Ya, ni la Iglesia

Desde siempre, desde su Nacimiento y Fundación por Nuestro Señor Jesucristo, la Santa Iglesia ha sido el Refugio, Único y Seguro, por Verdadero, de la persona: de todo hombre, sin distinción alguna.

Una seguridad que también, y para decirlo todo, se ampliaba a las Instituciones civiles que, por ser de/en Países Católicos, funcionaban con criterios acordes a su condición primigenia: católicos.

La única “diferencia", necesaria por obligada, era el hecho, diferencial en sí mismo -como tantísimos otros en diversos ámbitos-, del Bautismo. Tanto por lo civil, aunque menos, como por lo Eclesial. Lógico de toda lógica.

Los no-bautizados NO tenían acceso a los Santos Sacramentos, por poner un poner. O a ciertas profesiones, por lo civil.

La diferencia entre estar Bautizado, que nos hace hijos de Dios y “nos mete” en la Iglesia haciéndonos a la vez hijos suyos, era y es “el hecho” esencialmente diferencial. Pero es que, estar Bautizado, era también signo y señal de ciudadanía con plenos derechos.

Sin que supusiese discriminación o menosprecio para el que no estaba bautizado. Pues: “cada uno en su casa, y Dios en la de todos", como afirma la sabiduría popular.

Tan sin desprecio o discriminación que una de sus señas de identidad, de vuelta en la Iglesia , era el “id por todo el mundo…".

Los católicos tenían asumida la obligación de buscar la Conversión de los infieles: había que buscarles la Salvación. Era el Mandato recibido.

Pero la defensa de “la persona” no se limitaba, en la Iglesia, a la “persona católica": en absoluto.

El ejemplo más neto y sin sombra alguna ha sido la consideración de los ‘indios’ de América como ciudadanos con plenos derechos, por “hijos de la Reina Católica". Desde la máxima Autoridad Católica de España.

Porque la persona, “creada a imagen y semejanza de Dios Creador", era un valor absoluto para la Iglesia: primero, por su origen que le otorga una dignidad sin parangón con el resto de la Creación. 

Y en segundo lugar, porque sin defender la dignidad de la persona, de toda persona, la propia Iglesia se quedaba sin autoridad y sin argumentos para defender a los hijos de Dios en su Iglesia en medio del mundo. 

Y, en consecuencia, frente a todas las sociedades católicas, o no, ante las que la Iglesia lidiaba para que así fuese, y así se legislase.

San Juan Pablo II, sin ir más lejos, defendió a capa y espada que “el hombre es el lugar de la Iglesia". No sólo “el hombre católico", sino “el hombre", todo hombre, cada hombre. Sin incidir si estaba o no bautizado, por supuesto.

Por eso, no se le olvidó proclamar, para todo el que quisiera sentirse aludido y, por tanto, involucrado, que: “Solo Cristo revela al hombre lo que ES el hombre". Y nadie más. Y lo clavó, como era habitual en él. Un Santazo, por señalar.

Este Sistema, nacido del mismo Dios y asumido por la Santa Iglesia, todo él en favor del hombre, saltó hecho cisco -dinamitado- por la Revolución Francesa, atea de raíz, y anticatólica como su “más sagrada misión". No hay que perderlo nunca de vista.

La RF, masónica desde sus presupuestos más íntimos, entendió que había que separar los poderes públicos del ámbito de la Iglesia: NO podía repetirse nunca más aquello de: “París bien vale una Misa", que pone y manifiesta el orden de las cosas.

Al ser y tener Ésta un Poder Espiritual -Sobrenatural por Esencia-, tenía la última Palabra -Palabra de Dios, en concreto-, frente al Poder Civil. Una Palabra tan determinante que no había poder en la tierra que pudiese levantarse frente a Ella, si se quería vivir y, con mayor motivo, bien morir en las manos y la Misericordia de Dios.

Desmontar este estado de cosas, fue el “laicismo” que se buscó generar e instalar: la “autonomía” del Poder Político de toda tutela por parte de la Iglesia Católica.

Curiosamente, en los países protestantes y asimilados, todas las “iglesias” estaban sometidas al Poder civil. Por definición del Poder. Y los clérigos, funcionarios. Vamos, como los de Correos.

Lo mismo pasaba, desde años atrás, en el mundillo anglicano. Para que conste, como memoria bien histórica.

A partir de ahí la Iglesia ya no ha gozado de verdadera Paz. En ningún sitio. Quizá la excepción sea EEUU, donde nunca ha habido ni persecuciones, ni amortizaciones, ni tampoco: “Expropiesé!!!". 

En Francia, con la tal RF, se desató de inmediato una persecución que degeneró, de primeras, en el Genocidio de La Vandée. Para abrir boca.

Más tarde, fue a por los obispos y curas “juramentados": o sea, obligarles a jurar la Constitución (atea), que no dejaba sitio a la Iglesia en el sistema social y político francés. Por supuesto: el que no se avino a jurar, “a la calle!".

Lo más cerca, y más a mano: Inglaterra y España, a donde se exiliaron muchos, para no perder, con los cargos, el cuello: lo de la guillotina estaba al orden del día; aunque había también otros muchos modos y maneras. 

Después, se expropiaron todas las posesiones eclesiásticas: iglesias, catedrales, monasterios… Todo: no les dejaron ni para su sustento personal. Quedó algún hospitalillo, llevado por monjas, pues el Estado no tenía: nunca se había ocupado en esas tonterías…

Finalmente, el Poder por lo Civil ponía y quitaba obispos, párrocos, abades, etc.

Este modelo se repitió en todos los totalitarismos ateos, desde la Revolución rusa, materialista y atea; o sea: marxista: el primer “avatar” de la anterior, de la que se sabe deudora.

Pasando luego por la persecución, en México, contra los católicos y los cristeros.

Es de reseñar, pues es más que significativo, que prácticamente la mayoría de los obispos mexicanos estaban vendidos al Gobierno; hasta el punto de no cortarse ni en mentir al Vaticano. Que se lo tragó todo, por cierto.

Sin olvidar, a continuación, la sanguinaria Persecución marxista y masónica contra la Iglesia y los católicos españoles, con sus más de 2000 mártires elevados a los altares. Creo que me quedo corto, pero no tengo ahora a mano la cifra exacta.

Todo según el mismo patrón: no dejar ni rastro; no ya personas: ni siquiera piedras que puedan traer a la memoria a Dios, o a su Iglesia, y avivar la Fe de almas y conciencias. Nada. 

Es la DESACRALIZACIÓN más radical y absoluta. Un intento trágicamente voluntarista que, hoy, ha inficionado a las almas en la misma Santa Iglesia, de arriba abajo: así se ha diseñado y puesto en práctica.

Seguiremos con otro post, pues esto se alarga; y queda mucha tela que cortar.

15 comentarios

  
Mar
¡Gracias!
20/11/24 1:56 PM
  
Vladimir
"San Juan Pablo II, sin ir más lejos, defendió a capa y espada que “el hombre es el lugar de la Iglesia". No sólo “el hombre católico", sino “el hombre", todo hombre, cada hombre. Sin incidir si estaba o no bautizado, por supuesto"
Definitivamente, para Dios no hay hombres de segunda categoría.



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Todos hemos sido creados desde el mismo presupuesto: su Amor por nosotros. Pero luego viene la correspondencia humana, que establece y marca todas las diferencias. Aquí vienen y se establecen todas ellas. Por ejemplo: "el que crea se salvará, el que no crea se condenará".
NO es pequeña diferencia.
20/11/24 4:04 PM
  
Masivo
Acabo de leer a Norman Davis historiador católico británico, sobre las leyes penales que sufrieron los católicos ingleses, escoceses galeses e irlandeses entre los siglos XVI y XIX. Por el mero hecho de ser católicos, esos ciudadanos tenían prohibido el acceso a un buen número de cargos públicos o profesiones, y, en el caso de Irlanda, a la propiedad de la tierra. Similares prohibiciones tenian los protestantes no anglicanos ni presbiterianos escoceses. Es profundamente injusto que los ciudadanos de un mismo país tengan diferentes derechos según la religión que profesan.



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Eso derivaba de varias circunstancias
La primera y fundamental estribaba en que la Religión era también y entre otras cosas una "cuestión de Estado". Hasta el punto de que la Religión del Estado era la Oficial; y, en la práctica, la única. Y eso marcaba las diferencias, empezando por ser la de los súbditos o de los ciudadanos. Y acotaban los derechos que les correspondían. O las penalizaciones, que también las había.
20/11/24 4:42 PM
  
Pedro de MadridsSs
Por mi edad, aun me acuerdo que al entrar en la escuela, donde había un crucifijo, un cuadro de la Santísimi Virgen y otra fotografía del Jefe del Estado (EPD), se rezaban siempre tres Avemarías, al estar la inmensa mayoría de los niños bautizados. Se estudiaba la religión católica con tan buenos resultados, al existir tan pocas cárceles etc.



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Yo también lo he conocido. Qué distinto todo. A muchísimo peor ahora, sin comparación.
20/11/24 7:47 PM
  
Manuel d
Nuestros santos, recientes los de la persecución durante la II República, nos iluminan y nos marcan el camino. Ellos son el ejemplo y una guía para fijarse.
El Señor le bendiga
20/11/24 11:05 PM
  
Pub
En mi niñez, en la escuela pública, hoy celebrábamos "el día del dolor", por el asesinato de José Antonio, fundador de la Falange. Franco también nos dejó en este día. Rezábamos el Rosario los sábados, hacíamos el mes de María, íbamos colectivamente a Misa los domingos y un sacerdote venía a clase a explicarnos el Evangelio del domingo. Por supuesto que todas las conmemoraciones religiosas y patrióticas las celebrábamos igualmente. Eso sí era alimentar sanamente a niños y adolescentes.
21/11/24 12:43 AM
  
Chico
Dogma de fe católica: Fuera De la Iglesia no hay salvación.
21/11/24 2:17 AM
  
Jorge Cantu
"San Juan Pablo II, sin ir más lejos, defendió a capa y espada que “el hombre es el lugar de la Iglesia". No sólo “el hombre católico", sino “el hombre", todo hombre, cada hombre. Sin incidir si estaba o no bautizado, por supuesto".

Quiero entender que Su Santidad se refería a que todos los seres humanos estamos llamados a ser parte de la Iglesia, así como todos estamos llamados a la Salvación. La vida y labor de la Iglesia (formada por hombres) acontece día a día ('históricamente') en la humanidad. La Iglesia fue creada por Cristo para servir a la Salvación de todos los hombres, es la Voluntad amorosísima y misericordiosa de Dios, que por desgracia se topa con la soberbia y torpeza de muchos hombres.

A menos que él (San Juan Pablo II) se refiriera (espero que no), a la manera de los modernistas rahnerianos, a que al final toda la humanidad será salvada en la Iglesia aunque no participen visible y voluntariamente de ella, lo cual es un despropósito claramente contrario a la enseñanza de Cristo, y me parece que contradice documentos al respecto de su propio pontificado.



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No sé a qué viene esa hipótesis tuya, que tú mismo te desmontas. Te imaginas a san JP II rahneriano, contradiciéndose y anticatólico??? Por favor...!!! Sé serio, hombre. La "soberbia y torpeza de muchos hombres" es mejor denunciarla que meterse en ella. Fijo.
21/11/24 2:43 AM
  
Jorge Cantu
Padre José Luis:

Excelente este recuento de las influencias ateas y anti-teas que han sometido a la Iglesia de Cristo en estos últimos siglos y hasta el presente. La Iglesia está oprimida, silenciada e infiltrada por Satanás y sus secuaces.
21/11/24 2:49 AM
  
Et tamen tota machina
Hagamos un break de quejas y preparémonos para Cristo Rey y la Inmaculada concepciṕn; preparemos nuestras disposiciones y recibiremos abundantes Gracias actuales !!

San Agustín: “Las solemnidades son como montañas de gracias en el valle del tiempo; quien se acerque a ellas con fe cosechará frutos eternos.”

Santa Teresa de Ávila: “Dios se derrama con especial abundancia en los días grandes de la Iglesia. Preparémonos con devoción para recibir Su favor.”

San Juan Crisóstomo: “Las fiestas litúrgicas son momentos en que el cielo se abre y los fieles reciben gracia según su disposición.”

San Ambrosio: “Aquel que se purifica antes de una solemnidad se convierte en un templo digno de la gloria de Dios.”

San Basilio el Grande: “En las grandes solemnidades, Dios no solo otorga lo que pedimos, sino también lo que no sabemos pedir.”

San Francisco de Sales: “La Santa Misa en una solemnidad derrama bendiciones incalculables sobre quienes asisten con fe y devoción.”

San Alfonso María de Ligorio: “Las fiestas de la Iglesia son días para pedir y recibir las gracias más sublimes.”

San León Magno: “El misterio celebrado en las solemnidades renueva en nosotros la obra de la redención.”

Santa Faustina Kowalska: “Jesús me dijo: 'Prepárate para cada fiesta con oración especial, porque mi Corazón está abierto de par en par en esos días.'” (Diario, 1320)

San Bernardo de Claraval: “Dios quiere ser hallado especialmente en las fiestas que celebran Su gloria.
21/11/24 5:39 AM
  
LJ
Cuantos que se llevan bien con los políticos, o se llevaron, y reciben sus 30 monedas, como Judas, su mensualidad.
Y así dejan pasar, y consienten como perros mudos o cosa peor, cualquier cosa contraria y enemiga a Jesucristo.
21/11/24 12:11 PM
  
Audere est facere
Consejo:


San Pedro Julián Eymard: “La adoración al Santísimo Sacramento antes de las solemnidades abre el alma para recibir las mayores bendiciones.”

San Juan Bosco: “En los días santos, lleva a cabo un acto especial de caridad. Dios te recompensará con abundancia.”





Y si encima nos preparamos la solemnidad con una Novena!!:

Santa Gertrudis: “La oración prolongada, como en una novena, da tiempo para que las bendiciones de Dios lleguen a nosotros.”

San Ignacio de Loyola: “Una novena rezada con espíritu de fe y humildad siempre será respondida por Dios.”

San Luis María Grignion de Montfort: “Las novenas marianas preparan el alma para recibir las gracias divinas.”

Santa Catalina de Siena: “Los nueve días de oración recuerdan los días que los Apóstoles perseveraron antes de Pentecostés, lo que asegura gracias extraordinarias.”

Papa León XIII: En su encíclica Octobri Mense (1891): “La práctica de novenas dirigidas a la Virgen María son un medio de obtener las gracias más ricas.”




Conclusión: Las próximas dos semanas concentrados en Cristo Rey e Inmaculada Concepción; preparar nuestras disposiciones con adoración, confesión y obra de Caridad hasta donde nos duela (que diría la Madre Teresa)




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Amén.
21/11/24 7:44 PM
  
Teófilo Hispano
Muchas gracias Padre José Luis.
Siempre es un placer leerle.
Al dar la espalda a Dios el ser humano se despersonaliza.
Un abrazo




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Y se pierde por toda la Eternidad en el fuego del Infierno. Lo afirma el mismo Jesucristo.
21/11/24 10:23 PM
  
Audere est facere
Pasado mañana celebramos la solemnidad de Cristo Rey. Para preparar nuestras disposiciones y entender mejor qué tipo de Rey es Cristo, es esencial profundizar en la naturaleza de su Reino. Así evitamos que algunos, inspirados más por la fantasía que por la fe (como esos "cuentos de viejas" que menciona 1 Timoteo 4,7), imaginen a Cristo como una especie de Aragorn en el Zeñor de los Sarsillos. Porque, siendo sinceros, aunque Cristo sí es el Rey legítimo y esperado, su Reino no tiene tronos de hierro ni batallas épicas contra orcos. Lo suyo es más revolucionario: un Reino de justicia, paz y amor que comienza en lo profundo del corazón.


Pasen y escuchen:


https://www.youtube.com/watch?v=qgGivBDUYzo&ab_channel=Andr%C3%A9sRom%C3%A1ndelPeral

https://www.youtube.com/watch?v=qV2anU3JL30&ab_channel=Andr%C3%A9sRom%C3%A1ndelPeral
22/11/24 12:50 PM
  
Ego sum machina
Para Cristo Rey no hay tiempo de preparar una novena, pero me parece conveniente dar estos avisos (si el Pater lo permite) ya que para la siguiente aún estamos a tiempo:

1. San Alfonso María de Ligorio

“La Virgen Santísima fue concebida sin mancha de pecado para ser digna Madre de Dios. Qué poco es dedicarle oraciones, novenas y sacrificios antes de esta gran solemnidad.”

2. San Pío X

San Pío X recomendaba la práctica de la novena en su catequesis, especialmente para preparar las grandes solemnidades marianas:

“Recemos la novena a la Inmaculada Concepción, pidiendo con confianza su intercesión poderosa. Que esta devoción renueve nuestra fe en su amor maternal.”

3. Beato Duns Escoto

Defensor del dogma de la Inmaculada, Escoto subrayó la importancia de prepararse espiritualmente para esta solemnidad:

“Honrar a María Inmaculada es honrar el triunfo de la gracia. Que nuestras oraciones en los días previos a su fiesta nos purifiquen para recibir las bendiciones que ella nos obtiene.”

4. San Bernardo de Claraval

En sus sermones, San Bernardo motivaba a los fieles a prepararse espiritualmente mediante oraciones especiales:

“Que nadie se acerque a esta fiesta sin oración y devoción. La Virgen merece que le dediquemos cada día de preparación como un acto de amor sincero.”

5. San Antonio María Claret

San Antonio María Claret promovió activamente la devoción a la Virgen Inmaculada, recomendando novenas y actos de reparación:

“La novena a la Inmaculada es una oportunidad única para acercarnos a su corazón purísimo. Que cada día sea una escalera hacia la imitación de sus virtudes.”

6. San Francisco de Sales

San Francisco invitaba a los fieles a rezar novenas con fervor:

“A través de la novena, nos unimos al gozo de los cielos que celebran a María. Aprovechemos estos días para acercarnos a la plenitud de su gracia.”

7. Santa Teresa de Ávila

Santa Teresa motivaba a la oración mariana como medio para crecer en santidad:

“Dedica cada día de esta novena a meditar en la pureza de la Virgen. Así, su fiesta no será solo una celebración externa, sino una conversión interior.”

8. San Juan Eudes

San Juan Eudes recomendaba la preparación con oraciones especiales:

“Los días previos a la fiesta de la Inmaculada deben llenarse de oraciones fervientes, especialmente la novena, como ofrenda a la Reina de los Cielos.”

9. San Luis María Grignion de Montfort

En su espiritualidad mariana, San Luis María animaba a las novenas como actos de consagración:

“No basta con honrar a María un solo día; preparémonos con una novena para que la solemnidad de su Concepción sea un triunfo de la gracia en nuestras vidas.”

10. San Pío de Pietrelcina (Padre Pío)

El Padre Pío motivaba a sus dirigidos a practicar novenas en honor a la Inmaculada:

“Haz con devoción la novena a la Inmaculada Concepción, y verás cómo su poderosa intercesión transforma tu vida.”
23/11/24 12:29 AM

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