Educar en Católico, sí o también

Ni hay otro remedio, ni hay más solución para combatir y revertir toda esta morralla pseudoeducativa que nos destruye y nos aniquila. Empezando por los más débiles e indefensos: los hijos. Ya desde infantil: que se dice pronto. Los de la progrez -por lo civil y por lo eclesial, carroñeros con pedigrí-, deben decirse aquello de: “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Y en eso están.

Todo esto, por supuesto, contra los que aún tienen la osadía, a estas alturas, de tener hijos: “¿Los habéis tenido? ¡Pues ahora son nuestros! Ya os podéis ir enterando”.

Me refiero, muy en concreto, a la desgraciada actualidad -toda ella provocada, como  es natural y lógico: “no hay efecto sin causa”, como pasa en todo orden de cosas-, que está teniendo un largo rastro de suicidios entre los jóvenes, ellos y ellas, hasta hace poos años; porque ahora son ya niños -sí, niños-, los que caen en las redes del sinsentido y de la desesperación, y se quitan la vida: no tienen dentro otro horizonte, porque no se les ha suministrado otro.

Intencionadamente, y desde todas las instancias con las que, se supone, se les forma y se les protege. Nada más falso ni más alejado de la realidad, que se constata cada día: está hasta en los periódicos.

Pero, incluso sin llegar a ese extremo, se les destroza desde críos, psíquica y anímicamente, casi de por vida, si no se pone el único remedio necesario y eficaz vitalmente: Dios, y la Religión que nos relaciona con Él: lo más humano y, por tanto, lo mejor que tenemos en nosotros mismos.

Los detonantes son múltiples. Desde el bullying, con su carga de violencia, incluso física, a las adicciones en las que se entierran y se aniquilan -desde críos: en Francia ya pregonan que se enganchan a la pornografía antes de los DOCE años-, pasando por el martirio de unas familias rotas, sin padres a los que acudir, pues están missings…; o sea: no están, ni física ni afectivamente.

Por supuesto: los presupuesos educativos, tanto en ambientes estatales como en ambientes privados, católicos oficiales o asimilados, están en primera línea del desastre cocinado entre sus muros.

Años atrás, las instituciones educativas gozaban de un grandísimo prestigio, no sólo a nivel meramente educativo, sino también a nivel de la formación de personas dignas de tal nombre: se sabía lo que era la persona, se respetaba ese concepto y, en consecuencia, se buscaba la excelencia. Y las instituciones eductivas estatales competían perfectamente con las mejores de las privadas en todos esos órdenes.

Es un tema que conozco bastante bien, pues he trabajado en esos ámbitos, en todas sus escalas.

Hay que reconocerlo, sin miedos y sin tapujos: las circunstancias son absolutamente desfavorables a los niños, y a los padres que quieren ejercer de tales, desde su más “tierna infancia": años antes. Convertida ahora en CRUEL infancia. Irremediablemente. Tapar el desastre, lo mismo que aplicar posibles soluciones que ni lo son ni lo pueden ser, solo sirve para agrandarlo

Lo más sorprendente del caso es que, niños que tienen “de todo"…, les falta lo más esencial: les faltan ellos mismos -no sólo no se les enseña a ser lo que son, lo mismo que no se les enseña y se les ayuda y vivir conforme a lo que son, y para lo que deben vivir-; les faltan sus padres -son críos educados sin ellos, aunque materialmente incluso puedan tenerlos; en muchos casos, no los tienen-; les faltan los colegios -la inmensa mayoría de ellos carcomidos por las ideologías-, les falta la Iglesia -que los ha dejado a los pies de los caballos-; y les falta Dios.

Ya no saben -porque directamente no se les enseña: ni media noticia al respecto- que Dios es el Único que les ama, que NUNCA les abandona, que ha muerto por ellos muy en especial, que los desea: Dejad que los niños se acerquen a Mí, y que les espera en el Cielo.

Porque, a Dios, se les ha arrancado de sus vidas: de sus conciencias y de sus almas; o nunca Le han dado la oportunidad de estar cerca de ellos. Ignoran incluso su misma Existencia; no digamos su Relación de Amor con todos -con ellos y con nosotros-, y su Destino -conjunto, bien abrazados- en el Cielo. Y un niño sin Dios está roto, destrozado en lo más hondo, y perdido: quizá ya sin recuperación posible.

Como es lógico, lo mismo les pasa a los mayores, empezando por los padres: y así no hay forma ni de que se planteen la educación de sus hijos. Y, caso de planteárselo, lo que escojan, desde su situación de personas sin Dios, está condenado de suyo al fracaso más absoluto. Otra cosa son los milagros de la Gracia, que existe y actúa.

Se ha dejado de lado a Dios, que es el primer eslabón -si se puede hablar así: pero no encuentro la palabra adecuada; lo siento-, en la Educación, a todos los niveles, y en todos los horizontes.

¿Por qué? La respuesta es muy sencilla en sí misma; otra cosa es que se la acepte como tal, y se le dé la validez adecuada. La respuesta está en Jesucristo, el Rostro visible del Dios Invisible, porque: “Sólo Cristo revela al hombre lo que es el hombre”. Más claro, agua.

Sin Cristo, por tanto, el hombre se desconoce, y sólo le queda desconocerse: pierde el norte, y enloquece literalmente. Y todo lo que emprenda desde ahí, ya tiene, de entrada, un porcentaje grandísimo de fracaso. Para abrir boca.

Por estos motivos -y otros que podríamos añadir; pero me da que con estos tenemos más que suficiente para hacernos una idea-, la Descristinización ha ido de la mano, porque los ha generado, de todos estos desastres; que sólo nos escandalizan cuando  vemos en la TV algo lo suficientemente escabroso para que nos llame la atención. Claro que, a los dos días, se nos ha olvidado.

Lo peor del caso es que siempre creemos que esto sólo les pasa a los demás. Hasta que un día, recibimos la visita de la policía…

En todo este gravísimo asunto, con desgracias que alcanzan directamente a los críos, la Iglesia Católica da la impresión de que ha desaparecido; incluso no sólo por estar como grogui, sino y a lo peor, por no saber por dónde tirar. Porque, como es lógico, sin que reconozca los “por qués” de la situación, sin que se avenga a reconocer las causas de tales desastres, no podrá poner remedio.

Por otra parte, no creo que toda la Jerarquía esté ciega, o “a por uvas", y no se haya enterado aún de qué va la cosa. Claro que, si he de ser sincero, las palabras del Sr. Portavoz de la CEE al referirse a este asunto, no dan pie a la más mínima esperanza: al contrario. 

La Iglesia, desde su Jerarquía, debe recuperar a Cristo como la Fuente, como la Verdad y el Bien de la Persona humana, y de la misma Sociedad. Esta es la primera y la verdadera Batalla Cultural que ha de dar. Y ninguna otra: al menos mientras esta esté sin ganar por goleada.

Este es el verdadero y único servicio válido de la Iglesia de cara a las almas que pueblan el mundo. Esto es SALVAR almas y salvar al mundo. Y la Iglesia no tiene encomendada ninguna otra Misión.

Esto es poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas: ¡que se Le vea bien! Esta es la Vocación y la Misión de los Cristianos de todas las épocas, porque esta ha sido la Vocación y la Misión de la propia Iglesia desde su Fundación.

Esta es la Educación Cristiana, que ha fecundado pueblos, culturas, conciencias, países y mundos, en toda época. Siempre. Ahora NO. Este es el drama de la Iglesia; y el que se genera también desde Ella misma y alcanza a toda la Sociedad.

Como denuciaban hace unas pocas semanas un par de excelentes obispos estadounidenses -¡bien por ellos!-: “Nunca se puede decir que esté uno en un cuerpo ‘equivocado’.". O, como decía también un cardenal, este europeo: “No podemos subvertir la Tradición doctrinal y moral de la Iglesia para complacer al mundo”. O, como decía también el Sr. Obispo de Córdoba, don Demetrio Fernández: “La única meta del hombre en la tierra es ser santo”.

Esta es la Batalla Cultural, en Católico. Y no hay otra, con o sin Sínodo. Sólo desde aquí se rehará la Iglesia, se reconstruirá la persona y la sociedad.con todas sus construcciones, que le han sido entregadas por Cristo para llevarlas a Él. Este es el quehacer de los Católicos. De los que quieran significarse como tales.

Sin “Educar en Católico", no hay educación. Ni en las familias, ni en la sociedad. Y a lo que se monte sin Cristo, se le seguirá llamando “educación", inútilmente; se irán tirando millones y millones en los bolsillos de algunas gentes -como se sigue invirtiendo en “protección a la mujer", y nunca ha habido más muertes que desde que han parido estas leyes las mentes tan preclaras que nos gobiernan-, pero el resultado no hará más que ir engordando el mal, y seguir forrando a los carroñeros que viven de esto.

Sólo educando con Cristo se fortalece a las gentes desde pequeñitos. Y, además, se les administran las armas para, conforme van haciéndose mayores, estar protegidos y poder defenderse de los ataques inmisericordes del ambiente propiciado por toda la progrez insana y cruel.

Porque se les forma el criterio para discernir, y, de este modo, poder decidirse por lo mejor, que es Dios desde nuestra condición de hijos Suyos. Tendrán una muy fuerte personalidad, formada -educada- en Cristo. Siempre tendrán Esperanza, hayan hecho lo que hayan hecho. Podrán acudir al Sacramento de la Confesión, que libera no sólo del pecado sino también de los remordimientos y de la culpa. ¡Estarán con Dios!

Con estas armas, es casi imposible que un chaval se crea que “Dios se ha equivocado conmigo", o que “Dios no me quiere". O que quiero ser “niña", cuando soy chico, y viceversa. Y no se puede llegar a creer que el suicidio es “la solución".

Más todos los tic’s que uno quiera añadir, porque todos tienen la misma causa. Pero todos, también, tienen el mismo arreglo: Dios, y la Religión Católica. Los padres católicos. La Educación Católica. La Escuela Católica. La Iglesia Católica.

Y no hay otro. Porque no lo hay: no hay más opciones con garantías de éxito.

Aprovecho para anunciar dos eventos.

El primero, del 24 al 26 de noviembre, daré unos Ejercicios Espirituales, para varones, en La Casa de la Iglesia de Talavera de la Reina. En la Casa de Ejercicios nos cobran unos 100 € por la pensión completa de esos días, en régimen de internado.

El segundo: a partir del 15 de enero próximo, comenzaré un curso on line para padres que quieran “educar en católico” a sus hijos. Aún no sé las condiciones operativas del evento, pero ya las publicaré en su momento.

Para pedir información o inscribirse en cualquiera de estos dos eventos, se puede hacer a través de esta página.