El milagro "desmilagrado"... ¡porque sí!
Érase una vez que se era… Y lo que toda la vida de Dios y de su Iglesia se ha llamado “el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces“,-por cierto: milagro repe, pues el Señor Jesús lo realiza dos veces si no me equivoco-, a partir de la semana pasada [domingo XVIII del TO], se ha convertido “milagrosamente” en “el milagro del compartir"… ¡que no es ningún milagro, que se sepa!
“¡Manda rosas…!”.
Esto, como tantas otras cosas desde hace unos años y desde Roma, ¿a qué viene? ¿A qué responde? ¿Aporta algo positivo a la Fe de los hijos de Dios en su Iglesia en medio del mundo? O, por el contrario, ¿no es un nuevo mazazo a la Fe de la gente, por dárselo a la misma Palabra de Dios, Revelacion Divina por excelencia?
Vamos a entrarle al tema, pues no se puede dejar así. Inaceptable: está en juego mucho más que la credibilidad de una persona, por muy alta que esté en la Iglesia, que no la Institución que representa; está en juego el mismo Fundamento de la Fe, que tiene, en los Milagros obrados por Cristo, uno de sus más y mejores Criterios y Fundamentos de Credibilidad: ¡son obras exclusivas de Dios!
Y solo de Dios: nadie más puede hacer milagros por propia Virtud, Deseo y Poder. Y demuestran a la vez -los que se nos relatan en los Santos Evangelios-, plena y definitivamente la DIVINIDAD de Cristo y la EXISTENCIA de Dios. Dos “cosas", en un mismo obrar. Por supuesto, para el que quiera creer. Que esto es self service…, si se me permite la expresión aplicada a este caso.
Naturalmente, acabo de leer el discurso del Santo Padre al respecto: esto sí había que leerlo para poder hablar con conocimiento de causa. Y lo que comunica…, en fin: ustedes mismos.
Entiendo, en parte, lo que nos ha querido decir: animarnos a compartir con los demás; algo que, por supuesto, es de una gran generosidad. Máxime, cuando se comparte no ya con lo necesario sino con TODO lo que se tiene. Es el caso, por ejemplo, de aquella pobre mujer que echó en el cepillo del Templo dos moneditas; pero Jesús nos dirá que echó más que nadie, porque ha echado TODO lo que tenía para vivir.
Pero, aparte de que “el compartir” no es el sumum de la Vida Católica, porque el sumum es Cristo, no es el caso de este chaval, el de los 5 panes y los 2 peces: él no los entrega a la gente; como muy dice el Papa sería absurdo y ridículo; y así lo expresan también los Apóstoles: ¿qué es esto para tanta gente?
Porque el chico no se pone a compartir nada: él se los da a Jesús, que no es lo mismo; lo pone todo a su disposición, seguramente enviado y animado a hacerlo así por sus padres; y estos, fijo, animados por el “recuento” de existencias que habrían hecho los Apóstoles, al menos entre las gentes más próximas.
Y aquí vuelve a intervenir, con razón, el modo de verlo del Papa: con lo poco nuestro, puesto con generosidad al servicio de Jesús, Él hace cosas grandes. Muy cierto. Y a esto nos anima el Santo Padre con fuerza: poner lo nuestro, por ponernos nosotros mismos, al servicio de Jesús.
¿Es esto un “milagro"? Por NADA y para NADA. Solo de un modo “impropio” se puede hablar aquí y en esto como tal. Como cuando se dice “ha sido un milagro” referido a que, después de un terremoto y de que hayan pasado bastantes días, aún se encuentre a alguien con vida: porque se ha formado como una estructura que ha protegido a esa gente y, al final, las han encontrado. O como podríamos señalar como “milagro” ese aluvión de gentes -más de 10.000- que llevaban tres días tras Él…
El MILAGRO está, como es bien sabido pues así nos lo cuentan los Evangelios -Palabra de Dios, única y exclusivamente; por tanto, las exégesis hay que hacerlas siempre en línea con lo expresado por Dios: sin pretender ir más allá, ni quedarse tampoco más acá-, en la MULTIPLICACIÓN de esos panes (5) y de esos peces (2): ¡es que comieron hasta saciarse 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños!
Si esto no es un milagro “que baje Dios y lo vea”. Bueno: no baja, porque ya estaba allí.
Por supuesto, son conocidos los intentos -persistentes, obcecados, infames y blasfemos- que, a lo largo de la Historia, ha sufrido la Iglesia, pretendiendo DESMITIFICAR los Milagros: para, ya puestos, DESMITIFICAR a Dios, que los obra, y a la Iglesia Católica que los transmite, como no puede ser de otra manera.
Ha sido obra de sacerdotes y/o religiosos, renegados, infieles a su vocación y condición. También lo han pretendido protestantes y aficionados, en un intento de arrasar con LO CATÓLICO, como es su “obligación".
Pero, otras veces, ha sido obra de “católicos” bien o mal intencionados -Dios sabrá- que, en su buenismo, o en sus propias carencias, o por sus personales formas de entender, o en sus “locuras", se ponen a “interpretar” aquello para lo que no están capacitados; y acaban diciendo lo que no deberían atreverse a decir NUNCA. Porque se lían y la lían. La lían MÁS, y a PEOR.
El Milagro aquí, el verdadero y el único Milagro -porque no hay otro-, es el que se nos cuenta de parte de Dios: Jesús -sí, Jesús: no el chaval, ni los Apóstoles, ni el gentío, ni Herodes, ni María Magdalena, ni la Samaritana, ni tú ni yo-, tomó los panes y los peces, los bendijo, los partió y se los dió a los suyos para que los repartiesen a las gentes.
Gentes, de las que se había compadecido, pues llevaban tres días tras Él, y ya no tenían ni qué comer: se les había acabado todo lo que llevaban. Gentes, a las que previamente había hecho que se sentasen. Y antes que nada, viendo la necesidad de todas ellas, les había dicho a sus discípulos: ¡Dadles vosotros de comer!
¿Por qué? ¿Para tender una “trampa” a los suyos? Para nada: para que les quedase bien patente -a ellos y a nosotros, a la vuelta de 2.000 años y hasta el fin del mundo-, que era Él, y solo Él quien iba a proveer MILAGROSAMENTE.
Y no hay más milagro. Y bien gordo. Pero menos, tampoco.
Pretender que aquí, en ese obrar de Jesucristo, se pudiera dar la soberbia, etc., como dice el Santo Padre… Bueno, juzguen ustedes si quieren. Que yo ya ni me atrevo, la verdad.
Porque esto no acaba aquí. Esta escena -este milagrazo de la “multiplicación de los panes y de los peces"-, es la antesala de lo que vendrá después. Y no “el compartir".
Me refiero al “Discurso Eucaristíco”, donde nos hablará por extenso, con detenimiento y profundidad de la verdad más grande de la Fe Católica: la Eucaristía: Cristo Sacramentado, Eucaristizado. Discurso que el Jueves Santo lo hará realidad: lo hace real y presente entre nosotros y sin solución de continuidad, con la Institución de la Eucaristía: “lo prometido es deuda”; y más en Jesús, que CUMPLE siempre.
Discurso que señalará a continuación y desde entonces, ante la fijación e insistencia de Jesús en su contenido real, un ANTES y un DESPUÉS de la relacion de la gente con Jesús: le abandonarán muchos. Dura es esta doctrina, dirán, excusándose. Y se largarán “con viento fresco”. O caliente. Pero se largarán.
Y el ESCÁNDALO continúa hoy día, con notoria y triste actualidad. En esto, poco hemos “progresado", la verdad… Pues el ESCÁNDALO persiste. ¡Y de qué modo!
Porque, para el Demonio, es la verdadera BARRERA que aún le constriñe señorear en la Iglesia y en el mundo: Jesús Presente, Vivo, Real, Anhelante de nuestro cariño, Amante hasta la locura, siempre Disponible, atendiéndonos siempre -Venid a Mí, nos ha dejado dicho y escrito-, incluso más allá de lo que le podamos pedir. Y ofreciéndose de continuo por todos nosotros.
Él es, para el demonio y sus millones de fans, dentro y fuera de la Iglesia, el verdadero y único obstáculo que está eficazmente presente entre nosotros: Jesucristo. Y hay que derribarlo, ¡a como dé lugar!
De aquí viene la desacralización de lo Sagrado, el libertinaje -permitido, cuando no fomentado desde arriba- en la Liturgia, la incitación a la Comunión en pecado grave -en situación estable y grave de pecado, asumiendo públicamente posturas que chocan frontalmente con la Doctrina Católica-, sin facilitar las Confesiones -callando su necesidad, dificultando su práctica, o pervirtiéndola con las “confesiones comunitarias", o simplemente negando su necesidad-, etc.
TODO tiene cabida y cauce para ARRASAR la EUCARISTÍA.
Y me callo por hoy, que ya va bueno…
¡Qué ansias de DESAGRAVIO y REPARACIÓN hemos de fomentar en nuestras almas -pidiéndoselo con fervor y grandes deseos de que Él lo haga realidad dentro de nosotros- para constrarrestar todos estos desatinos sacrílegos!
Es nuestra Última y Única posibilidad de vencer y de ser fieles a Jesús, nuestro Dios y Señor.
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Resumo:
1.- Es Jesucristo quien multiplica, quien hace el milagro.
2.- Pero hay un discípulo que imagina la posibilidad. El que menciona a Jesús que hay unos pocos panes y unos pocos peces.
3.- Hay un chico (¿una familia, como dice el artículo?) que se desprende de lo que ha traído para él mismo.
Interpretar es muy libre. Otra cosa es acertar, claro...
Te repito lo q he acotado al comentario anterior, pues vale perfectamente para el tuyo.
Pondría la mano en el fuego a q no ha sido un milagro.
2. Supongo que no caen en la cuenta de que algo raro tuvieron que fumarse los evangelistas para describir hechos atribuidos a Cristo que no tienen paralelo alguno en ninguna otra religión. ¿Para qué dar la vida por el testimonio de una fantasía?
3. Estos hombres (evangelistas), no extraterrestres ni fumadores de hierbas, sino como nosotros, creyentes, tenían por religión el judaísmo y escribieron en los Evangelios: El es “el que ha de venir”, el Mesías (Mt 11, 2-6; Jn 4, 26; 10, 24-25; Lc 7, 20-23; tiene autoridad y dignidad superior a profetas y sabios, a Jacob y Abrahán y Moisés; es “Luz del mundo”, capaz de dar vida eterna (Jn 8, 12; Jn 6, 51-58); es el único camino hacia Dios, ante el cual no cabe la neutralidad (Lc 11, 23); tiene la potestad divina de perdonar pecados (Lc 5, 24) y de obrar milagros (Jn 5, 19-30); exige una adhesión por encima de todo lazo familiar (Mt 10, 37); tiene conocimiento íntimo y exclusivo de Dios (Jn 17, 3-5); es conocido en su verdadera personalidad solamente por Dios (Lc 10, 22); es Hijo de Dios de un modo único, exclusivo (Jn 3, 16-18; 5, 18; 11, 30). Si nos quedásemos aquí, sin la Santa Tradición Apostólica, como hacen los protestantes y obispo de Roma de la escuela Arrupiana, tendría sentido lo de compartir todo con todos y demás estulticias negativas de la divinidad de Cristo, y yo sería ateo del Cristianismo, ¿por qué? Porque si sólo leo un libro en el que ponga que fulanito es el Hijo de Dios sin presentar pruebas de ello, también puedo creer que si un libro pone que Popeye, Buda o Zeus es dios pues me lo creo porque si, el dilema protestante es: ¿qué libros de la Biblia son los que hablan de la realidad?, y sería un irracional por creerlas sin pruebas y sería un fideísta-sentimentalista al que le valdría cualquier exégesis contradictoria libremente examinada. No, católico es fe y razón para ser luz y sal en el mundo. Cristo se remite a Sus milagros como garantía de Su misión y adaptado a nuestro modo de conocer: “Id y decid a Juan lo que habéis visto...” (Mt 11, 2-6); “¿Todavía no entendéis?” increpa a los discípulos que no razonan sobre la multiplicación de los panes (Mt 16, 8-11; Mc 8, 17-21); “Para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad para perdonar pecados... ¡levántate y anda!” (Mt 9, 4-6; Mc 2, 5-11; Lc 5, 20-24); “Si Yo no hubiese hecho cosas que nadie jamás ha hecho, no tendríais pecado”; “Si fuérais ciegos, no tendríais pecado: vuestro pecado permanece” (Jn 9, 41; 15, 24). Negar los milagros de Jesús es negar el significado de los relatos evangélicos de forma arbitraria y subjetiva para desmitologizarlos en base solo al prejuicio protestante de no poder aceptar nada de índole sobrenatural. Pero, la lógica del vínculo fe-razón, protestantismo sola fe, exige que esa negación de los milagros tenga algún apoyo de base científica y/o en otros documentos o testimonios creíbles, porque el fin de los Evangelios, afirmado explícitamente, es dar razones para aceptar la fe, mediante la presentación de hechos históricos bien atestiguados (Lc 1, 1-4). Solo un punto de partida fideísta, que reduce el acto de fe a puro sentimiento voluntarista y subjetivo, puede respaldar la creencia sin pruebas, que no es lo mismo que creer sin comprender totalmente el contenido de lo que se cree. Pues, la prueba no afecta a la comprensión del contenido, sino que indica la autoridad que lo respalda.
Primera multiplicación (1848)
Se celebraba en el Oratorio una de las fiestas más solemnes. Varios centenares de jóvenes estaban preparados para hacer la comunión. Don Bosco celebraba la Misa convencido de que en el sagrario estaría el copón como siempre lleno de formas sagradas. Pero al llegar la comunión tuvo la amarga sorpresa de comprobar el olvido del sacristán. No pudiendo resignarse a dejar sin comunión a aquella masa juvenil, alzó los ojos al cielo y comenzó a distribuir las partículas existentes. Y he aquí que, con gran maravilla del sacristán Buzzetti, que todo confuso pensaba en el disgusto que se habría llevado Don Bosco por su olvido, las hostias se multiplicaron entre las manos del santo, que pudo dar la comunión a 650 chicos. Buzzetti terminada la función, fuera de si por la alegría y la sorpresa, contaba a todos lo sucedido y como prueba presentaba el copón lleno de hostias que había olvidado poner.
Quince años después, el 18 de octubre de 1863, Don Bosco mismo confirmó la verdad del hecho. Interrogado sobre la veracidad de la narración de Buzzetti, se puso serio y respondió: -Sí, había pocas partículas en el copón, y, no obstante, pude dar la comunión a todos los que se acercaron al altar; y no fueron pocos. Con ese milagro nuestro Señor Jesucristo quiso demostrar lo mucho que agradece las comuniones bien hechas y frecuentes.
Los circunstantes tomando confianza con él fueron más allá y le preguntaron qué sentimientos había sentido ante el prodigio. Don Bosco les complació diciendo:
-Estaba conmovido, pero tranquilo. Pensaba: es un milagro mayor el de la consagración que el de la multiplicación. Pero el Señor sea bendito en todo.
Segunda multiplicación (1854)
Este otro prodigio permaneció ignorado; pero una providencial conversación con sus hijos, un día del 1861, ofreció a Don Bosco la ocasión de referirlo; y lo hizo con su encantadora sencillez con que narraba hasta las cosas más extraordinarias. La conversación había recaído en algunos jóvenes de la casa que por su excepcional bondad eran favorecidos por Dios con dones sobrenaturales. Después que el santo hubo narrado unos casos, uno de los presentes con filial confianza le preguntó si también a él el Señor le había concedido alguna visión eucarística.
-Respecto a la Hostia Santa nunca fui favorecido con signos extraordinarios, exceptuada la multiplicación de las formas. El que tuvo lugar una mañana del 1854 fue un hecho verdaderamente bello y sorprendente.
Como al principio se habían acercado pocos a comulgar, no pensé en partirlas; pero apenas comulgaron los primeros, llegaron otros y luego otros más, de forma que la cola que se formó delante de la balaustrada se renovó tres o cuatro veces. Habría repartido una cincuenta comuniones.
Yo quería volver al altar, después que comulgaron los primeros para partir las formas, pero como me parecía ver en el copón siempre la misma cantidad, seguí dando la comunión. Continuó así sin darme cuenta de que disminuyesen las partículas. Cuando llegó la última comunión me encontré con gran sorpresa mía que solo quedaba una sagrada forma. Di con ella la comunión y el copón quedó vacío. Sin saber cómo, había visto multiplicarse las formas bajo mis ojos.
Tercera multiplicación (1864)
Otro hecho sorprendente aconteció en los primeros meses de 1864. Decía Don Bosco la misa, un día, después de la de comunidad. Sabía que el copón había quedado vacío, pero no se preocupó por consagrar. Pero al llegar el momento de la comunión, dos o tres jóvenes se presentaron para comulgar. El santo, dando un vistazo para cerciorarse del número de comulgantes, partió en cuatro la hostia grande de la exposición y se puso a dar la comunión. El primero era Francisco Vicini, el segundo José Sandrone. El monaguillo que llevaba la palmatoria vio con sorpresa que se acercaba al altar al menos una decena de chicos y se preguntó en su corazón que haría Don Bosco en el apuro. Vio que Don Bosco partía las formas remanentes y daba la comunión a todos con pedacitos de hostia iguales a los primeros. Se habló del hecho entre los jóvenes del Oratorio, pero estaban tan acostumbrados a ver en Don Bosco el hombre de los portentos, que no hicieron gran caso de lo sucedido.
Cuarta multiplicación (1885)
Este otro prodigio tuvo lugar en la Basílica de María Auxiliadora, en el altar de San Pedro (donde hoy se levanta el de Don Bosco), delante de los duques de Norfolk. Era el 24 de mayo y Don Bosco celebraba la Misa para los dos ilustres personajes ingleses.
Como el altar no tenía sagrario, se puso sobre el altar un pequeño copón con una veinte hostias, suficientes para dar la comunión a los duques y a su séquito. El santo las consagró; pero llegado el momento de la comunión, cuando los fieles vieron que el celebrante daba a los duques la comunión y se la daba también a los de su séquito, se acercó también. El clérigo y el sacristán trataban de convencer a la gente de que se retirara pues no había formas suficientes, y que convenía dejar para los ingleses las pocas que había. Pero era hablar al aire. Les parecía una suerte muy grande poder recibir la sagrada forma de manos de Don Bosco.
Este, dándose cuenta, dijo al monaguillo: Déjales.
El monaguillo no insistió más pero no creía a sus ojos cuando vio que Don Bosco, sin partir ninguna forma, daba a todos la comunión (M.B., passim)
11.- MULTIPLICACIÓN DE LAS CASTAÑAS (1849).
En 1849, un domingo después de la fiesta de Todos los Santos, Don Bosco terminado en la capilla el ejercicio de la buena muerte, llevó a todos los chicos internos y externos del Oratorio a visitar el camposanto y a rezar por los difuntos. Les prometió a todos un puñado de castañas cuando volvieran a Valdocco. Mamá Margarita compró tres sacos; pero pensando que su hijo necesitaría sólo una pequeña cantidad para contentar a todos, coció muy pocas castañas. José Buzzetti, que precedió a sus compañeros en la vuelta, al entrar en la cocina y ver que hervía una olla poco capaz se lamentó con Mamá Margarita que no habría para todos. Por desgracia no se podía remediar en seguida la falta. Y he aquí que llegan de pronto todos los muchachos y se aglomeran en la puerta de la iglesia de San Francisco. Don Bosco en persona se puso también en la puerta, listo para empezar el reparto. Buzzetti echó las castañas en una cesta y la sostenía con los brazos. Don Bosco creyendo que su madre habría cocido todas las castañas compradas llenaba la gorra que cada chico le ofrecía. Buzzetti viendo que daba demasiadas castañas a cada uno le gritó: -Pero Don Bosco ¿qué hace? No hay para todos. Si sigue así no llegamos ni para la mitad.
-Que sí, le respondía Don Bosco, hemos comprado tres sacos y mi madre las ha cocido todas.
-Que no, que sólo ha cocido éstas, repetía Buzzetti.
Sin embargo, como le dolía a Don Bosco tener que reducir la ración, le dijo tranquilamente:
Sigamos dando a todos lo mismo hasta que se acaben.
Y seguía dándoles a todos igual ración que a los primeros. Buzzetti movía la cabeza mirando a Don Bosco hasta que en la cesta no quedaban ya más que para dos o tres. Sólo una tercera parte de los chicos había retirado su porción y su número se acercaba a los 600. a los gritos de alegría sucedió un silencio de ansiedad, porque los más cercanos se habían dado cuenta de que las castañas se acababan.
Entonces Don Bosco, creyendo que su madre por motivos económicos había guardado las otras corrió arriba y halló con sorpresa que de verdad no habían sido cocidas y que en lugar de la olla grande había puesto al fuego sólo la pequeña. ¿Qué hacer? No se desalentó, sino que dijo: Las he prometido y no quiero faltar a mi palabra.
Tomó un gran colador de la cocina, lo llenó de castañas y comenzó de nuevo la distribución de las pocas que quedaban cocidas. Buzzetti estaba como fuera de sí. Don Bosco metía el colador en la cesta y lo sacaba colmado de castañas, tanto que se le caían; mientras tanto parecía que la cantidad que quedaba en la cesta no disminuía. No dos o tres, sino más de 400 tuvieron hasta hartarse.
Cuando Buzzetti llevó la cesta a la cocina vio que aún quedaba una ración, la de Don Bosco; la Virgen le había reservado su parte. La voz del hecho se corrió desde los chicos más próximos a los más lejanos, todos contenían la respiración esperando el final; y cuando el último recibió su parte, resonó un grito universal: -Don Bosco es un santo, Don Bosco es un santo.
Don Bosco impuso silencio rápidamente, pero le costó mucho acallar sus gritos, mientras le rodeaban.
En memoria de este prodigio quiso Don Bosco que todos los años se repartieran castañas a todos los chicos del Oratorio la tarde de Todos los Santos (M.B., III, 576).
Reconozco mi pequeñez al no comprender d dónde t sacas las cosas, ni a dónde quieres ir con tus intervenciones. M rindo ante ti.
Humildemente, no entiendo a dónde vas ni d dónde vienes con este comentario. Pido perdón.
Debes tener la cara o el cogote hecho un cromo con mis pescozones: mándame un selfie.
El milagro es el milagro: mira lo q dice la RAE.
En el fondo, m da q eres un poeta...
Vamos a entrarle al tema, pues no se puede dejar así. Inaceptable: está en juego mucho más que la credibilidad de una persona, por muy alta que esté en la Iglesia, que no la Institución que representa; está en juego el mismo Fundamento de la Fe, que tiene, en los Milagros obrados por Cristo, uno de sus más y mejores Criterios y Fundamentos de Credibilidad: ¡son obras exclusivas de Dios!¡Bravo Padre! Y no es extraño que el obispo de Roma diga lo que dice porque es un admirador y un propalador de la obra del cardenal Kasper (de quien ha dicho que "hace teología de rodillas"), quien en su obra "Jesús, el Cristo" niega precisamente la mayor parte de los milagros que ha realizado el Señor, dándole una interpretación alegórica a los mismos. Y no resisto aquí la tentación de transcribir los que dijo el Concilio Vaticano I (magisterio extraordinario, infalible) respecto de todos aquellos que tienen la temeridad de negar los milagros del Señor:
Sesión III del Concilio Vaticano I (24 de abril de 1870)Hay muchos sacerdotes y obispos que están transitando el camino ancho y espacioso (que sabemos adonde lleva) y ellos no lo saben o no quieren creen de su destino final. Si no se arrepienten (y públicamente, porque sus "heterodoxias" —por no decir herejías— las hacen públicas), se van a llevar una gran sorpresa.
Cánones [sobre la fe católica ]
3. De la fe
P 1813 4. [De la demostrabilidad de la revelación.] Si alguno dijere que no puede darse ningún milagro y que, por ende, todas las narraciones sobre ellos, aun las contenidas en la Sagrada Escritura, hay que relegarlas entre las fábulas o mitos, o que los milagros no pueden nunca ser conocidos con certeza y que con ellos no se prueba legítimamente el origen divino de la religión cristiana, sea anatema [cf. 1790].
Jesús hace la obra del Padre ;Dios omnipotente; si hago las obras del Padre aunque a mí no me crean;crean en las obras para que conozcan y crean que el Padre está en Mi y yo en el Padre.Jn10-38
Jesús es el Verbo encarnado con doble naturaleza humana y divina es el que se queda en la Eucaristía para ser nuestro alimento y para ser acogido por la Fe y transforme nuestra naturaleza elevándola; pero hay que comerlo hasta que Jesucristo sea uno en nosotros.
Hacer un análisis sin contemplar el Misterio es no ver lo invisible de Dios haciendo obras milagrosas para que seamos conscientes de quién es el Señor.
Somos pobres criaturas y Sólo la ciencia de Dios y su Amor explicaría el Misterio escondido pero son necesarios los ojos de la Fe y la confianza ; amarle con toda nuestra vida entregándosela no es quedarse fuera observando es que la Voluntad del Padre obre en nosotros.Y no hay Misterio ni obra mayor.
Desde mi punto de vista, es como todo en Su Santidad, contradictorio en si mismo, va y viene. Si bien dice lo de q el milagro no es la multiplicación, antes y después nombra a la multiplicación como milagro varias veces.
Yo creo q trató de buscar un ángulo novedoso y en realidad no malo, al Evangelio del día: confiemos lo que tenemos a Jesus q el obrará milagros con eso, pero tiene alguna metida de pata cuando se explaya.
Recuerde usted q el Papa antes de ser Papa fue jesuita.
Usted ya hace escribiendo. Los laicos ¿qué podemos hacer?. En su opinión, ¿qué tienen qué hacer los obispos?
Hay mucho q hacer, tanto laicos como todos los demás. Rezar es lo PRIMERO, pues lo más ESENCIAL en el plano Espiritual. Pero luego hay que HABLAR, "a tiempo y a destiempo", como nos dice san Pablo, siguiendo las Palabras de Jesús: Id por todo el mundo y predicad... Un laico no predicará, pero sí HABLARA: ALTO Y CLARO. Y hablará a sus iguales, y a los de arriba: porque la Iglesia somos TODOS, cada uno en su sitio. Pero, sin salirse de su sitio, se puede entrar, y se debe entrar a las increíbles BOBADAS -por decirlo suavemente- que salen de tantos (pseudo)pastores -lo son solo de título y nómina-, para hacerles comprender que en eso, y así, n les vamos a seguir.
De hecho, y sin decírselo, se han vaciado las iglesias, y hasta países enteros: porque las ovejas HUYEN de modo instintivo de los mercenarios y de los salteadores.
Hay que FORMARSE en calidad y en profundidad. Y formarse no es solo SABER -por ahí se empieza, lógicamente-; Formarse es ASUMIR PERSONALMENTE que Cristo, y lo que se nos dice en la Iglesia de parte de Él -y de nadie más; en especial si no está en línea con Él: que es el criterio que tenemos para DISCERNIR, siempre y en todo, tanto respecto a los miembros de la misma, como respeto a los poderes e ideologías del mundo social y kultural-, es el MODUS VIVENDI del CATÓLICO.
Hay que tener la valentía de RECHAZAR lo que venga de nosotros mismos, o de fuera, que no comulgue con CRISTO: Él ha de ser el POR QUÉ y el PARA QUÉ de nuestra vida REAL en su Iglesia en medio del mundo.
Si quieres alguna concreción más no tengo inconveniente en contestarte. A tí, o a cualquiera que me lo demande.
¿Y qué deben hacer los OBISPOS? Tener la VALENTÍA y la HUMILDAD de ser única y exclusivamente CRISTO, sin salirse ni una línea de lo que Él nos ha enseñado: para algo se presenta como EL BUEN PASTOR. Un Obispo no debe hacer nada más. Ni nada menos. Si alguien en la Iglesia debe empeñarse en parecer y ser Cristo, es el Obispo. No digamos el Papa.
Tu y yo ya nos conocemos de otros foros. Voy a echarle una mano a este pobre cura que te tiene que aguantar. Decir que, "el milagro fue compartir", es como decir que no hubo milagro. Compartir no es nada sobrenatural, te pongas como te pongas. Y haciendo una exégesis mundana, así puedes negar todos los milagros. Del primero al último, incluida la resurrección, que es el mayor milagro de todos. Después de eso, adiós cristianismo, adiós Iglesia.
Lo voy a decir bien claro. Los que niegan cualquiera de los milagros, a parte de que no creen en ellos, niegan la divinidad de Jesucristo y la historicidad de los evangelios. Curiosamente, los que niegan este milagro, escrito en los CUATRO EVANGELIOS, suelen negar la presencia real. No es casualidad. Y sobre los errores modernistas que dice un comentario: que quieres, que San Pío X te haga una listita de todo lo que dicen los modernistas? Leete Pascendi, que ahí lo dice muy claro.
Por cierto, al ingresar a la página de la "Accademia Alfonsiana" me he encontrado con este texto: "El Padre Bernhard Häring, uno de los más egregios fundadores de la Academia Alfonsiana, es considerado por muchos como el mayor teólogo moralista católico del siglo XX."
Vergüenza de instituciones católicas que celebran a los herejes como a santos y doctores de la Iglesia. Señor, ten piedad de Tu Iglesia.
A esto ellos lo llaman "fe madura", que no requiere de milagros o lo sobrenatural para creer en un Cristo más sociológico que teológico (muy de acuerdo al análisis pragmático y materialista del marxismo). Para ellos los milagros los inventaron los apóstoles y la Iglesia los ha proclamado para enganchar al populacho 'sencillo', infantil e ignorante que gusta de cosas maravillosas, pero 'nosotros' los humildes pero 'ilustrados' modernistas no requerimos de lo sobrenatural, tenemos explicaciones más plausibles y terrenas hasta para la resurrección de Cristo. ;-)
Lo siento de veras por usted. No paran de darle disgustos.
Desde finales del siglo pasado llevo yo escuchando “estas cosas” a ese tipo de “teólogos de la liberación” que deberían llamarlos “influencers” (que es como llaman las revistas frívolas a los que llaman la atención de quien no tiene un criterio bien formado).
No hay que hacer caso a los que no saben, porque quienes conocen bien lo que dijo o hizo Jesucristo dan unas explicaciones que son preciosas, abren el alma a lo divino. Lo que hizo y dijo el Señor es tan espiritual y milagroso que no es de extrañar que no lo entiendan los que teniendo ojos no ven y teniendo oídos no oyen, que están ya como muertos a la vida verdadera.
A veces me quedo como que las lecturas de la misa dicen algo más que no se entiende y busco buenos estudios bíblicos, cuando la Palabra se predica bien ayuda muchísimo a la fe y la conversión.
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo, 25 de julio de 2021
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de la Liturgia de este domingo narra el célebre episodio de la Santomultiplicación de los panes y los peces, con los que Jesús sacia el hambre de cerca de cinco mil personas que se habían congregado para escucharlo (cf. Jn 6,1-15). Es interesante ver cómo ocurre este prodigio: Jesús no crea los panes y los peces de la nada, no, sino que obra a partir de lo que le traen los discípulos. Dice uno de ellos: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es esto para tantos?» (v. 9). Es poco, no es nada, pero le basta a Jesús.
Pero el Santo Padre no dice solo esto. Si solo dijera eso, no estaríamos donde estamos.
La selección antirrealidad es un engañabobos o un autoengaño a medida y a voluntad. Tú mismo...
Contante y sonante.
Mucho más no se puede decir. Me pregunto si estamos todos tontos o qué.
Belzunegui, un gusto leerte.
No es por casualidad que la única fuente que nos dejó el Señor de su paso por el mundo, esto es, los 4 Evangelios, tengan que ser sustituidos -esta es la ultima- por 1, esto es, por la Carta a los Gálatas de S. Pablo de forma que se le pueda meter mano a los mismos, impunemente y cambiar su sentido para ajustarla al servicio del mensaje que se quiere transmitir.
La ideología, la "teología liberadora" y el progresismo, hoy más que superados, tiene todo que ver con el hecho que nada de lo acontecido en los últimos 2000 años pasados es digno de mención-por lo menos yo no he escuchado que algo se hubiera hecho bien-.
Mi pregunta es que qué tenia en mente el Espíritu Santo el día de la fumata. Para mi que está probando hasta qué punto es firme nuestra Fe en la palabra del Señor. De otra manera, no lo entiendo.
No he entendido lo de la sustitución. Podrías aclararlo o explicarlo?
www.elperiodicoextremadura.com/badajoz/2019/01/24/milagro-arroz-olivenza-cumple-70-44070722.html
www.burgosconecta.es/sociedad/gastrohistorias-milagro-arroz-20180915012122-
www.youtube.com/watch?v=nf12sc2Cijk
No entiendo a qué vienen algunos de los comentarios. ¿No creen en los milagros de Jesús?. Si no creen, no hay que darle más vueltas, no son cristianos.
A ver, si alguien quiere colar una barbaridad, la dice y al lado dice cosas de lo más sensatas y también dice lo contrario de la barbaridad que es lo correcto y conocido, lo que esperamos, no sorprende.
El resultado final es que quedó más marcada la barbaridad. Y quedó.
Verso, chamuyo y sanata es lunfardo en Argentina que explica una forma de hablar contraria al octavo mandamiento.
*P.D.: Espero que no me censuren este comentario. Sin embargo hay otros, incluso también parte de este post, muy censurable. Si yo fuera su obispo, le llamaría claramente la atención.
¿He dicho yo que "el milagro de la multiplicacion... es COMPARTIR"? ¿He dicho yo que "las mujeres no son conejas"? ¿He escrito yo que "se puede comulgar aunque uno esté en una situación irregular grave y estable, sin necesidad de Confesión previa y obligada"? ¿He dicho yo que Lutero es "medicina para la Iglesia"? Así podría estar hasta mañana...
Si adivinas quién es el autor de estas cosas, sabrás ponerle nombre y apellidos, además de cargo eclesial. Y acertarás en tus invectivas..., pero no contra mí. O sí: porque así están los "católicos a lo biden y asimilados" a día de hoy: que abundan más que los gorriones en el Retiro. De pena.
Muchas gracias por darme la oportunidad de recordarte estas cosas, seguramente sin ninguna importancia para ti... Lo importante, por malo, soy yo, claro, por recordártelas.
Y, por fa: sigue siendo tan "católico"; que debes estar más que satisfecho de ti mismo y de lo que se cuece en la Iglesia, convertida ya en el hazmerreir de todos los demonios y sus acólitos.
Si los primeros cristianos tenían claro este tema, no se a que viene a inventarse una interpretación, que por bien intencionada que sea, es falsa.
Incitar a compartir lo hace cualquier líder, crear nueva materia, solo Dios. ¿No habrá una segunda intención en la interpretación modernista del milagro?
Miguel y el resto de los que os indignáis: sois unos falsos. El enemigo está dentro, desde luego, pero no es el que señala su existencia. ¿Qué preferís?, ¿asistir tranquilitos a como desde la jerarquía y el papado arrasan la Fe católica?. No se como podéis permanecer incólumes ante lo que está ocurriendo. Durante este papado se han roto todos los diques y la infección latente durante décadas ha aflorado.
Por otro lado, me resultan completamente incomprensibles e irracionales los que intentan "mundanizar" los milagros. Las leyes de la Física que rigen los fenómenos naturales son una manifestación, una de las más excelsas en mi opinión, de Dios. Siendo por lo tanto una emanación de su voluntad, ¿por qué no va a poder modificarlas puntualmente según sus designios?. Realmente, detrás del rechazo a los milagros hay una profunda falta de fe.
"...Ante esto, Francisco proclama con fuerza: “el Evangelio es solo uno y es el que Pablo ha anunciado; no puede existir otro”.
P. Aberasturi: Aqui lo tiene aunque releyendo puede tener otro sentido al que yo le di y habria sido un grave error por mi parte. DE VERDAD LO SIENTO
Esa frase del Papa se refiere, o pretende afirmar, lo mismo que dice san Pablo: que él ha predicado únicamente a Cristo; y que si alguien les viene con otro Evangelio, distinto al que él ha predicado -el Evangelio de toda la vida-, sea ANATEMA.
No quiere decir que él ha predicado el "nuevo" y "único" Evangelio válido, y que los demás Evangelios ya no sirven. Para NADA. Al contrario: que él ha predicado el único Evangelio válido, y no ha pretendido salirse de él. Lo otro no tiene sentido.
2. Acerca de Bernhard Häring, como apunta Jorge Cantu, he llegado a entender la fuente de Amoris Laetitia. Después de La ley de Cristo, Häring fue advertido por la autoridad romana, pero, pocos años más tarde, Juan XXIII convocó el Concilio que relajó y aceptó el liberalismo eclesiástico presente en la década de los 50 en pastoral (liturgia), teología (negar milagros no pasa nada) y moral (bendición del pecado). Durante la etapa preparatoria se redactó un documento dedicado a la teología moral, De ordine morali. Era la formulación de las posiciones más conservadoras y abundaba en condenas de los "errores actuales". Fue desestimada y ni siquiera se discutió en el aula conciliar ni fue sustituida por otra. Pero, el CVII formuló el sentido de la renovación de la teología en el n° 16 del decreto Optatam totius para la formación sacerdotal (de ahí se explica que los Seminarios hayan sido auténticos hervideros y propagadores de errores y herejías). El propio Häring redactó este párrafo a petición de la Comisión correspondiente, y desde entonces se ha considerado como la confirmación conciliar de los trabajos de renovación que él encarnaba: "Téngase especial cuidado en perfeccionar la teología moral, cuya exposición científica, nutrida más abundantemente por la doctrina de la Sagrada Escritura, deberá mostrar la grandeza de la vocación de los fieles en Cristo y su exigencia de producir frutos en la caridad para la vida del mundo".
3. La teología moral estaba en plena revisión, como todo el pensamiento teológico por los modernistas, y el CVII era una necesidad para afianzarlo. En la Ley de Cristo Häring expone la corriente de una nueva moral alejada de la rigidez de la Ética, al no ser un autor analítico y sistemático. En sus obras autobiográficas, él mismo expone el ambiente que se respiraba en la moral y la espiritualidad de la Iglesia y que llenaba la enseñanza de muchos seminarios, la predicación y la confesión, el liberalismo de lo netamente católico: dominio de las normas y las leyes, la reducción de la vida cristiana al cumplimiento de unos actos prescritos, la omnipresencia angustiosa y amenazadora del pecado mortal, el miedo al castigo, el control de las conciencias, la obediencia como virtud identificadora del buen cristiano, el gozo de una vida nueva liberada de la angustia de la ley y del pecado; la experiencia del seguimiento del Evangelio en un clima comunitario, creativo, abierto. Puede decirse que la nueva moral del CVII es en gran parte la "moral cristiana" de Häring. Se puede hablar que hubo un espíritu conciliar, un mayo del 68 eclesial, que denuncia del retorno de "la fascinación de las normas" y de "la manía del control centralista" en temas como el sacramento de la penitencia (puede entenderse su desaparición), la regulación de la natalidad o de la pastoral de los divorciados vueltos a casar (Amoris Laetitia). El mismo espíritu que tiene expresiones durísimas contra ciertos moralistas tradicionales que "por comodidad dicen siempre que sí", ignorando el sufrimiento de la gente en una Iglesia cada vez más alienada según los modernistas por el miedo. Dureza que forma parte del constructo del CVII de un clima eclesial y teológico creador, positivo y dialogante, que avisa y denuncia los "viejos" peligros "tan conocidos y experimentados durante 2000 años", esto es, "la incapacidad de escuchar y entender el clamor del ser humano de hoy, el endurecimiento de las normas, la actitud de control y condena." El mismo Pablo VI sufrió tal dureza por apartarse del Concilio desde "su rigidez tradicional" con su Encíclica Humanae Vitae (1968). Y como dijo uno: "esto es lo que hay señores." No dejemos a Cristo solo y permanezcamos fieles dentro de Su Iglesia.
Pues nada, tu. Si mañana se levanta Pedro y niega la resurrección de Cristo, pues tu apláudele con las orejas. Si es que... No damos a basto con tanto filomodernista dentro de la Iglesia. No tenéis ni idea de lo que es el Papado ni su oficio, ni la Tradición, ni la doctrina, ni siquiera sobre dar una opinión respetuosa. Lo sabios y entendidos de siempre tan orgullosos de haberse conocido. Que Dios nos asista
Para ello no duda en manipular y tergiversar lo que haga falta.
Sobre este tema deberíamos leernos Mat, 16. Viene muy a cuento..... "Y vosotros, quien decís que soy yo" . Simon Pedro contesto:"Tu eres Cristo, el Hijo de Dios vivo". Aquí Jesús habla precisamente de este milagro.
Cuestionar un milagro, es cuestionar la divinidad de Cristo. Hace unos días escribía una anécdota con una compañera de trabajo. Ella decía "acaso Cristo no es Dios", en relación a estas confusas declaraciones. TOMA!!, pensé "hasta las piedras hablan"
No voy a entrar en lo que se dijo o dejó de decir. Me parece lamentable que en este ramillete de comentarios, se esté debatiendo lo que no tiene ni un pase :diga quien lo diga.... A Mat 16, me remito... PALABRA DE DIOS.
El rebaño sin confirmar y sin apaciguar. Porque esta es la situación real de la Iglesia.
Debo decir que hay un artículo de P. Morado qué me da una perspectiva de este milagro de Nuestro Señor del que nunca habia oído. Asociarlo con la Eucaristía!!un bálsamo espiritual. El milagro de la Eucaristía, y somos incapaces de no creer en la multiplicacion de los panes y los peces. En fin.....
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San Juan Crisóstomo sobre el Evangelio de San Mateo: Nuestro Pastor se nos da como alimento.
«¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?» (Mc 8,4) Homilía 82: PG 87, 737
¿Qué pastor ha alimentado jamás a su rebaño con su propio cuerpo? A menudo, las madres confían a sus hijos a una nodriza. Pero Jesucristo no puede aceptar esto para sus ovejas. Él mismo nos alimenta con su propia sangre y así nos convierte en un solo cuerpo con Él.
Considerad, hermanos míos, que Cristo nació de nuestra sustancia humana. Pero, me diréis ¿qué importa? Esto no tiene que ver con todos los hombres. ¡Perdón, hermano! Es para todos una gran ventaja. El hecho que haya venido y haya tomado la condición humana concierne a toda la humanidad. Y si ha venido por todos, también ha venido por cada uno en particular.
Talvez me diréis: «¿Porqué, entonces, no todos los hombres han recibido el fruto que les debía llegar con esta venida?» ¡No acuséis a Jesús que ha escogido este medio para la salvación de todos! El fallo está en los que rechazan este beneficio. Porque en la eucaristía, Jesús se une a cada uno de sus fieles, los hace renacer, los alimenta de sí mismo, no los abandona a otro y así los convence una vez más de que realmente tomó nuestra carne.
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Balduino de Cantorbery sobre el Sacramento del Altar: Rompió todo lo que nos rompía.
«Tomando los siete panes y dando gracias, los rompió e iba dándolos a sus discípulos para que los sirvieran» (Mc 8,6)
II, 1
Jesús partió el pan. Si no lo hubiera partido ¿cómo habrían llegado hasta nosotros sus migajas? Pero lo rompió y lo repartió; «lo repartió y lo dio a los pobres» (Sal 111,9 Vlg.). Lo rompió por gracia, para romper la cólera del Padre y la suya. Dios lo había dicho: nos hubiera roto si su Único, «su elegido no se hubiera puesto en la brecha frente a él para apartar su cólera del exterminio» (Sal 105,23). Se mantuvo frente a Dios y lo apaciguó; por su fuerza incomparable, se mantuvo en pie, no roto.
Pero él mismo, voluntariamente, rompió, ofreció su carne rota por el sufrimiento. Es ahí que «rompió la fuerza del arco» (Sal 75,4), «rompió las cabezas del dragón» (Sal 73,14), a todos sus enemigos en su cólera. Ahí rompió, en cierta manera, las tablas de la primera alianza, a fin de que nosotros no estuviéramos ya bajo la Ley. Es allí que rompió el yugo de nuestra cautividad. Rompió todo lo que nos rompía para reparar en nosotros todo lo estaba roto y para «dejar libres a los oprimidos» (Is 58,6). En efecto, estábamos «cautivos de hierros y miserias» (Sal 106,10).
Buen Jesús, todavía hoy, aunque hayas roto la cólera, partido el pan para nosotros, pobres mendigos, seguimos teniendo hambre. Parte, pues, cada día este pan para los que tienen hambre. Porque hoy y todos los días recogeremos algunas migajas, y cada día de nuevo tendremos necesidad de nuestro pan cotidiano. «Danos hoy nuestro pan de cada día» (Lc 11,3). Si tú no nos lo das ¿quién nos lo dará? En nuestro desvalimiento y nuestra necesidad no tenemos a nadie para que nos rompa el pan, nadie para alimentarnos, nadie para rehacer nuestras fuerzas si no eres tú, Dios nuestro. En todas las consolaciones que nos mandas, recogemos las migajas de este pan que nos rompes y saboreamos cuán suave es tu misericordia.
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San Francisco de Sales Sermón (06-03-1622): ¿Te apoyas en Dios? ¿Le obedeces?
«Mandó que la gente se sentara» (Mc 8,6)
Sermón X, 303
Las pobres gentes que ese día seguían a Jesús, no fueron socorridas por El sino cuando ya languidecían de hambre. Y tuvo gran compasión pues, por su amor, ellas se habían olvidado de sí mismas y no habían llevado consigo provisión alguna; sólo el pequeño Marcial llevaba los cinco panes de cebada y los dos peces.
Parece que el Señor, prendado de los corazones de esas buenas gentes, que eran unos cinco mil, se decía: No habéis cuidado de vosotros, pero Yo os cuidaré.
Y aunque Felipe y Andrés afirmasen que cinco panes y dos peces no eran nada para aquella multitud, les mandó que se los trajesen y pidió a los Apóstoles que mandasen sentar a la gente. Ellos obedecieron con sencillez y en eso fueron admirables pues dispusieron a todos a comer sin ver ni entender qué les podían dar.
Jesús tomó los panes, los bendijo y ordenó a sus Apóstoles que los distribuyesen. Lo hicieron e incluso sobró después de haber comido todos hasta saciarse.
Esto, para enseñarnos, mis queridas Hijas, que debemos caminar apoyados más en la Bondad divina y en su Providencia que en nosotros mismos y en nuestras obras.
Porque Dios, bajo cuya dirección y mando nos hemos embarcado, estará siempre atento a proveernos de todo lo necesario. Y, cuando todo nos falte, El tomará a su cargo el cuidarnos y nada nos faltará, ya que tendremos a Dios, que debe ser nuestro todo.
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San Ambrosio de Milán sobre el evangelio de San Lucas: ¿Cómo se multiplica el alimento que nos da?
«Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes» (Mc 8,8)
Comentario al evangelio de Lucas, VI, 73-88
Señor Jesús, sé muy bien que no quieres dejar en ayunas a esas gentes aquí conmigo, sino alimentarles con el pan que les distribuyas; así, fortificados con tu alimento, no temerán desfallecer de hambre. Sé muy bien que tampoco a nosotros nos quieres enviar en ayunas. Tú lo has dicho: no quieres que desfallezcan por el camino, es decir, que desfallezcan a lo largo del camino de esta vida, antes de llegar al término de la ruta, antes de llegar al Padre y comprender que tú vienes del Padre.
El Señor tiene compasión, a fin de que nadie desfallezca por el camino. Igual que hace llover sobre justos e injustos (Mt 5,45), nutre tanto a los justos como a los injustos. ¿No es, acaso, gracias a la fuerza del alimento recibido que el profeta Elías, desfallecido en el camino, pudo caminar cuarenta días? (1Re 19, 8). Este alimento se lo dio un ángel; pero a vosotros es el mismo Cristo quien os alimenta. Si conserváis el alimento así recibido, seréis capaces de caminar no cuarenta días y cuarenta noches, sino durante cuarenta años, desde la salida de vuestros confines de Egipto hasta vuestra llegada a la tierra de la abundancia, la tierra que mana leche y miel (Ex 3,8).
Cristo comparte los víveres, y quiere, sin duda alguna, dar a todos. No rechaza a nadie sino que provee a todos. Sin embargo, cuando parte los panes y los da a sus discípulos, si no tendéis la mano para recibir vuestro alimento, vais a desfallecer durante el camino. Este pan que parte Jesús, es el misterio de la palabra de Dios: cuando se distribuye, aumenta. Tan sólo con unas pocas palabras Jesús ha dado a todos los pueblos un alimento superabundante. Nos ha dado sus palabras como panes, y mientras los saboreamos, se multiplican más en nuestra boca. Mientras las multitudes comen, siguen aumentando los pedazos de pan de tal manera que, los restos, al final, son muchos más que los panes compartidos.
Y la verdad que resulta curioso porque ni los propios judíos que fueron testigos directos de estos acontecimientos negaron dichos milagros, lo que si hicieron fue atribuirlo a que lo hacía con el poder de Belcebú que es diferente. Eran incapaces de comprender algo tan grande.
Lo que nos falta es fe en la presencia de Jesús en la.eucaristía, los milagros, que Dios nos escucha en la oración y que sigue actuando a través de los Sacramentos, la Iglesia y el Espíritu Santo.
Señor aumenta nuestra fe.
Finalmente, los que instruyen al pueblo cristiano con la predicación sagrada tienen necesidad de
suma prudencia. Ante todo, enseñen la doctrina, recordando la recomendación de San Pablo:
“Atiende a tu tarea de enseñar, y en esto persevera; haciendo esto, te salvarás tú y tus oyentes” (1 Tim 4, 16). […] Esta virtud de la prudencia debe ser ante todo característica de quienes difunden escritos de
divulgación para los fieles. Sea su preocupación poner con claridad las riquezas de la palabra divina “para que los fieles se sientan movidos y enfervorizados para mejorar su propia vida” (Encíclica Divino afflante Spiritu; A.A.S. XXXV [1943], p. 320). Sean escrupulosos en no apartarse jamás de la doctrina común o de la tradición de la Iglesia ni siquiera en cosas mínimas, aprovechando los progresos de la ciencia bíblica y los resultados de los estudiosos modernos, pero evitando del todo las temerarias opiniones de los innovadores (cf. Carta Apostólica Quoniam in re biblica; Pío X Acta, III, p. 75).
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(Benedicto XV. Encíclica Ad beatissimi apostolorum, 1 de noviembre de 1914)
No solamente deseamos que los católicos se guarden de los errores de los modernistas, sino también de sus tendencias, o del espíritu modernista,
como suele decirse; el que queda inficionado de este espíritu rechaza con desdén todo lo que sabe a antigüedad y busca, con avidez, la novedad en todas las cosas: en el modo de hablar de las cosas divinas, en la celebración del culto sagrado, en las instituciones católicas, y hasta en el ejercicio de la piedad. Queremos, por tanto, que sea respetada aquella ley de nuestros mayores: “No se innove nada, fuera de lo que es tradición”, la cual, si por una parte, ha de ser observada inviolablemente en las cosas.
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(Pío X. Encíclica Pascendi Dominici gregis, n. 27, 8 de
septiembre de 1907)
Así, pues, venerables hermanos, según la doctrina y maquinaciones de los modernistas, nada hay estable, nada inmutable en la Iglesia.
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(Concilio Vaticano II. Constitución dogmática Dei Verbum, n. 8, 18 de noviembre de 1965)
La predicación apostólica, que está expuesta de un modo especial en los libros inspirados, debía
conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua. De ahí que los Apóstoles, comunicando lo que de ellos mismos han recibido, amonestan a los fieles que conserven las tradiciones que han aprendido o de palabra o por escrito, y que sigan combatiendo por la fe que se les ha dado una vez para siempre.
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(Pablo VI. Audiencia general, 19 de enero
1972)
Podemos entonces comprender por qué la Iglesia católica, ayer y hoy, da tanta importancia a la rigurosa conservación de la Revelación auténtica,
y la considera como un tesoro inviolable, y tiene una conciencia tan severa de su deber fundamental de defender y de transmitir en términos inequívocos la doctrina de la fe; la ortodoxia es su primera preocupación; el magisterio pastoral su función primaria y providencial; la enseñanza apostólica fija de hecho los cánones de su predicación; y la consigna del Apóstol Pablo, Depositum custodi [Custodia el depósito] (1 Tim 6, 20; 2 Tim 1, 14), constituye para ella un compromiso tal, que sería una traición violar. La Iglesia maestra no inventa su doctrina; ella es testigo, es custodia, es intérprete, es medio; y, para cuanto se refiere a las verdades propias del mensaje cristiano, ella se puede decir conservadora, intransigente; y a quien le solicita que vuelva su fe más fácil, más relativa a los gustos de la cambiante mentalidad de los tiempos, responde con los Apóstoles: Non possumus, no podemos (Hch 4, 20).
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(Pablo VI. Exhortación
apostólica Evangelii nuntiandi, n. 65, 8 de diciembre
de 1975)
Insistíamos también sobre la grave responsabilidad que nos incumbe, que compartimos con nuestros hermanos en el Episcopado, de guardar inalterable el contenido de la fe católica que el Señor confió a los Apóstoles: traducido en todos los lenguajes, revestido de símbolos propios en cada pueblo, explicitado por expresiones teológicas que tienen en cuenta medios culturales, sociales y también raciales diversos, debe seguir siendo el contenido de la fe católica tal cual el Magisterio eclesial lo ha recibido y lo transmite.
Las confusiones surgen por no conocer bien la Biblia.
A los judíos de su tiempo Jesucristo les recuerda las enseñanzas bíblicas con todo lo que hace, el Señor las reafirmaba con sus palabras y sus hechos, los milagros son milagros, son obra de Dios.
Por ejemplo si leemos II Reyes 4 nos enteramos de que Elíseo hacía milagros parecidos para que la gente conociera y confiara en que Dios nos dará y sobrará, comeremos y nos saciaremos, nos librará de la muerte y nos salvará. ¡Pues más que los todos los personajes bíblicos es Jesucristo! ¿De que van algunos teólogos actuales rebajando lo que afirman las Escrituras? Si no creen que Dios se encarnó, sus teologías no son Cristianas. No nos interesan.
Debe ser eso, con toda seguridad.
Por ahí cuelan la milonga de que en realidad, después de sentarse en la hierba, cada uno sacó la merendola que llevaba, y que Felipe y Andrés no habían visto (Jn 6, 7-9) porque eran miopes, y la compartió con los demás. Cosa que tampoco dicen los evangelios, pero eso da igual.
Claro, el modernista, una vez ha desmontado satisfactoriamente el episodio, no tiene ningún interés en explicar porqué Jesucristo realiza una repetición, a lo grande, del milagro de Eliseo al multiplicar 20 panecillos para 100 hombres (2 Reyes, 4) y el simbolismo religioso que ello tiene. Ni tampoco explica ningún modernista porqué, después de compartir la merendola, los comensales satisfechos deciden que el picnic es "una señal" (del Cielo se entiende), y que Jesús "es el profeta que ha de venir al mundo"; y Nuestro Señor ha de escapar corriendo/huir (no se va "a la barca tan fresco", querido joselín, leete bien los evangelios que tanto citas) para que no lo proclamen Rey POR LA FUERZA (Juan 6, 14-15).
Porque lo de que compartir merendola provoque un furor religioso-monárquico súbito y arrollador sólo se lo creen los teólogos modernistas del siglo XX, no los judíos del siglo I.
Claro, que los Apóstoles y los Santos Padres consideren unánimemente que hubo multiplicación milagrosa tampoco tiene importancia. Esas cosas no las saben ellos, sino los agnósticos listillos de 20 siglos después. Total, en aquella época no había grabadoras y ahora sí, conque seguro que ahora sabemos más que ellos...
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