15.12.19

«De Maria, nunquam satis!». O las «tonterías» de los Católicos

Estamos en Adviento y nos quedan diez días para Nochebuena-Navidad, donde “comprobaremos” un año más lo prometido por Dios: “¡Un Hijo se nos ha dado, el Mesías, el Señor!”. Y, como ocurre siempre, su Palabra es Verdad, porque Él es LA Verdad. Por eso se cumple siempre, y tal como se nos ha dicho todo.

El Adviento es el tiempo de la Fe. Y, precisamente por eso, ESPERAMOS el cumplimiento de todo lo que se nos ha dicho de parte del Señor: que Dios mismo iba a venir para Salvarnos. Por eso será llamado Emmanuel, que significa. “Dios con nosotros". Y por eso sabemos que es el Mesías: “nuestro Salvador".

Este tiempo de Adviento, si alguien lo llena de un modo total y absoluto es la Virgen María. De ahí que el Adviento está plagado de fiestas y de advocaciones marianas: Loreto, Guadalupe… Y su señal más caraterística de la “gratia plena”: la Inmaculada Concepción de María.

Y su fruto por excelencia: ser la Madre de Dios: nos ha dado, nacido de Ella, al “Rey de Reyes y Señor de los que dominan”.

Por eso, a pesar de las palabras que ha recogido el Evangelio de la Misa de hoy, Tercer Domingo de Adviento, en las que Jesús afirma, hablando de Juan Bautista, el Precursor, que “no ha nacido de mujer nadie más grande que él”, hay que entenderlas con dos connotaciones precisas y necesarias: ni se nombra Él, Jesús, ni nombra a su Madre, Madre nuestra también, por querer divino.

¿Por qué lo hace así?

Que no se nombre, no nos extraña nada, porque nos tiene acostumbrados a estas cosas, y a este modo, absolutamente humilde y paciente, de “ni nombrarse". Pero, ¿por qué ese silencio sobre Ella? Exactamente por lo mismo. 

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13.12.19

¡Qué atrevida es la ignorancia! Claro que peor las ideologías.

La ignorancia, que ya es un mal en sí mismo sea cual sea su horizonte, cuando se pretende “norma” y se intenta “discurrir” con ella como bandera, amén de retratarte, te deja con todas las vergüenzas al aire: excepto la vergüenza moral, que ya no se tiene, porque se ha abandonado mucho antes.

Por eso, cuando se intenta “argumentar” -¡qué sarcasmo!- con ella, pues… ¡sale lo que sale! Sinsorgadas, por decirlo suavemente. 

Un ejemplo de libro lo tenemos en la última rajada de la señora de Cospedal que, como de la Iglesia Católica no tiene más que una idea muy somera -si se puede llamar “idea” a lo suyo-, se apunta a todas y cada una de las “machadas” -¡ahora sí!, aunque en un sentido muy distinto al que lo emplea ella- al uso y consumo de la ignorancia y de la ideología dominantes. 

Es que no se deja ni una en el caletre; porque, acomplejada sin saber ella misma muy bien por qué ni de qué -los demás sí estamos al cabo de la calle sobre sus deficiencias en la temática que nos ocupa-, tiene que “demostrar” que, del tema eclesial y de la opinión de las mujeres al respecto -les habrá consultado a conciencia, digo yo-, sabe y mucho: de ahí esa retahíla de memeces que suelta.

Les recojo: a Cospedal le extraña que, en la Iglesia, “ni por asomo se considere que el problema de la falta de vocaciones se puede resolver permitiendo la ordenación de mujeres sacerdotes"; y también y antes “la posibilidad de ordenar a sacerdotes casados". Opina y propone que, con la abolición del celibato, “se evitarían muchos casos de ruptura de la regla conocidos y aceptados de forma completamente hipócrita"; añadiendo que “para algunos, incluso desaparecerían perversiones que con demasiada asiduidad se han dado en nuestra Iglesia; mejor dicho en los sacerdotes de nuestra Iglesia con relaciòn a sus fieles". Y sigue, que hay más: los estamentos eclesiales “son mucho màs conservadores que el resto… y no consideran a la mujer como parte fundamental para dirigir, pensar o decidir, sí para ayudar, ejecutar y funcionar". Y, sin cortarse un pelo, que para eso ha sido lo que ha sido, califica el NO categórico a la ordenación de mujeres como un “disparate monumental y una injusticia manifiesta que, por su reflejo claramenta machista [esto no podía faltar bajo ningún concepto], provoca el rechazo de tantas mujeres jóvenes a los postulados de una Iglesia que, como de muchas de ellas, es la mía": así, con un par, tal cual y sin anestesia…

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26.11.19

El carácter Sobrenatural de la Iglesia. Parte I

Afirmémonos en el carácter sobrenatural de la Iglesia; confesémosle a gritos, si es preciso, porque en estos momentos son muchos los que -dentro físicamente de la Iglesia, y aún arriba- se han olvidado de estas verdades capitales y pretenden proponer una imagen de la Iglesia que no es Santa, que no es Una, que no puede ser Apostólica porque no se apoya en la roca de Pedro, y que no es Católica, porque está surcada de particularismos ilegítimos, de caprichos de hombres. 

Esto escribía san Josemaría, con mucho dolor de su corazón -por eso escribe esta homilía-, hace ya cincuenta años: por lo que ya se veía que empezaba a pasar en la Iglesia. Pero los Santos -san Josemaría, san Pablo VI, san Juan Pablo II, y algún otro más: no muchos más tampoco-, eran perfectamente conscientes de a dónde llevaba todo esro, que amenazaba gravemente la línea de flotación de la propia Iglesia en su conjunto-  de ahí sus advertencias y sus denuncias, que tanto bien han hecho.

Si esto escribía entonces, cuando estas cosas solo las “veían” los Santos, como he dicho, ¡qué no habría dicho y escrito ahora! Desde luego, no creo que se hubiese quedado callado: esas “prudencias” -la “prudencia carnal” que denuncia la Sagrada Escritura-, no eran santo de su devoción: antes al contrario.

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15.11.19

"Servir a la Iglesia como Ella quiere ser servida".

Así hablaba y escribía san Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei. Y lo escribía para consumo interno y externo: para todos; porque, en el Opus Dei -”cristianos corrientes en medio del mundo“: perfecta descripción que de los miembros de la Obra hace el propio Fundador-, se tienen los mismos afanes que los demás católicos; solo que, como escribió san Juan Pablo II, “se esfuerzan en llevarlo a la práctica”. Y esto sí ha marcado, y debería seguir marcando, la “diferencia". Modestamente, claro, porque todo es don de Dios.

¿Qué significa “servir a la Iglesia como Ella quiere ser servida“? Para un católico -para un hijo de Dios en su Iglesia- debería significarlo TODO. Ya… pero, más en concreto, ¿qué? Pues vamos a verlo.

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13.11.19

Elecciones. 10 de Noviembre de 2019

Se han celebrado Elecciones y… han parido un ratón. O sea: «el parto de los montes». Otra cosa es que el ratón traiga la peste. Que la puede traer perfectamente.

Los titulares están claros: baja -muy poco- el PSOE, pero gana; sube -no tanto- el PP; se desploma C’s; se mantiene UP; crece -mucho, porque se afianza- el separatismo de todo pelaje; y VOX -a pesar de tener todos los aparatos mediáticos en contra, a excepción de LD- ha dado el gran estirón.

Resumiendo, es lo que ha pasado.

Pero la realidad es que, vez tras vez, ¿quién gana, sí o sí y establemente? Pues sólo hay una respuesta verdadera: el PSOE. El PSOE, el partido más falso y más falsario de la historia de España; la madre y el padre de toda la CORRUPCIÓN instalada en este país; el SAQUEADOR por triplicado -González, Zapatero, Sánchez: lo hace siempre que está en el poder- de nuestros bolsillos, endeudando además a las generaciones futuras y robando hasta la caja de las pensiones -como robó en su día la caja de los Huérfanos de la Guardia Civil-; el que ha traído e instalado la «CULTURA de la MUERTE», igual que ha propiciado el TERRORISMO de ETA y el de las propias cloacas del Estado, el que ha POLITIZADO la Justicia, y favorecido la RUPTURA de España.

Y, sin embargo, GANA. ¿Por qué? A esto es a lo que voy a entrar en el artículo.

A mi modo de ver, la razón es muy sencilla y está centrada en la dinámica y las esencias del propio partido. Además, coadyuvan las de los demás, especialmente las llamadas -aún; o no- «las derechas».

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