"Yo soy el Buen Pastor" (Jn 10, 11ss)
Ayer (25-IV-2021), IV Domingo de Pascua, con total propiedad la Iglesia Católica le pone “apellidos": es el “Domingo del Buen Pastor”, pues así nos lo dice expresamente el mismo Jesús -con tozuda insistencia, y con claros deseos de que lo sepamos y lo entendamos-, en el Evangelio de la Santa Misa: Yo soy el ‘Buen Pastor’.
Pero Jesús no se "conforma” con decírnoslo; también nos da, con total sentido e intención, la definición o la exacta explicación de la expresión que utiliza: nos está enseñando una cuestión que, en la Iglesia, tanto a Pastores como a Ovejas -afecta a los dos estamentos-, nos conviene muy mucho tenerlo claro; por diversas razones, que intentaremos precisar, si nos da “tiempo".
¿Y qué definición nos da? La más “tremenda” y la más “real” que tiene a mano -sin paliativos, sin medias tintas: casi diría “a lo bruto”, si se me permite la expresión-; porque es la que define toda su Vida: El ‘Buen Pastor’ da su vida por sus ovejas.
Y para que no tuviésemos la menor duda, ni los Pastores ni las Ovejas de/en la Iglesia Católica, aún señalará expresamente: Este es el mandato que he recibido de mi Padre. Un “mandato” que asume, única y exclusivamente en favor nuestro -sus Ovejas-, hasta el fin. Todo con absoluta libertad y grandeza: por Amor. De hecho, como también nos lo ha revelado: Yo, para esto he venido.
En la Iglesia Católica, por el Sacramento del Orden hay Pastores; y por el Sacramento del Bautismo, todos somos Ovejas. Una imagen absolutamente evangélica, y querida por el Señor y los suyos.
Todos los miembros de la Jerarquía Católica, desde el Papa hasta el último Sacerdote ordenado hoy mismo, pasando logicamente por todos los Obispos, somos Pastores. Al participar del mismo Sacerdocio de Cristo, único Sacerdote real y único Sacerdocio verdadero, del que procede todo sacerdocio en el Cielo y en la tierra, participamos de la misma Misión: somos Pastores.