Los "cargos" y las personas. Las "personas" y los cargos.
En esta casa de “tócame Roque” en que se ha quedado la “nueva iglesia” -"iglesita” en mi particular terminología-, a las que con fervor se suman los “buenistas” de corazón -es lo que les pide el cuerpo-, más los “listillos” de turno y nómina, más tantos de nuestros jerarcas católicos -hablo sobre todo de España, como es logico, pero es transladable a otros países-, me da que hay una confusión más que notable, notabilísima, entre ” el cargo” o “empleo", y “la persona” que lo detenta o encarna en cada momento histórico. Del “sueldo” no diré ni una palabra.
Confusión, interesada tantísima veces; y es lógico, cuando se vive de eso. Otras, y hablo de una gran masa de “católicos de costumbre y rutina", pura ignorancia doctrinal, que la hay grandísima en la Iglesia de hoy: tanto en clérigos y religiosos como en laicos, motivados o no. Entre estos últimos, es lo que se ha venido en llamar, coloquialmente pero con sentido, “la fe del carbonero".
Y este va a ser el tema del post de hoy. Porque esto hay que acotarlo, aclararlo y, si es posible, acabarlo. Nos hace falta a todos. Aparte de que la CONFUSIÓN NO ES CATÓLICA. Lo católico es LA VERDAD, que nos viene de Dios y atesora la Iglesia Católica. “La de siempre": porque no hay otra, ni la puede haber. La “iglesita” ya se sabe que está a por uvas, por decirlo suave y “en comunión", o sea: “caritativamente".
Los “cargos” en la Iglesia, son lo que son, son lo que significan y están para lo que están. Por ejemplo: el obispo es la cabeza visible de la diocesis; hasta el punto de que TODA LA RESPONSABILIDAD del “tria munera” eclesial, recae directamente en él, y en nadie más. Esto no quiere decir que no haya cuestiones que no pueda delegar, porque sí puede hacerlo; pero la responsabilidad última es siempre suya. La responsabilidad inmediata es la de las personas en las que haya delegado.
Por supuesto, ningún obispo puede “ir por libre". Y no me refiero a las Conferencias episcopales, sino a estar unido a la Cabeza visible de la Iglesia, que es el Papa. Solo con esta condición se ejerce de obispo en la Iglesia Católica. Si se separa de la Cabeza, se ha apartado también y por lo mismo, de sus ovejas; y estas ya ni pueden ni deben reconocerle como su pastor genuino: ha perdido esta condición.
Y la ha perdido, precisamente porque, con su decisión o sus decicisiones se ha desvinculado de su “cargo". Es decir: de todo aquello a lo que su CARGO le comprometía por el hecho de asumirlo. Lo mismo pasaría cuando enseñase cosas contrarias a la doctrina de la Iglesia Católica; cuando dejase de velar por la salvación de sus ovejas; o cuando pretendiese un “cierre patronal” sin mediar delito o culpa, reconocido y demostrado, por parte de sus ovejas. Este es el caso de la “excomunión” o el “entredicho". O la reducción al “estado laico” de un sacerdote o religioso: por pederastia, por ejemplo.
Pero, sin delito reconocido y demostrado por los tribunales oportunos, no puede hacerlo. Por una razón esencial: en la Iglesia Católica, a la hora de las penas canónicas, ninguna autoridad puede manejarse por “la suposición", o “la sospecha": solo puede manejarse por la CERTEZA que da la VERDAD de los hechos delictivos, en estos casos. Mucho menos puede manejarse con el “porque sí: que aquí mando yo". Que es lo que ha pasado y hemos sufrido en tantísimas diócesis.
Hago un inciso. Cuando un sacerdote o un laico, a un Ordinario suyo que se ha echado al monte, o ha dicho públicamente algo que contradice las palabras de Cristo o de la Iglesia, y lo hace ver así, también púbicamente, monstrando psra eso las Palabras del Señor, o lo recogido en el Catecismo, o en el Magisterio o la Tradición, no está criticando a la “persona” que detenta ese cargo, sino que está defendiendo cargo y persona. Porque es su obligación.
Porque TODOS en la Iglesia Católica paticipamos, por el Bautismo, de los “tria munera sacerdotalis” y tenemos obligación en conciencia de ejercerlos. Por cierto, cuando uno hace esto y otro le acusa de que muy mal, que no se puede criticar al obispo o al Papa, que si no me he enterado de que es el obispo o el Papa, que “el Papa es el Papa"…
Esta postura, además de no ser católica -el Código de Derecho Canónico recoge lo contrario-, debería, esa persona, decírselo primero al obispo o Papa correspondientes: ¡el primero que tiene que enterarse de que es obispo o sacerdote o sperior, son los propios interesados: no los demás, y para tener la boquita cerrada, hagan lo que hagan! Pues es que NO. Y cierro el inciso.
La Iglesia Católica, aunque tradicionalmente se la ha catalogado como “monarquía absoluta” es lo menos “absoluto” que existe a la hora de ejecer un mandato. Eso sí: Roma locuta, causa finita. Como cuando, en los juciios civiles, una vez que se ha llegado a la última instancia, ya no caben más recursos o apelaciones.
Por tanto, y suponiendo que los ejemplos hayan sido pedagógicos, cabe preguntarnos: ¿El cargo “hace” a la persona, o la persona “hace” al cargo?
Indudablemente, detentar un “cargo” eclesial, por parte de los demás ya conlleva un respeto y un reconocimiento a la persona que lo encarna. Pero, si la persona no “se encarna” en su cargo, o sea, si en el ejercicio de ese cargo la persona no lo hace con la dignidad requerida por el propio cargo, se desmerece a sí misma, desvirtúa el propio cargo y daña a toda la Iglesia.
Por este motivo, “los cargos” han de significar, en la persona que los recibe, un “plus” de responsabilidad. En el ámbito eclesial, debe “notarse” que le sirve para mantenerlo en el nivel en el que debería estar…, precisamente porque lo ejercita para su personal santidad.
Esto es lo que justifica que acuda a auxiliares, a expertos asesores, a consultas a otras personas o entidades: para ejercer su cargo con total responsabilidad. Porque es evidente que no puede llegar a todo él solo.
Pero toda esa “consultoría” no es para decir “amén” por sistema a los “expertos", ni para lavarse las manos en cuanto a su responsabilidad personal. Y, como es lógico -debería serlo- tendrá que arbitrar los medios para estudiar, a fondo, lo que le presentan o preparan. Y decidir, luego, “personalmente".
Por supuesto que a la persona que detenta un cargo se la debe el respeto, el trato y el acatamiento que ese cargo conlleva. Lo repito de intento. Pero es la persona, en su cargo y por su cargo, quien se tiene que comprometer a ejercerlo con total competencia -en lo humano-, y con total espíritu de “servicio espiritual” -servicio en orden a la salvación de las almas-, en lo sobrenatural.
Por tanto: la “persona para el cargo", mucho antes que “el cargo para la persona". Y, por nuestra parte, por parte de los súbditos u ovejas, rezar, honrar, venerar a las personas “por razón del cargo". Pero, como nos dice el Señor, “hemos de tener oídos para oir, ojos para ver y entendimiento para entender".
Lo de los tres monos estará muy bien y tendrá su gracia, incluso, ese “icono"; pero hay que saber que eso -no ver, no oir, no entender; es decir: no juzgar, en el sentido más intelectual del término, que no moral-, NO ES CATÓLICO.
Las discusiones al respecto, que cada uno las tenga con Jesús, que es quien nos lo dice, nos lo enseña, por tanto, y nos lo manda: tenemos obligación, en conciencia, de juzgar los hechos y dichos de nuestros Jerarcas, en todos sus niveles. Salvando siempre a la persona; es decir, sin descalificarla por eso. Aquí entra la caridad, que tiene que tener también su espacio y su lugar: ¡faltaría más!
Pero la caridad -que empieza por el respeto a la Verdad, y sin esta no hay caridad-, no puede volvernos ciegos, ni sordos, ni mudos…, ni tontos.
Como decía un santo contemporáneo, y muy aragonés: “En el Cielo no hay plazas de tontos".
Amén.
14 comentarios
Vivo muy decepcionada, porque la mayoria de los muy buenos sacerdotes que trato, me dicen que del Santo Padre, por ej, no se cuestiona nada, porque es el Vicario de Cristo.
Ahí tiene a los tres monos! en acción. Muchos no quieren ver, no oír ni discernir. De eso se trata, si le he entendido bien: no juzgar las intenciones ni a la persona, pero sí DISCERNIR si lo que se dice y hace concuerda con la Verdad.
Nos vienen tiempos duros, donde encontramos oposición en nuestros mismos hermanos en la fe. A mí me han hablado de no ser desobediente al obispo, por ej, porque he ido a misa y a confesarme con santos sacerdotes que lo permitían.
Recemos mucho. Dios es nuestro Juez y Legislador. Él nos ha de salvar.
Rezo por Ud.
BUENISSIMO.....TE ENCOMIENDO EN LA SANTA MISA, DESDE GUATEMALA
Gracias a Dios, de Quien todo don procede. Y muchísimas gracias por encomendarme: a eso me acojo. Un fuerte abrazo.
En apariencia piensas que te evitas dolores de cabeza y sufrimiento, pero la verdad es que el mono ciego, sordo y mudo, está expuesto a que cualquiera lo zarandee, abuse de él y lo encarcele y conteste:gracias.
Hay una frase de Mafalda que si no recuerdo mal viene a decir:los locos tienen a veces cura, los idiotas no. Corres el peligro, de a base de no vivir de acuerdo a la verdad, de defenderla, te conviertas en "idiota crónico". Uff entonces estás para el finiquito
La cosa se está poniendo realmente cuesta arriba. Pienso tb tenemos que tener un poco de la fe del carbonero. No deja de ser un escudo, que en estos tiempos son muy necesarios.
Últimamente he leído "Apología pro Vita Sua". Creo que San J. H Newman es una buena referencia. Impresiona cómo es capaz de seguir su conciencia, con todo en contra.
Un poquito de sus virtudes a mi no me vendrían mal,!!!. Porque a veces esto se pone muy complicado, y no hablo de ambiente exterior, que lo está, sino de lo que respiramos dentro de la iglesia.
A mi me gusta ser oveja,incluso por egoísmo, obedecer y ser parte del rebaño. Se está caliente, protegida y cómoda. Ahora bien, con criterio y libertad, dentro del aprisco. Que alegría ver llegar al pastor!!!, reconocerle, obedecer le y amarle con caridad cristiana. Hubo tiempos en que esto era lo normal. Igual en mi había más fe de carbonero que criterio!!!, pero la obediencia era fácil y la confianza absoluta.
Ahora se han trastocado muchas cosas, pero el criterio es mayor, en esto creo ganamos.
Gracias por el post:como anillo al dedo,en los tiempos que corren.
Esto es lo que me ha chocado a mi del cierre de las iglesias, y supresión de sacramentos. Que un obispo aconseje a los sacerdotes y fieles que obedezcan las medidas preventivas del estado en temas de salud, me parece normal, pero nunca pensé que pudieran tener poder para suprimirnos los sacramentos, sin causa de delito o culpa.
El obispo de mi diócesis dió un decreto tajante, sin fisuras ni posibilidades de oir misa ni de recibir la comunión.
Según entiendo, el único que le puede llamar la atención a un obispo, sobre que se ha excedido en el ejercicio de su poder es el Papa, ¿ es asi ?.
Por otra parte, si es asi que los obispos se han excedido en el ejercicio de su poder, ¿ como es que lo han hecho casi todos en el mundo ?
Parece que tiene que haber una via por donde han podido decretar, lo que han decretado.
La "vía" existe, y por eso la han tomado. Pero es "extra eclesial": por eso ha sido un auténtico abuso de poder, inaudito y nunca visto en la Iglesia Católica.
Luego, en los seminarios hay una criba de personal, lo cual es lógico, no todo el mundo está capacitado para estos cargos o ministerios, por diversas razones; pero los que llegan, se supone que están elegidos por el mismo Dios para esa misión, aunque no sean los mejores........quizá nos falta (o me falta) visión sobrenatural para entender de verdad estas cosas.
Una cosa es que la vocación viene de Dios, la da Dios, es Él quien llama, y otra que todos los que lleguen a ser sacerdotes, religiosos, obispos o Papa, tengan vocación y, teniéndola, sean idóneos para esos cargos: aquí media el hacer humano, porque todos los hombres de iglesia también somos hombres. Y podemos errar, sin culpa o culpablemente, según. Para ver su idoneidad para tal ministerio o para tal cargo eclesial, hay establecidas fórmulas: otra cosa es que se cumplan o se salten.
Pero, al Papa, no lo elige Dios, sino los cardenales; a los obispos, el Papa y los que le ayudan en esa tarea; y, a los sacerdotes, los llevan al sacerdocio los Obispos y los que le ayudan, por ejemplo, los formadores del seminario.
Luego, Dios, con esos mimbres, hace lo que puede... Y. a veces, puede poco, porque tiene que salvar siempre la libertad que nos ha donado, incluidas las consecuencias de nuestras personales acciones.
Juan de Palafox, obispo de Osma (1653-1659)
Quizá la tenías idealizada, o por lo que no era. La "fe del carbonero" es la Fe de los 3 monos. En mi opinión, claro. La que has descrito es la Fe recia que todos deberíamos tener.
Me llena de perplejidad...
Dios lo permite para purificarnos, sin duda. El puede sacar bienes de los males. No le veo otra explicación.
Y le agradezco mucho, padre, que levante su voz para defender nuestros derechos como hijos ( débiles e indignos) de la Iglesia de Dios.
Las cosas están exactamente así. Y no están bien, la verdad, aún sabiendo que Dios escribe derecho con renglones torcidos. Pero qué duda cabe que escribiría mucho mejor -es una forma de hablar- si le pusiésemos en su mano renglones derechos.
Tienes toda la razón en lo que dices. Es muy cierto que muchos, creyendo hacer lo mejor, callan y dejan vendidas a muchísima almas; que están, amén de asombradas y perplejas con la que está cayendo, están abandonadas... y ¡que Dios reparta suerte!
Eso no lo hace el Buen Pastor, porque no lo ha hecho. Y los pastores debemos saben -y defender- a quién hemos de mirar, y de quién hemos de aprender para actuar como Él.
La Iglesia somos todos los bautizados incluyendo la Jerarquia ;servidores los unos de los otros.
La Orden Suprema de todos está en el Cielo en la Santísima Trinidad ;desde donde descienden los bienes espirituales.
La Jerarquía aquí en la Tierra está encargada por el Pastor Supremo Jesucristo a Pedro y los 12. Ellos tienen la función de santificar; enseñar y gobernar- los tria munera- siendo los representantes legítimos de Cristo Cabeza.
La Iglesia es Jerarquia y fieles ;Papa ;Obispos Sacerdotes y los fieles que recibimos dentro de la Iglesia la participación en esa triple función perfectamente especificada para Jerarquía y fieles y regulada en Código de Derecho Canónico.
Siendo los Obispos la legítima autoridad eclesial nada de lo que su función le es encargada pueden actuar arbitrariamente y tampoco los fieles.
Todos debemos saber cuál es nuestra función; que aunque sea encargada a la persona concreta es un encargo de la Iglesia; a la que todos debemos servir ya que este servicio es Amor. Y saber expresar en circunstancias concretas la realidad que vivimos.Oramos por esta Iglesia dolorida.
Padre al estoy totalmente identificado con todo su escrito. Usted puede expresarlo, pero si lo hago yo, como una queja que más que eso es un lamento, no lo publican. Nada digo, porque posiblemente ellos consideran que es mejor así y nada que oponer. Pero centrándome en su escrito, que quedó con este párrafo que es un inciso. Me pregunto por algo que no he entendido bien, quizás porque no doy más de sí. Dice que: cuando: "un sacerdote, un laico o un Ordinario se lanza al monte?... ¿Que se entiende por lanzarse al monte? El que sigue los caminos o el que está errado? Otra frase: "que contradice a la Iglesia o a Cristo"... Si rompe con lo de la Iglesia fundada por Cristo sobre la roca que es Pedro y contra Cristo, no entiendo bien lo de: "Porque es su obligación". Confieso que aquí me he perdido. Quizás falte alguna palabra o a la frase le falta aunque sea una coma. Perdóneme, pero no lo acabo de entender. Gracias por la altura de sus escritos y también por esa denuncia que la pueden hacer ustedes y de lo que tanto echamos en falta, pero yo....Paz y Bien
"Cuando un sacerdote o un laico, a un Ordinario suyo que se ha echado al monte, o ha dicho públicamente algo que contradice las palabras de Cristo o de la Iglesia, y lo hace ver así, también públicamente, monstrando para eso las Palabras del Señor, o lo recogido en el Catecismo, o en el Magisterio o la Tradición, no está criticando a la “persona” que detenta ese cargo, sino que está defendiendo cargo y persona. Porque es su obligación".
Creo que sí se hace una crítica a la persona cuando se hace todo eso. No le veo a ello ningún problema.
Si D. XXX ha metido la pata, a la persona llamada XXX se le mete en la cárcel, se la multa o se la condena a lo que corresponda.
Es la persona la que ha actuado mal, no el cargo. El derecho penal (civil o canónico) se refiere a la persona, no al cargo.
Lo digo porque el personalismo tan de moda se empeña en decir que no se puede castigar a la persona (al pecador), sino que solamente hay que condenar el pecado. Eso es falso, también en moral.
Lo que he pretendido decir -quizá me haya expresado mal- es que a "lo malo, duro y a la cabeza", mientras que a la persona no hay que "condenarla", o sea, "descalificarla": ahí tiene que mediar la caridad. Por supuesto: una sentencia condena a la persona; pero afirmar la Verdad de Dios ante una salida de pata de banco, no es "sentenciar" ni "condenar".
Por cierto: estoy tan lejos del personalismo como del "bicho": no es mi caso ni mi problema. De momento, ni siquiera me tienta.
Muy querido D. José Luis:
¡Dios nos concede el que seamos propiedad de Cristo y, por añadidura, Pedro y Pablo, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro, etc., son nuestros! ¡Aleluya!
Me parece muy acertado e importante lo que nos dice usted de los Sres. Obispos y del trato vivo y verdadero, y siempre respetuoso, con que hemos de relacionarnos con ellos.
La imponente paternidad del Sr. Obispo se ve cuando, entregado a su cargo, pastorea el rebaño de Dios siendo consciente de que tiene a su cargo a hombres que son propiedad exclusiva de Dios, y por eso mismo no los pastorea como un déspota, sino “convirtiéndose en modelo de todos ellos”.
Así se entiende a la vez el terror y consuelo de san Agustín: “si por un lado me aterroriza lo que soy para vosotros, por otro me consuela lo que soy con vosotros. Soy obispo para vosotros, soy cristiano con vosotros. La condición de obispo connota una obligación, la de cristiano un don; la primera comporta un peligro, la segunda una salvación”.
Porque, como usted bien dice, “la responsabilidad última es siempre suya”, del Sr. Obispo: él tiene que decidir “personalmente”, sin nadie a quien poder delegar y sin nadie que le pueda reemplazar.
No había oído eso de que “en el cielo no hay plazas de tontos”, pero le creo del todo al santo contemporáneo y aragonés que lo dijo.
Muchas gracias, D. José Luis.
Un abrazo muy fuerte:
José Mari, franciscano
Me acojo a sus oraciones. Un fuerte abrazo.
Muy querido D. José Luis:
Dios sabe mi pobreza y mediocridad, pero cuente ciertamente con esas oraciones. Muchísimas gracias por expresármelo. En realidad, rezo por usted desde que comencé a leerle y escribirle.
Rece usted también por mí, querido D. José Luis, cuando pueda.
Un fuerte abrazo:
José Mari, franciscano
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