"Todo lo que atares en la tierra...". II
Jesús no solo le dijo a Pedro lo de: Tú eres Pedro y sobre esta “piedra” edificaré mi Iglesia. Ni únicamente aquello de: Lo que atares en la tierra quedará atado en el Cielo.
Estos “talibanes a lo católico” -ya se ve el interés que tienen por la Palabra de Dios: que la cortan por donde les parece y les conviene, y se quedan tan panchos-, dan por echar en olvido lo que Jesús dijo también a Pedro y, en él, a sus Sucesores: unas palabras mucho más roqueñas, con gran diferencia, que las primeras que ya glosamos en un post anterior; porque lo pone a caldo: ¡Apártate de Mí, Satanás, que me escandalizas!
Por supuesto que se las explica al detalle, bien concretitas y en profundidad: Pues no estás en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. Se las explica a él, a sus sucesores, y a todos nosotros: hay que estar, como primera provisión, en la cosas de Dios; si no, erramos profundamente. Y le ofendemos, necesariamente.
Pedro pretendía, con toda su buenísima voluntad y su gran corazón -que Jesús conocía al dedillo, por cierto-, pero EQUIVOCADAMENTE -las palabras de Jesús son meridianas e inequívocas-, apartarle de su subir a Jerusalén, y allí ser entregado por los Sumos Sacerdotes: ¡que era exactamente la Voluntad de Dios Padre para con Él! Y todo, como no podía ser de otra manera, en favor nuestro.