27.01.19

«Dios ha muerto» (F. Nietzsche). ¿Acertó?

A primeros del siglo XX, en Moscú, ya imperaban -instalados y arrasando, que es lo suyo- los primerizos comunistas que, con Lenin a la cabeza, gobernaron todo un imperio, el antes llamado imperio zarista; más tarde fueron a por su sonada expansión; tan “sonada” y tan “sonora", que la hicieron a sangre y fuego: a cañonazos, tiros, ejecuciones, etc. Tan sonada y, a la corta, tan fructífera, que la asumieron como su mejor y más neta seña de identidad: así definieron su ADN, y así lo exportaron. Hasta ayer, como quien dice; porque es lógico que hayan tenido, y tengan, unos cuantos hijos naturales.

Pues, gobernando estos señores, y siguiendo la lógica de otra de sus características fundacionales que ya traían en su ADN originario, su MATERIALISMO ATEO, no tuvieron otra ocurrencia, en el año 1918, que, acusado por el Comisario de Instrucción Pública -o sea, el encargado de “comer el coco” y corromper las conciencias al personal: como hoy en prácticamente todas las “democracias” occidentales, en especial en España, con mucha diferencia: está a la cola en instrucción y educación, y a la cabeza de la corrupción obrada por los políticos y demás-, llevar a juicio, condenar y ejecutar inmediatamente la sentencia -de MUERTE, claro- ¡a DIOS! Sí: a Dios. De modo que montaron un buen pelotón y dispararon unas cuántas ráfagas de ametralladora hacia el cielo, pues sabían perfectamente, gracias a la “podrida” burguesía que les había precedido, que el cielo era el lugar de Dios. 

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20.01.19

La inmortalidad, ¿una mentira?

En estos últimos días y en el mismo diario, aunque de distintos autores, he encontrado la misma afirmación y con palabras casi idénticas; lo presentan -lo descalifican-, así: “ya se sabe que la eternidad [referida a la persona humana], la inmortalidad, es una mentira".

¿Cómo puede una persona que sostiene tal sinrazón seguir pretendiendo ser -y actuar- como persona; y esperar, además, que te traten como tal? Porque, ¿qué encierra tal aserto?

Encierra, nada más y nada menos, que la negación de lo que es la persona humana. Es decir y para que nos aclaremos: “reconvierte” a la persona en una vaca; la “reduce", se dé cuenta o no, al nivel de las vacas. Puede que, a tenor del nivel manifestado tan a las claras, los autores no hayan caído en ello: vamos, que ni se le haya ocurrido. Pero tal cual.

Porque, una de las “cualidades” o “potencias” o “facultades"que “adornan y especifican a la persona humana", es decir, la hacen “otra cosa” por encima totalmente de los animales -no faltan gentes que digan lo contrario: que por delante y por encima están los animales- es, precisamente, que está dotada de entendimiento y voluntad; potencias o facultades que son, de suyo, ESPIRITUAES -son INMATERIALES- y, por tanto, NUNCA fenecen, es decir, no se acaban: son INMORTALES; es decir: son ETERNAS. Como el alma. Como la misma persona.

Ya sé que admitir esto no está al alcance de cualquiera, en particular de quien rechaza la verdad de las cosas, y no la acepta; supongo que porque no se le ha ocurrido a ella que, a mayor abundamiento, se le ha ocurrido exactamente lo contrario; por tanto, la rechaza, venga de quien venga, la rechaza siempre que no comulgue con lo políticamente correcto, con la opinión dominante o dominadora, o con sus propias ocurrencias. Y así les va; y además con estos bueyes pretenden arar, y dar opinión, y escribir, y hacer “kultureta".

Porque estas cosas -la existencia del alma en el hombre, y sus facultades: todo ello de naturaleza espiritual e inmaterial-, ya las descubrieron los filósofos griegos -no todos, claro, sólo los mejores: Platón y Aristóteles, en concreto- cinco o cuatro siglos antes de Jesucristo. Y también, por si lo de Aristóteles y Platón se nos había pasado, nos lo ha revelado Dios mismo, y está recogido en la Biblia, y así nos lo enseña -o enseñaba hasta antesdeayer- incluso la Iglesia Católica.

Lo que no se entiende es que una vaca escriba; y lo haga, además, por algún motivo, por alguna finalidad. Y no se entiende porque, como nunca se ha visto que una vaca lo haga, se sigue que no puede hacerlo: es incapaz. Como está comprobado que no es inteligente; que no organiza entierros; que no se pone de rodillas y reza; que no construye iglesias ni cementerios; que no edita periódicos, ni hace música; que no deja herencias, etc. O sea: que no es persona.

Pero una persona sí hace esas cosas, y más; y, lógicamente, lo hace porque puede, porque está capacitada, porque le corresponde, porque le pertenece. Totalmente. Pero todo eso porque es espiritual y, en consecuencia, porque es inmortal. Si no se afirma esto, no se puede afirmar -menos aún, demostrar- lo anterior.

Reconozco que debe ser muy duro creerse vaca cuando no se es una vaca. Debe ser muy duro comprobar que uno actúa como si no fuese vaca y creerse que es una vaca: vamos, que no se cree ni lo que está haciendo ni lo que está diciendo. Y una situación de este tipo debe poner al borde, no solo de los nervios, que también, sino de la locura y/o de la esquizofrenia.

Así es como uno se cree capaz de catalogar la vida humana como un “sin sentido", como una “náusea”, como  un engaño vil,  o como una “nada".

Por cierto: otra cosa que no puede ser una vaca: ni loca, ni esquizofrénica; ni es capaz de enjuiciar su vida y la de los demás: ¡porque no es persona!

Hace unos años -como sesenta, y mejor antes incluso- estas cosas eran de cultura general; porque había cultura: ahora hay “kultura” e “ideologías", que matan todo pensamiento humano. Había una base cultural, que venía ya desde antes de Cristo -del mundo clásico,  como hemos dicho-, y que estaba confirmada y elevada por el “humus” católico; y esta cultura -auténtica, digna del hombre, porque la había creado el hombre desde su ser hombre y desde su relación con Dios- nos impedía soltar tamañas majaderías: ¡No hubiésemos salido de casa en una buena temporada, de pura vergüenza!

Esa cultura, más la Fe Católica fundada en la Revelación de Dios, que ni puede engañarse ni engañarnos, nos protegía no solo del ambiente contrario -que siempre lo ha habido-, sino muy especialmente de nosotros mismos: de las memeces a las que somos capaces de llegar y, a día de hoy, memeces a las que somos cada vez más proclives: por desasistidos, por dejados a nuestro antojo, que siempre es de muy poca calidad intelectual y moral, y/o por inoculados de la falsedad de las ideologías, que envenenan el alma y sus potencias.

Y esto solo tiene el remedio, para el que esté metido ahí, y caso de que quiera salir, de volver a las fuentes, de las que no debemos salir, ni de excursión: de la VERDAD, “la diga Agamenón o su porquero". ¡Cuánto más si nos la ha dicho Dios mismo, que es nuestro Padre, resellada con la sangre de su Hijo, y entregada a todos nosotros, en su Iglesia, por el Espíritu Santo!

Amén.

4.01.19

No hay como ser "experto". O que te lo llamen.

Viene a cuento de una declaración de unos famosísimos, cultísimos y preparadísimos “expertos” -de la ONU, para más señas- que han largado lo siguiente: “Derecho a la vida” significa “derecho al aborto". Vamos, que o eres “experto", pero que “muy experto", o nadie en su sano juicio diria tal cosa. Pero claro, siendo “experto", pero que “muy” experto y, además, de la ONU -o sea: ricamente paniaguado-, uno es capaz de todo hasta de ser stultus de libro; ¡qué de libro: de Enciclopedia!, que les va mejor a todos estos “sabios". O de Wikipedia, para estar más al día.

Porque, ¿quién no entiende que “derecho a la vida” significa “derecho al aborto"? Pero, ¡si está clarísimo! ¡Si es evidente total!

Y lo explico (i)lógicamente. Una señora embarazada y empeñada en tener al niño que ya lleva en su seno, ¿qué hace para amarrar que nazca? ¡Abortar, claro! Y le sale un niño “precioso", vivito y coleando, como no podía ser de otra manera. En boca de “expertos” y de la ONU. Perdón por lo macabro de la ironía, pero es que… “¡Están locos estos romanos!": pero locos de remate, y sin marcha atrás.

¡Para que aún haya gentes, buenas gentes -aparte los Gates-, dispuestos a subvencionar a los chiringuitos de feria de tercera regional montados por la ONU, la UNESCO y demás sacadineros al uso, en beneficio de estos “expertos” borricos.

Hay que reconocer que son unos expertos, ahora sí, en “manejar” el lenguaje; es decir, en retorcerlo para que parezca significar lo contrario de lo que dicen realmente y, de este modo, meterla bien doblada. Lo que sobran son ejemplos.

Uno más: “salud reproductiva de la mujer” significa para todos estos -y lo implantan con las leyes y el dinero correspondientes-: DERECHO AL ABORTO. O sea: nos “meten” que el embarazo es una “enfermedad” de la mujer a la que hay que curar a como dé lugar; y, para mayor infamia, “abortar” es “reproducirse". ¡Y vaya si cuela! Solo el año pasado: 45 millones de abortos -contabilizados; en España casi 100.000- en todo el mundo. A los que habrá que sumar los que no han entrado en las cuentas.

Y otro más, también de moda y, por tanto, de plena actualidad: “muerte digna", o sea, EUTANASIA, significa “barra libre para cargarse a quien te dé la gana": con que sea “legal", libras. Es decir: hacerle a una persona lo que se le hace a un perro cuando ya no lo quieres, o te estorba, o está viejito: “muerte digna". Pues eso: como a perros.

El problema, muy grave -¡gravísimo!-, es que en la Iglesia Católica -y desde hace tiempo: en estos últimos años-, está empezando a pasar lo mismo.

Pero lo dejo para más adelante.

11.12.18

¿Pastores? ¡"Mercenarios" es lo que son!

El título recoje la misma terminología que usa Jesús y nos transmite el Evangelio: no es cosa mía, por tanto; y quería dejarlo claro desde esta primera línea para evitar malentendidos, o malas interpretaciones, o colocarme intenciones personales poco eclesiales que no tengo.

El tema va, como no puede ser de otra manera, de la visita -“queridamente discreta pero comprometida”, han declarado públicamente los protagonistas: ¡viva la discreción!; publicada, como es lógico, para mayor discreción- que algunos obispos de la Iglesia Católica en Cataluña -no sé si queda aún alguien más por allí que, a estas alturas de la película, siga siendo católico, aparte los jerarcas: que de algo han de comer [lo digo con triste ironía]- han efectuado a los políticos, presos por sus fechorías: nada políticas, por cierto, y mucho menos religiosas, sino de código penal, y de prisión preventiva como es el caso que nos ocupa.

Los jerarcas católicos -o no tanto, por lo que muestran-, movidos por sus infinitos deseos de paz, justicia y bien -en especial para con estos especímenes políticos: no consta que hayan hecho y dicho nunca nada parecido repecto a otro tipo de presos-, y con el corazón henchido de afecto eminentemente pastoral, se han acercado a la cárcel donde alojan con todo lujo de detallitos y demás prebendas -¡es que son “políticos catalanes", oigan!-, a sus hijos queridisimos; qué digo: los más queridos de sus diócesis -sus predilectos- por el “calvario” personal que están pasando en prisión; calvario, al que se añade su voluntariosa y heroica huelga de hambre -con agua y sales minerales: todo de Vichy de Caldas, lógic; que no es cuestión de dejarse muchos kilitos: solo hacer hueco para las fiestas de navidad, que ya se sabe que de suyo algo engordan-, pero nada de batidos, ni pinchos de tortilla, o escalivadas y pa’ am tumaca am pernil, -de Girona, claro-, etc.

No contentos con esta visita -para algunos de tan significativos jerarcas no es tampoco la primera vez-, ya han dicho que para navidad [lo pongo con minúscula a propósito] repetirán: no van a dejar solos en fechas tan señaladas a tales “ovejas y carneros", o sea, su rebaño, pues por algo son sus hijos más hijos, por ser los que más sufren: auténticos “mártires” -pero solo por lo civil- de la “furia española", “los de la roja": que son los que han cortado la AP-7 durante 15 horas, y el gobierno central -el español: ¡que no hay derecho, oigan!- de brazos cruzados, ante la atenta mirada de los mossos, también de brazos cruzados, que ya es casualidad.

Para que quede bien clara su postura, tampoco han dudado en proclamar -siempre bajo el paraguas de lo de “discreta y comprometida"- que “les cuesta entender la larga prisión preventiva impuesta” a estas buenas gentes. Esto sí lo tienen fácil: que me lo pregunten, que se lo aclaro en dos o tres minutos. En castellá, claro.

Por cierto: ¿lo de “cabecillas” de revuelta, sedición, rebelión, golpecito o lo que haya sido -que para eso están los tribunales de justicia- se lo han callado, quizás, como obispos que son -al menos van con cadenita y crucecita al cuello-, o como particulares, o como personas, o como individuos, o como católicos…? ¿Nos podrían aclarar el punto? Sánchez, por ejemplo, a veces es el ciudadano Sánchez y otras el Presi, pero como lo avisa, le vamos entendiendo todo; o casi.

Alguno de ese gremio de jerarcas ha “invitado” además a todos sus feligreses de buena voluntad y mejor corazón a unirse en el ayuno de los susodichos “mártires” -como mínimo “perseguidos polítics"-, a imitacion de él mismo -el bisbe- y del presi Torra, que lo terminó el pasado domingo en Montserrat. 

¡En Montserrat!, que se dice pronto. ¡Si es que más “católicos” no pueden ser todos estos politics, por fa! Y, por parte de los jerarcas…, si esto no es hacer “pastoral de rodillas", que pregunten en el Vaticano, que se lo aclararán de fijo e inmediatamente. Y, además, en las “periferias": carcelarias por más señas y dignidad; qué quieren que les diga.

No cabe mayor desatino con tal propuesta: además de manifestar a las claras que ya no saben ni dónde están ni para que, ni qué representan como obispos; desvarían: mezclan churras con merinas, siguen abusando de su condición de obispos, y ponen de manifiesto, negro sobre blanco, su pefil más clericaloide. O sea, su peor perfil: el que nunca debería salir a relucir.

Cada vez tengo más claro que estos sujetos -los jerarcas “católicos” catalanes, y muchos de otras regiones españolas-, como no tienen nada que hacer, porque no les queda ya casi nadie a quien pastorear, hacen lo que me decía mi madre siendo yo pequeño: “cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas”. Y en eso están. O lo hacen a conciencia, lo que es mucho peor. Y no hay más posibilidades.

Porque, vamos a ver, almas de cántaro: ¿no os dais cuenta que lo que estáis haciendo a cuenta y favor del independentismo, ademas de dejaros en ridículo con el plumero que asomáis, y dejaros también las vergüenzas morales oreándose al frío del final del otoño, esta toma de postura vuestra escandaliza -lo digo con toda la carga (in)moral que lleva consigo-, y mucho? Y escandaliza al resto fiel de la Iglesia, en Cataluña y en el resto de España.

Me da que ya ni lo entendéis: también porque os habéis “fortalecido” detrás de la comandita de “la tarraconense". Pero es un escándalo en toda regla, porque anteponéis una bandería humana    -el independentismo excluyente y, por tanto, injusto e inmoral: nada católico, por cierto- que hacéis vuestra, pública y descaradamente, sacando a relucir para eso -escudándoos- vuestra condición de obispos. Este es el escándalo. Esta es la inmoralidad. Así, con vuestra acepción de personas y particularismos -algo que descalifica el mismo Jesús-, dejáis de ser pastores y os convertís en “mercenarios". Como habéis hecho.

¿La “salvación de las almas", que es vuestra mejor y única misión, pasa en vuestro soñado imaginario por asumir, fomentar, jalear y acompañar al independentismo catalán? ¿Para esto sois antes sacerdotes y ahora obispos de la Iglesia Católica? ¿Para asumir el 6%, el saqueo de Cataluña y de España, el llevárselo crudo en negro, en blanco, en amarillo o en colorao? Por no hablar del lavado de cerebro, de la corrupción de las conciencias, de la ruptura de la unidad social, etc. 

Y los compañeros católicos de la misma jerarquía en la Iglesia española, que ven lo que hacéis y decís, y callan, se hacen cómplices de vuestro escándalazo. Y escandalizan tanto o más que vosotros mismos: porque os dejan hacer, callados como muertos, como viene siendo su costumbre más significativa, precisamente cuanto más grave es la obligación de hablar. Para estos también hay unas palabras muy fuertes de Jesús: perros mudos; que suenan bastante peor que “mercenarios", en mi opinión.

Pero es que vosotros, además, hace unos poquitos años, firmásteis un documento conjunto de la CEE en el que declarabais que la unidad de España era un bien moral que había que preservar. Y unos y otros, los de la visita y los del silencio, que ya no valéis ni lo que firmáis, ¿cómo esperáis que os hagamos caso cuando decís que habláis como obispos católicos nuestros? Os podría recordar lo de la mujer del César, pero ¿para qué?

Esta es la verdadera GANGRENA de la Iglesia Católica -y no la pederastia, que es un efecto más de la podredumbre generada en la misma Iglesia- desde hace ya bastantes años: el escándalo provocado en los fieles a costa de la denigrante actuación, por acción u omisión, de los que debían ser sus Pastores: hoy reconvertidos en “mercenarios” o “perros mudos". No cabe mayor traición. A la Iglesia, a las almas y, en primer lugar, a Cristo.

Si no hay motivos para rezar… Casi diría que para temblar también.

6.12.18

"Democracia" y "cristiana": un imposible moral. I

Están saliendo noticias de que en Italia, y “cocinado” desde el mismísimo Vaticano, hay todo un intento de impulsar una “nueva” Democracia Cristiana (una DC-bis), “Insieme” [juntos, unidos, todos a una], parece que se llama el invento. Ya se sabe que, desde hace casi seis años, o es algo “nuevo” lo que se propone desde el Vaticano, o no se propone nada; o casi. Esta idea “nueva” es un ejemplo más.

Por cierto que casi todo lo “nuevo” que está saliendo desde esas famosas colinas es más viejo que el capitán Trueno: vease lo de la DC bis: tan viejo y tan reviejo que ha desaparecido del mapa, tragado por la vorágine de su espectacular fracaso como “cristiana". No entro ahora en lo de “democracia". Y, en algunas ocasiones, incluso y desde esas mismas colinas, salen a relucir hasta herejías “viejas” y condenadas desde siglos atrás por la misma Iglesia, con su Cabeza -Pedro- al frente

Yendo a la realidad histórica de la DC en Italia, habrá que decir que, con impulso entonces también del Vaticano -lo hubiese pretendido así directamente o no-, dejó el país en manos de los comunistas; que, de no ser nada políticamente hablando en cuanto se les acabaron el “mito” -y las armas- del aura “partisana", se habían quedado en casi nada, y estaban montando algo así como un golpe de estado, asunto al que tienen gran afición los del rojo-vivo por bandera; y, despúes de pasar por los “inventores” del “euromarxismo", de corta trayectoria también, son poquita cosa, y no han gobernado nunca..

Los sociatas, también rojelio-marxistas como en todas partes -lo llevan en su ADN-, siempre contaron poco aunque, con el invento del “pentapartito", con Craxi llegaron a gobernar; pero el intento fue más bien fugaz y desastroso: el susodicho tuvo que salir por piés de su propio país para no acabar en la cárcel por corrupción: seguimos con el mismo ADN; y del partido socialista en Italia nunca más se supo. Por su parte, la DC acabó como el “rosario de la aurora": haciendo mutis por el foro del mundillo político italiano. Ni existe desde hace bastantes años.

¿Esto quieren reeditar? ¿Y para qué? ¿Para volver a los “laureles” de seguir asolando país y conciencias, descristianizando aún más Italia? Mal vamos por las alturas de las colinas. No dan la talla ni intelectualmente hablando: se están quedando el “cerritos” de chicha y nabo.

Pero vamos al nuevo intento, viejo y nuevo -aunque no como el Evangelio, claro, sino como “ocurrencias humanas disparatadas"-, porque ya se sabe que el hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra dos, tres, cuatro, cinco… y las veces que hagan falta. ¡Será por tropezar, oiga! Y ahora le toca a los jerarcas católicos estar ahí una vez más, sin aprender nada de la historia anterior porque es “vieja"; y siguen, a lo que parece, de tropezón en tropezón: espero que no se hagan mucho destrozo, ni personal ni colectivamente.

Pero es que, como he dicho, el intento ya fracasó en la práctica. Y fracasó, no por las circunstancias históricas, pues tenían todo a favor, sino porque es metafísicamente imposible la conjunción planetaria de esos dos conceptos y las realidades que encierran: no casan. Es como pretender mezclar aceite y agua, lo frío y lo caliente, el mercurio y el vino, lo verdadero y lo falso, el pecado y la gracia, lo arcoiris y la castidad, la maternidad y el aborto, el matrimonio y lo homosexs…, y así en un sin número de realidades y situaciones que se excluyen mutuamente: se repelen.

¿Qué casamiento puede haber entre “democracia” y “cristiana”, como se demuestra cada día en el quehacer de las democracias occidentales? Salvo la USA. Pues ninguno. Y voy a intentar explicarlo, acudiendo a algunas de sus peculiaridades o fundamentos y sacar las consecuencias pertinentes. Empezamos.

1. Las democracias modernas, que nacen ateas, crecen ateas y siguen ateas a día de hoy, cambian radicalmente el histórico paradigma de los gobiernos anterior a la Revolución Francesa; que, todo hay que decirlo, trajo tantísimos bienes a personas, sociedades y naciones: así se hizo Europa; y así, la misma Europa salió al resto del mundo y lo vivificó.

Cuando los gobernantes eran catolicos, tanto para ellos como para sus súbditos o ciudadanos, sabían y aceptaban que el poder viene de Dios. “Por la gracia de Dios” se titulaban aquellos; y estos, además de estar al cabo de la calle, estaban muy conformes: ambos estamentos sabian que debian rendir cuentas a Dios al final de su vida; amén de que debían vivirla, cada uno en su sitio y en sus circunstancias, “cristianamente". O sea: “moralmente", y con una “proyección trascendente".

Es decir: tanto soberano como sus ministros y autoridades, junto con los subditos, o sea TODOS los miembros de la “polis” o de la Nación, sabian perfectamente lo que habia que dar a Dios y lo que habia que dar al Cesar, que no era lo mismo, en absoluto. Según aquello tan determinante y tan esclarecedor -no en vano habia salido de la boca del mismo Cristo-, de dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Esto era y es “lo cristiano", y lo que no es esto sino todo lo contrario, ni lo es ni lo puede ser. 

Solo así, cuando hay un “algo común” -Dios y su Ley divina y su Amor que Salva- por encima de los dos estamentos, puede tener y tiene cabida el “quehacer común", es decir, el “bien común” al que tanto gobernantes como gobernados han de procurar servir. Hoy el concepto de “bien común” ha desaparecido del mundillo político: creo que se les caía ya la cara de vergüenza, o que ya ni lo han oído nunca. Así están las cosas.

Hoy, en las democracias occidentales, tan democráticas como injustas, porque las reglas no son las mismas para todos sino más bien muy distintas según a qué lado estés de las mismas, los únicos que “dan” -pagan- son los ciudadanos; y los únicos que “reciben” -cobran y arramblan con todo- son los políticos, sindicalistas, enchufados, asesores, familiares, chóferes y asimilados…

Es la “ley del embudo", a favor, por supuesto, del personal antes-citado. “Ley” que no parece que personifique lo “democrático". En mi opinión. Y “Ley” que impide que haya un quehacer común que desarrollar, y un bien común que alcanzar. Por eso no lo hay en  estas “democracias", y no lo puede haber. Debería…, pero no.

2. La “democracia” se basa, en su ejercicio “practico” [sinónimo de “moral"] -al menos teóricamente: no nombro los cambalaches post electorales, que desvirtúan y anulan incluso el querer objetivo de los votantes-, en el “sufragio universal” más o menos directo, o así. Lo “cristiano” en cambio, ni se hace ni se opera desde el sufragio, sino desde “lo que es recibido de Dios”: desde la vocación -para los católicos: como era antes la inmensa mayoría de la gente- a vivir como hijos de Dios en medio del mundo; y su realización práctica se hace -deberá hacerse siempre- atendiendo a lo que Dios mismo nos ha revelado. En caso contrario, deja de ser cristiano.

A este respecto solo hay una excepción en la Iglesia Católica: la “elección” del Papa por “sufragio” de la totalidad de los votantes reunidos en cónclave electivo: una elección impecablemente “democrática", nacida más de mil quinientos años antes del “invento” de la Revolución francesa. Y el hecho de que se haga por un cuerpo “restringido” de votantes, no es para rasgarse las vestiduras; porque en las democracias el sufragio también está restringido a los que tienen “derecho a voto": que el cuerpo electoral sea más o menos numeroso ni añade “calidad” al sistema, ni valor a los resultados.

3. La “democracia” se basa, ademas, y en orden al “juicio practico” del actuar personal y colectivo, en “lo legal"; es decir, en “lo que es conforme a la ley humana”. El mundo de “lo práctico", o sea, el mundo de “lo moral” necesita obviamente “leyes": un ordenamiento juridico. Pero, en el mundo democrático, las “Leyes humanas", como vemos una y otra vez, salen -se justifican- del llamado “positivismo jurídico", que “define” -más bien “ordena” y “obliga"- que “las leyes responden a la voluntad del legislador”. De ahí que, ni gobernantes, ni legisladores, ni democracia, entran para nada -al mejor uso integrista, dictatorial o ayatolá: es decir, ciegamente, ideológicamente, interesadamente, dañina e irracionalmente- en más profundidades o en otras consideraciones.

Especialmente huyen de los conceptos de “si eso es así": si es “verdad", si responde a lo que es la persona y a su dignidad; mucho menos si es materialmente “bueno” o “malo", ni siquiera viendo sus consecuencias, que están bien a la vista para los legisladores, pues tienen todos los datos. Y, muchas veces, no solo los maquillan sino que los ocultan dolosamente, miserablemente, por seguir en el poder y su “disfrute". La “mentira como sistema = la corrupción como sistema”. ¡Democrático a tope!

Lo “legal” se convierte en la máxima “referencia externa” de la conducta en la sociedad democrática, tanto para las personas como para las instituciones. Y “otras consideraciones", especialmente los juicios morales “tradicionales” -en especial en los países de larga cultura católica-, no solo no son admitidos -como mucho y en el mejor de los casos solo a nivel “personal"-, sino que han de ser combatidos hasta anularlos. ¿Motivo? “Son dañinos para la democracia". Dicho, claro, por los políticos y asimilados, y por la cuenta que les tiene: es que viven muy bien -ricachonamente, “mafiamente"- de esto.

Pero, ¿"lo legal” de dónde “sale” en democracia? ¿De la voluntad del pueblo? No cabe mentira más ambaucadora, porque es falso hasta numéricamente: no es el querer de la mayoría. Ya hemos dicho que “de la voluntad de los gobernantes”; lo que deja las manos libres -impunidad cuasi total- a los partidos y a los políticos que los constituyen, para legislar todo lo que les viene en gana, fruto de sus tomas de posición “partidarias": “positivismo juridico", hemos quedado que se llama. Y así, la “democracia” está permanentemente “secuestrada”: es una falsedad total y absoluta, solo “sostenible y quizá justificable” en el plano “teórico"; pero, incluso en este horizonte, se la tilda de “el menos malo de los sistemas politicos”: Churchill dixit. No da para más. Y sera el menos malo, pero MALO. Y lo dice una persona que no era catolica para mas señas.

De ahí que, en tantos países, se ha convertido en una autentica “dictadura de partidos", en sentido “moderno” o “nuevo". Y “lo legal” se convierte, por fuerza de las leyes y la propaganda política -que “lavan cerebros y conciencias"-, en la “nueva moral” o la “moral cívica” o “moral civil”, usando el término “moral” por su prestigio -para tapar sus vergüenzas-, aunque se le haya vaciado de su genuino contenido. Pero es la única “moral” que puede “asumir” un “demócrata": Y si no lo hace se torna un incivil, y en un peligro que habrá que “neutralizar": para eso están las leyes también.

A la vez y necesariamente las democracias occidentales se han convertido en auténticas y eficaces “trituradoras” de personas: de su dignidad, de sus capacidades, de su libertad, de sus virtudes y valores para hacer, lisa y llanamente, “borregos”. Y, por lo mismo, en “trituradoras” de la Iglesia Católica, con ataques salvajes: la única institución con el prestigio mundial suficiente -al menos hasta hace unos poquitos años- para defender a la persona humana; porque, desde Dios, la persona es su razon de ser: a la que hay que amar como la ama Él, y a la que hay que salvar, como la salva Él; en primer lugar. del mundo y sus múltiples entramados -también los políticos y sus “estructuras de pecado” (san Juan Pablo II), del demonio y de la carne.

Por ejemplo, la pregunta: ¿es “bueno” para el bien de las personas y de la misma sociedad que haya aborto legalmente amparado; es decir, que una madre, aunque sea menor de edad, mate “legalmente” a su propio hijjo, y que el padre no tenga -no pueda legalmente- nada que decir? Ni siquiera hacen la pregunta, porque ni les importa. Ni siquiera se preguntan si es mínimamente “decoroso” tal perversidad.

Y, como esto, un buen montón de situaciones que soprepasan con mucho el mero ámbito político. Pero como la política quiere ser la “nueva y única religión", cada vez invade más competencias de esta. También es verdad que, en lo que respecta a la Iglesia Católica, se ha dejado comer la tostada desde hace muchos años. Y a conciencia, que es lo más penoso.

Por si esto no tuviera suficiente peso por sñi mismo, ni siquiera cuando es palmario -seguimos con el caso del aborto y sus reales consecuencias- que ya no hay recambio generacional, o que faltan brazos para trabajar y cotizar, se da marcha atrás: se mira siempre para adelante -para Marx, los “remordimientos por lo mal hecho” tenían muy mala prensa: era un prejuicio burgués que había que extirpar en la cadena de mando-, con una ceguera y un empecinamiento dignos de aplauso; y se acude a traer gente de fuera que sale mucho más caro, y genera muchos más problemas -de todo tipo- que poteger el matrimonio y la familia y fomentar la natalidad. Eso ¡jamás!: porque la ideología arrasa hasta con la evidencia; y no recula ni ante los males que genera.

Por contra, “lo cristiano” tiene siempre presente si algo es “verdadero” en sí mismo y, en consecuencia, si es “bueno” o “malo” moralmente hablando, tanto para las personas mismas como para la sociedad en la que vive y en la que, el cristiano y lo cristiano, ha de ser sal y luz, y levadura que hace fermentar toda la masa. En caso contrario, lo rechaza, porque ya no le interesa. Y no le interesa fundamentalmente porque a Dios aún le interesa menos.

“Lo moral” -y “la moral"- no lo “inventa” ningún poder de la Jerarquía católica: lo establece lo que se denomina la “Ley de Dios". Y la Jerarquía es la primera interesada en regirse por ella: de otra forma, se queda sin autoridad “moral” para pretender recordar nada a sus fieles: mucho menos para imponerle algo coercitivamente. Los políticos democráticos no tienen, por su parte, ningún inconveniente en hacerlo como mejor les conviene: “democráticamente", claro.

Seguiremos con el tema: porque da de sí -no hemos dicho todo, ni mucho menos-, y porque es importantísimo en sí mismo. En especial, para los católicos del mundo occidental: que alguno queda todavía, y los que quedamos queremos reconquistar además tanto el mundo perdido como la vocación olvidada.