegar a una conclusión falsa, mientras que el razonamiento circular sencillamente no llega a ninguna conclusión.
1.- "Todos los cretenses mienten"
2.- Quien dice esto es cretense.
3.- Luego... ¿a qué conclusión se supone que se ha llegado?
Me temo que el artículo (y los que le siguen) tratan sobre las argumentaciones que llevan de A a B, pareciendo B verdadera pero siendo realmente falsa.
Un saludo.
Para que sea paradójica debe decir
El sofista cretense: "Los cretenses NUNCA dicen la verdad" aquí la clave es el nunca según pusiste Todos los cretenses mienten puede ser compatible conque alguna vez han mentido (o alguna vez han dicho la verdad) el meollo es cuando dice nunca.
TU DICES:
1. Un sofista cretense dice:
2. Todos los cretenses mienten.
O sea: o todos los cretenses mienten excepto el sofista, o todos los cretenses dicen la verdad menos el sofista.
ESTO ES UNA BARBARIDAD. Si se aplicase esta lógica a los ordenadores, estos nunca funcionarían. Vamos a ver, si 1 es cierto, entonces, 2 no es cierto, es decir "no todos los cretenses mienten" Esa es la única conclusión válida, no como tu haces que solo dejas la opción de que o todos mienten o todos dicen verdad. Si es cierto que no todos mienten eso SOLO significa que NO TODOS dicen mentira, es decir que algunos pueden decir verdad y otros mentira. Y en este caso el sofista concreto habría mentido. Yo creo que se ve claro, no entiendo por que te lías así.
Si por ejemplo yo veo que las sociedades luteranas y calvinistas han creado todo lo que yo uso día a día, desde el computador hasta el teléfono, entonces algo es mejor en ellas. Si voy a a Canadá y me doy cuenta que esa sociedad tiene mucho menos corrupción que la altísima corrupción que encuentro día a día en Argentina, Chile o México (sociedades hispano católicas), entonces debo pensar. Algo tienen estas sociedades luteranas/calvinistas que las hacen mejores.
¿La ética protestante de Max Weber?
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