¿Santos y violentos?: Respuesta a dos comentarios
¿Santos y violentos?: respuesta a dos comentarios
Publicamos aquí un texto a raíz de dos comentarios realizados en nuestro blog acerca de las Cruzadas.
Comentario 1:
“Para nada de acuerdo…no se pueden justificar guerras armadas, de parte de personas llamadas a la paz y al amor..y demostrarlo para con los demás…las guerras que sucedieron en el antiguo testamento nos sirven para llevarlas a un plano NETAMENTE espiritual, no físico, cuando Jesús vino a este mundo lo hizo para establecer un nuevo pacto, en el cual las “acciones”, los “hechos” físicos ya no tenían el valor como antes, todo ahora (y en el tiempo de las cruzadas) es espiritual, y eso es algo que la Iglesia Católica parece no querer entender… En el tema de las cruzadas, no creo que sean justificables, ya que Dios, desde la venida de Jesús, nos exhorta a una vida espiritual y a que nuestras “guerras” sean en ese plano exclusivamente, y como ya dije, en la época de las cruzadas, Jesús hace rato que había dejado esas reglas en la tierra……”Comentario 2:“Padre: Si es que tiene respuesta posible. ¿Por qué ya no canoniza la Iglesia a personas que dan su vida por la fe en situación de guerra?”
Beato Miguel Gómez Losa, cristero
Respuesta en conjunto:
Estimados: muchas gracias por sus comentarios. Respecto a lo planteado, intentaremos dar una respuesta breve.
En primer lugar, como se lee en el actual Catecismo (Nº 828): “al canonizar a ciertos fieles, es decir, al proclamar solemnemente que esos fieles han practicado heroicamente las virtudes y han vivido en la fidelidad a la gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del Espíritu de santidad, que está en ella, y sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e intercesores (cf LG 40; 48-51)”. Es decir, la Iglesia, cuando define en un acto magisterial definitivo (la canonización) que alguien está en el Cielo, no sólo declara que alcanzó la salvación practicando las virtudes en grado heroico, sino que se lo propone como modelo a seguir, es decir, que un fiel llevando ese género de vida, puede alcanzar también la salvación.
Ahora bien, la pregunta es la siguiente:
¿Puede llegar alguien al cielo empuñando las armas? Y, en caso afirmativo, ¿puede ser canonizado?
Como ya hemos dicho en nuestro blog (AQUÍ), hay que recordar una vez más que no toda guerra es mala. El padre Alfredo Sáenz, en ese hermoso libro titulado La Caballería[1], hace un breve análisis de lo que es la guerra; recuerda allí con San Agustín que “la guerra se hace para lograr la paz”[2], por lo que, por repugnante resulte a primera vista, en no pocas circunstancias acaba por ser una necesidad. Y sería tan inhumano ser belicista por principio como pacifista a ultranza, agregando: “no pienses que nadie puede agradar a Dios si milita con armas de guerra. Militar era el santo David… Soldado era aquel centurión… Soldado era Cornelio, etc… No se busca la paz para promover la guerra, sino que guerra se hace para lograr la paz. Sé, pues, pacífico aun cuando pelees, para que venciendo a aquellos contra los cuales luchas los lleves a la paz”.
Santa Juana de Arco durante la coronación de Carlos VII
Pero no toda guerra es legítima, por ello la Iglesia siempre ha distinguido entre una guerra justa y una que no lo sea. “Hay guerra justa –escribía el mismo santo de Hipona– cuando se propone castigar la violación del derecho, cuando se trata, por ejemplo, de castigar a un pueblo que se rehúsa a reparar una acción mala o a restituir un bien injustamente adquirido”[3]. Debe agregarse, con Rábano Mauro, el caso frecuente de una invasión que siempre es legítimo repudiar con la fuerza. El más grande enciclopedista de la Edad Media, Vicente de Beauvais, en los mismos años en que toda Francia escuchaba o leía cantares de gesta, durante el reino de San Luis, desarrolló la doctrina agustiniana que siguen vigentes hasta el día de hoy: “Tres son las condiciones para que una guerra sea justa y lícita: la autoridad del príncipe que ordena la guerra; luego, una causa justa, y, por fin, una intención recta”. Y agregaba el compilador del siglo XIII: “Por causa justa hay que entender que no se va contra sus hermanos sino cuando han merecido un castigo por alguna infracción al deber, y la intención recta consiste en hacer la guerra para evitar el mal, para hacer avanzar el bien”[4]. No otra cosa enseñaba Santo Tomás de Aquino.
El mismo Concilio Vaticano II lo decía en la “Gaudium et spes” (nº 79) al condenar las guerras injustas: “El Concilio pretende recordar ante todo la vigencia permanente del derecho natural de gentes y de sus principios universales (…) . Una cosa es utilizar la fuerza militar para defenderse con justicia y otra muy distinta querer someter a otras naciones“
San Luis Rey
La idea de la legitimidad de algunas guerras y de la grandeza del soldado cristiano, hizo en el mundo occidental, entre los siglos IV al X, progresos tanto más sensibles, cuanto que se vivió en pleno horror de invasiones, barbarie, luchas mortales entre religiones y razas. No fue extraño que los Padres Apostólicos soñasen con una tierra nueva en la que florecería la paz del Evangelio, aquella paz que Cristo vino a traer al mundo. Pero esas teorías admirables —y un tanto utópicas— debieron inclinarse ante la cruda realidad. El mismo San Agustín, que debió vivir durante las invasiones de los Vándalos, se preguntaba: “¿qué hay de condenable en la guerra? ¿la muerte de hombres destinados a morir tarde o temprano? Tal reproche, en verdad, es para uso de cobardes, y no de hombres verdaderamente religiosos. No, lo que es culpable es el deseo de dañar a otros hombres, el amor cruel de la venganza, el espíritu implacable y enemigo de la paz, el salvajismo de la rebelión, la pasión del dominio y del imperio. Importa que tales crímenes sean castigados, y tal es precisamente la causa merced a la cual, por orden de Dios o de una autoridad legítima, los buenos se ven obligados a emprender en ocasiones algunas guerras”[5].
La guerra siempre es una desgracia, pero es inevitable. Pascal lo ha expresado con palabras insuperables: “Así como es un crimen turbar la paz donde reina la verdad, es también un crimen permanecer en paz cuando la verdad es destruida. Hay pues un tiempo en que la paz es justa y un tiempo en que es injusta. Se ha escrito que hay un tiempo de paz y un tiempo de guerra; es el interés de la verdad el que los discierne”.
Pues no toda violencia es mala. Cristo mismo, al menos en dos oportunidades, usó de ella para expulsar a los mercaderes del Templo según se lee en el Evangelio (Mt 21,13 y Jn 2,15). Y antiguamente, la Iglesia no dudaba en canonizar a quienes, habiendo alcanzado las virtudes heroicas, también habían empuñado las armas en guerra justa; basta con recordar aquí a San Fernando, a San Luis Rey o a Santa Juana de Arco, entre otros.
Pero entonces vayamos a la segunda pregunta que nos hacían más arriba: ¿por qué entonces ahora la Iglesia no los canoniza o bien elude esa faceta combativa? Es un problema serio que no puede eludirse.
En primer lugar hay que recordar que la canonización es un hecho político (es decir, prudencial, de gobierno); el por qué se canoniza a éste, antes que a aquél, o a aquél antes que éste, depende simplemente de las decisiones y circunstancias históricas, no de la santidad de la persona (Dios no se somete a nuestras burocracias). Es decir, es lícito y hasta conveniente, posponer en algunos casos esos reconocimientos públicos para evitar daños irreversibles; el caso de Santa Juana de Arco es paradigmático, pues fue canonizada recién 500 años después, entre otras cosas, para evitar disputas entre franceses e ingleses, dado que la jovencita había expulsado a los británicos de su patria en apenas algunos meses.
Pero si bien puede entenderse que se posponga una canonización por cuestiones circunstanciales, no lo es si se hace por una cuestión de “principios” y menos alegando los principios católicos, es decir, si se dijese: “no se canoniza a tal porque empuñó las armas”. Esta doctrina del pacifismo mal entendido no sólo es errada sino contraria a la doctrina tradicional de la Iglesia.
Santa Juana de Arco ante el sitio de Orléans
Debemos cuidarnos entonces de cierta corriente “irenista”, como la llamaba el Papa Pío XII[6].
Otro gran doctor de la Iglesia, como fuera San Bernardo, lo avala con su autoridad cuando escribe así sobre los templarios:
“Marchad, pues, soldados, seguros al combate y cargad valientes contra los enemigos de la cruz de Cristo, ciertos de que ni la vida ni la muerte podrá privarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús, quien os acompaña en todo momento de peligro diciéndoos: “Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor”. ¡Con cuánta gloria vuelven los que han vencido en una batalla! ¡Qué felices mueren los mártires en el combate! Alégrate, valeroso atleta, si vives y vences en el Señor; pero salta de gozo y de gloria si mueres y te unes íntimamente con el Señor. Porque tu vida será fecunda y gloriosa tu victoria; pero una muerte santa es mucho más apetecible que todo eso. Si son dichosos los que mueren en el Señor, ¿no lo serán mucho más los que mueren por el Señor? [7]
Hace poco, en este mismo portal, (http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=22469f="http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=22469), se señalaba la posibilidad de beatificar al “Samurai de Cristo". Ukon Takayama (http://www.religionenlibertad.com/el-samurai-de-cristo-ukon-takayama-un-senor-guerrero-admirado-por-30808.htm), que murió de muerte natural y fue señor feudal japonés, cristiano y guerrero.
En fin; espero que esto dé algo de luz. Acepto discrepancias o correcciones.
Que no te la cuenten…
Padre Javier Olivera Ravasi
[1] Alfredo Sáenz, La Caballería, Gladius, Buenos Aires 1991, 28-33.
[2] San Agustín, Carta a Bonifacio, Ep. 189, 6.
[3] San Agustín, Quaestiones Heptateuchum VI: PL 34, 781.
[4] San Agustín, Speculum morale, I. III, pars V, dist 124.
[5] San Agustín, Contra Faustum: PL 42, 447.
[6] Pío XII, Humani generis, nº 7.
[7] San Bernardo de Claraval, De laude novae militiae ad Milites Templi, en Régine Pernoud, Los templarios, Siruela, Madrid 1994, 170. Cursivas nuestras.
46 comentarios
Pero hoy en día, y creo que no sólo por culpa de la tecnología, sino también por causa de la ideología y los políticos, las guerras han entrado en una etapa de una especial pravedad.
-----
Gracias; creo como ud. que está implícito. Veré si puedo aclararlo en otro post, pero creo que por ahora es suficiente con el tema. Dios lo guarde. PJ
Una cosa es entender y analizar la santidad en unas coordenadas históricas determinadas y otras reivindicar hoy, en las circunstancias actuales, la violencia en nombre de Dios.
Y no me refiero a la legítima defensa, que no es violencia en nombre de Dios sino legítima defensa con unos requisitos muy exigentes para hacer frente a un ataque previo.
Ni siquiera a la doctrina de la guerra justa, con unos requisitos muy exigentes que la haría muy excepcional hoy en día.
--------------
Antonio: por correo privado le respondo sobre lo del perdón. Escríbame a la dirección del blog.
Estas afirmaciones no forman parte de la recta razón ni de la recta conciencia, plantea una solución de los conflictos completamente ilógica, que consiste en la prohibición absoluta del uso de la fuerza legítima y que no hay ninguna causa que justifique el uso de la fuerza (agresión injusta, legítima defensa, caso de necesidad, obediencia debida).
Además, van contra el quinto mandamiento, que prohibe matar, es decir, que prohibe la inhibición y omisión del deber debido de proteger la vida de los demás, con el uso de la fuerza si es necesario, frente a los atentados contra la vida masivos, continuados e injustos (genocidio, crímenes contra la Humanidad), como puede ser el caso de la guerra de Bosnia.
Mata también quien adopta el pacifismo radical y no usa de la fuerza legítima contra agresiones injustas contra pueblos y grupos.
¿Por qué se obsesionan los pacifistas sobre las cruzadas, que formaban parte del contexto de la época, de persecución y conversión forzosa de cristianos en el islam y de piratería (secuestro y esclavitud) y de expansionismo imperialista musulmán en el Mediterráneo, y no denuncia los abortos mundiales que se comente hoy en día?
El aborto está legitimado en países democráticos, y según san Juan Pablo II, en Evangelium Vitae 20, toda democracia que legaliza el aborto, que es un homicidio sobre un inocente e indefenso, deriva hacia una tiranía totalitaria.
En la UE hay un millón de abortos anuales; en el mundo, entre 40 y 60 millones; en España hay cien mil al año y dos millones acumulados en 29 años; y en el mundo, desde 1973 (legalización del aborto en los EEUU) y los años 1960 (legalización del aborto en los países soviéticos y comunistas) se han acumulado unos dos mil millones de abortos (la población actual es de siete mil millones).
O sea, de un lado, matamos como derecho humano sagrado a los niños no nacidos indefensos e inocentes de forma libre y gratuita; y de otro, somos ultrapacifistas fundamentalistas e integristas, (ultrafundis) hasta caer en el mismo absurdo irracional de los guerreros macabeos que se dejaron matar sin defenderse para nada por los paganos helenistas porque era sábado, y por tanto, no se podía empuñar la espada ni escaparse, porque representaba trabajar y recorrer los pasos que prohibe la Ley.
Ridículo, caemos en la yihad pacifista: "muere injustamente antes de defenderte legítimamente." ¡Anda ya!
Yo no soy pacifista, no así.
en.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_S%C3%A1nchez_del_R%C3%ADo
es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_S%C3%A1nchez_del_R%C3%ADo
Existe un debate sobre si mató, o no mató a alguien: de lo que si que no hay duda es que EMPUÑÓ LAS ARMAS, en nombre de Cristo, y fue beatificado recientemente.
----------------
Alejandro Galván: totalmente de acuerdo. Sobre el tema de la Cristiada he hecho mi doctorado en historia. Conozco el caso, por ello puse la foto en el post del beato Miguel Gómez Loza, laico, abogado, que empuñó las armas y que terminó siendo martirizado. P. Javier
.
Esta entrada es muy acertada para demostrar la corriente pacifista que hay dentro de la Iglesia. Pacifismo no se debe confundir con ser pacíficos como nuestro Señor.
El Cristianismo se difundió inicial y velozmente en el pueblo romano, que era innatamente guerrero. De haber propuesto en esa ocasión una tontería pacifista como la que hoy defienden algunos que se llaman católicos, no hubiese tenido la más mínima posibilidad de prosperar.
La gran difusión legal de la Religión Cristiana fue el fruto de una sangrienta batalla, llamada "Del Puente Milvo", donde las huestes cristianas apoyaron al emperador Constantino, pagano por entonces pero de madre cristiana.
NSJC es pacífico pero no pacifista. En su paso por la Tierra jamás condenó la actividad militar, antes bien muchas veces bien utilizó un lenguaje que bien podría considerarse "castrense".
El "cristianismo pacifista" es un invento de los enemigos de la Iglesia, que buscan confundir a los católicos no demasiado formados.
Yo lo que sé es que si los cristianos alemanes hubiesen derrocado a Hitler cuando éste empezó a hacer cosas inaceptables, es posible que la guerra civil en Alemania habría evitado la IIGM. Incluso el fallido atentado de von Stauffenberg del 20 de julio de 1944-que por cierto era católico- podría haber evitado la muerte de todos los judíos húngaros y muchos de los que fallecieron entre esa fecha y el final de la guerra. Y no digo ya la de los cristianos represaliados con posterioridad.
Lo que sí sé es el retintín conque tenemos que oír que los cristianos en Alemania no hicieron nada, que contrasta con el hecho de los que condenan a los cristeros que si hicieron algo. Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio.
Ahora mismo corremos un riego altísimo de que las comunidades cristianas de Oriente desaparezcan y no hacemos nada, no podemos hacer nada porque, como los gobiernos son laicos, no les importa.
Esta cuestión no es fácil, en eso estoy de acuerdo, pero me temo que el pacifismo tampoco deja la conciencia en paz.
Y no sabemos, cuando Jesucristo hablaba de la paz, a qué tipo de paz se estaba refiriendo. ¿Y si nos encontramos conque nos piden cuentas de qué hacíamos nosotros mientras nuestros hermanos eran diezmados?
San Pío V, Intercede por nosotros, pide a la Virgen que sea nuestro auxilio, y si la Divina Majestad es servida con ello, que los cristianos volvamos a ser instrumentos dóciles para que la Santa Cruz triunfe. ¡Para que Cristo reine, para que Cristo impere!
Eso ya lo enseñaba Santo Tomás: toda virtud tiene dos vicios que se le oponen: uno manifiestamente diferente (la violencia iracunda) y otro en apariencia similar -pero no menos vicioso que la violencia-: el pacifismo.
Ser pacíficos significa ser amante de la paz, de la verdadera paz. No de la paz de los cementerios, tampoco de la paz que excluye toda violencia a modo de dogna (pacifismo). La verdadera paz no reniega de la violencia cuando ésta es necesaria, en función del orden. Se tiene la violencia a disposición tal como se tiene un seguro de vida, de salud o de automotor. Si no se lo usa mejor, pero está disponible. Igual que la Policía. O que el Ejército.
Ser pacíficos es buscar la tranquilidad en el orden.
Es una virtud cristiana.
Apagado el cristianismo en la sociedad, sólo quedan la violencia malvada y el pacifismo imbécil.
Que es lo que muestran los telediarios.
"2306 Los que renuncian a la acción violenta y sangrienta y recurren para la defensa de los derechos del hombre a medios que están al alcance de los más débiles, dan testimonio de caridad evangélica, siempre que esto se haga sin lesionar los derechos y obligaciones de los otros hombres y de las sociedades. Atestiguan legítimamente la gravedad de los riesgos físicos y morales del recurso a la violencia con sus ruinas y sus muertes (cf GS 78)."
Catecismo de la Iglesia Católica.
Por otra parte, si usted dice lo que dice mal que bien, es gracias a un orden cristiano. Le aseguro que si usted se quiere cargar
ese orden cristiano tendría que pensar en qué podría usted decir o no. Y aunque los cristianos no pensaran en éllos mismos, pensando en sus familias, amigos, y en NO HACER INÚTIL EL DON DE DIOS, que exige APERTURA a la fraternidad, podría muy quizá verlos ENSEÑANDO LOS DIENTES en defensa. Porque lo de la otra mejilla, es en la mejilla de uno mismo, no de otro, Y SOLO SI DIOS SE LO PIDE.
El pacifismo imbécil es que que sostiene como dogma inmarcesible la No-Violencia en todos los casos.
Más o menos como Ghandi o los Hippies.
O algunos sedicentes católicos, lamentablemente.
Impecable.
---
Exacto Xaberri.
Cuando los métodos no violentos no son suficientes para garantizar "los derechos y obligaciones de los otros hombres y de las sociedades.", entonces el recurso a la violencia es inevitable.
Violencia que se ejercerá de manera proporcionada y al sólo efecto de la mencionada finalidad. Obtenida la cual, cesará la violencia.
Sentido común puro y duro.
Y Doctrina de la Iglesia, por añadidura.
Cuesta creerlo, porque es como si de pronto alguien propusiera leer un "Tratado de la Castidad" en un prostíbulo todos los días. O todas las noches. Y penalizar a quienes lo transgredan. Algo absolutamente inconcebible. Porque los prostíbulos conservan el sentido común. Pero las FFSS pareciera que no.
Y la inseguridad campa a sus anchas.
Contesto y cierro este debatillo.
Plantea lo siguiente:
1) Benedicto XVI: «Sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza»
2) Pablo VI y Juan Pablo II: "Nunca más violencia en nombre de Dios"
3) Papa Francisco: "Y eso es sencillamente una blasfemia. Matar en nombre de Dios es una blasfemia."
Cita 1 (debo darla completa y no parcial como la daba Antonio1): Benedicto XVI: “A este punto, quisiera decir como cristiano: Sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza (Intervención de Benedicto XVI,Asís, Basílica de Santa María de los Ángeles, 27 de octubre de 2011: vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2011/october/documents/hf_ben-xvi_spe_20111027_assisi_sp.html).
Es decir, se trata –como decía con agudeza el Papa emérito- de “un uso abusivo de la fe”.
Cita 2 (las fuentes pueden ser muchas). San Juan Pablo II en Asís, 1986: “Los que provocan conflictos, odio, violencia y terrorismo deben saber que en la medida en que lo hacen no son buenos miembros de ninguna religión. La violencia en nombre de Dios o de la religión es una contradicción” (Reunión de oración en Asís para pedir por la Paz, 1986: vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/interelg/documents/rc_pc_interelg_doc_20020116_arinze-assisi_sp.html)
En Asís, JPII está hablando a los líderes de todas las religiones; claramente está catequizando en el areópago a los paganos. Pero, si en algún momento gente de la Iglesia provocó el terrorismo, el odio o la violencia en nombre de Dios por el mero hecho de hacerlo, entonces sí es una contradicción. Este no es el tema de los posts, sino el de la guerra justa, no injusta, que siempre es condenable. Lo que hay que discutir (y este es el meollo de la cuestión) es si tal o cual guerra fue o no justa, pero no los principios, que –al menos en la Iglesia católica y en el derecho natural y de gentes- está bien marcado. Hay una guerra justa y otra injusta.
Cita 3: Papa Francisco “Todos», cualquiera que sea el credo que profese. Pensar que no todos pueden hacer el bien es una cerrazón, «un muro —advirtió el Santo Padre— que nos conduce a la guerra» y «a lo que algunos pensaron en la historia: matar en nombre de Dios». Y esto «es una blasfemia»” (Homilía en Santa Marta el 22 de Mayo de 2013: w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2013/documents/papa-francesco_20130524_canta-camina.html).
Se refería aquí a aquellos que afirman que, por el hecho de no profesar la misma religión que uno, alguien no puede hacer el bien y, por ende, debe ser “descartado” o eliminado. No se refiere a la guerra justa ni mucho menos, sino a la llamada “intolerancia religiosa”.
Al final lo que queda es la conciencia que es la que tiene que aquilatar los pros y los contras.
El gobierno de México hace imposible el culto y, además, lanza a los militares sobre determinados sacerdotes y los mata (como ocurrió con tres personas en Chalchihuites). ¿Qué hago yo?
1) Nada
2) Manifestaciones pacíficas (que estaban prohibidas)
3) Interpreto que el gobierno de mi propio país me ha declarado la guerra y respondo con las armas.
El catecismo no te va a decir cuál es la decisión correcta, pero tú tendrás que tomar una determinación y no hacer nada también es tomar una determinación porque existe el pecado de omisión.
Yo no estoy fomentando aquí el uso de la violencia, lo que trato de decir es que la cosa no es sencilla. Y, desde luego, la simplificación del asunto, que es no hacer nada es, de todas las soluciones, la más conveniente para mi integridad física.
Que mejor ejemplo que el texto del Catecismo que ha puesto, y que prueba precisamente lo contrario a lo que ha entendido, y que ya otros comentaristas le hicieron notar:
"2306 Los que renuncian a la acción violenta y sangrienta y recurren para la defensa de los derechos del hombre a medios que están al alcance de los más débiles, dan testimonio de caridad evangélica, SIEMPRE QUE que esto se haga sin lesionar los derechos y obligaciones de los otros hombres y de las sociedades. Atestiguan legítimamente la gravedad de los riesgos físicos y morales del recurso a la violencia con sus ruinas y sus muertes (cf GS 78)."
Como dela claro en el mismo texto, NO SIEMPRE se puede renunciar a la violencia para defender los derechos del hombre y cumplir los propios deberes. Ese 'siempre que" se suele pasar desapercibido. Sin embargo, suponer lo contrario es tan, PERO TAN, absurdo, como suponer que todos los países debían quedarse de brazos cruzados mientras Hittler conquistaba el mundo y exterminaba judíos, y cualquier otra raza que considerara inferior.
Pacifismo que por cierto los modernistas comparten con sectas como los testigos de Jehová, que tampoco presentan servicio militar dejando en su comodidad cumplir la necesaria tarea a los verdaderos cristianos.
De que otra forma podemos parar la masacre de cristianos hecha por el "estado islámico" (isis) ?
La única defensa contra el Liberalismo, que es una religión, o mejor dicho una "anti-religión", es la Religión Católica, sea romana, sea griega.
O también el Islam.
Pero precisamente la legítima defensa es una farantía para evitar la violencia en nombre de Dios. Condenada sin paliativos y sin contexto alguno por los papas y pincel catecismo. Dejémonos de cristianismos relativistas y descafeinados.
La violencia y la muerte en nombre de Dios es blasfema y condenable siempre, sin excepciones.
La legítima defensa no es violencia en nombre de Dios es legítima defensa, es un derecho a proteger la propia vida y la de los demàs ante ataques ilegítimos.
Y la guerra justa edtá llena de requisitos y condicionamientos y no es violencia en nombre de Dios. Es un uso proporcionado y legítimo de la violencia ante situaciones excepcionales.
No se pueden contextuslizar el rechazó tajante y caregórico a la violencia en nombre de Dios porque es una regla general y abstracta que no puede ser relativizada no sometida a criterios mundanos. Es blasfema, es un pecado contra el Espíritu Santo mater en nombre de Dios.
Papa Francisco citando a Juan Pablo II
Cuanto opusiste una cita del catecismo a mi condena al "pacifismo imbécil", no estabas defendiendo el pacifismo.
No me seas sinuoso, hombre, que somos todos grandes.
Pero a ver, ahora pareciera que toda tu preocupación no era defender el pacifismo, sino condenar a los que "matan en nombre de Dios".
Pero aquí nadie ha hablado de matar en nombre de Dios.
Así que mejor búscate otro argumento más creíble, que ese no cuela.
Yo me refería al Liberalismo en su acepción más amplia. Ahí entran desde el marxista más radical hasta el captalista salvaje. Tiene un enemigo común: la Religión.
Pero bueno, es fuera de tema.
Eso, más tu descolgada referencia a los que matan en nombre de Dios, que nada tiene que hacer en este artículo porque nadie lo ha mencionado ni aludido, me termina de convencer que tu afán de protagonismo te está pudiendo.
De mi parte, haré todo lo posible para que superes ese problema.
De nada.
.
Antonio: yo entendí lo mismo que Ricardo y Jose Miguel.
Y si pensáis que la violencia en nombre de Dios no tiene nada que ver con este tema, basta con que reflexionéis sobre el apoyo que muchos comentaristas dan a sistemas políticos recientes que "por la gracia de Dios" han consentido torturas, penas de muerte por motivos ideológicos, secuestros, robo de niños o salvajadas como arrojar a personas desde un avión.
Precisamente la doctrina de la Iglesia sobre la legítima defensa y la condena de la violencia en nombre de Dios está para evitar esas salvajadas monstruosas.
Mire usted. En el Juicio no creo se nos vaya a preguntar cuantos Rosarios, ni cuantas veces rezamos el Padre Nuestro a lo largo de nuestra vida
¡ No ! no es suficiente el rezar, para la gran mayoría.
En esa situación y mientras Satanás todo histérico no parará de entorpecer, chillar, acusar y reclamar para el Infierno nuestra alma, se nos preguntará:
¿ Qué hemos hecho ? ¿ Y nuestras limosnas con el pobre, donde están ... ? en una palabra ¡ Seremos juzgados en el amor ! pues
- EL QUE DA AL POBRE LE DA A DIOS Y DIOS SE LO VA A PAGAR CUANDO JUZGUE - Ahí radica todo, eso es lo que va a hacer a DIOS decir sí, cuando antes ha dicho no.
Ese es el determinante, no se acordará de nuestras iniquidades si hemos obrado anteriormente con un corazón lleno de amor y justicia hacia el menesteroso. Si hemos sabido enjugar sus lágrimas.
Por eso padre Javier estoy de acuerdo con usted "hay que entender ... ",es una soberana barbaridad matar y aun más, en nombre de DIOS.
Me viene a la mente eso de: "Exurge Domine et judica causam tuam" del salmista, y utilizado como lema por la Inquisición. Aunque voy a polemizar este tema tan espinoso.
Me afloran las lágrimas pensando en que Cristo siendo totalmente inocente fue víctima de un gran proceso inquisitorial, un proceso abominable que terminó con su vida preciosa e inocente y que clavó puñales de muerte en el corazón de su Santísima Madre la Virgen María.
La herencia del Verbo además de su Santa Vida fueron sus palabras, pero ¡ Ninguno las llevamos a la práctica !
Para contar a Dios la Iglesia tiene que ser todavía más Cristo, más Madre/Padre, más esposa, más refugio, más hogar para el desheredado. Habría que quemar las naves de una vez, y evitar que todo se vaya en fórmulas, eso, en inoperatividad. Es preciso exterminar el mal de raíz, evitar el pecado y dar ejemplo. Lo demás es una multilalia clerical de bla, bla, bla...., que fortalece el ateísmo, enseñorea al enemigo del alma y desagrada sobremanera al Espíritu Santo.
Es preciso más amor y exterminio total de la pobreza.
¡ Pobre Jesús ...! si viniera ahora ....
El día en que Dios juzgue cuantas sorpresas habrá. Allí será el auténtico llanto y rechinar de dientes. Ya no habrá vuelta atrás y para los más doctos e indolentes, debe ser terrible el juicio con un resultado espantoso para toda la eternidad
Nunca es tarde para obrar de forma diferente a lo ejecutado hasta hoy.
En las postrimerías no se podrá actuar.
Gracias padre Javier por sus páginas. ¡ Qué Dios le bendiga !
En mi mensaje anterior cometí un error al escribir:
"Aunque voy a polemizar este tema tan espinoso".
Bueno, quise escribir: "Aunque no voy a polemizar este tema tan espinoso".
Disculpen, pero soy humano mortal y no perfecto.
Dejar un comentario