Verdades de Fe, ¡NI UNA! Mentiras de ideología, ¡TODAS!
El título de la entrada quiere poner de manifiesto un hecho perfectamente constatable: a la Iglesia Católica, en concreto; a los católicos, en general; a las manifestaciones públicas de sentido y vida religiosa: católicas, por supuesto; y a todo postulado que pueda parecer que tiene un origen católico, aunque no sea así en realidad; a todo este “mundo” -el obrar católico: doctrina y vida- que ha construído la familia y la sociedad, que ha “salvado” y difundido la cultura en todos sus ámbitos hasta hace pocas décadas -y lo ha hecho bastante bien, por cierto- y a la que ninguna otra realidad humana le hace la más mínima sombra en estos campos: a la Iglesia Católica y a sus realizaciones, se las persigue, se las difama, se las arroja fuera de la sociedad y de la familia -que ha forjado incluso a precio de sangre-, además de echarla de la conciencia y del corazón humano.
Y se hace con saña; descarada y sistemáticamente, y -desde los fantasmas más truculentos de sus autores- lo más humillantemente posible para ella. Todo, con el apoyo incondicional de los poderes públicos -de los políticos, y con los dineros e instituciones que manejan estos sujetos- y con el añadido de impunidad que amparan tantas veces…, para que ni se la vea ni se la oiga, para volverla a las catacumbas de nuevo, para acallarla y dé la impresión de que ya ni existe.
Por supuesto que nada es nuevo: este panorama, estas intenciones y estas planificaciones son muy antiguas -desde su mismo nacimiento la Iglesia sufre persecución, y martirio sus hijos e hijas-; son repetitivas, y tan poco originales -en estos campos está todo inventado ya-, que, la verdad, son en exceso cansinas. Amén de inútiles: no se conoce de ninguna persecución que haya triunfado hasta el punto de que allí ya no crezca ni una brizna de vida cristiana.
Se cumple, y se cumplirá siempre hasta el final de los tiempos que, “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos” (Tertuliano, cristiano y abogado, c.150-225 DC). Los dramas, las heroicidades, la fortaleza de los cristianos de Irak y Siria, por ejemplo, tan cercanas en el tiempo y no tan lejanas geográficamente, son un ejemplo vivo de lo que es la Iglesia, y de lo que “nace” de ella.
Frente a la riqueza de bien hacer; de bondad con todos; de auténtica liberalidad con los “ajenos” -que nunca lo han sido ni lo son para la Iglesia-; de generosidad sin límites con las necesidades humanas, familiares y sociales de todo tipo que generan los males que traemos los humanos en cuanto nos descuidamos; de respeto y tolerancia con todos; de humanidad a raudales…, ¿qué pueden aportar las IDEOLOGÍAS -de izquierdas y de derechas-, que es lo único que hay y en lo que se queda el hombre sin la Iglesia, alejadas de Dios y, en consecuencia necesaria y “obligatoria", ajenas al hombre y a lo humano, hasta el punto de pretender “deconstruirlo” o “desmontarlo"?
¿Es más humana la sociedad ahora que hace, por ejemplo, 50 años? Vamos a verlo, con valoraciones y datos objetivos; tan objetivos que son los “oficiales", los que las mismas instituciones públicas ponen en circulación.
Hace 50 años, ¿se constataba que el 25% de los NIÑ@S de 12-13 años estaban ya enganchados al alcohol, la droga y otras adicciones? ¿Estaba presente el “acoso escolar” en las aulas? ¿El suicidio infantil era corriente? ¿Existía la psiquiatría infantil? ¿El número de niñas embarazadas, menores de edad, era el mismo que ahora, o practicamente no existían tales casos? Como no existía el suicidio infantil, ni las patologías psiquiátricas infantiles.
Yendo a los adultos, ¿el saldo anual de muertes por “violencia de género” se acercaba a las cifras actuales; o ni se había “inventado” tal expresión, porque la “necesidad” ni siquiera estaba presente? ¿El número de matrimonios “rotos” se acercaba al de ahora, cuando se “rompen” seis de cada diez, ya en los primeros años de matrimonio?
Y situándonos en el ámbito “social” y “sociológico", ¿la falta de respeto por las personas y los bienes ajenos se parecía a lo de ahora? ¿La corrupción como género habitual de vida -en el ámbito público y en el privado- era lo que se constataba, un día sí y otro también, tal como sucede ahora? ¿La inseguridad ciudadana estaba “asegurada” -era lo que había, como el calor en el verano o el frío en el invierno-, tal como se constata a día de hoy?
¿Eran concebibles entonces temas como “anticoncepción", “aborto” y “eutanasia", con lo que esto ha generado: no se renueva la población, se envejece la pirámide poblacional, no se pueden pagar las pensiones, etc., de tal modo que el país entero está fallido -ha hecho “crack"-, económicamente hablando? Tenemos ya una deuda impagable, sin visos de cambio, ni “motivos” para intentarlo.
Nada de esto ha venido por la Iglesia Católica o desde la Iglesia Católica; aunque esto no quiere decir que no haya tenido “culpa", porque, en el mejor de los casos, ni se ha enterado; cuando no ha mirado para otro lado, o no ha sabido estar a la altura, o no ha querido… Cuando digo “Iglesia” me refiero a la jerarquía e instituciones católicas, entre las cuales me cuento.
Entonces, ¿de dónde han venido estas cosas? ¿Quién las ha traído? Las IDEOLOGÍAS: desde el marxismo -socialista o comunista, ilustrado o pedestre, “intelectual” o cazurro-, hasta los diversos “liberalismos” -que no existen-, la inútil y vendida “democracia cristiana", pasando por la “intelectualidad” que no ha iluminado positivamente ninguna de estas realidades tan inmoralmente insanas -entran aquí, por supuesto, los medios de comunicación-, y no digamos los políticos y su “partitocracia” -verdadera dictadura inmoral e inhumana- que ha traído las (anti)"leyes” que han instalado todo este desmadre, que han arrasado con conciencias y haciendas, hasta convertir el entero país en un erial intelectual, empobrecido y endeudado económicamente, y en un auténtico “catre de mancebía” moralmente hablando.
Para más “inri” no hay político -gobierne o no; jubilado o en activo, de derechas o de izquierdas-, que quiera verlo y valorarlo. Y así, desde dentro del sistema, ni hay remedio ni puede haberlo, porque todo ese resario de calamidades “es” el sistema.