En la Iglesia, ¿a quién beneficia tanto SILENCIO? Iª parte.
Una de las cosas que, ante lo que está pasando en la Santa Madre Iglesia -terrorífico, a mi entender, por decirlo de algún modo-, que más desconcierta a las almas todas, empezando por las de tantos sacerdotes y religiosos -lo digo también por mí, sacerdote-, es el SILENCIO, ominoso y perturbador, de los que, en Ella y por razón de su cargo precisamente, más obligación, EN CONCIENCIA, tendrían de hablar, alto y claro.
¿Por qué? Porque, al tener cura de almas, dentro -y fuera, aunque no se lo crean- de su estricta jurisdicción, están puestos ahí, por el Señor, para ser sus Buenos Pastores: a imitación de Cristo, natural y sobrenaturalmente.
Jesús, que se sepa por lo que se lee con reverencia y piedad en los Santos Evangelios, solo calló ante Herodes, por razones obvias -id, y decid a esa raposa…: es lo más fino y caritativo que le dedica; y habla todo un Dios, para escándalo de los buenines acomplejados.
Y calla también ante los que le apresaron y le martirizaron hasta matarlo: Como un cordero fue llevado al matadero; como oveja muda ante los trasquiladores. Porque se entregó cuando, como y porque quiso.
Como calla también, por cierto, ante nuestros pecados, que son la CAUSA DIRECTA de todos y cada uno de sus sufrimientos, del menor al mayor; si se puede hablar así.
ANTE NADIE MÁS ni en ninguna otra situación CALLA. Mucho menos ante los jerarcas religiosos judíos, por un doble motivo: han CORROMPIDO a su Pueblo…, después de haber corrompido la Palabra y la Ley de Dios por/con vuestras tradiciones.
Siendo esto así - así me lo parece en conciencia, porque así se nos ha revelado-, ¿cómo “digerir” y cómo “explicar” este PAVOROSO SILENCIO -¡tan sinsentido cuanto tan clamorosamente atronador y llamativo!- de los que somos, cada uno a su nivel y en su competencia personal, miembros de esa Jerarquía que ha instituido Cristo mismo para gobierno de su Iglesia y cuidado del Depositum Fidei: que empieza y es Él mismo?
¿Tiene alguna explicación coherente y ajustada al MAL que tal silencio origina? ¿No nos es suficiente el mal promovido directamente por tantos hermanos nuestros que, como mínimo, están “mal de la cabeza", están “enfermos"? No hay otra explicación posible -para “salvar” la caridad- en el juicio que NECESARIAMENTE hemos de hacer…
¿Pueden y deben soportar las almas, “nuestras ovejas”, por ser las que el Señor ha puesto a nuestro cuidado -no porque nos las hayamos “ganado", que no es el caso de nadie-, además de las pedradas de los pastores mercenarios, deben soportar -insisto- el desconcierto, la soledad, el dolor y el desvalimiento provocados por los “pastores mudos"? A los que en ningún momento ni lugar, nadie les dice que han de serlo: ni parecerlo siquiera.
¿Entonces? ¿A qué viene este SILENCIO de todos los que tendrían que hablar? Porque se lo va a tener muy en cuenta el Señor. Y cuenta DE CONCIENCIA, si esto significa aún algo para los interperlados.
Siempre recordaré, porque se lo oi decir directa y públicamente al Fundador del Opus Dei, el gran pecado que era “cegar las fuentes de la vida”. Hablaba para todos; pero, lógicamente y en primer lugar, para los casados; que, por su “vocación matrimonial", debían vivir su Matrimonio, “abierto a la vida”. No hacerlo así -sigo con sus palabras- sería “convertir el lecho matrimonial, que para mí es un altar, en un catre de mancebía”.
Pero, asentado esto, y apoyándose precisamente en estas palabras, nos recordaba a todos -se dirigía directamente a las conciencias de todos los que estábamos presentes, muchos de nosotros habiendo optado por seguir al Señor en el “celibato apostólico", que “aún mayor pecado era cegar las fuentes de la vida sobrenatural”.
Este “cegar las fuentes de la vida sobrenatural” es, en concreto y afinando, donde incide con toda su maldad este SILENCIO. Se reconozca así o no, se admita o no, se entienda así o no. Pero es lo que tantos jerarcas han sembrado, y tantos otros cosechado después -quizá sin comerlo ni beberlo, o contentos con tal pitanza-, con sus silencios, o sus medias palabritas acomodaticias y complacientes, ante los poderes del mundo. Muy en especial desde el CV II.
Un ejemplo de ultimísima hora en España. Los poderes públicos largan que “¿alguien puede pensar [les ha faltado decir: “en su sano juicio"] que los hijos pertenecen a los padres?”. Cosa que, hasta que han llegado estos últimos, era lo que todo el mundo pensaba en el sentido natural y lógico que la expresión posee.
Más tarde ha venido, por parte de la progrez, esa interpretación torticera y nefasta de dar a la palabra únicamente el sentido peyorativo -por conveniencia impúdica, confesa e interesada- de “pertenencia MATERIAL", para justificar lo injustificable: el secuestro/rapto de los hijos a sus padres legítimos, que son los primeros “paganos” y los que van a sufrir todo este tinglado.
Pero, descaradamente, más torticera aún cuando se ha aprobado, EXACTAMENTE, por las leyes antinaturales e inmorales DE LA PROGREZ -seguimos ahí: colonizados y esclavizados por esta tropa infecta-, que “avalan” la COMPRA de los CRÍOS, autorizando para eso “los vientres de alquiler".
De este modo, sus “compradores", o sea, “sus propietarios” puedan exhibir como un “triunfo” el “producto” de la crueldad institucionalizada: contra las mujeres del vientre, estabuladas; contra sus frutos, los críos -estos no se abortan: se compran, porque si se abortasen no podrían “ser suyos", o sea, no podrían convertirse en “propietarios” de bebés.
Aunque no lo crean así ni los propios interesados necesarios: también es una crueldad contra los que lo hacen posible -los explotadores de las mujeres y sus hijos-, y contra sus compradores-propietarios: especialmente los del “mudillo", porque para estos se hacen estas “leyes", convirtiendo lo más sagrado que hay -por eso lo quieren destrozar- que son los HIJOS, haciéndolos “objeto” de una descarada e inhumana “transaccion comercial” en su más rastrero significado.
[Por cierto, y señalando: los críos que han tenido la copla Montero-Iglesias, o viceversa, ¿son suyos? ¿Serán de la vecina, por aquellos avatares de la vida? ¿Los han comprado en Mercadona, como producto cocinado para llevar a casa? ¿Los van a rifar? ¿O dicen, con descaro, que SON SUYOS, y no se les toca?]
¿Han oído a algún cardenal, arzobispo u obispo de España, a titulo particular como cabeza de su Diócesis, que lo es; o a nivel colectivo, vía CEE, salir al paso del tema?
Que yo sepa, y porque me ha llegado, solo mons. Munilla. Y en twiter y a título personal, el actual portavoz de la CEE. Nadie más, que yo sepa a día de hoy.
El resto -y hay unos cuantos-, ¿cómo pueden callar ante una cosa así, que afecta directamente a todas su ovejas? ¿Acaso no es de su incumbencia? ¿Hay que dedicarse a recoger plásticos, plantar árboles, o ir a una conferencia sobre el Islam? Pero, ¿a quién benefician con este comportamiento?
Porque el tema, candente e insoportable ya por más tiempo, es este: este SILENCIO que, como pregunto en el título, ¿a quién beneficia?
Cada uno deberá preguntárselo en la presencia del Señor. Muy en especial y muy en concreto todos a los que Él nos ha dicho: apacienta mis corderos; apacienta mis ovejas. Que somos muchos en la Iglesia, porque no son solo los obispos; ni solo los cardenales, que en número son menos áun…
Y como esto se ha alargado ya demasiado, seguiremos: porque el tema no está más que comenzado, y hay mucha más tela que cortar. Lo iremos viendo.
Rezad. Falta nos hace.
Amén.
37 comentarios
Muchísimas gracias por tus oraciones. Que Dios te bendiga.
Si la comparación la hacemos con los gloriosos mártires que a lo largo y ancho de la historia ha habido, entonces será mucho peor...
El miedo atenaza a nuestros Pastores y los convierte en guiñapos. Quieren conservar sus cargos. Y sus cargos no valen una higa si no cumplen con su obligación. Ojalá, Dios suscite Pastores según su corazón que saquen a su pueblo del estado de postración en que se halla. Rezamos por ello.
¿De qué sirve un perro mudo y un perro que sólo ladra una vez, pero no del todo hasta que el peligro desaparece? No sirven de nada.
Es verdad que 2 o 3 pastores de la Iglesia hablan pero luego se sumergen en el silencio apenas perciben la reacción del enemigo.
Lo primero que se le enseña a un soldado es mantener el fuego ofensivo porque no se puede permitir dejarle huecos al enemigo.
Nuestros obispos no pueden bajar el fuego sino Satanás se colará en las brechas.
Yo creo firmemente en el evangelio, que ha servido para que tantos santos nos hayan dejado sus ejemplares vidas, cumpliendolos fielmente.
Me refuerza mucho sus artículos, los recomiendo mucho.
Muchísimas gracias, Marina. Reza por mi.
No solo en España. En TODAS partes sucede igual. El lema es CALLAR y mejor no difundir noticias o artículos que puedan "promover dudas o sospechas" contra el Papa.
Estamos muy muy solos. El corazón, estrujado.
Pienso que es una de las tantas pruebas con las que el Señor nos purifica y acrisola.
Necesitamos muchos San JOSEMARÍA!!!, ya que aún muchos de sus hijos sacerdotes no están siguiendo su ejemplo de dar doctrina clara y veraz.
Gran prueba de fe tenemos!!!! Recemos por el Papa y la iglesia.
Tiene Ud mis oraciones a diario!!!
Muchísimas gracias.
El " Hijo Varón " de la Iglesia no puede permanecer en silencio.
Un cordial saludo, y mi más filial afecto, padre José Luis Aberasturi
Le tengo presente en mis oraciones
Muchísimas gracias.
Muy querido D. José Luis:
Le pido perdón si mi comentario es injusto. Por mi parte, intentaré que mi planteamiento sea aprovechable y, en lo posible, útil.
Comprendo las razones tan serias que nos da usted en su artículo para criticar con fuerza el silencio de obispos, sacerdotes (o incluso, por qué no, el del mismo Papa Francisco).
Para exponerle mejor mi parecer, me permito distinguir entre un “silencio cuantitativo” y un “silencio cualitativo”.
Coincido del todo con usted en que el silencio al que usted se refiere es muy grande “cuantitativamente”, y a mi parecer por eso precisamente los frutos que cosechamos en la evangelización son más bien escasos (menos bautizos, menos confirmaciones, menos bodas por la Iglesia, menos confesiones, menos hijos por matrimonio, etc.). A la vista de tan escasos frutos cosechados, se puede asegurar (¡casi con certeza matemática o al menos con gran probabilidad de certeza!), que los evangelizadores de hoy (obispos, sacerdotes, padres de familia, catequistas, profesores de religión, etc.), aunque debíamos hablar “alto y claro”, de hecho no lo hacemos (sea por los motivos que sea: por ejemplo, por obedecer a los hombres más que a Dios, por avergonzarnos de la cruz de Cristo, por miedo al “qué dirán”, por miedo al arrinconamiento social, al martirio, etc.).
De todas maneras, creo que lo más urgente y necesario para todos los católicos es el “silencio cualitativo” de la Virgen María, es decir, ese silencio, gracias al cual, ella “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lucas 2, 19.51). Yo insistiría sobre todo en esta urgencia y necesidad, a pesar de que de ese silencio admirable de María han participado y participan (¡también hoy día!) muchos creyentes (¡y ciertamente participamos también todos nosotros en alguna medida!).
Respecto al silencio “cuantitativo” de ahora (o de esta última década o de las décadas transcurridas desde el Concilio Vaticano II), le digo de verdad que a mí no me ha perjudicado especialmente, ya que en esta última década, y también en las décadas anteriores, siempre o casi siempre me he visto muy acompañado por sabias palabras y consoladoras compañías de distintos pastores y laicos teólogos (y no teólogos) que me han ayudado muchísimo al hablarme “muy alto y muy claro”, aunque también es cierto que (¡sobre todo en estos últimos años!) más de una vez me ha parecido (¡seguramente por mi ansiedad y mi poca fe!) que esas voces y compañías eran pocas, igual que, a ratos, he estado desconcertado porque no encontraba la palabra o la aclaración que, sobre el momento presente, buscaba en ese instante.
Tal vez muchos católicos podrán decir con razón que, sobre todo en estas dos últimas décadas (¡más o menos!), ellos apenas han recibido la luz radiante de la fe común ni tampoco la alegría imparable de la salvación (transmisible, especialmente, a través de la liturgia) y no me cuesta creerles, igual que les creo si me dicen que los obispos y sacerdotes les hemos cansado más de la cuenta con nuestras opiniones caprichosas, o con nuestras mediocridades intelectuales e ideologías personales.
A pesar de todo, a mi parecer conviene insistir (¡porque ese es el camino que nos marca Cristo!) en que a todos (¡no solo a los obispos y sacerdotes, no solo al Papa!) nos toca pedir (y a todos nos promete Él que se nos dará), a todos nos toca buscar (y a todos nos promete Él que encontraremos), a todos nos toca llamar (y a todos nos promete Él que se nos abrirá).
Y Cristo nos dice esto porque Él sabe muy bien que nos desenvolvemos de maravilla cuando algo nos interesa de verdad (por ejemplo, pedimos información cuando queremos encontrar una calle que desconocemos, buscamos en nuestro barrio o en las cercanías cuando queremos encontrar el supermercado o la tienda que más nos conviene, llamamos al médico o al vecino cuando nos encontramos mal y no podemos salir de casa).
Cristo nos lo dice con toda claridad: “Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo?” (Lucas 12, 56-57).
Por lo demás, para el Señor Jesús (¡y para cualquiera que quiera entender sus palabras!) es lógico y comprensible que al que mucho se le ha dado, mucho se le reclame, “al que mucho se le confió, más aún se le pedirá” (Lucas 12, 48).
Respecto a los Sres. Obispos de España y del mundo entero, mi impresión es que no es necesario ni urgente que todos ellos hablen y escriban “todo lo que actualmente hablan y escriben” a través de los medios de comunicación.
Basta, creo, con que cada obispo predique en su catedral, confiese a los fieles siempre que pueda, visite a los enfermos, reciba en su despacho a quienes quieran estar con él, escriba alguna que otra carta en la página web de la diócesis, etc.
Si aparte de eso, algún diocesano (católico o no) quiere informarme más de cerca sobre distintas cuestiones (aborto, relaciones sexuales antes del matrimonio, adulterio, práctica homosexual, eutanasia, etc.), puede consultar tranquilamente lo que dice al respecto el Catecismo de la Iglesia Católica, puede comprar libros, ver vídeos, asistir a clases de teología (o en su propia diócesis o por Internet), etc.
Del mismo modo, tampoco es necesario ni urgente que los obispos o las distintas Conferencias Episcopales tengan que manifestarse públicamente ante cada uno de los asuntos graves e importantes que aparecen a diario en la sociedad.
Algo así lo veo, querido D. José Luis, aunque lo que le digo sea muy incompleto e imperfecto.
Un fuerte abrazo:
José Mari, franciscano
Reconozco que lo que dices, especialmente es muy bien intencionado. En lo que no convengo es en lo que aportas; en mi opinión, estos no son tiempos que reclaman únicamente el "tratamiento que prescribes".
Añadiré que el "silencio cualitativo" -la vida de oración, por señalar- SIEMPRE debe traducirse en HABLAR, cuando uno es un pastor de la Iglesia Católica: cosa que no era la Virgen. Aún así, nos "habló" lo más importante que necesitábamos: "Haced lo que Él os diga". Y Él nos manda salir a las plazas y a las calles y "patearnos" el mundo para que Él llegue a todos en todas partes: y "mudos" es imposible.
Por otra parte, tu caso personal no significa nada respecto a las iglesias y los seminarios vacíos: están en dos planos distintos.
Tampoco pretendo convencerte: simplemente darte mi punto de vista.
Silencio más que insostenible sobre los datos de Viganó.
Respuesta enrevesada sobre el supuesto "deseo de Dios de todas las
religiones". En lugar de tal embrollo, aquí sí habría sido preferible el silencio. Pero, un pastor, bien consciente de las necesidades de su inmensa grey, se informa con los que más saben de los diferentes asuntos teológicos, no larga afinidades puramente simpáticas, pero sin ningún fundamento.
En fin, que se añora más aclaraciones, diferentes de pura dicharachería en
viajes aéreos, que esta sí que abunda de por más.
Distingo entre el silencio de los seglares, entre los que me hallo, y el silencio de sacerdotes, obispos...
El de los seglares suele ser por cobardía, respetos humanos, ignorancia, desvalimiento o miedo a no ser apoyados por la jerarquía.
El de muchos sacerdotes, obispos ... me parece taimado. No lo sé bien, pero a riesgo de juzgar temerariamente, me parece que es un silencio calculado, intrigante y de abandono de los fieles.
Pues llevamos un montón de años que los teóricamente buenos no dicen ni mu.
Gracias a Dios. Y reza por mi, hermano.
No se confunda Jose María:
Ese silencio cualitativo del que habla corresponde a las monjitas contemplativas, orantes siempre para detener la mano de la justicia divina.
Una disculpa por dirigirme a usted aun cuando usted solamente se dirigía al Padre José Luis.
Muy querido D. José Luis:
Muchísimas gracias por acoger tan benignamente mi comentario y muchísimas gracias por responderme de manera tan franca, amistosa y valiente.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en que el “tratamiento que prescribo” no es el único, pero a mi parecer sí es el más urgente y el más importante (y, en mi caso idiota y estúpido, es también “el menos utilizado”, por aquello de “consejos vendo y para mí no los tengo”).
Tampoco en mi comentario precedente quise presentarlo como si ese tratamiento fuese el único, aunque es verdad que pude dar esa impresión.
En concreto, me emocioné y casi lloré cuando leí la magistral intervención, por separado, de D. José Ignacio Munilla y de D. Luis Argüello. Ambos obispos son para mí queridísimos y a ambos les conozco personalmente. A D. Luis desde hace más de una decena de años, y a D. José Ignacio desde hace más de 30 años.
D. José Ignacio me parece un comunicador excelente (en su tarea de pastor) y D. Luis, persona inteligente donde las haya, me parece un excelente secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal, aunque le he escuchado pocas veces.
También estoy totalmente de acuerdo contigo en que la oración debe traducirse en nuestro caso (de obispos y sacerdotes) en hablar, y en ningún momento quise poner eso en duda en mi comentario, aunque, de nuevo, es posible que diese torpemente esa impresión.
¡Qué maravilla que, en lo posible, llegue Cristo cuanto antes a cada casa y a cada corazón, qué maravilla que llegue Él y con Él nos venga la salvación a cada español, a cada europeo, a cada africano, a cada americano, a cada asiático!
Ahora bien, tú y yo (¡al unísono con el queridísimo y sapientísimo san Pablo!), decimos con razón: “¿cómo invocarán a Aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en Aquel de quien no han oído hablar?; ¿cómo oirán hablar de Él sin nadie que anuncie? y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito: ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien! Pero no todos han prestado oídos al Evangelio. Pues Isaías afirma: Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje? Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo. Pero digo yo: ¿Es que no lo han oído? Todo lo contrario: A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras. Pero digo yo: ¿Es que Israel no comprendió? Moisés es el primero que afirma: Os daré celos con uno que no es pueblo, os provocaré con un pueblo insensato. Isaías por su parte se atreve a decir: Fui hallado entre los que no me buscaban; me hice manifiesto a los que no preguntaban por mí. Y a Israel le dice: Todo el día he extendido mi mano a un pueblo incrédulo y rebelde” (Romanos 10, 14-21).
Me dices que mi caso personal “no significa nada respecto a las iglesias y los seminarios vacíos”.
Creo que te equivocas en eso. A mi parecer, todo caso personal (de cualquier persona) significa algo respecto a las iglesias y seminarios vacíos.
En mi caso, por ejemplo, el seminario significó que tuve una felicidad juvenil que, algunos franciscanos adultos que me querían, me aconsejaban que la escondiese un poco, para no causar envidias y reacciones destempladas entre los hermanos de la numerosa comunidad franciscana en la que residía.
Además de eso, el seminario fue ocasión para conocer y amar a otros sacerdotes franciscanos que siguen estando hoy día entre los mejores amigos que tengo dentro de la Orden franciscana.
A pesar de mis enormes pecados posteriores, el seminario fue la primera e impagable preparación básica que tuve para los tiempos presentes (el tiempo de las iglesias y los seminarios vacíos), porque fue el seminario el que “me cargó la mochila” para recorrer la vida.
Hace años fui párroco “in solidum” de varios pueblecitos de Álava, y hasta hace cuatro años he sido (durante más de 9 años) “coadjutor” de la parroquia de la Inmaculada que los franciscanos tenemos en Valladolid.
En Valladolid tengo excelentísimos amigos y hermanos del alma.
Gracias por todo, querido José Luis.
Te llevo en la lista de las personas por las que rezo todos los días y espero y deseo que tú también reces por mí siempre que puedas.
Un fuerte abrazo:
José Mari
Muy querida Mariana:
Le digo de verdad: me honra usted al haber leído mi comentario y me honra todavía más ahora, al corregirlo y comunicármelo.
Estoy de acuerdo con usted en que, por vocación, el silencio al que me refiero “corresponde a las monjitas contemplativas”.
Añadiría solamente que no les corresponde “en exclusividad”.
Cristo, cuando le habló a Marta (la de Betania) acerca de su hermana María, le dijo, sí, que ésta había escogido “la parte mejor” y añadió que esta parte “no le será quitada” (Lucas 10,42). Lo añadió a pesar de que María no era monja contemplativa.
Es evidente, pues, que con ello no le excluyó a Marta ni a nadie (hombre o mujer) de escoger esa “parte mejor”.
Al contrario, a mi parecer, Cristo tiene contra Marta y contra muchos de nosotros que hayamos abandonado nuestro amor primero y precisamente por ello nos llama a la conversión: “Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras. Si no, vendré a ti y removeré tu candelabro, si no te conviertes” (Apocalipsis 2, 4-5).
Respecto a los sacerdotes y obispos, y respecto a mí en primer lugar, añadiría en concreto lo que ocurrió en la Última Cena entre el Señor y su discípulo amado.
De los doce apóstoles, solo “uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús”. Ahora bien, eso no quiere decir en absoluto que a los demás apóstoles les hubiera estado prohibido imitarle al discípulo amado.
De hecho, san Pedro comprendió de alguna manera las posibilidades escondidas que había en el amoroso comportamiento del discípulo amado y solamente a éste le pidió ayuda para poder conseguir él alguna aclaración en aquel momento tan oscuro y tan importante para todos (Juan 13, 24-25).
Queridísima Mariana, gracias por todo, y un fuerte abrazo para usted.
No me olvide en sus oraciones:
José Mari, franciscano
También el propio Cristo dijo a sus discípulos: ¿Hasta cuando tendré que estar con vosotros?
No retrasa el Señor la promesa, como algunos creen, es que pacientemente os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia. Pero vendrá el día del Señor como ladrón, y en él pasarán con estrepito los cielos, y los elementos, abrasados se disolverán, y asimismo, Tierra (planeta) con las obras que en ella hay. (S.Pedro 2/3,9-10)
El que en esto cree, mal que pese, sabe que por muy duro que esto sea, hay que vivir en continua vigilia para no ser pillado dormido.
Por primera vez voy a comentar en su blog. Pido disculpas por la extensión de mi comentario y quizás el enfoque digamos de "dirección espiritual". No puede ser de otra manera porque las soluciones humanas,
las elucubraciones y el análisis siempre nos llevarán a tener que tomar conductas en el plano espiritual, no sólo colectivo sino básicamente personal.La lucha esta en el plano sobrenatural.
Habló por mi, pero no creo sea yo una excepción. Las dificultades externas, el entorno , con mayor frecuencia es hostil a Dios o existe una especie de coacción escondida que impide hablar de El. No me cabe la menor duda que las almas están esperando el testimonio y la palabra. Esa es la primera táctica de Satanás. Le funciona y lo utiliza.
A mi esta dificultad pesa cada vez menos en mi, los respetos humanos me importan más bien nada. No es presunción, es la edad que te va dando madurez humanamente y la gracia de Dios.
Me pesa enormemente sin embargo todo lo que vemos y oímos. Los silencios, pero tb las palabras. La ocultación de la verdad y la proclamación de la mentira. Esto está ocurriendo en nuestra amada iglesia.
Debo reconocer que he pasado por fases de estupor, tristeza, ira y llanto. Nunca pensé que la grieta fuese tam extensa y profunda, pero lo es.
Que hacer?. Yo diría que evitar primero los trucos de baraja del demonio. Tristeza, desánimo, desesperanza incluso. Diría tb evitar la ira, el resquemor y los juicios temerarios. Todo esto se ve y lo palpamos. Tb la desunión, a mi esto personalmente me descoloca. Nunca pensé que en la Iglesia la gente se catalogue de manera tan... humana. Todo estos pecados dañan el Cuerpo Místico de Nuestro Señor. En la medida de lo posible deberíamos luchar contra ello.
Aquí se habla de cualidad o cantidad. Creo Vd le ha dado la respuesta a él P. José Maria.
Como siempre la Virgen nos conduce a Cristo.
"HACED LO QUE EL OS DIGA".
Padre sólo haciendo la Voluntad de Dios en nuestra vida es posible dar la vuelta a esta postración. La voluntad que El determine en nosotros. . Para saberla sólo cabe crecer en vida interior. Escucharle. Unos tendrán que hablar, otros que rezar(alguien habla de las monjas contemplativa), pero al final todo son cosas pequeñas, para la gran mayoría.
A estas alturas de mi vida, con lo andado y vivido, muchas veces visualizo metafóricamente hablando el mar, las lapas, las roca. Se que soy una lapa, pegada a la roca, que es Cristo. El mar que azote, estoy segura.
Hoy hay que pensar, que como siempre, e El es donde debemos apoyarnos. Hay un artículo de P. Iraburu, que a mi personalmente me hizo mucho bien, tenemos todos los medios y no podemos estar confundidos.
Acabo de terminar de leer el libro" Apología pro Vista Sua". Pienso que esa actitud determinante de S. J. H. Newman es la que hay que teer:amor a la verdad, sin hipotecar nuestra conciencia, que muchos la venden por un plato de lentejas. Nosotros tenemos la verdad, el la busco inexorablemente.Tenemos los medios, pienso en verdad que hay que seguir el consejo de la Stsima Virgen. No desesperar, no entristecernos y Dios actuará, cuando El considere oportuno. Nosotros sólo podemos ser fieles al Evangelio, con la asistencia de su gracia.Eso es mucho, lo es todo.
Jesús, en Vos confio
Hagamos como los alemanes que han protestado frente al cardenal Marx por sus paridas.
Si hay que ha al se habla y si necesario te subes a un muro y gritas.
Por cierto hay un error VITA, no VISTA.
"Respecto a los Sres. Obispos de España y del mundo entero, mi impresión es que no es necesario ni urgente"
Si AHORA no es urgente ¿ Cuando será ? ¿ Cuando el régimen totalitario nos tenga con la bota puesta en el cuello ?
Para mi la prueba del nueve de que lo que está pasando en España a nivel clerical, no es normal, es ver cómo en otros países los obispos y sacerdotes sí hablan y orientan marcando el camino a sus ovejas.
Por cierto ¿ Oler a oveja era revolverse con las ovejas mundanas ? ¿ No sería más bien guiarlas ?
Papa S. LEÓN XIII: “Retirarse ante el enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamoreo para oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan.
La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del individuo y a la seguridad del Bien Común, y provechosas únicamente para los enemigos del cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos. El cristiano ha nacido para la lucha”.
“Una sola razón tienen los hombres para no obedecer, y es cuando se les pide algo que repugne abiertamente al derecho natural o divino; pues todas aquellas cosas en que se viola la ley natural o la voluntad de Dios es una iniquidad tanto el mandarlas como el hacerlas en cumplimiento de lo mandado…(hay que) a ejemplo de los Apóstoles responder animosamente: “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).”
2ª Jn 1,9: Todo el que se extravía, y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios. El que permanece en la doctrina, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa ni le saludéis. Porque el que le saluda participa en sus malas obras”.
Tito 3,10: “Al hereje, después de una primera y segunda amonestación, recházalo, sabiendo que tal hombre está pervertido y que, al pecar, es él mismo el autor de su condenación” .
*S. Bernardo de Claraval: EL QUE, POR OBEDIENCIA, SE SOMETE AL MAL, ESTÁ ADHERIDO A LA REBELIÓN CONTRA DIOS Y NO A LA SUMISIÓN DEBIDA A ÉL. (Falsa Obediencia).
*S. Roberto Belarmino: Tal como es lícito resistir al Pontífice que agrede el cuerpo, también es lícito resistir a quien agrede las almas o quien altera el orden civil, o, sobre todo, a quien intenta destruir la Iglesia. Digo que es lícito resistirlo, no haciendo lo que él ordena y evitando que se ejecute.
*S. Tomás Cayetano-Teólogo y Cardenal: Adherirse a un falso obispo de Roma es estar fuera de la comunión con la Iglesia.
Señala que el famoso axioma "Ubi Petrus, ibi Ecclesia" (Donde está Pedro está la Iglesia) es válido sólo cuando actúa y se comporta como un Papa, porque Pedro está sujeto a los deberes de la Oficio, de otra manera, tampoco ni la Iglesia está en él, ni él está en la Iglesia.
*S. Cipriano: QUIEN SE ADHIERE A UN FALSO PAPA O ANTIPAPA SE ADHIERE A UN FALSO CRISTO.
Busquemos Santos Sacerdotes, los hay!
Un Sacerdote me decía hace unos dos años, en Confesión, cuando le decía de mi "alergia" a todo lo de Francisco... especialmente luego del silencio de los Padres de la iglesia en Colombia, cuando dijo en Villavicencio que por la Sangre de Cristo corría sangre pagana... ¡Desgraciadamente hubo silencio cómplice!
El Confesor me respondió: "Dele gracias a Dios que le dio inteligencia... Lo demás, su respuesta, es lo que importa... y de lo cual será responsable ante Él." Sabias palabras. Qué hice?... Orar por La Iglesia!
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