Oración para la vida real ( por el papa Francisco)

Acabo de leer unas palabras del Santo Padre que no tienen desperdicio; especialmente para todas las personas que (decimos) que hacemos oración; o, al menos, lo intentamos.

Dice Francisco: “No es sana una oración que sea ajena de la vida”. Y remacha aún más la idea: “Una oración que nos enajena de lo concreto de la vida se convierte en ritualismo”. Atinadísima afirmacion. Necesaria como el respirar.  Y que va a lo nuclear de lo que es y para lo que sirve la Vida de Oración. Especialidad, esencial, de la vida real de todos los santos, habidos y por haber.

Me da que esta es una de las grandísimas tragedias que han fraguado en la Iglesia Santa en los últimos cincuenta años: la separación entre la piedad y la vida real, entre la Fe y la vida auténtica de las personas, entre la Gracia y la persona real concreta, entre la Doctrina y la vida diaria de los hijos de Dios en su Iglesia en medio del mundo.

Hace muchos años que lo ponía de relieve -lo denunciaba, realmente-, el Fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá: la separación que, en tantas personas, se daba entre la vida de piedad por un lado y su vida real por otro. Y ponía un ejemplo concreto pero muy visual: el católico no puede, al entrar en el Parlamento -por ejemplo-, quitarse su ser católico como se quita uno el sombrero y lo deja en el guardarropía para recogerlo a la salida. Una especie de “esquizofrenia” en el orden espiritual, de ruptura de la persona con su realidad más importante e inmediata, que es Dios.

Así ha pasado lo que ha pasado, no solo en el Parlamento, sino en todas partes, desde las familias religiosas, a los ámbitos genuinamente eclesiales. Hasta el punto de que la ¿Doctrina? que se ha pretendido dar, y con la que se ha intentado formar las conciencias no ha cuajado en nada serio: no ha podido cuajar en nada verdadero y serio; al contrario: ha contribuido a desmoronarlo todo, que es lo que contemplamos, con desgarro en el alma y el corazón, a todas horas.

San Josemaría centraba aún más esa relación entre oracion y vida real de uno, del que se pone a la oración. Decía: “El tema de mi oracion es el tema de mi vida. Yo hago así”. Señalando la importacia capital, para progresar en la vida interior, de “llevar la propia vida a la oración personal". Así no se dará lugar a esa terrible “esquizofrenia” que tritura la relación de Dios con uno mismo; llamados todos a santificar y santificarnos en la vida -y con la vida- ordinaria y corriente, distinta -personal- de cada hijo de vecino.

Es el sentido de aquellas palabras de Santa Teresa de Jesús a sus monjas; y ya de paso, a todos: “Dios está también entre los pucheros"; y no solo en el coro, ni en el Sagrario.

A la oración personal, a la meditación, hay que llevar la vida personal: el tono de las conversaciones, el trato con los demás, las respuestas que damos, el trabajo profesional, los programas que vemos de TV, los periódicos y los libros que leemos, los consejos que damos, el uso del tiempo… O sea: la vida real de uno, y de los que le rodean, siempre en relación a Dios.

Lo mismo que llevamos a la oracion el trato con Dios Padre, con Jesucristo y con el Espíritu Santo, con la Virgen y san José, con los Ángeles, la frecuencia de la Confesión y de la Comunión: con qué sentido las buscamos, cómo las preparamos y qué sacamos de ellas, nuestro espíritu de sacrificio y de mortificación, la capacidad de perdonar, la vida de Fe, la Caridad… O sea: la vida real de uno, en línea directa con Dios.

Porque toda nuestra vida, sea en el plano que sea, ha de ser TODA por/con/en Dios. A esa lucha personal, se le llama SANTIDAD; y es la personal IDENTIFICACIÓN con Cristo.

Esa nefasta ruptura -diabólica- que denuncia el Papa, bien puede ser el origen de ese estrepitoso fracaso que se ha visto y se está viendo -en el seno de la Iglesia-, en la vida personal de tantos hijos de Dios -sacerdotes, laicos y religiosos-, pero también a nivel institucional, en los que se ve cómo se han perdido hasta los más elementales criterios morales. Y esto, en vidas entregadas al Señor con una vocación específica, cuya piedra miliar era la ORACIÓN.

Por este “procedimiento” -que lleva en su inicio, y como trayectoria, el abandono de la oración-, se ha podido convertir la Pastoral en un actuar contra los criterios del mismo Cristo, y contra la vida de la Iglesia; las Catequesis, en enseñar como “católico” lo que directamente es PECADO; los confesonarios, incluso cuando se han quitado contra Disciplina y Prudencia, en un método eficaz para deformar y corromper las conciencias; la “administración” de los Sacramentos, tantas veces de modo sacrílego, en mero “sacramentalismo": no solo ineficaz, sino demoledor de la Fe, personal y colectiva; la “comunión eclesial", en una rutura cercana al cisma, o inmerso en él, aunque no se catalogue como tal; la “unidad de los cristianos” (con todos los no-católicos), ha pasado de una “ensoñación bienintencionada” a una sacrílega profanación de la Iglesia Católica y de sus Sacramentos…

Así podríamos seguir, pues lo que nos sobran son ejemplos: se dan cada día. Y se publican. Señalar, por último, aunque es lo más significatico, aquellas palabras de Jesús a los suyos, dormilones y a por uvas: Vigilad y orad para no caer en tentación. Bien advertidos estábamos. Pero pasó entonces, y sigue pasando ahora.

De ahí el derrumbe de los más insignes “edificios” de la Iglesia, hitos miliares de tiempos pasados. Ahí están las casas religiosas cerradas, los seminarios clausurados, las parroquias vacías, las “estructuras” que se recomponen, porque se han empequeñecido… y se pretende vender el recosido  de los cambios como “progreso", y un “mejor aprovechamiento de los recursos": todas las instituciones han caído en la misma “explicación"; es decir: todas se han escondido tras el mismo trampantojo. ¿Les ha servido de algo a alguna de ellas? ¿Entonces?

Y la Iglesia, claro, AGONIZANDO. Y es que: “santo sin oración, no creo en esa Santidad” (san Josemaría, nuevamente). En la Iglesia, en su conjunto, pasa exactamente igual. 

Hay que volver a la piedad, a la oración y, por supuesto, a buscar la Gracia donde está y donde se consigue: en los Sacramentos. Porque hay que volver a Jesucristo: no hay más camino, ni queriendo.

Hay que rezar mucho, mucho, pues todo es poco para lo que está pasando. Sin ese acudir a diario al Señor, a la Virgen y a san José, no hay remedio: se pongan como se pongan los jerarcas a todos los niveles y de todos los últimos tiempos.

13 comentarios

  
maru
Así es P. Aberasturi. El mismo Señor lo dijo "sin mí no podéis hacer nada"; Sin EL, no hay plan pastoral que valga.
11/06/21 9:30 AM
  
Forestier
En este orden de cosas decía el Fundador del Opus Dei, en su maravillosa homilía "Amad al mundo apasionadamente:
"No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver —a la materia y a las situaciones que parecen más vulgares— su noble y original sentido, ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión de nuestro encuentro continuo con Jesucristo.
11/06/21 2:48 PM
  
Jorge Cantu
Padre José Luis, perdóneme, pero en esta ocasión voy a discrepar un poco con Ud. y con el Santo Padre.

"Una oración que nos enajena de lo concreto de la vida se convierte en ritualismo”, me suena a que si rezas y meditas en los misterios de la vida del Señor, en su Pasión, en su Encarnación, en su Divinidad, en Su Providencia, en la Trinidad, y no tienes a mano el mazo o la llave de tuercas que demuestra que lo haces "desde la vida concreta", ello carece de valor. Si al rezar el Rosario o participar en la Santa Misa y no tienes olor a grasa, aceite, tóner de fotocopiadora o a fregona con limpiador no tienes derecho a decir que oraste al Señor en toda norma.

Me suena a otra frase efectista que busca cerrar la discusión y hacer enmudecer de asombro a los santos del pasado y presente, y que en realidad esconde una especie de voluntarismo demasiado ordinario y frecuente en los discursos políticos actuales, especialmente de la izquierda más populista.





Creo que esta vez, te equivocas tú. Todo está en la parábola del fariseo y del publicano que van a orar al templo. Repasarla, y si tienes alguna duda, me lo dices.
Un abrazo.
12/06/21 2:12 AM
  
Gerardo S. I.
Y a esa conducta se le llama COHERENCIA CRISTIANA.
12/06/21 2:52 AM
  
Vicente
Orad en toda ocasión, nos dice el Apóstol.
12/06/21 12:15 PM
  
Juan Mariner
En la época de las mayorías absolutas del PP y la consolidación de leyes inicuas, se utilizaba mucho la expresión "a título personal" para ESCINDIR la vida privada de la actividad pública para así justificar la HIPOCRESÍA de sus protagonistas (ya no quiero hablar de "esquizofrenia", enfermedad mental que padecen muchos de nuestros hermanos y que con este término usado malamente les herimos profundamente).
12/06/21 12:58 PM
  
Mariana


Me quedo mejor con las campanadas de San José María!!!
12/06/21 6:12 PM
  
Jorge Cantu
Padre:

Agradezco su respuesta, pero francamente no encuentro relación entre el tema de la vinculación de la oración con la vida cotidiana y concreta y la parábola del fariseo y el publicano. Si me lo puede explicar, se lo agradezco.

Entiendo, en base al corolario que expresa el Señor al final del pasaje, que el tema es la importancia del arrepentimiento sincero y humilde al orar ante Dios para alcanzar su Favor.

Gracias de antemano.



Tengo en reserva un post al respecto, comentando, al por menor, precisamente esta parábola; que retrata, nítidamente y en Palabras del Mismo Cristo, lo que va de la auténtica oración -la del publicano- a la corrupción de la oración: lo del fariseo.
13/06/21 1:46 AM
  
M.Angels
No sé... Es una frase que a mí me deja un poco perpleja. ¿Qué significa "ritualismo"? ¿Qué tiene que ver con meditar sobre la Santísima Trinidad o pedir por un familiar enfermo? ¿no podemos olvidarnos de las mil cosas concretas de la vida cuando hablamos con Dios? ¿No podemos, simplemente, mirar a Dios? Hay momentos para todo, para contarle a Dios nuestras cosas, y hay momentos para mirarle a Él. No me parece sana esta manía de contraponer cosas que no tienen por qué estar en oposición, y menos para descalificar así, a bulto, no se sabe qué, calificándolo de algo que tampoco se sabe bien qué es ni por qué es malo.
Lo siento, pero coincido con Jorge Cantu, me parece una frase desafortunada.



"Ritualismo" es el formalismo en la vida espiritual, sin relación a la vida real de la persona; como "sacramentalismo" es el "uso y abuso" de los sacramentos por la mera administración y la mera recepción de los mismos, sin la más mínima relación al "cómo", al "para qué" y al "por qué" de esos mismos Sacramentos: lo que son y lo que significan.
Es el "método biden", o el "método pelosi", o los métodos alemán, suizo, etc., de rabiosa actualidad.
Así se llega, por ejemplo, a comulgar por comulgar, y a dar la comunión por el mero hecho de darla: los sacrilegios en ese ámbito, se supone que no deben preocupar a nadie, porque Cristo no importa ya a nadie, en la mente y el corazón de este tipo de personal.
¿Se entiende ahora?
Esta respuesta vale también para Cantú.
13/06/21 4:25 PM
  
Javier de Madrid
Quizás me equivoque pero el Santo Padre está haciendo una alusión a personas que rezan y no están en sintonía con la vida real.
Sinceramente, no conozco a nadie. Todos tenemos problemas, cruces, alegrías...
Puede ser que esté hablando de un tipo de personas, no quiero ofender a nadie. Seguro que él sabra más porque suele relacionarse con ellas. Vamos que son afines al Santo Padre. Creo que me entendéis.
13/06/21 10:05 PM
  
Javier de Madrid
Querido José Luís,

Ójala me equivoque y de verdad, así ruego a S. Antonio de Padua, verdadero maestro de oración en su celebración de hoy y aprovecho para rezar fervientemente por el Santo Padre.
De verdad, me gustaría pensar que Francisco esté pensando en el tipo de personas que usted ha mencionado: Biden, pelosi, etc.
13/06/21 10:18 PM
  
M.Angels
Bueno, pero no me gusta el método. Es poco riguroso y confuso. Coges una palabra perfectamente clara, por ejemplo, "clero" o "rito". Cosas buenas, santas y necesarias. Le añades "ismo" al final, con lo que, sin definir ni precisar se convierten en algo oscuro, impreciso y amenazante, que se usa como arma arrojadiza, para descalificar a algo o alguien, que muchas veces no tiene nada que ver. Es un ataque por descalificación pero sin decir qué y por qué está mal. Y de paso, se ensucia la palabra original. Es un modo de hablar confuso y equívoco. No enseña ni explica, sólo confunde y no pocas veces ofende. Lo siento, cuando veo algo de este estilo paso de largo.
Y no veo que esta frase tenga nada que ver con la que ha citado de san Josemaría, que esta sí, es perfectamente clara.
Y sigo sin ver qué relación hay entre centrar nuestra oración en temas más espirituales o abstractos y una práctica religiosa falsificada o hipócrita.




Sigue intentándolo. Muchas veces las cosas no se pillan a la primera: a mí me pasa también.
13/06/21 11:04 PM
  
Juan Carlos Villaverde
Maravillosa exposición. Totalmente cierta.
Muchísimas gracias.
13/06/21 11:46 PM

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