El Sacerdote/El Sacerdocio. II
Sacerdos, alter Christus! Lo escribimos hace unas semanas en este mismo blog. Porque esta expresión manifiesta su Seña de Identidad más propia.
Proclama además la Grandeza de su Elección Divina; y edita lo que debe ser su más íntimo anhelo: su personal Hoja de Ruta, si quiere ser fiel a lo que debe serlo: a Cristo, a la Iglesia, a las almas todas…, y a sí mismo.
Esta Hoja de Ruta no se limita, como es natural -y no digamos en el orden sobrenatural-, a su ejercicio en el desempeño de su quehacer meramente sacerdotal. Para nada.
Esta expresión, Sacerdos, alter Christus! se ha de convertir en su más y mejor empeño personal por alcanzarlo, como su más grande cima personal -y unica, por cierto-, de Santidad. Es la Santidad Sacerdotal buscada como empeño personal por corresponder al Señor; y, de este modo, luchar por ser un Sacerdote Santo, para acabar siéndolo: el Cielo está empeñado en este logro: es el triunfo de Cristo en sus Sacerdotes.
Personalmente, he conocido un ejemplo, singular y grandioso, de lo que estoy diciendo: san Josemaria Escrivá de Balaguer. Siendo sacerdote joven, allá por los años veinte del siglo pasado, remitía a su Director Espiritual en Madrid un generosísimo plan de vida ascética.
Y para urgirle a que le autorizara -¡la obediencia sacedotal al Director Espiritual! Así se han forjado, y se forjan, los Sacerdotes Santos-, le apremia: “No dude en aprobar, pues he de ser santo, y padre y maestro de santos”. Y se lo aprobó.
Desde aquí, san Josemaría, mirando hacia adelante en su vida de correspondencia total al querer de Dios, pensando en lo que ya le había puesto Jesús entre las manos -la Fundación de la Obra-, y teniendo en su corazón a la Iglesia entera y a las almas todas -por todo esto hablamos hoy de SAN Josemaría-, lo ejecutó con grandísima generosidad. Opus Dei que, por aquel entonces, no contaba más que con él como única muestra real y visible.
Para reconstruir, por tanto, al Sacerdote en su singularidad -nada en este mundo puede comparársele ni de lejos: mucho menos de cerca-, teniendo en cuenta el Sacerdocio que asume -que no es otro que el mismo Sacerdocio de Cristo, Único y Verdadero Sacerdote-, y que lo determina totalmente en su vida -pasada, presente y futura-, apuntábamos la necesidad de una intensa y extensa Vida Interior.
Sin ella, sin el empeño personal por buscar y tener verdadera Intimidad con Cristo, no puede haber Santidad personal; como no puede ser Cristo en medio de nadie: él mismo se habría apartado de su Vocación Sacerdotal.
En este mismo momento, su “conversión” en mero “funcionario de lo eclesial y de lo espiritual” -caso de que se pueda seguir hablando en estos términos y en este horizonte: para mí, ya no-, ya está dada: por buscada, a sabiendas; o por dejadez; o por falta de preparacion; o por inmadurez y apocamiento interior. Y exterior. Porque son inseparables.
Sí. El Sacerdote, como se recordaba antes del Concilio en todos los Seminarios españoles, y supongo que en todo el mundo, “debe hacerse” lo que predica, lo que “toca", lo que “es".
Sin esto, no hará más que estorbar, en el mejor de los casos. O se habrá echado ya, desgraciadamente, “a los pies de los caballos". Y será devorado por el entorno: con las complicidades personales, que siempre las hay. De hecho, se ha comido ya a muchos hermanos nuestros.
Claro que en las cosas del Espíritu, si uno quiere, nada está totalmente perdido, porque el Señor, que nos ama con locura, fielmente, siempre perdona: por esto, siempre espera, siempre busca, siempre anhela… Sólo dentro del Infierno no hay Salvación que valga.
Por este motivo, Jesucristo nos busca y nos desea: a todos sus hijos en su Iglesia; pero muy en especial, a sus hijos Sacerdotes, en los que “se ve", y en los que “se vuelca” de un modo especialísimo, y no sólo de cara a las almas, sino de cara a ellos mismos: sus Sacerdotes, a los que siempre tiene presente desde el Jueves Santo.
Y la prueba más determinante y concluyente es que así se lo encarga a su Madre. Y Ella, como hizo con Juan, nos coge de su mano y nos lleva a su Hijo.
Esta es la explicación del por qué sí está Juan -que, en el momento del Prendimiento, había huído como todos los Apóstoles-, siguiendo al Señor camino del Calvario; y estará al pie de la Cruz -¡cómo iba a faltar!-, y en su piadoso Enterramiento: es que la Santísima Virgen se lo ha llevado con Ella: “¡Tú, conmigo!".
Bien podemos afirmar que, al ser verdaderamente la Madre de Jesús, derrama sobre sus hijos Sacerdotes su amor más maternal, su amor más especialmente tierno, con acentos y realidades inefables.
Todo esto lo declara Jesucristo a un cartujo, sacerdote también, con palabras inequívocas, de las que entresaco algunas de sus Palabras.
“Este es el camino que Yo pondré delante de todos Mis sacerdotes. Yo quiero que ellos caminen en la luz de mi Rostro (Sal 88:16 [80:15]), abandonando toda oscuridad y deseando nada más que descansar en Mi Sagrado Costado.
Mi Corazón traspasado es la fuente de pureza, de sanación y de santidad para todos Mis sacerdotes. ¡Cuánto quiero atraerlos a Mi Corazón abierto en el Sacramento de Mi amor! {La Eucaristía}. Es suficiente con que vengan a Mí, incluso si están cansados, sin palabras o pensamientos afectuosos. Por el simple hecho de venir, demuestran su amor y su deseo de Mi acción sanadora y purificadora en sus almas“.
“Debes aprender a permanecer en Mi presencia, a quedarte allí todo el tiempo que puedas, porque esta es la esencia misma de la vida a la que te he llamado aquí. Cuando Me dejas por otras cosas, estás comprometiendo la inmensa gracia que te he dado al traerte aquí para ser el sacerdote adorador de Mi Rostro Eucarístico”.
“No eres tú quien hace grandes cosas (…), sino Yo viviendo en ti como en una humanité de sur croit [Una humanidad sobreañadida. Esta frase es de la oración: “O mon Dieu, Trinité que j’adore” por la Beata Isabel de la Trinidad: “O Feu consumant, Esprit d’amour, ’sur-venez, en moi’, afin qu’il fasse en mon âme comme une incarnation du Verbe: que je Lui sois une humanité de sircroit en laquelle Il renouvelle tout mon Mystére”], otra humanidad marcada por Mi sacerdocio, otra humanidad en la que pueda ofrecerme al Padre y derramarme por las almas.
Esta es la vocacion de cada sacerdote: permitirme vivir Mi misión de Sacerdote Eterno y Víctima en ellos. (…). Y esto es por lo que, la misma noche anterior a Mi sufrimientos, oré para que Mis Apóstoles fueran uno Conmigo, así como Yo soy uno con Mi Padre”.
“La oracion que tú has estado diciendo después de la Sagrada Comunión se inspira en Mi propia oración por todos Mis sacerdotes:
Oh, mi amado Jesús, / úneme a Ti, / mi cuerpo a Tu Cuerpo, / mi sangre a Tu Sangre, / mi alma a Tu Alma, / mi corazón a Tu Corazón, / todo lo que soy a todo lo que Tú eres, / para hacerme Contigo, oh Jesús, / un sacerdote y una victima / ofrecidos a la gloria de Tu Padre, y por amor a Tu Esposa, la Iglesia.
Y sí, Yo quiero que le agregues:
Para la santificación de Tus sacerdotes, / la conversión de los pecadores / las intenciones del papa Benedicto XVI {estamos en 15 de abril de 2009} / y en dolorosa reparación / por mis innumerables pecados / contra Ti en Tu Sacerdocio / y en el Sacramentos de Tu amor. Amén.
Cada vez que un sacerdote peca, peca directamente contra de Mí y la Santisima Eucaristía hacia la cual se ordena todo su ser. Cuando un sacerdote se acerca a Mi altar cargado de pecados que no han sido confesados o por los cuales no se ha arrepentido, Mis ángeles miran con horror, Mi Madre se aflige y Yo nuevamente soy herido en Mis manos, Mis pies y en Mi Corazón. Nuevamente soy golpeado en Mi boca y tratado con una terrible ignominia. Es por eso por lo que llamo a is sacerdotes a la pureza de corazón y a la confesión frecuente. Es por eso por lo que te pido que confieses tus pecados semanalmente y que con la adoracion de Mi Rostro Eucarístico se purifique tu corazón y te haga menos indigno de ofrecer el Santo Sacrificio. Los pecados de Mis sacerdotes son una grave ofensa para Mi propio sacerdocio y para Mi Inmaculada Victimización.
Todo sacerdote Mío debe vivir para el altar y desde el altar. Sé consciente de esto y aprenderás a odiar el pecado y te apartarás del pecado con disgusto. Aprende esto y no desearás nada más que la pureza de corazón y la santidad de la vida.
Cuando un sacerdote peca, peca contra Mi Cuerpo Eucarístico y contra Mi Cuerpo Místico, tan íntima es la relación entre su ser y el Sacramento de Mi Cuerpo y Sangre ofrecidos al Padre y dadas para la vida de Mi Esposa, la Iglesia".
Personalmente, me siento incapaz de añadir nada más.
Vamos a rezar por los Sacerdotes. Para que haya, de entrada, muchísimos más.
8 comentarios
2. Esto se puede observar en el Novus Ordo, Comunión en la mano y ministros laicos. Por favor, explique el Sacramento del Orden y la liturgia romana donde el Sacerdote es alter Christus y no un presidente de una asamblea.
3. Le dejo este enlace para reflexión de esa degradación del Sacerdocio en modo pastor-protestante:
reflexionesdelpastor.com/que-significa-que-se-supone-que-israel-es-un-reino-de-sacerdotes-y-una-nacion-santa-exodo-19-6/
Puede q haya muchas, q no lo dudo; pero Cristo s refería, concretamente a lo q hay en el cielo. En la tierra, solo hay un camino, y es El: y no hay otro. X eso, la vida nuestra, o es Cristiana, o no es: la habríamos liado, pero bien. Y s llama Santidad, q es pisar donde Cristo ha pisado.
¿Qué piensan los laicos que por usurpar la función sacerdotal son más piadosos?
No creo q sea x eso: es x liarla más.
Por estas palabras suyas y de San Josemaría, --que conmovían---, habia mas vocaciones al sacerdocio y a la Obra. Lo lamentable es que ahora muchos sacerdotes digan: Pensamos lo mismo pero lo aplicamos a los nuevos tiempos.
Hay que aplicar todo, también las verdades eternas más sublimes, a los nuevos tiempos?
Padre José Luis: Gracias por transmitirnos el pensamiento original de San Josemaría!!! Hace tanta falta!!!
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